quarta-feira, 30 de dezembro de 2020

CONEXÃO HISPÂNICA | Vladimir Amaya

MANUEL RAMOS DOCENTE | La carcajada de los dioses o la comedia de Vladimir Amaya

 


Hace ruido mi carromato cuando pasa por tu casa.

Llevo cielos para hombres borrachos,

arco iris para sus mujeres que duermen desnudas entre espinas.

 

Soy yo, payaso bien vestido, replica de su chiste mal contado;

domador proscrito de fangos carnívoros;

contorsionista en llamas atascado en las cañerías.

 

Cruje mi sangre desde el dolor de la esfera

(esfera la mía solo para ver el pasado).

 

Súbete a mi carromato de música triste y fraude de colores:

espectáculo de calamidades

y multitud reunida apuñalándose en las butacas.

 

Así empieza la función de este libro. Versos que nos anuncian el entretenimiento de nuestros días en debacle.

Vladimir Amaya es una de las voces más versátiles de la poesía salvadoreña más reciente. Sus poemarios son un cuidadoso registro de las más variadas emociones, de las distintas miradas que, como poeta, busca para llegar a la médula del mundo. Amaya es de los poetas que explora tonos, matices, no está conforme con un solo modo; averigua, indaga y extrae de la vida las voces que forman la existencia misma. La naturalidad, el rigor, su esencia como sello personal son los ingredientes finales para su trabajo.

En esa dinámica, ya son nueve poemarios los que conforman su universo creativo y personal: Los ángeles anémicos (2010), Agua inhóspita (2010), La ceremonia de estar solo (2013), El entierro de todas las novias (2013), Tufo (2014), Fin de Hombre (2016), La princesa de los ahorcados y otras creaturas aéreas (2015), Este quemarse de sangres entre lágrimas y excrementos (2017) y Sentado al revés (2019).

Para este 2020, Amaya regresa con una nueva placa lírica bajo el brazo: Pura guasa, el poemario número “nueve y medio”, como aclara su autor para señalar desde ahí que estamos ante algo “extraño” dentro del “Vladiverso” de su poesía.

La voz literaria que se presenta en este libro difiere a otras que el autor ha construido: en esta ocasión el sujeto lírico es chocarrero, sarcástico sin algún motivo ni aparente causa, que toma su propio desencanto, su propio nihilismo como otro chiste más. La desvergüenza parece ser natural en este mundo absurdo que es “Pura guasa”, y la voz una construcción de todo el sinsentido y vicios que parecen regirnos en la vida.

El libro se divide en once partes: “Agencia de distracción y divertimento “Tespis” S.A de C.V”, “Demasiado serio”, “Receta loca de la patria”, “La feria de los infelices”, “La venganza del novio punk”, “El pésimo invitado”, “El chiste se cuenta solo”, “Disfrazado de persona”, “Sea alegre, así puede ser serio”, “Cuentos del Ayuwoki” y “El payaso de la clase ha muerto”.

Variadas en temáticas y estilos, dichas partes están deliberadamente desiguales, algunas secciones constan de dos poemas, otras de cinco, e incluso, hay apartados con tan solo un poema. Desde el título de las partes y desde el nombre mismo del poemario, el lector puede intuir el sentido del humor y desenfado que imperarán en toda la obra.

Efectivamente, Pura guasa es un libro carnaval, monstruo irónico y sarcástico. La mofa, la guasa pura sobre la vida, sobre los males sociales, sobre los vicios culturales, incluso las emergencias sanitarias y sus respectivas cuarentanas desfilan de una manera grotesca, cómica y desfachatada por sus páginas. Los distintos niveles de humor que el poeta distribuye en su obra logran que el libro no canse. Y es que tratar temas “poco entrañables” y de “imaginarios reducidos”, siempre ha sido una trampa mortal para los poetas, pero en este caso, “la guasa” de Amaya sale bien librada.

Humor blanco, humor negro, ironías bien planteadas, bromas con referencias culturales e históricas bien digeridas, hacen de las situaciones jocosas una profunda radiografía que el lector entenderá de manera apabullante porque se verá reflejado.

“Pura guasa” tiene su fuente directa en la antipoesía, a la cual Amaya tributa de la mejor manera: en ningún momento caen en lo fácil ni en el desparpajo gratuito (timos de siempre para los que quieren adentrarse en esa estética), como Nicanor, Amaya sabe que sin inteligencia el chiste no prende. Y en esa dirección, el libro también usa muchos otros recursos relacionados con el lenguaje coloquial, giros y expresiones prosaicas con un deliberado exteriorismo sobre la cultura pop y tópicos de la era digital, todo fijado en una extraña combinación (pero no imposible) entre lirismo y sátira. Cabe señalar, que a nivel formal hay un acercamiento bastante notorio con la narrativa, por el elemento anecdótico que se presenta en varios momentos.

En otro orden, este libro puede ser uno de los pocos poemarios que son críticos con el mundillo literario salvadoreño, desde el mundo literario mismo y hacerlo bien. Los poemas a los que me refiero están en la parte titulada “El chiste se cuenta solo”. Nombre tan propicio por un autor como Amaya que sabe, por fundamento, que “poesía sobre poesía y poetas” siempre será nefasta y mal hecha, pero he aquí el punto de inflexión: los poemas de esta sección por su naturalidad, por su alto grado en el manejo de la tensión, por no perder la tónica del resto del poemario nos da una visión más fresca y caricaturesca del asunto. De mención especial son los poemas: “En el asqueroso tiempo de los cariñositos” y “Ahí vienen los poetas”.

Otra sección destacable es la denominada “Receta loca de la patria”, y debo admitirlo, es una mis partes favoritas. Aquí reina el humor negro, es la violencia nacional llevada a la dolorosa hilaridad. Un claro ejemplo es el poema “Dicen que llegaron…” (Que aborda el tema de la “confusa” muerte del hipopótamo “Gustavito” en el Zoológico Nacional), este texto llega a ser una dialéctica lúcida sobre nuestras distintas formas de violencia y odio sin sentido. Los textos que conforman esta parte nos ponen en el dilema de no saber si reír o llorar, o linchar a su autor de una vez por todas, porque nos desnuda ante lo que somos en tan cruda realidad.

