LAS
VANGUARDIAS EN MÉXICO
MI | La vanguardia de los veinte coincide con los momentos finales de la violencia
de la revolución mexicana, que es la época de una naciente institucionalización
de la cultura en el país. Institucionalización que llegó a ser omnímoda y parte
misma del ser cultural mexicano, tan dado a la burocracia y a cierta sobriedad
solemne en sus maneras y sus preferencias estéticas, cosa que se refleja en lo
conservador de su poesía central.
El
ambiente cultural, en un país que apenas estaba empezando a definir su
identidad moderna, era sumamente cambiante. Muchas eran las posibilidades de la
cultura y de la identidad nacional (Naciones intelectuales, libro del analista
Ignacio Sánchez Prado, relata este momento de la historia cultural mexicana con
especial lucidez) y todas ellas estaban enfrentadas. En cuanto a la poesía, el
Estridentismo fue nuestra vanguardia radical y programática, beligerante. Fue
el único movimiento literario con intenciones sociales contestatarias, el único
ismo como tal, en México (esto quizá no sea cierto si se piensa en el Agorismo,
pero este segundo ismo mexicano fue prácticamente inexistente, efímero) y tuvo
resonancia internacional. El Estridentismo dio resultados estéticos importantes
como la novela La señorita etcétera (1922), de Arqueles Vela, y el libro Urbe:
Superpoema bolchevique en cinco cantos (1924) del propio Maples Arce, que fue
traducido al inglés por John dos Passos con el título de Metropoli. Es
importante decir, sin embargo, que el Estridentismo, fue una vanguardia
institucionalizada, ya que fue financiado y apoyado por el gobierno del estado
de Veracruz, y deja de existir cuando este apoyo se diluye.
Con
todo, castigado por la crítica, el Estridentismo ha sido considerado menor,
cediendo desde el inicio el lugar a otro grupo de vanguardia mucho menos
radical e iconoclasta, con una sofisticación mucho más burguesa, y que se
acomodó de un modo mejor al nuevo México institucional: los Contemporáneos.
Este grupo no solamente ayudó a modelar el sistema de educación mexicano, sino
que en él hay autores de poemas monumentales que ahora son la base de la identidad
de cierta poesía mexicana: Muerte sin fin, de José Gorostiza; Canto a un dios
mineral, de Jorge Cuesta; Simbad el varado, de Gilberto Owen, por ejemplo. Sin
exagerar, puede decirse que Contemporáneos es la cuna y semilla de buena parte
de la poesía central mexicana actual.
El
proceso por medio del cual Contemporáneos logra imponer su estética por encima
de la del Estridentismo, e incluso por encima de la propuesta por los autores
de la novela de la revolución mexicana (Los de abajo, de Mariano Azuela, es el
mejor ejemplo de esta postura) es complejo, pero necesario si se quiere
comprender la configuración del campo literario mexicano actual, que en muchos
modos refleja los resultados de esas tensiones, aunque con los lógicos matices
del tiempo, y de posteriores reacomodos.
FM | Los movimientos locales, ¿estaban de acuerdo con las ideas de las
vanguardias europeas correspondientes o acaso agregaban algo distinto?
MI | Como en toda Latinoamérica, los movimientos vanguardistas mexicanos
buscaban cierta independencia creativa, cierta originalidad, respecto a los de
Europa. A pesar de ello, el Estridentismo tiene la mente puesta en las
propuestas políticas rusas, de la revolución bolchevique, en lo político, y
tiene una clara influencia del Futurismo italiano, en lo estético. Los
Contemporáneos, por su parte, eran fundamentalmente cosmopolitas con un marcado
gusto por lo francés y su poesía, siendo mexicana, no es nacionalista. Unos y
otros (Estridentistas y Contemporáneos) son una respuesta natural al hipernacionalismo
existente en la novela de la revolución mexicana. Lo mexicano, luego de
Contemporáneos, es más bien un tono, cierta manera de concebir la poesía, pero
no un conjunto de temas nacionales.
FM | ¿Qué relaciones mantenían estos mismos movimientos con las corrientes
estéticas de los demás países hispanoamericanos?
MI | Existió, gracias a la presencia de diversas revistas literarias que
circulaban por toda Hispanoamérica, comunicación entre México y la vanguardia
de otros países latinoamericanos. Por ejemplo, la revista colombiana Mito
publicó a casi todos los autores de Contemporáneos, a gente como Alfonso Reyes
y más tarde a Octavio Paz y muchos otros. La presencia de Owen en Colombia fue
fructífera para ambos países, al igual que la visita de José Juan Tablada a
Venezuela, o el tiempo que José Gorostiza pasó en Cuba, donde estuvo en
contacto con los poetas de Orígenes. Sin embargo, a pesar de esta comunicación,
en general, puede decirse que Hispanoamérica supo más de México que México de
Hispanoamérica, en estos momentos.
FM | ¿Qué aportes significativos de las vanguardias fueron incorporados a la
tradición lírica y cuáles son sus efectos en los días de hoy?
MI | Existen varios aportes de la vanguardia en la tradición lirica
mexicana, pero pocos de ellos parten de la vanguardia radical europea o
mexicana. Muchos de los escritores cercanos a cualquier corriente de vanguardia
han decidido no llamar las cosas por su nombre o incluso negar completamente su
estirpe. Pensemos en Octavio Paz negando su etapa surrealista o experimental y,
entre los poetas vivos actualmente, por ejemplo, José Díaz Cervera y Max Rojas
son ejemplo, en distintas generaciones, de escrituras cercanas al surrealismo,
sin llamarse nunca a sí mismos surrealistas.
O
sea: efectivamente hay aportes significativos de la vanguardia en México.
Muchos tienen que ver con la asociación sonora como modo de elegir palabras en
el poema, cosa que afecta su significado final, o con alguna irreverencia
conceptual, aunque sin intención política. Sucede, sin embargo, que la
conservadora poesía mexicana central tiene a no llamar las cosas por su nombre.
Con
todo, existe una clara tendencia de la crítica actual, como la de Evodio
Escalante y otras personas, por rescatar al Estridentismo, por ejemplo. Del
mismo modo varios poetas jóvenes declaran más claramente su no-conservadurismo
estético, su experimentalidad. Esto no es necesariamente generador de grandes
obras, pero sin duda es síntoma de cierto desgaste de los modos solemnes de
escribir poesía en México, que han llegado a convertirse en un tic. El peligro,
por supuesto, es que las formas experimentales suelen desgastarse con mucha
rapidez.
Por
otro lado, estoy convencido de que las nuevas tecnologías de comunicación,
particularmente las redes sociales, han creado un nuevo código de conducta
entre los autores, y una nueva manera de relacionarse entre ellos, y con sus
lectores y críticos. El campo literario mexicano y sus protagonistas van
variando el modo en que se relacionan. Estas nuevas maneras no han sido
estudiadas, pero evidentemente suceden, existen.
FM | Los documentos esenciales de las vanguardias, ¿se han recuperado?, ¿es
posible tener acceso a ellos?
MI | Hasta donde conozco, es posible acercarse a estos documentos, y cada vez están siendo más rescatados y reeditados. Ese no es un problema insalvable, aunque ciertamente existe.
Manuel Iris e FM. Cincinnati, 2008 |
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Escritura Conquistada – Poesía
Hispanoamericana reúne ensayos, entrevistas, encuestas y
prólogos de libros firmados por Floriano Martins, además de muestra parcial de
su correspondencia pasiva.
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Floriano Martins
ARC Edições | Agulha Revista de Cultura
Fortaleza CE Brasil 2021
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