En la revista Esteros # 11 publicamos la primera parte
de este proyecto, una antología de poemas de estos jóvenes poetas brasileños
que ahora regresan tras nuestra invitación a responder una encuesta. La
publicación en la revista uruguaya puede leerse a través de este enlace: https://esteros.org/2024/01/11/la-juventud-de-la-poesia-en-brasil-muestra-de-poesia-contemporanea/. Todos tenemos mucho que agradecer a Carolina Zamudio,
directora de la revista, por su generosidad al recibir la hermosa poesía de los
brasileños. Este libreto se completa con la presencia de Ana Sabiá (Brasil,
1978), artista a la que invitamos para acompañar el texto con su trabajo
fotográfico. Su presencia en esta edición reúne piezas de la biografía
poética de Maria-Ninguém, personaje desarrollado por ella utilizando los
recursos de la fotografía digital, así definido:
◦ Gabinete de curiosidades de la Sra. M. N. (2022)
Los gabinetes
de curiosidades (o salas de las maravillas) pueden considerarse como
precursores de los museos de historia natural y de artes y formaron, entre los
siglos XVI y XVII, durante los viajes exploratorios europeos, las diversas
colecciones de objetos raros o extraños de las tres ramas de la biología
consideradas en la época: animal, vegetal y mineral; más allá de los logros
humanos. Fueron importantes para muchos descubrimientos de la ciencia moderna,
aunque, al mismo tiempo, tuvieron en cuenta opiniones y creencias populares
(como muestras de sangre o huesos de seres míticos). Las colecciones se
organizaron en cuatro categorías nombradas en latín: artificialia; naturalia; exotica; scientifica.
El Gabinete de Curiosidades de la Sra. M. N. busca presentar parte de la colección
de maravillas de la señora Maria-Ninguém,
una mujer que transmuta dentro de sí, en cada célula y sueño, una vasta
colección de colecciones: de etnias, de lenguas, de dudas, de amores, de
elecciones, de opresiones, de luchas.
La señora M.N., exploradora de su propia alma, se sumerge en compañía de un
libro o de una música, en su cueva escondida donde habitan seres mágicos y
sensibles.
La investigación de campo es delicada, pero sofisticada debido a las
complejidades del afecto y la escucha. Los seres, cuando se encuentran, en
momentos diferentes y variables según su grado de maduración o fascinación, no
temen la interacción, al contrario, emergen de sus oscuridades en una
luminiscencia deslumbrante.
M.N., en el frenesí de revelar sus descubrimientos, los clasifica en grupos
en contigüidad de los cuatro elementos: metamorfosis de todo lo que nace y
encarna cuerpos y fantasías inmemoriales.
ELYS REGINA
ZILS & FLORIANO MARTINS
[ dirección, organización y traducciones ]
Os poetas
1. Es común que los poetas
piensen que la conciencia del mundo proviene de su lectura. Existe la idea de
que la lectura hace al buen poeta, lo que nos lleva a pensar que todo hombre
educado es, en esencia, aunque no se haya revelado como tal, un gran poeta. O
peor aún, que convertirse en poeta sea únicamente el resultado de una decisión
íntima. El poeta inglés Robert Graves solía decir: Estoy de acuerdo con los cantantes viajeros galos en que lo que más
beneficia a un poeta es el conocimiento y la comprensión de los mitos. En
tu opinión, ¿cómo surge un poeta? ¿Y cuál es el alimento esencial de tu
creación? ¿Cómo se forma la conciencia de una poética?
AMANDA VITAL (Minas Gerais, 1995) | Pego la primera
respuesta a la última pregunta: pienso que el poeta, en primer lugar, es
siempre una formación continua –hay que decirlo–, pero que nace de esa llamada ganancia de conciencia poética, quién
sabe qué significa eso y cómo se siente. Suele empezar imitando a otros
autores, hace sus pastiches, sus bricolajes, sus parodias, empieza a jugar con
esto, a jugar con aquello, afina algunos versos, y entonces ¡puf!, aparece el estilo, el dominio de su territorio
lírico, después de dar muchas veces con la cara contra la pared, escribir
mucho, leer aún más y vivir mucho. Y digo más: muchas veces es una ganancia de
conciencia que el poeta ni siquiera se da cuenta de que “ganó” en un
determinado momento de su vida, simplemente sigue estudiando (las cosas y el
mundo) y escribiendo. El alimento esencial del poeta es su “objeto de trabajo”,
la palabra misma. Ya sea que nos topemos con él en la imaginación o en la
realidad. El poeta toma conciencia de la poesía cuando se da cuenta de que
puede dominar las palabras para construir significados –y aquí no estoy
hablando de maestría, nirvana, ápice, Pound. Digo construcción.
ANNA APOLINÁRIO (Paraíba, 1986)
| “Soy poeta no porque escribo o recito poemas, sino para vivirlos” nos decía
Antonin Artaud, comparto esta idea, la poiesis
se lleva en la piel, en el alma, en las entrañas, el poeta se hace hambriento,
un eros carnívoro, eros llevando al diablo en su corazón, así emerge un poeta
en su vociferante cosmogonía. La poesía entonces lo habita como un animal
furioso, su conciencia es engendrada por el deseo, un impulso de vida
tormentosa, una criatura codiciosa, anhela la carne, el lujo de las palabras,
el jugoso fruto de la existencia, el lujuriante licor de los cuerpos, la
embriaguez de los amores y la suspensión, reticencia de la muerte.
AUGUSTO GUIMARAENS CAVALCANTI (Río de Janeiro, 1984) | La
conciencia de un poeta se forma a través de la lectura y las experiencias, sin
embargo, hay algo misterioso en esta formación. Si el poeta es más bien un
arquitecto del verso, la experiencia puede no importar tanto como en otros
casos en los que el arte y la vida son intrincados y casi inseparables. En
cualquier caso, es necesario perfeccionar el talento en bruto para que el poeta
no se limite al confesionario. La erudición es, para mí, un punto de partida.
Pienso en el caso de Rimbaud, que vive encerrado en una biblioteca y a los 15
años ya sabía leer en latín. La erudición en su caso fue un punto de partida
para la vida, me gusta esta imagen.
CLARISSA MACEDO (Bahía, 1988) | Esta pregunta me atrapa en un
estado de diligencia porque siempre pienso de dónde viene la poesía, qué
significa en sí misma, si es posible, y en el mundo, el del capital, donde poco
se preocupa por ella. Pensar de dónde viene la poesía, en cierta medida, se
encuentra con el recorrido del poeta. La conciencia del mundo y/o la formación
de un “gran” poeta no provienen sólo de la lectura de libros, sino también de
experiencias que, en algunos momentos, cobran significado y relevancia a través
de alguna lectura, en una concepción más tradicional. No hay poetas sin
libros/voz, como no hay poetas que no sufran, no rían, no disfruten, no
experimenten, en definitiva, la vida, en su terrible y desequilibrada belleza.
Si Graves afirma que los mitos son lo que más beneficia a un poeta, yo creo que
todo mito es, ante todo, una historia, una historia perenne. No puedo decir,
sin embargo, que sepa cómo surge un poeta; pero te puedo hablar de mi mito, el
que dice que en plena noche se abren portales telúricos y emergen seres
inconformistas, inquietos y llenos de un sesgado poder creativo. La vida, la de
los libros y las paradas de autobús, las hamacas, los fogones, las ruinas y las
hierbas, es el pan de quien escribe. ¿Será esto una vocación? Si esto es así,
la conciencia de una poética debe provenir, ante todo, de su grandeza y de su
insignificancia, de lo mágico y de lo trivial, de un trabajo arduo y peligroso,
que no debe respetar más aportaciones que las de los astros y que deben probar
diccionarios, dentro y fuera de sus páginas.
DANIEL RODAS (Paraíba, 1999)
| Para mí, la poesía, en esencia, no es una actividad intelectual. En un
sentido amplio, la poesía es una especie de instinto: un llamado, una
necesidad. Es la potencialidad del flujo: la predisposición –¿natural?
¿construido? – a una “cierta visión” de la realidad. Entiendo lo poético, por
tanto, como algo que está más allá de la escritura, más allá incluso del
lenguaje: es una manera muy particular de estar en el mundo, de ver la realidad
desde otro ángulo. Particular no porque sea “metafísica” o “abstracta”, en el
sentido de distancia entre el poeta y el mundo, sino precisamente todo lo
contrario: la poesía es una forma de conectar con uno mismo y la realidad que
nos rodea. Por tanto, no puedo decir cómo surge un poeta. Quizás aparezca con
la misma espontaneidad que los árboles y los ríos. Quizás alguien nos lleve en
el pico a un bosque desolado. O quizás seamos defectos de fábrica. Me gusta que
sea un defecto de fábrica. ¿Y el alimento? El aquí, el ahora. Todo y todos los
que me rodean. Miedos, alegrías y necesidades humanas/animales/terrenales. Una
cierta trascendencia que se encuentra en lo banal. Y de esto se forma (mi)
conciencia poética: una exigencia de vivir.
GUILHERME
DELGADO (Paraíba, 1986) | Afortunadamente,
no existen respuestas definitivas a estas preguntas. Debo decir, sin embargo,
que no abandono mis lecturas en el intento no sólo de revelar este mundo, sino,
sobre todo, de crear otro, como dice Octavio Paz en ese librito precioso que es
El arco y la lira. Pero estoy de
acuerdo con usted en que esto por sí solo no es suficiente. La cultura por sí
sola no hace a un buen poeta, aunque un poeta definitivamente se beneficia de
una buena cultura.
Dicho esto, todo poeta debe tener la ambición de conquistar una mitología
personal. Al principio me angustiaba la idea de que esta mitología fuera
sinónimo de una firma, es decir, de una forma muy particular de escribir poesía
que los lectores potenciales pudieran reconocer como mi forma de escribir
poesía. Hoy soy consciente de que mi firma no tiene firma.
Me interesan las diferentes tradiciones, el verso medido y el verso libre,
en diferentes voces. Lo que me mueve es la curiosidad. Gran parte de lo que
escribo está motivado por lograr cierta intimidad sobre algo que no conozco o
no domino, ya sea un tema específico, una forma tradicional, una determinada
métrica o incluso un ritmo obsesivo que me fascina.
También vale la pena recordar que lo que es más difícil que escribir poesía
es seguir escribiendo poesía. Se necesita un compromiso de por vida que, a su
vez, no ofrece ninguna garantía. Es en este espacio, tan sagrado como maldito,
donde nos encontramos con los verdaderamente elegidos para la tarea.
GUILHERME GONTIJO FLORES (Brasilia, 1984) | Para ser muy
honesto, creo que soy aporético en estos temas. Realmente no sé cómo surge un
poeta; no sé cómo recorrer con mucha claridad cómo surgió el poeta que soy,
porque de alguna manera me doy cuenta de que tampoco termino de emerger como
poeta, en continua, aunque siempre pequeña, mutación. Puedo decir, por otra
parte, que el alimento esencial de los poetas que más me interesan es la
materia espesa y desconcertante de la vida, que puede aparecer en una
trayectoria biográfica, como puede surgir de la sensibilidad y de mucha
lectura, o incluso desde la pura atención a las vidas que nos rodean: lo que yo
llamo vida no puede, entonces, resumirse como un compacto de acontecimientos
fácticos, porque es, para nuestro lenguaje, ante todo y ante todo la manera de
construir relaciones en el mundo.