De esto hay una curiosa anécdota: Cierta noche en un recital, Amaya dio lectura al poema “Disculpe, pero no se aceptan cambios ni devoluciones” (incluido en Pura guasa), al finalizarlo, hubo asistentes que se levantaron indignados y se fueron. Es un poema muy delicado, pero sin duda, uno de los mejores del libro. Su baluarte reside en que nos muestra una patria violenta, asesina y consumista, todo por el camino del humor negro, y ese tipo de humor no es para todos.

El elemento histórico también se vuelve humorístico en el disparatado poema “En la vieja historia”, donde el poeta retrata la idiosincrasia del salvadoreño común y corriente con un trasfondo prehispánico. Las referencias toponímicas y cosmogónicas no faltan, lo que agudiza el humor. El poema “Lo que me dijo un anciano en el bús” toca fibras sensibles, es tan crudo que hay momentos que no puede tolerarse; su forma prosaica hace más real su asunto, y qué decir de su final: toda una sorpresa.

Otro poema destacable de esta sección es “Receta para una sopa instantánea nacional”, donde el autor retrata de manera irónica la realidad de muchos países latinoamericanos que han tenido la desdicha de vivir bajo dictaduras y dinastías funestas. En el texto esto es llevado a la exageración y al burdo, para causar ese efecto cómico, chocante y reflexivo.

En general, Vladimir Amaya hace desfilar en este libro a los más extravagantes personajes, desde amigos invisibles, viajeros del futuro, hasta típicos antihéroes que recuerdan mucho a los de los cuadros de costumbre: “el profesor borracho”, “el párroco local”, “el político embustero”, y añade otros más actuales, incluso “memes” y agrega a otros como “El duende”, sacado directamente de la mitología popular y actualizado para nuestros días.

Para cerrar el libro nos encontramos con el texto “La carcajada de los dioses”, una cáustica escena que retrata la brutal y triste naturaleza del hombre actual. Sin duda, no hay mejor final para un libro como este, en donde la lección es que hasta los dioses se ríen… de nosotros.

Para el filósofo griego Platón, lo cómico produce un sentimiento híbrido en el alma, en el que se mezclan el placer y el dolor. “Pura guasa” es ese circo donde todos somos la triste y absurda función. No obstante, y quizás sin proponérselo, el libro también nos deja una bella admonición: nos recuerda que el hombre no puede avanzar si no tiene la capacidad de reírse de sí mismo, y augurarse así un mejor futuro, que es en sí la esencia de una vida que se toma en serio.

 


§§§§§

 


 


 





 


 


 





 


 


 




 


 

§ Conexão Hispânica §

Curadoria & design: Floriano Martins

ARC Edições | Agulha Revista de Cultura

Fortaleza CE Brasil 2021



 

  

 

CONEXÃO HISPÂNICA | Roque Dalton

RAFAEL LARA-MARTINEZ | Roque Dalton y el legado náhuat-pipil

 


0. Poética

Existen dos modos distintos de pensamiento científico — el determinismo global e integral, ajustado a la percepción y a la imaginación; la distinción de niveles, desplazada de la intuición sensible. La vigencia del pensamiento salvaje exige que la lengua sea habla; la lingüística, poética.

 

0.I. De Aristóteles…

De la antigüedad clásica al presente, existe una disputa por apropiarse de los hechos. La pugna más obvia la refiere la distinción entre historia y ficción. Aristóteles establece la oposición entre la historia y la poética; André Breton acuña el término “azar objetivo”. Revela la co-existencia de dos ámbitos sin vínculo inmediato. Los contemporáneos que se ignoran jamás escriben historia, sólo transcriben “ficciones” borgeanas en epigrama.

Lo simple piensa el choque del divorcio perenne entre el hecho y la ficción. Ambos se contraponen en su cenit y nadir —mediodía y medianoche— sin atardecer ni amanecer que los engarce en círculo complementario y cambiante. Esta perspectiva ingenua la precede el contraste de lo particular y lo general. Las dos disciplinas usan palabras, pero las orientan hacia un sentido diverso.

El historiador se sirve del lenguaje para remitir a un hecho específico en el pasado. En cambio, la poeta es la servidora del lenguaje al referir lo colectivo. “RLM comió pupusas de queso ayer” contrasta con “el salvadoreño come pupusas de queso”, como la historia se opone a la poética. El pasado de lo personal difiere de lo universal.

Se trata de un problema espinoso, ya que toda palabra es un Aleph borgeano. Marca un punto donde se observa el infinito. La palabra “mango” son todas las frutas de ayer, hoy y mañana que pertenecen al mismo género: un número incalculable. “El mango es delicioso” asegura la poética abstracta al presuponer: “los mangos inexistentes —pasados (podridos) y futuros— son exquisitos”. La historia lo vuelve hecho concreto al afirmar “el mango está delicioso”, en el instante en el cual me lo como.

Sólo el paso de la historia a la ficción —del hecho concreto a su generalización— hace posible instituir reglas universales, valores éticos y bosquejos hacia el futuro. Lo difícil del límite lo complica la búsqueda creativa de leyes, significaciones e ideales más allá de verificar hechos. En un sentido estricto, esta generalización se llamaría poética, ya que elude el suceso concreto al proyectar mundos imaginarios por venir.

 

0.II. …A Breton

A esta primera correlación de los opuestos, Breton añade una idea adicional. El enfoque en lo específico separa ámbitos precisos por la necesidad del análisis. Sólo Mafalda mezclaría la geometría del pentágono con la política estadounidense. Tal sería un enlace desquiciado —falta de goznes científicos a la hora del pensar.

