domingo, 15 de setembro de 2024

Agulha Revista de Cultura # 255 | setembro de 2024

 

∞ editorial | los ojos de las circunstancias, la conciencia necesaria

 


01 | ¿Hasta dónde están llamando los dioses? ¿Hasta cuándo podremos revertir los reflejos de quiénes somos realmente? El surrealismo deletrea sus deliciosos cadáveres en nuestra alma mientras una savia errática se congela en los cadáveres anónimos de cuantas personas fueron fritas por la violencia arbitraria de la depresión humana. ¿De dónde caímos? ¿Qué es el horno? ¿A cuántas contraseñas nos condena una horca aleatoria? Cada lámpara es una emanación de su más despreciable lamento. Lo que nos ilumina está a un paso de condenarnos a la oscuridad. Morimos todos los días sin reconocer los méritos de nuestro camino, que creíamos sagrado. Aquí necesitamos contar la historia de una hermosa mujer que fue la amante de Zeus. Al ser descubierta por Hera, su esposa, Lamia tuve asesinados a sus hijos y fue condenada a no dormir nunca. Zeus entonces, en este caso el piadoso, le concedió el privilegio de quitarle y reponerle los ojos, pudiendo así volver a dormirse cuando fuera necesario. La moralidad a veces se deshace de sí misma, dando a la historia un carácter fascinantemente dudoso. Nos gusta contar estas historias porque funcionan como simples bombillas que poco a poco iluminan nuestras vidas. Quienes llevamos 25 años dirigiendo Agulha Revista de Cultura hemos seguido el camino de los mitos, sus representaciones, nimbos y nichos, cada nombre que lo desconocido toma a lo largo del tiempo. Editar una revista como la nuestra significa comprender los aspectos conscientes e inconscientes de las propias palabras y sus tácticas de comunicación. Como alguien alguna vez sopló en el oído del azar, la palabra es una creación indiferenciada, y a nosotros nos corresponde darle la conciencia necesaria.

 

02 | Desde junio, la Fundación Cultural BADESC, en Santa Catarina (Brasil), acoge la exposición “Exaptações, la obra de Juliana Hoffmann”: https://fundacaoculturalbadesc.com/blog/exposicao/exaptacoes-a-obra-de-juliana-hoffmann-ocupa-todos-os-espacos-da-fundacao-cultural-badesc/. La exposición inédita, ocupa todos los espacios de la Fundación. Según Juliana, el título “Exaptaciones” hace referencia a un tipo de adaptación que no evolucionó por presión selectiva, sino por la capacidad de asumir un nuevo rol. La muestra tiene su espinazo propio, ella nos dijo cuándo ha encontrado los primeros libros y desde entonces he seguido coleccionando, encontrando y adquiriendo materiales de la serie La Construcción del Mundo Moderno – Ruinas, tanto es así que se presentó la primera exposición de la serie en una exposición individual en 2017 en la Fundación. Ahora traigo obras nuevas e inéditas. La artista se refiere a sus objetos mágicos buscados, como si fueran los objetos encontrados del surrealismo, y la forma en que determinan los segmentos estéticos de su poética. La exposición también consta de grabados con imágenes de paredes trabajadas por la humedad y el moho, que al perforarse crean poros en la superficie, y también placas con huellas de los cortes realizados por máquinas sobre madera y MDF, que, según Juliana, constituyen como un tipo de ruina contemporánea: Algunos de estos MDF son sólo apropiaciones o ready made, mientras que otros están trabajados con pintura, destaca. Juliana mantiene un modo de creación que remite a la idea del azar, el ejercicio concentrado de hojear no sólo libros o revistas, sino sobre todo el contorno mismo de la existencia, que nos define como seres acostumbrados a la curiosidad, a pasar la vida de página en página con las manos y los ojos de nuestra curiosidad. Juliana es, en este sentido, una de las artistas más fructíferas de Brasil, considerando la forma en que asoma a la naturaleza tan íntima de su creación, vale decir: cómo acecha el azar, esperando, astutamente, el momento en desde el que se revela y desde el que define el cenáculo de su creación.

 