Tampoco sé si una conciencia
poética se forma de esta manera o de aquella; más bien, necesita un cierto
sentido de la aventura, un mínimo placer en el riesgo y tal vez incluso un
cierto placer en coquetear muy íntimamente con el fracaso: con esto quiero
decir que cada gran poema que leo parece estar a sólo un hilo de hundirse
miserablemente, y dudo que quien lo escribió estuviera seguro de estar siempre
tomando la decisión correcta. Esta semana traduje algunos textos de la autora
suiza Alice Rivaz, y uno de ellos me conmovió, porque pensé precisamente que la
mayor misión de la literatura –y tomo la poesía como el núcleo del cuerpo en el
lenguaje– sería mostrar afinidades entre las cosas, para revelar amistades insospechadas
entre partes del mundo, para darle un nuevo significado. Yo solo adaptaría su
texto para decir “rehacerlo”.
IKARO MAXX (Paraíba, 1985)
| Definitivamente no existe una manera universal de ser poeta, una única manera
de constituirse “poeta”. La poesía no es una profesión. Nadie pone “poeta” en
un CV o en LinkedIn. Ninguna gran corporación o gran empresa “contrata” poetas.
(Créanme, lo intenté y me echaron de varios trabajos por expresar poesía –un
arte que no se “pide” en el té de las cinco de la empresa, salvo bajo la
mordaza de la ley del sonambulismo de la falsa liberalidad, de la mentalidad “fuera
de la caja” donde se finge que existen ciertos “beneficios” y “libertades” para
que los empleados crean que es hermosa y “cool” la explotación, el agotamiento
físico y mental de la producción y cómo los jefes son “sujetos geniales” por permitieren
incluso el “consumo de alcohol” recreativo –o un pequeño juego de ping-pong,
¿quién sabe?– para desestresar el ambiente de trabajo corporativo.)
Lo que
resulta de gran alivio para la poesía es que mientras este arte de la
divergencia consiga expresar mundos y sensibilidades separados a través de una
explosión de lenguaje –ya sea en su concisión, en su capacidad de mutilar la
comunicación habitual y llegar a filigranas de silencio, las porciones de
comunicación que expresan formas inusuales de experiencia y pensamiento. La
forma mítica y su conocimiento presentado por Graves nos recuerda que no
siempre fuimos criaturas tan dóciles y tontas llenas de tanta arrogancia y
mezquindad y que todavía hablábamos con las fuerzas aún errantes del cosmos y
tanteábamos en la oscuridad de los orígenes del tiempo algo que era un lugar o
un mundo o incluso un tiempo posible. Donde se establece la religión hay un
secuestro y alienación de estos poderes de la esfera del hombre y de la
negociación directa con entidades o fuerzas desconocidas (¿divinas?) en
invenciones quejosas como el pecado original y la Caída del Paraíso, sólo para
dar un ejemplo de lo que fue traficado y se impuso en la creación de Occidente.
Por supuesto, esto no ocurrió sin conflictos manifestados o catalizados bajo
disfraces más o menos claros. Paralelamente al desarrollo de las sociedades con
sus organizaciones sociales y económicas originarias, el mundo espiritual tomó
forma y con él también formas de expresión de sentimientos, formas estéticas.
El canto nació tanto de esta necesidad de alabar los dones dados por los
cielos, los antepasados, la naturaleza, etc., como de expresar las angustias y
penurias de individuos o grupos, clanes, tribus. Puedo, en mi afán de inmersión
imaginaria, visualizar los primeros bocetos vocalizados en forma de canción
inarticulada, tartamudeando aún sus primeros ritmos imitativos, junto con los
gestos o los primeros grabados garabateados en la piedra, en el suelo, en las paredes
de las cuevas, donde el grupo se reunía para pasar la noche y evitar el ataque
abierto de depredadores y fuerzas hostiles, hordas enemigas y animales
salvajes.
Volviendo
un poco atrás, ya que siempre estoy “viajando demasiado” (risas)… Quizás sea
una cuestión de una decisión íntima, una elección íntima, por tanto, una
manifestación de libertad. Sé de lo que hablo porque recuerdo lo doloroso (y
liberador) que fue decirme a mí mismo que sería Poeta y que nada, ni nadie,
bajo ninguna circunstancia, me obstaculizaría o “desviaría” de mi camino. ¡Con
la poesía también descubrí lo que significa la libertad más imperiosa y
absoluta! (No sólo del lenguaje, de la imaginación desenfrenada e inventiva,
sino del cuerpo & de todos los recursos morales, del pensamiento, de las
reglas, de las escuelas, de la pertenencia, de los territorios, de las Leyes,
de las sociedades, de las relaciones, de las pedagogías, etc. etc. etc., la
libertad más total encarnada en convertirse en la creación más densamente
humana, animal, divina, de uno mismo etc.). Con esto no niego que hay personas
que “inconscientemente” son poetas… poetas sin “obras”, poetas en estado de
acción y pura experiencia. Esto es lo que más o menos queremos decir cuando
decimos “Fulano de tal vive o actúa como un poeta”, es decir, con desapego,
estilo, percepción y conocimiento intuitivo (o incluso “erudito”) que eleva lo
banal a un tipo de arte, de elaboración, escapando del esquematismo cerebral o
del automatismo puramente instintivo.
Para mí,
la poesía surge de una relación de tensión & placer, de proximidad visceral
& lúdica, de peligro, evasión & redescubrimiento con la vida misma. Es
desde allí que veo la fuente intensa & invencible de la poética que busco
desarrollar o vivir en mi interior en mis actitudes diarias. Esta relación
incestuosa entre vida & arte, ¡es increíble! El poeta siempre estará
descontento con la mera existencia como existencia pasiva, sin acontecimientos,
sin riesgos, sin la voluptuosidad de romper expectativas, romper tratados
arcaicos y dinámicas esclavistas, violar el lenguaje imperativo que lo
convierte en excremento social en un régimen lunático de degradación moral
& espiritual. Crea para celebrar, pero también para destruir & dar a
luz a nuevos mundos, nuevas sensibilidades. Algunos más radicalmente que otros.
Está bastante claro que me identifico mucho más con este grupo de radicales
intempestivos, los “contemporáneos” de su tiempo – ¡que luchan contra él,
obviamente, para transformarlo! – como piensa el filósofo Giorgio Agamben.
JENNIFER TRAJANO (Paraíba, 1996)
| Surge de la necesidad de decirlo todo sin decir tanto, jugando con la
estética del lenguaje. El elemento esencial del poeta es el presente no dicho
entre líneas de lo que se dice y que, durante la lectura, será interpretado por
el sujeto. En mis versos, por ejemplo, me gusta ampliar el significado a más de
una posible interpretación, dejando huecos para que los lectores llenen los “silencios”.
Y la conciencia poética radica en esto: comprender que la forma (como dicen) es
la que será la puerta de entrada al interés del contenido presente en el poema.
Nunca había dejado, por ejemplo, de pensar e interesarme por las cigarras, pero
lo hice cuando leí las líneas “las cigarras son guitarras trágicas (…) hacen
gárgaras con vidrio molido/ el cristal de los veranos” de Sérgio de Castro
Pinto. La poesía nos aleja de lo obvio.
LAÍS ROMERO (Piauí, 1986)
| Una poeta surge cuando encuentra un ritmo, envergando las metáforas, en una
condensación de lenguaje creada por ella a partir de la necesidad de lo que
necesita comunicar, lo que necesita tejer en el mundo. Como alimento está la
vida en general, cada experiencia básica del devenir humano, las distorsiones
sufridas y las múltiples posibilidades que ofrece el lenguaje que habita el río
subterráneo de cada persona. La poética es una formación múltiple, inconstante,
compleja, pero siempre una formación. Existe el llamado sagrado, la mística, la
necesidad de una expresión pulsante en el ser, pero también existe la necesidad
del repertorio que se encuentra en las experiencias y lecturas de la vida. Es
posible encontrar poéticas en el cuerpo, en la memoria, en un tercero que
habita el afecto, y desde esas partes externas se construirá una obsesión que
resonará en esa poética. Ser consciente de este proceso y querer satisfacer las
necesidades de esta obsesión permite comprender un puñado de lo que constituye el
hacer poesía. No todo tiene una explicación consciente, racional o respuesta que
se satisface, y esta es también una elección que se hace como persona que vive
la poesía.
LAURA REDFERN NAVARRO (São Paulo, 2000) | Para mí, el
poeta surge de la expresión de lo indecible, teniendo así la capacidad (o la
ambición) de hacer maleable el mundo a través de las palabras. Este es un
movimiento que, para mí, sólo es posible a través del acceso al cuerpo y al
deseo, y es también un ejercicio de intimidad con uno mismo (me gusta pensar el
poema a partir de la idea de un acontecimiento, de hecho). De esta manera, la
conciencia de una poética se forma a partir del compromiso y la percepción del
cuerpo que se fortalece, estableciendo un espacio entre el cuerpo subjetivo y
el cuerpo político.
MAÍRA DAL’MAZ (Pará, 1991)
| Teniendo en cuenta que antes del texto escrito ya existía lo que, hoy,
podríamos llamar poetas, sospecho que existe algún otro “alimento esencial”
además de la lectura. Quizás primero vengan los impactos emocionales de las
conexiones humanas profundas, las experiencias corporales, la espiritualidad,
la naturaleza, la música y otras formas de arte. Posteriormente, el privilegio
del tiempo y las condiciones de acceso a la lectura y la escritura, las
posibilidades de diálogo y la circulación de los poemas nos permiten
desarrollar una conciencia de la poética. Para mí, finalmente, todo lo que
concierne a la producción literaria alcanza su punto máximo en la suerte de
tener lectores.
MARÍA EDUARDA CASTRO (Río de Janeiro, 1986) | No creo que
un poeta se forme principalmente por lo que lee o por los autores que influyen
en él.
Incluso sucede con frecuencia que
un cierto número de críticos especializados atribuye influencias de autores a
otros, cuando es otro tipo de experiencia común la que unió sus lenguajes, y no
una filiación autoral. Recuerdo una historia ilustrativa al respecto. Muchos
críticos consideraban que el dramaturgo marxista alemán Erwin Piscator era un “epígono”
del Meyehold ruso. Los dos estaban llevando a cabo experimentos similares.
Meyehold, un poco antes de Piscator, todavía en la década de 1910, utilizaba
proyecciones cinematográficas sobre escenarios y grandes estructuras
arquitectónicas, como rellanos y escaleras, para mostrar determinadas
situaciones políticas de forma más narrativa, como en planos cinematográficos.
Piscator negó la influencia. Dijo que no había manera de que existiera esa
influencia, pues sólo entró en contacto con el teatro de vanguardia ruso al
regresar de la guerra, en 1918, cuando ya había desarrollado muchas de las
bases de su teatro épico.
