sábado, 1 de junho de 2019

MARIAN PANCHÓN HIDALGO | André Breton bajo la dictadura franquista: censura institucional y traducción de Entretiens


0. Introducción

La dictadura franquista impuso en España una obstrucción férrea del funcionamiento de las editoriales del país. Así, todo texto impreso debía pasar obligatoriamente por un procedimiento de censura previa y los censores trabajaban duramente para controlar todo tipo de comunicación social. Durante el primer franquismo,[1] no se publicó ninguna traducción oficial del surrealista y marxista André Breton,[2] aunque el cambio llegó a partir de 1962, cuando Manuel Fraga accedió al puesto de Ministro de Información y de Turismo. La ligera apertura de este Ministerio modernizó la industria editorial, adaptándola a los nuevos tiempos que se vivían en el resto de Europa. En esa misma época se promulgó la Ley de Prensa de 1966, que anuló la previa de 1938, y se caracterizó por el paso de la evaluación obligatoria –la llamada “consulta previa”– de los textos originales a “la consulta voluntaria”. Es decir, a partir de ese momento, las editoriales ya no estaban obligadas a enviar los documentos al Ministerio para que este diera su visto bueno. Desafortunadamente, la realidad fue otra y la censura siguió manteniéndose, obligando a que “los editores fueran más precavidos que antes y censuraran previamente manuscritos o galeradas so pena de ser considerados cómplices de los delitos en los que la obra publicada pudiera todavía incurrir” (Abellán, 1982: 173). Asimismo, las editoriales continuaron viéndose obligadas a enviar los textos a los censores, puesto que estos escritos podían ser perseguidos posteriormente. No obstante, gracias a la ligera apertura de dicho departamento, los libros considerados subversivos, como los de Breton, comenzaron a publicarse en España.
El objetivo de este artículo es, pues, presentar brevemente Entretiens (1952) y los cambios que esta sufrió durante la dictadura franquista para que pudiera publicarse en España en 1972. El único expediente de censura relativo a la traducción de la obra, consultado en el Archivo General de la Administración (AGA) de Alcalá de Henares, nos ayudará a aclarar qué tipo de información no fue aceptada por los censores. Esto nos permitirá validar nuestra hipótesis, según la cual, en los años 60 y 70, dichas evaluaciones eran cada vez más permisivas y tolerantes con los autores considerados enemigos del franquismo, como fue el caso de Breton.

1. Características de Entretiens y de su traducción al español

El libro Entretiens es una recopilación de entrevistas radiofónicas que el periodista francés André Parinaud realizó a Breton entre 1913 y 1952. La publicación salió a la luz en Francia en 1952 y la editó Gallimard. En estas dieciséis conversaciones, el autor surrealista explica la historia del movimiento artístico, sin por ello esconder sus crisis internas y sus contradicciones durante todos esos años.
Además de estas transcripciones, aparecen también distintas preguntas realizadas por otros periodistas de diferentes periódicos. Gracias a esta obra, el lector puede conocer más en profundidad las ideas de Breton relacionadas con temas muy variados, puesto que este no esquiva las cuestiones espinosas de manera franca y clara.
Las primeras preguntas abordadas en el libro están relacionadas con los comienzos de la corriente surrealista y de sus premisas filosóficas, que hicieron posible que este movimiento no fuera solamente artístico, sino también conciliador de necesidades sociales relacionadas con la justicia. Es aquí donde comprobamos que el surrealismo surgió claramente como un intento de liberación de todos los problemas que tenían estos artistas en lo más profundo del alma. Asimismo, Breton reconoce su importancia dentro de este grupo y el esfuerzo que tiene que hacer para preservar la coherencia de la agrupación. Por esa razón, el escritor se muestra muy intransigente con los que no aceptan comprometerse de forma política o artística, lo que le llevará a excluir a muchos de sus miembros.
No hay que olvidar que las relaciones que mantuvo Breton con el Partido Comunista tienen igualmente una gran importancia en estas entrevistas. Así, su viaje a México en 1938 le permitirá conocer a Diego Rivera y a Trotsky, cuyas personalidades le fascinaron. A partir de ese momento, y debido a una serie de acontecimientos como los procesos de Moscú o el acercamiento de la URSS a la Alemania nazi, condujeron a Breton a aborrecer claramente a Stalin y a la civilización occidental en general. Estas entrevistas son igualmente ricas en anécdotas, fuertemente reveladoras de la personalidad de los surrealistas.
En 1972, la editorial Barral publicó la traducción de Entretiens, realizada por Jordi Marfà y titulada El surrealismo. Puntos de vista y manifestaciones. Barral se fundó en Barcelona en 1911 como negocio de artes gráficas, pero, en 1955, Víctor Seix y Carlos Barral refundaron la empresa y se convirtió en uno de los sellos más conocidos del país. Cabe señalar la importancia de Carlos Barral en el mundo editorial, quien estuvo “respaldado por una sólida cultura cosmopolita, encarnó la vanguardia literaria de aquellos años y fue maestro y guía de editores más jóvenes” (De Diego, 2008: 4). Además, en ese momento, Seix-Barral publicaba “la narrativa considerada de calidad” (Vila-Sanjuán, 2003: 187). Hay que tener en cuenta, pues, que a partir de la década de los sesenta,

el fenómeno editorial más llamativo fue la heterogeneidad presente en el mercado entre las editoriales tradicionales y de marcado carácter comercial y la irrupción de editoriales (a menudo muy minoritarias) pero en las que contaban más los intereses culturales (y en ocasiones políticos) que la rentabilidad económica, buscando siempre un compromiso con el lector (Núñez, 2012: 12).

