∞ editorial | O
milagre de uma aventura editorial
01 | Aqui estamos, 2024. Embora ainda administrando alguma matéria
transbordante do ano anterior, já podemos dizer que o tempo renova suas ilusões.
Em nosso estoque de versões da realidade, temos ainda uns poucos rastros de mundos
desconhecidos, o que certamente justifica que esta primeira
Agulha Revista de Cultura do ano seja mais
generosa em seu número de ensaios. São estampas essenciais do milagre de nossa aventura
editorial. A poesia permanece a mais insólita proeza de nossos dias. Não importa
o panorama derruído de um tempo que fecha os olhos para todas as formas de sensibilidade
e imaginação. Começamos o ano com duas valiosas ações: o poeta Floriano Martins
decidiu abrir a público, de modo gratuito, toda a sua obra. Em primeiro
momento, já podemos anunciar duas vertentes: a poesia e a plástica.
A grande obra da carne:
https://arcagulharevistadecultura.blogspot.com/2023/04/a-grande-obra-da-carne-modelo.html reúne seus livros de criação (poemas, teatro, narrativa,
prosa poética), inclusive aqueles escritos a quatro mãos com outros poetas.
Propriedade imaginária:
https://arcagulharevistadecultura.blogspot.com/2023/04/floriano-martins-propriedade-imaginaria.html é uma ampla galeria que mostra sua criação na área plástica
(fotografia, colagem, ensamblagem) e inclui também textos críticos. O poeta
trabalha agora na preparação de sua obra ensaística, de modo que logo teremos
também este sinal de sua intensa generosidade. A outra notícia é a criação de
uma sessão a que intitulamos de “Libreto”. Na presente edição excepcional
publicamos a parte II de um projeto nosso criado para a revista uruguaia
Esteros. A partir da edição de
fevereiro, “Libreto” terá um caráter duradouro, em parceria nossa com outra
importante revista brasileira,
Ruído
Manifesto.
2024 registra o centenário de
surgimento do Primeiro Manifesto do Surrealismo. Para muitos isto equivale ao
centenário do próprio movimento, muito embora ele tenha surgido em 1919 e não
1924. Em 2019 a Agulha Revista de Cultura
dedicou a totalidade de suas edições a refletir sobre o Surrealismo: https://arcagulharevistadecultura.blogspot.com/2022/04/centenario-do-surrealismo-1919-2019.html.
02 | RAFAEL
RUILOBA | Elogio de las malas palabras
O poeta e ensaísta Rafael Ruiloba (Panamá, 1955) nos apresenta
seu elogio das más palavras, uma bem-humorada reflexão sobre o uso de termos e
expressões que assumiram, de acordo com a época em que eram usados, uma correspondência
zombeteira, em muitos casos negativa.
Como es fama, las malas
palabras en la historia de la cultura llevan el peso del tabú, el
cuestionamiento moral, la interdicción legal; además promueven la vergüenza
sobre partes pudendas, y caracterizan la obscenidad, la impudicia, y la
transgresión del poder. El psicólogo Ariel Arango considera que las malas
palabras muestran
lo que no debe verse o escucharse y las asocia con la obscenidad y la
pornografía. Muchas veces las malas
palabras, se disfrazan con eufemismos y circunloquios, los cuales sirven para
expresar el deseo de comerse el pastel antes de la boda, o referirse con fervor
sicalíptico, al anhelo de amamantarse con las pechugas de soprano o el deseo
por beber en el ánfora de todos los sueños. En este caso las malas palabras son
la que infiere el lector. Las hay muy peligrosas, como teta. La mitología
griega nos da el ejemplo de Anteón, quien por casualidad o por intención, le
vio las tetas a Artemisa. Ipso facto incurrenda, la diosa lo convirtió en ciervo y sus propios perros, lo persiguieron
y lo devoraron, entonces mirar tetas en la privacidad de otros, es tabú.