En este caso, ¿qué motivó al
artista? Dice: los conflictos sociales, las presiones económicas, la
experiencia de la guerra, la percepción de la lucha de clases. Y, por supuesto,
leer y observar determinadas experiencias artísticas. En su caso, le da más
crédito al actor expresionista Albert Steinrük. Creo que es lo que nos conecta
con el presente, con nuestro tiempo, lo que crea nuestra cercanía a ciertos
autores. Y éstos, a su vez, también nos ayudan en este diálogo con el tiempo.
Pero la cuestión no es la palabra
o frase robada, sino el montaje de lo que se dice, se muestra, se cuenta. Este
montaje con voces ajenas ayuda al mismo tiempo en la labor de interrumpir una
voz que consideraríamos “nuestra”, “propia”, y en asumir que escribimos en la
polis.
Hoy siento que para escribir
necesito escuchar… A veces me doy cuenta de que un viejo sentimiento de
urgencia, en mi caso, estaba vinculado a ciertos automatismos en el lenguaje.
Actualmente me ha parecido interesante esperar y escuchar más. Al fin y al
cabo, como decía el poeta Michael Palmer, el lenguaje también escucha las
cosas.
MATHEUS GUMÉNIN BARRETO (Mato Grosso, 1992)
| No creo que una buena lectura forme (necesariamente) un buen poeta (en los
diferentes significados de 'bueno'), pero sé que esto sucede a menudo; no creo
que convertirse en poeta sea (necesariamente) el resultado de una decisión
íntima, pero sé que esto sucede a menudo; no creo que lo que más beneficie a un
poeta sea (necesariamente) el conocimiento y la comprensión de los mitos, pero
sé que esto sucede a menudo.
Realmente
me gustan mis incertidumbres y me aferro a ellas, así que, de hecho, no sé
cómo, en general, surge un poeta, y me gusta no saberlo. El “no saber” abre
espacio.
En cuanto
a mi propio camino, puedo decir que comenzó de oído: escuchando el I-Juca-Pirama leído por una maestra en
el primer año de secundaria (“Mi canción de muerte, / guerreros, escuché: / Soy
hijo de las selvas, / en las selvas crecí; / guerreros, descendo / de la tribu
Tupi”, etc.). Esos sonidos casi mágicos, hipnóticos, fuertes me persiguieron
desde la escuela hasta mi casa, y esa tarde escribí mi primer poema (en la misma
estructura que la redondilla menor). No sabía qué era métrica, ritmo,
aliteración, nada, pero sabía que algo allí me atraía hacia el texto y atraía
el texto hacia mí. Ya había escrito algunos cuentos breves en prosa, pero ese
fue el primer poema.
Tampoco
puedo decir cuál sería el alimento esencial de mi creación ni cómo se forma la
conciencia de una poética, pero sospecho que esas incertidumbres que mencioné
al inicio de la respuesta son parte de la respuesta. El “no saber” genera
movimiento, curiosidad, deseo de saber, y mis poemas suelen nacer de eso. Nunca
escribo un poema para “contar” algo, escribo para descubrirlo.
En otras
palabras, cuando empiezo un poema, no sé cómo terminará ni cuál será el
siguiente verso, solo sé que quiero descubrirlo. Es cierto que me preparo
constantemente para escribir (afilo mis herramientas, tal vez) leyendo poesía y
textos sobre poesía, escuchando música y conversaciones ajenas (en el autobús,
en el metro, en la calle), viendo a los demás y viendo yo mismo, prestando
atención a las cosas que me rodean y dentro de mí, pero el momento real de
escribir está más allá de mi control, y realmente quiero que así sea.
NINA MARIA (Bahía, 2000) | Un poeta surge, o mejor dicho, nace del encuentro con
el mundo y las palabras, ya sean escritas u orales, ya que tal encuentro –con
las palabras– no siempre ocurre con la llegada de los libros, las bibliotecas y
similares –es decir, de los libros–, lo considero un objeto esencial en la
formación de un escritor, pero no es el único –sino que también se da a través
de la oralidad, el sonido y la musicalidad de las palabras, esas historias
transmitidas de generación en generación, así como las conversaciones
cotidianas, además de canciones también, que forman una comprensión del mundo desde
una edad muy temprana. Un poeta también puede surgir del encuentro con su
propia voz, desde el momento en que quien escribe decide alzar su voz a través
de la escritura, como nos dice Bell Hooks en “Levanta tu voz: piensa como
feminista, piensa como una mujer negra”. Pero ¿cómo puedo seguir siendo poeta?
Se necesita sensibilidad, saber leer –no lectura educada, sino simple– de la
vida cotidiana, estar atento a las personas, al mundo, a las eventualidades, al
tiempo y a los acontecimientos, a las bendiciones y males de la vida, pero
principalmente a los sentimientos, que a mi entender es una fuerza impulsora. Y
desde esta sensibilidad nos moldeamos cada día, intentando escribir siempre que
sea posible, siempre que sea necesario, siempre, pues sabemos que, a los
escritores, especialmente mujeres, del tercer mundo, como postula Glória
Anzaldúa (1980), nos falta tiempo para escribir, pero aunque los momentos para
escribir sean escasos, es necesario que la escritura sea nuestra vida. Y desde
este compromiso, esta responsabilidad, se crea la conciencia de una poética.
PÂMELA FILIPINI (Rondônia, 1994)
| Poeta es aquel que, elegido por la Soledad, se pone al servicio de este
descubrimiento. Su primera percepción es que la poesía no se crea, se descubre.
Quizás de ahí venga. Creo que cada uno debería hablar por sí mismo. En mí, el
alimento es la búsqueda de la Belleza, por eso cuando somos elegidos por la
Soledad, estamos condenados a un tipo de sufrimiento que sólo comienza en el
corazón de las cosas bellas. No supongo que para descubrir la Poesía haya que
vivir un infierno en sí mismo, de ninguna manera; es necesario comprender, sin
embargo, que la existencia, a diferencia de quienes predican la felicidad como
fin absoluto, tiene capas de comprensión y belleza que sólo pueden ser
penetradas después de haber entrado en nuestras miserias más íntimas y
profundas. Digo esto porque no hay mucha bendición en ver el mundo
poéticamente. Llevo esta carga de buena gana y con la mayor honestidad posible.
Yo existo. Ocupo un espacio en el mundo. Le retribuyo al mundo, escribo. Sin
compromiso alguno. Necesitamos cuidar nuestro espacio. Ésta es la conciencia de
una poética.
Y no conozco ningún otro alimento
esencial para la creación de un poeta que no sea la poesía misma, aquí en un
sentido amplio, pensando menos en el acto solitario de escribir (que puede
volverla insoportablemente autorreferencial) y más en el sentido de comunión
que este arte implica.
RENATA FLÁVIA (Piauí, 1989)
| Toda conciencia, poética o no, se construye sobre la comprensión del mundo
que la rodea, por lo que es muy poco pensar que la lectura, en sí misma, sea
responsable del surgimiento de la creación poética, o incluso de una conciencia
crítica capaz de producir otras comprensiones. No basta con leer, hay una
fuerza mayor que une el pensamiento consciente, el conocimiento y la escritura
y esta fuerza es el estar en el mundo, percibir el mundo, ver a los demás y su
entorno, comprender las entrelíneas de encuentros y desencuentros que preceden
a la lectura alfabética. El poeta, entonces, podrá surgir de esta mirada que le
sale de sí mismo para encontrarse con esta lectura del mundo, la búsqueda y la
necesidad de decir lo que no se puede decir con palabras rectas. Esta
conciencia poética nunca es completa, no se estabiliza, está en tránsito con
intercambios, relaciones y lecturas, es camino.
SARA ALBUQUERQUE
(Alagoas, 1990) | el poeta nace del cielo / arrugado
/ toma de la nube lo que es un caballo / bebe de la flor el instinto / de
reproducción // el poeta nace del intento / entre letra sonido significado /
& pausa / disfrutar del todo / palabra larga // nacen los poetas de la
esquina / cruzando el callejón / la plaza de la playa al azar / hasta en las
casas sin ventanas nacen poetas / universales // todos en común / atentos al
átomo: / grandes poemas surgen de una obsesión / distraída
THIAGO E. (Piauí, 1986) | No conocía esa cita de Robert Graves. Me gusta lo dicho, aunque el uso
de la palabra “mito”, con tantos significados, puede tener algunos problemas.
Por ejemplo, cuando se utiliza como una declaración cuestionable, fantasiosa,
falsa etc. Imagino que el poeta utiliza el término en el sentido de relatos
simbólicos o alegóricos, generalmente de tradición oral, transmitidos de
generación en generación. Ahora bien, en este conocimiento, enfatizo que es
bueno tener también historias de diversas etnias, indígenas, afrobrasileñas,
orientales, e ir más allá de los mitos europeos. No puedo responder
objetivamente a estas preguntas. Supongo que dependerá de cada persona. Lo que
hace que alguien se ponga a escribir poemas es impredecible, misteriosamente
particular. En mi caso, me sedujo la posibilidad rítmica de las palabras.
Comencé a disfrutar mucho jugando con el lenguaje y sus sonidos imaginarios.
También me gusta explorar lo que llamamos “tradiciones” poéticas. Y, al mismo
tiempo, cuestionar, intentar ir en contra de la percepción habitual. Buscando
acercarme a lo que se considera extraño a la poesía. Quizás este sea uno de los
alimentos sobre los que intento escribir. Y en ese momento me pregunto: ¿hasta
qué punto una conciencia poética no sería una inconsciencia poética? Me parece
pertinente aquella frase del poeta Pedro Kilkerry: “¿es el inconsciente un
poeta simbolista?” Yo añadiría: ¿o surrealista?
VITÓRIA RÉGIA (Ceará, 1991) | “Un poeta puede soportarlo
todo…” Antes de escribir, dejándose llevar por el ritmo, el sonido y la imagen,
el poeta debe ser consciente de su condición de ser humano, que es finita y
fugaz, para luego aferrarse a esta convicción, mucho más que reproducir
contenidos absorbidos únicamente por la lectura. Debe creer que la poesía
existe, más o menos, para dar otra dimensión a la vida y a las cosas, porque es
imposible que el poeta no exista en el símbolo y para el símbolo, y lo lleve
todo en él, como dice la frase de Roberto Bolaño. El poeta también debe
soportar el hecho de que su discurso es inútil para mucha gente, para el
capitalismo, el materialismo, pero igualmente necesario para comprender qué es
lo que le hace ser humano y cuál es su lugar en el mundo, aunque la poesía
signifique carencia. Quizás esto sea, más o menos, lo que convierte a alguien
en poeta.
2. Dado el tema de esta edición, es inevitable no
interrogar el escenario contemporáneo de la poesía brasileña. Para frustración
de los críticos, parece no haber un nombre canónico para la poesía reciente;
además de una profusión de voces, hay un pluralismo de tendencias. Dicho esto,
¿cómo ve la producción reciente de poesía brasileña? ¿Sería posible trazar un
panorama de la poesía brasileña actual?