También es importante destacar las opiniones que tenía el Ministerio de Información y de Turismo respecto a Barral a la hora de entender mejor la recepción de sus obras en España durante los últimos años del franquismo. El 28 de junio de 1974, dos años después de la edición de El surrealismo. Puntos de vista y manifestaciones, el Director General de Cultura Popular de este Ministerio, Ricardo de la Cierva, decidió crear un informe en el que apareciera una lista con las editoriales más conflictivas de la época y en el que se tildó a Barral de “marxista e izquierdista” (Martínez, 2011: 137). Dicho comentario nos hace pensar que las publicaciones de Barral podían generar tal desconfianza a los censores que estas acabaran por analizarse más en detalle que otras.[3]
En lo que se refiere a la distribución capitular de dicha traducción, comprobamos que la repartición coincide con la de la versión original, a excepción de la presentación de René Bertelé, que no aparece en el índice de la traducción, pero que sí se encuentra en las páginas interiores del libro. Además, parece que el traductor realizó el índice de manera rápida y sin releerse, ya que existen múltiples errores tipográficos y de comprensión,[4] lo que demuestra que ningún responsable de la editorial releyó minuciosamente la obra traducida antes de publicarla.

2. Estudio de los expedientes de censura oficial de El surrealismo. Puntos de vista y manifestaciones

Cuando Entretiens se tradujo por Jordi Marfà, la editorial tuvo que enviar el manuscrito a la Administración encargada del control de libros. Al buscar el título de la traducción en la base de datos del AGA, encontramos la siguiente entrada referida a esta obra:

Título | El surrealismo. Puntos de vista y manifestación. Conversaciones 1913-1952
Nombre | Bretón, André
Expe_n° |  6755
Expe_año | 70
SignAGA | 66/05805
Editor | Barral

En el caso de dicha publicación, solamente existe un expediente de censura: el 6755. Carlos Barral presentó dicho libro el 25 de junio de 1970 (expediente núm. 6755-70) bajo la opción de “consulta voluntaria”. En un principio, la traducción se titulaba Conversaciones (1913-1952), tenía 315 páginas, se preveía una tirada de 11.000 ejemplares y se pretendía vender a 75 pesetas.[5] No se sabe muy bien quién fue el evaluador de este texto, ya que aparecen tachados dos números (el 12 y el 27) e inmediatamente después aparece el número 40. En general, los lectores se mantenían en el anonimato, se les identificaba solamente por un número y a menudo sus firmas eran ilegibles. Lo más seguro es que fuera el censor 40, dado que es el único número que no aparece tachado en la portada del expediente. En su firma se puede descifrar el nombre “María Concepción”, pero no se distingue muy bien su apellido; quizá sea “del Pino”. El 11 de julio de 1970, dicha lectora escribió a máquina esta extensa observación:

El libro contiene diez y seis[6] conversaciones con A. Breton, fueron transmitidas por radio en los meses de marzo a junio de 1952. En – ellas, por orden cronológico A. Breton expone en inicio y desarrollo del surrealismo, tras la separación del grupo Dada inicial. La vida del grupo, la unión y separación de sus miembros, entre ellos Aragon Los acontecimientos históricos y la postura adaptada por el grupo surrealista hasta el compromiso político con el partido comunista y su separación radical de él ulteriormente. Bajo el título “respuestas a otras preguntas”, se recogen entrevistas periodísticas de Breton entre los años 1,941-1,952. Un libro ameno nada popular por lo cerrado del mundo surrealista y curioso por ser el germen de un movimiento, cuyas derivaciones informan el arte actual en muchos de sus aspectos. Por el compromiso comunista del grupo y su expresión en A, Breton deben ser tachados los párrafos entre corchetes señalados en las paginas 111, 124, 134, 174, (177-178), 188, 190. Se hace la aclaración de que en página 260 261 y 264 (2º línea) se contienen violentas manifestaciones sobre la fe cristiana.
AUTORIZADO con tachaduras.
Madrid, 11 de julio de 1970
El lector,
M. Concepción ¿del Pino?