También las hay risibles como las usadas por Lisístrata, personaje de la
comedia de Aristófanes al quejarse de la falta de hombres debido a la guerra
del Peloponeso. Ni siquiera había falos de cuero para consolarse (Lisístrata). Este deseo de masturbarse no debió causar
mucha risa entre los atenienses, que vivían acinados, víctimas de la peste
bubónica. Lo cierto es que los atenieses se liberaron de los tabúes sexuales y
decidieron participar en orgías porque podían morir al día siguiente. Hay un
descenso moral entre los helenos, escribió Tucídes. Lo mismo ocurrió en Roma
muchos años después cuando acaeció una rebelión juvenil motivada por el culto
del dios Baco. En este lapso todo lo que el tabú designaba con las malas
palabras era permitido. En Grecia la revuelta impúdica, se aplacó por sí misma
al final de la guerra; en Roma hubo 7 mil ejecuciones para volver a restaurar
el tabú de las malas palabras. Tras la Primera Guerra mundial, Guillaume
Apollinaire encabeza la rebelión de las malas palabras. El título de su
espeluznante novela Las once mil vergas,
es un ejemplo. En su novela El poeta asesinado, los personajes femeninos realizan una filosofía de las malas palabras
y acuciosamente observan que el órgano varonil, mayoritariamente se designa con
nombres femeninos. El escritor cubano Guillermo Cabrera Infante, hizo una
lista: polla, picha, pija, pinga, moronga, cabia o cavia, caoba, majagua,
mazorca, moco, pájaro, levana o lebana, linga, carajo, tranca, trozo, mecha,
trabuco, perinola, mandarria, pene, palo, mástil, verga, vergajo, vianda, la
cabezona, la calva, cuero, látigo, rabo, chorizo, morcilla tabaco, la
sinhuesos, arma, espada, pluma, (mojar la pluma) –casi siempre, cosa curiosa,
el nombre está en femenino. Sin duda, muchas están relacionadas con oficios y
circunstancias que dieron pie a eufemismos para designar lo inmencionable. Las
malas palabras también funcionan para expresar frustraciones o desagrado.
¿Quién no ha dejado en soltura unas cuantas palabrotas? Sobre todo, cuando un
cenutrio te atosiga con su verborrea vendiéndote boletos para apostar en una
pelea de camellos, ¿o un gaznápiro te explica como construyeron las pirámides
de Egipto o un zoquete se nos atraviesa en la vía con su carcacha de dos ruedas
y termina rompiéndonos las pelotas con una boleta de tránsito? ¿Quién no ha
mandado a freír espárragos o enviado al carajo al zascandil de turno o le ha
pedido al tonto de capirote que vaya a la oficina de su jefe a hacer lo que una
estatua no puede hacer en el retrete? Lo bueno de las malas palabras es que se
amoldan a las circunstancias de forma tan acuciosa que algunas no lo parecen.
Lutecia, por ejemplo, nombre antiguo de Francia usada por Rubén Darío en uno de
sus poemas, era una de estas. Según Rabelais significaba blanquilla, indicando
que en París las mujeres estaban acostumbradas a mostrar la cara lutecia con la
blancura de sus piernas. Según Plutarco, en Roma tenían la palabra primicia
para designar a una niña de 12 años, edad en la que solían casarse las romanas
de esa época, era porque solían asesinar a las que habían perdido su
virginidad, así que, por seguridad, las casaban. Las revistas sicalípticas
crearon una filigrana verbal para las malas palabras que no lo parecen. Las
legendarias despechugadas de las portadas, sustituyeron a la palabra teta, de
lo auditivo se pasó a lo visual y aparecieron las horizontales, las
dialogantes, las grises, las cupletistas, las cocotas, las rellenitas, las
peque, el jarabe antivenéreo y las violentas reacciones del puritanismo.
También la palabra verborrea me parece una de las que no parecen malas
palabras. Me huele como a diarrea de palabras, actividad surgida de una mente
intoxicada por la logorrea. Es un decir sin sentido, y hay que expulsarlo con
urgencia de la mente, como si uno defecara palabras sin sentidos, ni
significados con la boca. Hay malas palabras que se gastan y dejan de serlo,
como cenutrio (torpe), gaznápiro (idiota) o zoquete lento en comprender, o
freír espárragos o irse al carajo, dichas para alejar a alguien en un
santiamén. Ellas perdieron su sentido pugnaz, y con el tiempo hay que inventar
malas palabras nuevas. Según los investigadores de la Universidad de
Maastricht, Universidad de Ciencia y Tecnología de Hong Kong, Universidad de
Stanford y Universidad de Cambridge, decir palabrotas es signo de sinceridad.
Ellos consideran que las malas palabras son dignas de encomio porque han
demostrado que existe una relación positiva entre las malas palabras y la
sinceridad. ¡Coño, qué bien! La sinceridad es un valor parecido en la cultura.
Las malas palabras expresadas con sinceridad funcionan como si fuera un arma
arrojadiza usada para liberar nuestra conciencia. Las malas palabras han ido
evolucionando con el tiempo, sobre todo las usada para expresar situaciones
escabrosas para el pudor, puesto que son matizadas por los eufemismos.
Consideremos por ejemplo que en la antigüedad se practicaba la coprofagia
(comer las heces) como la de los faraones, para alimentarse de divinidad o la
de los encumbrados emperadores chinos para deducir si había hecho buena
digestión, pero la palabra coprofagia no era una mala palabra por ese entonces.