AMANDA VITAL | Lo bueno es que no hay un nombre canónico. Significa
que somos muchos por ahí (¡qué miedo!). Menos mal que supuestamente no existe
esa figura intocable, incorregible, increíble, esa en la que están puestas
todas las miradas y a la que todos deberíamos copiar o tirar piedras. La vida
poética se desarrolla en pluralidad. En varios valores. Veo la producción
reciente de poesía en una loca efervescencia en Brasil. Nunca se detiene,
siempre es un movimiento diferente, una nueva ráfaga de lanzamientos, escuelas
de producción creativa, alguien bueno para leer, bueno para descubrir, con
quien hablar (la socialización, el encuentro también es muy bueno; este tipo de
experiencia subestimada). Hay nuevas invocaciones, nuevas banderas, nuevas
(viejas) demandas, reparaciones que hacer. Es curioso ver qué ha disfrutado la
gente leyendo, qué han estado buscando y los caminos que los críticos y
editores están trazando con sus curadurías para futuros lectores. Y date cuenta
que el panorama de la poesía es de varios panoramas, y hoy en día no hay tanto
nicho, tanto “te verás obligado a leer X”. La persona que se encarga de gran
parte de la curación de la lectura, cada vez más, es el propio lector. Hay una
mayor disposición fuera de la “alta cultura” y las academias para expresar
ideas de lectura. Las críticas se hacen desde todos lados, por y para todos.
ANNA APOLINÁRIO | La
flamante producción de poesía brasileña y su potente polifonía de voces
deshilacha y trasciende la dimensión canónica, son voces líricas, especialmente
femeninas, que emergen voraces y componen un horizonte literario alimentado por
el brío y la volición de una escritura pulsante, indeleble, salvaje. Una
escritura que entra y ocupa espacios, sorprende a los lectores, llega al núcleo
de sus subjetividades, revelando un mundo preñado de nuevos significados y
posibilidades.
AUGUSTO GUIMARAENS CAVALCANTI | La poesía brasileña actual es
mayoritariamente femenina. Pienso en una corrección histórica, ya que las
mujeres han sido silenciadas durante tanto tiempo. Siguiendo el camino de la
pluralidad, la cuestión de la identidad ha sido el foco actual. Sin embargo, si
pensamos en lo que alguna vez dijo Cecília Meireles –que el poeta no tenía
sexo, que su alma es universal–, un panorama identitario se vuelve más difícil
de rastrear. Esta profusión de voces, que es positiva y fecunda, puede generar
también una babel de voces. Aún así, veo con interés el creciente número de
publicaciones y editores independientes. Cada vez es más difícil elaborar un
canon de poesía. Y eso es un desafío, escribir en un momento en el que se dice
tanto.
Veo la
reciente producción de poesía brasileña como una verdadera insurrección de
escritoras, que siempre estuvieron aquí, que siempre escribieron, pero que han
pasado desapercibidas, si tomamos en consideración la historia de la literatura
brasileña y sus compendios literarios. Hoy contamos con pluralidad de voces,
experimentalismo en la escritura poética y sobre todo la gran participación de
escritoras en premios literarios, no sólo como candidatas, sino como finalistas
y ganadoras, algo que hace poco tiempo no era tan significativo.
CLARISSA MACEDO | Inmediatamente nos topamos con los problemas de la
escasa y pseudolaudatoria crítica brasileña y del tiempo. En Brasil se hace
poca crítica literaria; y, cuando se hace, se limita mayoritariamente a
elogios, con poco o ningún aparato técnico-analítico. La recepción crítica,
cuando ocurre, es otro problema en el mar de vanidades. Paralelamente, “¿Qué es
lo contemporáneo?” – pregunta Agamben. ¿Cómo definir un nombre canónico durante
el tiempo actual? Todavía estamos, de alguna manera, en la modernidad.
Generalmente utilizamos conceptos modernos para pensar en lo contemporáneo. Hay
muchas voces en el rumor de las publicaciones, así como hay diversas
tendencias, desde las que abolieron las mayúsculas y la puntuación hasta las
que cuidan temas que molestan a la vieja y alargada casa grande (y todo junto),
entre muchas otras. que superan en número a la propuesta aquí. Las panorámicas
siempre son posibles; pero hay que pensar en otros hitos además de la
historiografía, que muchas veces determina y mata lecturas y autores muy
interesantes en detrimento de las escuelas y los relojes. Es necesario pensar
el tiempo en el tiempo, en una concepción relacional, muy del gusto deleuziano.
La producción de poesía brasileña reciente, desde los nacidos entre 1982 y
2000, hasta tomar el dominio de esta edición, es vasta, y aún necesita tiempo para mostrarse más, para que no
quede agrupada y estampada, sino pensada en sus términos. La innegable calidad
de la producción poética en Brasil permea, por supuesto, el período mencionado,
pero todo el panorama, ahora, aunque necesario, necesita reconocerse inestable,
abrupto e inestable.
DANIEL RODAS | Un
panorama cerrado es imposible. Hay una multiplicidad de tendencias, tan grande
que, al mismo tiempo que liberadora, a veces resulta paradójicamente
asfixiante. No existe un “norte” que nos ofrezca la libertad de crear (en
teoría) sin preceptos específicos. Por otro lado, la falta de rumbo nos hace
pensar que estamos reinventando la rueda, cuando como mucho lo que estamos
haciendo es pulir los neumáticos. Lo que veo, hablando desde el punto de vista
de alguien que escribe, edita, investiga y enseña literatura contemporánea, es
que hoy existe en Brasil un movimiento muy importante –y político– para ampliar
y valorar las llamadas “voces marginales”: aquellas que, durante siglos, han
estado en los márgenes y ahora “emergen” al centro del mundo literario. En este
proceso hay mucha calidad y también mucha cosa regular. En general, creo que
tenemos un dinamismo integrador y desafiante que combina perspectivas
políticas, estéticas y literarias que a menudo son contradictorias y
conflictivas, resultado de las tensiones sociales que hemos experimentado en
los últimos años. Sin embargo, las consecuencias de esto para la posteridad
siguen siendo difíciles de medir. Creo que todavía estamos en medio del huracán…
FELIPE NASCIMENTO | Aunque probablemente no sea imposible, sobre todo si
hacemos un corte y caemos en otro peligro, el del canon, que también puede
manifestarse como una táctica de exclusión. Creo que, porque vivimos en tiempos
posmodernos, la identidad está fragmentada e individualizada, ya no vivimos en
grupos, ya no tenemos nada a qué pertenecer. Por un lado, esto genera una
diversidad de poesía interesante, por otro lado, es difícil decir si existe una
estética ligada a nuestro tiempo.
GUILHERME
DELGADO | Para nuestra
frustración, hay una pereza intelectual que se apodera de gran parte de las
críticas actuales. Esta crítica se encuentra perdida ante esta profusión de
voces y demuestra que no es capaz de colocar el pluralismo de las tendencias en
uno de esos cómodos estantes dedicados sólo a los cánones. El problema se
acentúa por la notable falta de espacios culturales dedicados al ejercicio de
la crítica, por lo que el sentimiento que persiste es el de desánimo.
GUILHERME GONTIJO FLORES | Intentaré resumir cómo veo las cosas de una manera muy
impresionista e improvisada. Sin mucha consideración previa, sospecho que hay
dos poesías contemporáneas en Brasil.
Uno de ellas está marcado por la
repetición de fuerzas hegemónicas de una determinada poesía mundial; más precisamente,
me parece un cosmopolitismo vaciado y urbano-intelectual, que se repite con
pocas variaciones en casi cualquier capital del planeta, con las variantes
lingüísticas necesarias y una que otra salpicada de datos culturales
específicos. Tiene un lenguaje poco marcado, una tendencia coloquial, el verso
libre, un apego a la expresión de subjetividades diluidas en espacios difusos,
en los que el lirismo parece provenir del hecho de existir con angustia en un
mundo violento y sin casi ningún significado palpable.
Y hay una segunda poesía
contemporánea, en el sentido dado por Agamben, de arrojar sombras sobre su
propia época. Es una poesía que rechaza los tópicos poéticos de su tiempo, está
claramente desfasada de las corrientes más comunes, al mismo tiempo que no
acepta volver a ningún delirio de la poesía con P mayúscula. Curiosamente, esta
poesía me parece verdaderamente plural; y Brasil alberga poéticas muy
diferentes, de hecho, porque es el resultado de apuestas muy singulares que el
estado de cosas nos concede o, mejor dicho, nos exige.
Ahora falta poner sobre la mesa
dos hechos más: uno es que nunca hubo tanta publicación en tan poco tiempo;
luego se hizo prácticamente imposible trazar un panorama mínimo; y realmente
habrá que pensar en políticas de escritura y lectura después de esta difusión
editorial sin precedentes; políticas que también son plurales, y no sé muy bien
cómo pueden serlo.
Otro dato es que la ausencia del
nombre canónico me parece muy saludable; porque rompe con los modelos de lectura
teleológica de la literatura, e incluso tiende a volverse hacia el presente, el
ahora mismo instantáneo en el que vivimos. Quizás, cuando repasen estas
décadas, encuentren algún sentido a todo lo que estamos viviendo caóticamente.
Por supuesto, hago algunas apuestas sobre nombres que deberían durar más que
los años de producción y circulación personal; y conozco a otras personas que
también tienen sus propias apuestas, algunas similares a la mía, otras casi
completamente opuestas. Es parte de nuestra reacción entre la forma en que
fuimos criados como poetas y la forma en que percibimos la poesía como acción
en el presente. Puede resultar contradictorio e incluso angustioso; pero me
siento afortunado de vivir tiempos como este, ya que aparentemente todos los
tiempos son oscuros para los poetas.
IKARO MAXX | Para
ser honesto, soy un entusiasta de esta pluralidad de voces, de esta música a
menudo discordante e inarmónica que son “escenas” contemporáneas & la
diversidad de su fauna loca. La unidimensionalidad tiende a erigir pequeños
tiranos y transformar en súbditos a los babeantes boquiabiertos que rodean el “centro”
que produce & reproduce la voz única. No en vano decimos popularmente que “toda
unanimidad es una estupidez”. Es necesario revolucionar la crítica para
encontrar la forma más adecuada de comprender & expresar su juicio ante los
acontecimientos contemporáneos. Pero es eso, mientras lo vivimos nunca logramos
expresarlo en toda su totalidad & con la amplitud de percepción sin caer en
algunas trampas & ejercer algún nivel de injusticia. La distancia & los
cambios (in)consecuentes, a menudo, nos ayudan a comprender algo sobre los
hechos culturales & políticos, delimitados en un espacio-tiempo que nos
interesa conocer o devolver una mirada comprensiva. No sabría decirte ni darte
ese panorama porque simplemente no conozco todos los escenarios & autores,
editoriales, revistas, “movimientos” etc. No puedes abrazar y abarcar todo así…
a la vez. Es “imposible”, jajaja. Me alegra saber que están pasando cosas por
ahí, aunque yo no pueda estar al tanto de todo o no pueda participar o ser
parte de ello. E incluso hay lugares donde es mejor “no saber” o “no participar”,
y eso está “bien”. Por mi parte, desde que vine a vivir a São Paulo hace casi 5
años – en medio de los cuales tuvimos dos años horribles de “suspensión
pandémica” que apenas cuentan…– he descubierto varias escenas & hasta algunos
“grupos”, que muchas veces parecen difíciles de no suceder o “inevitables” por
varias razones que son bastante simples & comprensibles: amistades,
relaciones, afinidades, experiencias comunes, grupo de edad, gustos, “estilos”,
subculturas, ubicación, presencia, visiones del mundo, ideas o conceptos
comunes, similitudes etc. etc.
