terça-feira, 26 de janeiro de 2021

ESCRITURA CONQUISTADA | Carlos Vásquez-Zawadzki (Colombia, 1946)

  


LAS VANGUARDIAS EN COLOMBIA

 


FM | ¿Cuál es el punto inicial de la vanguardia en Colombia? ¿Cómo era el ambiente cultural entonces?

 

CVZ | El punto inicial de la vanguardia en Colombia es, en una sola palabra, paradójico. Bogotá es centro político-administrativo, determinante de “cierta homogeneidad de los miembros de las élites ilustradas”. “La escasa expansión del intelectual civil laico, animal urbano por excelencia, contribuyó al afianzamiento del control social ejercido por la Iglesia católica en lugares recónditos para el difusor desde las comodidades capitalinas, de las bondades de un proyecto liberal de nación moderna”. Existe en Bogotá –y en todo el país– una hegemonía conservadora desde la Constitución Nacional de 1886 y, con el Concordato firmado en 1887, se entregan los procesos educativos –privados y oficiales– a la regencia de la Iglesia. El país vivió la Guerra de los Mil Días (1899-1902) y la pérdida del Istmo de Panamá (1904). La nueva intelectualidad que en otras partes “estaba en conflicto con las jerarquías eclesiásticas, en Bogotá había logrado una estrecha afinidad con las principales figuras del clero capitalino” (G. Loaiza, en Intelectuales y regiones a comienzos del siglo XX, Univ. Nacional de Colombia, 2000).

Irrumpirán en Bogotá escritores provenientes de la provincia: Baldomero Sanín Cano, Luis Tejada, Luis Vidales, León de Greiff… En Barranquilla –alrededor de la revista Voces– y en Medellín –a partir de Panida–, en desarrollo desiguales, surgirán intelectuales y escritores y poetas que se constituirán en oposición secularizadora frente a la visión hegemónica y al status quo de la capital, y por extensión del país.

La revista Panida nacerá en Medellín, en febrero de 1915, y publicará diez números o entregas. Sus integrantes se reunían en el café El Globo, todos nacidos entre 1894 y 1898: poetas, pintores, músicos, filósofos autodidactas, estudiantes expulsados de sus instituciones. La oposición eclesiástica fue virulenta “a cualquier forma secularizada de expresión artística”. Pero, esta contra-élite se diluirá en la vida local o emigrará a Bogotá: el caso de León de Greiff y Ricardo Rendón. Se debe consignar aquí el nihilismo nietzscheano para oponerse a los preceptos y acciones de la iglesia católica. Sanín Cano y Carrasquilla, entre otros, leían al filósofo alemán en traducciones de Sanín Cano.

La revista Voces, a su vez –impulsada por el dramaturgo y ensayista catalán, políglota, traductor y conocedor de las literaturas clásicas y modernas en Europa y en U.S.A., Ramón Vinyes–, tuvo como contexto una ciudad cosmopolita, abierta, receptora de inmigrantes (marineros anarquistas y socialistas, banqueros ingleses, franceses y alemanes; comerciantes italianos y catalanes…), Barranquilla. Se publicó entre 1917 y 1920. Se conocen en ésta traducciones de Apollinaire, Hugo Hoffmansthal, Paul Dermée, Luciano Folgore, Pierre Reverdy, Max Jacob…; como también obras originales de autores colombianos e iberoamericanos, como Huidobro y José Juan Tablada. Uno de los números de Voces se dedicó a las vanguardias en boga.

En Bogotá, dos grupos de intelectuales y escritores estaban representados por poetas de la Generación del Centenario (conformado alrededor de 1910) y aquellos que publicarían durante pocos meses la revista Los Nuevos: polemizaban, pero estas polémicas parecían “haber sido desde 1918 una posibilidad para evitar un distanciamiento ideológico del propio grupo y para defenderse de ataques externos”. Las tendencias estéticas no se diferenciarían. Su “denominador común que los unía a todos: la poesía del modernismo” (H. Pöppel en Tradición y modernidad en Colombia, U. de A., 2000): el referente fundamental, la obra poética modernista de José Asunción Silva. En materia política, la integración del país como nación teniendo en el pasado reciente –como queda dicho– la Guerra de los Mil Días y la pérdida del Istmo de Panamá. En cuanto a la concepción de literatura, “difusa y más bien retrógrada, fue apoyada por el gran proyecto de la pacificación e integración del país, al que nadie podía ni quería sustraerse” (Pöppel).

La irrupción de Luis Tejada y de Luis Vidales, este último integrante de Los Nuevos, constituirá un nuevo punto de referencia –en la década de los ‘20– para discursividades innovadoras (la crónica, en Tejada) y vanguardistas (la poesía de Luis Vidales, en Suenan timbres, publicada en 1926).

Tejada escribirá, como intelectual que quería transformar el sistema cultural y político del país, en la Gramática y la revolución (1924): “No puede eliminar la gramática una generación que no tiene ideas nuevas, ni experimenta sensaciones nuevas; porque toda conjunción imprevista de palabras, que se salga de los moldes gramaticales, significa la existencia de una idea nueva, o al menos, acusa una percepción original de la vida, de las cosas”.

Luis Vidales, dirá: “Estábamos demoliendo una fortaleza, un viejo país, una sociedad ochocentista, en los momentos en que la historia comenzaba su obra de pica contra todo lo vigente” (en Vicisitudes de un poeta tomapelista (1976).

A excepción de De Greiff y Vidales, “Los poetas de Los Nuevos no – quisieron (…) incorporarse en el movimiento de vanguardia, ni trazar un concepto común de poesía, de fundar una escuela…” (Pöppel). Al lado de Tergiversaciones de De Greiff y Suenan timbres, las siguientes dos y tres décadas verán publicarse poesía modernista, romántica, tradicionalista, alejada de los postulados vanguardistas.

En las décadas del ‘50 y ‘60 con los escritores publicados en la revista Mito (1955-1962) y los poetas que harán parte del Nadaísmo –tardío o post-vanguardista– se retomarán principios de la vanguardia.

