INSCRIPCIONES
EN EL ESPACIO POÉTICO
ASE | Esa peculiar y concentrada intensidad de poder nominativo de la palabra
poética que consiste en recobrar la fuerza original que impulsó el acto de nombrar
el primer objeto, la primera sensación, el primer sentimiento…, esa fulguración
nominativa, inocente quizás en sus comienzos, se va nutriendo de las oscuridades,
del silencio, de las negaciones, de las elusividades de lo real… ¿Qué nombra, pues,
la poesía? La pregunta es muy general. Sería preciso sentir lo que nombra cada poema
en particular. Tal vez la poesía nombra, como por primera vez, no innombrado, lo
desconocido. Lo ya conocido nunca está, como tal, en el poema. Cada nombre el poema
es siempre nuevo, depende del impulso, del peso, de la gravedad o ingravidez de
cada vocablo que lo rodea. Los grandes, imponderables lugares comunes del ser humano,
así, por ejemplo, la extrañeza de estar, el asombro en lo cotidiano, nunca son repeticiones
dentro de un verdadero poema. Directa u oblicuamente, el poema ciñe o libera lo
indecible. Lo que se dice –si adviene a lo poética, si merece ser poético–, es una
primera vez que se reitera paradójicamente nueva en cada lectura. Muchas veces,
el poeta nombra con nombres que pierden su sentido habitual para cobrar un nuevo
sentido. “El fuego arde hoy con otro nombre”, dice André du Bouchet. Y Fernand Verhesen:
“Yo sondeo el espacio para que pierda su nombre”.
FM | ¿Concuerdas en que las cosas y los poemas son inconciliables, como lo quería
Francis Ponge en su Memorandum?
ASE | Ponge, que habló mucho de las cosas tratando en un principio de hacerlo
“desde el punto de vista de las cosas”, se dio cuenta luego de que se proponía un
imposible, puesto que es el hombre el que tiene punto de vista y no las cosas. No
creo que las cosas y los poemas sean inconciliables. Me parece, simplemente, que
son diferentes. Por esa diferencia, el poeta puede relacionarse con las cosas y,
en el poema, las cosas llegan a ser otras cosas.
FM | ¿Cuáles son las relaciones entre canto y contenido durante tu proceso de
creación poética?
ASE | No sé si mis poemas cantan. En todo caso, al escribir, no es el canto mi
preocupación fundamental, aunque sí le doy mucha importancia a la voz, al ritmo,
al hecho de que el poema no sea sólo palabra escrita sino también habla, voz proferida.
Durante
el proceso de creación poética, me parece imposible separar el contenido del acto
mismo que confiere a las palabras un sentido nuevo. Mejor que el contenido (término,
por lo demás, superado en su oposición a la forma) prefiero confiarme al sentido,
inseparable de la palabra poética misma.
FM | ¿Crees, como afirmaba Goethe y lo reitera Octavio Paz, que toda poesía es
una poesía de circunstancias?
ASE | Decía Jean Wahl que la poesía es el diario de los más altos momentos del
poeta, de su conciencia exaltada. En ese sentido, toda poesía es una poesía de circunstancias,
pero, como añade Wahl, de circunstancias incircunscritas, universales. Es semejante
incircunscripción lo que hace de la poesía un acto trascendente, englobante. Desde
lo particular, la poesía circunvala y trasciende.
FM | ¿La poesía consigue aún proyectar su luz sobre nuestro tiempo? ¿Consigue
todavía el poeta, a través de su obra, comunicarse con los demás hombres en general?
¿O la poesía habría quedado restricta al mundo aislado de los poetas?
ASE | La poesía proyecta su luz sobre nuestro tiempo en la medida en que el poeta
revive los lugares comunes y hace que sus momentos intensos no sean sólo personales
sino que alcancen universalidad. Que mi dolor o mi alegría puedan ser también el
dolor o la alegría del otro, de los otros. Pero, dentro de la sociedad en que vivimos,
esta universalidad, que no es estadística, puede quedar restringida y subterránea.
FM | ¿Estarías de acuerdo con el poeta chileno Pedro Lastra cuando afirma que
escribe en la medida en que lee, definiendo así “la escritura como continuación,
como resultado de actos de lectura”?
ASE | La escritura poética es, en cierto modo, un fenómeno de lectura. No sólo
porque un poeta es, además de la suma de vivencias que lo constituyen (entre estas
vivencias, las lecturas que lo han formado por adhesión o rechazo), sino también
porque el acto de escribir es un fenómeno temporal durante el cual el poeta desemboca
en una lectura de su poema-haciéndose que él termina por aceptar.
FM | Cuando la crítica analiza tus libros, cita constantemente a dos poetas:
Mallarmé y Valéry. ¿Hasta qué punto la influencia de ambos fue determinante en tu
obra?
ASE | No sabría decirte. Uno está conformado por una gran cantidad de estratos,
de sedimentaciones, de constelaciones de influencias. Felizmente, móviles y nunca
totalmente conscientes.
