sábado, 9 de setembro de 2023

Agulha Revista de Cultura # 238 | setembro de 2023

 

∞ editorial | Poetas hispanoamericanos del siglo XX, 4

 


01 | Históricamente, hombres y mujeres siempre han tenido roles diferentes. Tradicionalmente a la mujer se le asignaba el rol de ser esposa y servir a su marido, ser madre y cuidar de los hijos, cuidar de la casa. En este sentido, Virginia Woolf escribe en su ensayo “Una habitación propia” ([1929] 1985) que para que una mujer escriba literatura, primero necesitaba tener dinero y una habitación propia, es decir, un espacio suyo para poder escribir. Además, el acceso a la educación formal tomó mucho tiempo hasta llegar a las mujeres, así como durante mucho tiempo estuvieron limitadas a la escritura privada (como cartas y diarios familiares), sin avanzar más allá de la permitida escrita de libros para niños. Esta conexión entre el trabajo artístico y las condiciones sociales y materiales sofoca la imaginación y la inspiración.

El caso es que hay una tímida presencia de escritoras en la historia de la literatura mundial. ¿Pero eso significa que no escribieron? No, lo que tenemos es una ocultación de los nombres femeninos en la producción literaria, con el eclipsamiento del marido y el uso de seudónimos. Basta pensar en autores como George Sand/Amandine Dupin y George Eliot/Mary Ann Evans.

Si bien las mujeres siempre han luchado por reclamar sus derechos, podemos decir que, en pasos cortos, en la historia contemporánea está cambiando esta asimetría entre la presencia y el reconocimiento entre escritores y escritoras. Experimentamos un interés creciente por las voces de nuevos autores y redescubrimientos de otros que nos precedieron.

En este número de Agulha Revista de Cultura reunimos una gran presencia de 10 mujeres poetas de la mayor importancia. También hay que recordar que en muchos casos fue decisiva la existencia de revistas literarias, sin las cuales la difusión de la poesía por todo el continente sería aún más limitada. Ante esto, Floriano Martins señala algunas breves consideraciones históricas sobre el tema.

 

02 | FLORIANO MARTINS – Revistas en Hispanoamérica

Hay dos circunstancias básicas que guían la creación de una revista literaria: concentran en sus páginas los postulados estéticos de un determinado movimiento o escuela, o bien se materializan en la simple difusión ecléctica de textos. Ambos casos son perfectamente correctos siempre y cuando el editorial defina y asuma la tendencia elegida.

Más recientemente, las revistas se inclinan por la segunda opción, lo que nos lleva a una aparente digresión: ¿qué hay detrás de la escasa aparición de movimientos literarios en los últimos tiempos, hoy prácticamente extintos? Entre los muchos valores que hemos perdido están el de dar nuestra palabra y el de compartir intereses. En todos los sentidos, el hombre fue llevado a aislarse y a no encontrar sentido al respeto de principios y compromisos. Esto sucedió de una manera tan sencilla que es absurdo que hayamos caído en un artificio tan ingenioso.

¿Y cuál fue este astuto mecanismo? Aislar imágenes, conceptos, significados, ecos. Todo empieza a tener sentido de forma aislada, una extraña falacia, como si tuviéramos un hombre aquí, una silla allá y una revista más adelante. A medida que esta falacia gana terreno, dejamos de vernos. Desacreditamos la idea compartida y nos convertimos en vasallos de una autosuficiencia inhóspita.

Muchas veces, sin darnos cuenta, celebramos más la aparición de una nueva revista que el hito de que otra haya alcanzado su número 100. Esta cifra nos suena a escándalo. ¿Cómo puede algo durar tanto? Ésta es la herejía posmoderna: que algo dure más que un instante. Entonces deberíamos quemar en la hoguera del olvido a un ecuatoriano llamado Fredo Arias de la Canal, por haber publicado más de 400 números de la revista Norte, publicada en México desde 1929. Es verdaderamente un escándalo y no puede tomarse como base para nuestra conversación.

Sin embargo, podemos pensar en el esfuerzo del paraguayo Marcos Reyes Dávila, quien desde hace más de una década edita la revista Exégesis en Puerto Rico, mismo país en el que Manuel de la Puebla dirigió durante 18 años la revista Mairena. Y casi dos décadas llevaron a Octavio Paz involucrado en la dirección de la revista Vuelta, que él mismo fundó. El argentino Eduardo Mosches dirige desde hace décadas la revista Blanco Móvil en México y Luis Alberto Crespo también dirigió la revista Imagen en Venezuela desde hace más de una década.