 

FM | Los movimientos locales, ¿estaban de acuerdo con las ideas de las vanguardias europeas correspondientes o acaso agregaban algo distinto?

 

CVZ | Retomando lo que acontecía en la ciudad de Barranquilla frente al mar Caribe, cosmopolita y abierta, y el grupo de escritores que integraban la revista Voces, De Greiff aparecerá citado desde 1918 en la figura de Gaspar von der Nacht, ficticia, en un ciclo de poemas en prosa (1918-1925). El nº 56, de 1920, estuvo dedicado en gran parte a su poesía. Poema, de Vicente Huidobro se publicará en el nº 42 de 1918 (en este, “falta de puntuación, versolibre, frases cortas, sueltas, paratácticas, en serie una tras otra, metáforas inconexas, uso parco de adjetivos…”). José Juan Tablada publicará en el nº 52 (de 1920), Ruidos y perfumes en un jardín (allí Tablada, “renunció a todo lo que hubiera podido facilitar un criterio de reconocimiento; eliminó no solo el verso y la rima, sino también verbos, adjetivos y sintaxis; junto a sustantivos (lo mismo que artículos y conjunciones) da cabida sólo a onomatopeyas e imágenes lingüísticas”, Pöppel).

Desde el nº 27 de 1918, Vinyes, relativizaba la y las vanguardias: “Futurismo. Cubismo. Vibrismo. Numismo (…) ¿Serán flor de un día las nuevas doctrinas? ¿Traerán una profunda revolución en el arte?”.

Pero, afirma H. Pöppel, “La seriedad con que Vinyes investiga los movimientos vanguardistas hasta el fondo de su sustancia poética, constituye en principio un suceso feliz en la primera fase de la recepción en Colombia”.

El mismo director de Voces, Hipólito Pereyra (Héctor Parías) intentó en el nº 43/44/45 de diciembre de 1918, el primer poema vanguardista en Colombia, ¡Araña de mis deseos!: Besar tus labios!/ Sorber tus ojos, ojos, ojos!… Una araña grande y gruesa ocupará dos páginas de la revista.

Jacques Gilard anota sobre Voces (en Un proyecto para Colombia, 1991): “Aunque se ignora habitualmente su existencia, Voces debe figurar entre la vanguardia de los vanguardismos hispanoamericanos”. Su proyecto, “una voluntad de hacer circular ideas. Se puede hablar de un afán de comunicación e integración”. Y complementa sobre el particular: …”En todos los casos, hacia España, hacia Hispanoamérica en general y hacia Colombia, se adoptó en Voces una misma actitud: había que dejar de ser provincia (…). América debía romper sus complejos, facilismos e ignorancias. Había que tomar consciencia de que el centro del mundo podía estar en todas partes; para lograr que fuera así, convendría empezar por ser autoexigente y ponerse a tono con la hora del mundo. Es decir que el proyecto de Voces implicaba esencialmente una reforma de la vida intelectual”.

Sus límites: “Los miembros del equipo de la revista carecieron de clarividencia ante la evolución del Continente, quedándose en una visión rural ya rebasada por la realidad”. Vinyes habría desconocido “la novedad y la importancia del fenómeno urbano”.

En cuanto a Medellín y la revista –y sus escritores colaboradores– Panida, en 1915, los pocos números publicados (diez en total) habrían causado un efecto renovador, revolucionario en el marco de la burguesía industrial de la ciudad. J. A. Osorio hace un recuento: “En el Windsor se discutían los objetivos de la reciente revolución rusa, que había derribado la autocracia zarista y mostraba al mundo nuevas rutas; y las modernas tendencias literarias y artísticas que eran el producto de la sensibilidad morbosa que resultó de la guerra mundial; y los Manifiestos de Tristán Tzara, para fundar el dadaísmo, y de Marinetti, para explicar el futurismo, y se exponía el panfleto de Julio Jurenito, concebido por Elías Eremburg, para incendiar todos los museos y todas las bibliotecas del mundo, a fin de que esta generación principiara una nueva era, desligada de las influencias que pudieran provenir del pasado, hundido en la sangre y en el incendio de la guerra universal” (Gaitán, 1952)

Acota H. Pöppel: “No eran los geniales inventores de una dirección vanguardista independiente; ellos sólo llevaron a cabo, en algunos aspectos, innovaciones que se requerían desde hacía tiempo en la escena literaria de una ciudad que ya había sobrepasado en el plano económico al resto del país, pero que socialmente seguía estando marcada por el conservatismo católico”.

La importancia de Panida: no dirigir la mirada a Bogotá ni imitar sus ejemplos de procesos poéticos tradicionales, producto de intelectuales y escritores que hacían parte de las instituciones establecidas, inamovibles.

Sus límites: “Los jóvenes autores de Medellín recibieron y continuaron las innovaciones formales del modernismo de manera más intensa que sus colegas de Bogotá”. “La diversidad de géneros y formas que produjeron y publicaron los autores de Panida reflejan, por un lado, las búsquedas de lo nuevo; pero, por otro, la inseguridad y la falta de un concepto claro” (Pöppel).

Bogotá y Los Nuevos, en la dimensión de Luis Tejada y de Luis Vidales (Suenan timbres, en tanto volumen, sería el único libro vanguardista publicado en la década de los ‘20, sin continuidad ni por parte del autor ni por posibles sucesores suyos; tendremos que esperar, como aquí se plantea, las décadas del ‘50 y del ‘60 para que los escritores retomen las problemáticas de las vanguardias/post-vanguardias artísticas y literarias, consiguiéndolo en los campos narrativo, dramatúrgico, pictórico, musical y poético), abrirán ellos nuevos caminos hacia las vanguardias discursivas, y en el caso de Vidales, poéticas.