03 | Ahora tenemos una perspectiva curiosa, la presencia de una mujer fascinante, Antonia Airez, como nuestra artista invitada. El estado de su línea nos traslada a un mundo alegórico que nos deja confundidos sobre el destino de la realidad. No se trata de una abstracción clásica o exactamente de la sugerencia de otro mundo, en su remolino de imágenes. Creemos que sus fantasmagorías son una búsqueda para encontrar una orden secreta. Hay artistas que se caracterizan por el vértigo comprometido con la destrucción, una forma de deformar los patrones de la existencia. Otros, sin embargo, quizás con más astucia, se dan cuenta de que el desorden no puede encontrar otra razón de ser que su reconfiguración espontánea. El mundo en nuestras vidas es un caos. Lo que el arte pretende hacer es redimensionarlo. Esta enorme artista cubana Antonia Airez es un privilegio para nosotros, por la grandeza de su obra y su concepción artística. En una entrevista nos dice: Se ha hablado de la influencia de Goya. Sin embargo, en ése entonces yo no conocía bien a Goya. Quizás me influyó por las raíces españolas que tengo. Por otro lado, me catalogan dentro del expresionismo, pero siempre quise ser una pintora abstracta. Me encantan De Kooning, Kline, Tapies, Miró y Dubuffet. Cezanne fue el que me salvó para los paisajes en la academia. Elimina lo superficial en la pintura. Orson Welles hablando del cine dijo que lo importante de un director no es lo que tiene que poner, sino lo que tiene que cortar. Eso es válido para el pintor también. Yo admiraba mucho los pintores abstractos, pero al pintar me salían cabecitas y muñecones a mi pesar. También al Grupo CoBra. Hubiera querido pintar con ésos colores brillantes. Qué brillante confesión de afinidades. Su obra está marcada por estas líneas de deseo, sus admiraciones, sus descubrimientos estéticos. El resultado de una de las obras más expresivas de nuestro continente.

Os editores

 


∞ índice

 

ARMANDO MINGUZZI | A partir de cero: una nueva apuesta surrealista en el marco de la disputa generacional

https://arcagulharevistadecultura.blogspot.com/2024/09/armando-minguzzi-partir-de-cero-una.html

 

BELÉN CASTRO MORALES | Gaceta de arte. Revista internacional de cultura, Tenerife, Islas Canarias, 1932-1936

https://arcagulharevistadecultura.blogspot.com/2024/09/belen-castro-morales-gaceta-de-arte.html

 

DANIEL ALEIXO | Uma nota: ponto de partida para o surrealismo japonês nativista

https://arcagulharevistadecultura.blogspot.com/2024/09/daniel-aleixo-uma-nota-ponto-de-partida.html

 

FLORIANO MARTINS | 100 years of eternity on the dissecting table

https://arcagulharevistadecultura.blogspot.com/2024/09/floriano-martins-100-years-of-eternity.html

 

FLORIANO MARTINS | El Surrealismo y la representación de otro árbol-madre

https://arcagulharevistadecultura.blogspot.com/2024/09/floriano-martins-el-surrealismo-y-la.html

 

JAN DOČEKAL | Arnošt Budík – 60 years in the arms of surrealism

https://arcagulharevistadecultura.blogspot.com/2024/09/jan-docekal-arnost-budik-60-years-in.html

 

RICARDO ECHÁVARRI | Dyn, César Moro y su “Adiós al Surrealismo”

https://arcagulharevistadecultura.blogspot.com/2024/09/ricardo-echavarri-dyn-cesar-moro-y-su.html

 

SEAN NESSELRODE MONCADA | Los poetas del Techo de la Ballena

https://arcagulharevistadecultura.blogspot.com/2024/09/sean-nesselrode-moncada-los-poetas-del.html

 

THOMAZ ALBORNOZ NEVES | 30 poemas surrealistas ao gosto do tradutor

https://arcagulharevistadecultura.blogspot.com/2024/09/thomaz-albornoz-neves-30-poemas.html

 

VIVIANE DE SANTANA PAULO | Surrealismo Alemão

https://arcagulharevistadecultura.blogspot.com/2024/09/viviane-de-santana-paulo-surrealismo.html 

 

Libreto # 6 | As resenhas da Agulha

 

FLORIANO MARTINS | Elys Regina Zils e seus fragmentos de silêncio

https://arcagulharevistadecultura.blogspot.com/2024/09/floriano-martins-elys-regina-zils-e.html

 

ANNA APOLINÁRIO | Leila Ferraz e o delírio esculpido na pele

https://arcagulharevistadecultura.blogspot.com/2024/09/anna-apolinario-leila-ferraz-e-o.html

 

FLORIANO MARTINS | El propio río, de Carolina Zamudio – Un prólogo

https://arcagulharevistadecultura.blogspot.com/2024/09/floriano-martins-el-propio-rio-de.html

 

LUIS BENÍTEZ | Sobre El mago de la soledad, De Mario Meléndez

https://arcagulharevistadecultura.blogspot.com/2024/09/luis-benitez-sobre-el-mago-de-la.html

 

FLORIANO MARTINS | Maria Lúcia Dal Farra e o maior de todos os erros

https://arcagulharevistadecultura.blogspot.com/2024/09/floriano-martins-maria-lucia-dal-farra.html 

 

Antonia Eiriz




Agulha Revista de Cultura

Número 255 | setembro de 2024

Artista convidada: Antonia Eiriz (Cuba, 1929-1995)

Editores:

