∞ editorial | Poetas
hispanoamericanos del siglo XX, 4
El caso es que
hay una tímida presencia de escritoras en la historia de la literatura mundial.
¿Pero eso significa que no escribieron? No, lo que tenemos es una ocultación de
los nombres femeninos en la producción literaria, con el eclipsamiento del
marido y el uso de seudónimos. Basta pensar en autores como George Sand/Amandine
Dupin y George Eliot/Mary Ann Evans.
Si bien las
mujeres siempre han luchado por reclamar sus derechos, podemos decir que, en
pasos cortos, en la historia contemporánea está cambiando esta asimetría entre
la presencia y el reconocimiento entre escritores y escritoras. Experimentamos
un interés creciente por las voces de nuevos autores y redescubrimientos de
otros que nos precedieron.
En este número
de Agulha Revista de Cultura reunimos
una gran presencia de 10 mujeres poetas de la mayor importancia. También hay
que recordar que en muchos casos fue decisiva la existencia de revistas
literarias, sin las cuales la difusión de la poesía por todo el continente
sería aún más limitada. Ante esto, Floriano Martins señala algunas breves
consideraciones históricas sobre el tema.
02 | FLORIANO MARTINS – Revistas en Hispanoamérica
Hay dos circunstancias básicas que
guían la creación de una revista literaria: concentran en sus páginas los
postulados estéticos de un determinado movimiento o escuela, o bien se
materializan en la simple difusión ecléctica de textos. Ambos casos son
perfectamente correctos siempre y cuando el editorial defina y asuma la
tendencia elegida.
Más
recientemente, las revistas se inclinan por la segunda opción, lo que nos lleva
a una aparente digresión: ¿qué hay detrás de la escasa aparición de movimientos
literarios en los últimos tiempos, hoy prácticamente extintos? Entre los muchos
valores que hemos perdido están el de dar nuestra palabra y el de compartir
intereses. En todos los sentidos, el hombre fue llevado a aislarse y a no
encontrar sentido al respeto de principios y compromisos. Esto sucedió de una
manera tan sencilla que es absurdo que hayamos caído en un artificio tan
ingenioso.
¿Y cuál fue
este astuto mecanismo? Aislar imágenes, conceptos, significados, ecos. Todo
empieza a tener sentido de forma aislada, una extraña falacia, como si
tuviéramos un hombre aquí, una silla allá y una revista más adelante. A medida
que esta falacia gana terreno, dejamos de vernos. Desacreditamos la idea compartida
y nos convertimos en vasallos de una autosuficiencia inhóspita.
Muchas veces,
sin darnos cuenta, celebramos más la aparición de una nueva revista que el hito
de que otra haya alcanzado su número 100. Esta cifra nos suena a escándalo.
¿Cómo puede algo durar tanto? Ésta es la herejía posmoderna: que algo dure más
que un instante. Entonces deberíamos quemar en la hoguera del olvido a un
ecuatoriano llamado Fredo Arias de la Canal, por haber publicado más de 400
números de la revista Norte,
publicada en México desde 1929. Es verdaderamente un escándalo y no puede
tomarse como base para nuestra conversación.
Sin embargo,
podemos pensar en el esfuerzo del paraguayo Marcos Reyes Dávila, quien desde
hace más de una década edita la revista Exégesis
en Puerto Rico, mismo país en el que Manuel de la Puebla dirigió durante 18
años la revista Mairena. Y casi dos
décadas llevaron a Octavio Paz involucrado en la dirección de la revista Vuelta, que él mismo fundó. El argentino
Eduardo Mosches dirige desde hace décadas la revista Blanco Móvil en México y Luis Alberto Crespo también dirigió la
revista Imagen en Venezuela desde
hace más de una década.
Cuando hoy
hablamos del nombre del venezolano Juan Liscano, inevitablemente lo vinculamos
al largo período en el que estuvo al frente de la revista Zona Franca, una de las más importantes de su país. Más
recientemente, no se puede dejar de mencionar los esfuerzos de Juan Riquelme o
Gonzalo Márquez Cristo, quienes estuvieron al frente de la venezolana Babel y la colombiana Común Presencia. Hay muchos países y la
referencia a todos ellos sería evidentemente infructuosa, aunque menos tediosa.