No obstante, esta exigencia descabellada la desarrolla el surrealismo, así como la propone Carl Jung bajo el concepto de sincronicidad y Claude Lévi-Strauss, bajo la noción de magia o “ciencia de lo concreto”. Dos acontecimientos que ocurren en el mismo Espacio-Tiempo no se conectan por casualidad. Los vincula un principio magnético ignorado. “El proceder poético lo indaga la coincidencia de hechos en serie que se consideran independientes” (Breton). La paráfrasis siguiente verifica cómo un proceder puramente. literario explica la manera en que la antropología entiende la magia en su explicación de lo Real.

"Existen dos modos distintos de pensamiento científico — el determinismo global e integral, ajustado a la percepción y a la imaginación; la distinción de niveles, desplazada de la intuición sensible. La vigencia del pensamiento salvaje exige que la lengua sea habla; la lingüística, poética". Por ello, mientras los estudios culturales ignoran la mito-poética y la filosofía náhuat testimonial (-i:x-pan; -i:x-mati), la lingüística tiende hacia un nivel distinto del análisis. Hasta el siglo XIX, no existe una correlación entre la filosofía y la literatura en castellano y los estudios de las lenguas indígenas. Las ciencias sociales —los estudios culturales— niegan la existencia de toda correlación entre ambos dominios, esto es, la literatura nacional castellano-céntrica y las lenguas indígenas.

 

0.III. Poética, creatividad y coincidencia

De esta doble definición de la poética —lo general y la co-incidencia— se deducen dos corolarios. En primer lugar, ni la poética la monopolizan las poetas, ni la historia les pertenece a los historiadores. La poética funda el acto de habla creativo (Yo-Tú), así como la experiencia cimienta el testimonio (-ix-pan; -ix-mati). El monopolio estricto nunca sucederá, salvo durante esa etapa de acumulación que predice el milenarismo materialista.

El acaparar una esfera de pensamiento equivaldría a esa última época del capitalismo que vaticina la irremediable llegada del socialismo. Eso dicen los ortodoxos leninistas. Dudoso de ese vaticinio mesiánico del ayer, la historia y la poética jamás la privatizan la academia ni los letrados. Fluyen libres como el aire. Cimientan la vivencia misma de los hechos y su deposición en lengua oral o escrita. La más mínima anécdota narra hechos vividos —a efectos narrativos a dilatar— como todo niño sabe que el sonido posee varios sentidos en la audiencia: “si no nada (nothing/you-(s)he swims) se ahoga”.

En segundo lugar, la poética acopla ámbitos que el saber científico escinde en estantes autónomos, pese a ser contemporáneos. El análisis estricto de cada sección lo reemplaza la síntesis de las partes, integradas en un cuerpo común. El examen es la ciencia —natural o social— el compendio, la poética. El primero lo encierra la historia —en el sentido académico rígido— la segunda se extiende hacia la poética, en el sentido amplio de incluir el habla misma y el testimonio de lo vivido. Antes de instituir la poesía, la poética implica la facultad humana de crear un discurso que ninguna gramática anticipa de antemano.

Enfocada de un ángulo diverso, la dicotomía historia-poética la recorta la idea de “mimesis” (Eric Auerbach, “Mimesis”, 1942). “El arte/la épica (tekhne; epopoiia) […] imita (mimesis; rythmw) tan solo por medio del lenguaje/palabras (Logois)” (Aristóteles, “Poética”). Sin calco directo, la imitación de la palabra textual deslinda dos estilos contiguos que influyen “la representación de la realidad” en Occidente. La épica de Homero contrasta con el relato de La Biblia. “Lo visible y palpable en un espacio-tiempo concreto” difiere de personajes orientados “por un valor moral absoluto”, sin presente. El destino fijo y legendario griego alterna con la “Verdad tiránica”, cuya “construcción histórica universal” engloba toda vida humana particular. Las simples biografías —entrecortadas en sus motivos diarios— las suplanta el designio divino. Su plan único apunta hacia la realización futura.

Obviamente, no existe una correspondencia inmediata de la oposición historia-poética a la disparidad de género entre Homero y La Biblia. Empero, las maneras en que se ajustan ambos pares daría pauta a serias interrogaciones. Hay que preguntarse por qué razón el presunto realismo de la historia lineal se acopla a odiseas del eterno retorno y a milenarismos universales del cambio.

Al no someterse a su proyecto único, “la verdad histórica” acusa de “rebelde” la duda anti-realista de la ficción. A imagen de “la historiografía antigua” —“pop music”, rap, jazz, cumbia, trova, etc. actual— todo estilo impone una “retórica” cuyos filtros depuran “la conciencia histórica” de la época. La regla estilística estipula “la imitación” convencional “de la realidad”. El realismo no lo comprueba el rigor exclusivo del ensayo. Deriva de los múltiples enlaces que un texto mantiene con las más variadas interpretaciones. Sólo la narrativa refleja los múltiples registros de la lengua —jerarquizados siempre— los cuales calcan del habla popular a las altas esferas.

En sus lecturas agudas, a Uds. les corresponde cuestionar esos enlaces complejos entre “la representación de la realidad” y los estilos acostumbrados, a veces tan monolíticos como el ensayo. En un mundo anti-Matisse, el ensayo académico rectilíneo aplaza el cubismo rulfeano, el diálogo platónico, el relato filosófico borgeano, y otros estilos alternativos como la “representación pluripersonal” de los hechos en testimonios contradictorios. “El nombre de la rosa” sustituye la flor.

 

I. Fratricidio

xi-nech-ilwiti […] ka:n naka-k ne i-uh-u:mi-yu, “Enseñame dónde quedó los huesos / la osamenta”. “Los Hucacaneros” (Santo Domingo de Guzmán, junio de 1975), recolectado por Lyle Campbell.

