quarta-feira, 27 de maio de 2020

ISABEL GÓMEZ-SOBRINO | Ludwig Zeller: Arquitectura del escritor, de Hernán Ortega Parada


La producción artística de Ludwig Zeller gira en torno a la técnica surrealista tanto en su poesía como en sus collages. De esta manera, el lector puede visualizar la estructura del libro Arquitectura del escritor (Santiago: Ediciones Cuarto Propio, 2009) compilado y dirigido por Hernán Ortega Parada, como un collage en el que nos encontramos con entrevistas, artículos acerca de la obra de Ludwig Zeller, ilustraciones y poemas. El lector, a la hora de adentrarse en la lectura del libro observará que se trata de un acercamiento muy adecuado a la obra de nuestro artista. Ludwig Zeller (1927-2019), pasa gran parte de su vida en Chile donde entra en contacto con poetas y artistas importantes a la vez que comienza su andadura por el mundo surrealista de la poesía y del collage. Por motivos políticos, en 1971 emigra a Toronto. Estando allí hace numerosos viajes a Estados Unidos y Méjico donde establecerá su residencia definitiva en Oaxaca hacia 1993.
El libro consta de seis partes bien diferenciadas, pero no por eso menos interesantes precedidas de una introducción a cargo de Albert Frank Moritz, ensayista y poeta estadounidense nacido en 1947, presenta la vida y obra de Ludwig Zeller en conjunto dando una visión muy general de lo que se presentará en los capítulos posteriores.
El capítulo primero “El escritor ante sí mismo” consta de una extensa referencia a su vida desde sus inicios, en la que nos adentramos a los “espejismos de su infancia”, sus creencias, sus viajes y su relación más cercana a la literatura a través de revistas o editoriales. Se hace referencia desde temas importantes para la obra del escritor, entre ellos la muerte, la religión, sus viajes, hasta lo que entra en relación con el proceso literario del poema y del collage, entre otros. Este capítulo del libro está divido en subcapítulos que contienen, de una manera muy organizada y útil, los temas que hemos mencionado más arriba: ‘algunas referencias bibliográficas’; lo que se refiere a su ‘vocación y personalidad’; contenidos acerca de su ‘obra literaria’; su relación con la obra literaria y artística en ‘Oficio’; una ‘visión histórica y cultural complementaria’; la información contenida bajo el epígrafe, ‘teoría’, donde se conoce de primera mano lo que para Ludwig Zeller significa la literatura y el arte; y por último, el apartado titulado ‘cuestiones finales varias’ que tiene, a modo de conclusión observaciones sobre la entrevista realizada. Algunos comentarios destacables, entre los muchos que se nombran, está su declaración de que el escritor “nace” aunque defiende la idea de que “la creatividad se cultiva”. Es importante señalar su concepto de la escritura tan ligado al Surrealismo, que se define como en la sobrerrealidad. Él se considera trabajando continuamente en este estado onírico. Esta idea se va a repetir a lo largo de todo el libro ya que es el elemento que más caracteriza la obra escrita y artística de Ludwig.
El capítulo segundo, “Origen y sentimientos de la poesía de Ludwig Zeller” presenta una introducción a los apartados siguientes y en el capítulo tercero, “Ludwig Zeller, el reloj sobre las nubes”, Hernán Ortega Parada se centra en la obra de Zeller y el Surrealismo y las interrelaciones entre otros poetas surrealistas del momento con los que colaboró diseñando algunas portadas de libros como los de Braulio Arenas y Enrique Gómez-Correa.
Hasta ahora se han oído las voces de Hernán Ortega Parada y la del propio Ludwig Zeller acerca de su poesía, el surrealismo y los collages. En “Figuras para el gran collage de Ludwig”, título dedicado al capítulo cuarto de esta gran panorámica vital y artística de nuestro autor, estamos expuestos a un segundo nivel, el de la otra cara de la literatura y el arte, esto es, la crítica, por un lado y, la reacción de algunas personas muy cercanas a Ludwig, por otro.
Entre la crítica tenemos a Adolfo Castañón (poeta y ensayista mejicano), quien se refiere a la libertad de imaginación de su producción artística, donde el sueño funciona como su única realidad (120). El tema del sueño como otra dimensión de la realidad traída del Surrealismo servirá como tema muy común por los críticos a la hora de hablar de su obra artística, tanto poesía como en los collages.
Algunos de los trabajos presentados en este capítulo del libro, son recreación artística dedicada al autor, como sucede con Annabella Brüning (poeta chilena). Ella relata, a manera de escritura creativa, la carta astral de Zeller donde se predicen tanto sus características psicológicas y personales como su andadura por el mundo.
