HONDURAS
EN SU AMBIENTE POÉTICO
RS | La poesía indaga a la mutante realidad y su protagonista, en este caso
el ser humano, llámese poeta o no, envuelto en el tiempo y el espacio, dos
categorías de la materia.
FM | Roberto Armijo sitúa en un “ambiente poético todavía presionado por la
influencia de Neruda”, el momento en que surges con una poética donde se
muestra un “tenaz proceso de busca y depuración”. ¿Es posible evaluar
prejuicios en lo tocante a esa excesiva influencia de Neruda en la poesía
hispanoamericana? ¿Y cuáles habrían sido tus búsquedas estéticas en medio de
aquel ambiente poético?
RS | El poeta Roberto Armijo, fallecido en París y sepultado en su país de
origen (El Salvador), afirmó que el ambiente poético actual aún está presionado
por la influencia de Neruda. Tal presión se refiere a la catarata de poetas que
produjo la imitación servil de las fórmulas que utilizó Pablo Neruda,
especialmente en su libro 20 poemas de amor y una canción desesperada. Las
influencias en mí se pueden localizar en el escritor italiano Giovanni Papini,
en Franz Kafka, en Antonio Machado.
FM | Tu generación es la misma que la de Roque Dalton (El Salvador) y la de
Carlos Martínez Rivas (Nicaragua). ¿Qué coincidencias estéticas compartes con
estos poetas y cómo se relacionaban entre sí? ¿Conociste a ambos?
RS | No conocí personalmente a Roque Dalton. Conocí y me relacioné con
Carlos Martínez Rivas, poeta nacido en Guatemala y nacionalizado en la
República de Nicaragua. Que yo sepa, no existen coincidencias estéticas con los
eventos delineados por Dalton y Martínez Rivas.
FM | Incluyo entre tus contemporáneos al panameño José Guillermo Ros-Zanet.
Sin embargo, observo que no se acostumbra situar a Panamá como parte de América
Central. Roberto Armijo y Rigoberto Paredes, por ejemplo, cuando prepararon su
antología Poesía contemporánea de Centro América (1983), no hacen ni una sola
mención de aquel país, lo que me parece un grave error. Independientemente de
esto, es curioso observar que el panameño Rogelio Sinán esté entre los poetas
de esta parte del continente más atentos a las vanguardias literarias, tanto
por la publicación pionera de Onda como por la realización de una novela
fascinante como Isla mágica. Me gustaría mucho escuchar tu opinión a este
respecto.
RS | En efecto, Panamá pertenece fatalmente al istmo centroamericano. En la
actualidad, las relaciones políticas, económicas, sociales y culturales nos
demuestran que, en Panamá, el pueblo y los artistas se integran al viejo sueño
de Francisco Morazán de la unidad ístmica. Rogelio Sinán inició con su libro
Onda la vanguardia poética panameña. Esto es un hecho aceptado por nativos y
extranjeros. Sinán es la figura revolucionario de la literatura panameña.
FM | En otra ocasión dijiste que Honduras es un país de poetas. Observo allí
una mayoría abrumadora de voces masculinas, y me parece que Clementina Suárez
es una voz femenina prácticamente sola dentro de esa tradición poética. Roberto
Armijo destaca “su interés por incorporar a su poesía elementos de la realidad
social hondureña”, y compara su importancia con la de la costarricense Eunice
Odio. Esta poeta, sin embargo, pertenece a la misma generación de otra mujer,
la salvadoreña Claribel Alegría, y tal vez con ella cupiese mejor comparación.
Ambas son mucho más jóvenes que Clementina. En términos estéticos, ¿como
analizarías la contribución de las tres?
RS | Honduras forma parte importante del territorio poético centroamericano.
La mayoría de sus voces es masculina. Clementina Suárez constituyó una
excepción. Por otro lado, esa poeta fue asesinada en 1991. El asesino todavía
está suelto. Armijo destaca en su novela El asma de Leviatán algunos elementos
de origen hondureño, ya que su padre nació en Honduras y conoció de cerca los
acontecimientos históricos de este país. Eunico Odio, de nacionalidad
costarricense, no pertenece a la misma generación de Claribel Alegría, poeta
nicaragüense que se autoconsidera salvadoreña. Efectivamente, nacieron después
de Clementina Suárez, quien nació a principios del siglo pasado. Clementina
Suárez, Eunice Odio y Claribel Alegría enfocan la realidad centroamericana a
partir de ópticas distintas. Todas ellas impulsadas por sus respectivas
realidades, si bien comparten el testimonio, la denuncia y una común ideología
política propia de su tiempo y su circunstancia.
FM | Me gustaría recordar aquí dos momentos de una entrevista mía con Pablo
Antonio Cuadra. En el primero de ellos, conversamos sobre las relaciones entre
revolución y poesía, y me dijo lo siguiente: “nuestra revolución se pudo hacer
porque iba adelante abriéndole camino una poesía y un canto. Luego la
revolución fue desviada alevosamente: de tales desvíos anti-poéticos está llena
la prosa de la historia.” En una entrevista tuya a María Antonia Martínez de
Fuentes, declaras que “la literatura no hace revoluciones y si las hace es
precisamente en el campo literario, pero es coadyuvante de pronto, incluso de
lejos, dentro de una reestructuración social”. Pienso también en el grupo
guatemalteco Saker-ti. Dentro de ese enfoque de relaciones posibles entre
poesía y revolución, ¿cómo buscar paralelos entre Honduras y Nicaragua?