En el escrito, la censora resumió el contenido de la obra y explicó que no era un libro popular, debido a “lo cerrado del mundo surrealista”. Con esta aclaración, dio a entender que el documento no iba dirigido a cualquier clase de público y que solamente los más eruditos serían los que leerían este tipo de texto. Como afirma Ruiz (2004: 238),

Esta oposición entre lo culto y lo popular se traducía, en el terreno de la lectura, en la formación de, al menos, dos castas lectoras con características, posibilidades y necesidades propias. Los lectores cultos estaban familiarizados con el medio, su formación les permitía enfrentarse al texto escrito con ciertas garantías, discernir entre el oro y el oropel, entre la verdad y las añagazas que los malvados, corruptores y los manipuladores escondían bajo la vistosa hojarasca de las palabras. Los lectores populares, por el contrario, adolecían de un notable infantilismo, resultaban influenciables y fácilmente impresionables.

Así, dado el carácter culto de esta publicación, no todos los lectores españoles, en su mayoría populares, estaban preparados para leerlo. En general, el lectorado español prefería adquirir una novela popular, puesto que esta

[…] debe su popularidad a los temas que aborda (aventuras, romances, misterios…), al modo que los aborda (con tramas sin complejidades y lenguaje simple y directo), a su baratura, merced a su formato reducido y las deficiencias de los materiales empleados, a una estética inconfundible que permite su identificación con la sola visión de sus portadas y a su homogeneidad como producto […] (Ruiz, 2004: 241).

Sin embargo, en el segundo franquismo, las nuevas editoriales comenzaron a difundir libros eruditos en colecciones de bolsillo y a precios reducidos. Estos textos seguían interesando a una población culta y pudiente de la sociedad, pero también a un sector más reivindicativo quien, gracias a la relativa modernidad económica, pudo adquirir más fácilmente este tipo de obras.
Además, la falta de libertades básicas provocó tensiones políticas y sociales, así como una intensa movilización social durante esta última etapa de la dictadura. De esta manera, surgieron, paulatinamente, agrupaciones que tomaron posturas claramente opuestas al discurso dictatorial, como ocurrió con los grupos más progresistas de la sociedad (intelectuales, estudiantes, trabajadores, etc.), que se decantaron por una ideología marxista, la cual gozaba de una amplia difusión en estos círculos (Barreiro, 2014 y 2017). Por esta razón, los adeptos a estas tendencias políticas se sentían más atraídos por libros de izquierdas como El surrealismo. Puntos de vista y manifestaciones. Según Bernecker (2009: 62),

El cristianismo progresista, que en los años sesenta todavía desempeñaba un papel sobresaliente, cedió al interés creciente por el psicoanálisis y por el pensamiento marxista. Si bien este marxismo no siempre era muy profundo o analítico, sí se puede decir que representaba la cultura dominante de la oposición democrática en la izquierda.

Esta nueva situación influyó seguramente en la actitud de la censora, quien decidió suprimir precisamente fragmentos políticos que guardaban relación con el marxismo y con la lucha revolucionaria.
Así pues, la primera parte que la evaluadora quiso censurar, pero que al final no se eliminó en la traducción publicada, está relacionada con la lucha de clases:

Dans le texte liminaire nº 4 dont nous parlons figure une phrase dans laquelle, aujourd’hui, je me retrouve assez bien. Permettez-moi de la citer : “ Dans l’état actuel de la société en Europe, nous demeurons acquis au principe de toute action révolutionnaire, quand bien même elle prendrait pour point de départ la lutte des classes et pourvu seulement qu’elle mène assez loin “ (TO p. 111).
En el prólogo al nº 4 al que nos estamos refiriendo, figura una frase con la cual hoy me siento totalmente identificado. Permítame que se la cite: “En el estado actual de la sociedad europea, permanecemos adictos al principio de toda acción revolucionaria, incluso cuando ésta tome como punto de partida la lucha de clases y mientras la lleve lo suficientemente adelante” (TM p. 115).

El segundo fragmento, que tampoco se censuró en la publicación de 1972, es un inciso (“dominait tous les autres”) en el que Breton explica que el proyecto marxista es superior a cualquier otro:

Des hommes, au cours des âges, avaient tiré des plans à cet effet, mais un de ces plans dominait tous les autres, c’était le plan marxiste. Nous l’avions déchiffré peut-être en trop grande hâte, du moins très avidement (TO p. 124).
Algunos hombres, en el curso de las edades, habían elaborado planes a este respecto, pero uno de estos planes se destacaba por encima de los restantes; se trataba del marxismo. Tal vez nosotros lo habíamos descifrado demasiado apresuradamente, pero al menos lo habíamos hecho con avidez (TM p. 128).

La tercera parte que la censora quiso suprimir se encontraba en la página 55 de las galeradas de la traducción y estaba relacionada con el marxismo, aunque tampoco se tachó en la versión final traducida:

Il en est ainsi, non pas sans doute parce que la démarche de notre esprit nous a conduits irrésistiblement à retrouver et à vérifier les thèses marxistes par nous-mêmes, mais parce qu’il est indubitable que le marxisme porte, au moins jusqu’à l’époque qui nous occupe, la plus grande chance de libération des classes et des peuples opprimés (TO p. 134). Y esto era así no porque el camino emprendido por nuestro espíritu nos condujera irresistiblemente a reencontrar y verificar las tesis marxistas personalmente, sino porque es indudable que el marxismo asumía, al menos hasta la época de que estamos hablando, la esperanza de liberación de las clases y los pueblos oprimidos (TM p. 138).