Era una palabra con abolengo. Ariel Arango cita una carta enviada por una
condesa al marqués de Sade confesándole que su anciano marido, era un
coprófago, es decir que le gustaba comer sus deposiciones a pico de botella. No
sabemos si tan sicalíptico asunto es cierto o si era una fantasía para
alimentar la mente cochambrosa del marqués prisionero en la Bastilla. Solo cabe
decir que la realidad supera la fantasía porque Francoise Rabelais en su famosa
novela destaca la preferencia de Gargantúa por los pedos en el gánate. Algo muy
distinto, acaso más comprensible. Suena diferente cuando uno manda comer ñinga
a un pelafustán desesperado por vendernos una rifa de 20 dólares para ganarnos
una licuadora con los cuatro números del primer premio y el primero del
segundo. Allí esa palabra pierde el abolengo y se convierte en palabrota, no
solo por su referencia, sino por el tono con que se expresa. Son palabras
lacustres, que caen como pedradas en la ceja. Son palabras pendencieras y
denigrantes. Como cuando uno dice que ese político no vale ni ñinga, mientras
otros comebolas votan por él. Entonces la mala palabra expresa con mucha
sinceridad, una crítica al poder. Cuando Gargantúa trepado en la catedral de
Notre Dame, se abrió la bragueta y sacó la méntula no iba a hacer pis como los
nobles, ni pipi como los niños, ni iba a orinar como los campesinos. Iba a mear
desde la cumbre de la catedral más importante de Francia, y en efecto meó un
río que anegó a los parisinos por considerarlos demasiados sumisos al poder.
Los lectores de su tiempo debieron sentir un gran alivio riéndose de sí mismos.
Si hubiese vivido en los tiempos del emperador Vespasiano, le hubieran cobrado
impuestos por mear. Lo interesante es la hipótesis de que las malas palabras
tengan ideología de clase. No es lo mismo mear que hacer pis. Mear que hacer
pipi. Mear que orinar. Mear es más grosero y en el caso de Gargantúa, un poder
fálico. Lo curioso es que hay obscenidades sin tener una mala palabra asignada.
Político, por ejemplo, no sabemos si es solo para referirse a un imbécil con
poder, a un corrupto con respaldo o a un electorado idiota o a un honorable
diputado. Lo cierto es que las malas palabras no aparecieron de la nada. Son
una de las más antiguas de la humanidad, nacieron con el lenguaje. El
científico Paul Heggarty, del Instituto Max Planck de Antropología Evolutiva en
Leipzig (Alemania), nos recuerda que entre la lista de palabras más antiguas
está la lista Swadesh, entre las que se encuentran las palabras más antiguas,
usadas para referirse a los senos, a las mujeres y la poca inteligencia de los
hombres. Por eso, debemos elogiar su persistencia, sus muchos matices para
permanecer, a través del tiempo, como un indicio de nuestra inercia moral o
como instrumento de liberación. No sabemos cuándo se convirtieron en malas
palabras, ni cuando dejarán de serlo, pero desde siempre nos han ayudado a
expresar con sinceridad nuestras emociones relacionadas con los límites de la
sexualidad, la rebeldía, y la libertad.
03 | Robert Edmond Jones (Estados Unidos, 1887-1954). Cenógrafo,
iluminador e figurinista, conhecido por incorporar a nova encenação ao drama americano,
este notável criador buscou sempre integrar elementos cênicos à narrativa, em vez
de mantê-los separados e indiferentes da ação da peça. Seu estilo visual, muitas
vezes referido como realismo simplificado, combinava o uso ousado e vívido de cores
e iluminação simples, mas dramática. Jones frequentou a Universidade de Harvard
e se formou em 1910. Acabou se mudando para Nova Iorque (1912), onde, com amigos
feitos em Harvard, começou a fazer pequenos trabalhos de design. Em 1913, Jones
e vários amigos navegaram para a Europa para estudar a nova encenação com Edward
Gordon Craig em Florença. A escola em Florença não aceitou Jones, então ele foi
para Berlim, passando um ano estudando informalmente no Deutsches Theatre de Max
Reinhardt. Para uma produção de 1915 de The Man Who Married a Dumb Wife dirigida
por Harley Granville-Barker, Jones projetou um cenário bastante simples que complementava
a ação e os outros elementos de design da produção em vez de sobrecarregá-la. Seus
projetos inovadores para a American Opera Company de Vladimir Rosing em 1927 e 1928
foram elogiados pela crítica. Jones também trouxe seu estilo expressionista para
muitas produções realizadas pelo Theatre Guild, com designs inovadores para The
Philadelphia Story (1937), Othello (1943) e The Iceman Cometh
(1946). O maior sucesso comercial de Jones foi com The Green Pastures (1930),
que, se incluirmos seu renascimento em 1951, teve um total de 1.642 apresentações.
Este renascimento foi a última produção de Jones. Outros créditos da Broadway
incluem Holiday (1928), Mourning Becomes Electra (1931), Ah,
Wilderness! (1933), Juno e o Paycock (1940) e Lute Song (1946).