Hay que situarse en El Salvador hacia mediados de 1975 para com-prender una discordancia. La historia política y cultural elimina la conexión entre dos hechos contemporáneos. El azar objetivo del (des)encuentro es asunto de la poética. Asimismo, a una mito-poética del réquiem le concierne exigir “enseñama dónde quedó la osamenta”. Por lógica de exposición, se transcurre de lo conocido —el juicio sumario contra de Roque Dalton— a lo acallado: el legado náhuat-pipil. Al aplicar el axioma surrealista del azar objetivo, este ensayo confirma la permanencia del mito náhuat en los estudios culturales, la cual la refrenda el recuerdo familiar. En el inconsciente amoroso y filial, la razón exige emprender la misma búsqueda que "Los Huracaneros" realizan el año del fratricidio: "mientras el cadáver de mi padre no aparezca, está desaparecido" (Juan José Dalton, EDH, 18 de octubre de 2020). Como la piedra y la semilla, la mito-poética náhuat dictamina que la osamenta exhibe la materia dura que sustenta el archivo documental de la memoria.

 

*****

 

Todo el mundo recuerda los trágicos sucesos de mayo, el asesinato del poeta. Mientras el ámbito indígena apenas comienza a rescatarlo la actualidad. Por ello, esta sección describe un breve fragmento del litigio contra el poeta; la siguiente, la recolección de la mito-poética náhuat-pipil. La secuencia lineal la asigna la lengua misma.

Pero no relega la “interpretación figural” de “dos acontecimientos” —poesía mestiza y mito-poética náhuat-pipil— y dos “personas” —Roque Dalton y Lyle Campbell simultáneas (Auerbach). Íntimamente, se ligan en su “conexión espiritual” a una misma identidad en sólida permanencia de “hueso”. El azar objetivo del desencuentro los vincula en un doble enlace. Viven como contemporáneos que se ignoran; perduran como pilares desdeñados de una nación a varios patrimonios en sinfonía. Son vasos comunicantes sin diálogo continuo.

“El Estado Mayor del Ejército Revolucionario del Pueblo” se declara “victorioso de uno de los ataques más peligrosos que lanza la tiranía y el imperialismo”. Para el análisis actual, importa juzgar la mentira que encubre el crimen como proceder de un grupo en un época. Existen otros juicios —simultáneos y posteriores— que discrepan radicalmente con la perspectiva actual. Sean verdades comprobadas, falsedades o fábulas, explican el proceder de un período revocado pese a las objeciones actuales.

Dalton figura como “pequeño-burgués” —cual sus lectores—, “intelectualista […] alejado de las bases”, “lenguaje falso”, “no se sabía quien lo había asesinado”. Sólo “Funes el olvidadizo” emprendería la búsqueda de una continuidad del pasado al presente. Verbo irregular, la historiografía conjuga lo adverso: la recomendación en progresivo. La reserva crítica sólo existe en pretérito. Esta disparidad entre el pasado y el presente la confirman ejemplos clásicos a desglosar.

En efecto, casi nadie juzgaría en Venus a una Diosa. Tampoco la adorarían en dualidad matutina, Nextamallani, y vespertina, Xolotl, según la tradición mexica: Nishtamalini y Xulut/Shulut (¿olvidado en el Cadejo?) en náhuat-pipil. Casi nadie imaginaría que la molendera y tortillera matutina —rectora del ciclo alimenticio y de la siembra— se convertiría en perro y paje guía de las almas hacia el inframundo, rector del ciclo de vida y de la cosecha. Los juicios que hoy se consideran fábulas expresan creencias comunes al explicar comportamientos sociales antiguos, tal cual los criterios ante-citados contra Dalton. Las mentiras o falsas acusaciones son hechos históricos, cuya consecuencia hoy se llama "crimen de lesa humanidad".

Acaso la misma objeción actual la suscitaría declarar “la democracia se da […] cuando el poder está en las manos de aquellos que apenas poseen nada, antes son pobres” (Aristóteles, “Política”), por lo que “es necesario […] la escasez de riqueza”. O resulta “cuando la soberanía la tienen los hombres libres” que deciden “por voto, por suerte”. Aún más polémico sería aclarar que “el hombre libre [¿el democrático?] gobierna al esclavo, el hombre gobierna a la mujer y el padre gobierna a los hijos”, ya que “las distintas partes del alma […] las poseen de distinta manera”. A menudo existe un profundo desfase entre los juicios originales de un hecho y sus evaluaciones venideras, pese al ideal de reciclar la “guerra/lucha de clases”.

En el futuro, las certezas presentes las calificará la misma incertidumbre. Por el carácter humano de la creencia —hecha palabra— la poética envuelve la historia. La documentación primaria —sea tendenciosa— antecede cualquier veredicto serio del presente. Los hechos los transmiten las palabras; a su realidad difunta se accede por testimonios orales y escritos, sin requisito vivencial. A exigencia pluripersonal, los recortes antes citados entonan la disonancia entre la verdad de la guerra —“la única organización pura […] es la guerrilla”— y la certeza de la paz: “lo único puro […] es la poesía” (Dalton, “Taberna y otros lugares”, 1969). Vecina del “lenguaje hablado” (Octavio Paz, “El arco y la lira”, 1967), la poesía es la “osamenta” del idioma.

 

*****

 

Se llamará “fratricidio” al crimen primordial de Dalton. Lo explica una tesis freudiana olvidada que recorta la obra del autor de “Tótem y tabú (1913) a “Moisés y el monoteísmo” (1939). El asesinato del “padre fundador” —Dalton en sentido intelectual— inaugura una época de honda reflexión poética. La creatividad indaga la verdadera identidad del grupo. Así lo demuestran los múltiples escritos que proliferan en la pos-guerra, de 1992 al presente. El lapso dibuja una línea quebrada sin continuidad manifiesta.

De resumirlo en un tríptico, el desliz de significados oscila según el transcurso de la historia. “¡Revolución o muerte!” à “¡Muerte de Dalton en la Revolución!” à “¡Ni revolución ni muerte!” o “¡Re-volución sin muerte!”. Este ciclo (re-) reflexivo aún no concluye en una síntesis. El archivo original del poeta se halla disperso. Lo oculta el desdén; quizás lo disimulan el remordimiento y la culpabilidad. No lo sé. Empero, las publicaciones de la “Poesía completa”, antologías, la faltante “Prosa y ensayos completos”, jamás suplirán el vacío de la documentación faltante. Disfrazado de elogio, el expediente original vuela hacia el olvido.