También en Colombia es imprescindible mencionar la revista Arquitrave, creada y dirigida por Harold Alvarado Tenorio.
Otros dos
nombres son decididamente grandes directores de revistas: el mexicano José
Ángel Leyva –décadas de labor editorial si sumamos los periodos de las revistas
Alforja y La Otra–, y el costarricense Alfonso Peña –fallecido
recientemente–, incluyendo aquí también los periodos que van de Andrómeda a Materika.
Son revistas
que buscan un núcleo basado en el alcance. Y lo hacen por una razón muy
sencilla: entienden que representan, cada uno para su país y su época, el
importante papel de catalizador de todo lo que sucede a su alrededor, en todo
el mundo, en términos de valores literarios. Ninguna de las revistas
mencionadas hasta ahora abordó aspectos regionales, políticos, etnográficos o
cualquier otra forma de posible reduccionismo cultural. Esto significa que
supieron reconocer igual importancia a una expresión local y a otra extranjera.
Encuentro en
algunas revistas hispanoamericanas una relevancia del texto y una falta de
preocupación por el insostenible cómputo de páginas, líneas o caracteres,
requerido en otras instancias. No es raro encontrar ediciones enteras dedicadas
a un solo autor, o incluso un gran espacio dedicado al diálogo sobre una
determinada circunstancia literaria. Tenemos ejemplos en la Babel venezolana, que aparece
ocasionalmente con una edición entera dedicada a la revisión crítica de algunos
de los principales movimientos o grupos decisivos en la historia de la
literatura de su país; al igual que las revistas Auditorio, de República Dominicana, o Lotería, de Panamá, suelen
rendir homenajes, que ocupan un número completo, a sus principales escritores.
Aquí viene otro
aspecto a destacar. Estas dos últimas revistas pertenecen al Estado, como la
mexicana Fronteras y muchas otras, es
decir, son iniciativas de una instancia gubernamental. Aun así, logran la
exención suficiente para valorar la trayectoria estética de un determinado
autor sin prejuicios de ningún tipo. El aspecto a destacar sería la
sensibilidad del Estado para comprender que no puede interferir en el sustrato
de la cultura que orienta la tradición de un área que administra sólo
circunstancialmente. En otras palabras: ningún gobierno, cualquiera que sea su
apetito político, debería interferir en el desarrollo estético de una cultura.
Pero no
olvidemos esa otra circunstancia que guía la creación de una revista literaria:
la vinculación con movimientos, escuelas, tendencias. En nombre de esta
ligadura se crearon importantes revistas en Hispanoamérica. Me referiré a cinco
de ellos en particular para no resultar más impertinente o empalagoso de lo que
debería. Orígenes (Cuba), Contemporáneos (México), Poesía-Buenos Aires (Argentina), Mito (Colombia) y Mandrágora (Chile). A excepción de esta última, que defendió
claramente el surrealismo, las demás fueron resúmenes de la efervescencia
cultural que marcó su existencia.
Todas estaban
vinculadas a un grupo. Y surgieron como un ideal común, es decir, como la
posible fuente de un diálogo, que puede hacerse brotar de la coexistencia de
ideas. En este sentido, creo que son las revistas más importantes que
aparecieron en Hispanoamérica. Es curioso que ningún historiador se haya
detenido a estudiarlas en conjunto. Más grave aún: la fortuna crítica de
algunas de ellas fue montada por los propios directores, no atrayendo hasta hoy
la merecida atención por parte de los estudiosos del tema.
Contemporáneos fue fundada en 1929 gracias a un
fructífero diálogo entre poetas como Jaime Torres Bodet y Xavier Villaurrutia.
El primero había viajado a Cuba, donde conoció otra publicación, la
controvertida Revista de Avance
(1927-1930). Comprendieron entonces que el prestigio internacional alcanzado
por algunas publicaciones europeas podía repetirse desde México, siempre y
cuando la aventura tuviera una definición estética y estuviera bien presentada.