Beatriz Hausner, la hija de Ludwig, le dedica algunos recuerdos infantiles de lo que supuso crecer al lado de un hombre como su padre en Canadá. Nos cuenta anécdotas que hacen muy ameno y cercano al poeta sobre el que estamos leyendo. Ella nos comenta la importancia que ha tenido Canadá para nuestro autor, el círculo artístico que se creó en torno a su padre, la importancia de Rosamel del Valle (poeta chileno de gran influencia en la obra de Zeller) y la traducción de Álvaro Mutis (poeta colombiano) por parte de ella misma.
En esta línea se encuentra el texto dedicado a Zeller por Susana Wald, su segunda esposa. En este corto relato cuenta lo que ha significado conocer y trabajar con su esposo, cómo se conocieron y sus proyectos en común. Las vidas de Susana Wald y Ludwig Zeller están muy ligadas al arte, tanto que, desde el momento que se conocieron no se separaron y sintieron una atracción artística muy fuerte. De hecho, fue él quien le animó a Susana a continuar con su carrera artística cuando ella la tenía un poco descuidada.
En otra línea, la de la expresión del Surrealismo y el significado del sueño, está el artículo incluido de Carlos de los Ríos Möller quien hace un estudio exhaustivo de la influencia del Surrealismo en Zeller teniendo en cuenta que su mejor acierto ha sido intentar unir “los pares aparentemente opuestos de inconsciente a la consciencia: Zeller logra esta síntesis maravillosa con la creación magnífica de sus collages y mirages”.
Enrique Gómez-Correa, fundador de la Mandrágora de la que se hablará más adelante, se refiere a este tema en su aportación afirmando que la adhesión de Zeller al movimiento surrealista ha sido completamente natural. Del mismo modo, Humberto Díaz-Casanueva (poeta chileno) hace alusión a algunas obras concretas del escritor, “Cuando el animal de fondo…” donde el crítico encuentra “la presencia de una memoria que va más allá de reminiscencias y de olvidos, angustia ontológica, destrucciones, hallazgos de vetas escondidas en el lenguaje, una constante génesis, y una irradiación de esperanza en la virtud de la poesía considerada como misión.”
Floriano Martins (poeta, ensayista, traductor y editor brasileño) entrevista a Ludwig Zeller en este capítulo. De la extensa conversación en la que interviene Susana Wald también, hay un tema que es relevante a la hora de entender de la obra de Zeller. Floriano Martins le pregunta si está de acuerdo con la idea de el “Chile es Surrealismo por todos lados” mientras que Zeller considera que “el Surrealismo es una condición interior… y adónde vayas lo llevas como todo el resto de tu psique”. Este ambiente surrealista se respira a lo largo de todo el libro y es lo que más llama la atención a todos los colaboradores.
En el capítulo quinto del libro “Mnemotecnia crítica sobre la obra de Ludwig Zeller y el surrealismo”, se presentan una serie de ensayos de muy diversa índole en torno a su obra. Estos ensayos tienen un carácter más de crítica literaria que los anteriores.  A. F. Moritz dedica sus páginas a un estudio de sus collages concluyendo que nuestro artista “convierte la tradición de collage de viejos grabados en mera precursora.” Nos deleita con unos versos de Zeller mientras hace una comparación entre las imágenes en sus collages y las imágenes de su poesía.
Álvaro Mutis (poeta, narrador y ensayista colombiano) y Ana Balakian (importante estudiosa del surrealismo) enfatizan en sus ensayos la importancia del Surrealismo en su obra al inventando “a cada instante la realidad”, apreciación de Mutis; y con un estudio del lenguaje en algunas de sus obras como Mujer en sueño por parte de Ana Balakian a cuyos poemas les dedica una especial importancia. El lenguaje de nuestro autor llega a su perfección surrealista porque observó el habla de los dementes en los asilos de Chile. Zeller considera que este modo de expresión es en el que más se aproxima al lenguaje surrealista.
Mientras que Edward Jaguer (poeta francés especialista en el surrealismo) le dedica su ensayo al carácter social que él ha observado tanto en los collages, como en los poemas de Zeller, José Miguel Oviedo (crítico literario peruano) vuelve a fijarse en el surrealismo en su obra y le denomina “el último surrealista” con la representación del mundo de una manera inconfundible y muy original del poeta (188). En este sentido se encuentra el ensayo de Ray Ellenwood (doctor en literatura comparada) quien centra su estudio en la producción llevada a cabo en Toronto.