Cuando hoy hablamos del nombre del venezolano Juan Liscano, inevitablemente lo vinculamos al largo período en el que estuvo al frente de la revista Zona Franca, una de las más importantes de su país. Más recientemente, no se puede dejar de mencionar los esfuerzos de Juan Riquelme o Gonzalo Márquez Cristo, quienes estuvieron al frente de la venezolana Babel y la colombiana Común Presencia. Hay muchos países y la referencia a todos ellos sería evidentemente infructuosa, aunque menos tediosa. También en Colombia es imprescindible mencionar la revista Arquitrave, creada y dirigida por Harold Alvarado Tenorio.

Otros dos nombres son decididamente grandes directores de revistas: el mexicano José Ángel Leyva –décadas de labor editorial si sumamos los periodos de las revistas Alforja y La Otra–, y el costarricense Alfonso Peña –fallecido recientemente–, incluyendo aquí también los periodos que van de Andrómeda a Materika.


Me he referido al director más que a la revista en sí. Esto sucede porque cité intencionalmente revistas que pertenecen a esa segunda instancia inicialmente tratada, es decir, que no están directamente vinculadas a un movimiento o una escuela literaria. Eso no significa que no tengan una junta ejecutiva que comparta ideas. Pero sabemos que la presencia del director es fuerte y decidida, al mismo tiempo que allí se definen líneas editoriales ajenas a tal o cual corriente estética.

Son revistas que buscan un núcleo basado en el alcance. Y lo hacen por una razón muy sencilla: entienden que representan, cada uno para su país y su época, el importante papel de catalizador de todo lo que sucede a su alrededor, en todo el mundo, en términos de valores literarios. Ninguna de las revistas mencionadas hasta ahora abordó aspectos regionales, políticos, etnográficos o cualquier otra forma de posible reduccionismo cultural. Esto significa que supieron reconocer igual importancia a una expresión local y a otra extranjera.

Encuentro en algunas revistas hispanoamericanas una relevancia del texto y una falta de preocupación por el insostenible cómputo de páginas, líneas o caracteres, requerido en otras instancias. No es raro encontrar ediciones enteras dedicadas a un solo autor, o incluso un gran espacio dedicado al diálogo sobre una determinada circunstancia literaria. Tenemos ejemplos en la Babel venezolana, que aparece ocasionalmente con una edición entera dedicada a la revisión crítica de algunos de los principales movimientos o grupos decisivos en la historia de la literatura de su país; al igual que las revistas Auditorio, de República Dominicana, o Lotería, de Panamá, suelen rendir homenajes, que ocupan un número completo, a sus principales escritores.

Aquí viene otro aspecto a destacar. Estas dos últimas revistas pertenecen al Estado, como la mexicana Fronteras y muchas otras, es decir, son iniciativas de una instancia gubernamental. Aun así, logran la exención suficiente para valorar la trayectoria estética de un determinado autor sin prejuicios de ningún tipo. El aspecto a destacar sería la sensibilidad del Estado para comprender que no puede interferir en el sustrato de la cultura que orienta la tradición de un área que administra sólo circunstancialmente. En otras palabras: ningún gobierno, cualquiera que sea su apetito político, debería interferir en el desarrollo estético de una cultura.

Pero no olvidemos esa otra circunstancia que guía la creación de una revista literaria: la vinculación con movimientos, escuelas, tendencias. En nombre de esta ligadura se crearon importantes revistas en Hispanoamérica. Me referiré a cinco de ellos en particular para no resultar más impertinente o empalagoso de lo que debería. Orígenes (Cuba), Contemporáneos (México), Poesía-Buenos Aires (Argentina), Mito (Colombia) y Mandrágora (Chile). A excepción de esta última, que defendió claramente el surrealismo, las demás fueron resúmenes de la efervescencia cultural que marcó su existencia.

Todas estaban vinculadas a un grupo. Y surgieron como un ideal común, es decir, como la posible fuente de un diálogo, que puede hacerse brotar de la coexistencia de ideas. En este sentido, creo que son las revistas más importantes que aparecieron en Hispanoamérica. Es curioso que ningún historiador se haya detenido a estudiarlas en conjunto. Más grave aún: la fortuna crítica de algunas de ellas fue montada por los propios directores, no atrayendo hasta hoy la merecida atención por parte de los estudiosos del tema.

Contemporáneos fue fundada en 1929 gracias a un fructífero diálogo entre poetas como Jaime Torres Bodet y Xavier Villaurrutia. El primero había viajado a Cuba, donde conoció otra publicación, la controvertida Revista de Avance (1927-1930). Comprendieron entonces que el prestigio internacional alcanzado por algunas publicaciones europeas podía repetirse desde México, siempre y cuando la aventura tuviera una definición estética y estuviera bien presentada. Surgieron así revista y grupo, definiendo una de las generaciones más consistentes de toda la América hispana.