En palabras del mismo Vidales, el contexto histórico del país y la vida y obra de Luis Tejada que conducen a la configuración de Los Nuevos. Primero, el país: “Desde las últimas décadas del siglo pasado el país estaba aguantando los problemas derivados de la necesidad de expansión del imperialismo norteamericano. Los hitos de esta política, impelida por la aplicación de la electricidad a la industria fabril, con el correspondiente auge de la producción y el correspondiente, también, de la conquista de nuevos mercados, pueden señalarse así sobre nuestro crucificado país, como puntos candentes: 1885, incendio de Colón por los yanquis; 1886, quiebra general del comercio colombiano (dentro de la cual se sitúan: el suicidio de José Asunción Silva y la poesía desesperada de Julio Flórez); 1903, pérdida de Panamá; 1923, indemnización americana, en correspondencia exacta con las necesidades de construcción de algunas obras para la amplificación de la órbita de la economía extraña y en desbarajuste de la propia fisonomía, primero ferrocarriles y luego, con el incremento de la industria automotriz, carreteras, dejando languidecer, a cada etapa de estas, el río Magdalena y los ferrocarriles, tal como ahora se encuentran. Este impacto sobre un país dormido (…), ocasionó un revolutis, que puede puntualizarse así: ingentes masas del campo sacadas de su hábitat; focos de trabajo aquí y allá, dispersos en el país; crisis agrícola profunda y orientación de los imanes de la economía gringa hacia las ciudades para el desarrollo de la capacidad de consumo (…), con la complicidad conveniente del Estado y el aumento de la burocracia (misión Kemmerer) y jugosos empréstitos a esta obra típicamente imperialista (…). Este espectáculo, a que nos tocó asistir a la generación del primer quinquenio de los años 20, si no lo comprendíamos con la razón, nos golpeaba de todos modos con las facultades nunca calladas de la percepción”.

Segundo, Luis Tejada: “más vivo, más palpitante que el acontecimiento diario”, advierte Vidales, “porque está por encima del resumidero mortal de nuestros siglos pasados, de la tradición a tropezones de la dependencia y de la gran amnesia nacional (…).Tomaba del ámbito de que se nutre la prensa, del suceder del día, de la nota palpitante, es decir, del nudo acontecimiento, el pretexto para sus elucubraciones emocionales de poeta, con una mente clara, que lo llevaba a un universo de originalidades impensadas, ya muy lejos del alma fugaz del periódico”.

Y pocos años antes de morir (en 1924), Tejada había descubierto otro camino: el revolucionario. Se entregó por entero a la causa del proletariado: “Con una decisión de persona que sabe para dónde va y cómo hacerlo, nos reunió en el primer núcleo comunista aparecido en el país. Ese es, lo repito, el foco primigenio del cual surgieron Los Nuevos”.

Vayamos al Vidales vanguardista de Suenan timbres: “En la década de los veinte, la capital de Colombia todavía se encontraba sumida en el siglo XIX, y sus habitantes tenían costumbres muy arraigadas en la Colonia. La ciudad vivía prácticamente aislada”, plantea C. Sarmiento J. (en Luis Vidales y crítica de arte en Colombia, Univ. Nacional, 2010). “La hegemonía conservadora de los primeros treinta años del siglo ayudó notablemente en este atraso, fácilmente verificable en relación con otras ciudades latinoamericanas”. Sarmiento cita tres fenómenos capitales en el despertar del pueblo bogotano: “En primer lugar, el período conocido como ‘prosperidad al debe’ que se inició con la indemnización de Estados Unidos por la segregación del Panamá, lo cual produjo una ola de inversión y de empréstitos que aumentaron notablemente el presupuesto del país y de las ciudades. Que esta plata se gastó pensando en la modernización es un hecho que se comprueba en la destinación de la mayoría de estos dineros para la construcción de ferrocarriles. Luego, la constitución de la ciudad como un centro académico en el que los jóvenes venidos de provincia y los mismos bogotanos organizaron asociaciones y carnavales estudiantiles, lo que promovió el comercio intelectual y el apoyo en la búsqueda de información y métodos de estudio. Y por último, la aparición de los cafés como centros de tertulia de intelectuales que buscaban nuevos destinos para la nación. Este ambiente urbano propició el cruce de ideas que favoreció la aparición de los grupos innovadores en el país, entre ellos los Arquilókidas y Los Nuevos, ambos de procedencia capitalina”.

Tejada acoge al recién llegado de la provincia, Luis Vidales, le ofrece su amistad y se convierte en guía intelectual y “su mentor político, pues lo introdujo en los secretos del marxismo y en las ideas comunistas”.

En 1922 aparecerá entonces el grupo de los Arquilókidas (mismo que desaparecerá pronto), inspirados en el satírico Arquíloco, grupo que arremeterá “contra las instituciones de la cultura y contra el espíritu conservador que dominaba las letras colombianas”. Allí figuraban Tejada, De Greiff, Rendón, Maya, Lozano y Lozano, Villegas, Umaña Bernal, Camacho Roldán, y Luis Vidales.

En 1925 surgirán a su vez Los Nuevos quienes, entre junio 6 y agosto 10 del mismo año, publicarán una revista con el mismo nombre. Lo conformaban los hermanos Lleras Camargo, Arciniegas, Maya, Arango, Gaviria, Botero, Zalamea, De Greiff, Umaña, Mar, Tapia, García Herreros y Vidales, agrupando tendencias conservadoras, liberales y comunistas en lo político. En el N. 1, formularán: “La Revista, por sí misma no tendrá orientación ni carácter alguno (…). Será simplemente, un índice de las nuevas generaciones, o para usar una imagen apropiada, una especie de aparato de resonancia que recoja el eco del pensamiento nacional”. No pretendían establecer un programa único, cuanto “reaccionar contra el anquilosamiento en que vivía el país tanto en lo político como en lo estético. Su credo intelectual se basaba en la convicción de que Colombia necesitaba un remozamiento en sus estructuras básicas. Por eso criticaron los partidos tradicionales, que no eran conscientes de la industrialización que vivía el planeta y de los cambios sociales que esto implicaba”. Así, propuso el grupo la renovación de los partidos e “hizo de la reforma de la educación una de sus banderas ideológicas”. Pero Los Nuevos, sospechando las necesidades estéticas del entorno, “no dotaron el concepto de lo nuevo de un contenido explícito”.

