segunda-feira, 15 de janeiro de 2024

LIBRETO # 0 | Revista ESTEROS - La juventud de la poesía en Brasil: encuesta y plástica [Part. Ana Sabiá]


En la revista Esteros # 11 publicamos la primera parte de este proyecto, una antología de poemas de estos jóvenes poetas brasileños que ahora regresan tras nuestra invitación a responder una encuesta. La publicación en la revista uruguaya puede leerse a través de este enlace: https://esteros.org/2024/01/11/la-juventud-de-la-poesia-en-brasil-muestra-de-poesia-contemporanea/. Todos tenemos mucho que agradecer a Carolina Zamudio, directora de la revista, por su generosidad al recibir la hermosa poesía de los brasileños. Este libreto se completa con la presencia de Ana Sabiá (Brasil, 1978), artista a la que invitamos para acompañar el texto con su trabajo fotográfico. Su presencia en esta edición reúne piezas de la biografía poética de Maria-Ninguém, personaje desarrollado por ella utilizando los recursos de la fotografía digital, así definido:

Gabinete de curiosidades de la Sra. M. N. (2022)

Los gabinetes de curiosidades (o salas de las maravillas) pueden considerarse como precursores de los museos de historia natural y de artes y formaron, entre los siglos XVI y XVII, durante los viajes exploratorios europeos, las diversas colecciones de objetos raros o extraños de las tres ramas de la biología consideradas en la época: animal, vegetal y mineral; más allá de los logros humanos. Fueron importantes para muchos descubrimientos de la ciencia moderna, aunque, al mismo tiempo, tuvieron en cuenta opiniones y creencias populares (como muestras de sangre o huesos de seres míticos). Las colecciones se organizaron en cuatro categorías nombradas en latín: artificialia; naturalia; exotica; scientifica.

El Gabinete de Curiosidades de la Sra. M. N. busca presentar parte de la colección de maravillas de la señora Maria-Ninguém, una mujer que transmuta dentro de sí, en cada célula y sueño, una vasta colección de colecciones: de etnias, de lenguas, de dudas, de amores, de elecciones, de opresiones, de luchas.

La señora M.N., exploradora de su propia alma, se sumerge en compañía de un libro o de una música, en su cueva escondida donde habitan seres mágicos y sensibles.

La investigación de campo es delicada, pero sofisticada debido a las complejidades del afecto y la escucha. Los seres, cuando se encuentran, en momentos diferentes y variables según su grado de maduración o fascinación, no temen la interacción, al contrario, emergen de sus oscuridades en una luminiscencia deslumbrante.

M.N., en el frenesí de revelar sus descubrimientos, los clasifica en grupos en contigüidad de los cuatro elementos: metamorfosis de todo lo que nace y encarna cuerpos y fantasías inmemoriales.

 

ELYS REGINA ZILS & FLORIANO MARTINS

[ dirección, organización y traducciones ]

 


Os poetas

 

1. Es común que los poetas piensen que la conciencia del mundo proviene de su lectura. Existe la idea de que la lectura hace al buen poeta, lo que nos lleva a pensar que todo hombre educado es, en esencia, aunque no se haya revelado como tal, un gran poeta. O peor aún, que convertirse en poeta sea únicamente el resultado de una decisión íntima. El poeta inglés Robert Graves solía decir: Estoy de acuerdo con los cantantes viajeros galos en que lo que más beneficia a un poeta es el conocimiento y la comprensión de los mitos. En tu opinión, ¿cómo surge un poeta? ¿Y cuál es el alimento esencial de tu creación? ¿Cómo se forma la conciencia de una poética?

 

AMANDA VITAL (Minas Gerais, 1995) | Pego la primera respuesta a la última pregunta: pienso que el poeta, en primer lugar, es siempre una formación continua –hay que decirlo–, pero que nace de esa llamada ganancia de conciencia poética, quién sabe qué significa eso y cómo se siente. Suele empezar imitando a otros autores, hace sus pastiches, sus bricolajes, sus parodias, empieza a jugar con esto, a jugar con aquello, afina algunos versos, y entonces ¡puf!, aparece el estilo, el dominio de su territorio lírico, después de dar muchas veces con la cara contra la pared, escribir mucho, leer aún más y vivir mucho. Y digo más: muchas veces es una ganancia de conciencia que el poeta ni siquiera se da cuenta de que “ganó” en un determinado momento de su vida, simplemente sigue estudiando (las cosas y el mundo) y escribiendo. El alimento esencial del poeta es su “objeto de trabajo”, la palabra misma. Ya sea que nos topemos con él en la imaginación o en la realidad. El poeta toma conciencia de la poesía cuando se da cuenta de que puede dominar las palabras para construir significados –y aquí no estoy hablando de maestría, nirvana, ápice, Pound. Digo construcción.

 

ANNA APOLINÁRIO (Paraíba, 1986) | “Soy poeta no porque escribo o recito poemas, sino para vivirlos” nos decía Antonin Artaud, comparto esta idea, la poiesis se lleva en la piel, en el alma, en las entrañas, el poeta se hace hambriento, un eros carnívoro, eros llevando al diablo en su corazón, así emerge un poeta en su vociferante cosmogonía. La poesía entonces lo habita como un animal furioso, su conciencia es engendrada por el deseo, un impulso de vida tormentosa, una criatura codiciosa, anhela la carne, el lujo de las palabras, el jugoso fruto de la existencia, el lujuriante licor de los cuerpos, la embriaguez de los amores y la suspensión, reticencia de la muerte.

 

AUGUSTO GUIMARAENS CAVALCANTI (Río de Janeiro, 1984) | La conciencia de un poeta se forma a través de la lectura y las experiencias, sin embargo, hay algo misterioso en esta formación. Si el poeta es más bien un arquitecto del verso, la experiencia puede no importar tanto como en otros casos en los que el arte y la vida son intrincados y casi inseparables. En cualquier caso, es necesario perfeccionar el talento en bruto para que el poeta no se limite al confesionario. La erudición es, para mí, un punto de partida. Pienso en el caso de Rimbaud, que vive encerrado en una biblioteca y a los 15 años ya sabía leer en latín. La erudición en su caso fue un punto de partida para la vida, me gusta esta imagen.

 


BIANCA MONTEIRO GARCIA (Rio de Janeiro, 1994) | Creo que un/una poeta surge de diferentes maneras, sin una regla ni un modus operandi específico. Por supuesto, la lectura es el mayor aliado del escritor/de la escritora en general, pero cuando pienso en lectura no pienso sólo en libros, textos literarios y críticos o entornos universitarios. También pienso en leer el mundo. Pienso en Carolina María de Jesús y sus diarios. Carolina fue poeta y leyó el mundo, reflexionando sobre él a través de su trabajo como recolectora de papel. ¿Carolina tuvo tiempo de sumergirse en mucha lectura? Lo repito con convicción: Carolina, como muchas otras Carolinas, creó poesía cuando dijo, por ejemplo, que “el hambre también es maestra”. Stella do Patrocínio fue una poeta que vivió durante 30 años en la Colonia Juliano Moreira y escribía poesía cuando decía que “eran gases puro, aire, espacio vacío, tiempo”. Y estos son sólo algunos ejemplos de lo poético que hay en la obra de las dos que leían el mundo mucho más que los libros. Puede parecer un cliché, pero la poesía está en todas partes y en los más mínimos detalles cotidianos, sólo hay que mirar y volver a mirar.

 

CLARISSA MACEDO (Bahía, 1988) | Esta pregunta me atrapa en un estado de diligencia porque siempre pienso de dónde viene la poesía, qué significa en sí misma, si es posible, y en el mundo, el del capital, donde poco se preocupa por ella. Pensar de dónde viene la poesía, en cierta medida, se encuentra con el recorrido del poeta. La conciencia del mundo y/o la formación de un “gran” poeta no provienen sólo de la lectura de libros, sino también de experiencias que, en algunos momentos, cobran significado y relevancia a través de alguna lectura, en una concepción más tradicional. No hay poetas sin libros/voz, como no hay poetas que no sufran, no rían, no disfruten, no experimenten, en definitiva, la vida, en su terrible y desequilibrada belleza. Si Graves afirma que los mitos son lo que más beneficia a un poeta, yo creo que todo mito es, ante todo, una historia, una historia perenne. No puedo decir, sin embargo, que sepa cómo surge un poeta; pero te puedo hablar de mi mito, el que dice que en plena noche se abren portales telúricos y emergen seres inconformistas, inquietos y llenos de un sesgado poder creativo. La vida, la de los libros y las paradas de autobús, las hamacas, los fogones, las ruinas y las hierbas, es el pan de quien escribe. ¿Será esto una vocación? Si esto es así, la conciencia de una poética debe provenir, ante todo, de su grandeza y de su insignificancia, de lo mágico y de lo trivial, de un trabajo arduo y peligroso, que no debe respetar más aportaciones que las de los astros y que deben probar diccionarios, dentro y fuera de sus páginas.

 

DANIEL RODAS (Paraíba, 1999) | Para mí, la poesía, en esencia, no es una actividad intelectual. En un sentido amplio, la poesía es una especie de instinto: un llamado, una necesidad. Es la potencialidad del flujo: la predisposición –¿natural? ¿construido? – a una “cierta visión” de la realidad. Entiendo lo poético, por tanto, como algo que está más allá de la escritura, más allá incluso del lenguaje: es una manera muy particular de estar en el mundo, de ver la realidad desde otro ángulo. Particular no porque sea “metafísica” o “abstracta”, en el sentido de distancia entre el poeta y el mundo, sino precisamente todo lo contrario: la poesía es una forma de conectar con uno mismo y la realidad que nos rodea. Por tanto, no puedo decir cómo surge un poeta. Quizás aparezca con la misma espontaneidad que los árboles y los ríos. Quizás alguien nos lleve en el pico a un bosque desolado. O quizás seamos defectos de fábrica. Me gusta que sea un defecto de fábrica. ¿Y el alimento? El aquí, el ahora. Todo y todos los que me rodean. Miedos, alegrías y necesidades humanas/animales/terrenales. Una cierta trascendencia que se encuentra en lo banal. Y de esto se forma (mi) conciencia poética: una exigencia de vivir.

 


FELIPE NASCIMENTO (São Paulo, 2000) | Un poeta surge de la extrema necesidad de ser humano. Quienes no ven significado sólo en lo práctico y útil, se sienten fuera de lugar en una sociedad positivista y cartesiana. Necesitan apelar a una especie de irracionalidad, una inutilidad que hace la vida mejor y más completa. La poesía es pensamiento, realidad, sensación, es todo eso. Entonces se puede decir que el alimento esencial de mi creación es su acceso sin el filtro de la racionalidad. Una conciencia poética surge del trabajo con esta materia de lo real y lo suprareal.

 

GUILHERME DELGADO (Paraíba, 1986) | Afortunadamente, no existen respuestas definitivas a estas preguntas. Debo decir, sin embargo, que no abandono mis lecturas en el intento no sólo de revelar este mundo, sino, sobre todo, de crear otro, como dice Octavio Paz en ese librito precioso que es El arco y la lira. Pero estoy de acuerdo con usted en que esto por sí solo no es suficiente. La cultura por sí sola no hace a un buen poeta, aunque un poeta definitivamente se beneficia de una buena cultura.

Dicho esto, todo poeta debe tener la ambición de conquistar una mitología personal. Al principio me angustiaba la idea de que esta mitología fuera sinónimo de una firma, es decir, de una forma muy particular de escribir poesía que los lectores potenciales pudieran reconocer como mi forma de escribir poesía. Hoy soy consciente de que mi firma no tiene firma.

Me interesan las diferentes tradiciones, el verso medido y el verso libre, en diferentes voces. Lo que me mueve es la curiosidad. Gran parte de lo que escribo está motivado por lograr cierta intimidad sobre algo que no conozco o no domino, ya sea un tema específico, una forma tradicional, una determinada métrica o incluso un ritmo obsesivo que me fascina.

También vale la pena recordar que lo que es más difícil que escribir poesía es seguir escribiendo poesía. Se necesita un compromiso de por vida que, a su vez, no ofrece ninguna garantía. Es en este espacio, tan sagrado como maldito, donde nos encontramos con los verdaderamente elegidos para la tarea.

 

GUILHERME GONTIJO FLORES (Brasilia, 1984) | Para ser muy honesto, creo que soy aporético en estos temas. Realmente no sé cómo surge un poeta; no sé cómo recorrer con mucha claridad cómo surgió el poeta que soy, porque de alguna manera me doy cuenta de que tampoco termino de emerger como poeta, en continua, aunque siempre pequeña, mutación. Puedo decir, por otra parte, que el alimento esencial de los poetas que más me interesan es la materia espesa y desconcertante de la vida, que puede aparecer en una trayectoria biográfica, como puede surgir de la sensibilidad y de mucha lectura, o incluso desde la pura atención a las vidas que nos rodean: lo que yo llamo vida no puede, entonces, resumirse como un compacto de acontecimientos fácticos, porque es, para nuestro lenguaje, ante todo y ante todo la manera de construir relaciones en el mundo.

Tampoco sé si una conciencia poética se forma de esta manera o de aquella; más bien, necesita un cierto sentido de la aventura, un mínimo placer en el riesgo y tal vez incluso un cierto placer en coquetear muy íntimamente con el fracaso: con esto quiero decir que cada gran poema que leo parece estar a sólo un hilo de hundirse miserablemente, y dudo que quien lo escribió estuviera seguro de estar siempre tomando la decisión correcta. Esta semana traduje algunos textos de la autora suiza Alice Rivaz, y uno de ellos me conmovió, porque pensé precisamente que la mayor misión de la literatura –y tomo la poesía como el núcleo del cuerpo en el lenguaje– sería mostrar afinidades entre las cosas, para revelar amistades insospechadas entre partes del mundo, para darle un nuevo significado. Yo solo adaptaría su texto para decir “rehacerlo”.


Entonces, si hay una conciencia poética, sospecho que es esta chispa la que rehace mundos a través del lenguaje. Pero luego vuelvo a mis propias acciones: ¿soy capaz de semejante empresa? No sé. La obra termina por desplegarse en manos ajenas, si eso sucede; y en este sentido, cada persona que lee tiene su misión de conciencia poética.

 

IKARO MAXX (Paraíba, 1985) | Definitivamente no existe una manera universal de ser poeta, una única manera de constituirse “poeta”. La poesía no es una profesión. Nadie pone “poeta” en un CV o en LinkedIn. Ninguna gran corporación o gran empresa “contrata” poetas. (Créanme, lo intenté y me echaron de varios trabajos por expresar poesía –un arte que no se “pide” en el té de las cinco de la empresa, salvo bajo la mordaza de la ley del sonambulismo de la falsa liberalidad, de la mentalidad “fuera de la caja” donde se finge que existen ciertos “beneficios” y “libertades” para que los empleados crean que es hermosa y “cool” la explotación, el agotamiento físico y mental de la producción y cómo los jefes son “sujetos geniales” por permitieren incluso el “consumo de alcohol” recreativo –o un pequeño juego de ping-pong, ¿quién sabe?– para desestresar el ambiente de trabajo corporativo.)