En Chile, diez años después, cuando ya había surgido el grupo Mandrágora, que tenía entre sus articuladores a Enrique Gómez-Correa, a fines de 1938 decidieron crear la revista homónima, continuando un proyecto editorial propuesto por el grupo. Luego editaron durante siete números la revista Mandrágora.

En 1944, el cubano José Lezama Lima fundó la revista Orígenes, junto con el crítico José Rodríguez Feo. Las inquietudes de Lezama ya le habían llevado a fundar otras tres revistas: Verbum, en 1937, de la que surgieron tres números; Espuela de plata, de 1939, que alcanzaría la marca de seis números editados; y Nadie parecía, con Ángel Gaztelu, en 1942, que alcanzaría el décimo número. Según el propio Lezama, la raíz de estas publicaciones era la amistad, el diálogo frecuente y el respeto mutuo por opiniones peculiares. El nombre de la revista acabó confundiéndose con el de toda una generación de escritores y artistas visuales. Orígenes alcanzó la marca de 40 números, que se prolongaron hasta 1955.

El grupo de intelectuales reunido por Raúl Gustavo Aguirre en Buenos Aires en 1950 se rebeló contra toda forma de ortodoxia, al tiempo que refutó la injerencia académica en el mundo de la creación literaria. Así nació Poesía-Buenos Aires, que se mantuvo en pleno desarrollo durante diez años. La revista contaba con textos programáticos, lo que le daba un carácter de movimiento.

Durante su curso, cerca, en Bogotá, Jorge Gaitán Durán y Hernando Valencia Goelkel propusieron un audaz plan de despliegue cultural. Se puede decir que la formación del grupo Mito, que pronto apoyaría la publicación de una revista homónima que alcanzaría una tirada de 25 números, fue el acontecimiento más destacable de toda la cultura colombiana, tanto por su dimensión estética como por su interferencia en el plano político.

Estas revistas tenían una raíz común: la comprensión de que corresponde al poeta asegurar la firmeza de la cultura. De esta frase tan sencilla surge una curiosidad: ¿cuál es el límite de una cultura? ¿Hasta qué punto mi oído se pudre por la mala influencia de una cultura extranjera, o me emborracho gloriosamente con los restos de una cultura diezmada por mí? Parece que ya no entendemos la acción de la rosa de los vientos en el territorio de la cultura. La defensa de una expresión artística no puede vincularse a una ramificación estética, pero nunca será prescindible lo contrario. No importa cuánto barroco fue Velázquez, sino cuánto barroco español se expresó a partir de la obra de Velázquez. Este desplazamiento indebido ha sido la raíz de gran parte de los daños que hoy resultan de un inventario de la producción artística de nuestro tiempo.


De vuelta a las revistas, hoy rarezas sólo se encuentran en colecciones especializadas, como hemos visto, al frente de ellas estaban algunos de los poetas hispanoamericanos más destacados de este siglo: José Lezama Lima, Xavier Villaurrutia, Raúl Gustavo Aguirre, Jorge Gaitán Durán y Enrique Gómez-Correa.

Pero no los tomemos como casos aislados. En la época dorada de las vanguardias surgieron un verdadero enjambre de revistas, algunas de las cuales tuvieron gran notoriedad, como la peruana Las Moradas, dirigida por César Moro y Emilio Adolfo Westphalen, o la argentina Ciclo, que contó con Enrique Molina y Aldo Pellegrini al frente.

Lo que nos corresponde, más allá del informe general, es entender que las revistas literarias no se apartan de un abanico de plumas sagradas de la actividad humana en la tierra. ¿Qué quiere decir esto? Que no hagamos revistas, ni sillas, ni hagamos el amor, como aspectos aislados de la misma naturaleza humana. Sólo la locura cree en un cajón desordenado combinado con tranquilidad. ¿Qué quiere decir esto? Que las revistas literarias no sean anfetaminas ni juegos de guerra. Como somos dados al fraude, siempre nos llevamos los medios a la cama y los tratamos como un fin.

¿Qué quiere decir esto? Que el verdadero obstáculo a la hora de editar una revista no es su aspecto económico, sino la naturaleza de la iniciativa. Incluso ante dificultades financieras, lo que hay que discutir es cómo validar los medios. Aunque el abismo creado por el malentendido entre los valores de la fe y la fe en los valores es inmenso, lo cierto es que el hombre no es más que lo que cree. Las revistas literarias no son más que una de las formas de creencia del hombre en los valores humanos.