La cuarta frase que se pretendió suprimir, pero no se eliminó finalmente, consiste en un texto llamado “Appel à la lutte”, en el que se solicitaba a las organizaciones sindicales y políticas pertenecientes a la clase obrera que se unieran y apoyaran una huelga general. La evaluadora solamente quiso que se censurara la segunda proposición de la frase, pero esta tampoco desapareció de la versión española:

[Cette réunion – elle devait durer la nuit entière – aboutit à la rédaction d’un texte intitulé “ Appel à la lutte “] qui conjurait les organisations syndicales et politiques de la classe ouvrière de realiser [sic] l’unité d’action et acclamait la grève générale (TO p. 174).
[Esta reunión – que duró toda la noche – desembocó en la redacción de un texto titulado “Appel à la lutte”,] que hacía un llamamiento a las organizaciones sindicales y políticas de la cla se obrera a realizar la unión de acción y a proclamar la huelga general (TM p. 178).

La siguiente parte que se pretendió censurar, la correspondiente a las páginas 74 y 75 de las galeradas, está relacionada con el estalinismo y la revolución española. Este fragmento sí se censuró y no aparece en la traducción publicada en 1972. La parte traducida debería haber aparecido en la página 181 del texto meta:

La lutte n’a été, au départ, plus circonscrite entre les forces d’obscurantisme et d’oppression, d’une part, et d’autre part, tout ce qui pouvait être volonté de libération, d’émancipation de l’homme à l’état pour ainsi dire natif. A ce moment où le stalinisme n’avait pas encore eu le temps de poser sa griffe sur le prolétariat espagnol et catalan, la situation était admirablement claire. Nous pouvions applaudir sans réserves, indistinctement, aux victoires de la F.A.I. ou du P.O.U.M, supputer journellement leur chance d’accomplir une révolution qui fût la troisième des grandes révolutions des temps modernes et qui fût – qui sait – la première à ne pas connaître de thermidor. On sait assez ce que l’intervention stalinienne put faire de toutes ces illusions, de tous ces espoirs. Mais cela vit encore, cela s’est même redressé, presque contre toute attente, en mars 1951, et est loin d’avoir dit son dernier mot. L’imagerie mentale des premiers jours de la révolution espagnole nous garde l’aspect d’un Benjamin Péret assis devant une
porte de Barcelone, fusil d’une main et, de l’autre, caressant un chat sur ses genoux. Dans mon livre L’Amour fou, qui devait paraître en 1937, je dis pourquoi je n’étais pas physiquement avec lui ou dans ses parages : c’était à cause d’une enfant, la mienne, qui venait de naître et qui n’eût eu aucun moyen de vivre sans moi (TO pp. 177-178).
La lucha no había estado nunca anteriormente tan circunscrita entre las fuerzas del oscurantismo y de la opresión, por una parte, y por otra, todo lo que podía ser voluntad de liberación, de emancipación del hombre en estado, por así decirlo, nativo. En ese momento en que el estalinismo no había tenido aún tiempo de poner su garra sobre el proletariado español y catalán, la situación era admirablemente clara. Nosotros podíamos aplaudir sin reservas indistintamente tanto las victorias de la F.A.I. como las del P.O.U.M. y calibrar diariamente sus posibilidades de llevar a cabo una revolución que habría sido la tercera de las grandes revoluciones de los tiempos modernos y que fuera – quién sabe – la primera en no conocer su thermidor. Ya es sabido lo que hizo la intervención estalinista con todas als [sic] ilusiones y esperanzas. Pero aún están vivas estas ilusiones y esperanzas, e incluso se han reavivado, casi contra lo que era de esperar, en marzo de 1951, y todavía no han dicho su última palabra. La imaginería mental de los primeros días de la revolución española nos ofrece el aspecto de un Benjamin Péret sentado frente a una puerta de Barcelona, con el fusil en una mano y con la otra acariciando un gato que está sentado en sus piernas. En mi libro L’Amour fou, que debía publicarse en 1937, explico por qué yo no estaba físicamente junto a él: se debía a una niña, la mía, que acababa de nacer y que no tenía ninguna posibilidad de vivir sin mí (TM p. 181).