Lo que resulta de gran alivio para la poesía es que mientras este arte de la divergencia consiga expresar mundos y sensibilidades separados a través de una explosión de lenguaje –ya sea en su concisión, en su capacidad de mutilar la comunicación habitual y llegar a filigranas de silencio, las porciones de comunicación que expresan formas inusuales de experiencia y pensamiento. La forma mítica y su conocimiento presentado por Graves nos recuerda que no siempre fuimos criaturas tan dóciles y tontas llenas de tanta arrogancia y mezquindad y que todavía hablábamos con las fuerzas aún errantes del cosmos y tanteábamos en la oscuridad de los orígenes del tiempo algo que era un lugar o un mundo o incluso un tiempo posible. Donde se establece la religión hay un secuestro y alienación de estos poderes de la esfera del hombre y de la negociación directa con entidades o fuerzas desconocidas (¿divinas?) en invenciones quejosas como el pecado original y la Caída del Paraíso, sólo para dar un ejemplo de lo que fue traficado y se impuso en la creación de Occidente. Por supuesto, esto no ocurrió sin conflictos manifestados o catalizados bajo disfraces más o menos claros. Paralelamente al desarrollo de las sociedades con sus organizaciones sociales y económicas originarias, el mundo espiritual tomó forma y con él también formas de expresión de sentimientos, formas estéticas. El canto nació tanto de esta necesidad de alabar los dones dados por los cielos, los antepasados, la naturaleza, etc., como de expresar las angustias y penurias de individuos o grupos, clanes, tribus. Puedo, en mi afán de inmersión imaginaria, visualizar los primeros bocetos vocalizados en forma de canción inarticulada, tartamudeando aún sus primeros ritmos imitativos, junto con los gestos o los primeros grabados garabateados en la piedra, en el suelo, en las paredes de las cuevas, donde el grupo se reunía para pasar la noche y evitar el ataque abierto de depredadores y fuerzas hostiles, hordas enemigas y animales salvajes.

Volviendo un poco atrás, ya que siempre estoy “viajando demasiado” (risas)… Quizás sea una cuestión de una decisión íntima, una elección íntima, por tanto, una manifestación de libertad. Sé de lo que hablo porque recuerdo lo doloroso (y liberador) que fue decirme a mí mismo que sería Poeta y que nada, ni nadie, bajo ninguna circunstancia, me obstaculizaría o “desviaría” de mi camino. ¡Con la poesía también descubrí lo que significa la libertad más imperiosa y absoluta! (No sólo del lenguaje, de la imaginación desenfrenada e inventiva, sino del cuerpo & de todos los recursos morales, del pensamiento, de las reglas, de las escuelas, de la pertenencia, de los territorios, de las Leyes, de las sociedades, de las relaciones, de las pedagogías, etc. etc. etc., la libertad más total encarnada en convertirse en la creación más densamente humana, animal, divina, de uno mismo etc.). Con esto no niego que hay personas que “inconscientemente” son poetas… poetas sin “obras”, poetas en estado de acción y pura experiencia. Esto es lo que más o menos queremos decir cuando decimos “Fulano de tal vive o actúa como un poeta”, es decir, con desapego, estilo, percepción y conocimiento intuitivo (o incluso “erudito”) que eleva lo banal a un tipo de arte, de elaboración, escapando del esquematismo cerebral o del automatismo puramente instintivo.

Para mí, la poesía surge de una relación de tensión & placer, de proximidad visceral & lúdica, de peligro, evasión & redescubrimiento con la vida misma. Es desde allí que veo la fuente intensa & invencible de la poética que busco desarrollar o vivir en mi interior en mis actitudes diarias. Esta relación incestuosa entre vida & arte, ¡es increíble! El poeta siempre estará descontento con la mera existencia como existencia pasiva, sin acontecimientos, sin riesgos, sin la voluptuosidad de romper expectativas, romper tratados arcaicos y dinámicas esclavistas, violar el lenguaje imperativo que lo convierte en excremento social en un régimen lunático de degradación moral & espiritual. Crea para celebrar, pero también para destruir & dar a luz a nuevos mundos, nuevas sensibilidades. Algunos más radicalmente que otros. Está bastante claro que me identifico mucho más con este grupo de radicales intempestivos, los “contemporáneos” de su tiempo – ¡que luchan contra él, obviamente, para transformarlo! – como piensa el filósofo Giorgio Agamben.


Dicho esto, creo que la conciencia surge de la experiencia misma, y ​​no tanto de la acumulación de conocimiento o de la erudición por erudición curiosa. La curiosidad del poeta no se satisface sólo con la absorción y elaboración literaria y estética, sino que también busca & anhela la concreción. No se contenta con mirar el mundo a través de la ventana, quiere ser ventana, ser parte de una ventana a otro universo, a otro viaje, a otra locura, a otra experiencia sensitiva ¡o incluso metafísica! Vine aquí con la conciencia de que quiero cambiar el mundo: ¡rasgar el velo de esta falsa realidad, las redes que atan a las víctimas & las cuerdas de los ventrílocuos! Aunque fracase, moriré (y, sobre todo, VIVIRÉ) lanzándome cabeza-cuerpo-espíritu al intento.

 

JENNIFER TRAJANO (Paraíba, 1996) | Surge de la necesidad de decirlo todo sin decir tanto, jugando con la estética del lenguaje. El elemento esencial del poeta es el presente no dicho entre líneas de lo que se dice y que, durante la lectura, será interpretado por el sujeto. En mis versos, por ejemplo, me gusta ampliar el significado a más de una posible interpretación, dejando huecos para que los lectores llenen los “silencios”. Y la conciencia poética radica en esto: comprender que la forma (como dicen) es la que será la puerta de entrada al interés del contenido presente en el poema. Nunca había dejado, por ejemplo, de pensar e interesarme por las cigarras, pero lo hice cuando leí las líneas “las cigarras son guitarras trágicas (…) hacen gárgaras con vidrio molido/ el cristal de los veranos” de Sérgio de Castro Pinto. La poesía nos aleja de lo obvio.

 

LAÍS ROMERO (Piauí, 1986) | Una poeta surge cuando encuentra un ritmo, envergando las metáforas, en una condensación de lenguaje creada por ella a partir de la necesidad de lo que necesita comunicar, lo que necesita tejer en el mundo. Como alimento está la vida en general, cada experiencia básica del devenir humano, las distorsiones sufridas y las múltiples posibilidades que ofrece el lenguaje que habita el río subterráneo de cada persona. La poética es una formación múltiple, inconstante, compleja, pero siempre una formación. Existe el llamado sagrado, la mística, la necesidad de una expresión pulsante en el ser, pero también existe la necesidad del repertorio que se encuentra en las experiencias y lecturas de la vida. Es posible encontrar poéticas en el cuerpo, en la memoria, en un tercero que habita el afecto, y desde esas partes externas se construirá una obsesión que resonará en esa poética. Ser consciente de este proceso y querer satisfacer las necesidades de esta obsesión permite comprender un puñado de lo que constituye el hacer poesía. No todo tiene una explicación consciente, racional o respuesta que se satisface, y esta es también una elección que se hace como persona que vive la poesía.

 

LAURA REDFERN NAVARRO (São Paulo, 2000) | Para mí, el poeta surge de la expresión de lo indecible, teniendo así la capacidad (o la ambición) de hacer maleable el mundo a través de las palabras. Este es un movimiento que, para mí, sólo es posible a través del acceso al cuerpo y al deseo, y es también un ejercicio de intimidad con uno mismo (me gusta pensar el poema a partir de la idea de un acontecimiento, de hecho). De esta manera, la conciencia de una poética se forma a partir del compromiso y la percepción del cuerpo que se fortalece, estableciendo un espacio entre el cuerpo subjetivo y el cuerpo político.

 

MAÍRA DAL’MAZ (Pará, 1991) | Teniendo en cuenta que antes del texto escrito ya existía lo que, hoy, podríamos llamar poetas, sospecho que existe algún otro “alimento esencial” además de la lectura. Quizás primero vengan los impactos emocionales de las conexiones humanas profundas, las experiencias corporales, la espiritualidad, la naturaleza, la música y otras formas de arte. Posteriormente, el privilegio del tiempo y las condiciones de acceso a la lectura y la escritura, las posibilidades de diálogo y la circulación de los poemas nos permiten desarrollar una conciencia de la poética. Para mí, finalmente, todo lo que concierne a la producción literaria alcanza su punto máximo en la suerte de tener lectores.

 

MARÍA EDUARDA CASTRO (Río de Janeiro, 1986) | No creo que un poeta se forme principalmente por lo que lee o por los autores que influyen en él.

Incluso sucede con frecuencia que un cierto número de críticos especializados atribuye influencias de autores a otros, cuando es otro tipo de experiencia común la que unió sus lenguajes, y no una filiación autoral. Recuerdo una historia ilustrativa al respecto. Muchos críticos consideraban que el dramaturgo marxista alemán Erwin Piscator era un “epígono” del Meyehold ruso. Los dos estaban llevando a cabo experimentos similares. Meyehold, un poco antes de Piscator, todavía en la década de 1910, utilizaba proyecciones cinematográficas sobre escenarios y grandes estructuras arquitectónicas, como rellanos y escaleras, para mostrar determinadas situaciones políticas de forma más narrativa, como en planos cinematográficos. Piscator negó la influencia. Dijo que no había manera de que existiera esa influencia, pues sólo entró en contacto con el teatro de vanguardia ruso al regresar de la guerra, en 1918, cuando ya había desarrollado muchas de las bases de su teatro épico.

En este caso, ¿qué motivó al artista? Dice: los conflictos sociales, las presiones económicas, la experiencia de la guerra, la percepción de la lucha de clases. Y, por supuesto, leer y observar determinadas experiencias artísticas. En su caso, le da más crédito al actor expresionista Albert Steinrük. Creo que es lo que nos conecta con el presente, con nuestro tiempo, lo que crea nuestra cercanía a ciertos autores. Y éstos, a su vez, también nos ayudan en este diálogo con el tiempo.


Cuando comencé a escribir poesía, cuando era muy joven, recuerdo que me preguntaba si podía escribir de una manera “no sentimental”, porque a veces sentía más curiosidad por la forma en que escribían los poetas que el deseo de expresar mis sentimientos. A pesar de sentir, como muchos, una cierta urgencia por escribir que estaba ligada a su poder para ayudarme, para hacerme sobrevivir, o para hacer existir un determinado problema, una determinada perspectiva del mundo. Pensé: ¿puedo “robar” así, estas palabras, este “estilo”? Sólo mucho más tarde desapareció este sentimiento interiorizado de vergüenza, cuando conocí a muchos poetas acostumbrados a una técnica de “robo”.

Pero la cuestión no es la palabra o frase robada, sino el montaje de lo que se dice, se muestra, se cuenta. Este montaje con voces ajenas ayuda al mismo tiempo en la labor de interrumpir una voz que consideraríamos “nuestra”, “propia”, y en asumir que escribimos en la polis.

Hoy siento que para escribir necesito escuchar… A veces me doy cuenta de que un viejo sentimiento de urgencia, en mi caso, estaba vinculado a ciertos automatismos en el lenguaje. Actualmente me ha parecido interesante esperar y escuchar más. Al fin y al cabo, como decía el poeta Michael Palmer, el lenguaje también escucha las cosas.

 

MATHEUS GUMÉNIN BARRETO (Mato Grosso, 1992) | No creo que una buena lectura forme (necesariamente) un buen poeta (en los diferentes significados de 'bueno'), pero sé que esto sucede a menudo; no creo que convertirse en poeta sea (necesariamente) el resultado de una decisión íntima, pero sé que esto sucede a menudo; no creo que lo que más beneficie a un poeta sea (necesariamente) el conocimiento y la comprensión de los mitos, pero sé que esto sucede a menudo.

Realmente me gustan mis incertidumbres y me aferro a ellas, así que, de hecho, no sé cómo, en general, surge un poeta, y me gusta no saberlo. El “no saber” abre espacio.

En cuanto a mi propio camino, puedo decir que comenzó de oído: escuchando el I-Juca-Pirama leído por una maestra en el primer año de secundaria (“Mi canción de muerte, / guerreros, escuché: / Soy hijo de las selvas, / en las selvas crecí; / guerreros, descendo / de la tribu Tupi”, etc.). Esos sonidos casi mágicos, hipnóticos, fuertes me persiguieron desde la escuela hasta mi casa, y esa tarde escribí mi primer poema (en la misma estructura que la redondilla menor). No sabía qué era métrica, ritmo, aliteración, nada, pero sabía que algo allí me atraía hacia el texto y atraía el texto hacia mí. Ya había escrito algunos cuentos breves en prosa, pero ese fue el primer poema.

Tampoco puedo decir cuál sería el alimento esencial de mi creación ni cómo se forma la conciencia de una poética, pero sospecho que esas incertidumbres que mencioné al inicio de la respuesta son parte de la respuesta. El “no saber” genera movimiento, curiosidad, deseo de saber, y mis poemas suelen nacer de eso. Nunca escribo un poema para “contar” algo, escribo para descubrirlo.

En otras palabras, cuando empiezo un poema, no sé cómo terminará ni cuál será el siguiente verso, solo sé que quiero descubrirlo. Es cierto que me preparo constantemente para escribir (afilo mis herramientas, tal vez) leyendo poesía y textos sobre poesía, escuchando música y conversaciones ajenas (en el autobús, en el metro, en la calle), viendo a los demás y viendo yo mismo, prestando atención a las cosas que me rodean y dentro de mí, pero el momento real de escribir está más allá de mi control, y realmente quiero que así sea.

 

NINA MARIA (Bahía, 2000) | Un poeta surge, o mejor dicho, nace del encuentro con el mundo y las palabras, ya sean escritas u orales, ya que tal encuentro –con las palabras– no siempre ocurre con la llegada de los libros, las bibliotecas y similares –es decir, de los libros–, lo considero un objeto esencial en la formación de un escritor, pero no es el único –sino que también se da a través de la oralidad, el sonido y la musicalidad de las palabras, esas historias transmitidas de generación en generación, así como las conversaciones cotidianas, además de canciones también, que forman una comprensión del mundo desde una edad muy temprana. Un poeta también puede surgir del encuentro con su propia voz, desde el momento en que quien escribe decide alzar su voz a través de la escritura, como nos dice Bell Hooks en “Levanta tu voz: piensa como feminista, piensa como una mujer negra”. Pero ¿cómo puedo seguir siendo poeta? Se necesita sensibilidad, saber leer –no lectura educada, sino simple– de la vida cotidiana, estar atento a las personas, al mundo, a las eventualidades, al tiempo y a los acontecimientos, a las bendiciones y males de la vida, pero principalmente a los sentimientos, que a mi entender es una fuerza impulsora. Y desde esta sensibilidad nos moldeamos cada día, intentando escribir siempre que sea posible, siempre que sea necesario, siempre, pues sabemos que, a los escritores, especialmente mujeres, del tercer mundo, como postula Glória Anzaldúa (1980), nos falta tiempo para escribir, pero aunque los momentos para escribir sean escasos, es necesario que la escritura sea nuestra vida. Y desde este compromiso, esta responsabilidad, se crea la conciencia de una poética.