Más extenso y con un interés especial en el recorrido artístico de Ludwig se sitúa el trabajo llevado a cabo por Rodrigo Verdugo Pizarro (poeta chileno) y Rodrigo Hernández Piceros (poeta y periodista chileno). Destacan que el objetivo del Surrealismo es la “liberación del hombre, que encuentra en la Poesía y en al Arte su justificación y expresión” cita sacada de la Antología de a Poesía Surrealista de Aldo Pellegrini y su andadura por el continente americano con la expresión del Surrealismo en Estados Unidos (donde se reunieron André Breton y Marcel Duchamp entre otros), Méjico y Argentina. Más adelante le dedica un pequeño apartado al Surrealismo en Chile y la Mandrágora “integrado por los poetas Braulio Arenas, Enrique Gómez-Correa, Jorge Cáceres y Teófilo Cid”. Los poetas de la Mandrágora estuvieron en contacto con el grupo francés de André Breton y otros participantes del movimiento surrealista, así como la elaboración de manifiestos y escritos acerca del tema.
En el cuadro surrealista, se considera que, dentro de los surrealistas vivos en el momento, Zeller es el más importante, aunque no pertenezca a ningún grupo en particular. Cuando aparece nuestro escritor en el escenario surrealista, el grupo Mandrágora no está en pleno auge. Por último, señala que surge el Grupo Surrealista Derrame a cuyos integrantes considera “Los nietos de la Mandrágora”.
Finalmente, Rolando Toro hace un estudio sobre los collages de Zeller. Hace algunas alusiones a su obra y a su manera de hacer arte y al definir su arte emplea versos de los poemas de Zeller utiliza son “la mano ordenadora del caos originario” o “Cuando el animal de fondo sube la cabeza estalla” que considera como lo que mejor define el caos. Es muy interesante observar cómo su poesía puede definir su obra artística a través de la observación de Toro.
El capítulo sexto se presenta a modo de conclusión y hasta el propio título nos lo dice, “Complementos necesarios” donde se hace una cronología de Ludwig Zeller con sus viajes entre Chile, Toronto y Oaxaca (Méjico).
Este trabajo, en el que se pretende hacer una Arquitectura del escritor, consigue dar una panorámica de su vida, obra y representación artística a manera de collage como me he referido al inicio de esta reseña. También se puede conocer de una manera muy compacta a Ludwig Zeller ya que se le presenta muy cercano a nosotros al comienzo.
Las entrevistas presentadas en el libro en distintos momentos (al inicio, la entrevista de Floriano Martins), así como las anécdotas personales sobre encuentros o vivencias con el autor, lleva al artista y su arte muy cerca del lector. A esto se puede añadir el hecho de que se estudie su obra desde muchas perspectivas, teniendo en cuenta el momento histórico en el que se encuentra inmerso, los diferentes lugares en los que se sitúa el autor y la influencia del Surrealismo que le configura enteramente como poeta y creador de collages.
Pero a pesar de ser un libro dedicado a la obra de Ludwig Zeller, el lector se queda con la impresión de que tiene un conocimiento muy amplio al terminar el libro. La importancia de su andadura por el mundo, la creación de su arte y su propia visión del mismo va a darle al lector la posibilidad de adentrarse a su obra con más profundidad.
Sin embargo, el libro se encuentra algo repetitivo en el sentido de que muchos críticos se centran en el mismo tema sobre el autor y lo afrontan de una manera muy similar. Por otro lado, hay partes en las que, aunque se trata el tema del Surrealismo, se hace de una forma más amena o interesante. Me gustaría señalar en este sentido, los momentos en las que se trata su obra en conjunto, esto es, la poesía y los collages como un todo sin que se puedan desligar.
Las anécdotas personales tanto de su hija, Beatriz Hausner, como de su esposa Susana Wald, desnudad al artista a un nivel muy humano y siempre ligado al arte, lo que enfatiza de nuevo la idea de que su vida y su andadura por el mundo sean importantes.
En definitiva, el libro resulta muy interesante para aquellos que quieran conocer a Ludwig Zeller desde un punto de vista personal (en cuanto a lo que su vida está relacionada con su obra), y desde el punto de vista intelectual. Creo que, después de leer el libro el lector estará de acuerdo conmigo en que no podemos separar la vida de Ludwig Zeller de su obra, así como no podemos separar los collages de sus poemas.


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Agulha Revista de Cultura
UMA AGULHA NO MUNDO INTEIRO
Número 151 | Março de 2020
Artista convidado: Lia Testa (Brasil, 1977)
editor geral | FLORIANO MARTINS | floriano.agulha@gmail.com
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