En 1926 se publica Suenan timbres: “nuestras letras dieron el salto a la vanguardia poética”, señala G. Brisea (El mundo poético de Vidales, Trilce, 1996).

La poesía de Vidales: “es la primera que, cansada de solemnidad de las escuelas decimonónicas, incorpora giros que van más allá de la pura artesanía poética e introduce el humor como recurso literario. La nueva actitud está signada por el desprecio de la lógica tradicional, por la exploración de posibilidades que surgen de la alteración de lo convencional y proponen una lógica alterna”, anota Sarmiento J. “La actitud poética de Vidales está resumida (…) en el verso Yo veo el dorso del acontecimiento. Es esta una estética de honda raigambre individual, que centra en los ojos del cantor toda la capacidad de alteración poética de la realidad”.

Más aún, “Suenan timbres es un libro cuyo protagonista poético es Bogotá”. “Una actitud estética sumergida en la experiencia urbana, una actitud estética consciente de las ventajas y desventajas que supone el crecimiento de las ciudades en relación con la creación artística, la actividad crítica y la sensibilidad cultural.

Vidales hará a continuación estudios de matemáticas y estadística; a su regreso de Europa, se convertirá en uno de los fundadores del partido comunista colombiano; será su secretario general a partir de 1934.

Para Rafael Gutiérrez Girador, el encaminamiento de Tejada y de Vidales hacia una dimensión política definida por el Partido podría leerse de la siguiente manera, con relación a las vanguardias: “El nombre ‘vanguardia’ no deja de ser militar por el hecho de que se refiere a una revolución social anti burguesa, cuyas realizaciones fueron, entre otras, de uno y otro lado, el ‘partido único’, la conversión de la sociedad en cuartel y la realización del ideal de Ignacio de Loyola, secularizado, es decir, sin el premio celestial a la autodegradación supuestamente heroica del ser humano. La consideración unilineal de la llamada vanguardia (o vanguardias) como manifestación de una necesidad de revolución, es catequística en el sentido de que deja de lado la compleja y confusa situación que impulsó y a la que respondió la llamada literatura de vanguardia: el contexto de fin de siglo, la culminación destructiva de los Estados nacionales con su consecuencia, esto es, el talante y la glorificación de la guerra, y la primera guerra mundial como coronación del agotamiento de Europa, que suscitó la reacción teutona de Oswald Spengler con su obra La decadencia de Occidente (1918-1922). En este contexto se hallaba entretejido Nietzsche, cuya crítica precisa y, por eso, corrosiva a su país, a la moral cristiana, al cristianismo, a la política y a la cultura y filosofía europeas creó el horizonte en el que las llamadas vanguardias encontraron su alimento y su suscitación. Pero de Nietzsche no sólo se asimiló el estilo y el ademán de gran protesta, sino de manera más o menos consciente el problema que lo atormentó e irritó, lo arrastró y elevó, lo tuvo siempre en vilo y a la vez le despertó esperanza de paz: el de la ‘transmutación de los valores’ y el de la ausencia o muerte de Dios”.

Ahora bien, entre 1955 y 1962 –como queda dicho arriba– se publicará la revista Mito, dirigida por Gaitán Durán: “La posición de Mito con respecto a la poesía –señalará Armando Romero (Las palabras están en situación, Procultura, 1985)– es la de una abertura cada vez mayor hacia ese tono de vibrante inteligencia y aguda sensibilidad que es característico de la post-vanguardia, en la cual una mesura de la expresión va acorde con un rigor de la conciencia para evitar que el poema se precipite por los abismos de la incoherencia o el hermetismo”.

En 1958, en Medellín, Gonzalo Arango lanzará el Manifiesto Nadaísta: “Significaba una revolución en la forma y el contenido del orden espiritual imperante en Colombia. Tenía un extenso programa de subversión cultural (estético, social, religioso), que apoyándose en la duda y en elementos no racionales y teniendo como arma la negación y la irreverencia, el desvertebramiento de la prosa y el inconformismo continuo buscaban el cuestionamiento de la sociedad colombiana. La aspiración del Nadaísmo era desacreditar el orden instaurado en aquella época”, escribe E. Escobar (Gonzalo Arango, Procultura, 1989) sobre este movimiento asimismo post-vanguardista.

 

FM | ¿Qué relaciones mantenían estos mismos movimientos con las corrientes estéticas de los demás países hispanoamericanos?

 

CVZ | Formulamos dos momentos en la historia del país colombiano: finales del siglo XIX y comienzos del XX y su visión de una literatura nacional atada a la noción de identidad. Y la irrupción en Medellín, Barranquilla y Bogotá de movimientos de vanguardia, críticos del país y de la literatura, cuyos sujetos enunciadores buscaban nuevos lenguajes y sentidos y establecían con Iberoamérica y Europa un diálogo intertextual y transcultural, es decir, procesos discursivos heterogéneos en los cuales el locus de enunciación –poético, narrativo, musical, pictórico, dramatúrgico…– se desplazara del primero al Tercer Mundo. Este segundo momento, relacional, con corrientes estéticas y escritores y obras de los demás países hispanoamericanos, lo visualizamos y verbalizamos en Barranquilla con la revista Voces (1917-1920).

En efecto, “la idea de una literatura nacional atada a la noción de identidad fue defendida por nuestros intelectuales durante el siglo (XIX), la mayoría de los cuales fueron gramáticos y promotores de la pureza del lenguaje (recordar lo formulado por Luis Tejada y Luis Vidales sobre el particular en los años veinte): Núñez, Samper, Vergara y Vergara, Acosta de Samper, Caro y Camacho Roldán”, formulan M. M. Jaramillo, B. Osorio y A. I. Robledo (Literatura y Cultura, V. I, La nación moderna. Identidad, Ministerio de Cultura, 2000).