 

PÂMELA FILIPINI (Rondônia, 1994) | Poeta es aquel que, elegido por la Soledad, se pone al servicio de este descubrimiento. Su primera percepción es que la poesía no se crea, se descubre. Quizás de ahí venga. Creo que cada uno debería hablar por sí mismo. En mí, el alimento es la búsqueda de la Belleza, por eso cuando somos elegidos por la Soledad, estamos condenados a un tipo de sufrimiento que sólo comienza en el corazón de las cosas bellas. No supongo que para descubrir la Poesía haya que vivir un infierno en sí mismo, de ninguna manera; es necesario comprender, sin embargo, que la existencia, a diferencia de quienes predican la felicidad como fin absoluto, tiene capas de comprensión y belleza que sólo pueden ser penetradas después de haber entrado en nuestras miserias más íntimas y profundas. Digo esto porque no hay mucha bendición en ver el mundo poéticamente. Llevo esta carga de buena gana y con la mayor honestidad posible. Yo existo. Ocupo un espacio en el mundo. Le retribuyo al mundo, escribo. Sin compromiso alguno. Necesitamos cuidar nuestro espacio. Ésta es la conciencia de una poética.

 


PEDRO MOHALLEM (Minas Gerais, 2000) | Cuando comencé a escribir poesía, hasta entonces sólo había leído el “Soneto de Fidelidad” y escuchado a mi padre recitar de memoria uno de sus poemas. Pero el poeta no nació allí; allí nació el gusto, o ni siquiera eso, la curiosidad por escribir. Después de la curiosidad vino el gusto, y después del gusto, la necesidad… El poeta sólo surge cuando esta necesidad de escribir encuentra sus instrumentos de expresión adecuados, y esto, en mi opinión, depende sobre todo de la formación de un repertorio literario y técnico y de cierta sensibilidad estética: habilidades que la lectura ayuda a desarrollar, pero que no son suficientes.

Y no conozco ningún otro alimento esencial para la creación de un poeta que no sea la poesía misma, aquí en un sentido amplio, pensando menos en el acto solitario de escribir (que puede volverla insoportablemente autorreferencial) y más en el sentido de comunión que este arte implica.

 

RENATA FLÁVIA (Piauí, 1989) | Toda conciencia, poética o no, se construye sobre la comprensión del mundo que la rodea, por lo que es muy poco pensar que la lectura, en sí misma, sea responsable del surgimiento de la creación poética, o incluso de una conciencia crítica capaz de producir otras comprensiones. No basta con leer, hay una fuerza mayor que une el pensamiento consciente, el conocimiento y la escritura y esta fuerza es el estar en el mundo, percibir el mundo, ver a los demás y su entorno, comprender las entrelíneas de encuentros y desencuentros que preceden a la lectura alfabética. El poeta, entonces, podrá surgir de esta mirada que le sale de sí mismo para encontrarse con esta lectura del mundo, la búsqueda y la necesidad de decir lo que no se puede decir con palabras rectas. Esta conciencia poética nunca es completa, no se estabiliza, está en tránsito con intercambios, relaciones y lecturas, es camino.

 

SARA ALBUQUERQUE (Alagoas, 1990) | el poeta nace del cielo / arrugado / toma de la nube lo que es un caballo / bebe de la flor el instinto / de reproducción // el poeta nace del intento / entre letra sonido significado / & pausa / disfrutar del todo / palabra larga // nacen los poetas de la esquina / cruzando el callejón / la plaza de la playa al azar / hasta en las casas sin ventanas nacen poetas / universales // todos en común / atentos al átomo: / grandes poemas surgen de una obsesión / distraída


THIAGO E. (Piauí, 1986) | No conocía esa cita de Robert Graves. Me gusta lo dicho, aunque el uso de la palabra “mito”, con tantos significados, puede tener algunos problemas. Por ejemplo, cuando se utiliza como una declaración cuestionable, fantasiosa, falsa etc. Imagino que el poeta utiliza el término en el sentido de relatos simbólicos o alegóricos, generalmente de tradición oral, transmitidos de generación en generación. Ahora bien, en este conocimiento, enfatizo que es bueno tener también historias de diversas etnias, indígenas, afrobrasileñas, orientales, e ir más allá de los mitos europeos. No puedo responder objetivamente a estas preguntas. Supongo que dependerá de cada persona. Lo que hace que alguien se ponga a escribir poemas es impredecible, misteriosamente particular. En mi caso, me sedujo la posibilidad rítmica de las palabras. Comencé a disfrutar mucho jugando con el lenguaje y sus sonidos imaginarios. También me gusta explorar lo que llamamos “tradiciones” poéticas. Y, al mismo tiempo, cuestionar, intentar ir en contra de la percepción habitual. Buscando acercarme a lo que se considera extraño a la poesía. Quizás este sea uno de los alimentos sobre los que intento escribir. Y en ese momento me pregunto: ¿hasta qué punto una conciencia poética no sería una inconsciencia poética? Me parece pertinente aquella frase del poeta Pedro Kilkerry: “¿es el inconsciente un poeta simbolista?” Yo añadiría: ¿o surrealista?

 

VITÓRIA RÉGIA (Ceará, 1991) | “Un poeta puede soportarlo todo…” Antes de escribir, dejándose llevar por el ritmo, el sonido y la imagen, el poeta debe ser consciente de su condición de ser humano, que es finita y fugaz, para luego aferrarse a esta convicción, mucho más que reproducir contenidos absorbidos únicamente por la lectura. Debe creer que la poesía existe, más o menos, para dar otra dimensión a la vida y a las cosas, porque es imposible que el poeta no exista en el símbolo y para el símbolo, y lo lleve todo en él, como dice la frase de Roberto Bolaño. El poeta también debe soportar el hecho de que su discurso es inútil para mucha gente, para el capitalismo, el materialismo, pero igualmente necesario para comprender qué es lo que le hace ser humano y cuál es su lugar en el mundo, aunque la poesía signifique carencia. Quizás esto sea, más o menos, lo que convierte a alguien en poeta.

 

 

2. Dado el tema de esta edición, es inevitable no interrogar el escenario contemporáneo de la poesía brasileña. Para frustración de los críticos, parece no haber un nombre canónico para la poesía reciente; además de una profusión de voces, hay un pluralismo de tendencias. Dicho esto, ¿cómo ve la producción reciente de poesía brasileña? ¿Sería posible trazar un panorama de la poesía brasileña actual?

 

AMANDA VITAL | Lo bueno es que no hay un nombre canónico. Significa que somos muchos por ahí (¡qué miedo!). Menos mal que supuestamente no existe esa figura intocable, incorregible, increíble, esa en la que están puestas todas las miradas y a la que todos deberíamos copiar o tirar piedras. La vida poética se desarrolla en pluralidad. En varios valores. Veo la producción reciente de poesía en una loca efervescencia en Brasil. Nunca se detiene, siempre es un movimiento diferente, una nueva ráfaga de lanzamientos, escuelas de producción creativa, alguien bueno para leer, bueno para descubrir, con quien hablar (la socialización, el encuentro también es muy bueno; este tipo de experiencia subestimada). Hay nuevas invocaciones, nuevas banderas, nuevas (viejas) demandas, reparaciones que hacer. Es curioso ver qué ha disfrutado la gente leyendo, qué han estado buscando y los caminos que los críticos y editores están trazando con sus curadurías para futuros lectores. Y date cuenta que el panorama de la poesía es de varios panoramas, y hoy en día no hay tanto nicho, tanto “te verás obligado a leer X”. La persona que se encarga de gran parte de la curación de la lectura, cada vez más, es el propio lector. Hay una mayor disposición fuera de la “alta cultura” y las academias para expresar ideas de lectura. Las críticas se hacen desde todos lados, por y para todos.

 

ANNA APOLINÁRIO | La flamante producción de poesía brasileña y su potente polifonía de voces deshilacha y trasciende la dimensión canónica, son voces líricas, especialmente femeninas, que emergen voraces y componen un horizonte literario alimentado por el brío y la volición de una escritura pulsante, indeleble, salvaje. Una escritura que entra y ocupa espacios, sorprende a los lectores, llega al núcleo de sus subjetividades, revelando un mundo preñado de nuevos significados y posibilidades.

 

AUGUSTO GUIMARAENS CAVALCANTI | La poesía brasileña actual es mayoritariamente femenina. Pienso en una corrección histórica, ya que las mujeres han sido silenciadas durante tanto tiempo. Siguiendo el camino de la pluralidad, la cuestión de la identidad ha sido el foco actual. Sin embargo, si pensamos en lo que alguna vez dijo Cecília Meireles –que el poeta no tenía sexo, que su alma es universal–, un panorama identitario se vuelve más difícil de rastrear. Esta profusión de voces, que es positiva y fecunda, puede generar también una babel de voces. Aún así, veo con interés el creciente número de publicaciones y editores independientes. Cada vez es más difícil elaborar un canon de poesía. Y eso es un desafío, escribir en un momento en el que se dice tanto.

 


BIANCA MONTEIRO GARCIA | Creo que debemos pensar, primero, en qué sería un “nombre canónico” y cómo se construye un canon. Hilda Hilst, como muchas otras mujeres, se convirtió en canóniga después de su muerte. En vida, la escritora luchó duramente por ser debidamente notada y reconocida, incluso fue descuidada por la propia Companhia das Letras, editorial que actualmente posee sus derechos de autor. Esto es, cuanto menos, irónico. Por supuesto, Hilda es sólo un ejemplo entre muchos, pero la traje aquí para ilustrar las siguientes preguntas: ¿quién decide qué es canónico y por qué? A pesar de pensar mucho en la reconstrucción, revisión –e incluso extinción– de los cánones, creo que la crítica ha centrado su atención específicamente en una poeta de la periferia de Río de Janeiro: Bruna Mitrano. La escritora que publicó não, su primer libro, en la editorial independiente Patuá, publica ahora el libro Ninguém quis ver, cuya portada está firmada por Heloisa Buarque de Hollanda, gran ensayista, crítica literaria, editora y escritora. Bruna es descrita por la editorial que publicó su libro como una “revelación de la poesía brasileña contemporánea”. Y la editorial es la propia Companhia das Letras.

Veo la reciente producción de poesía brasileña como una verdadera insurrección de escritoras, que siempre estuvieron aquí, que siempre escribieron, pero que han pasado desapercibidas, si tomamos en consideración la historia de la literatura brasileña y sus compendios literarios. Hoy contamos con pluralidad de voces, experimentalismo en la escritura poética y sobre todo la gran participación de escritoras en premios literarios, no sólo como candidatas, sino como finalistas y ganadoras, algo que hace poco tiempo no era tan significativo.

 

CLARISSA MACEDO | Inmediatamente nos topamos con los problemas de la escasa y pseudolaudatoria crítica brasileña y del tiempo. En Brasil se hace poca crítica literaria; y, cuando se hace, se limita mayoritariamente a elogios, con poco o ningún aparato técnico-analítico. La recepción crítica, cuando ocurre, es otro problema en el mar de vanidades. Paralelamente, “¿Qué es lo contemporáneo?” – pregunta Agamben. ¿Cómo definir un nombre canónico durante el tiempo actual? Todavía estamos, de alguna manera, en la modernidad. Generalmente utilizamos conceptos modernos para pensar en lo contemporáneo. Hay muchas voces en el rumor de las publicaciones, así como hay diversas tendencias, desde las que abolieron las mayúsculas y la puntuación hasta las que cuidan temas que molestan a la vieja y alargada casa grande (y todo junto), entre muchas otras. que superan en número a la propuesta aquí. Las panorámicas siempre son posibles; pero hay que pensar en otros hitos además de la historiografía, que muchas veces determina y mata lecturas y autores muy interesantes en detrimento de las escuelas y los relojes. Es necesario pensar el tiempo en el tiempo, en una concepción relacional, muy del gusto deleuziano. La producción de poesía brasileña reciente, desde los nacidos entre 1982 y 2000, hasta tomar el dominio de esta edición, es vasta, y aún necesita tiempo para mostrarse más, para que no quede agrupada y estampada, sino pensada en sus términos. La innegable calidad de la producción poética en Brasil permea, por supuesto, el período mencionado, pero todo el panorama, ahora, aunque necesario, necesita reconocerse inestable, abrupto e inestable.

 

DANIEL RODAS | Un panorama cerrado es imposible. Hay una multiplicidad de tendencias, tan grande que, al mismo tiempo que liberadora, a veces resulta paradójicamente asfixiante. No existe un “norte” que nos ofrezca la libertad de crear (en teoría) sin preceptos específicos. Por otro lado, la falta de rumbo nos hace pensar que estamos reinventando la rueda, cuando como mucho lo que estamos haciendo es pulir los neumáticos. Lo que veo, hablando desde el punto de vista de alguien que escribe, edita, investiga y enseña literatura contemporánea, es que hoy existe en Brasil un movimiento muy importante –y político– para ampliar y valorar las llamadas “voces marginales”: aquellas que, durante siglos, han estado en los márgenes y ahora “emergen” al centro del mundo literario. En este proceso hay mucha calidad y también mucha cosa regular. En general, creo que tenemos un dinamismo integrador y desafiante que combina perspectivas políticas, estéticas y literarias que a menudo son contradictorias y conflictivas, resultado de las tensiones sociales que hemos experimentado en los últimos años. Sin embargo, las consecuencias de esto para la posteridad siguen siendo difíciles de medir. Creo que todavía estamos en medio del huracán…

 

FELIPE NASCIMENTO | Aunque probablemente no sea imposible, sobre todo si hacemos un corte y caemos en otro peligro, el del canon, que también puede manifestarse como una táctica de exclusión. Creo que, porque vivimos en tiempos posmodernos, la identidad está fragmentada e individualizada, ya no vivimos en grupos, ya no tenemos nada a qué pertenecer. Por un lado, esto genera una diversidad de poesía interesante, por otro lado, es difícil decir si existe una estética ligada a nuestro tiempo.

