Valga
decir que el título del texto que aquí se da es el del libro con el que Arnau Puig
dejó constancia hace unos pocos años de la filosofía propia y, en cierto modo y
por extensión, de Dau al Set. Sin pretensión de libro de memorias o libro histórico
sin más, sino con la intención de construir la propia filosofía y acercarnos a los
motivos que pudieron hacer eclosionar el grupo en un paraje ciertamente desolador.
Pues fue el franquismo la circunstancia especial en la que convergieron unos cuántos
jóvenes, artistas y poetas. Sin que podemos olvidarnos de otra circunstancia temporal
anterior como fue la República en España, el 14 de julio de 1931, donde el lenguaje
ansiaba situarse en la realidad y ser reflejo de la misma. Criado en un ambiente
pequeño burgués, Arnau Puig vio la necesidad de elaborar su esencia y de comenzar
a ser, así: “O me quedaba encerrado en un sistema lineal, pero que acaba siendo
cíclico, como el del filósofo italiano Giambattista Vico con los avances y retrocesos
correctivos, corsi ed ricorsi, de la humanidad o me instalaba en algo semejante,
aunque individualizado, con los héroes de Carlyle, que van aportando antorcha tras
antorcha”. Esta individualidad, el avanzar solo (marginado es el tránsfuga social,
siguiendo a Nietzsche; el auténtico solitario es aquel con quien nadie quiere estar,
nos dice Arnau Puig), la esencia inasible del hombre podemos encontrarla representada
en la raíz cuadrada de 2. Arnau Puig insiste en esta idea, que fue detonante posterior
de un poema objeto de Joan Brossa, dado que “lo individual se aparta de la norma,
no se incluye en ella”. Y lo único y exclusivo, el hombre, estaría bajo el paraguas
infinito de dicha raíz cuadrada.
El
“ponerse en otra parte” hizo que el grupo abrazara el surrealismo, que permitía
proceder sin coherencia y sin congruencia, y aunque de forma aparente todo era irracional
Arnau Puig nos advierte que él procuraba hacer entrar lo racional porque no era
para el grupo un impedimento, según el autor, “para evidenciar la autenticidad de
lo sentido y lo deseable”. Esa necesidad de retorno al lenguaje de la República,
podríamos decir, parece que entraba dentro del ansia creativa pues “no se trataba
simplemente de comprender las palabras o las formas –desciframiento del código-
sino de captar un sentido real, el que tiene para quien emite la información”. Aquí
se produce un desplazamiento del sentido, pues nos dirá Arnau Puig que no se encuentra
la coherencia en el código sino en el individuo. Sólo conociendo las circunstancias
del emisor/creador y del receptor podremos acercarnos a la comprensión. La realidad
se objetiva metafísicamente y el individuo, raíz cuadrada de dos, es el epicentro
del fenómeno. El sentido real, más allá de la simple comprensión, será una nueva
forma de hacer, desnuda y compleja, y el grupo Dau al Set sentirá la necesidad no
sólo de sufrir la historia sino de construirla. El autor, como consecuencia de ello,
se pregunta: “¿Cómo realizar nuestra vida si se ha de hacer desde las normas y no
desde su realidad, cuando es obvio que desde la realidad tendrían que salir las
normas?”
Teniendo
al individuo como centro, la realidad del individuo, la vida y lo inmediato son
las unidades que hacen aflorar el poema visual. El surrealismo es una buena representación
de desatar la racionalidad, pero aunque el grupo se acercó a sus formulaciones,
“no eran poemas surrealistas en el sentido freudiano con el que se habían ejecutado
los objetos surrealistas.” Algo de paranoia crítica debían esconder, como apunta
el autor, a la manera de Dalí, que también es la que aplicó en los poemas J. V.