Surgieron así revista y grupo, definiendo una de las generaciones más
consistentes de toda la América hispana.
En Chile, diez
años después, cuando ya había surgido el grupo Mandrágora, que tenía entre sus articuladores a Enrique
Gómez-Correa, a fines de 1938 decidieron crear la revista homónima, continuando
un proyecto editorial propuesto por el grupo. Luego editaron durante siete
números la revista Mandrágora.
En 1944, el
cubano José Lezama Lima fundó la revista Orígenes,
junto con el crítico José Rodríguez Feo. Las inquietudes de Lezama ya le habían
llevado a fundar otras tres revistas: Verbum,
en 1937, de la que surgieron tres números; Espuela
de plata, de 1939, que alcanzaría la marca de seis números editados; y Nadie parecía, con Ángel Gaztelu, en
1942, que alcanzaría el décimo número. Según el propio Lezama, la raíz de estas
publicaciones era la amistad, el diálogo frecuente y el respeto mutuo por
opiniones peculiares. El nombre de la revista acabó confundiéndose con el de
toda una generación de escritores y artistas visuales. Orígenes alcanzó la marca de 40 números, que se prolongaron hasta
1955.
El grupo de
intelectuales reunido por Raúl Gustavo Aguirre en Buenos Aires en 1950 se
rebeló contra toda forma de ortodoxia, al tiempo que refutó la injerencia
académica en el mundo de la creación literaria. Así nació Poesía-Buenos Aires, que se mantuvo en pleno desarrollo durante
diez años. La revista contaba con textos programáticos, lo que le daba un
carácter de movimiento.
Durante su
curso, cerca, en Bogotá, Jorge Gaitán Durán y Hernando Valencia Goelkel
propusieron un audaz plan de despliegue cultural. Se puede decir que la
formación del grupo Mito, que pronto apoyaría la publicación de una revista
homónima que alcanzaría una tirada de 25 números, fue el acontecimiento más
destacable de toda la cultura colombiana, tanto por su dimensión estética como
por su interferencia en el plano político.
Estas revistas
tenían una raíz común: la comprensión de que corresponde al poeta asegurar la
firmeza de la cultura. De esta frase tan sencilla surge una curiosidad: ¿cuál
es el límite de una cultura? ¿Hasta qué punto mi oído se pudre por la mala
influencia de una cultura extranjera, o me emborracho gloriosamente con los
restos de una cultura diezmada por mí? Parece que ya no entendemos la acción de
la rosa de los vientos en el territorio de la cultura. La defensa de una
expresión artística no puede vincularse a una ramificación estética, pero nunca
será prescindible lo contrario. No importa cuánto barroco fue Velázquez, sino
cuánto barroco español se expresó a partir de la obra de Velázquez. Este
desplazamiento indebido ha sido la raíz de gran parte de los daños que hoy
resultan de un inventario de la producción artística de nuestro tiempo.
Pero no los
tomemos como casos aislados. En la época dorada de las vanguardias surgieron un
verdadero enjambre de revistas, algunas de las cuales tuvieron gran notoriedad,
como la peruana Las Moradas, dirigida
por César Moro y Emilio Adolfo Westphalen, o la argentina Ciclo, que contó con Enrique Molina y Aldo Pellegrini al frente.
Lo que nos
corresponde, más allá del informe general, es entender que las revistas
literarias no se apartan de un abanico de plumas sagradas de la actividad
humana en la tierra. ¿Qué quiere decir esto? Que no hagamos revistas, ni
sillas, ni hagamos el amor, como aspectos aislados de la misma naturaleza
humana. Sólo la locura cree en un cajón desordenado combinado con tranquilidad.
¿Qué quiere decir esto? Que las revistas literarias no sean anfetaminas ni
juegos de guerra. Como somos dados al fraude, siempre nos llevamos los medios a
la cama y los tratamos como un fin.