Subrayan las ensayistas: “Para Caro, el redactor de la Constitución de 1886, el ideal religioso y el ideal artístico debían coincidir, lo cual implicaba el control ideológico de la Iglesia católica, que le daba estabilidad al proceso de construcción nacional de un país fragmentado por las luchas civiles y las arduas condiciones geográficas”. Si bien Caro no se opone explícitamente al contacto de Colombia con otras naciones, “considera que la tradición española y la católica poseen todo lo que los pueblos americanos necesitan y deben permanecer tan puras e incontaminadas como la lengua”. Esto planteaba una contradicción fuerte: “Un proyecto de nación que remitía a la raíz hispánica y católica era un proyecto excluyente de las mayorías mestizas y multiculturales”. Así, se rechazaba cualquier idea de modernidad.

Baldomero Sanín Cano lideraba desde finales del siglo XIX una defensa de la universalidad del arte; traducirá e introducirá a Nietzsche en Colombia, el cual será leído en Bogotá por José Asunción Silva y en Medellín por Carrasquilla y el grupo de los Panidas. J. A. Silva, “escenificó la autonomía del arte y el papel del artista en la sociedad finisecular en su novela De Sobremesa”, publicada más de diez años después de su muerte; esta temática será retomada por José María Vargas Vila y Clímaco Soto Borda. Vargas Vila articula erotismo y arte, y desafía el control de la Iglesia católica sobre el cuerpo, en Las rosas de la tarde (1909) y Lirio Negro (1914). José Eustasio Rivera, en La vorágine (1924), lo hará con relación a modernismo, realismo/naturalismo y vanguardia. Alejandro López en Problemas colombianos, 1927, dará cuenta del hecho que la masificación removía ya los cimientos de la sociedad, cuya escisión desactualizaba la herencia intelectual de entresiglos (E. Neira Palacios, La gran ciudad latinoamericana, Eafit, 2004). Ese mismo año, José Félix Fuenmayor en Cosme, considerada la primera novela urbana del país, “disiente de los intentos de plasmar un imaginario hegemónico” (La nación moderna. Identidad). Jorge Zalamea socaba asimismo la discursividad hegemónica…

Voces, como lo enunciáramos, publicada en Barranquilla –ciudad abierta y cosmopolita, en comunicación con América, Asia y Europa en cuanto a migraciones, mercancías, libros, ideologías–, regentada e impulsada por Ramón Vinyes, quien dominaba y traducía siete idiomas– desde su Librería en donde se configura el Grupo de escritores de la revista, establecía un diálogo multitextual y transcultural, procesos discursivos heterogéneos en los cuales el locus de enunciación se desplaza del primero (su Barcelona y España) al Tercer Mundo.

Primero, alcanzó una cobertura de autores y géneros que el grupo/revista Panida, en Medellín, no logró alcanzar. “Para Vinyes constituía un interés prioritario cultivar el intercambio con las demás literaturas y culturas latinoamericanas, pues, ‘nada se ha hecho en Colombia hasta ahora, para lograr un completo intercambio intelectual con las demás naciones de habla española’ (nº 24, de 1918)”.

Ya citamos la publicación de obras de Huidobro, Apollinaire, José Juan Tablada, Dermée, Reverdy, Jacob, etc. El mismo Vinyes publica en casi todos los números de Voces, traduce, acota, comenta autores internacionales. Así, se pueden citar también autores como Gide, A. Machado, J. Gómez de Castro, G. K. Chesterton, G. Rodin, F. Hebbel, E. Diáz-Canedo. R. de Bury, H. von Hoffmansthal, A. Samain. M. Gorki, S, Frug, S. Takynsky, J. M. López Ricó, C, Riba, E. d’Ors, P. Vila…

Por ello, reiteramos la visión de J. Gilard: “Aunque se ignora habitualmente su existencia, Voces debe figurar entre las vanguardias de los vanguardismos hispanoamericanos”.

La vida efímera de las revistas Panida y Los Nuevos no posibilitó establecer relaciones enriquecedoras e importantes con otros países en la dimensión de Voces.

Sí lo logrará la revista Mito, entre 1955 y 1962, abierta a toda Hispanoamérica y a Europa.

 

FM | ¿Qué aportes significativos de las vanguardias fueron incorporados a la tradición lírica y cuáles son sus efectos en los días de hoy?

 

CVZ | Primero, la autonomía/independencia del escritor, del poeta y, por extensión, del artista. El escritor rompe con la unicidad o monologismo discursivo religión/arte y con las instituciones religiosas y culturales ibídem. Se gesta de esta manera el intelectual y escritor laico para el siglo XX y el siglo subsiguiente.

Segundo, el trabajo significativo y transformador sobre y del lenguaje: la lengua literaria y poética es resignificada semiótica y semiótica y simbólicamente.

Tercero, el poema/texto/la escritura no es producto ni de una racionalidad ni de una intencionalidad o voluntarismo ideológico. Semióticamente, el proceso productivo y creativo es abductivo, participa del sueño, del juego, del inconsciente, de la irracionalidad, del sin sentido, obedeciendo a pulsiones libidinales, la cora. En esta dimensión es significativo el humor.

Cuarto, el descentramiento del locus en/de la enunciación, asumiéndose la relación cuerpo/lenguaje (cuerpo mestizo, heterogeneidades discursivas, lingüísticas, étnicas, literarias).

Quinto, el poema, el texto, la escritura se escribe en las urbes, dialoga con las mismas. Como también –intertextualmente– con obras y autores en lengua castellana y en otras lenguas.

Sexto, los procesos de escritura devienen auto-reflexivos estética y poéticamente.

Séptimo, grupos de vanguardia sin principios estéticos no llevan a escrituras modernas ni vanguardistas (ni post-vanguardistas). Estéticas y escrituras deben romper epistémica, discursiva, lingüística, estética y poéticamente con escrituras y autores anteriores, para significar y significarse. Es la negación/denegación frente a la tradición como principio creativo significativo, el locus de un Otro en la enunciación.

Octavo, el quiebre de nociones como poesía-identidad-nación. Entonces, dialogicidad inter y transcultural con lenguas, autores, obras, y la consiguiente heterogeneidad.

Noveno, la alternativa a la discursividad religiosa, a la articulación monológica poesía-religión, en y desde las vanguardias –en el marco colombiano–, no sería a su vez la de una discursividad poética monológica o unidireccional política (en el caso de Vidales y Tejada, aquella del Partido).