Floriano Martins | floriano.agulha@gmail.com

Elys Regina Zils | elysre@gmail.com

ARC Edições © 2024


∞ contatos

https://www.instagram.com/agulharevistadecultura/

http://arcagulharevistadecultura.blogspot.com/

FLORIANO MARTINS | floriano.agulha@gmail.com

ELYS REGINA ZILS | elysre@gmail.com

 





 

FLORIANO MARTINS | Maria Lúcia Dal Farra e o maior de todos os erros

 


Há noites que começam em uma lavanderia, outras em uma taça de vinho. Não importa sequer que caia chuva lá fora, haverá sempre um gato à espreita. Ele sabe os célebres e permissivos nomes de todos os sonhos. Os gatos criaram a receita dos elixires da longevidade. E guardam no olhar os círculos essenciais em que são interpretadas as revelações de portas, figuras, signos. O gato é um jogo de sete erros. Maria Lúcia Dal Farra é a feiticeira que inventou o lilás como a derradeira prova de que o erro é a soma perene de todas as dúvidas existenciais. Segundo ela, é impossível errar por menos ou pela metade. Eu a imaginei ao lado de Manuel Bandeira no dia em que ele lhe disse que um dos dois teria vindo ao mundo para fazer o leitor satisfeito de si dar ao desespero. Era ela. Era ele. Quanto mais discute o tema, mas desespera o leitor. O encontro entre eles se deu na página inicial do Livro de erros, dela, onde o evoca para caminhar consigo enquanto ela entrega de mão beijada tudo de si e as erínias mudam de forma como em um tabuleiro de xadrez onde quem desespera é a consciência. Se fôssemos nos inclinar pelo vício doméstico das conexões, alguns diriam que Maria Lúcia Dal Farra jamais poderia ser romântica ou futurista. Talvez fosse expressionista, em sua lapidação voraz das essências lilases do mundo. Um entre nós diria sem piscar que ela é surrealista. Pensemos. Os erros neste seu livro são defendidos como curativos, vivificantes, são os decisivos símbolos da fecundidade. Não se erra à toa, na mesma proporção dos acertos.

No Nordeste do Brasil uma velha mulher anda com seus restos expostos, tagarela consigo mesmo enquanto ninguém lhe dá a mínima atenção. Os nós cegos na casa que tece dentro de si uma outra mulher, talvez no inferno ocupado da Cisjordânia, ou nas ruas calcificadas em Habana Vieja. Os nós. Apenas nós. Os que levamos conosco entre ervas e linguagem invertida pelos labirintos onde somos todos a ambivalência correlata da própria existência humana. Lemos nela, em Maria Lúcia Dal Farra, em seus erros com sílabas nítidas. Ela nos lê e me diz: O fato é que há uma diferença entre letargia e desassossego, e convida-se o leitor a fazer o seu lance. Conversar com ela, atravessar o negrume do dia e a luz alta das noites, eu sei, já fizemos isto, é como aprender tudo de novo, como considerar que a realidade traduz o que somos, que somos a unidade dispersa de tudo o que se reproduz, a ilusão pura, o erro energético que dorme com os relâmpagos que se precipitam sobre nós quando estamos a caminho de uma totalidade fugidia. O mundo é uma fenda, uma goela, a poeta nos diz, é o outro lado da noite, outro lado da palavra que mordemos e caímos em total esquecimento. Como Narciso que morre a cada noite, ao dormir. Ou ele mesmo, mítico, nas mãos de Valéry, que fez com que desaparecesse em um sopro. Porque, ao final, onde tudo começa, as noites são a voz dessa mulher que me traça a mais vertiginosa geometria da alma, esta poeta, a brasileira Maria Lúcia Dal Farra, que me ensinou a compreender as muitas vozes que trazemos em nosso íntimo, ela mesmo, uma infinidade de mulheres que jamais poderíamos descobrir uma cifra que lhe desse monta, ela, desde seu Livro de auras (1994), ou mais, depois, depois, quando nos encontramos, um dia, na escaldante Ciudad Juárez, México, onde nos conhecemos, desde ali, eu comecei a me abrir em fortunas, lendo as mãos que elevávamos ao tempo, e agora no abracadabra deste seu Livro de erros eu anoto os títulos internos, sua objeção consciente, sua hora marcada, sua profissão de fé… Eu sou o iluminado por seus erros.

Devo pôr em claro, de volta ao pórtico, onde evoca Bandeira, que a escrita é indomável – tanto na pátina do delírio quanto da razão –, que é uma grande tolice pensar no mundo que criamos, que é também o mundo da criação, como um ser vivo que tenha um pé firme apenas em uma das margens do abismo da existência. Ela nos diz, tão linda, anotando em sua pele os caprichos da escrita de José Lezama Lima:

 

Aberta, plena, asfixiante

a lua nefasta me instiga ao cio

e a estrela quebra a sua ponta no meu peito vazio –

minha derradeira brecha.