 

GUILHERME DELGADO | Para nuestra frustración, hay una pereza intelectual que se apodera de gran parte de las críticas actuales. Esta crítica se encuentra perdida ante esta profusión de voces y demuestra que no es capaz de colocar el pluralismo de las tendencias en uno de esos cómodos estantes dedicados sólo a los cánones. El problema se acentúa por la notable falta de espacios culturales dedicados al ejercicio de la crítica, por lo que el sentimiento que persiste es el de desánimo.


Pero la producción reciente de poesía brasileña es muy buena. Incluso me atrevo a decir que la poesía en Brasil vive uno de sus mejores momentos, precisamente por su profusión y pluralismo. Con esto no quiero decir que haya muchos grandes poetas por ahí, según la clasificación de poetas mayores y menores de Mário Faustino. Necesitamos repensar lo que significaría un gran número de grandes poetas por generación. Al final tiene que ser un número muy humilde. Pero existen. Hablamos el mismo idioma que Leonardo Froes. ¿Y qué podemos decir de María Lúcia Alvim, cuya poesía fue redescubierta (por críticos verdaderamente dignos, es decir, Guilherme Gontijo Flores, Ricardo Domeneck y Paulo Henriques Britto) poco antes de que la autora falleciera hace apenas dos años? Estos nombres se encuentran entre los mejores que se han producido jamás en lengua portuguesa, aunque todavía están lejos de ser considerados canónicos en los términos de esta crítica perezosa que afirma que no hay ningún nombre. Y si consideramos sólo a los poetas menores, aquellos que fueron capaces de concebir al menos un puñado de buenos poemas, entonces tenemos más que suficiente. Por eso tampoco sería posible trazar una visión general de la poesía actual, sino más bien panoramas. Los espacios restringidos están ahí, es momento de multiplicarlos.

 

GUILHERME GONTIJO FLORES | Intentaré resumir cómo veo las cosas de una manera muy impresionista e improvisada. Sin mucha consideración previa, sospecho que hay dos poesías contemporáneas en Brasil.

Uno de ellas está marcado por la repetición de fuerzas hegemónicas de una determinada poesía mundial; más precisamente, me parece un cosmopolitismo vaciado y urbano-intelectual, que se repite con pocas variaciones en casi cualquier capital del planeta, con las variantes lingüísticas necesarias y una que otra salpicada de datos culturales específicos. Tiene un lenguaje poco marcado, una tendencia coloquial, el verso libre, un apego a la expresión de subjetividades diluidas en espacios difusos, en los que el lirismo parece provenir del hecho de existir con angustia en un mundo violento y sin casi ningún significado palpable.

Y hay una segunda poesía contemporánea, en el sentido dado por Agamben, de arrojar sombras sobre su propia época. Es una poesía que rechaza los tópicos poéticos de su tiempo, está claramente desfasada de las corrientes más comunes, al mismo tiempo que no acepta volver a ningún delirio de la poesía con P mayúscula. Curiosamente, esta poesía me parece verdaderamente plural; y Brasil alberga poéticas muy diferentes, de hecho, porque es el resultado de apuestas muy singulares que el estado de cosas nos concede o, mejor dicho, nos exige.

Ahora falta poner sobre la mesa dos hechos más: uno es que nunca hubo tanta publicación en tan poco tiempo; luego se hizo prácticamente imposible trazar un panorama mínimo; y realmente habrá que pensar en políticas de escritura y lectura después de esta difusión editorial sin precedentes; políticas que también son plurales, y no sé muy bien cómo pueden serlo.

Otro dato es que la ausencia del nombre canónico me parece muy saludable; porque rompe con los modelos de lectura teleológica de la literatura, e incluso tiende a volverse hacia el presente, el ahora mismo instantáneo en el que vivimos. Quizás, cuando repasen estas décadas, encuentren algún sentido a todo lo que estamos viviendo caóticamente. Por supuesto, hago algunas apuestas sobre nombres que deberían durar más que los años de producción y circulación personal; y conozco a otras personas que también tienen sus propias apuestas, algunas similares a la mía, otras casi completamente opuestas. Es parte de nuestra reacción entre la forma en que fuimos criados como poetas y la forma en que percibimos la poesía como acción en el presente. Puede resultar contradictorio e incluso angustioso; pero me siento afortunado de vivir tiempos como este, ya que aparentemente todos los tiempos son oscuros para los poetas.

 

IKARO MAXX | Para ser honesto, soy un entusiasta de esta pluralidad de voces, de esta música a menudo discordante e inarmónica que son “escenas” contemporáneas & la diversidad de su fauna loca. La unidimensionalidad tiende a erigir pequeños tiranos y transformar en súbditos a los babeantes boquiabiertos que rodean el “centro” que produce & reproduce la voz única. No en vano decimos popularmente que “toda unanimidad es una estupidez”. Es necesario revolucionar la crítica para encontrar la forma más adecuada de comprender & expresar su juicio ante los acontecimientos contemporáneos. Pero es eso, mientras lo vivimos nunca logramos expresarlo en toda su totalidad & con la amplitud de percepción sin caer en algunas trampas & ejercer algún nivel de injusticia. La distancia & los cambios (in)consecuentes, a menudo, nos ayudan a comprender algo sobre los hechos culturales & políticos, delimitados en un espacio-tiempo que nos interesa conocer o devolver una mirada comprensiva. No sabría decirte ni darte ese panorama porque simplemente no conozco todos los escenarios & autores, editoriales, revistas, “movimientos” etc. No puedes abrazar y abarcar todo así… a la vez. Es “imposible”, jajaja. Me alegra saber que están pasando cosas por ahí, aunque yo no pueda estar al tanto de todo o no pueda participar o ser parte de ello. E incluso hay lugares donde es mejor “no saber” o “no participar”, y eso está “bien”. Por mi parte, desde que vine a vivir a São Paulo hace casi 5 años – en medio de los cuales tuvimos dos años horribles de “suspensión pandémica” que apenas cuentan…– he descubierto varias escenas & hasta algunos “grupos”, que muchas veces parecen difíciles de no suceder o “inevitables” por varias razones que son bastante simples & comprensibles: amistades, relaciones, afinidades, experiencias comunes, grupo de edad, gustos, “estilos”, subculturas, ubicación, presencia, visiones del mundo, ideas o conceptos comunes, similitudes etc. etc.


Por aquí hay una serie de veladas a las que soy casi un “habitué” & otras a las que ocasionalmente me invitan a participar. Y de esta manera terminamos conociendo a la gente, relacionándonos –aunque sea superficialmente u ocasionalmente– con ellas & ellas empiezan a “conocerte”, a “captarte”. Sin embargo, todavía hay mucha comprensión falsa, mal comportamiento y estupidez. Un blablá que nunca cesa: una guerra narcisista infinita. Eso, amigo mío, es más seguro que “la muerte al final”. Y sí… muy, muy provincialismo. Es raro encontrar escenas muy abiertas y cosmopolitas que inviten a una orgía de pensamientos & ideas. En general, se trata de una muerte en estado gris, o incluso “colorida”, muy bien decorada. En cuanto a las tendencias (término que incluso me hace pensar en “modas”, ciclos) pues ¡a la mierda! La mayoría de las veces el coste de la lucidez no es sólo un poco de locura, sino también una gran parte de “soledad”. Pero sólo los solitarios son capaces de perforar las burbujas & cruzar los circuitos, a pesar de que las llamas son altas en el ambiente & la posibilidad de “quemarse” es prácticamente segura.

 

JENNIFER TRAJANO | No creo que sea posible hacer esto ahora porque las producciones aún están muy frescas. Sólo cuando muramos algo será más seguro (risas).

 

LAÍS ROMERO | La teoría sólo es posible después del arte. El contacto que tengo con la poesía contemporánea se produce inicialmente en mi círculo primario, local, en intercambios que tienen como referencia el mismo mundo visto a través de diferentes lentes de experiencia. La producción reciente en este contexto resuena colectiva, sostiene voces que habitaron el silencio y toca nuevas plataformas de lenguaje. Cuando nos abrimos a la idea de “brasileño”, el contacto se vuelve directo con el texto, en las múltiples publicaciones que han migrado al medio electrónico y en los eventos literarios que aparecen en todo el país. Los sellos editoriales especializados en poesía, en sintonía con las editoriales independientes, hacen algo más palpable el surgimiento de publicaciones, y que pulsan en circuitos fuera de los grandes centros. Hay muchos brasiles dentro de Brasil, y esto se ha vuelto cada vez más común y real en el medio de la producción poética. Las plataformas marginales, la autoedición, las veladas, los circuitos de ferias del libro, los cursos de producción poética online o presenciales y otras formas de mantener viva la poesía son hoy más comunes. Pero todo está sucediendo, sólo puedo intentar enumerar estos eventos, y una visión general requiere una mirada más refinada, tal vez científica.

 

LAURA REDFERN NAVARRO | En la actualidad, puede incluso resultar difícil determinar un nombre canónico, ya que esta poesía todavía está sucediendo y no sabemos cómo será vista en el futuro, ni qué se concebirá como canónica en el futuro. Al mismo tiempo, veo con mucho entusiasmo la poesía brasileña de los últimos años, siento que hay una diversidad muy fuerte en la producción actual. No hay una regla estilística específica sobre lo que se debe producir, y me gusta mucho la pluralidad poética y la experimentación que caracteriza a esta generación, dejando espacio también a la corporalidad y a las expresiones disidentes, como las de las mujeres, los negros y los indígenas. Políticamente esto es sumamente relevante, incluyendo lo que respondí a la pregunta anterior. Hay antologías que pretenden perfilar este panorama, a partir tanto de la diversidad poética como de las interrogantes que estos grupos plantean, como es el caso de As 29 Poetas Hoje, organizada por Heloísa Buarque de Hollanda.

 

MAÍRA DAL’MAZ | Yo diría que, de hecho, es la crítica la que ha frustrado a los escritores. Atados por la noción de canon –anticuado y conservador, hay que decirlo–, bajo los grilletes de la academia, hay una cierta complacencia en las elecciones de lectura. Teniendo en cuenta que gran parte de la poesía brasileña contemporánea es publicada por editoriales independientes, ¿cómo podemos esperar que el trabajo de promoción del libro sea justo? ¿Cómo destacarse sin invertir mucho dinero en publicidad especializada, si los grandes medios no la valoran porque no lucran con la literatura? El trabajo del crítico ha cambiado: también necesita perseguir lo que se publica si su objetivo es delinear este panorama ­este es el desafío de hacer arte en un sistema capitalista neoliberal. Hay muchos poetas impresionantes en el Norte y Nordeste del país y pregunto: ¿Cuáles llegan a la crítica? ¿Por qué necesitamos UN nombre canónico en el año 2023?

 

MARÍA EDUARDA CASTRO | Creo que buscar nombres como referente es interesante, pero esto es diferente a la mistificación de la personalidad de la que suelen alimentarse los medios, la crítica especializada y los propios artistas y autores. El pluralismo parece ser el efecto de este doble camino: una búsqueda de referencias o voces que puedan aportar algo interesante, por un lado, pero un culto a la personalidad del autor, por el otro. En el capitalismo, todos deben ser competidores. Y el pluralismo no significa ausencia de competencia, no es necesariamente un signo de diferencia. Para el capitalismo, el pluralismo a menudo simplemente significa más gente comprando, más bienes vendidos como diferentes.

Creo que sucede a menudo que los artistas brasileños, cuando buscan autores que serían más interesantes, se limitan a las características de su personalidad. Miren que interesante el autor xxx, dice xxx. Pero lo que dice no parece haber sido buscado, investigado en un mundo práctico. La gente se detiene en la fiesta de personalidades o en pequeños grupos.

Y vemos que muchas de las voces de los poetas de hoy también se interesan únicamente por la autopromoción.

Al mismo tiempo, he sentido aquí la apertura de nuevas experiencias muy interesantes, con el surgimiento de poetas que parecen hablar de espacios diferentes, ya sea desplazando esa centralidad atribuida al ser poeta, o desplazando los espacios sociales que aparecen en el poema, o incluso producciones sobre el eje más común Río-São Paulo.


Me parece que algunos poetas están cada vez menos interesados ​​en seguir tal o cual tradición poética y se dedican más a relatar determinadas experiencias y situaciones. Esto también tiene que ver con presiones políticas y económicas. Una necesidad de politizarse que proviene de tiempos oscuros, o de la comprensión de la bancarrota, del vacío, de las normas que se transmiten de generación en generación, y del poder gozoso que se puede extraer al escuchar aquellos eventos e intercambios sociales más cercanos a nosotros. nosotros.

Pienso en la poesía de Catarina Lins, Matheus de Paula, Édipo Ferreira, Clarisse Lyra, por ejemplo.

 

MATHEUS GUMÉNIN BARRETO | Estoy de acuerdo en que no existe un nombre canónico para la poesía reciente (al menos no uno que dure más de unos pocos años), pero lo veo como una buena señal. En un país del tamaño de Brasil (y no hablo sólo del tamaño territorial) es muy complicado hablar de uno o media docena de nombres. Al mismo tiempo, sé que es necesario restringir el trabajo crítico, ya que sería imposible (e incluso indeseable) hablar de todo lo que se publica. La complicada tarea de la crítica contemporánea parece surgir de la danza entre la imposibilidad de reducción y la necesidad de reducción.

En estos momentos me siento sinceramente aliviado de estar escribiendo poesía y no crítica.

 

NINA MARIA | Hablo ya no como escritora, sino como editora y curadora literaria de la revista Ruído Manifesto, con sede y fundada en Mato Grosso, pero con alcance en todo Brasil y en el exterior. Trabajo en la revista desde hace tres años, conociendo más sobre la literatura brasileña contemporánea, y creo que es difícil señalar un nombre específico para el canon literario brasileño, sobre todo si hablamos de los años 2000, algunos poetas están floreciendo, así como hay nombres muy conocidos y valorados por la crítica, pero que estuvieron activos mucho antes de 1982 al 2000, y es de estos nombres de donde tomamos la fuente para escribir e inspirarnos. Sin embargo, aunque sea difícil, me arriesgo a señalar un nombre: Ryane Leão. Originaria de Cuiabá, pero radicada en São Paulo, Ryane viene cambiando el panorama literario brasileño, especialmente para poetas como yo, nacidos desde 2000, insertos en un mundo tecnológico, pero que no descartan el mundo real, con sus actividades en las calles de São Paulo difundiendo poesía, participando en slams y veladas –espacios gratuitos para resaltar la poesía contemporánea–, y participando en Instagram a través de su cuenta que hace la poesía accesible a mucha gente, especialmente mujeres poetas que recién comienzan. Creo que Ryane es una luz en un espacio tan oscuro para los poetas jóvenes, es un símbolo de que podemos hacer mucho, de hecho, mucha de mi poesía está inspirada en Ryane, ella me enseñó a bailar con las palabras. En relación a la producción reciente de poesía brasileña, que es vasta, muy vasta y bebe de muchas fuentes, así como corre el riesgo de crear algo nuevo, mi trabajo en Ruído Manifesto comenzó en 2021, desde entonces he publicado más de 500 escritores y es increíble cómo cada uno tiene una producción especial, la forma de usar las palabras y jugar con ellas dentro de la estructura del poema, es un baile, me parece hermoso. Pero al mismo tiempo, el uso crudo de la palabra para denunciar las diversas formas de opresión que sufrimos en la época contemporánea, a pesar de los avances, muchas cosas todavía atormentan a la población brasileña, pero es bueno que tengamos la poesía para ser portavoz. Respecto al panorama, es difícil, pero veo emerger, de hecho consolidarse, una poesía expresiva en romper paradigmas, denunciar, hablar de sentimientos, una poesía más desnuda y palpitante.