RS | Pienso que la literatura no hace revoluciones armadas. Pablo Antonio
Cuadra jamás aceptó comprometerse, ni política ni literariamente, con las
consecuencias culturales de la revolución sandinista. No existe paralelismo
algún entre poesía y revolución, referido a Honduras y Nicaragua. La mayor
parte de los enfoques políticos y literarios hechos en Honduras se reduce al
testimonio y al ataque contra figuras dictatoriales y corruptas, de orden
nacional e internacional. En Nicaragua, la poesía exteriorista, encabeza y
propuesta por Ernesto Cardenal, reflejó una cerrada defensa de los principios
que sustentaron los gobernantes nicaragüenses (los nueve comandantes del FSLN).
FM | Un segundo momento de mi entrevista con Cuadra trata de Rubén Darío. Se
observa que Darío, al mismo tiempo en que se situaba como “el último gran
renacentista americano”, era el responsable de colocar “una carga de dinamita
de ‘estética acrática’ –de rebelión contra la anquilosis mental, contra el
cliché verbal y el ‘molde único’–, carga que revienta el dique y abre nuevas
libertades: la inundación de todas las culturas y de todos los cánones de
belleza”, según Cuadra. Entre tus lecturas preferidas, mencionas a Kafka,
Wilde, Vallejo, Machado, Borges. Y en ningún momento te refieres a Darío. Me
gustaría entonces conocer tus consideraciones acerca de la importancia de este
poeta.
RS | Rubén Darío, sin duda, abrió la primera gran puerta por la cual entró
una de las revoluciones literarias más importantes de la literatura
iberoamericana. Cantos de vida y esperanza es el texto fundamental de la
poética centroamericana. En mis primeras lecturas están los poemas de Rubén
Darío, entre otros “Sonatina”, “La marcha triunfal”, “Los motivos del lobo” y
“Divagación”, que dice así:
¿Los amores exóticos acaso…?
Como rosa de oriente me fascinas:
me deleitan la seda, el oro, el raso.
Gautier adoraba a las princesas chinas.
[…]
¡Oh bello amor de mil genuflexiones:
torres de kaolín, pies imposibles,
tazas de té, tortugas y dragones,
y verdes arrozales apacibles!
[…]
Ámame en chino, en el sonoro chino
de Li-Tai-Pe. Yo igualaré a los sabios
poetas que interpretan el destino;
madrigalizaré juntos a tus labios.
[…]
Diré que eres más bella que la Luna;
que el tesoro del cielo es menos rico
que el tesoro de vela la importuna
caricia de marfil de tu abanico
FM | Recientemente estuve con Ernesto Cardenal y él me hablaba de una
instancia mito-poética, la relación directa de poeta con su espacio ambiental,
algo esencial para la poesía en cualquier lugar del mundo. Tú mismo te declaras
“plenamente identificado con la sociedad hondureña”. Cardenal comentaba una
mala influencia del Surrealismo, cuya presencia en la América hispana habría
bloqueado esa relación mito-poética. Particularmente no creo en esto, y veo que
hay una pulsación inestimable en aspectos estéticos que aproximan el
Surrealismo a la Beat Generation (y se podría decir en Pound o en las
improvisaciones jazzísticas), que atienden a la importancia de esa
identificación intrínseca con lo particular y lo social. ¿Qué piensas sobre
esto?
RS | No creo que la poesía, el acto creador, pueda llegar a ser bloqueada
por nada ni por nadie. La realidad, observada o meditada, es susceptible de ser
poetizada: desde un ratón hasta una niña de cinco años revolviendo un basural;
existen numerosos ejemplos registrados a lo largo del quehacer poético mundial.
Los límites únicamente son levantados por la presunción y la ceguera. Si me
declaro plenamente identificado con la sociedad hondureña es por la simple
razón de que mi visión del mundo parte de este territorio. Por otro lado, las
técnicas prestadas o asimiladas del Surrealismo o a la generación Beat o de
Pound, no son más que factores técnicos al servicio de la búsqueda de la
realidad expresada en términos artísticos, válidos, trascendentes.
FM | Has dicho que “el instinto es un elemento absolutamente válido para
poder entender mejor las relaciones de la realidad artesificada con lo que
tienes enfrente”. Como sé que eres un poeta profundamente apasionado por la
lectura, no creo que sea de todo impertinente preguntar cómo observas la
relación entre instinto y creación poética en los últimos tiempos.
RS | He afirmado que el instinto es un elemento absolutamente válido para
entender la realidad artesificada. Esto, porque ningún reflejo animal posee la
rapidez del instinto. Su equivalente modificado es la intuición, en íntima
relación con el ángel. Hablo del poeta como ángel. La poesía de los últimos
tiempos tiende a desangelarse.
FM | Por último, recurro una vez más a una declaración tuya: “Creo que este
país no tiene esperanza”. ¿En qué exactamente radica la falta de esperanza de
un país? Los brasileños, por ejemplo, jamás conseguimos percibir al Brasil como
una nación, como una entidad de cualquier orden. Encarnas a Honduras como si tú
mismo fueses Honduras, lo que raramente un brasileño expresaría. ¿Quién no
tiene esperaza? ¿Honduras o Roberto Sosa?
RS | Sostengo que mi país no tiene esperanza. Lo he dicho engrosa y en
verso, de hecho y de palabra. Ni Honduras ni yo tenemos esperanza. Este
vergonzoso esquema sociopolítico y cultural se basa en que Honduras no es una
nación con identidad; depende política y económicamente de la nación más
poderosa de la Tierra. Inclusive está ocupada militarmente por tiempo
indefinido.
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Escritura Conquistada – Poesía
Hispanoamericana reúne ensayos, entrevistas, encuestas y
prólogos de libros firmados por Floriano Martins, además de muestra parcial de
su correspondencia pasiva.
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Floriano Martins
ARC Edições | Agulha Revista de Cultura
Fortaleza CE Brasil 2021
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