En sexto lugar, cabe citar una supresión relacionada de nuevo con la necesidad de una lucha revolucionaria. Como se puede comprobar en la versión española, esta parte no se eliminó:

[Il me paraissait plus important de leur montrer chez Trotski ce qu’il pouvait y avoir d’humain au sens le plus élevé du terme et, pour cela, de mettre en valeur cette faculté – la sienne – comme j’avais pu l’apprécier au cours de nos randonnées à travers le Mexique, cette faculté de relier tout menu fait d’observation à une donnée générale, de le faire tourner – sans qu’il y eût jamais là rien d’artificiel ou de forcé –] à l’espoir d’un réajustement des valeurs de ce monde qui vînt encore fortifier le sentiment de la nécessité de la lutte révolutionnaire (TO p. 188).
[Entonces creí más importante mostrarles lo que podía haber en Trotsky de humano en el sentido más elevado de la expresión y para hacerlo valoré la facultad que poseía, y que pude apreciar durante nuestros paseos por Méjico, de relacionar todo hecho insignificante de observación con un tema general, y darle vueltas – sin que hubiera nunca en ello nada de artificial o forzado –] con la esperanza de llegar a un reajuste de los valores de este mundo que fortificara aún más el sentimiento de la necesidad de la lucha revolucionaria (TM p. 190).

Asimismo, Breton hizo un comentario relativo a Trotsky, en el que ponía de relieve su elevado potencial revolucionario. En este caso, tampoco se eliminó la frase en la versión final publicada en España:

[Il est indéniable que la guerre de 1939 et ses suites ont fait descendre un voile d’ombre sur elle]. Sans doute, les nouvelles générations ne ressentent-elles plus ce qui passait d’électrisant dans ce nom: Trotski, longtemps chargé du plus haut potentiel révolutionnaire (TO p. 190).
[Es indudable que la guerra de 1939 y sus consecuencias han hecho caer un oscuro velo sobre ella]. Sin duda, las nuevas generaciones ya no sienten el efecto electrizante de ese nombre, Trotsky, que durante mucho tiempo estuvo cargado del más alto potencial revolucionario (TM p. 192).

En esa misma página, el autor hace alusión al arte y a la poesía, puesto que considera que estas dos pueden ayudar al pueblo a llegar a la llamada lucha emancipadora. Este fragmento tampoco fue censurado en el libro traducido:

[Ce fut de parvenir avec lui à un accord touchant les conditions qui, du point de vue révolutionnaire, devaient être faites à l’art et à la poésie] pour que ceux-ci participent de la lutte émancipatrice, tout en restant entièrement libre de leur démarche propre (TO p. 190).
[Fue el llegar a un acuerdo con él referente a las condiciones que, desde el punto de vista revolucionario, deberían plantearse al arte y la poesía] para que ambas participaran de la lucha emancipadora, quedando, no obstante, totalmente libres de poder seguir su curso característico (TM p. 192).

Además, el Ministerio consideró que se debía suprimir también el siguiente fragmento, perteneciente a la página 115 de las galeradas, donde Breton criticaba ostensiblemente la religión cristiana. En este caso, todo el párrafo se eliminó en la publicación traducida:

Rien ne me réconciliera avec la civilisation chrétienne. Du christianisme je repousse toute la dogmatique masochiste appuyée sur l’idée délirante du “ péché originel “ non moins que la conception du salut dans un “ autre monde “ avec les calculs sordides qu’elle entraîne dans celui-ci. Cela ne m’empêche pas, vous pensez bien, de porter à la mythologie chrétienne, aux spéculations auxquelles elle a donné lieu, une partie de l’intérêt que je dispense également aux mythologies égyptienne, grecque, aztèque, etc. Dans la mesure où cet intérêt fait jouer certains ressorts sensibles, j’ajoute que, dans le cadre du christianisme, mon inclination va tout droit aux hérétiques. Telles sont les dispositions que j’oppose une fois pour toutes aux entreprises d’altération et de confiscation dont, après celles de Baudelaire, de Rimbaud, plus récemment même de Sade, à son tour la pensée surréaliste est l’objet. Quant à la civilisation chrétienne, est-il besoin de dire que les griefs mortels que nous avons contre elle vont bien au-delà d’un désaccord fondamental portant sur ses principes constitutifs? Nous la condamnons en raison de l’indignité croissante dont elle a fait preuve par rapport à ses prémisses mêmes. Vieux reliquat, absurde sé quelle, il y a plus de deux siècles – disons depuis la mort de Pascal – que nous continuos a entretenir cette sorcière qui n’a plus que quelque malignité pour tout pouvoir. On ne s’en débarrassera à jamais qu’en […] (TO pp. 260-261).
Nada me reconciliará con la civilización cristiana. Del cristianismo yo rechazo toda la dogmática masoquista basada en la idea delirante del “pecado original” así como también el concepto de salvación en “otro mundo” con los sórdidos cálculos que provoca la salvación. Esto no impide, como comprenderá, que muestre hacia la mitología cristiana y hacia las especulaciones a que da
lugar, una parte del interés que dispenso igualmente a las mitologías egipcias, griegas, aztecas, etc. En la medida en que este interés hace mover algunos resortes sensibles, y debo añadir que, en el marco del cristianismo, mi inclinación se dirige directamente hacia los heréticos. Estas son las disposiciones que opongo de una vez para todas a los intentos de alteración y confiscación, que después de Baudelaire, Rimbaud y más recientemente incluso a Sade, de que es objeto a su vez el pensamiento surrealista. En cuanto a la civilización cristiana, es necesario decir que los perjuicios mortales que tenemos en contra suya van mucho más allá de un desacuerdo fundamental que afecta a sus principios constitutivos. Nosotros la condenamos debido a la indignidad creciente de que ha dado pruebas en resecuela, hace más de dos siglos – digamos desde la muerte lación con sus propias premisas. Vieja reliquia, absurda de Pascal – que seguimos manteniendo a esa bruja que por poder sólo tiene la malignidad.[7] Sólo nos desembarazaremos para siempre de ella (TM p. 269).