 

PÂMELA FILIPINI | He leído esta pregunta varias veces y, sinceramente, todavía no sé cómo responderla. No me siento adecuada para hacerlo. Soy una mujer extremadamente aislada que vive en el interior del Norte de Brasil, vivo en un mundo propio, casi siempre soy ajena a la realidad literaria de mi país, por eso hablaré de lo que leo y observo, dejando claro que es mi visión y con eso limitada. Sin duda, hay muchos escritores buenos y muchos malos. Las redes sociales están llenas de poemas, fragmentos, libros, una diversidad burbujeante que crea un tejido interesante si eres selectivo en lo que consumes como arte. La tendencia es que la producción aumente cada vez más. Me gusta la diversidad, pero hay que ser juicioso.

 

PEDRO MOHALLEM | En mi opinión, la poesía brasileña contemporánea va bien: Internet permite no sólo una mayor difusión de los textos, sino también el fortalecimiento de los más variados estilos, tendencias y nichos literarios, grupos formados casi espontáneamente por afinidades mayores, a veces incluso mayores que la distancia entre ellos, los municipios, estados y regiones de sus miembros.

En cuanto al panorama, no sólo sería posible perfilarlo, sino que hay críticos competentes que hacen este trabajo… El papel de las revistas y antologías de poesía, como las organizadas por Wladimir Saldanha y Ricardo Domeneck, es fundamental en este sentido. Entiendo, sin embargo, que se trata de extractos de una producción caóticamente heterogénea.

 


RENATA FLÁVIA | Muchas voces y sus vivencias tienen eco en varias obras producidas hoy, esta capacidad múltiple de la poesía brasileña es quizás lo que más se acerca al retrato de su pueblo. Podemos destacar, como fuerza que contribuye a esta multiplicidad, la mayor facilidad de publicación y la apertura de pequeñas editoriales que atienden regiones específicas y que permiten la circulación de creaciones fuera del eje sureste.

 

SARA ALBUQUERQUE | Yo, que crecí conociendo sólo a dos / mujeres / en la poesía brasileña / repito la duda de Cecília Meireles / donde estaría perdido / nuestro rostro / desplegable / como enseñó Adélia Prado // (en el avance del plano desgarrador / el silencio se vuelve un insulto / para el cazador) // A Hilda Hilst he conocido / tarde / como el rosa del atardecer // ahora somos bocas / ojos pieles pechos piernas / y ombligos saliendo del cuarto / todo nuestro el patio / antes embrujado // ahora vivas firmamos portadas / Natasha Tinet / Érika Santos / Moema Vilela / Julie Dorrico / Fátima Costa / Natália Agra / Danielle Magalhães / Bia Rodrigues / Pam Araújo / Luz Ribeiro / Juliana Blasina / Mar Becker / tantas cicatrices / en lenguaje abiertas / tantos retratos y nuestras obras / tan poco al sol / en la tercera orilla / de la estantería // (tal vez sea el capuchón de la pluma) // fuera del paréntesis / apunta nuestra poesía / el cazador desnudo


THIAGO E. | Sería sumamente complejo trazar un panorama de la poesía brasileña actual. No puedo seguir el ritmo de los innumerables libros que se publican en cada momento. Leí algunos. Brasil es grande y tiene muchas capas para observar. Yo mismo soy parte de este lio, ya que recientemente lancé otro libro de poemas. Realmente hay profusión de voces y pluralismo de tendencias. Con el aumento de las pequeñas editoriales, la aparición de más imprentas que imprimen bajo demanda, la autoedición física y virtual, los ebooks, el uso cada vez más específico de las redes sociales etc. se ha vuelto mucho más fácil publicar un libro. Eso es bueno. Y nos arroja a la dificultad de crear una visión general. Podemos empezar con “panoramas”. Hay quienes prefieren analizar las publicaciones delimitándolas en capas: por región geográfica, o por género, o por raza etc. Dependerá del enfoque de quien esté investigando. Todavía estoy tratando de entender al menos un poco sobre este tiempo.

 

VITÓRIA RÉGIA | Vejo o cenário atual da poesia brasileira, de fato, um pouco confuso e de difícil delimitação de estilos, e não diria que exista pluralismo de tendências, quando, muitas vezes, parece ser a ausência de tendências que fica como regra para a criação atual, eu acho. Rapidamente muitos livros são publicados e divulgados pela internet, que facilita, inquestionavelmente, a profusão de tantas vozes hoje. Há trabalhos de muita qualidade, textos atuais e profundos que inovam pela linguagem e pelo teor poético-político, aproximam os leitores do gênero, tornando-o mais lido e mais acessível, o que talvez seja uma vantagem para quem escreve e publica poesia, isso de ver sua voz ter ressonância, ainda que em um mar imenso de possibilidades.

 

VITÓRIA RÉGIA | Veo el escenario actual de la poesía brasileña, de hecho, un poco confuso y difícil de definir estilos, y no diría que hay un pluralismo de tendencias, cuando, a menudo, parece ser la ausencia de tendencias lo que permanece la regla para la creación actual, yo creo. Muchos libros se publican y difunden rápidamente a través de Internet, lo que sin duda facilita hoy la profusión de tantas voces. Hay obras de gran calidad, textos actuales y profundos que innovan a través del lenguaje y el contenido poético-político, acercando a los lectores al género, haciéndolo más leído y accesible, lo que quizás sea una ventaja para quienes escriben y publican poesía. esto para ver tu voz resonar, incluso en un inmenso mar de posibilidades.

 



 3. En muchos sentidos, Brasil es un país insular, interna y externamente. En el ámbito cultural, este aislamiento ha generado diversas pérdidas, muchas de las cuales ya son irremediables, cuando afectan la mecánica de la evolución de la percepción del mundo e interfieren en relaciones que deberían permitir, entre otras cosas, la colaboración y la entrada en el país de fuentes de cultura diferentes a la nuestra. En el campo de la poesía brasileña contemporánea, ¿cómo es su diálogo con la producción de sus pares? Además, si bien los espacios de intercambio y circulación se han mejorado gracias a las redes virtuales, ¿crees que todavía hay margen de mejora? ¿Y cómo ves el mercado de los poetas brasileños? Ahora bien, en lo que respecta al exterior, prácticamente desde la Civilização Brasileira no tenemos una gran editorial con un programa de ediciones de autores extranjeros, y el propio Estado está completamente ausente. Es evidente que nuevos autores intentan inventar su propio camino, y en ello encontramos un mérito valioso. Sin embargo, además de la insuficiencia de sus recursos, persiste la falta de relaciones con otras tradiciones literarias. ¿Cómo te encuentras frente a este abismo?

 

AMANDA VITAL | Leo lo que veo frente a mí (en los lanzamientos de editoriales que conozco y me gustan, en videopoemas, en eventos, en las redes sociales) y me gusta leer de todo. Veo la gracia en lo múltiple, y no entiendo el odio entre uno y otro, porque “hoy no se pueden hacer formas fijas”, pero al mismo tiempo “no se puede hacer poesía híbrida con prosa, porque deja de ser poesía”, tengo mucha pereza en todo esto y prefiero leer a todo el mundo olvidando que tanta gente es tan exigente. “Separar al autor de la obra”, lo que dice la gente, ¿no? Y me gusta dialogar con las nuevas formas que mis pares y yo producimos juntos, al unísono, en esta poesía llamada “híbrida” –que no, sigue siendo poesía–, en cajas de texto que tienen herramientas fundamentales de la poesía (tienen ritmo, melodía, métrica, rimas internas…). Creo que todavía hay mucho margen de mejora, de hecho, mucho más allá de las redes sociales; tengo sed y extraño los eventos presenciales en este período post-pandémico y ver, sobre todo, a los jóvenes en estos eventos. Los mayores lo llenan todo y sólo puedo vivir con ellos, en el fin del día. Que jóvenes abiertos, sin camarillas (no vale la pena ir allí para mirar raro a alguien que quiere encajar, ¿no?), invadan también estos eventos, generando intercambios más profundos, con un marco sólido y genuino, sin oportunismos ni moneda de cambio –movido por pura curiosidad y cariño. Veo un mercado prometedor para los poetas brasileños, con editoriales cada vez más especializadas, algunas incluso ofreciendo lecturas críticas, lo que suele ser, en mi opinión, muy bienvenido. Ahora sólo necesitamos intercambios desde Brasil hacia el exterior, pero creo que realmente necesitamos primero intercambios desde Brasil hacia dentro de sí mismo. Con conocimiento de la causa, de la diversidad. No es posible saberlo todo, pero sí al menos un poco de todo. Y fortalecer el medio (y en el medio) aquí primero. Todavía estamos atrapados en demasiadas burbujas. Y esto no es representativo de quiénes somos.

 

ANNA APOLINÁRIO | Con los pies plantados en el abismo o con alas llameantes en el espacio etéreo, hoy escribo poesía de posesión: el poder encantador y alquímico de la palabra se desborda en la piel, en la vida. Reconozco también en mis pares, poetas contemporáneos(as), esta tendencia audaz, dialogamos en consonancia y componemos esta pluralidad de lenguajes y cuerpos poéticos, especialmente de mujeres, que engendran movimientos creativos, en la lucha por la creación, experiencia y difusión de arte literario y sus múltiples expresiones, resistimos y nos reinventamos a través de publicaciones potenciadas por redes cibernéticas, editoriales y sellos independientes, fanzines, carteles (lambe-lambe), veladas, intervenciones urbanas, performances, en una producción cultural feroz, incansable e indispensable. Así es como también entrelazamos nuestros nombres en la historia, una dicción propia, que también resuena en el mundo, rompiendo fronteras.

 

AUGUSTO GUIMARAENS CAVALCANTI | El diálogo es difícil, pero necesario. Veo el medio poético como un círculo de iniciados en el que la mayoría de los lectores son también poetas. Las redes virtuales ayudan a la difusión, aunque favorecen un tipo de poema minimalista y telegráfico. El mercado para un poeta brasileño está seco y seguir publicando es un acto de resistencia en un mundo ultracapitalista en el que incluso el lenguaje se vende como producto. Según la lectura de Bourdieu, Baudelaire fue el primer poeta en darse cuenta del lugar desplazado que tenía la poesía en el mundo industrial. Con la caída de la aureola, el poeta queda huérfano-Orfeo en la modernidad. Gran parte de la melancolía y la fascinación detrás de los poemas de Baudelaire son parte de esta condición de aislamiento del campo literario del ritmo de la producción industrial. Estar situado en el abismo del mercado literario brasileño es también parte de un proceso de aislamiento que todo poeta debe afrontar en un mundo postutópico. En Brasil, entonces, si el Estado está ausente, el mercado es muy complicado para la poesía. Las grandes editoriales, por ejemplo, no aceptan obras inéditas de escritores desconocidos o principiantes; simplemente no están interesados. A un exceso de dificultad se suma el hecho de que la poesía es, por definición, antimercado y no vende lo suficiente (hay excepciones que confirman la regla).

 


BIANCA MONTEIRO GARCIA | Tener una editorial independiente, la Macabéa Edições, me abrió más puertas y me hizo llegar a más escritores y escritoras. Desde que lancé mi libro de poesía, breve ato de descascar laranjas, estreché lazos con algunos poetas brasileños, varios de los cuales son de otros estados del país, como Thaís Campolina (Minas Gerais) y Eduarda Rocha (Alagoas). En este punto, sin duda, las redes sociales ayudan mucho a acercar, promocionar e intercambiar el trabajo artístico, pero creo que siempre se puede mejorar. Veo que el mercado para los poetas brasileños sigue siendo muy competitivo porque la poesía es un género al que editores y críticos parecen prestarle poca atención, además de no ser comercialmente interesante, lo que nos dificulta aún más la difusión de nuestra obra en el mundo literario. Los grandes medios de comunicación, es decir las revistas y periódicos que son considerados referentes en el área de la literatura, sólo prestan atención a la producción de poetas que forman parte de grandes casas editoriales, dejando así gran parte de la producción poética del país en el olvido. Gracias a las iniciativas de podcasts, revistas y periódicos literarios independientes y accesibles, nuestros textos circulan de alguna forma aquí. Si no fuera por esto, nuestros libros y nuestras publicaciones en las redes sociales solo llegarían a personas que están en nuestro círculo de amigos. Si no fuera por la existencia de la revista Acrobata y de la revista Agulha, por ejemplo, no estaría dando esta entrevista ni participando de la hermosa publicación de esta antología.