A este respecto, contrasta la prontitud del archivo de Gabriel García Márquez (1927-2014) —disponible en la Universidad de Texas-Austin— con la ausencia del archivo de Dalton en El Salvador. Sin metáfora alguna, es más fácil encontrar un expediente sistematizado en la Biblioteca de Comala, que en su país de origen. Quizás esta flagrante omisión señale el temor de la memoria histórica por sopesar la huella del recuerdo. Según la clásica secuencia derridiana —huella - memoria ≠ recuerdo - archivo— la inexistencia de un archivo denota la necesidad de borrar ciertas huellas.

Hecha palabra presente, la memoria difiere del archivo de la época, también dichos de la lengua. Ambas cañadas divagan por cauces remotos, a veces sin intersección. Sin embargo, la restitución del registro original responderá al doble sentido de la exigencia de “Los Huracaneros”. “Enseñame dónde quedó la osamenta” refiere el significado literal —“ka:n nemi ne plumas; dónde está el plumaje”: el cuerpo difunto. Asimismo, el difrasismo alegórico —“plumaje y osamenta”— exhorta restaurar la documentación primaria en el olvido: la permanencia ósea.

En conclusión, deuda con un crimen primordial, la historia todavía no salda su obligación pendiente. No cataloga el archivo completo del escritor. Menos aún, recuerda que la tragedia del asesinato co-incide con un acto creativo que recolecta el legado narrativo náhuat-pipil. A este segundo olvido —débito histórico con una tradición— lo llamaré lengüicidio o, en griego, glotofagia. Certifica un castellano-centrismo —más recalcitrante que el de España. A esta institución literaria del desdén también contribuye el recuerdo. Según un refrán en prosa, “siempre se mantiene un olvido al realzar la memoria”.

 

II. Lengüicidio

Mientras se entreteje la trama de falsas acusaciones, un acto creativo ignorado inclina la balanza hacia la justicia. El lingüista estadounidense Lyle Campbell merodea por los pueblos del Occidente salvadoreño. Establece contacto con los nahua-hablantes. Realiza un serio trabajo de campo, mientras los disparos letales resuenan como truenos de lluvia destructiva cercana. El granizo alterna con el abono. Entre el deshacer del olvido y el hacer del recuerdo.

En mayo y junio, su lápiz fulgura la segunda obra magna del náhuat-pipil del siglo XX. Luego del alemán Leonhard Schultze-Jena (1930-1935), la recolección certifica la vigencia de la mito-poética en el canon literario salvadoreño. Los relatos “Los Huracaneros”, “El Arco” y “La Siguanaba” datan de junio y julio de 1975. Tinta roja al margen anota errores, correcciones, futuras enmiendas al réquiem sordo que apenas escucha. Emergen rostros mito-poéticos marginados: Los Huracaneros, Alvolario.

En firma invisible, las narraciones legalizan que el tornasol supera las armas. Los contemporáneos ignoran ese legado. Fluye sin cuenca común a sus designios políticos. Lo náhuat-pipil y la gesta social discurren por vertientes paralelas. Afines se reúnen en el infinito, es decir, en la Muerte. La cita converge en el deceso de una identidad nacional sin custodia de lo dual. Tal con-junción deduce la rima terminal de ambos actos: fratricidio y lengüicidio.

Acaso nombra el suicidio de la consciencia cultural en su doble afluente: urbana y rural; mestiza e indígena. El convenio del (des)encuentro iniciaría el ideal poético de la historia: estar-ahí junto a los muertos. Se llama “Juan Preciado”, quien se queda dormido y sueña el futuro al lado de los muertos. Lo recubre el pretérito revocado. Al medio de la identidad se sitúa la Muerte —que la vigila (i:x-pelua). La semilla/ojo (-i:x) en el fruto, espera el renacimiento.

La guerra reitera el olvido necesario al recordar. La obra de Campbell la destierra a los Países Bajos, en inglés y náhuat-pipil (1985), como la de Dalton emigra fragmentada hacia otros países. Entretanto, los estudios culturales florecen en el extranjero. Empero desdeñan un concepto náhuat-pipil clave. Sus mismas investigaciones lo proclaman esencial. Para entender el conflicto en el istmo centroamericano, se exige transcribir la versión oral de los hechos vividos. Sólo en español; English only.

Se trata del testimonio, precedente poético de la historia académica. La experiencia visual (-i:xpan; -i:xmati, de –i:x, “ojo”) de un evento no la privatiza el monolingüismo literario salvadoreño. Certifica una idea singular de historia náhuat-pipil. La óptica (-i:x) salvaguarda la vivencia comunal, antes de todo escrutinio. El co-nocer —co(n)- = with; Mitsein— precede el saber documental y abstracto. Asimismo, la creencia (-yu:l-mati) certifica que el relato de ese testimonio visual es verdadero. Empero, el rédito político de la época reniega de ese legado ancestral, intraducible a la inmediatez de su utopía.

Además de la noción de testimonio, otros conceptos mestizos claves adquieren un sesgo inédito. El temor y el miedo —su derrota legendaria— los encarnan figuras nocturnas. Es necesario confrontarlas para sobrevivir. Sean la calavera (-Tzun-Tekumat, “la Punta del Tecomate”), la Sihuanaba y el Cipitío, estos espectros se dotan de rasgos distintivos a la tradición castellano-mestiza. Ni la mujer seduce y atonta al hombre libidinoso, ni el niño se inviste de Cupido que arroja pétalos a las casaderas. En cambio, en trinidad con la Calaca, evocan lo Real de la Enfermedad y de la Muerte, esto es, el envés nocturno de la vida humana en su triunfo asoleado. Ambos polos giran en re-volución perenne alrededor del mismo astro en alimento.