JENNIFER TRAJANO | No creo
que sea posible hacer esto ahora porque las producciones aún están muy frescas.
Sólo cuando muramos algo será más seguro (risas).
LAÍS ROMERO | La
teoría sólo es posible después del arte. El contacto que tengo con la poesía
contemporánea se produce inicialmente en mi círculo primario, local, en
intercambios que tienen como referencia el mismo mundo visto a través de
diferentes lentes de experiencia. La producción reciente en este contexto
resuena colectiva, sostiene voces que habitaron el silencio y toca nuevas
plataformas de lenguaje. Cuando nos abrimos a la idea de “brasileño”, el
contacto se vuelve directo con el texto, en las múltiples publicaciones que han
migrado al medio electrónico y en los eventos literarios que aparecen en todo
el país. Los sellos editoriales especializados en poesía, en sintonía con las
editoriales independientes, hacen algo más palpable el surgimiento de
publicaciones, y que pulsan en circuitos fuera de los grandes centros. Hay
muchos brasiles dentro de Brasil, y esto se ha vuelto cada vez más común y real
en el medio de la producción poética. Las plataformas marginales, la
autoedición, las veladas, los circuitos de ferias del libro, los cursos de
producción poética online o presenciales y otras formas de mantener viva la
poesía son hoy más comunes. Pero todo está sucediendo, sólo puedo intentar
enumerar estos eventos, y una visión general requiere una mirada más refinada,
tal vez científica.
LAURA REDFERN NAVARRO | En la actualidad, puede incluso resultar difícil determinar
un nombre canónico, ya que esta poesía todavía está sucediendo y no sabemos
cómo será vista en el futuro, ni qué se concebirá como canónica en el futuro.
Al mismo tiempo, veo con mucho entusiasmo la poesía brasileña de los últimos
años, siento que hay una diversidad muy fuerte en la producción actual. No hay
una regla estilística específica sobre lo que se debe producir, y me gusta
mucho la pluralidad poética y la experimentación que caracteriza a esta
generación, dejando espacio también a la corporalidad y a las expresiones
disidentes, como las de las mujeres, los negros y los indígenas. Políticamente
esto es sumamente relevante, incluyendo lo que respondí a la pregunta anterior.
Hay antologías que pretenden perfilar este panorama, a partir tanto de la
diversidad poética como de las interrogantes que estos grupos plantean, como es
el caso de As 29 Poetas Hoje,
organizada por Heloísa Buarque de Hollanda.
MAÍRA DAL’MAZ | Yo
diría que, de hecho, es la crítica la que ha frustrado a los escritores. Atados
por la noción de canon –anticuado y conservador, hay que decirlo–, bajo los
grilletes de la academia, hay una cierta complacencia en las elecciones de
lectura. Teniendo en cuenta que gran parte de la poesía brasileña contemporánea
es publicada por editoriales independientes, ¿cómo podemos esperar que el
trabajo de promoción del libro sea justo? ¿Cómo destacarse sin invertir mucho
dinero en publicidad especializada, si los grandes medios no la valoran porque
no lucran con la literatura? El trabajo del crítico ha cambiado: también
necesita perseguir lo que se publica si su objetivo es delinear este panorama –este
es el desafío de hacer arte en un sistema capitalista neoliberal. Hay muchos
poetas impresionantes en el Norte y Nordeste del país y pregunto: ¿Cuáles
llegan a la crítica? ¿Por qué necesitamos UN nombre canónico en el año 2023?
MARÍA EDUARDA CASTRO | Creo que buscar nombres como referente es interesante,
pero esto es diferente a la mistificación de la personalidad de la que suelen
alimentarse los medios, la crítica especializada y los propios artistas y
autores. El pluralismo parece ser el efecto de este doble camino: una búsqueda
de referencias o voces que puedan aportar algo interesante, por un lado, pero
un culto a la personalidad del autor, por el otro. En el capitalismo, todos
deben ser competidores. Y el pluralismo no significa ausencia de competencia,
no es necesariamente un signo de diferencia. Para el capitalismo, el pluralismo
a menudo simplemente significa más gente comprando, más bienes vendidos como
diferentes.
Creo que sucede a menudo que los
artistas brasileños, cuando buscan autores que serían más interesantes, se
limitan a las características de su personalidad. Miren que interesante el
autor xxx, dice xxx. Pero lo que dice no parece haber sido buscado, investigado
en un mundo práctico. La gente se detiene en la fiesta de personalidades o en
pequeños grupos.
Y vemos que muchas de las voces de
los poetas de hoy también se interesan únicamente por la autopromoción.
Al mismo tiempo, he sentido aquí
la apertura de nuevas experiencias muy interesantes, con el surgimiento de
poetas que parecen hablar de espacios diferentes, ya sea desplazando esa
centralidad atribuida al ser poeta, o desplazando los espacios sociales que
aparecen en el poema, o incluso producciones sobre el eje más común Río-São
Paulo.
Pienso en la poesía de Catarina
Lins, Matheus de Paula, Édipo Ferreira, Clarisse Lyra, por ejemplo.
MATHEUS GUMÉNIN BARRETO
| Estoy de acuerdo en que no existe un nombre canónico para la poesía reciente
(al menos no uno que dure más de unos pocos años), pero lo veo como una buena
señal. En un país del tamaño de Brasil (y no hablo sólo del tamaño territorial)
es muy complicado hablar de uno o media docena de nombres. Al mismo tiempo, sé
que es necesario restringir el trabajo crítico, ya que sería imposible (e
incluso indeseable) hablar de todo lo que se publica. La complicada tarea de la
crítica contemporánea parece surgir de la danza entre la imposibilidad de
reducción y la necesidad de reducción.
En estos
momentos me siento sinceramente aliviado de estar escribiendo poesía y no
crítica.
NINA MARIA | Hablo ya no como escritora, sino como editora y
curadora literaria de la revista Ruído
Manifesto, con sede y fundada en Mato Grosso, pero con alcance en todo
Brasil y en el exterior. Trabajo en la revista desde hace tres años, conociendo
más sobre la literatura brasileña contemporánea, y creo que es difícil señalar
un nombre específico para el canon literario brasileño, sobre todo si hablamos
de los años 2000, algunos poetas están floreciendo, así como hay nombres muy
conocidos y valorados por la crítica, pero que estuvieron activos mucho antes
de 1982 al 2000, y es de estos nombres de donde tomamos la fuente para escribir
e inspirarnos. Sin embargo, aunque sea difícil, me arriesgo a señalar un
nombre: Ryane Leão. Originaria de Cuiabá, pero radicada en São Paulo, Ryane
viene cambiando el panorama literario brasileño, especialmente para poetas como
yo, nacidos desde 2000, insertos en un mundo tecnológico, pero que no descartan
el mundo real, con sus actividades en las calles de São Paulo difundiendo
poesía, participando en slams y
veladas –espacios gratuitos para resaltar la poesía contemporánea–, y
participando en Instagram a través de su cuenta que hace la poesía accesible a
mucha gente, especialmente mujeres poetas que recién comienzan. Creo que Ryane
es una luz en un espacio tan oscuro para los poetas jóvenes, es un símbolo de
que podemos hacer mucho, de hecho, mucha de mi poesía está inspirada en Ryane,
ella me enseñó a bailar con las palabras. En relación a la producción reciente
de poesía brasileña, que es vasta, muy vasta y bebe de muchas fuentes, así como
corre el riesgo de crear algo nuevo, mi trabajo en Ruído Manifesto comenzó en 2021, desde entonces he publicado más de
500 escritores y es increíble cómo cada uno tiene una producción especial, la
forma de usar las palabras y jugar con ellas dentro de la estructura del poema,
es un baile, me parece hermoso. Pero al mismo tiempo, el uso crudo de la
palabra para denunciar las diversas formas de opresión que sufrimos en la época
contemporánea, a pesar de los avances, muchas cosas todavía atormentan a la
población brasileña, pero es bueno que tengamos la poesía para ser portavoz.
Respecto al panorama, es difícil, pero veo emerger, de hecho consolidarse, una
poesía expresiva en romper paradigmas, denunciar, hablar de sentimientos, una
poesía más desnuda y palpitante.
PÂMELA FILIPINI | He
leído esta pregunta varias veces y, sinceramente, todavía no sé cómo
responderla. No me siento adecuada para hacerlo. Soy una mujer extremadamente aislada
que vive en el interior del Norte de Brasil, vivo en un mundo propio, casi
siempre soy ajena a la realidad literaria de mi país, por eso hablaré de lo que
leo y observo, dejando claro que es mi visión y con eso limitada. Sin duda, hay
muchos escritores buenos y muchos malos. Las redes sociales están llenas de
poemas, fragmentos, libros, una diversidad burbujeante que crea un tejido
interesante si eres selectivo en lo que consumes como arte. La tendencia es que
la producción aumente cada vez más. Me gusta la diversidad, pero hay
que ser juicioso.
PEDRO MOHALLEM | En mi opinión, la poesía brasileña contemporánea va
bien: Internet permite no sólo una mayor difusión de los textos, sino también
el fortalecimiento de los más variados estilos, tendencias y nichos literarios,
grupos formados casi espontáneamente por afinidades mayores, a veces incluso
mayores que la distancia entre ellos, los municipios, estados y regiones de sus
miembros.
En cuanto al panorama, no sólo
sería posible perfilarlo, sino que hay críticos competentes que hacen este
trabajo… El papel de las revistas y antologías de poesía, como las organizadas
por Wladimir Saldanha y Ricardo Domeneck, es fundamental en este sentido.
Entiendo, sin embargo, que se trata de extractos de una producción caóticamente
heterogénea.
SARA ALBUQUERQUE | Yo, que crecí conociendo sólo a dos / mujeres / en la poesía brasileña
/ repito la duda de Cecília Meireles / donde estaría perdido / nuestro rostro /
desplegable / como enseñó Adélia Prado // (en el avance del plano desgarrador /
el silencio se vuelve un insulto / para el cazador) // A Hilda Hilst he
conocido / tarde / como el rosa del atardecer // ahora somos bocas / ojos
pieles pechos piernas / y ombligos saliendo del cuarto / todo nuestro el patio
/ antes embrujado // ahora vivas firmamos portadas / Natasha Tinet / Érika
Santos / Moema Vilela / Julie Dorrico / Fátima Costa / Natália Agra / Danielle
Magalhães / Bia Rodrigues / Pam Araújo / Luz Ribeiro / Juliana Blasina / Mar
Becker / tantas cicatrices / en lenguaje abiertas / tantos retratos y nuestras
obras / tan poco al sol / en la tercera orilla / de la estantería // (tal vez
sea el capuchón de la pluma) // fuera del paréntesis / apunta nuestra poesía /
el cazador desnudo
THIAGO E. | Sería
sumamente complejo trazar un panorama de la poesía brasileña actual. No puedo
seguir el ritmo de los innumerables libros que se publican en cada momento. Leí
algunos. Brasil es grande y tiene muchas capas para observar. Yo mismo soy
parte de este lio, ya que recientemente lancé otro libro de poemas. Realmente
hay profusión de voces y pluralismo de tendencias. Con el aumento de las
pequeñas editoriales, la aparición de más imprentas que imprimen bajo demanda,
la autoedición física y virtual, los ebooks, el uso cada vez más específico de
las redes sociales etc. se ha vuelto mucho más fácil publicar un libro. Eso es
bueno. Y nos arroja a la dificultad de crear una visión general. Podemos
empezar con “panoramas”. Hay quienes prefieren analizar las publicaciones
delimitándolas en capas: por región geográfica, o por género, o por raza etc.