Es importante destacar que, después de recibir el expediente con las observaciones, la editorial decidió suprimir tanto la cuestión que se le planteó al escritor como su respuesta. La pregunta que se le formuló fue la siguiente: “Quelle fut l’influence de cette rupture sur l’activité du surréalisme, et quelle attitude prit-il au moment où éclatait la guerre d’Espagne?”.
Por último, en la página 116 de las galeradas, Breton hace un comentario en el que critica la existencia de Dios. Los censores consideran de nuevo que esta frase debe suprimirse en la traducción final, pero comprobamos que en la publicación final traducida no se eliminó: “(pour être mort vous m’accorderez qu’il faut avoir existé)” (TO 264); “(para morir, estará usted de acuerdo conmigo en que hace falta haber existido)” (TM p. 272).
Sin embargo, cabe subrayar que dicho libro no lo evaluó solamente un lector, sino dos. Así, el día 20 de julio de 1970, nueve días después de la primera evaluación, el censor número 12 escribió una extensísima observación sobre la traducción, en la que explica detalladamente la relación que había entre los surrealistas y el comunismo:

Dieciseis[8] entrevistas radiofónicas con André Breton hechas por André Parinaud y relativas todas ellas al nacimiento, formación, desarrollo, estética, problemas, pasado, presente y futuro del surrealismo. Otras entrevistas hechas por otros entrevistadores, asimismo en relación con el surrealismo pero de temas dispares. Las importantes son las 16 primeras. En ellas, André Breton hace una exposición detenida del ideario surrealista y de la composición de los diversos grupos surrealistas franceses y extranjeros. La mayor parte del libro la ocupa el examen de las relaciones entre el surrealismo y el comunismo. Es también la más interesante. Sabido es que muchos surrealistas, empezando por Breton, fueron comunistas y que más tarde rompieron con el comunismo. Probablemente la intención del editor es demostrar el hecho conocido de que entre surrealismo y comunismo existió una fusión total o casi total. Aun así, el libro merece ser publicado, ya que de la exposición de Breton (sin dejar de ser marxista y antiespañol) se saca la consecuencia de que el comunismo es enemigo de toda libertad de expresión y que servirle como artista o intelectual es convertirse en un lacayo suyo. Así, pues, casi todas las entrevistas tratan de la infiltración del comunismo en el movimiento surrealista, que culmina en el viaje a la URSS de Louis Aragon y Philippe Soupault, donde se les exige obediencia ciega al comunismo. Breton protesta y publica el Segundo Manifiesto Surrealista, pero ello hace que el comunismo – y sobre todo Aragon y Eluard, – le consideren traidor. Otros surrealistas importantes abandonan el PC: Dalí [tachado]. Los métodos de chantaje comunistas están bien descritos por Breton con motivo del Primer Congreso por la Defensa de la Cultura (Paris, 1935), donde se niega la palabra a Breton y se lleva al suicidio a su amigo Crevel, así como con motivo de la guerra civil española. Tras la caída de Francia en 1940, Breton emigra a Estados Unidos y cuando regresa a Paris en 1946 ve que todos los puestos culturales están en manos de comunistas y que a los surrealistas no comunistas (Breton se hizo trotskista entre tanto) se les niega el pan y la sal. Pese a ello, mantiene su fe en el marxismo no soviético y en el futuro del surrealismo (1952), entonces prácticamente muerto. Tachaduras: págs. 134, 177-178.
AUTORIZADO
Madrid, 20 de julio de 1970
El lector,
(firma ilegible)

Al comparar el primer juicio de valor con el segundo, comprobamos que este último sugirió menos supresiones que el primero y que el segundo estaba más interesado en que se eliminaran solo dos pasajes relacionados con el marxismo y la revolución. Es también paradójico que el segundo lector criticara el comunismo por ser éste enemigo de toda libertad de expresión, a la vez que exigía las supresiones de los fragmentos de las páginas 134, 177 y 178 de la versión francesa.
De todas formas, gracias a esta segunda observación, confirmamos que los censores se mostraban cada vez más benévolos a finales del franquismo, especialmente con los libros dirigidos a un público minoritario. Según Rojas (2006: 60-61),

El Servicio de Orientación Bibliográfica, órgano encargado de la censura de publicaciones unitarias, recibirá nuevas disposiciones sobre censura de libros, según las cuales, a grandes rasgos, los censores debían juzgar con mucha mayor benevolencia los libros “de minorías”, es decir, aquellos cuya complejidad de lectura y elevado precio restringiesen su acceso a una minoría intelectual económicamente solvente.