Foix. Y de inconformismo y de oposición a lo imperante. En Ponç subyugaba la iconografía
religiosa de contenido herético, la disposición diabólica; en Brossa lo nocturno,
el lenguaje críptico y nigromántico, en ambos el mundo primitivo, ancestral, espiritual;
en el fotoscop de Joan Prats la apropiación de la naturaleza por el hombre, el encuentro
en ella de los signos propios; en el esencialismo de Juan Eduardo Cirlot el ser
lo implica todo; en Tàpies la rebeldía contra el ambiente burgués, el cambio de
un lenguaje, el “detritus material y espiritual” y las “transformaciones mágicas
de todo lo real y simbólico”. Siendo lo principal en la primera etapa del grupo
la vivencia y no la coherencia, la espontaneidad vital. Un “vivir vivenciado es
lo que buscábamos”, dice Puig. “No hay otra realidad que aquella que se ha ido acumulando
en cada persona”, escribe Ortega y Gasset. No es casual, es evidente, el perspectivismo
de Ortega y Gasset en la obra sobre la filosofía de la existencia de Arnau Puig.
Dau al Set simpatizaba con las formas, en un desarrollo del arte mediante la endopathia: “Nos emocionaban las formas del
arte porque las vivíamos desde dentro, nos proyectábamos en ellas”. La cultura impuesta,
establecida, había enterrado la verdadera significación de la realidad, esas raíces
estaban ocultas y una nueva mirada era necesaria para descubrirlas, dejar expuesto
ante el hombre el propio hombre, camuflado en el régimen y eliminado como entidad
individual y plena de múltiples significados. Ir más allá de la oficialidad caduca
y simplista.
1.
“En Brossa siempre hubo juego visual y conceptual”.
2.
“Tàpies se apoderaba del objeto y lo insultaba, lo destrozaba.”
La
excepción a los hechos de Alfred Jarry, contemplando el mundo con un mirar grotesco
y una nueva sensibilidad hacia lo real a través de lo inverosímil fantástico es
una aportación importante. Como lo fue Duchamp para el grupo y la nueva captación
de las formas del arte y Raymond Russel para el autor, pues aquí el lenguaje y lo
dicho guarda una significación oculta, donde “lo expresado se desmorona en otra
lectura” y los juegos de palabras cobran importancia. Jarry, Duchamp y Russell proponen
otra visión. Como el grupo Dau al Set, contestatarios a la burguesía y artífices
de la renovación del arte. Destacable es el análisis que practica Arnau Puig alrededor
del arte povera, que es una nueva aportación de los artistas italianos a
la forma, que recuperan el objeto no como el concepto que tengamos del objeto, sino
como objeto que está aquí y ahora y donde todo es acción, y la atracción es el hombre
fuera del entorno, “que nos permite hallar, cuando procede a considerarlo, las más
hondas raíces de nuestros condicionantes afectivos y sensoriales, personales e intransferibles,
al contrario de lo que nos ha inculcado la cultura”.
Y si nos interesase cerrar el breve texto que ha sido ya leído alrededor de la filosofía de la existencia de Dau al Set con la biografía de Arnau Puig, podría escribirse que nació en Barcelona en 1926, que fue fundador de Algol en el 46 y de Dau al Set en el 48, además de Doctor en Filosofía, profesor de dicha disciplina y Catedrático de estética, además de crítico de arte, creador y otro sinfín de elementos curriculares. Aunque ya se ha dicho, parece lo más correcto. Y es que cerrar el texto ya concluido con una descripción de los hechos y circunstancias en plano, dando motivo historicista a un recorrido y pensamiento completo, más aún si hablamos de Dau al Set, es lo más correcto si el lector ha seguido las tesis del grupo. Un conocimiento más aproximado al autor es necesario, pues abarcando las circunstancias del emisor/creador (y también de ti, lector, receptor) podremos acercarnos más a la comprensión del motivo artístico del grupo, dado que “las cosas tienen o adquieren un sentido u otro según las apropiaciones que hace el individuo”.
Agulha Revista de Cultura
UMA AGULHA NA MESA O MUNDO NO PRATO
Número 170 | maio de 2021
artista convidad0: Friedrich Schröder-Sonnenstern (Prússia, 1892-1982)
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