LAS VANGUARDIAS EN ARGENTINA
ME | Cuando hablamos de movimientos o tendencias culturales y artísticas
resulta prácticamente imposible fijar un punto de partida, una fecha
determinada. Las características de las vanguardias en Argentina estuvieron
condicionadas por el alto flujo migratorio que existió a comienzos del siglo
XX, y de las experiencias que se realizaban en Europa, pero de ningún modo esta
característica puede subordinar a este factor un movimiento tan complejo. Para
circunscribirnos al ámbito literario se pueden mencionar tres hechos: a) la
creación de la revista Proa, en 1922, por Borges, continuación de Prisma y
sobre todo de la española Ultra, que conoce una segunda etapa en 1924; b) la
creación de la revista Martín Fierro en 1924, por Evar Méndez y Oliverio
Girondo, entre otros, que tuvo una irradiación muy superior a Proa, tanto por
sus medios, colaboradores como por su tiraje (llegó a vender más de 10.000
ejemplares); c) la creación del primer grupo surrealista, por parte de Aldo
Pellegrini, en 1926. En este último año se publica también el Índice de la
nueva poesía americana elaborada por Borges, Huidobro y el peruano Alberto
Hidalgo, donde sorprende la cantidad de poetas vanguardistas, extremadamente
jóvenes, que continuarían luego su producción y que formarían parte de sus
respectivas historias literarias. Basta con citar los nombres de Maples Arce y
de Neruda. Todas estas experiencias tienen en común el hecho de rebelarse
contra la normativa propuesta por el modernismo hispanoamericano, tan alejado
del modernismo brasileño que comenzaba a suceder por la misma época de las
vanguardias hispanoamericanas.
FM | Los movimientos locales, ¿estaban de acuerdo con las ideas de las
vanguardias europeas correspondientes o acaso agregaban algo distinto?
ME | Hay una situación ambigua en lo que concierne a los vínculos con los
movimientos literarios europeos. Por un lado, se utilizaba el prestigio
subyacente que había en todo lo que ocurriera en Europa, especialmente en
Argentina, aunque simultáneamente no se renegaba de una tradición propia, como
lo refleja el nombre Martín Fierro de la revista recién mencionada. La
memorable boutade de Oswald de Andrade, en 1928, en su Manifesto antropófago,
de “tupí or not tupí”, que sirviera para expresar un reposicionamiento en
relación a lo local y lo universal europeo, puede extenderse al caso argentino,
aunque prácticamente ningún otro país, desde la ideología propiciada por los
gobiernos, negó de manera tan sistemática el componente de las poblaciones
autóctonas y sus derivaciones. Pero el peso de escritores como Sarmiento,
Lugones o José Hernández era demasiado grande como para eludirlos por completo.
Hay un verdadero sincretismo en el acercamiento de estas distintas tendencias
estéticas, cuyo resultado más alto es Jorge Luis Borges que, extrañamente,
desde 1940, comienza a rechazar no sólo las vanguardias, sino su propia
participación en ellas. En uno de los prólogos a ese Índice de 1926, que fue
una rebelión contra el supuesto mundo hispano-americano, Borges dice: “El
rubenismo fue nuestra añoranza de Europa”. No hay demasiado margen de error si
consideramos el desarrollo de las vanguardias como un proceso continental, que
deseaba dotarse de contenidos propios.
FM | ¿Qué relaciones mantenían estos mismos movimientos con las corrientes
estéticas de los demás países hispanoamericanos?
ME | Si nos atenemos al Índice propuesto por Borges y Huidobro, los vínculos
eran superiores a los actuales, a pesar de las dificultades prácticas de
comunicación. Pero creo que habría que hablar más de simultaneidad y
confluencias que de una tarea común establecida de antemano. Por otra parte,
las fuertes personalidades creativas de Neruda y Vallejo, por ejemplo,
produjeron un impacto muy superior al que tenían los movimientos literarios de
sus respectivos países, al igual que sucedió con la tarea realizada por Rubén
Darío en décadas anteriores. De cualquier manera, se observan entre los
colaboradores de las distintas revistas hispanoamericanas nombres muy alejados
geográficamente, por lo que hay que reconocer que los escritores viajeros, como
Alfonso Reyes, cumplieron tareas de enlace extremadamente valiosas en la
conformación de un ámbito reconocible.
FM | ¿Qué aportes significativos de las vanguardias fueron incorporados a la
tradición lírica y cuáles son sus efectos en los días de hoy?
ME | Creo que el principal aporte estuvo dado por la heterogeneidad y por la
eliminación concordante de una preceptiva establecida. El estallido de los
cánones, común a las otras disciplinas artísticas en todo el mundo occidental,
produjo en literatura la construcción de nuevos mundos narrativos que se
sacaron de encima el peso del romanticismo, del naturalismo, del positivismo,
del indigenismo, de las literaturas “sociales” o socialistas en general, para
abordar esa problemática, como en el caso de Rulfo o del gran Guimarães Rosa,
desde una perspectiva lingüística completamente diferente. Ya hace cincuenta
años que Octavio Paz puso en juego el concepto de “la tradición de la ruptura”
para comprender un fenómeno que, al igual que la dialéctica de Hegel, conserva
superando, o rompe en medio de una tradición. Lo que estuvo de moda, durante
unos pocos años, y que bastó para ejemplificar los rasgos del proceso cultural
y literario, fue el pos modernismo, que si bien ocurrió fundamentalmente en el
terreno de la filosofía y de las teorías políticas y sociales, fue al mismo
tiempo una contradictio in terminii, ya que desde el modernismo filosófico del
siglo XVII hasta el pos modernismo de finales del siglo XX, los sistemas
conceptuales están preparados para que se produzca en ellos una modificación y
corrección. Lo moderno presupone lo nuevo y aún hoy nos encontramos lidiando
con ese horizonte. Muchas de las experiencias literarias actuales no tienen
prácticamente nada que agregar a esa inmensa explosión de las vanguardias, que
ocurrió entre finales del siglo XIX y el primer tercio del siglo XX, en medio
de una diversidad que no tiene parangón en la historia cultural de Occidente,
salvo quizás el Renacimiento. Sin embargo, la cultura y la creación, en un
mundo dominado por las finanzas y la técnica, ha ingresado en un cono de
sombra.
FM | Los documentos esenciales de las vanguardias, ¿se han recuperado?, ¿es
posible tener acceso a ellos?
ME | No estoy autorizado para hablar ampliamente sobre este tema, pero las
ediciones facsimilares se han sucedido y existe una creciente digitalización
del material que va tornando mucho más accesible la consulta de estos
ejemplares.
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Escritura Conquistada – Poesía
Hispanoamericana reúne ensayos, entrevistas, encuestas y
prólogos de libros firmados por Floriano Martins, además de muestra parcial de
su correspondencia pasiva.
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Floriano Martins
ARC Edições | Agulha Revista de Cultura
Fortaleza CE Brasil 2021
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