En cuanto a las dos partes que el segundo evaluador consideró censurables, es importante señalar que estas seguían teniendo relación con el marxismo y con la lucha revolucionaria que hemos observado en los ejemplos analizados anteriores. Esto vuelve a demostrar la arbitrariedad con la que actuaba la censura franquista y que continuaba en los últimos años del régimen, puesto que no se sabe con certeza por qué los evaluadores consideraban que unos fragmentos de la misma temática debían ser censurables y otros no. Según De Blas (1999: 286),

la tantas veces aludida arbitrariedad o ambigüedad de la censura confirma precisamente este hecho: la imposibilidad de fijar una norma precisa, es decir, un espacio de separación definido entre lo prohibido y lo permitido.

El contenido de todos estos fragmentos, tanto los suprimidos como los no suprimidos en la versión final traducida, nos recuerda precisamente los cuatro criterios de censura enumerados por Abellán (1980: 88), dado que fueron los que, según él “resistieron más que otros a la erosión del tiempo y fueron la piedra de toque hasta la desaparición física de Franco y la terminación del período de transición suarista”:

1. Moral sexual: entendida como prohibición de la libertad de expresión que implicara, de alguna manera, un atentado al pudor y a las buenas costumbres en todo lo relacionado con el sexto mandamiento y, en estrecha unión con dicha moral, abstención de referencias al aborto, homosexualidad y divorcio.
2. Opiniones políticas: no se admitía ninguna oposición al régimen.
3. Uso del lenguaje: considerado indecoroso, provocativo e impropio de los buenos modales por los que se ha de regir la conducta de las personas que se autodefinen como decentes.
4. La religión como institución y jerarquía: depositaria de todos los valores divinos y humanos e inspiradora de la conducta humana arquetípica.

En este caso, los dos contenidos censurables en la obra según los dos lectores fueron las “opiniones políticas” y “la religión como institución y jerarquía”.
Unos meses más tarde, el 20 de abril de 1971, la editorial volvió a mandar un correo al Ministerio en el que solicitaba de nuevo la consulta voluntaria de la publicación, puesto que la obra iba a publicarse en una edición de bolsillo por la misma casa. Además, el editor le había cambiado el título: a partir de ahora, se llamaría El surrealismo: puntos de vista y manifestaciones. En este caso, el 3 de mayo de 1971, un censor anotó lo siguiente a máquina: “tachaduras en las páginas 55, 74, 115, 116. Lo demás AUTORIZABLE. 3-mayo-1971”. Estas páginas se referían a las galeradas traducidas que recibió el Ministerio y que se añadieron al expediente. Además, se explicaba que este libro “fue presentado en consulta voluntaria con el título Conversaciones 1913-1952 y ya se hicieron las tachaduras correspondientes”.
No obstante, de esas cuatro páginas que citó el último evaluador, solamente se censuraron dos en la versión final publicada en España. Este hecho viene a confirmar que la decisión de los censores no era vinculante y que

El informe de los censores o lectores, como se les suele designar, sea cual sea el tono o la rotundidad del mismo, no es vinculante y la decisión final depende de una autoridad superior, bien del Director General correspondiente, o incluso en ocasiones, del propio Ministro (Santamaría, 2000: 216).

Tras recibir las observaciones por parte del Ministerio, Barral mandó de nuevo una carta el 17 de febrero de 1972 en la que comunicaba el depósito de seis ejemplares de la obra corregida, como lo exigía el artículo 12 de la Ley de Prensa e Imprenta del 18 de marzo de 1966.
El 19 de febrero de 1972, casi dos años después de su primer paso por la Administración, El surrealismo: puntos de vista y manifestaciones se registró en el Ministerio de Información y Turismo para que la traducción pudiera finalmente publicarse en España.