 

CLARISSA MACEDO | Si pensamos en términos de América Latina, Brasil es el único país de habla portuguesa, en un océano de habla hispana, y que intentó, con importante éxito, exterminar las lenguas nativas de los pueblos originarios. Tomando a Perú como ejemplo comparativo, en un país de 33 millones de habitantes, 6 millones hablan quechua. Contemos proporcionalmente y Brasil pierde mucho. No hablar español nos separaba de nuestros hermanos; con la entrada diseñada del inglés estadunidense y el sueño fallido del american way of life, nos alejamos aún más de una identidad sólida. Sumemos a esto también el desprecio del Estado por la cultura –y la literatura ocupa el último lugar en el podio del olvido (basta ver los carteles que abarcan diferentes lenguajes artísticos y que “olvidan” la literatura)–, la falta de crítica, el mercado de los best sellers y la visión, por parte de la gran población, de la literatura como algo tedioso e inútil. Hay muchos obstáculos para quienes producen en el mundo contemporáneo, ya sea escrito o hablado. La diversidad (étnica, cultural, entre otras) es la plenitud del intercambio, pero, en el caso de Brasil, por su histórica política exploratoria-aniquiladora, la diversidad ha sido un obstáculo y, sí, un dispositivo de aislamiento. Por cada clásico que leo, elijo uno contemporáneo, privilegiando a las mujeres y a la producción bahiana y nororiental (el precioso calibre del pueblo). Esto me hace, de alguna manera, dialogar, a través del texto, con algunos de mis pares. Fuera de él, extiendo mis manos, organizando eventos, publicaciones y llevándolos conmigo, en el pliegue de mi maleta y baúl. Mi tímida participación en eventos internacionales me ha abierto puertas importantes. Recientemente, en un segundo viaje al Perú para participar en eventos literarios, tuve acceso a mi primer libro, En la garra del caballo hay siete abismos, publicado, honorablemente, por una editorial de allí, en versión bilingüe (traducido por Óscar Limache y Manuel Barrós), lo que le hizo, por ejemplo, participar del catálogo de la Feria del Libro Peruano. Este es un tránsito del que estoy muy orgullosa, pero aún modesto. Necesitamos intercambiar más autorías, aquí y en el extranjero, especialmente con los países vecinos. Las redes virtuales nos han acercado interna y externamente; pero mientras no haya una política pública hecha por quienes entienden la literatura, en sus diversos entresijos, la interacción y la circulación serán limitadas, resultado de grandes esfuerzos de los propios autores, que no siempre, porque realmente no deberían, lo hacen. Tenemos el tacto y la perseverancia para luchar por algún lugar en este terreno árido que es el escenario marketing-literario, aún más decadente cuando se trata de poesía, en nuestro país. Me considero una criatura afortunada: recibí dos premios literarios nacionales que me garantizaron algo de dinero y publicación, y aparte de eso nunca tuve que pagar para publicar; tengo un libro traducido en Perú y España, y varios proyectos en marcha; pero no es suficiente. Y no me refiero aquí a pretender fama (la ingenuidad y la vanidad no son buenas compañeras), sino a llegar a lectores que puedan identificarse con lo que escribo. La mayor ambición de quien publica es ser leído. Y en esto no estamos ante un abismo, estamos en caída libre dentro de él.

 

DANIEL RODAS | Cuestión compleja. De hecho, muchas preguntas. Hablo de mi caso: soy un escritor “principiante”, de clase media baja, que nació y “creció” en una pequeña ciudad del interior de Paraíba –uno de los estados más pobres y aislados del país, donde toda la escena literaria se concentra prácticamente en la capital, João Pessoa. En resumen: estoy físicamente alejado del “eje literario” y, antes de Internet, nunca había tenido contacto directo con otros poetas y escritores(as). Esto solo cambió hace unos años, durante el período de pandemia, cuando mi producción se volvió más consistente (en un proceso que llevaba años) y finalmente me sentí cómodo para publicar. Me puse en contacto con otros poetas; gente del sur, del norte, del centro oeste y, por supuesto, del noreste. Creé una revista literaria independiente –Sucuru– que se convirtió en portavoz de un sinfín de poetas nacionales e internacionales, todos más o menos con los mismos deseos y necesidades que los míos. Fue desde Sucuru que “abrí los ojos” al mundo literario: todavía lejano, todavía escaso, todavía concentrado en grandes centros, pero que poco a poco se ha democratizado y ampliado. Recientemente participé en dos colecciones, una de poemas y otra de cuentos, con autores de mi estado. Tuve la oportunidad de conocer y hablar con personas que admiro mucho, muchas de ellas ya reconocidas y leídas a nivel nacional e internacional. Todo este diálogo se manifiesta también en el campo de influencia: leo todo lo que encuentro en términos de poesía y literatura clásica y contemporánea, ya sea brasileña, extranjera o marciana; leo todo. A pesar de ver la poesía como algo “más allá del lenguaje”, creo que, en el campo estético, es en la escritura donde se materializa –y por ello la lectura, la influencia y el diálogo con las tradiciones modernas y contemporáneas, e incluso con las de la Antigüedad, son imprescindibles. No creo en un poeta que no se coma los ojos de tanto leer. Y volviendo al tema del “sistema”, de las dificultades, evidentemente persisten. Hay poco incentivo, poca diversidad de premios. Es una lucha, sin duda, pero creo que vamos por el camino correcto. Creo que, a pesar de los reveses y dificultades, especialmente por la falta de inversión gubernamental, poco a poco vamos consiguiendo salir adelante en esa “lucha”. En definitiva, creo que la poesía es un poco de eso: romper los brazos podridos del sistema. Continuemos.

 


FELIPE NASCIMENTO | Me gusta mucho leer lo que escriben mis compañeros, pero se limita a las redes sociales, porque no siempre tengo dinero para comprar libros, porque, de hecho, los libros todavía son caros en nuestro país. Todavía hay mucho espacio para democratizar aún más la lectura en el país, pero siento que esto está mejorando gradualmente. El mercado para los poetas brasileños es muy escaso, pocos logran romper la burbuja.

Siempre trato de hablar, en la medida de lo posible, con la tradición, incluso tomando prestadas algunas metáforas.

 

GUILHERME DELGADO | Jorge Mautner tiene un disco llamado No hay abismo en el que quepa Brasil. A pesar del título, lo que llega a nuestros oídos es exactamente lo contrario: una calma que nos hace olvidar, al menos por un momento, el abismo que nos rodea y une. Creo que lo mismo debería aplicarse a la poesía. Estoy de acuerdo, la falta de diálogo entre nuestros pares es lamentable, y me refiero no sólo a Brasil, sino también a un contexto más amplio de habla portuguesa, más allá de Portugal. Y también, en un mundo ideal, un diálogo franco entre poetas de Latinoamérica, como el que proponen Agulha Revista de Cultura, Esteros y Blanco Móvil. Pero antes de detenernos en la insuficiencia del mercado nacional o extranjero para los poetas brasileños, creo que deberíamos preguntarnos cómo formar más lectores. Es en este abismo donde reside la raíz de gran parte del problema.

 

 

GUILHERME GONTIJO FLORES | No sé si estoy completamente de acuerdo con lo que dicen en la pregunta. Sí, estamos aislados lingüísticamente, a pesar de ser una gran población de habla portuguesa en el planeta; y ciertamente somos periféricos, en términos económicos y culturales, en el sentido de que tampoco somos leídos mucho fuera de aquí. Aún así no creo que sea un aislamiento muy diferente al resto. Los circuitos de la poesía vienen trabajando intensamente en su habitual underground; y la maquinaria digital se ha convertido en un gran juego; de modo que, entre revistas online y editoriales independientes, tenemos incluso una buena cantidad de poesía contemporánea traducida de lugares muy diferentes. Creo que pude hacer un aporte razonable en los once años de coedición de la revista Escamandro; y, cuando reviso el archivo del blog, encuentro allí un universo que, al fin y al cabo, fue parte de mi propia formación. Aprendí traduciendo y leyendo traducciones que allí se publicaban, de muchas personas con orígenes e intereses muy diferentes.

Quizás parezca muy precario, frente a nuestros deseos más profundos; pero la poesía que más me interesa siempre ha sido una forma muy peculiar de manejar la precariedad que constituye la experiencia humana. Entonces, si tuviera que enumerar un problema actual, en lugar del aislamiento o la falta de acceso, diría que es mucho más el exceso lo que marea; nunca sabemos realmente por dónde empezar con nada, y esto hace que muchas personas simplemente se queden estancadas o abandonen el barco. Yo, como puedo, vivo detrás de textos que invierten violentamente la temporalidad que se nos impone en el día a día productivo y acelerado en el que vivimos. Creo que las islas siempre están interconectadas en sus diferencias. Quizás incluso invirtiendo el famoso dicho de John Donne, hoy diría que cada persona es una isla, porque tiene que abrirse al mar.

 

IKARO MAXX | El Brasil –aunque un territorio, o un pedazo de tierra, no tiene un “arriba”, un “abajo” etc. en sí mismo– está literalmente dándole la espalda a América Latina. En el último curso que ofreció mi (nuestro) amigo poeta Claudio Willer titulado “Más sobre Poetas Malditos” a finales del 2022, curso que lamentablemente quedó inconcluso porque Claudio ya estaba bastante enfermo y debilitado y terminó falleciendo a principios de este año 2023 después de un período de internamiento, Willer había demostrado cómo lo que sucedió literariamente en el Brasil de principios del siglo XIX al XX era lo contrario de lo que estaba ocurriendo en términos de revolución y expansión de las facultades estéticas y poéticas en Hispanoamérica. Mientras que los países de habla hispana habían optado por impulsar intensas transformaciones con la promoción y despliegue del simbolismo como escuela con propuestas más insólitas y expansivas en cuanto al desarrollo de la imaginación, la investigación simbólica, la introspección y aspectos de mayor difusión posterior que terminaron desembocando en vanguardias como la Dadaísmo y surrealismo, Brasil sobrevaloró y premió con reconocimiento a los literatos y poetas que plasmaron sus versos bajo la ropa y el tema del parnasianismo, reflejando una estructura psíquica de la identidad cultural todavía agraria, bucólica, conservadora, más ligada a la formalidad y a una idealización de sus objetos. O incluso en un romanticismo en retroceso, ya “apaciguado” por la distancia que lo separa de sus movimientos originales en Europa. ¿Ves la contradicción? Si no fuera solo eso, los poetas brasileños que contradecían este status quo parnasiano y buscaban informarse y absorber el simbolismo fueron expulsados, rechazados y marginados. Ese fue el caso de personas como Maranhão Sobrinho, Cruz e Souza etc. Los espacios y establecimientos culturales y literarios no estaban abiertos a estos autores. Aquellos que continuaron con los cánones formalistas parnasianos ganaron visibilidad y legitimidad. La ruptura, o una especie de ruptura, llegó con el modernismo y la Semana del 22. Hasta entonces, Brasil parecía un grandullón lento y cínico, en completo aislamiento y con cierta “rigidez de cuello” al recibir información de un solo núcleo irradiante, o mayormente eso. En otras palabras, era Europa, más específicamente Francia, el “centro de la última moda” y París era su “capital cultural”, el “primer mundo literario” que lideraba las ideas más modernas y frescas que llegaban con retraso. Aquí tarde. Bueno, esto aún no “ha terminado”, con la diferencia de que, con el desarrollo de la Industria Cultural norteamericana, su imperialismo ya no necesita venir aquí con armas y guerra civil, la seducción del cine de Hollywood con su arsenal de superproducciones vacías, su publicidad hipnagógica de manipulación corporativa del inconsciente, además de las formas neoliberales especulativas-financieras del capitalismo, ya doblegan el espíritu de las regionalidades en las periferias económicas. Formas de dominación que no necesariamente tienen que pasar por el derramamiento de sangre, sino por la neocolonización psíquica y espiritual.


En cuanto a lo que me preguntaste si tengo diálogo con mis pares –¡pues claro! Incluso cuando estaba en un período de aislamiento & pasando por asesinatos morales & sociales (la cancelación antes del boom de dicha cultura en las redes sociales) por atreverme a decir lo que pienso & vivir radicalmente mis ideas, todavía estaba en diálogo no solo con obras & autores de diferentes generaciones & líneas de pensamiento, pero también con algunos contemporáneos. Por supuesto, la mayoría de ellos son incluso amigos cercanos. Con el cambio de situación debido a mi nomadismo & mis andanzas terminé ampliando mi red de contactos & abriéndome a las buenas influencias de los intercambios literarios, filosóficos, espirituales (y los más deliciosos de todos, los sexuales, claro, ja, ja). No hay nada mejor que conocer a buenos autores contemporáneos (o incluso algunos autores de otras épocas de los que pocos conocían o no habían podido acceder previamente a sus obras, ya sea por dificultades económicas o por mala distribución en determinadas regiones o localidades del país) que visitar espacios, caminar, hablar & estar dispuesto a dialogar con los demás. Participo de algunas veladas aquí en São Paulo e incluso de uno que otro movimiento como el Neomarginal –cuya premisa de “identidad”, desarrollada por mi amigo poeta y escritor Vitor Miranda– es el lema de que “para todo está el 'nuevo', menos para los marginales”, un movimiento que me gusta y apoyo también porque no hay ningún tipo de “obligación” o alineación abierta como en algunos espacios que se parecen más a sectas, iglesias o incluso “partidos políticos” dentro del seno cultural y lingüístico. Es como una comunidad abierta o semiabierta que intercambia ideas & se reúne para acciones & eventos muy específicos. Y que también crea & escribe poemas & manifiestos juntos. Ahora también soy “oficialmente” un agitador cultural, al igual que Allen Ginsberg, Abbie Hoffman o Roberto Piva –al frente de una velada que iniciamos recientemente en Beco do Batman y que se llama “Batmacumba Poética”. Hay que recordar que la “reapertura” cultural pospandemia es todavía algo reciente & que, aunque todavía ocurría una u otra cosa “siguiendo protocolos sanitarios” como el uso de mascarillas & el distanciamiento social, las cosas seguían ocurriendo de alguna manera tibia, muy extraña, sin todo su poder dirigido a la acción. Este año, la OMS declaró que la pandemia de Covid-19 estaba “superada” ya no era una amenaza incontrolada, con datos muy positivos obtenidos gracias a la investigación, desarrollo, compra y distribución de vacunas.

Es un hecho muy positivo que las nuevas tecnologías y medios hayan proporcionado la promoción, creación y circulación de ideas y posibilidades de expresión también para los autores. Sin embargo, con la especialización continua y segmentada de los algoritmos (y su dictadura determinista de distribución o “muerte” de determinados contenidos con la proliferación indiscriminada abortada) sigue siendo difícil ser visto y escuchado adecuadamente en las redes sociales. Lo que prevalece allí, lamentablemente con una fuerza abrumadora, es el ya clásico y malsano narcisismo y la transformación de los seres humanos en números y estadísticas de seguidores (es decir, en potenciales “clientes”, “compradores” de nuestras ideas, actitudes, “obras”, etc.). La tecnología ha sido utilizada muchas veces como una extensión de egos fácilmente dañados, lo que la mayoría de las veces genera más malentendidos (las famosas “tonterías”) que entendimiento colectivo. La transformación de perfiles & datos en mercancías para grandes corporaciones o para la identificación del deseo del usuario que es secuestrado para someterlo al enjambre de rebaños pseudopolitizados es un fenómeno relacionado, una rama de esta lógica utilitarista & fetichista. Por supuesto, como todavía es una tecnología nueva, muy reciente, de sólo unos pocos años, es algo que todavía estamos entendiendo & aprendiendo a utilizar. Aun así, es bueno mantener siempre los ojos abiertos para no caer en las seducciones & estafas tan comunes en esta “tierra de nadie”. En este sentido, soy partidario de algún tipo de regulación que ponga freno al poder de manipulación & influencia que tienen actualmente estas Big Techs (que son más empresas de comunicación & mercado de atención) a la hora de entrar en la vida pública común & influir en el destino y en la política cotidiana de naciones enteras. Soy consciente de que esto no estaba a priori dentro del alcance de su pregunta, pero aun así quería presentar el argumento aquí. Con esto digo que a pesar de que las cosas estén así (y podría ir mucho peor), todavía quiero mantener abierta una pequeña ventana de optimismo, aunque no me cansaré de informar lo que se está operando & gestando. Para quien es dialéctico, ¡en la negatividad existe la posibilidad de un nuevo positivo! (Hölderlin diría que “en el peligro también crece lo que se salva”.) ¡Veremos qué pasa después!