 

FM | Los documentos esenciales de las vanguardias, ¿se han recuperado?, ¿es posible tener acceso a ellos?

 

CVZ | En la mayoría de los casos, las revistas Panida, Voces –aún aquellas no mencionadas aquí como es el caso de Revista de las Indias, 1936-1950 y otras– y más tarde Mito; así como la obra de Luis Tejada, Luis Vidales y León De Greiff, han sido publicadas recientemente y se puede tener acceso a las mismas.

 




 



Poeta, tradutor, ensaísta, artista plástico, dramaturgo, FLORIANO MARTINS (Brasil, 1957) é conhecido por haver criado, em 1999, a Agulha Revista de Cultura, veículo pioneiro de circulação pela Internet e dedicado à difusão de estudos críticos sobre arte e cultura. Ao longo de 23 anos de ininterrupta atividade editorial, a revista ampliou seu espectro, assimilando uma editora, a ARC Edições e alguns projetos paralelos, de que são exemplo “Conexão Hispânica” e “Atlas Lírico da América Hispânica”, este último uma parceria com a revista brasileira Acrobata. O trabalho de Floriano também se estende pela pesquisa, em especial o estudo da tradição lírica hispano-americana e o Surrealismo, temas sobre os quais tem alguns livros publicados. Como artista plástico, desde a descoberta da colagem vem desenvolvendo, com singular maestria, experiências que mesclam a fotografia digital, o vídeo, a colagem, a ensamblagem e outros recursos. Como ele próprio afirma, o magma de toda essa efervescência criativa se localiza na poesia, na escritura de poemas, na experiência com o verso, inclusive a prosa poética, da qual é um dos grandes cultores. Escritura Conquistada é um complemento aos projetos: Atlas Lírico da América Hispânica (revista Acrobata) – poemas traduzidos para o português – e Conexão Hispânica (Agulha Revista de Cultura) – estudos críticos sobre poetas. Nesta terceira linha, também dedicada à tradição lírica na América Hispânica, encontramos juntos os ensaios, entrevistas e prólogos assinados por Floriano Martins. Parte significativa desse material – as entrevistas – compõe o volume homônimo, Escrita Conquistada, publicado em 2018.


1874-1942 José María Eguren (Perú) A POESIA DE JOSÉ MARÍA EGUREN

1893-1948 Vicente Huidobro (Chile) LA COSECHA VERTIGINOSA DE LA IMAGEN POÉTICA

1899-1986 Jorge Luis Borges (Argentina) AS ENTREVISTAS COM JORGE LUÍS BORGES

1903-1958 César Moro (Perú) CÉSAR MORO ENTRE AMIGOS

1903-1973 Aldo Pellegrini (Argentina) SOBRE SURREALISMO

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1912-2002 Pablo Antonio Cuadra (Nicaragua) POESÍA: EL ENSAYO DE LO INEFABLE

1915-1995 Enrique Gómez-Correa (Chile) TESTIMONIOS DE UN POETA EXPLOSIVO

1915-2001 Juan Liscano (Venezuela) LA EXPRESIÓN DE LO ESENCIAL

1917-2011 Gonzalo Rojas (Chile) A POESIA DE GONZALO ROJAS

1919-1974 Eunice Odio (Costa Rica) LAS VERTIENTES DEL FUEGO

1920-1994 Freddy Gatón Arce (República Dominicana) LA HUMANIDAD SECRETA DE LOS ABISMOS

1920-1999 Olga Orozco (Argentina) RETRATO-RELÂMPAGO DE OLGA OROZCO

1920-2004 Fernando Charry Lara (Colombia) PASIÓN Y REFLEXIÓN DE LA POESÍA

1921-2004 Javier Sologuren (Perú) UNA POÉTICA DE LA LEVEDAD

1921-2007 Otto-Raúl González (Guatemala) GUATEMALA Y SUS VOCES OCULTAS

1921-2010 Amanda Berenguer (Uruguay) VIAJES INCESANTES DEL LENGUAJE

1923-2013 Álvaro Mutis (Colombia) A POESIA DE ÁLVARO MUTIS

1924-2018 Claribel Alegría (Nicaragua) RECUERDOS DE LA REALIDAD

1924-2021 Manuel de la Puebla (Puerto Rico) MEMORIA POÉTICA DE UN PAÍS

1927 Carlos Germán Belli (Perú) PRECIOSOS MISTERIOS DE LA EXPERIENCIA POÉTICA

1927-2000 Francisco Madariaga (Argentina) “SOY SÓLO UN PEÓN DEL PLANETA”

1927-2010 Rolando Toro (Chile) A POESIA DE ROLANDO TORO

1927-2019 Ludwig Zeller (Chile) EL SURREALISMO EN LA MESA (Part. Susana Wald)