Dependerá del enfoque de quien esté investigando. Todavía estoy tratando de entender
al menos un poco sobre este tiempo.
VITÓRIA RÉGIA | Vejo o cenário atual da poesia brasileira, de fato, um pouco
confuso e de difícil delimitação de estilos, e não diria que exista pluralismo
de tendências, quando, muitas vezes, parece ser a ausência de tendências que
fica como regra para a criação atual, eu acho. Rapidamente muitos livros são
publicados e divulgados pela internet, que facilita, inquestionavelmente, a
profusão de tantas vozes hoje. Há trabalhos de muita qualidade, textos atuais e
profundos que inovam pela linguagem e pelo teor poético-político, aproximam os
leitores do gênero, tornando-o mais lido e mais acessível, o que talvez seja
uma vantagem para quem escreve e publica poesia, isso de ver sua voz ter
ressonância, ainda que em um mar imenso de possibilidades.
VITÓRIA RÉGIA | Veo el escenario actual de la poesía brasileña, de
hecho, un poco confuso y difícil de definir estilos, y no diría que hay un
pluralismo de tendencias, cuando, a menudo, parece ser la ausencia de
tendencias lo que permanece la regla para la creación actual, yo creo. Muchos
libros se publican y difunden rápidamente a través de Internet, lo que sin duda
facilita hoy la profusión de tantas voces. Hay obras de gran calidad, textos
actuales y profundos que innovan a través del lenguaje y el contenido
poético-político, acercando a los lectores al género, haciéndolo más leído y
accesible, lo que quizás sea una ventaja para quienes escriben y publican
poesía. esto para ver tu voz resonar, incluso en un inmenso mar de posibilidades.
AMANDA VITAL | Leo lo que veo frente a mí (en los lanzamientos de
editoriales que conozco y me gustan, en videopoemas, en eventos, en las redes
sociales) y me gusta leer de todo. Veo la gracia en lo múltiple, y no entiendo
el odio entre uno y otro, porque “hoy no se pueden hacer formas fijas”, pero al
mismo tiempo “no se puede hacer poesía híbrida con prosa, porque deja de ser
poesía”, tengo mucha pereza en todo esto y prefiero leer a todo el mundo
olvidando que tanta gente es tan exigente. “Separar al autor de la obra”, lo
que dice la gente, ¿no? Y me gusta dialogar con las nuevas formas que mis pares
y yo producimos juntos, al unísono, en esta poesía llamada “híbrida” –que no,
sigue siendo poesía–, en cajas de texto que tienen herramientas fundamentales
de la poesía (tienen ritmo, melodía, métrica, rimas internas…). Creo que todavía
hay mucho margen de mejora, de hecho, mucho más allá de las redes sociales; tengo
sed y extraño los eventos presenciales en este período post-pandémico y ver,
sobre todo, a los jóvenes en estos eventos. Los mayores lo llenan todo y sólo
puedo vivir con ellos, en el fin del día. Que jóvenes abiertos, sin camarillas
(no vale la pena ir allí para mirar raro a alguien que quiere encajar, ¿no?),
invadan también estos eventos, generando intercambios más profundos, con un
marco sólido y genuino, sin oportunismos ni moneda de cambio –movido por pura
curiosidad y cariño. Veo un mercado prometedor para los poetas brasileños, con
editoriales cada vez más especializadas, algunas incluso ofreciendo lecturas
críticas, lo que suele ser, en mi opinión, muy bienvenido. Ahora sólo
necesitamos intercambios desde Brasil hacia el exterior, pero creo que
realmente necesitamos primero intercambios desde Brasil hacia dentro de sí
mismo. Con conocimiento de la causa, de la diversidad. No es posible saberlo
todo, pero sí al menos un poco de todo. Y fortalecer el medio (y en el medio)
aquí primero. Todavía estamos atrapados en demasiadas burbujas. Y esto no es
representativo de quiénes somos.
ANNA APOLINÁRIO | Con los
pies plantados en el abismo o con alas llameantes en el espacio etéreo, hoy
escribo poesía de posesión: el poder encantador y alquímico de la palabra se
desborda en la piel, en la vida. Reconozco también en mis pares, poetas
contemporáneos(as), esta tendencia audaz, dialogamos en consonancia y
componemos esta pluralidad de lenguajes y cuerpos poéticos, especialmente de
mujeres, que engendran movimientos creativos, en la lucha por la creación,
experiencia y difusión de arte literario y sus múltiples expresiones,
resistimos y nos reinventamos a través de publicaciones potenciadas por redes
cibernéticas, editoriales y sellos independientes, fanzines, carteles
(lambe-lambe), veladas, intervenciones urbanas, performances, en una producción
cultural feroz, incansable e indispensable. Así es como también entrelazamos
nuestros nombres en la historia, una dicción propia, que también resuena en el
mundo, rompiendo fronteras.
AUGUSTO GUIMARAENS CAVALCANTI | El diálogo es difícil, pero
necesario. Veo el medio poético como un círculo de iniciados en el que la
mayoría de los lectores son también poetas. Las redes virtuales ayudan a la
difusión, aunque favorecen un tipo de poema minimalista y telegráfico. El
mercado para un poeta brasileño está seco y seguir publicando es un acto de
resistencia en un mundo ultracapitalista en el que incluso el lenguaje se vende
como producto. Según la lectura de Bourdieu, Baudelaire fue el primer poeta en
darse cuenta del lugar desplazado que tenía la poesía en el mundo industrial.
Con la caída de la aureola, el poeta queda huérfano-Orfeo en la modernidad.
Gran parte de la melancolía y la fascinación detrás de los poemas de Baudelaire
son parte de esta condición de aislamiento del campo literario del ritmo de la
producción industrial. Estar situado en el abismo del mercado literario
brasileño es también parte de un proceso de aislamiento que todo poeta debe
afrontar en un mundo postutópico. En Brasil, entonces, si el Estado está
ausente, el mercado es muy complicado para la poesía. Las grandes editoriales,
por ejemplo, no aceptan obras inéditas de escritores desconocidos o
principiantes; simplemente no están interesados. A un exceso de dificultad se
suma el hecho de que la poesía es, por definición, antimercado y no vende lo
suficiente (hay excepciones que confirman la regla).
CLARISSA MACEDO | Si pensamos en términos de América Latina, Brasil es
el único país de habla portuguesa, en un océano de habla hispana, y que
intentó, con importante éxito, exterminar las lenguas nativas de los pueblos
originarios. Tomando a Perú como ejemplo comparativo, en un país de 33 millones
de habitantes, 6 millones hablan quechua. Contemos proporcionalmente y Brasil
pierde mucho. No hablar español nos separaba de nuestros hermanos; con la entrada diseñada del inglés estadunidense
y el sueño fallido del american way of
life, nos alejamos aún más de una identidad sólida. Sumemos a esto también
el desprecio del Estado por la cultura –y la literatura ocupa el último lugar
en el podio del olvido (basta ver los carteles que abarcan diferentes lenguajes
artísticos y que “olvidan” la literatura)–, la falta de crítica, el mercado de
los best sellers y la visión, por
parte de la gran población, de la literatura como algo tedioso e inútil. Hay
muchos obstáculos para quienes producen en el mundo contemporáneo, ya sea
escrito o hablado. La diversidad (étnica, cultural, entre otras) es la plenitud
del intercambio, pero, en el caso de Brasil, por su histórica política
exploratoria-aniquiladora, la diversidad ha sido un obstáculo y, sí, un
dispositivo de aislamiento. Por cada clásico que leo, elijo uno contemporáneo,
privilegiando a las mujeres y a la producción bahiana y nororiental (el
precioso calibre del pueblo). Esto me hace, de alguna manera, dialogar, a
través del texto, con algunos de mis pares. Fuera de él, extiendo mis manos,
organizando eventos, publicaciones y llevándolos conmigo, en el pliegue de mi
maleta y baúl. Mi tímida participación en eventos internacionales me ha abierto
puertas importantes. Recientemente, en un segundo viaje al Perú para participar
en eventos literarios, tuve acceso a mi primer libro, En la garra del caballo hay siete abismos, publicado,
honorablemente, por una editorial de allí, en versión bilingüe (traducido por Óscar
Limache y Manuel Barrós), lo que le hizo, por ejemplo, participar del catálogo
de la Feria del Libro Peruano. Este es un tránsito del que estoy muy orgullosa,
pero aún modesto. Necesitamos intercambiar más autorías, aquí y en el
extranjero, especialmente con los países vecinos. Las redes virtuales nos han
acercado interna y externamente; pero mientras no haya una política pública
hecha por quienes entienden la literatura, en sus diversos entresijos, la
interacción y la circulación serán limitadas, resultado de grandes esfuerzos de
los propios autores, que no siempre, porque realmente no deberían, lo hacen.
Tenemos el tacto y la perseverancia para luchar por algún lugar en este terreno
árido que es el escenario marketing-literario, aún más decadente cuando se
trata de poesía, en nuestro país. Me considero una criatura afortunada: recibí
dos premios literarios nacionales que me garantizaron algo de dinero y
publicación, y aparte de eso nunca tuve que pagar para publicar; tengo un libro
traducido en Perú y España, y varios proyectos en marcha; pero no es
suficiente. Y no me refiero aquí a pretender fama (la ingenuidad y la vanidad
no son buenas compañeras), sino a llegar a lectores que puedan identificarse
con lo que escribo. La mayor ambición de quien publica es ser leído. Y en esto
no estamos ante un abismo, estamos en caída libre dentro de él.
DANIEL RODAS | Cuestión
compleja. De hecho, muchas preguntas. Hablo de mi caso: soy un escritor “principiante”,
de clase media baja, que nació y “creció” en una pequeña ciudad del interior de
Paraíba –uno de los estados más pobres y aislados del país, donde toda la
escena literaria se concentra prácticamente en la capital, João Pessoa. En
resumen: estoy físicamente alejado del “eje literario” y, antes de Internet,
nunca había tenido contacto directo con otros poetas y escritores(as). Esto
solo cambió hace unos años, durante el período de pandemia, cuando mi
producción se volvió más consistente (en un proceso que llevaba años) y
finalmente me sentí cómodo para publicar. Me puse en contacto con otros poetas;
gente del sur, del norte, del centro oeste y, por supuesto, del noreste. Creé
una revista literaria independiente –Sucuru–
que se convirtió en portavoz de un sinfín de poetas nacionales e
internacionales, todos más o menos con los mismos deseos y necesidades que los
míos. Fue desde Sucuru que “abrí los
ojos” al mundo literario: todavía lejano, todavía escaso, todavía concentrado
en grandes centros, pero que poco a poco se ha democratizado y ampliado.