 

Este o seu erro convicto. Esta, a nossa dobra no espaço/tempo. As inconfundíveis vozes que confirmam a poética singular desta mulher possuída por mil espíritos são da mesma origem do silêncio que ela sabe errar como seu maior acerto.

A esta resenha que é quase uma quiromancia oculta, sobre o Livro de erros, de Maria Lúcia Dal Farra, eu gostaria de acrescentar a íntegra de seu pórtico, onde ela lança luzes sobre a gênese do livro, mas também cuida de nos dar uma lição preciosa sobre quando uma história se encerra para dar lugar a outra. Esta é a poesia que mais nos eleva, no Brasil, a uma condição tão desejada de nação expressivamente poética. Um milagre sobre os acessos progressivos da presunção. Uma ilha, não, o próprio país sempre foi alheio à lei da queda dos corpos. Seremos constantes em nossa descoberta de uma nova aceleração da gravidade que nos leva a renascer a cada instante?


MARIA LÚCIA DAL FARRA | Pórtico

 

Este livro nasceu do meu poeta Manuel Bandeira que, em 1949, provocou uma notável revisão nos meios literários com o seu aceno a uma

 

NOVA POÉTICA

 

Vou lançar a teoria do poeta sórdido. Poeta sórdido:

Aquele em cuja poesia há a marca suja da vida. Vai um sujeito,

Sai um sujeito de casa com a roupa de brim branco muito

bem engomada, e na primeira esquina passa um caminhão, salpica-lhe o paletó ou a calça de uma nódoa de lama:

É a vida.

 

O poema deve ser como a nódoa no brim: Fazer o leitor satisfeito de si dar ao desespero.

 

Sei que a poesia é também orvalho.

Mas este fica para as menininhas, as estrelas alfas, as virgens cem por cento e as amadas que envelheceram sem maldade.

 

P


ouco menos de cem anos antes de Bandeira, Baudelaire teria pensado francesamente assim, quando mencionava, como seu semelhante e irmão, aquele hypocrite lecteur de Les Fleurs du Mal que, pelos vistos, inaugurava, a partir de então, a sua sina de criatura expulsa da poltrona confortável da leitura.

A lição baudelairiana de tornar cúmplice o seu leitor é a pedra de toque para que o poema exista – sem dúvida. Antes que esse ser deite os olhos sobre a folha de papel, tudo ali está mudo e morto: paralisado. As letras desmaiadas, embaralhadas, ignorantes, aflitas e sem rumo clamam por existência, pedem-lhe socorro para fugirem ao cativeiro da escrita, a fim de descobrirem, afinal, quem são. Todas elas têm ciência de que só o leitor as libertará. Porque a leitura apenas tem sentido se for produtiva! E daí que o poema conte em absoluto com a sua ajuda, amado leitor!

Não por outro motivo, Herberto Helder confessava ter preferido morrer intensamente (ass)assinado. Traduzo o dito a meu modo: ser morto e redivivo pelo leitor que dá (por ele) sentido ao papel redigido. Trata-se do pequeno ritual de se deixar assassinar para poder ser assinado. E Apollinaire bem sabia disso.

Mas convenhamos: isso é notório. No entanto, só depois de Baudelaire começamos por forrar essa tal poltrona com pontiagudas tachinhas intermitentes e invertidas que (uma ou outra vez) cutucam a nossa paz rotineira. De lá para cá, os solavancos têm sido mais ou menos assíduos – por vezes ritmados por alguma rima caída em graça, ou por bombardeios de sonoridades impiedosas que derrapam até em enigmas para a vida inteira. Pobre leitor de poesia das nossas eras!

É que se pede a ele (que se confia a ele, na verdade) a responsabilidade de agente do que se escreve. E é por isso que ele resulta apoquentado, maldisposto, visto ter sido convocado a abandonar o aprazível assento para ocupar o tamborete periclitante da leitura! A via é difícil – o poema também.

De modo que ninguém espere delícias de aprazimentos e refrigérios num livro de versos. O poema quer despertar você do torpor de não pensar: quer botá-lo em ação, subverter suas maneiras diuturnas, tirar você do embaraçoso aconchego. E o único prazer que pode oferecer é a intervenção, a comunhão, a recomposição daquilo que seus olhos fixam no papel. Dádiva um tanto perversa, é verdade, mas de sumo prazer, porque pode transportar você a epifanias impensáveis – para bem ou para mal...

Por outro lado, há, de sobra, escolhas disponíveis: o poema pleiteia parceria – claro! –, mas não a exige ditatorialmente. Ele deixa você à vontade. Há, por exemplo, best sellers ortodoxos que esparramam, às mãos cheias, benesses e deleites de grande alcance. Custo mínimo, preço de banana ou um tanto apimentado, mas vale sempre a pena. Ficamos a saber como devemos sentir, pensar, sexualizar, escandalizar, narrativizar, olhar, apreciar, rezar, amar – e daí por diante. À nossa disposição um glossário de mega novidades e de emoções febris que nem a haute couture parisiense iguala na sua ousadia, nem as derradeiras séries da Netflix, nem mesmo a violência cotidiana do nosso país. Só o hábito ordinário do celular e das redes sociais pode competir (sendo que não se trata bem de uma emulação, pois que se auxiliam mutuamente) com esse outro mercado.