1928 Graciela Maturo (Argentina) LAS VANGUARDIAS EN ARGENTINA

1929-2016 Américo Ferrari (Perú) EL RECORTE SAGRADO DE LAS PALABRAS

1930-2011 Roberto Sosa (Honduras) HONDURAS EN SU AMBIENTE POÉTICO

1930-2018 José Guillermo Ros-Zanet (Panamá) ENCUENTROS Y DESENCUENTROS

1931 Juan Calzadilla (Venezuela) HUMOR Y SÍNTESIS EN EL ACTO CREADOR

1931-2016 Jorge Ariel Madrazo (Argentina) EL POEMA COMO CUERPO VIVO

1932 Circe Maia (Uruguay) UNA VOZ A TRAVÉS DEL TIEMPO

1932 Pedro Lastra (Chile) DEL ESPEJO A LA MULTIPLICACIÓN DE LAS VOCES

1932-2004 Marosa di Giorgio (Uruguay) DIÁLOGO SIN PAUSA

1932-2013 Carlos M. Luis (Cuba) DOS ENCUENTROS

1932-2019 Thelma Nava (México) SOBRE LA REVISTA PÁJARO CASCABEL

1933-2009 Alfredo Silva Estrada (Venezuela) INSCRIPCIONES EN EL ESPACIO POÉTICO

1933-2023 Manuel Mora Serrano (República Dominicana) DOS ENCUENTROS

1934-2014 Gerardo Deniz (México) RECORTES DE UNA IRONÍA APASIONADA

1934-2021 Rodolfo Alonso (Argentina) LA RIQUEZA ABANDONADA DE LA POESÍA

1937 Miguel Grinberg (Argentina) UNA MIRADA EN LAS VANGUARDIAS

1937-2020 Rodrigo Pesántez-Rodas (Ecuador) EL ECUADOR DE LAS LUCES

1938 Fernando Palenzuela (Cuba) CONVERSA SOBRE LA REVISTA ALACRÁN AZUL

1938-2008 Eugenio Montejo (Venezuela) ANOTACIONES DE LA PERMANENCIA DEL CANTO

1939 José Roberto Cea (Honduras) CASI UN TESTAMENTO POÉTICO

1939-2014 Ulises Estrella (Ecuador) SOBRE LAS REVISTAS PUCUNA E LA BUFANDA DEL SOL

1940 Francisco Morales Santos (Guatemala) DOS ENCUENTROS

1940 Gustavo Pereira (Venezuela) “AL DIABLO LOS VERSOS”

1940 José Kozer (Cuba) DOIS ENCONTROS

1940 Jotamario Arbeláez (Colombia) EXTRAVAGANCIAS POÉTICAS DEL NADAÍSMO

1941 Hildebrando Pérez Grande (Perú) LAS VANGUARDIAS EN EL PERÚ

1941 Luis Alberto Crespo (Venezuela) RESONANCIAS DEL ESPÍRITU POÉTICO

1943 Eduardo Mitre (Bolivia) LA RAZÓN ARDIENTE DE LA POESÍA

1944 Armando Romero (Colombia) DOS POETAS, CUATRO ENCUENTROS

1944 Francisco Proaño Arandi (Ecuador) DOS ENCUENTROS

1944 Renée Ferrer (Paraguay) DOS ENCUENTROS

1945 Harold Alvarado Tenorio (Colombia) POESIA & OUTRAS ESPÉCIES

1946 Carlos Vásquez-Zawadzki (Colombia) LAS VANGUARDIAS EN COLOMBIA

1946 Guido Rodríguez Alcalá (Paraguay) LAS VANGUARDIAS EN PARAGUAY

1947 Juan Cameron (Chile) LAS VANGUARDIAS EN CHILE

1947 Juan Carlos Mieses (República Dominicana) DETRÁS DE LAS PALABRAS Y LOS RITMOS

1947 Susana Giraudo (Argentina) LA POESÍA Y SUS NOMBRES INFINITOS

1948 Helen Umaña (Honduras) LAS VANGUARDIAS EN HONDURAS

1948 Miguel Espejo (Argentina) LAS VANGUARDIAS EN ARGENTINA

1948-2022 Alfredo Fressia (Uruguay) EN LAS FISURAS DE LA MIMESIS

1950 Alfonso Velis Tobar (El Salvador) LAS VANGUARDIAS EN EL SALVADOR 

1950 Soledad Alvarez (República Dominicana) LAS VANGUARDIAS EN LA REPÚBLICA DOMINICANA

1950-2018 Enrique Verástegui (Perú) O MOTOR DO DESEJO

1951 Carlos Francisco Monge (Costa Rica) DOS ENCUENTROS

1951 Jesús David Curbelo (Cuba) LAS VANGUARDIAS EN CUBA

1952 David Cortés Cabán (Puerto Rico) LAS VANGUARDAS EN PUERTO RICO

1952 Julio del Valle-Castillo (Nicaragua) LAS VANGUARDIAS EN NICARAGUA

1952 Martin Jamieson (Panamá) LAS VANGUARDIAS EN PANAMÁ

1952 Orlando José Hernández (Puerto Rico) LAS VANGUARDAS EN PUERTO RICO

1954 Ernestina Elorriaga (Argentina) DOS POETAS EN UNA MESA DE LUZ

1955 Berta Lucía Estrada (Colombia) UNA MESA VERTICAL

1955 Carlos Barbarito (Argentina) A POESIA DE CARLOS BARBARITO

1955 Mónica Salinas (Uruguay) LAS VANGUARDIAS EN EL URUGUAY

1956 Gary Daher Canedo (Bolivia) SITIO DONDE AGUARDA UN CÁNTARO

1957 Alejandro Bruzual (Venezuela) LAS VANGUARDIAS EN VENEZUELA

1957 Homero Carvalho Oliva (Bolívia) LAS VANGUARDIAS EN BOLIVIA

1957 Luis Bravo (Uruguay) LAS VANGUARDIAS EN EL URUGUAY

1958 Adriano Corrales Arias (Costa Rica) LAS VANGUARDIAS EN COSTA RICA

1958 Beatriz Hausner (Chile) CAMINHOS DO SURREALISMO

1958 José Ángel Leyva (México) DOS ENCUENTROS

1958 José Carr (Panamá) LAS VANGUARDIAS EN PANAMÁ

1958 Nicasio Urbina (Nicaragua) LAS VANGUARDIAS EN NICARAGUA

1958 Omar Castillo (Colombia) DIÁLOGO ENTRE DOS POETAS

1958 Rodolfo Häsler (Cuba) EN BUSCA DE LO IMPOSIBLE

1960 José Mármol (República Dominicana) LA OTREDAD SORPRENDIDA DEL POETA

1960 Vilma Tapia Anaya (Bolivia) DOS ENCUENTROS

1961 Enrique de Santiago (Chile) LAS VANGUARDIAS EN CHILE

1962 Arturo Gutiérrez Plaza (Venezuela) LAS VANGUARDIAS EN VENEZUELA

1962 Raúl Serrano Sánchez (Ecuador) LAS VANGUARDIAS EN ECUADOR

1963 Pedro Xavier Solis (Nicaragua) LAS VANGUARDIAS EN NICARAGUA

1963-2016 Gonzalo Márquez Cristo (Colombia) CORRESPONDENCIAS ENTRE POESÍA Y ACCIÓN