En cuanto al mercado de poetas… bueno, al menos en términos de Brasil, la poesía nunca ha sido un género “querido”, “popular”, excepto cuando está fuera de los libros y transformada en un cancionero popular o en boca de estrellas o personalidades culturales pop, de competición de slam, etc. Brasil sigue siendo un país donde el analfabetismo funcional es rampante, donde la gente no sólo es demasiado perezosa para leer, sino que a menudo incluso descarta los libros como una “pérdida de tiempo”. Lo que ha llevado a esto está arraigado y tiene varias raíces y rizomas, uno de ellos es el abandono de la educación desde la base hasta la alienación del sistema de explotación laboral que devora el tiempo de las personas, transformando la vida cotidiana en una acumulación de tiempo muerto. Y cómo todo el sistema existe para dañar al individuo –desde alimentos tóxicos, transporte caro y de mala calidad con demasiadas horas invertidas, horas inocuas de trabajo repetitivo y no creativo etc. etc.– es muy difícil producir una transformación colectiva cualitativa si no es a través de una ruptura radical del hábito, de la mentalidad, de la cognición, de la experiencia, de la conciencia. Basta recordar que las fábulas –desde La Fontaine– e incluso las canciones populares infantiles, ya despotricaban contra el poeta –el artista, en general– y su ocio creativo (¡gracias, Domenico De Masi! ¡Gracias, Paul Lafargue!), teniend ojeriza y criminalizando su pereza, “lentitud”, “falta de malicia/conocimiento para el juego de mercado”, ¡tiempo que no se convierte en dinero, plusvalía y mercancía! Aun así, el mercado editorial literario de mayor circulación tiende a absorber mejor a autores de novelas y cuentos, de prosa y no de poesía. La prosa cuenta la historia de manera ficticia y decora la vida cotidiana con palabras y narrativas para disfrazar la inversión performativa para que la realidad no quede adulterada en su esencia. Con la poesía, la ensoñación y la imaginación desenfrenada atraviesan la evasión o cometen ataques simbólicos contra la misma realidad aplanada, buscando salidas enigmáticas al impasse a través de una subjetividad más radical y ajena a los dictados de la realidad. No es que no haya prosistas o novelistas revolucionarios, ¡por supuesto que también los hay en alguna parte! Sin embargo, el mercado absorbe mejor sus obras cuando ya no están con nosotros & ya están silenciados para que ya no puedan defenderse de los buitres codiciosos & de los oportunistas de turno que se lucran con el consumo de cadáveres. Sabemos cómo funciona esto, no seamos ingenuos. Sin embargo, la poesía encuentra algunos buenos espacios entre las editoriales pequeñas & independientes: aquellos que somos editores además de poetas, sabemos lo difícil que es sobrevivir en la carnicería de este medio, entre tener que pagar las cuentas & realizar libremente nuestras actividades, fomentando un espacio abierto para la circulación de nuevas ideas, obras, autores. ¡Es demasiado punk!


Creo que quizás esta falta de relación entre varios se base más o menos en estas cuestiones y en la percepción de los problemas reportados anteriormente y en las otras preguntas. Esta dificultad formativa se impone materialmente a la mayoría de nosotros y no sólo simbólicamente. Nos bombardean diariamente con una falta de interés público & privado & un desincentivo total para desarrollar nuestras ideas & tratar de ponerlas en práctica en la realidad. Intentan por todos los medios paralizarnos & asfixiarnos: encareciendo los recursos, los servicios, burocratizando el acceso, penalizándonos, aislándonos, segmentándonos, colocándonos como “competidores” & “competidores” directos unos contra otros en ese mercado de atención o bajo el yugo seductor de la cultura de las celebridades y de la “fama”. De ahí también la imposibilidad de absorber diversas lenguas y otras tradiciones de una manera más abierta & sin prejuicios. La cosa simplemente no nos llega en su totalidad –y cuando lo hace, suele ser desviada, oculta, dividida, inventada, etc. distorsionada, en resumen.

Es necesario reinventar el acceso & la educación estética para las personas, más allá de los gobiernos & las instituciones, las culturas & los territorios. Donde hay vida humana, está la semilla instintiva de la dialéctica de la destrucción con la creación, está la suma de todas las posibilidades & las utopías más “imposibles” & impredecibles. La gente, los gobiernos, piensan que la poesía es una pérdida de tiempo, pero en la poesía hay lugar para todas las cosas. Es donde todo puede confundirse & reinventarse. Por eso intentan hacer pasar la poesía como una actividad “inútil” (y está bien, como decía Paulo Leminski, que sea “inútil”, por ejemplo), como una actividad “infantil” o “ingenua” casi cercana a una enfermedad mental. Pero, lo loco & perverso es el mundo materializado en esta disputa entre egos, corporaciones, esta guerra sin sentido entre naciones, religiones, “líderes”, “influencers”. La antítesis de todo esto es el poeta. El poeta como criatura revolucionaria por excelencia. El único capaz de decir verdades profundas con las formas ilusorias del arte, con la magia recombinatoria de gestos, palabras & imágenes. El único que tiene la clave para cambiar toda la realidad.

 

JENNIFER TRAJANO | Yo siempre busco a la poesía brasileña contemporánea, creo que es muy importante saber quién la produce hoy, de qué habla y cómo elige hacerlo. Pero la impresión que tengo (por supuesto que puedo estar equivocada) es que la mayoría de los lectores de poemas también son poetas (espero estar equivocada). Quizás porque la poesía tiende a ser un género más complejo en comparación con la prosa, la gente opta por esta última, lo que tiene consecuencias para el mercado. Incluso conozco prosistas, por raros que sean, pero no un poeta que pueda mantenerse con sólo publicar poesía. De ahí la necesidad de mejorar la circulación y el intercambio de este género en diferentes entornos, empezando por las escuelas. Ahora bien, esto hay que hacerlo con mucho cuidado, adaptando los textos a la edad y nivel de cada clase, de lo contrario hundiremos el pozo aún más.

Con excepción del interés del público latinoamericano, aunque Brasil sea un país tan grande y culturalmente rico, en Europa o Norteamérica, por prejuicios y superioridad, no percibo una atribución de valor a lo que aquí se produce. Imagino que esto se debe a la tradición y a la falta de inversión tanto en cultura como en educación. Es difícil ejercer como escritor o montar una editorial cuando los beneficios, en la mayoría de los casos, son insuficientes para vivir. En este sentido, escribir para mí es una cosa más que me gusta hacer, porque no puedo dedicarme tanto como quisiera, necesito trabajar, y ya no tengo esperanzas de que el complejo legado histórico de este escenario será superado, lo cual es muy triste. Entonces me imagino que perdemos mucha gente buena por falta de reconocimiento.

 

LAÍS ROMERO | Estar rodeada por el abismo provoca inventos de escape. El intercambio virtual es valioso, se ha convertido en algo básico, y el término “mejorar” suena demasiado progresista, lo cambiaría por cambiar, reinventar, deshacer y rehacer. La producción de un libro sigue siendo un trabajo artesanal, aunque se realicen grandes tiradas, todavía queda el trabajo de pulido de los editores, preparadores, revisores y obviamente de quienes escribieron el texto, y en el camino, los pares son los primeros lectores de una poeta, es en esta lectura que el sonido se afina hasta llegar a la publicación final. Formo una red de intercambios y lecturas con algunos pares que me desestabilizan, otros que me apoyan, todo es parte de ello.

En cuanto al mercado, es necesario tomar conciencia de la formación del escritor brasileño en el imaginario social: tenemos una visión basada en un héroe nacional del romanticismo, un genio, un borracho, principalmente un hombre, como las mujeres no podían dejar cumplir su rol en la economía familiar de cuidados para dedicarse a la literatura. Desde esta perspectiva, la poesía se convierte en un producto editorial poco orientado en términos de producción de beneficios, mismo en un entorno de referencias blancas, masculinas y conservadoras. Este abismo específico ha sufrido fracturas, y como cada fractura es una apertura, encontramos en ellas nuevas formas de hablar, producir, leer y dialogar. Estamos cambiando y, por eso mismo, las formas de exclusión y silenciamiento se han vuelto cada vez más sofisticadas.

Un punto sensible a plantear es que somos poetas, pero necesitamos otras ocupaciones rentables que compren los pañales, paguen el techo. Entonces, lo ideal es entrar y cruzar el abismo, descubrir cómo intercambiar con otros poetas en otros abismos lejanos al nuestro, tal vez emprender el vuelo. No sé si estaré en una generación que imaginará esto, pero me muero en el intento.

 

LAURA REDFERN NAVARRO | Siento un fuerte movimiento de intercambio, algo que veo como un aspecto positivo de los medios digitales, que ahora me permiten acercarme a autores que viven en Porto Alegre, Belém, Recife y otras ciudades muy alejadas de la mía. Al mismo tiempo, la lógica de los algoritmos es excluyente y seguirá priorizando lo que es apetecible, consumible e inmediato. En este sentido, los poetas se ven afectados ya que la poesía (sin contar los instapoets) es un tipo de contenido más underground, lo que va en contra de esta perspectiva más capitalizada. Muchos poetas, de esta manera, quedan a la deriva y caen en la ignorancia, sin poder acceder o atraer la atención de un público interesado o del mundo editorial. En este abismo me encuentro en una posición abierta, buscando saber y leer lo más posible, además de formar redes. Soy periodista de formación y mantengo una página, @matryoshkabooks, donde hablo sobre libros y poesía contemporánea, prestando atención a curar lo que importa, es nuevo, independiente y relevante. La idea es romper la burbuja en la que se encuentran muchos autores y editoriales independientes.

 

MAÍRA DAL’MAZ | En general, los sigo predominantemente en las redes sociales. Existe la práctica de intercambiar libros entre los publicados por la misma editorial, algo que también fomentan mucho las editoriales independientes. Veo un aumento en el número de eventos y lecturas públicas en librerías y librerías de segunda mano y es genial salir exclusivamente de la esfera virtual, especialmente ahora después de la pandemia. Sigo las acciones del actual Gobierno para promover la cultura, pero no sin recelo: todavía son pocas y puntuales, pero son las únicas, ya que el sector privado no lo hace. No digo que haya una ausencia de relaciones con otras tradiciones literarias porque, para mí, éstas no son estancas. Hay producción literaria que continúa y/o rompe algunas tradiciones –vea el libro del año que ganó el premio Jabuti: Também guardamos pedras aqui, de Luiza Romão. Sobre cómo situarse, menciono el poema de Wislawa Szymborska: “El abismo no nos divide. / El abismo nos rodea.”

 


MARÍA EDUARDA CASTRO | Los artistas siguen sufriendo las consecuencias de las sucesivas devaluaciones y desmantelamiento que ha sufrido el arte en Brasil, especialmente en los últimos años, debido a la pandemia y al gobierno de extrema derecha.

La poesía es ya un arte que muchas veces se olvida en comparación con otras manifestaciones culturales, como si fuera de menor importancia y no requiriera el mismo tipo de asistencia por parte del sector público y privado. Al fin y al cabo, los recursos técnicos necesarios para su ejecución parecen mínimos.

Gran parte del mercado todavía lo ve como un arte ornamental de embellecimiento, desconociendo su poder y el lugar político que, en realidad, forma parte de su partida de nacimiento.

Además de la falta de incentivos y recursos que Brasil ha estado enfrentando, parece haber una falta, como ustedes señalan, de comunicación entre los propios artistas, o de diálogo entre los artistas y las complejidades sociales y culturales.

En América Latina ya existe una lógica colonizadora que lleva a los países a mirar demasiado al “Otro” desde afuera, lo que nos hace padecer una cierta división psíquica esencial. Ya tenemos aquí la dimensión forzada de la isla. Y Brasil, en este sentido, es como una isla dentro de una isla. Un país con dimensión continental, el proceso colonial y el capitalismo aquí se desarrollaron de la manera abismal que conocemos. Nos hemos convertido en uno de los países más desiguales del mundo, con una de las clases medias altas más fascistas. En este sentido, realmente sufrimos una distorsión perceptiva total, y las universidades y centros culturales no son ajenos a ella, al contrario.

Pese a ello, veo un movimiento diferente, una búsqueda de más intercambios entre países y poetas, que también se manifiesta en el aumento de editoriales pequeñas, con producción más artesanal. Veo aquí una investigación más profunda sobre la poesía de otros países latinoamericanos, o de la poesía fuera de los grandes centros del capital, o que, al menos, trate de un lugar que desplace a estos centros. Y las pequeñas editoriales están un poco más atentas a estos fenómenos. Puedo citar como ejemplos las ediciones de libros de poetas como Cecilia Pavon y Eileen Myles (de la editorial Jabuticaba), o la colección que está a punto de lanzarse con poemas del marroquí Abdellatif Laâbi (de 7Letras), proyecto en que estoy trabajando, en colaboración con la traducción con el poeta Carlito Azevedo.

Espero que los poetas puedan incorporar cada vez más esta dimensión de conexiones geográficas y sociales que impregnan nuestras obras. De hecho, esto nos ayuda a darnos cuenta de que no estamos solos.

 

MATHEUS GUMÉNIN BARRETO | Mi contacto con las obras de autoras y autores brasileños es intenso y constante, en parte gracias a la revista Ruído Manifesto, que fundamos (un gran equipo) a finales de 2017. Termino leyendo cada semana muchos poemas, cuentos, extractos de novelas, etc. de autores nuevos y autores ya consagrados, entonces creo que la Ruído Manifesto me mantiene inmerso en parte de lo que está pasando hoy en la literatura brasileña (principalmente poesía) y por eso termino entrando en contacto con muchas de estas personas a través de las redes sociales. A pesar de esto (o precisamente por eso), no me atrevo a hacer un diagnóstico o una descripción de la Literatura Brasileña Contemporánea (¡con L, B y C mayúsculas!) ni del mercado editorial de originales y traducciones.

Tengo mucha curiosidad y leo todo, pero de forma un tanto asistemática. En general, no tengo forma de saber de antemano lo que realmente resonará dentro de mí, por lo que termino sumergiéndome en lecturas muy diferentes: últimamente he leído, por ejemplo, mucha poesía brasileña, poesía angoleña, textos medievales sobre misticismo. apofática, un texto sobre poesía slam, una historia de la ópera. Gran parte de esto se mezcla y fermenta aquí, convirtiéndose eventualmente en un poema (horas, días, meses, años después).