O fato é que há uma diferença entre letargia e desassossego, e convida-se o leitor a fazer o seu lance.

Por isso, veja-se como, no mesmo poema, Manuel, sem dar bandeira, insinua a cor-de-rosismo desse tipo de letra, que cultiva a ausência-de-experiência, a carência de senso, a menoridade, a mistificação das práticas sociais: a alienação. Sendo que há ingenuidade da parte desse preciso leitor, há, portanto, falta daquilo que Bandeira denomina maldade – e, assim, o mal acaba se insinuando no seu oposto (no poema-manchado-da-vida) tanto quanto nas flores do Baudelaire. E não é uma coincidência.

Que as gerações posteriores tivessem levado a sério tal pecha (bem fincada em 1857) enquanto prática do que é proibido – não estranha. De fato, é impossível imaginar a cara que a literatura teria se os dadaístas, os futuristas, os surrealistas e os istas em geral (refiro-me não só à vanguarda histórica) não tivessem vindo à cena para declarar frontalmente, com o apoio dos existencialistas (munidos da chave-mestra de Dostoievski – daquele que também escreveu: um erro original vale mais que uma verdade banal) que, afinal – tudo é permitido.

Assim, é de se convir que a carência de maldade, por parte de quem se torna mais ou menos vítima da literatura orvalho, abra espaço para um outro leitor que recebe, em vez de sereno, uma chuva de agulhas.

No entanto, parece pairar, sobre a letra manchada pelo real, um teor de negatividade. No poema de Bandeira, a contrariedade, o desespero do pobre do homem – cujo terno de brim branco engomado é assaltado pelos respingos da poça de água suja, com que o caminhão que passava o batizou – se desloca para o leitor.

É verdade que Artaud, por exemplo, levou isso à extrema quando propugnou um teatro da “crueldade” que, não sem o auxílio de Jarry, veio a desembocar no absurdo de Ionesco, Beckett, Genet e tantos outros, na impossibilidade de comunicação de Bernard-Marie Koltès e na polifonia teatral – no espect(ator) – de Valère Novarina.

Vimos alcançando, por essa trilha, o território do indomável, do que regurgita os padrões – domínio das transgressões, daquilo que erra por vontade própria porque busca, nesse desacerto, encontrar uma saída para um mundo mesmizado e mercantilizado.

O erro é, desesperadamente, uma decisão de mutabilidade que se exerce sobre a vida, de intromissão no real: trata-se de uma nova maneira de não saber que, todavia, pode funcionar como uma verdade insólita e insuspeitável. Herberto, que não fica por menos, toma para si o fato de que escrever é uma espécie de inteligentíssima expiação do crime obscuro de não ter morrido, de modo que, na sua obra, qualquer desses erros é cuidadosamente implacável porque escrevo.

A obra de Camões não seria, por isso mesmo, um magnífico erro, uma grande errância? Não foi por o Poeta ter errado todo o discurso dos seus anos que ela foi construída? Como repete sempre o meu amigo Jorge Fernandes da Silveira - afinal, errar é camoniano...

Já acerca desse verbo ou substantivo (como queiram), o Paulo Leminski não deixa de dilucidar, com todas as letras, que

 

nunca cometo o mesmo

erro duas vezes

já cometo duas três

quatro cinco seis

até esse erro aprender

que só o erro tem vez

 

Bem, e quanto a este preciso Pórtico, todo esse discurso errante é para advertir o leitor de que aqui se tisna muito linho: tinguijamos bem o seu brim – divisa que se prestaria com naturalidade a uma lavanderia às avessas, tal qual a deste livro. A bem da verdade, esta obra se aplica em impossíveis, em delitos, em infrações, e, portanto, falha, celebrando a imperfeição. Equivoca-se em tudo: na sua escrita, nas traduções de Lezama Lima (1910/1976), de Edna St. Vicent Millay (1892/1950), tanto quanto nas leituras de poemas alheios e telas, sobretudo na do colossal mármore de Vitória de Samotrácia, exposto logo à entrada do Louvre, obras que mal podiam supor serem um dia assim tão abusadas, e que, no entanto, ficam, dessa maneira, erradas e homenageadas neste livro.

Claro que se erra propositadamente, mas também sem querer – por pura ignorância. Não esquecer que o homem (a mulher) é um erro divino, como supôs Nietzsche um dia.

No ano passado, o Secretário Geral da ONU declarou, em alto e bom som, que a Humanidade está a um erro de cálculo da aniquilação nuclear.