1965 Jorge Fernández Granados (México) LAS VANGUARDIAS EN MÉXICO

1969 Luis Alvarenga (El Salvador) LAS VANGUARDIAS EN EL SALVADOR

1972 Gabriel Chávez Casazola (Bolívia) LAS VANGUARDIAS EN BOLIVIA

1972 Xavier Oquendo Troncoso (Ecuador) DIÁLOGO EN EL CENTRO DEL MUNDO

1973 Carolina Zamudio (Argentina) LA ILUSIÓN TRANSITORIA DE LOS ESPACIOS

1973 Ricardo Venegas (México) LA POESÍA DE RICARDO VENEGAS

1974 Fabricio Estrada (Honduras) LAS VANGUARDIAS EN HONDURAS

1974 Javier Payeras (Guatemala) LAS VANGUARDIAS EN GUATEMALA

1983 Manuel Iris (México) LAS VANGUARDIAS EN MÉXICO

1984 Alex Morillo Sotomayor (Perú) LAS VANGUARDIAS EN PERÚ


 


 

 

OBRA ENSAÍSTICA PUBLICADA

 

El corazón del infinito. Tres poetas brasileños. Trad. Jesús Cobo. Toledo: Cuadernos de Calandrajas, 1993.

Escritura conquistada. Diálogos com poetas latino-americanos. Fortaleza: Letra & Música, 1998.

Escrituras surrealistas. O começo da busca. Coleção Memo. Fundação Memorial da América Latina. São Paulo. 1998.

Alberto Nepomuceno. Edições FDR. Fortaleza. 2000.

O começo da busca. O surrealismo na poesia da América Latina. Coleção Ensaios Transversais. São Paulo: Escrituras, 2001.

Un nuevo continente. Antología del Surrealismo en la Poesía de nuestra América. San José de Costa Rica: Ediciones Andrómeda, 2004.

Un nuevo continente. Antología del Surrealismo en la Poesía de nuestra AméricaCaracas, Venezuela: Monte Ávila Editores, 2008.

A inocência de pensar. Coleção Ensaios Transversais. São Paulo: Escrituras, 2009.

Escritura conquistada. Conversaciones con poetas de Latinoamérica2 tomos. Caracas: Fundación Editorial El Perro y La Rana. 2010.

Invenção do Brasil – Entrevistas [edição virtual]. São Paulo: Editora Descaminhos, 2013.

Esfinge insurrecta – Poesía en Chile [edição virtual, em coautoria com Juan Cameron]. Fortaleza: ARC Edições, 2014.

Un poco más de surrealismo no hará ningún daño a la realidad. México: UACM – Universidad Autónoma de la Ciudad de México, 2015.

Sala de retratos. São Paulo: Opção Editora, 2016.

Um novo continente – Poesia e Surrealismo na América. Fortaleza: ARC Edições, 2016.

Valdir Rocha e a persistência do mistério. Fortaleza: ARC Edições, 2017.

Laudelino Freire. Rio de Janeiro: Academia Brasileira de Letras, 2018.

Escritura conquistada – Poesía hispanoamericana. Fortaleza: ARC Edições, 2018.

Visões da névoa: o Surrealismo no Brasil. Natal: Sol Negro Edições, 2019.

120 noites de Eros. Fortaleza: ARC Edições, 2020.

 

TRADUÇÕES

 

Poemas de amor, de Federico García Lorca. Rio de Janeiro: Ediouro Publicações, 1998.

Delito por dançar o chá-chá-chá, de Guillermo Cabrera Infante. Rio de Janeiro: Ediouro Publicações, 1998.

Nós/Nudos, de Ana Marques Gastão (edição bilíngue). Lisboa: Gótica, 2004.

A condição urbana, de Juan Calzadilla (edição bilíngue). Florianópolis: Letras Contemporâneas, 2005.

Dentro do poema – Poetas mexicanos nascidos entre 1950 e 1959, Org. Eduardo Langagne. Fortaleza: Edições UFC, 2009.

A aventura literária da mestiçagem, de Pablo Antonio Cuadra (em parceria com Petra Ramos Guarinon). Fortaleza: Edições UFC, 2010.

III novelas exemplares & 20 poemas intransigentes, de Vicente Huidobro & Hans Arp. Natal: Sol Negro Edições/São Pedro de Alcântara: Edições Nephelibata, 2012.

Sobre Surrealismo, de Aldo Pellegrini (edição bilíngue). Natal: Sol Negro Edições, 2013.

Memória de Borges – Um livro de entrevistas (2 volumes). São Pedro de Alcântara: Edições Nephelibata, 2013.

Bronze no fundo do rio, de Miguel Márquez (edição bilíngue). Natal: Sol Negro Edições, 2014.

Tremor de céu, de Vicente Huidobro (edição bilíngue). Natal: Sol Negro Edições, 2015.

Costumes errantes ou a redondeza da terra, de Enrique Molina (edição bilíngue). Natal: Sol Negro Edições, 2016.

Reino de silêncio, de Mía Gallegos (edição bilíngue). Teresina: Kizeumba Edições, 2019.

Traduções do universo, de Vicente Huidobro. Natal: Sol Negro Edições, 2016.

O álcool dos estados intermediários, de Gladys Mendía. Santiago: LP5 Editora, 2020.

A tartaruga equestre, de César Moro (edição bilíngue). Natal: Sol Negro Edições, 2021.

 

  

 

Agulha Revista de Cultura

Criada por Floriano Martins

Dirigida por Elys Regina Zils

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1999-2024 



 

 

 

Um comentário:

  1. Encantada de ver a Carlos Vásquez Zadwaski, escritor, académico e investigador, en las páginas de Agulha Revista Cultural, dirigida por el escritor y editor Floriano Martins. Es importante recordar que CVZ es el presidente del PEN/Colombia; sobre todo que ha llevado a cabo importantes temas en pro de la defensa del estatuto de escritor en un país donde se privilegia la guerra por encima de la vida; y por ende donde la muerte es más importante que la creación literaria; esta última vista como un acto de rebeldía en contra del status quo.

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