Recientemente participé en dos colecciones, una de poemas y otra de cuentos,
con autores de mi estado. Tuve la oportunidad de conocer y hablar con personas
que admiro mucho, muchas de ellas ya reconocidas y leídas a nivel nacional e
internacional. Todo este diálogo se manifiesta también en el campo de
influencia: leo todo lo que encuentro en términos de poesía y literatura
clásica y contemporánea, ya sea brasileña, extranjera o marciana; leo todo. A
pesar de ver la poesía como algo “más allá del lenguaje”, creo que, en el campo
estético, es en la escritura donde se materializa –y por ello la lectura, la
influencia y el diálogo con las tradiciones modernas y contemporáneas, e incluso
con las de la Antigüedad, son imprescindibles. No creo en un poeta que no se
coma los ojos de tanto leer. Y volviendo al tema del “sistema”, de las
dificultades, evidentemente persisten. Hay poco incentivo, poca diversidad de
premios. Es una lucha, sin duda, pero creo que vamos por el camino correcto.
Creo que, a pesar de los reveses y dificultades, especialmente por la falta de
inversión gubernamental, poco a poco vamos consiguiendo salir adelante en esa “lucha”.
En definitiva, creo que la poesía es un poco de eso: romper los brazos podridos
del sistema. Continuemos.
Siempre trato de hablar, en la
medida de lo posible, con la tradición, incluso tomando prestadas algunas
metáforas.
GUILHERME
DELGADO | Jorge Mautner
tiene un disco llamado No hay abismo en
el que quepa Brasil. A pesar del título, lo que llega a nuestros oídos es exactamente
lo contrario: una calma que nos hace olvidar, al menos por un momento, el
abismo que nos rodea y une. Creo que lo mismo debería aplicarse a la poesía.
Estoy de acuerdo, la falta de diálogo entre nuestros pares es lamentable, y me
refiero no sólo a Brasil, sino también a un contexto más amplio de habla
portuguesa, más allá de Portugal. Y también, en un mundo ideal, un diálogo
franco entre poetas de Latinoamérica, como el que proponen Agulha Revista de Cultura, Esteros
y Blanco Móvil. Pero antes de
detenernos en la insuficiencia del mercado nacional o extranjero para los
poetas brasileños, creo que deberíamos preguntarnos cómo formar más lectores.
Es en este abismo donde reside la raíz de gran parte del problema.
GUILHERME GONTIJO FLORES | No sé si estoy completamente de acuerdo con lo que
dicen en la pregunta. Sí, estamos aislados lingüísticamente, a pesar de ser una
gran población de habla portuguesa en el planeta; y ciertamente somos
periféricos, en términos económicos y culturales, en el sentido de que tampoco
somos leídos mucho fuera de aquí. Aún así no creo que sea un aislamiento muy
diferente al resto. Los circuitos de la poesía vienen trabajando intensamente
en su habitual underground; y la
maquinaria digital se ha convertido en un gran juego; de modo que, entre
revistas online y editoriales independientes, tenemos incluso una buena
cantidad de poesía contemporánea traducida de lugares muy diferentes. Creo que
pude hacer un aporte razonable en los once años de coedición de la revista Escamandro; y, cuando reviso el archivo
del blog, encuentro allí un universo que, al fin y al cabo, fue parte de mi
propia formación. Aprendí traduciendo y leyendo traducciones que allí se
publicaban, de muchas personas con orígenes e intereses muy diferentes.
Quizás parezca muy precario,
frente a nuestros deseos más profundos; pero la poesía que más me interesa
siempre ha sido una forma muy peculiar de manejar la precariedad que constituye
la experiencia humana. Entonces, si tuviera que enumerar un problema actual, en
lugar del aislamiento o la falta de acceso, diría que es mucho más el exceso lo
que marea; nunca sabemos realmente por dónde empezar con nada, y esto hace que
muchas personas simplemente se queden estancadas o abandonen el barco. Yo, como
puedo, vivo detrás de textos que invierten violentamente la temporalidad que se
nos impone en el día a día productivo y acelerado en el que vivimos. Creo que
las islas siempre están interconectadas en sus diferencias. Quizás incluso
invirtiendo el famoso dicho de John Donne, hoy diría que cada persona es una
isla, porque tiene que abrirse al mar.
IKARO MAXX | El
Brasil –aunque un territorio, o un pedazo de tierra, no tiene un “arriba”, un “abajo”
etc. en sí mismo– está literalmente dándole la espalda a América Latina. En el
último curso que ofreció mi (nuestro) amigo poeta Claudio Willer titulado “Más
sobre Poetas Malditos” a finales del 2022, curso que lamentablemente quedó
inconcluso porque Claudio ya estaba bastante enfermo y debilitado y terminó
falleciendo a principios de este año 2023 después de un período de
internamiento, Willer había demostrado cómo lo que sucedió literariamente en el
Brasil de principios del siglo XIX al XX era lo contrario de lo que estaba
ocurriendo en términos de revolución y expansión de las facultades estéticas y
poéticas en Hispanoamérica. Mientras que los países de habla hispana habían
optado por impulsar intensas transformaciones con la promoción y despliegue del
simbolismo como escuela con propuestas más insólitas y expansivas en cuanto al
desarrollo de la imaginación, la investigación simbólica, la introspección y
aspectos de mayor difusión posterior que terminaron desembocando en vanguardias
como la Dadaísmo y surrealismo, Brasil sobrevaloró y premió con reconocimiento
a los literatos y poetas que plasmaron sus versos bajo la ropa y el tema del
parnasianismo, reflejando una estructura psíquica de la identidad cultural
todavía agraria, bucólica, conservadora, más ligada a la formalidad y a una
idealización de sus objetos. O incluso en un romanticismo en retroceso, ya “apaciguado”
por la distancia que lo separa de sus movimientos originales en Europa. ¿Ves la
contradicción? Si no fuera solo eso, los poetas brasileños que contradecían
este status quo parnasiano y buscaban
informarse y absorber el simbolismo fueron expulsados, rechazados y marginados.
Ese fue el caso de
personas como Maranhão Sobrinho, Cruz e Souza etc. Los
espacios y establecimientos culturales y literarios no estaban abiertos a estos
autores. Aquellos que continuaron con los cánones formalistas parnasianos
ganaron visibilidad y legitimidad. La ruptura, o una especie de ruptura, llegó
con el modernismo y la Semana del 22. Hasta entonces, Brasil parecía un
grandullón lento y cínico, en completo aislamiento y con cierta “rigidez de
cuello” al recibir información de un solo núcleo irradiante, o mayormente eso.
En otras palabras, era Europa, más específicamente Francia, el “centro de la
última moda” y París era su “capital cultural”, el “primer mundo literario” que
lideraba las ideas más modernas y frescas que llegaban con retraso. Aquí tarde.
Bueno, esto aún no “ha terminado”, con la diferencia de que, con el desarrollo
de la Industria Cultural norteamericana, su imperialismo ya no necesita venir
aquí con armas y guerra civil, la seducción del cine de Hollywood con su
arsenal de superproducciones vacías, su publicidad hipnagógica de manipulación
corporativa del inconsciente, además de las formas neoliberales especulativas-financieras
del capitalismo, ya doblegan el espíritu de las regionalidades en las
periferias económicas. Formas de dominación que no necesariamente tienen que
pasar por el derramamiento de sangre, sino por la neocolonización psíquica y
espiritual.
Es un
hecho muy positivo que las nuevas tecnologías y medios hayan proporcionado la
promoción, creación y circulación de ideas y posibilidades de expresión también
para los autores. Sin embargo, con la especialización continua y segmentada de
los algoritmos (y su dictadura determinista de distribución o “muerte” de
determinados contenidos con la proliferación indiscriminada abortada) sigue
siendo difícil ser visto y escuchado adecuadamente en las redes sociales. Lo
que prevalece allí, lamentablemente con una fuerza abrumadora, es el ya clásico
y malsano narcisismo y la transformación de los seres humanos en números y
estadísticas de seguidores (es decir, en potenciales “clientes”, “compradores”
de nuestras ideas, actitudes, “obras”, etc.). La tecnología ha sido utilizada
muchas veces como una extensión de egos fácilmente dañados, lo que la mayoría
de las veces genera más malentendidos (las famosas “tonterías”) que
entendimiento colectivo. La transformación de perfiles & datos en
mercancías para grandes corporaciones o para la identificación del deseo del
usuario que es secuestrado para someterlo al enjambre de rebaños
pseudopolitizados es un fenómeno relacionado, una rama de esta lógica
utilitarista & fetichista. Por supuesto, como todavía es una tecnología
nueva, muy reciente, de sólo unos pocos años, es algo que todavía estamos
entendiendo & aprendiendo a utilizar. Aun así, es bueno mantener siempre
los ojos abiertos para no caer en las seducciones & estafas tan comunes en
esta “tierra de nadie”. En este sentido, soy partidario de algún tipo de
regulación que ponga freno al poder de manipulación & influencia que tienen
actualmente estas Big Techs (que son más empresas de comunicación & mercado
de atención) a la hora de entrar en la vida pública común & influir en el
destino y en la política cotidiana de naciones enteras. Soy consciente de que
esto no estaba a priori dentro del alcance de su pregunta, pero aun así quería
presentar el argumento aquí. Con esto digo que a pesar de que las cosas estén
así (y podría ir mucho peor), todavía quiero mantener abierta una pequeña
ventana de optimismo, aunque no me cansaré de informar lo que se está operando
& gestando. Para quien es dialéctico, ¡en la negatividad existe la
posibilidad de un nuevo positivo! (Hölderlin diría que “en el peligro también crece
lo que se salva”.) ¡Veremos qué pasa después!
En cuanto
al mercado de poetas… bueno, al menos en términos de Brasil, la poesía nunca ha
sido un género “querido”, “popular”, excepto cuando está fuera de los libros y
transformada en un cancionero popular o en boca de estrellas o personalidades
culturales pop, de competición de slam, etc. Brasil sigue siendo un país donde
el analfabetismo funcional es rampante, donde la gente no sólo es demasiado
perezosa para leer, sino que a menudo incluso descarta los libros como una “pérdida
de tiempo”. Lo que ha llevado a esto está arraigado y tiene varias raíces y
rizomas, uno de ellos es el abandono de la educación desde la base hasta la
alienación del sistema de explotación laboral que devora el tiempo de las
personas, transformando la vida cotidiana en una acumulación de tiempo muerto.