FM | A fines del año pasado, publicaste La palabra transmutada [1991], una serie
de ensayos en los que se procura establecer una fusión entre poesía y existencia.
¿Podríamos adjudicarle un carácter iniciático a este libro?
ASE | Ojalá así lo fuera. Esa serie de reflexiones abarca muchos años de ejercicio,
de experiencia poética. Puesto que la reflexión propiamente poética deja siempre
un campo abierto a la interrogación, puesto que no es dogmática, tal vez nos inicie
hacia nuevos umbrales. Al menos, creo entender así tu pregunta.
FM | ¿Crees que la obra crítica puede ser considerada literatura?
ASE | Desde cierto punto de vista convencional, toda palabra escrita es literatura.
Después, sería preciso matizar o recordar a Verlaine: tout le reste… Pero, si tu
pregunta se refiere a La palabra transmutada (La poesía como existencia), no considero
que esa serie de reflexiones sean específicamente una obra crítica.
FM | En una reciente entrevista que hice a Eugenio Montejo, comenté que tú y
él son prácticamente los dos únicos poetas venezolanos editados en el exterior,
lo que es extraño tratándose de un país que ha dado poetas tan fundamentales como
Ramos Sucre, Vicente Gerbasi, Juan Liscano, Juan Sánchez Peláez, Rafael Cadenas,
entre otros. En tu opinión, ¿qué razones impiden una difusión de la poesía venezolana
a nivel internacional?
ASE | Creo que algunos de los nombres que mencionas han sido editados en el exterior.
La poca difusión internacional de la poesía venezolana se debe, tal vez, a la dificultad
de la traducción y, también, al desinterés o desconfianza de las editoriales: “la
poesía –argumentan– no es vendible”.
FM | Has traducido diversos poetas, entre ellos Pierre Reverdy, Paul Valéry y
Francis Ponge. Si acordamos en que traducir implica re-crear –lo cual, por extensión,
significa falsificar–, ¿dirías que, al traducir, el placer del lenguaje reside esencialmente
en su falsificación?
ASE | Mi falsificación, como tú dices (no me gusta la palabra), es una expansión
y un goce de poner a prueba la universalidad de la poesía. Creo, por ejemplo, en
la poesía compartida en su confluente contemporaneidad. La traducción abre los más
bellos cauces a semejante confluencia. Hay, también, a mi manera de ver, una historicidad
de la traducción que va unida a una renovada actualidad de la verdadera poesía.
Pienso –para darte un solo ejemplo– en Hölderlin traducido por André du Bouchet
y Philippe Jaccottet.
FM | De acuerdo con el poeta argentino Enrique Molina, la poesía se transmite
en silencio. Me acuerdo de eso en función de ese programa que hasta hace muy poco
dirigías en la Radio Nacional de Venezuela. ¿Qué resonancia crees que puede tener
la lectura radiofónica de poemas?
ASE | En la música también hay mucho silencio. No creo que difundir la poesía
por medios auditivos traicione o altere su silencio.
FM | Se ha perdido conexión entre nuestra cultura y nuestra vida –es lo que parece
decirnos duramente la modernidad. En la inmensa chatarrería en que el mundo se transformó,
¿qué nueva especie de fusión o pacto entre vida y arte puede ayudar al hombre a
recomponerse?
ASE | Tú, como poeta, tienes la respuesta. En La palabra transmutada escribí:
Cotidianamente, el poder primigenio de la nominación reveladora corre el peligro
de debilitarse o de ser confundido por y con la función del lenguaje utilitario.
A Contracorriente de la cultura misma que, aun sin proponérselo, trata de reprimir
con sus rigideces institucionalizadas el impulso originario que nos hace vivir en
y por la poesía, corresponde a cada poeta, inquieto morador de esa parcela de “desconocido
despertándose en su tiempo dentro del alma universal” (Rimbaud), rescatar y defender
contra hostilidades y sorderas la vitalidad subterránea, irrefrenablemente resurgente
y a menudo estallante, de esa palabra que constituye su auténtica manera y más alto
grado de existir.
Esa fusión o pacto entre vida y arte es, precisamente, la fusión de hombre y mundo que se da en cada poema. En la sociedad de hoy, no todos los hombres, como quería Hölderlin, hacen por la poesía de esta tierra su morada. No todos habitan como poetas. Pero eso no quiere decir que la poesía haya desaparecido de la faz de la tierra, no que haya dejado de ser nuestra más humana manera de habitar, de vivir.
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Escritura Conquistada – Poesía Hispanoamericana reúne ensayos, entrevistas, encuestas y prólogos de libros firmados por
Floriano Martins, además de muestra parcial de su correspondencia pasiva.
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- Escritura Conquistada - Poesía Hispanoamericana -
Floriano Martins
ARC Edições | Agulha Revista de Cultura
Fortaleza CE Brasil 2021
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