Jones também foi o designer de produção de alguns dos primeiros filmes tricolores
em Technicolor, como La Cucaracha (1934) e Becky Sharp (1935), para
os quais também desenhou os figurinos. Um dos primeiros membros dos Provincetown
Players, Jones trabalhou em estreita colaboração com seu amigo Eugene O’Neill em
muitas de suas produções, incluindo Anna Christie, The Great God Brown
e Desire Under the Elms. Jones publicou muitos artigos sobre design teatral
ao longo de sua carreira. Seus livros incluem Desenhos para o Teatro (1925)
e A Imaginação Dramática (1941); ele também ilustrou Continental Stagecraft
de Kenneth Macgowan (1922). Seu livro The Dramatic Imagination é considerado
a obra definitiva sobre a cenografia moderna da primeira metade do século XX. Robert Edmond Jones é o artista convidado da
presente edição da Agulha Revista de
Cultura.
Elys Regina Zils
∞ índice
ANTONIO
CÂNDIDO FRANCO | João Pedro George, crítico e sacristão
https://arcagulharevistadecultura.blogspot.com/2024/01/antonio-candido-franco-joao-pedro.html
BERTA LUCÍA
ESTRADA | Una hechicera llamada Literatura
https://arcagulharevistadecultura.blogspot.com/2024/01/berta-lucia-estrada-una-hechicera.html
CHIQUI VICIOSO
| Entrevista a Juan Bosch sobre Julia de Burgos
https://arcagulharevistadecultura.blogspot.com/2024/01/chiqui-vicioso-entrevista-juan-bosch.html
DAVID CORTÉS CABÁN |
El poeta escribe sobre el largo papiro del río. Errata de fe, de Carlos
Roberto Gómez Beras
https://arcagulharevistadecultura.blogspot.com/2024/01/david-cortes-caban-el-poeta-escribe.html
FLORIANO
MARTINS | En una mesa de luz con Ernestina Elorriaga [Part. Maria
Helena Giraldo González]
https://arcagulharevistadecultura.blogspot.com/2024/01/floriano-martins-en-una-mesa-de-luz-con.html
FLORIANO
MARTINS | La ilusión transitoria de los espacios – Una conversación con
Carolina Zamudio
https://arcagulharevistadecultura.blogspot.com/2024/01/floriano-martins-la-ilusion-transitoria.html
FRANCISCO
RODRÍGUEZ BARRIENTOS La Rueda de la Vida de Adriano de San Martín
https://arcagulharevistadecultura.blogspot.com/2024/01/francisco-rodriguez-barrientos-la-rueda.html
GLADYS
MENDÍA | Valeria Zurano y Las damas juegan ajedrez
https://arcagulharevistadecultura.blogspot.com/2024/01/gladys-mendia-valeria-zurano-y-las.html
LUIS CARLOS MUÑOZ
SARMIENTO | La Fábrica de Sueños. Amoroso Vincent (2017), de Dorota
Kobiela y Hugh Welchman
https://arcagulharevistadecultura.blogspot.com/2024/01/luis-carlos-munoz-sarmiento-la-fabrica.html
MARÍA DEL MAR LÓPEZ-CABRALES | La mujer
revolucionaria antes de la Revolución cubana: logros y vicisitudes
https://arcagulharevistadecultura.blogspot.com/2024/01/maria-del-mar-lopez-cabrales-la-mujer.html
RICARDO ECHÁVARRI | Antonin Artaud y
el ‘bluff’ surrealista
https://arcagulharevistadecultura.blogspot.com/2024/01/ricardo-echavarri-antonin-artaud-y-el.html
THOMAZ ALBORNOZ
NEVES | John Lawrence Ashbery, um autorretrato
https://arcagulharevistadecultura.blogspot.com/2024/01/thomaz-albornoz-neves-john-lawrence.html
YULEISY CRUZ
LEZCANO | Alegoría de la muerte y máscaras sociales en Giorgio Caproni
https://arcagulharevistadecultura.blogspot.com/2024/01/yuleisy-cruz-lezcano-alegoria-de-la.html
LIBRETO # 0
Revista ESTEROS | La juventud de la poesía en Brasil: encuesta y plástica [Part. Ana Sabiá]
https://arcagulharevistadecultura.blogspot.com/2024/01/libreto-0-la-juventud-de-la-poesia-en.html
| Robert Edmond Jones |
|
|
Agulha Revista de Cultura
Número 247 | janeiro de 2024
Artista convidado: Robert Edmond Jones (Estados Unidos, 1887-1954)
editora | ELYS REGINA ZILS | elysre@gmail.com
ARC Edições © 2024
∞ contatos
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ELYS REGINA ZILS | elysre@gmail.com
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