3. A modo de conclusión

Gracias a la relativa apertura política de los años 60, las editoriales españolas empezaron a ser cada vez más productivas y se fundaron otras nuevas, más interesadas en publicar obras de interés cultural o político. Efectivamente, como hemos constatado en el expediente de censura relativo a la traducción titulada El surrealismo. Puntos de vista y manifestaciones (1972) del escritor surrealista y marxista francés André Breton, uno de los dos censores consideró el texto “nada popular por lo cerrado del mundo surrealista”, lo que confirma que la editorial Barral publicó la obra por razones políticas y/o culturales con el fin de atraer a un público más erudito y contestatario.
Asimismo, cabe destacar que en esa época la traducción representaba un papel importantísimo en la industria del libro: de 1962 a 1968, la traducción ocupaba más del 38% de la producción global, un porcentaje muy alto en relación con otros países. El momento culminante apareció en 1965, justo antes de promulgarse la nueva Ley de Prensa (1966), en el que el 55% de la producción total eran traducciones (Godayol, 2015: 17-34).
Dado que André Breton era considerado como un autor extranjero controvertido y difícil de leer en ese momento, los dictámenes de censura se delegaron a miembros intelectuales del régimen, seguramente a profesores universitarios que leían perfectamente el francés, puesto que en un primer momento solo recibían la versión original del libro, como en el caso de Entretiens.
Los dos evaluadores que analizaron la obra tenían puntos de vista diferentes sobre la obra de Breton y no se fiaban de lo que escribía, puesto que era marxista y hostil al franquismo. Por esa razón, juzgaron oportuno eliminar algunos fragmentos relacionados con la lucha revolucionaria y la religión.
No obstante, es interesante señalar que, en el segundo franquismo, seguía existiendo arbitrariedad sobre lo que se debía o no se debía censurar. Como el propio Barral (2001: 399-400) afirmó, “los criterios de cada censor eran absoluta y salvajemente personales, dictados por las manías y las frustraciones de cada uno”. En el caso de Entretiens, por ejemplo, la primera censora suprimió más partes del texto que el segundo censor. Además, al final de la evaluación, se decidió eliminar menos fragmentos de los recomendados por ambos censores, lo que demuestra la progresiva tolerancia de estos últimos años de dictadura respecto a las publicaciones “cultas” o “de minorías”. No debemos olvidarnos de otro evaluador que, casi un año después de las opiniones vertidas por los dos censores previos, consideró que se debían suprimir cuatro partes del libro, aunque finalmente se le hizo caso omiso. Así, de las diez partes censurables según los criterios de estas tres personas, solo dos se censuraron realmente. El contenido de las dos supresiones estaba relacionado con la civilización cristiana en general y con la lucha revolucionaria en España en particular.
Dicha transigencia se debe también a la apertura de la sociedad española en el segundo franquismo, producida por el turismo, el éxodo rural, la emigración, etc. Estos cambios provocaron, pues, una evolución de las mentalidades y, con ella, un retorno a las teorías marxistas por parte de la oposición democrática de izquierdas, lo que facilitó la generalización de comportamientos “modernos”: apertura frente a la religión, mayor laxismo en las costumbres, pluralismo político etc., aspectos que se encontraban precisamente dentro de los criterios de censura definidos por Abellán (1980). En este sentido, podemos inscribir la traducción de las obras de Breton dentro de un conjunto más amplio de cambios acaecidos al final de la dictadura, lo que anunció el fin del régimen autoritario y la apertura del país. 


REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS
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ABELLÁN, Manuel (1982): “Censura y autocensura en la producción literaria española”. Nuevo Hispanismo, 1, 169-180.
ALONSO CAMPOS, Juan Ignacio (2017): Carlos Barral, la edición en la España franquista. Tesis doctoral dirigida por Jon Juaristi Linacero. Alcalá de Henares, Universidad de Alcalá de Henares.
BARRAL, Carlos (2001): Memorias. Barcelona, Península.
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20 ANOS O MUNDO CONOSCO
Número 135 | Junho de 2019
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[1] El primer franquismo (1939-1959) se extendió desde el final de la Guerra Civil Española hasta el abandono de la política económica autárquica gracias al programa de estabilización de 1959. Este período dio paso al segundo franquismo (1959-1975), que terminó con la muerte de Franco.
[2] Las primeras traducciones de Breton llegaron al Archivo General de la Administración (AGA) en 1964, teniendo en cuenta la tabla facilitada por el personal de dicha institución.
[3] Como explica Alonso Campos (2017: 189) en su tesis doctoral titulada Carlos Barral, la edición en la España franquista (2017), “lo que sí parece evidente es que determinados editores, como fue el caso de Barral, eran observados mucho más minuciosamente, ya que se les presuponía una tendencia a publicar obras condenables”. 
[4] En cuanto a los errores tipográficos, podríamos señalar un error en el número de página en el índice, ya que el capítulo XIII no empieza en la página 117, sino en la 177. En lo que respecta a errores de comprensión, el traductor escribió “azar colectivo” en el capítulo X en lugar de “azar objetivo”.
[5] AGA 66-05805, exp. 6755 (1970).
[6] Se mantienen los múltiples errores ortográficos y tipográficos del texto original.
[7] La editorial ha transcrito incorrectamente el fragmento y las últimas partes no tienen sentido. Lo correcto sería: “Nosotros la condenamos debido a la indignidad creciente de que ha dado prueba en relación con sus propias premisas. Vieja reliquia, absurda secuela, hace más de dos siglos –digamos desde la muerte de Pascal– (…)”.
[8] Mantenemos los errores tipográficos del original.

3 comentários:

  1. Este artículo fue publicado por primera vez en el nº 15 (abril de 2019) de /Çédille, revista de estudios franceses/: http://cedille.webs.ull.es/.
    /Agulha, revista de cultura/ no tiene ningún permiso para reproducir este artículo, por lo que invitamos a sus responsables a eliminarlo inmediatamente de su página web.

    Dr. José M. OLIVER
    Director de /Çédille/
    Universidad de La Laguna (España)

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  2. Coincido con José M. OLIVER, director de la revista /Çédille/. A mí tampoco me han pedido permiso para reproducir este artículo, así que les pido por favor que lo eliminen de su revista lo antes posible. Gracias.

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