¿Qué quiere
decir esto? Que el verdadero obstáculo a la hora de editar una revista no es su
aspecto económico, sino la naturaleza de la iniciativa. Incluso ante
dificultades financieras, lo que hay que discutir es cómo validar los medios.
Aunque el abismo creado por el malentendido entre los valores de la fe y la fe
en los valores es inmenso, lo cierto es que el hombre no es más que lo que
cree. Las revistas literarias no son más que una de las formas de creencia del
hombre en los valores humanos.
03 | También elegimos a una mujer como artista invitada para esta edición, la peruana Verónica Cabanillas Samaniego, joven creadora con una profunda conexión con el surrealismo. En nuestra conversación con ella, ha revelado lo siguiente: Cuando creo trato instintivamente de tocar el todo, es no solo una idea es también un sentimiento, una emoción, trato de crear con el todo, siendo todo y sintiendo todo para tratar de acercarme a una gran obra, que hable y diga todo en sus formas, colores, trazos o composiciones, que diga todo lo que me desborda y trate de expresar lo indecible. En la surrealidad, en sus grandes y hondos vacíos, en sus cavernas barrocas, en sus puentes colgantes, en la selva virgen, en el maremoto en alta mar o sobre la playa, ahí donde vivimos muchos de nosotros, sentimos la algarabía y también la angustia de ser surreal, de habernos podido abrir las puertas asombrosas de los mundos del más acá y allá y vivir el gran dialogo de ida y vuelta. Infinito y amplio lugar, devastador, necesario.
Publica
en 2014 TUyYO por autoedición y participa en diversas antologías de poesía: IXQUIC. Antología internacional de
poesía feminista
(Editorial Verbum, Madrid, 2018); Wagered
deep on the run of six rats to see which would catch the first fire /
Surrealist and Outsiders (RW Spryszak, Chicago, 2018); Liberoamericanas, 80 poetas contemporáneas (Liberoamérica,
España/Argentina/Uruguay, 2018); Narrow
doors in wide green fields / Surrealists and Outsiders (RW Spryszak,
Chicago, 2019). Ha participado en el V Festival de Poesía de Lima (2014);
IV Feria del Libro Alternativo Antifil, Lima (2019). En la 27ª Feria
internacional del libro de Lima, (FIL 2023). Su trabajo visual es difundido en
revistas como Derrame (Chile), Canibaal (España), La vertèbre et le rossignol (Canadá), Vol (Francia), The Room
(Egipto), Revista Innombrable
(Colombia). Forma parte del libro 120
noches de Eros, compendio de mujeres surrealistas realizado por Floriano
Martins, ARC ediciones, Brasil (2021).
Actualmente codirige con Magdalena Benavente la revista Honidi Magazine, en Algarrobo, Chile. Pinta. Prepara la publicación para este año de un libro inédito escrito a los 19 años, que será editado por la Belle Inutile Editions de Francia. Pasa su tiempo entre el bosque y el mar en el amigo país de Chile, en el litoral de los poetas.
Elys Regina Zils
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CHACÓN | Ser al decir en Ida Gramcko
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Eunice Odio
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JOSEFA
FERNÁNDEZ ZAMBUDIO | los monólogos dramáticos de Circe, Fedra y Medea en
Claribel Alegría: ni brujas, ni locas
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LUZ MÉNDEZ DE
LA VEGA | Alaíde Foppa: realidad y poesía
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MARCO ANTONIO CAMPOS | Elena Garro y Los recuerdos del
porvenir: una novela mágica
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MACHADO | María Calcaño, censura al desear
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ROSA EMILIA DEL PILAR ALCAYAGA TORO | Pinceladas acerca de la vida y
obra de Stella Díaz Varín
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VENTURA | Carmen Natalia y el antitrujillismo vibrante, sin miedo
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WINSTON MORALES CHAVARRO | Matilde Espinosa o la poética
del alumbramiento
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YLONKA NACIDIT-PERDOMO | Delia
Weber, idolatrada
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Número 238 | setembro de 2023
Artista convidada: Verónica Cabanillas Samaniego (Perú, 1981)
editora | ELYS REGINA ZILS | elysre@gmail.com
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