Que este livro possa ser, com sorte (e antes que isso ocorra), um milagre cheio do milagre dos erros. Ao leitor, socorrê-lo. [Maria Lúcia Dal Farra, Lajes Velha, 14/09/2023.]

 



MARIA LÚCIA DAL FARRA (Brasil, 1944). Poeta, ensaísta e conferencista, autora de quatro livros de poesia que se destacam entre os melhores de nossa lírica: Livro de Auras (1994), Livro de Possuídos (2002), Alumbramentos (2012), Terceto para o fim dos tempos (2017), e Livro de erros (2024). Além deles, é autora de um livro de contos, Inquilina do Intervalo (2005) e dois outros de crítica literária: O Narrador Ensimesmado (1978) e A Alquimia da Linguagem (1994), este último em Portugal.



 


FLORIANO MARTINS (Fortaleza, 1957). Poeta, editor, dramaturgo, ensaísta, artista plástico e tradutor. Criou em 1999 a Agulha Revista de Cultura. Coordenou (2005-2010) a coleção “Ponte Velha” de autores portugueses da Escrituras Editora (São Paulo). Curador do projeto “Atlas Lírico da América Hispânica”, da revista Acrobata. Esteve presente em festivais de poesia realizados em países como Bolívia, Chile, Colômbia, Costa Rica, República Dominicana, El Salvador, Equador, Espanha, México, Nicarágua, Panamá, Portugal e Venezuela. Curador da Bienal Internacional do Livro do Ceará (Brasil, 2008), e membro do júri do Prêmio Casa das Américas (Cuba, 2009), foi professor convidado da Universidade de Cincinnati (Ohio, Estados Unidos, 2010). Tradutor de livros de César Moro, Federico García Lorca, Guillermo Cabrera Infante, Vicente Huidobro, Hans Arp, Juan Calzadilla, Enrique Molina, Jorge Luis Borges, Aldo Pellegrini e Pablo Antonio Cuadra. Criador e integrante da Rede de Aproximações Líricas. Entre seus livros mais recentes se destacam Un poco más de surrealismo no hará ningún daño a la realidad (ensaio, México, 2015), O iluminismo é uma baleia (teatro, Brasil, em parceria com Zuca Sardan, 2016), Antes que a árvore se feche (poesia completa, Brasil, 2020), Naufrágios do tempo (novela, com Berta Lucía Estrada, 2020), Las mujeres desaparecidas (poesia, Chile, 2022) e Sombras no jardim (prosa poética, Brasil, 2023).

 

 


ANTONIA EIRIZ (Cuba, 1929-1995). Se graduó de la Escuela de Bellas Artes de San Alejandro en 1957. Participó en la II Bienal Interamericana de México en 1960 y en la VI Bienal de Sao Paulo en 1961, donde su obra recibió una mención honorífica. De 1962 a 1969 impartió clases en la Escuela de Instructores de Arte y en la Escuela Nacional de Arte, ambas en La Habana. En 1963 ganó el Primer Premio en la Exposición de La Habana, organizada por la Casa de las Américas. Al año siguiente, la Galería Habana presentó su importante exposición “Pintura/Ensamblajes”. En 1966 expuso su obra junto a Raúl Martínez en la Casa del Lago de la Universidad Nacional Autónoma de México, y un año después en el 23 Salón de Mayo en París, Francia. Eiriz tenía una forma muy particular de captar su entorno, optando por retratar las situaciones más dramáticas y grotescas de la condición humana, lo que provocó que su obra fuera incomprendida por el gobierno revolucionario, lo que la llevó a jubilarse anticipadamente. A finales de los años sesenta abandonó la pintura y se dedicó a la promoción de formas de arte popular, transformando su casa en un taller donde enseñaba técnicas como el papel maché y los trabajos textiles a la comunidad local. En 1989 recibió la Orden Félix Varela del Consejo de Estado de Cuba, la más alta distinción del país en el ámbito cultural. En 1991 se realizó una exposición de su obra titulada “Reencuentro” en la Galería Galiano de La Habana y en 1994 recibió una beca de la Fundación John Simon Guggenheim. Después de su muerte en 1995, el Museo de Arte de Fort Lauderdale organizó una retrospectiva de su obra: “Antonia Eiriz: Tributo a una leyenda”. Ahora ella es nuestra artista invitada, en esta edición de Agulha Revista de Cultura.

 


Agulha Revista de Cultura

Número 255 | setembro de 2024

Artista convidada: Antonia Eiriz (Cuba, 1929-1995)

Editores:

Floriano Martins | floriano.agulha@gmail.com

Elys Regina Zils | elysre@gmail.com

ARC Edições © 2024


∞ contatos

https://www.instagram.com/agulharevistadecultura/

http://arcagulharevistadecultura.blogspot.com/

FLORIANO MARTINS | floriano.agulha@gmail.com

ELYS REGINA ZILS | elysre@gmail.com

 





 

  

LUIS BENÍTEZ | Sobre El mago de la soledad, De Mario Meléndez

 


Vastamente reconocido por el público lector y la crítica especializada, el poeta chileno Mario Meléndez fue hace tiempo consagrado como una de las mejores voces actuales de la poesía latinoamericana.