El alimento verifica la guerra cotidiana. La batalla diaria presupone el crimen primordial. Un cadáver —vegetal o animal— se ingiere luego en aderezo. Si califica en fratricidio —cual la guerra civil de los ochenta— este nombre lo justifica reconocer la semejanza. Lo natural es lo propio a lo humano, no lo distinto ni distante. Tampoco lo inferior en sus cualidades químicas y biológicas. Exhibe el atributo corporal y anímico que sustenta lo humano. El notario de los Huracaneros rubrica la equivalencia entre lo animal y el ánima. La carne (nakat, meat) de pavo destila el sabor de la carnalidad (-nakayu, flesh) de su compañera desaparecida. Su memoria pervive entre huesos y plumas.

Delicadeza del ensueño. La mordida paladea el guiso. Al dormir le re-muerde el vientre en desquite recíproco. Acaso, por esa vivencia, se ingresa a la abertura (-ten) de “esa muerte” (-miki) “de cada noche, que se llama sueño” (-(i:x)-te(n)-miki). Nada resulta más sorprendente que la filiación del sueño y la muerte. El vaivén de la balanza rige las estaciones de la siesta y la vigilia. El xu:pan refugia la ilusión del “verde que te quiero verde”: la cosecha. Lo reseco del tu:nalku enmudece bajo la incandescencia de la lumbre y su dádiva pajiza: lo estéril.

Más allá de la gramática, el legado de una lengua lo testifican esos espectros (-Kuhkul, Gespenst), vivos en el remordimiento. Emanan de la violencia hasta esparcir su heredad en semilla (-i:x), sinó/homó-nimo del ojo (-i:x). Carcomen la memoria. Al hurgar el pasado, impulsan recuerdos hacia el porvenir. Re-volucionarios obstinados, los espectros “vuelven como la aurora y el ocaso”. Su estatuto jurídico, a veces se lo otorga el origen. Por ello, hacia esa misma época del desencuentro azaroso, los “fantasmas (Gespenst)” del marxismo asientan verdades científicas. Prometen el mundo dichoso de una nueva alba al alcance del ensueño armado. Por desdén, los manes (-Kuhkul) náhuat-pipiles dormitan bajo el letargo del silencio.

Sin embargo, perviven en la naturaleza humana a dueto indisoluble: cuerpo y alma, biología y energía psíquica. Por su perenne combinatoria —humano en la naturaleza; naturaleza humana— el dúo crece a imagen de su entorno. El emblema se lo otorga el fruto del morro. Lo calca la esfera de la cabeza, en su deseo de irradiar semillas migratorias hacia el ambiente. Se vuelve cogollo en flor bajo la lluvia tenue; sombra apacible, al sol radiante. Lo copia el vientre materno que sazona el feto en su vasija. Imagen del guiso, la fruta y el niño sazonan antes de desperdigarse en estallido nómada. A triple nombre según su variedad —tekumat/wahkal/chi:chiwal; “tecomate/huacal/chichihual”—, evoca ese triunvirato de recipiente natural y culinario, cabeza errante en su deseo, hasta seno materno en la sazón y el cuidado del engendro.

La planta explaya la divisa. Semeja la cabeza y el deseo; el vientre y la fecundación. El cuerpo es un árbol frondoso a hojas bruñidas. Difunde frutos verdes y letales como piedras macizas; frutas maduras en retoño promisorio. Tal es el zapote quien prosigue la insignia del morro. Al igual, surge en nuevo follaje —el pochote en algodón blancuzco. En la selva edifica los axis mundi, ejes que conectan mundos paralelos.

Paralelos, ya que los niños ((pih)pipil) cuelgan (-pilua) de sus ramas como en el aula aprenden del maestro. Su inmueble sólido archiva la Biblioteca de Cuzcatlán, la de Izalco, y otros pueblos hasta la remota aldea de Comala. Metáfora del Camino Real —enlace entre Aztlán y Cuzcatlán, del pasado al presente— la geo-grafía ofrenda el manuscrito más antiguo. La escritura (graphos) debe descifrarse en herencia interminable.

En limo, la vivencia de la lengua construye una vereda hacia la selva (kujtan). En el bosque, los hechos históricos difuntos se cobijan bajo la fronda de nuevas palabras. Paciente, el neófito estudia “como el árbol que no apremia su savia”. Es árbol de amate (amat) quien augura el papel (amat), la lectura (amatachia; amtaketza; amaita) y la escritura en cuaderno (amatzin). Sólo ve (ita) ese árbol (amat) que alza (ketza) el documento (amataketza) de lo pasado (ikman panutuk).

Asimismo, el cuerpo se halla inscrito. Un tatuaje natal —el ombligo— lo vuelve texto escrito, desde los comienzos en el reino de este mundo. Despojado de su investidura original —la placenta— inaugura su disgregación continua. Por su grandor (-we:yka), el cuerpo despliega una corporación de miembros. Se disocian según su potencial anímico cual el ojo en la óptica —cabeza (-tzuntekun), “renacimiento del morro/tekumat”; hueso (-u:mit), “vida latente”; corazón (-yu:lu), “vida, alma, energía”; mano (-ma:-), conteo (ma:kuil); etc.

Hecho fractal, el cuerpo humano semeja los ámbitos autónomos de las ciencias contemporáneas. Imita su vocación de fragmentos, en Aleph borgeano. Cada sección es un infinito (n+1). Todo segmento se divide en múltiples cascajos tan diminutos como lo conciba el imaginario (1/2, 1/4, 1/8…). Las partes sólo se vinculan en la ideología, dicen.