En cuanto a otras tradiciones literarias, me siento muy conmovido por la poesía en alemán (que suelo traducir y que, por tanto, sigo de cerca), por algunas décadas específicas de tradiciones poéticas en inglés y en italiano, por varios siglos de tradiciones en español, ruso y mandarín. No me interesa mucho la poesía en francés (en general). De la literatura que mencioné, leo ruso y chino traducidos, ya que todavía no hablo esos dos idiomas. Mi idea es retomar los estudios de mandarín lo antes posible (hice clases durante tres años, entre 2012 y 2014) y, quién sabe, algún día traducir poesía china.

 

NINA MARIA | Si bien dialogo con mis pares, y de hecho con otros escritores, sigo teniendo una relación tímida, ya ves, tengo alcance en todo Brasil, principalmente como editora y curadora, pero como escritora todavía me concentro en São Paulo-Río de Janeiro, si hablamos de alcance general, en cambio en Bahía, estado donde vivo, el intercambio está muy concentrado en Salvador, capital del estado, y la región metropolitana, sobre todo si hablamos de vacaciones y festivales literarios. Todo sigue siendo muy escaso para los poetas jóvenes, especialmente los nacidos a partir del año 2000. En cuanto a las redes virtuales, sí, hay mucho que mejorar, ya que hay un boicot en términos de alcance, hablando ahora en números y en Instagram, hay que someterse al capitalismo y estar constantemente activo, produciendo, inventando para estar en ascenso, es difícil consolidarnos a través del simple talento, a veces nos obligan a bailar el vals del capitalismo, es horrible y (lamentablemente) no sé bailar, eso tiene sus pros y sus contras, me manejo bien con las consecuencias y me preocupo por hacer un buen trabajo dentro de mi tiempo ganando lectores reales y verdaderos. Si bien en el mercado de poetas brasileños hay editoriales innovando y buscando más mujeres para publicar, además de buscar poetas de todas las regiones de Brasil, destaco la Editora Urutau, que lanza publicaciones regionales mensuales en Brasil, para que todos puedan participar y lanzar libros, pero hay pocas iniciativas, y resulta que todavía hay concentración en el eje sureste y sur, mucho más el sureste. Es extraño lo que voy a decir, pero siento una acogida más cálida de otros países con relación a mi poesía, me refiero al intercambio con escritores de otros países, ya que tengo contacto con Chile, Argentina, Perú, Colombia, Bolivia, Portugal, Suiza, Mozambique, Irán y es un intercambio muy amoroso, hay acceso a otros poemas, muy diferente a lo que sucede dentro del propio Brasil, además de una sobrevaloración con los extranjeros, es una línea muy delgada. En relación a las editoriales de autores extranjeros el tema es más complicado, es necesario ser y tener un nombre muy fuerte como escritor para poder publicar, y decidir, traducir tu obra a otro idioma, pero hay también otras formas, como revistas independientes que publican y traducen autores brasileños, creo que esto es increíble y facilita el establecimiento de contactos, terminando siendo una invención de nuevos caminos. Respecto a otras tradiciones literarias, siempre trato de leer autores nuevos, ya sean brasileños o extranjeros, el contacto con otras literaturas es beneficioso y enseña mucho, actualmente estoy encantado con la poesía iraní y kurda, a la que pude acceder a través de revistas en línea, siempre es una lección. Necesitas leer, descubrir y descubrir otros mundos.

 

PÂMELA FILIPINI | Siempre que puedo leo las producciones de quienes considero que tienen algo de fundamental en su literatura. Me gusta ser honesta conmigo misma y con quienes leo. No soy nadie, no tengo el poder de impulsar los libros, pero siento por dentro que acabo de leer versos o un libro valioso y, si existe la posibilidad: haré saber de su existencia. Es lo que está en mi poder. Respecto al mercado, sólo tengo una cosa que decir: leed a las pequeñas editoriales, allí hay oro. Sobre el abismo: sinceramente, no tengo ni idea, simplemente sigo escribiendo.

 

PEDRO MOHALLEM | La práctica cada vez más especializada de la traducción de poesía nos ha permitido encontrar muchos buenos autores extranjeros, contemporáneos o no, gracias a proyectos de traducción comprometidos a resaltar y, en la medida de lo posible, preservar la alteridad de sus textos. Creo que este es el camino principal por el que diferentes culturas poéticas y literarias han entrado en nuestro ámbito de interés.


Mi poética se basa, en parte, en la intertextualidad; yo la uso frecuentemente para dialogar con otros poetas brasileños contemporáneos, pero todavía no he podido hacerlo con todos los que encuentro. De nuevo, el medio digital favorece estos intercambios, pero siempre se puede mejorar, sobre todo porque la poesía sigue siendo un nicho algo restringido en la literatura, y eso se refleja en el mercado: por un lado, hay varias editoriales con excelentes catálogos y abierto a poetas debutantes; por otro, hay pocos lectores de poesía… Las redes sociales ayudan en la difusión, pero el algoritmo, en general, prioriza otro tipo de contenidos.

Ante este abismo sigo leyendo, escribiendo y traduciendo, que es lo que sé hacer. Además, aplaudo iniciativas como las revistas de traducción literaria que, a través de un valioso intercambio cultural, ayudan a tender un puente sobre este abismo, o al menos a iluminarlo.

 

RENATA FLÁVIA | En la realidad que tenemos dentro de Brasil y porque escribo desde una región que por sí ya está aislada e incluso desvalorizada por dicho eje del país, me interesa mucho más la literatura –en consecuencia la poesía– que existe en un campo que es poco dependiente de dicho mercado donde radica su verdadero valor, en este intercambio y relación con pares, ya sean internos o externos al país. Me doy cuenta de que esta red que formamos, con nuestros intercambios y el afán de ampliar nuestra visión y conocimiento frente a otras experiencias lejanas, es la clave para superar ausencias e inversiones con las que ya no contamos. Como dije inicialmente, me parece que esta mirada es una necesidad de buscar lo que está fuera de nosotros, punto esencial para producir poesía.

 

SARA ALBUQUERQUE | porque nuestros poemas no vuelan / en la editorial / rascacielos en las librerías / del centro comercial en la mesa del frente / resaltados en el acrílico / – si no hubiera amor / no serían nada // nuestros poemas viajan / las calles las redes de cable / de boca en boca / de familiares y amigos / (facturas también) // nosotros poetas / en Brasil vendedores / vendedores ambulantes: / compramos nuestros libros / colaboramos con ayuda de preventa / con pedido de financiación / compramos un poema / nuestros libros adoptan / nos llaman para hablar / en la escuela en la asamblea de graduación / páganos páganos páganos // gratis / nace la poesía / invisible / te da hambre


THIAGO E. | Las conversaciones sobre poesía con mis pares suelen ser frecuentes y, para mí, llenas de aprendizaje. Me gusta mucho este proceso de leer poemas (míos y ajenos), hablar de ellos, editarlos, discutir otras posibilidades del texto. Aunque pocos amigos terminan teniendo el tiempo y las ganas de realizar estos intercambios, creo que es fantástico cuando suceden. Es fundamental para desarrollar mejor la idea de un libro, por ejemplo. Es entonces cuando el trabajo individual se potencia de forma colectiva. Y viceversa: el colectivo local se fortalece con un buen trabajo individual. De hecho, hablando de libros, creo que la circulación de poesía podría mejorar si las pequeñas librerías se fortalecieran con incentivos públicos. Estamos viendo que varias quiebran. El objeto libro, especialmente los de pequeñas editoriales, no puede competir en el mercado con otros productos publicitarios más apelativos. Debería haber fondos, incentivos y exenciones de impuestos para ayudar a vender libros más baratos y mantener pequeñas librerías en las ciudades. Lo veo como una cuestión de ciudadanía. Una necesidad política. Así, tendríamos muchos más eventos transformadores: lecturas de poemas, lanzamientos, presentaciones artísticas de todo tipo, conferencias, comunicaciones, espectáculos, dramatizaciones, diálogos críticos que permitirían, mínimamente, ampliar algunas percepciones y, quién sabe, aportar pequeñas mejoras.

 

VITÓRIA RÉGIA | En el lugar actual de mi producción, la ciudad donde vivo, hay algunos autores que publican buenos trabajos de poesía, en general, y buscamos unificar, de cierta manera y en la medida de nuestras posibilidades, la literatura que se está produciendo. Hay colecciones de poetas, en libros y revistas, organizadas por los propios autores, sin ánimo de lucro, con la intención de dar voz a los poetas que aún no pueden publicar y a los que llevan tiempo publicando, lo que ayuda a solidificar literatura local y dar una visión general del panorama histórico de la literatura cearense (y nacional). En términos de difusión, internet ayuda y facilita mucho, e incita a que otras personas conozcan, consuman e incluso escriban más. Pero todavía es difícil para los buenos editores, aquellos que se preocupan por la obra literaria de calidad y la promoción de estos autores, crear espacios en el actual escenario brasileño, que puedan acoger esta ola de nuevos autores y, además, deben haber muchas más políticas, instituciones públicas comprometidas con estas obras, más responsabilidad por parte del Estado, que debe ser el principal responsable de promover y preservar la literatura y la cultura, y ayudar a mantener la tradición y crear nuevos espacios y nuevas voces. Lo que me parece, actualmente, es que hay una explosión de acontecimientos, acontecimientos, publicaciones, nuevos autores, nuevos libros, pero nos resulta difícil seguir y medir la temperatura de este momento de forma satisfactoria y precisa.

 

 

Artista invitada

ANA SABIÁ (Brasil, 1978)www.anasabia.com

 

1. Ya has dicho que “Lo más fino del mundo son los sentimientos”. Ante esta revelación, ¿cómo la fotografía definió que quería ser evocada por ti desde la intimidad de tu mirada? ¿Cómo nace una fotógrafa?

 

ANA SABIÁ | Esta frase es del poema “Ensinamento” de la poeta de Minas Gerais Adélia Prado. Leí su obra completa durante la cuarentena y me enamoré al punto de, a través de una licencia poética, construir un puente artístico y titulé mi obra con su frase. En este poema, como también se ve en su obra, Adélia cuenta sus recuerdos de niña y la relación de amor y aprendizaje con su madre. El amor como acción concreta hacia el otro y las sutiles interlíneas que lo confirman como tal, es esta enseñanza que Adelia aprende de su madre. Mirar también requiere aprendizaje y amor como acción porque, a diferencia de ver, requiere una práctica que va más allá de la superficie y palpita en los intersticios de la materia. Y esta práctica es una acción involucrada como sujeto en el mundo, una mirada observadora del entorno externo e interno mientras profundizamos en la investigación de nuestros referentes visuales, de los afectos que nos movilizan, del desalojo de otras verdades que emergen en medio de este viaje de autoconocimiento. Mi formación es en el campo de las artes visuales, por lo que siempre utilizo esta herramienta en mi trabajo. La fotografía me llegó después de la pintura, pero siempre surge de mis inquietudes subjetivas. En la construcción de una fotografía, lo que realmente importa, independientemente de si la superficie contiene un árbol, un retrato, un paisaje o un objeto, es el juego simbólico que movilicé. El nacimiento de la imagen es anterior a que se tome la foto, está en el mundo de las ideas y afectos de quien la realiza.

 

2. Ana, pensamos en las perspectivas de contradicción ostensible en un ambiente que se podría llamar de una renovación de la perspectiva en medio de la vida cotidiana. ¿Cuáles son los trucos más rápidos para mantener en equilibrio lo que el ojo ve y lo que expone el objeto fotografiado? ¿Qué pasa entre un plano y otro hasta que ambos encuentran su punto de fusión?

 

ANA SABIÁ | El ojo ve racionalmente. La mirada, que es un aprendizaje implícito y constante, reconfigura la visión racional y moviliza otras redes significativas de subjetividad. Por tanto, creo que la mirada es personal e intransferible. Tendemos a trivializar lo que vemos en la vida cotidiana porque pensamos que es más de lo mismo y nunca lo es. La filosofía clásica ya advertía que el río es otro, el cruce es otro y nosotros también somos siempre otros. Particularmente, como artista, entreno mis ojos para comprender las diferencias, aunque aparentemente sutiles, en la vida cotidiana que aparecen al observar la claridad cambiante de los días; en la diferencia de humor que media en la elección de ropa, colores, música y libros; en las noticias que selecciono como aquellas que pueden inspirar por la revuelta o misterio… Aunque tenemos la oportunidad de investigar obras increíbles accesibles en Internet, el cansancio ante la avalancha de imágenes en las pantallas puede mitigar las sensibilidades. Me rodeo de buenos libros, películas y música como buenos compañeros de la imaginación y semillas creativas. Lo bueno del arte es que se mueve en el contexto simbólico, abarcando interpretaciones y significados infinitos, más allá del artista, y nos transforma a todos en co-creadores.

 

3. Al observar su creación se evidencia una intensa relación con el entorno musical, incluidas las referencias poéticas en los títulos de las series. Pero más allá de eso, también queríamos saber cómo te relacionas con el mundo de la fotografía, es decir, ¿cómo estás atenta a lo que crean otros fotógrafos y cómo te sugieren nuevas situaciones en tu disciplina creativa? De manera aún más amplia, ¿cómo es tu relación con otros artistas contemporáneos?

 

ANA SABIÁ | Alimento mis referentes visuales de las artes visuales, del cine, del circo, de la danza, de las fábulas, de la mitología, de la filosofía, de la literatura, del teatro… la fotografía es sólo un lenguaje, pero nunca empiezo por ahí. Personalmente considero la fotografía un portal al mundo del afecto, busco con mis fotografías abrir espacio a lo invisible en las imágenes, presentar una red de diálogos que promuevo con mis referentes. Trabajar en la docencia de fotografía también facilita estar en una investigación constante, en la que enseñar también es aprender. Inevitablemente buscaré temas y pautas donde me sienta contemplada y animada a debatir, como discusiones contemporáneas sobre artistas mujeres desde perspectivas feministas, los sueños como potencia subjetiva, la poesía como cuerpo y resistencia, la maternidad como lugar de transformación cívica.

Últimamente me interesé en investigar el trabajo de dos artistas contemporáneos que trabajan con la fotografía para mostrar cosas más allá de la imagen: Alfredo Jaar y Rosangela Rennó. En ambos artistas se discute la fotografía en su presencia concreta tanto como huella histórica como material, desde una perspectiva formal y estética, pero, sobre todo, política. Se trata de obras que contienen tantas capas de declaraciones que puede resultar difícil para el público sin claves de lectura entrar en ellas como espectadores y agentes co-creadores; sin embargo, cuando esta lectura se vuelve legible, moviliza algo poderoso y transformador dentro de nosotros.

 

 



Agulha Revista de Cultura

Número 247 | janeiro de 2024

Libreto # 0 | La juventud de la poesía en Brasil: enquete y plástica

Artista convidada: Ana Sabiá (Brasil, 1978)

editora | ELYS REGINA ZILS | elysre@gmail.com

ARC Edições © 2024


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