Su trayectoria –pese a su todavía presente juventud– abarca un nutrido arsenal de títulos que ratifican por derecho propio lo señalado en el párrafo anterior. Es un nuevo acierto de Ediciones Salvajes incluir en su catálogo una de las mejores selecciones de sus obras, El mago de la soledad, brindando así una edición argentina corregida y aumentada de esta antología realizada sobre la base de varios de sus poemarios, cuando ya han tenido cabida en prestigiosos sellos de Latinoamérica y Europa, en magistrales traducciones a lenguas extranjeras.

No en vano la obra poética de Mario Meléndez ha recibido el elogio de diversos y destacados autores, entre ellos el gran Nicanor Parra, quien a lo largo de su siglo de vida ha leído y escuchado una vasta gama de trabajos poéticos, pero quien ante la obra de Meléndez no dudó en manifestar, en su momento: ¡Caramba! Hace tiempo que no leía un texto que se sostuviera por sí solo, expresión que habla a las claras del impacto que espera al lector al recorrer las páginas de este volumen.

¿Qué sostiene erguida la poética de Mario Meléndez, tal como lo declara el admirado poeta chileno, autor de los famosos Poemas y Antipoemas? ¿Qué hará que siga de pie, según pase el tiempo, según será fácil de advertir ya desde la primera lectura?

Las razones son varias y entre las fundamentales, revista la innegable calidad de los trabajos que aglutina el autor bajo este título: se trata de una obra de impecable unidad estilística, una que ha sabido reunir en una voz inconfundible y ya propia de Meléndez las decantadas influencias de autores latinoamericanos, estadounidenses y europeos, actuando como una original síntesis de esa polifonía. El manejo maestro de los recursos literarios que exhibe el autor le permite trasmitir a la sensibilidad y al intelecto del lector, simultáneamente, el sentimiento y la idea, la emoción y el concepto, con una innegable capacidad por parte de Meléndez para encontrar la expresión justa y ubicarla sabiamente en el contexto, reforzando su intensidad particular al tiempo que potencia lo general del poema. Repetido este logro a lo largo de toda su obra, el conjunto posee una fuerza expresiva que se destaca por sí misma y, curiosamente, aparece como uniformemente distribuida en todo el continuo.

Señalable característica, pues no es habitual que una trayectoria de amplia extensión, como la que nos ocupa, acuse tan marcado equilibrio escritural. Se trata de una poética sin altibajos –los esperables incluso en autores de todavía más dilatada presencia y tiempo en el oficio que Meléndez y notoriamente consagrados– que sorprenderá, también por esta peculiaridad, a quienes se aventuren en las páginas de El Mago de la soledad.


Asimismo, creo que éste es el momento adecuado para hacer una salvedad: como bien sabemos, nadie puede definir cuál es, ni siquiera en dónde estriba, el innegable valor de una obra de arte poética. Es algo que se halla difuminado, esparcido por todo el conjunto, siendo inapresable para la palabra crítica. Podemos decir que El cementerio marino, de Paul Valéry, por ejemplo, es una obra maravillosa, pero al momento de pedírsenos que explicitemos en dónde radica su extraordinaria cualidad, nos será prácticamente imposible aislarla y someterla a examen. Invariablemente, la mayor parte de esa razón de ser poética de la citada obra se nos escapará y cuanto dejemos sobre el papel respecto de ella parecerá empalidecido, apenas referente, mero esbozo, ante la plena luminosidad de la obra a la que intenta vanamente describir o, siquiera, aludir. De modo semejante, ante lo alcanzado por Mario Meléndez en su sombría, riente, sarcástica, escalofriante, chispeante e irreverente (esto último, solamente para algunos y algunas) obra presente, se quiebra el lápiz y se atora el dedo en el teclado a la hora de particularizar sobre sus logros. Debo pedir disculpas por las torpezas de mi sola autoría que anteceden a esta necesaria aclaración, al referirme a algunos aspectos de El mago de la soledad.

Al leer el volumen al que nos referimos, comprenderá el lector por qué.

Muchas gracias.