De esta disemi-Nación derrridiana brotan los Tepehuas. Derraman la lluvia, Esparcen flores y frutos. Prodigan la riqueza natural. Su dispersión en espectro —fantasma y banda en arco iris— anticipa la migración de sus protegidos: los salvadoreños mismos. Viajan; cambian de nombre —Tepehuas; Nanahuatzin—; mudan de ropaje según la temporada y el territorio distante. Hasta reconocerse en la chilena Gabriela Mistral. En intuición asegura “yo nací de un cuerpo tajado”, en fractal de semillero. El Big-Bang del cuerpo y las migraciones desembocan en una coda sin danza. En esa orilla, sólo “alcanza las estrellas” quien “lo cercano lo halla tan lejos”.

 

III. Coda sin danza

 

El proceder poético lo indaga la coincidencia de hechos en serie que se consideran independientes.

 

André Breton

 

Dos eventos suceden hacia mediados de 1975. Por diseño científico de la historia, cuarentaitrés años después, aún no se juzgan con-temporáneos. No com-parten el mismo espacio-tiempo —El Salvador-1975— sino ocurren sin co-nexión en una memoria escindida. La muerte del poeta y el estudio del náhuat-pipil no sellan juntos una identidad nacional. La una, injusta, recibe múltiples respuestas; el otro, imparcial y renovadora, pasa desapercibido hasta el anhelo actual de resucitarlo. Quizás por fin el presente desfallezca de evocar siempre hechos desmembrados.

Ambas esferas confiesan su vocación de Ave Fénix, en retoño de ceniza. “La ceniza habla; nexti taketza”, testifica el archivo milenario. El fichero le otorga el don de la palabra (Logos) —oral y escrita— al entorno, a las ruinas de la memoria. A su re-verso de olvido. En pareja rival, el legado sólo lo convoca la ficción de la poética. El arte (Tekhne) exhorta a rebasar la esquizofrenia, divisoria de disciplinas y comarcas. La identidad nacional se bifurca entre la literatura monolingüe y la revitalización gramatical.

Desde 1975, el azar objetivo —la co-incidencia— exige el rescate mutuo. La doble ofrenda elimina un cuerpo y un estudio. La restitución completa de ambas dotes asienta la obligación actual de una poética. Es necesario compilar el archivo del escritor: manuscritos originales del poeta; respuestas críticas a su obra literaria y política, en vida. Las opiniones post-mortem —necesarias también— jamás reemplazarán la documentación primaria, ausente en El Salvador.

Es necesario restituir el archivo mito-poético náhuat-pipil y el Espectro (-Kujkul, Gespenst) del lenca y otras lenguas indígenas salvadoreñas en el olvido. La filosofía —la sabiduría (sophos) del amigo (philos)— y el legado literario de una lengua no los dictamina la gramática. Los dicta —Dichtung = poesía— la actividad creativa de los hablantes. Su inventiva —la demuestran los textos en Campbell— transgrede las reglas gramaticales: posesión, centro rector, tiempo gramatical, etc. (véase Cuadro I). La narrativa crea su propio universo del discurso. Las exigencias poéticas son múltiples, abreviadas así:

1)         La lengua es acto de habla, antes que potencia gramatical; diálogo y texto, antes que oración aislada (véase Cuadro II), “por la violencia del análisis gramatical” (Paz).

2)        Creación social y personal, antes que reglas prescritas a aplicar en serie.

3)        Enlace momentáneo entre esferas disímiles, antes que escisión analítica.

4)        Duda perenne entre el sonido y el sentido, ya que el asiento sonoro, movedizo, descontrola al conductor-hablante; trastorna al acompañante-oyente, en duda de los sentidos literales. El sonido y el sentido sueldan su enlace indisoluble en la repetición sinfín en los relatos, antesala de la música actual. El ejemplo siguiente tipifica el estilo en música repetitiva de los relatos. Ta: ki-kwa ne ta:ka-t k-i:xti-lia, k-i:xti-lia, muchi k(-)i:xti-lia, ta: ki-neki ki-kwa muchi k(-)i:xti-lia, qué come el hombre, se lo quita; se lo quita; todo se lo quita; qué lo quiere, lo come, todo se lo quita.

5)        La deuda en lengua, los vivos la contraen con los muertos. La experiencia directa y el testimonio en idioma guían el encuentro con los antepasados — con los –kuhkul. A menudo se comunican por un axis mundi arbóreo, preludio de la Biblioteca de Babel.

Opuesto complementario de la historia, la poética generaliza lo particular. Ofrece soluciones concretas, inventivas y proyectos futuros. Vaticina los hechos en palabras; los elabora en el idioma. Humilde servidora de la lengua, la poética aspira al discurso (Logos), sin calcar los hechos que arguye la historia a veces en performativo-imperativo. Sumergidos en el olvido no siempre brotan en evidencia racional; envueltos de moho, la poética los sueña en doble sentido: acto involuntario del recuerdo y plan futuro exhausto de fraguar ideas sin diferendo.

En su hablar y escribir —en su creatividad y enlace— el habla sucede en sociedad. El Yo siempre debe admitir la posible disidencia del Tú. La poética culmina en el principio democrático del diálogo. Se desdobla en po-Ética. Es po-Ética en el instante en el cual la recepción invierte el dicho del hablante en espejeo. En el reconocimiento mutuo —Yo X Tú— brota una cultura del diálogo. Del respeto bilateral sin lo uniforme. La democracia se ancla en la po-Ética, en el acto de habla a doble faz.

Su carácter disímil entona —no una interpretación válida, la nueva historia oficial— sino una sinfonía coral en conflicto de voces engarzadas. La po-Ética no prescribe el monólogo ni el canto al unísono. El retorno nostálgico a 1975: cuerpo vivo del poeta faltante; carencia nacional del estudio náhuat-pipil. Situada en el extremo Sur —en “Tlön, Uqbar, Orbis Tertius”— sugiere lo distinto. “Un libro (Yo) que no encierra un contralibro (Tú) es considerado incompleto”.