03 | También elegimos a una mujer como artista invitada para esta edición, la peruana Verónica Cabanillas Samaniego, joven creadora con una profunda conexión con el surrealismo. En nuestra conversación con ella, ha revelado lo siguiente: Cuando creo trato instintivamente de tocar el todo, es no solo una idea es también un sentimiento, una emoción, trato de crear con el todo, siendo todo y sintiendo todo para tratar de acercarme a una gran obra, que hable y diga todo en sus formas, colores, trazos o composiciones, que diga todo lo que me desborda y trate de expresar lo indecible. En la surrealidad, en sus grandes y hondos vacíos, en sus cavernas barrocas, en sus puentes colgantes, en la selva virgen, en el maremoto en alta mar o sobre la playa, ahí donde vivimos muchos de nosotros, sentimos la algarabía y también la angustia de ser surreal, de habernos podido abrir las puertas asombrosas de los mundos del más acá y allá y vivir el gran dialogo de ida y vuelta. Infinito y amplio lugar, devastador, necesario.


Verónica Cabanillas Samaniego (Perú, 1981), es poeta y artista visual. Ha expuesto individualmente en Lima y colectivamente en Europa y Latinoamérica: El surrealismo hoy, homenaje a Eugenio Granell, Museo Eugenio Granell, Santiago de Compostela, España (2012), El asombro del colmillo, Le Petit Canibaal, Valencia (2014); Ludwig Zeller, componiendo la ilusión, Galería Taller de Rokha, Santiago de Chile (2017); Cien años de Surrealismo, Centro Cultural Espacio Matta, Santiago de Chile (2019-2020), International exhibition of surrealism, Galería Kudak, El Cairo-Egipto (2022), Eco del surrealismo contemporáneo, Instituto francés de Alexandria, Egipto (2022).

Publica en 2014 TUyYO por autoedición y participa en diversas antologías de poesía: IXQUIC. Antología internacional de poesía feminista (Editorial Verbum, Madrid, 2018); Wagered deep on the run of six rats to see which would catch the first fire / Surrealist and Outsiders (RW Spryszak, Chicago, 2018); Liberoamericanas, 80 poetas contemporáneas (Liberoamérica, España/Argentina/Uruguay, 2018); Narrow doors in wide green fields / Surrealists and Outsiders (RW Spryszak, Chicago, 2019). Ha participado en el V Festival de Poesía de Lima (2014); IV Feria del Libro Alternativo Antifil, Lima (2019). En la 27ª Feria internacional del libro de Lima, (FIL 2023). Su trabajo visual es difundido en revistas como Derrame (Chile), Canibaal (España), La vertèbre et le rossignol (Canadá), Vol (Francia), The Room (Egipto), Revista Innombrable (Colombia). Forma parte del libro 120 noches de Eros, compendio de mujeres surrealistas realizado por Floriano Martins, ARC ediciones, Brasil (2021).

Actualmente codirige con Magdalena Benavente la revista Honidi Magazine, en Algarrobo, Chile. Pinta. Prepara la publicación para este año de un libro inédito escrito a los 19 años, que será editado por la Belle Inutile Editions de Francia. Pasa su tiempo entre el bosque y el mar en el amigo país de Chile, en el litoral de los poetas. 

Elys Regina Zils 

 

 

∞ índice 

ALFREDO CHACÓN | Ser al decir en Ida Gramcko

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JAVIER ALVARADO | Alba, zona poética, amical y testimonial | Acercamiento a la obra de Eunice Odio

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JOSEFA FERNÁNDEZ ZAMBUDIO | los monólogos dramáticos de Circe, Fedra y Medea en Claribel Alegría: ni brujas, ni locas

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LUZ MÉNDEZ DE LA VEGA | Alaíde Foppa: realidad y poesía

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MARCO ANTONIO CAMPOS | Elena Garro y Los recuerdos del porvenir: una novela mágica

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MARIOZZI CARMONA MACHADO | María Calcaño, censura al desear

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ROSA EMILIA DEL PILAR ALCAYAGA TORO | Pinceladas acerca de la vida y obra de Stella Díaz Varín

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SANTIAGO CASTRO VENTURA | Carmen Natalia y el antitrujillismo vibrante, sin miedo

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WINSTON MORALES CHAVARRO | Matilde Espinosa o la poética del alumbramiento

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YLONKA NACIDIT-PERDOMO | Delia Weber, idolatrada

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Verónica Cabanillas Samaniego




 

Agulha Revista de Cultura

Número 238 | setembro de 2023

Artista convidada: Verónica Cabanillas Samaniego (Perú, 1981)

editora | ELYS REGINA ZILS | elysre@gmail.com

ARC Edições © 2023 

 


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