 

 


MARIO MELÉNDEZ (Chile, 1971). Poeta y editor. Entre sus libros figuran: Vuelo subterráneo, El circo de papel, La muerte tiene los días contados, Esperando a Perec, Jardín de escombros y El mago de la soledad. Parte de su obra se ha traducido a diversos idiomas. En 2012 fija su residencia en Italia y al año siguiente recibe la medalla del Presidente de la República Italiana, concedida por la Fondazione Internazionale Don Luigi di Liegro. En 2015 es incluido en la antología El canon abierto. Última poesía en español (Madrid, Visor). En 2017 algunos de sus poemas aparecen traducidos al inglés en la mítica revista Poetry Magazine de Chicago. En 2018 regresa a Chile para asumir como editor general de la Fundación Vicente Huidobro. En 2022, RIL editores publica su obra poética reunida bajo el título Apuntes para una leyenda y la antología Réquiem para frutas suicidas. Es considerado una de las voces más originales de la nueva poesía latinoamericana.



LUIS BENÍTEZ (Argentina, 1956). Poeta, narrador, ensayista y crítico literario. Es miembro de la Academia Iberoamericana de Poesía, Capítulo de New York, (EE.UU.) con sede en la Columbia University, de la World Poetry Society (EE.UU.); de World Poets (Grecia) y del Advisory Board de Poetry Press (La India). Ha recibido el título de Compagnon de la Poèsie de la Association La Porte des Poètes, con sede en la Université de La Sorbonne, París, Francia. Miembro de la Asociación de Poetas Argentinos (APOA), de Sociedad de Escritoras y Escritores de la República Argentina (SEA) y del PEN Club Argentino. Ha recibido numerosos premios nacionales e internacionales por su obra literaria, entre ellos el Primer Premio Internacional de Poesía La Porte des Poètes (París, 1991); la Mención de Honor del Concurso Municipal de Literatura (Poesía, Buenos Aires, 1991); el Segundo Premio Bienal de la Poesía Argentina (Buenos Aires, 1992); el Primer Premio Joven Literatura (Poesía) de la Fundación Amalia Lacroze de Fortabat (Buenos Aires, 1996); el Primer Premio del Concurso Internacional de Ficción (Montevideo, 1996); el Primo Premio Tuscolorum Di Poesia (Sicilia, Italia, 1996); el Tercer Premio Eduardo Mallea de Narrativa (Buenos Aires, período 1995-1997); el Primer Premio de Novela Letras de Oro (Buenos Aires, 2003); el Accesit 10éme. Concours International de Poésie (París, 2003) y el Primer Premio Internacional para Obra Publicada “Macedonio Palomino” (México, 2008). Sus 36 libros de poesía, ensayo y narrativa han sido publicados en Argentina, Chile, España, Estados Unidos, Francia, Inglaterra, Italia, México, Rumania, Suecia, Venezuela y Uruguay.
 

 


ANTONIA EIRIZ (Cuba, 1929-1995). Se graduó de la Escuela de Bellas Artes de San Alejandro en 1957. Participó en la II Bienal Interamericana de México en 1960 y en la VI Bienal de Sao Paulo en 1961, donde su obra recibió una mención honorífica. De 1962 a 1969 impartió clases en la Escuela de Instructores de Arte y en la Escuela Nacional de Arte, ambas en La Habana. En 1963 ganó el Primer Premio en la Exposición de La Habana, organizada por la Casa de las Américas. Al año siguiente, la Galería Habana presentó su importante exposición “Pintura/Ensamblajes”. En 1966 expuso su obra junto a Raúl Martínez en la Casa del Lago de la Universidad Nacional Autónoma de México, y un año después en el 23 Salón de Mayo en París, Francia. Eiriz tenía una forma muy particular de captar su entorno, optando por retratar las situaciones más dramáticas y grotescas de la condición humana, lo que provocó que su obra fuera incomprendida por el gobierno revolucionario, lo que la llevó a jubilarse anticipadamente. A finales de los años sesenta abandonó la pintura y se dedicó a la promoción de formas de arte popular, transformando su casa en un taller donde enseñaba técnicas como el papel maché y los trabajos textiles a la comunidad local. En 1989 recibió la Orden Félix Varela del Consejo de Estado de Cuba, la más alta distinción del país en el ámbito cultural. En 1991 se realizó una exposición de su obra titulada “Reencuentro” en la Galería Galiano de La Habana y en 1994 recibió una beca de la Fundación John Simon Guggenheim. Después de su muerte en 1995, el Museo de Arte de Fort Lauderdale organizó una retrospectiva de su obra: “Antonia Eiriz: Tributo a una leyenda”. Ahora ella es nuestra artista invitada, en esta edición de Agulha Revista de Cultura.



Agulha Revista de Cultura

Número 255 | setembro de 2024

Artista convidada: Antonia Eiriz (Cuba, 1929-1995)

Editores:

Floriano Martins | floriano.agulha@gmail.com

Elys Regina Zils | elysre@gmail.com

ARC Edições © 2024


∞ contatos

https://www.instagram.com/agulharevistadecultura/

http://arcagulharevistadecultura.blogspot.com/

FLORIANO MARTINS | floriano.agulha@gmail.com

ELYS REGINA ZILS | elysre@gmail.com