 


§§§§§

 


 


 





 


 


 





 


 


 




 


 

§ Conexão Hispânica §

Curadoria & design: Floriano Martins

ARC Edições | Agulha Revista de Cultura

Fortaleza CE Brasil 2021



 

  

 

CONEXÃO HISPÂNICA | Kike Zepeda

EDUARDO BARAHONA | Conversación con Kike Zepeda

 


El poeta Julio Edgardo Zepeda Vargas, mejor conocido como “Kike Zepeda” permitió entrar a su mundo lejano, llenos de links y amores que excede el porno y otras temáticas dentro de la web.

Antes de entrar directamente a las entrevista con Kike Zepeda, estuve a punto de publicar toda su trayectoria, cada libro, cada concurso en el que participo, pero al final solo quiero decir que es un ser que vive una ciudad que me trae gratos recuerdos; Chalchuapa, Santa Ana, ahí me crie y siempre fue difícil destacar y como dice el dicho por ahí nadie es profeta en su tierra, pero Kike, hace sentir orgulloso, a cada Santaneco, a cada Chalchuapaneco y otras personas que conocen su humildad y su crecimiento en la poesía salvadoreña.

 

EB | ¿Cómo surge el nombre del libro?

 

KZ | Laura.com es la primera sección del poemario, que está constituido por cinco partes, en las otras partes toco otros temas; como la religión en “Eres la religión que nos consuela”, el tema de las películas y un poema con Sasha Grey, en T.V. Screen, y el tema amoroso en “Estos pudieron ser poemas de amor”. Básicamente es el ejercicio que mantenemos frente al ordenador: estamos en cualquier plataforma social, pero abrimos otros links de una diversidad de temas. Como el que abrió el link de esta entrevista.

 

EB | ¿Cuál es la temática, y que buscas con ese tema?

 

KZ | La temática en general es el medio que nos rodea. Los mass media, la cultura pop, el cine, el porno. Por supuesto que el “gancho” del libro es el título, un amorío con un amor ciberespacial. Probablemente eso daría pie a pensar en lo efímero, superficial y poco profunda que es nuestra generación.

 

EB | ¿Crees que existe la poesía buena y la poesía mala?

 

KZ | La poesía es. No existe buena ni mala poesía. Hay algo en ella que nos dice que es poesía, ella se manifiesta y ahí está, o cuando menos, uno sabe que pasó por ahí, por los restos que deja a su paso. Como diría el mismo Kijadurías “Esta es la palabra / aquí están sus cenizas”.

 

EB | ¿Hubo obstáculos al momento de querer presentar tu libro?

 

KZ | El único obstáculo era yo. La editorial EquizZero brinda esta oportunidad todos los años, la convocatoria y las bases se encuentran en su sitio. Por supuesto que cuando se reveló el nombre del trabajo ganador, más de alguien brincó, pero la invitación a leer el poemario queda abierta.

 

EB | En lo personal, ¿Cómo te sentís al ver tu obra en físico, que te provoca?

 

KZ | Me siento emocionado. Terminé participando porque admiro el trabajo editorial que realiza EquizZero, desde sus inicios: nacieron como una editorial para visibilizar el trabajo de mujeres, luego empezaron con la convocatoria de IPSO FACTO, que ha premiado las obras de poetas a quienes admiro por la importancia de su trabajo: Vladimir Amaya, Elena Salamanca, Dennis Ernesto López, Diana Castro, entre otros. Así como los títulos que la editorial ha publicado de manera independiente, es decir fuera de los ganadores del certamen: Edgar Alfaro Chaverri, Alberto López Serrano, entre otros. Saber que te va publicar una editorial con ese nivel de exigencia, me hace sentir alagado y muy comprometido

 

EB | ¿Quiénes son los tres poetas o poetizas que admiras?

 

KZ | Es difícil mencionar tres nada más, en especial para este trabajo, en el que quizás apelé a otras influencias que no son muy comunes en mí. En general te pudiera decir que Roque Dalton y su espíritu «Jodedor» (en el decir del maestro Melgar Brizuela, en su libro «Las brújulas de Roque Dalton»), hay un guiño por ahí, a la poesía de Felipe Granados, un poeta Costarrincense de dimensiones enormes, y muy querido. Podría decir también, que Jaime Sabines. Aunque de los salvadoreños también pudiera mencionar otros, Otoniel Guevara, Ricardo Castrorrivas. Arriba mencionaba también mi admiración por la gente que ha publicado con esta editorial, Elena Salamanca, Vladimir Amaya, Alberto López Serrano, Diana Castro. Gente cuya obra no sólo se adscribe al campo de la poesía, sino también al de la investigación histórica, literaria y de otras ramas.

 

EB | ¿Existe algún escrito que se tuvo que ir del libro? Que al final, lo tuviste que dejar a un lado, o ¿está todo deseabas en estos escritos?

 

KZ | No, no hubo texto que dejara fuera del libro, lo que sí quedó es un tema, probablemente una parte del libro: el tema económico, la calidad “bimonetaria” que tiene el país, apenas pude escribir algunas palabras de ello, quizás no era el momento para publicar acerca del mismo

 

EB | ¿Qué es ser poeta en El Salvador?

 

KZ | A lo mejor intentamos contestar esta pregunta con cada poema. No lo sé. Lo que si pudiera decir es que aquí o en cualquier parte del mundo, la poesía es un oficio de cuerpo entero, y como todo oficio requiere todo nuestro compromiso en cuanto a la formación. En especial en tiempos como este, en el que la fanfarronería y el servilismo, te pueden dejar monedas en la bolsa. Pero de todo eso, la poesía nos salvará también.

 

EB | ¿Cuál es el llamado a esos escritores y escritoras que aún no sacan a la luz su trabajo, por razones de pena u otras circunstancias?

 

KZ | Que lean, que lean mucho. Que sigan su instinto. Que mediten cada palabra que escriben, porque con esas mismas palabras serán juzgados también.

 

 


§§§§§

 


 


 





 


 


 





 


 


 




 


 

§ Conexão Hispânica §

Curadoria & design: Floriano Martins

ARC Edições | Agulha Revista de Cultura

Fortaleza CE Brasil 2021