Y cómo todo el sistema existe para dañar al individuo –desde alimentos tóxicos,
transporte caro y de mala calidad con demasiadas horas invertidas, horas
inocuas de trabajo repetitivo y no creativo etc. etc.– es muy difícil producir
una transformación colectiva cualitativa si no es a través de una ruptura
radical del hábito, de la mentalidad, de la cognición, de la experiencia, de la
conciencia. Basta recordar que las fábulas –desde La Fontaine– e incluso las
canciones populares infantiles, ya despotricaban contra el poeta –el artista,
en general– y su ocio creativo (¡gracias, Domenico De Masi! ¡Gracias, Paul Lafargue!),
teniend ojeriza y criminalizando su pereza, “lentitud”, “falta de
malicia/conocimiento para el juego de mercado”, ¡tiempo que no se convierte en
dinero, plusvalía y mercancía! Aun así, el mercado editorial literario de mayor
circulación tiende a absorber mejor a autores de novelas y cuentos, de prosa y
no de poesía. La prosa cuenta la historia de manera ficticia y decora la vida
cotidiana con palabras y narrativas para disfrazar la inversión performativa
para que la realidad no quede adulterada en su esencia. Con la poesía, la
ensoñación y la imaginación desenfrenada atraviesan la evasión o cometen
ataques simbólicos contra la misma realidad aplanada, buscando salidas
enigmáticas al impasse a través de una subjetividad más radical y ajena a los
dictados de la realidad. No es que no haya prosistas o novelistas
revolucionarios, ¡por supuesto que también los hay en alguna parte! Sin
embargo, el mercado absorbe mejor sus obras cuando ya no están con nosotros
& ya están silenciados para que ya no puedan defenderse de los buitres
codiciosos & de los oportunistas de turno que se lucran con el consumo de
cadáveres. Sabemos cómo funciona esto, no seamos ingenuos. Sin embargo, la
poesía encuentra algunos buenos espacios entre las editoriales pequeñas &
independientes: aquellos que somos editores además de poetas, sabemos lo
difícil que es sobrevivir en la carnicería de este medio, entre tener que pagar
las cuentas & realizar libremente nuestras actividades, fomentando un
espacio abierto para la circulación de nuevas ideas, obras, autores. ¡Es
demasiado punk!
Es
necesario reinventar el acceso & la educación estética para las personas,
más allá de los gobiernos & las instituciones, las culturas & los
territorios. Donde hay vida humana, está la semilla instintiva de la dialéctica
de la destrucción con la creación, está la suma de todas las posibilidades
& las utopías más “imposibles” & impredecibles. La gente, los
gobiernos, piensan que la poesía es una pérdida de tiempo, pero en la poesía
hay lugar para todas las cosas. Es donde todo puede confundirse & reinventarse.
Por eso intentan hacer pasar la poesía como una actividad “inútil” (y está
bien, como decía Paulo Leminski, que sea “inútil”, por ejemplo), como una
actividad “infantil” o “ingenua” casi cercana a una enfermedad mental. Pero, lo
loco & perverso es el mundo materializado en esta disputa entre egos,
corporaciones, esta guerra sin sentido entre naciones, religiones, “líderes”, “influencers”.
La antítesis de todo esto es el poeta. El poeta como criatura revolucionaria
por excelencia. El único capaz de decir verdades profundas con las formas
ilusorias del arte, con la magia recombinatoria de gestos, palabras &
imágenes. El único que tiene la clave para cambiar toda la realidad.
JENNIFER TRAJANO | Yo siempre busco a la poesía brasileña contemporánea,
creo que es muy importante saber quién la produce hoy, de qué habla y cómo
elige hacerlo. Pero la impresión que tengo (por supuesto que puedo estar
equivocada) es que la mayoría de los lectores de poemas también son poetas
(espero estar equivocada). Quizás porque la poesía tiende a ser un género más
complejo en comparación con la prosa, la gente opta por esta última, lo que
tiene consecuencias para el mercado. Incluso conozco prosistas, por raros que
sean, pero no un poeta que pueda mantenerse con sólo publicar poesía. De ahí la
necesidad de mejorar la circulación y el intercambio de este género en
diferentes entornos, empezando por las escuelas. Ahora bien, esto hay que
hacerlo con mucho cuidado, adaptando los textos a la edad y nivel de cada
clase, de lo contrario hundiremos el pozo aún más.
Con excepción del interés del
público latinoamericano, aunque Brasil sea un país tan grande y culturalmente
rico, en Europa o Norteamérica, por prejuicios y superioridad, no percibo una
atribución de valor a lo que aquí se produce. Imagino que esto se debe a la
tradición y a la falta de inversión tanto en cultura como en educación. Es
difícil ejercer como escritor o montar una editorial cuando los beneficios, en
la mayoría de los casos, son insuficientes para vivir. En este sentido,
escribir para mí es una cosa más que me gusta hacer, porque no puedo dedicarme
tanto como quisiera, necesito trabajar, y ya no tengo esperanzas de que el
complejo legado histórico de este escenario será superado, lo cual es muy
triste. Entonces me imagino que perdemos mucha gente buena por falta de
reconocimiento.
LAÍS ROMERO | Estar
rodeada por el abismo provoca inventos de escape. El intercambio virtual es
valioso, se ha convertido en algo básico, y el término “mejorar” suena
demasiado progresista, lo cambiaría por cambiar, reinventar, deshacer y
rehacer. La producción de un libro sigue siendo un trabajo artesanal, aunque se
realicen grandes tiradas, todavía queda el trabajo de pulido de los editores,
preparadores, revisores y obviamente de quienes escribieron el texto, y en el
camino, los pares son los primeros lectores de una poeta, es en esta lectura
que el sonido se afina hasta llegar a la publicación final. Formo una red de
intercambios y lecturas con algunos pares que me desestabilizan, otros que me
apoyan, todo es parte de ello.
En cuanto
al mercado, es necesario tomar conciencia de la formación del escritor
brasileño en el imaginario social: tenemos una visión basada en un héroe
nacional del romanticismo, un genio, un borracho, principalmente un hombre,
como las mujeres no podían dejar cumplir su rol en la economía familiar de
cuidados para dedicarse a la literatura. Desde esta perspectiva, la poesía se
convierte en un producto editorial poco orientado en términos de producción de
beneficios, mismo en un entorno de referencias blancas, masculinas y
conservadoras. Este abismo específico ha sufrido fracturas, y como cada
fractura es una apertura, encontramos en ellas nuevas formas de hablar,
producir, leer y dialogar. Estamos cambiando y, por eso mismo, las formas de
exclusión y silenciamiento se han vuelto cada vez más sofisticadas.
Un punto
sensible a plantear es que somos poetas, pero necesitamos otras ocupaciones
rentables que compren los pañales, paguen el techo. Entonces, lo ideal es
entrar y cruzar el abismo, descubrir cómo intercambiar con otros poetas en
otros abismos lejanos al nuestro, tal vez emprender el vuelo. No sé si estaré
en una generación que imaginará esto, pero me muero en el intento.
LAURA REDFERN NAVARRO | Siento un fuerte movimiento de intercambio, algo que
veo como un aspecto positivo de los medios digitales, que ahora me permiten
acercarme a autores que viven en Porto Alegre, Belém, Recife y otras ciudades
muy alejadas de la mía. Al mismo tiempo, la lógica de los algoritmos es
excluyente y seguirá priorizando lo que es apetecible, consumible e inmediato.
En este sentido, los poetas se ven afectados ya que la poesía (sin contar los
instapoets) es un tipo de contenido más underground, lo que va en contra de
esta perspectiva más capitalizada. Muchos poetas, de esta manera, quedan a la
deriva y caen en la ignorancia, sin poder acceder o atraer la atención de un
público interesado o del mundo editorial. En este abismo me encuentro en una
posición abierta, buscando saber y leer lo más posible, además de formar redes.
Soy periodista de formación y mantengo una página, @matryoshkabooks, donde
hablo sobre libros y poesía contemporánea, prestando atención a curar lo que
importa, es nuevo, independiente y relevante. La idea es romper la burbuja en
la que se encuentran muchos autores y editoriales independientes.
MAÍRA DAL’MAZ | En
general, los sigo predominantemente en las redes sociales. Existe la práctica
de intercambiar libros entre los publicados por la misma editorial, algo que
también fomentan mucho las editoriales independientes. Veo un aumento en el
número de eventos y lecturas públicas en librerías y librerías de segunda mano
y es genial salir exclusivamente de la esfera virtual, especialmente ahora después
de la pandemia. Sigo las acciones del actual Gobierno para promover la cultura,
pero no sin recelo: todavía son pocas y puntuales, pero son las únicas, ya que
el sector privado no lo hace. No digo que haya una ausencia de relaciones con
otras tradiciones literarias porque, para mí, éstas no son estancas. Hay
producción literaria que continúa y/o rompe algunas tradiciones –vea el libro
del año que ganó el premio Jabuti: Também
guardamos pedras aqui, de Luiza Romão. Sobre cómo situarse, menciono el
poema de Wislawa Szymborska: “El abismo no nos divide. / El abismo nos rodea.”
La poesía es ya un arte que muchas
veces se olvida en comparación con otras manifestaciones culturales, como si
fuera de menor importancia y no requiriera el mismo tipo de asistencia por
parte del sector público y privado. Al fin y al cabo, los recursos técnicos
necesarios para su ejecución parecen mínimos.
Gran parte del mercado todavía lo
ve como un arte ornamental de embellecimiento, desconociendo su poder y el
lugar político que, en realidad, forma parte de su partida de nacimiento.
Además de la falta de incentivos y
recursos que Brasil ha estado enfrentando, parece haber una falta, como ustedes
señalan, de comunicación entre los propios artistas, o de diálogo entre los
artistas y las complejidades sociales y culturales.
En América Latina ya existe una
lógica colonizadora que lleva a los países a mirar demasiado al “Otro” desde
afuera, lo que nos hace padecer una cierta división psíquica esencial. Ya
tenemos aquí la dimensión forzada de la isla. Y Brasil, en este sentido, es
como una isla dentro de una isla. Un país con dimensión continental, el proceso
colonial y el capitalismo aquí se desarrollaron de la manera abismal que
conocemos. Nos hemos convertido en uno de los países más desiguales del mundo,
con una de las clases medias altas más fascistas. En este sentido, realmente
sufrimos una distorsión perceptiva total, y las universidades y centros
culturales no son ajenos a ella, al contrario.
Pese a ello, veo un movimiento
diferente, una búsqueda de más intercambios entre países y poetas, que también
se manifiesta en el aumento de editoriales pequeñas, con producción más
artesanal. Veo aquí una investigación más profunda sobre la poesía de otros
países latinoamericanos, o de la poesía fuera de los grandes centros del
capital, o que, al menos, trate de un lugar que desplace a estos centros. Y las
pequeñas editoriales están un poco más atentas a estos fenómenos. Puedo citar
como ejemplos las ediciones de libros de poetas como Cecilia Pavon y Eileen
Myles (de la editorial Jabuticaba), o la colección que está a punto de lanzarse
con poemas del marroquí Abdellatif Laâbi (de 7Letras), proyecto en que estoy
trabajando, en colaboración con la traducción con el poeta Carlito Azevedo.
Espero que los poetas puedan
incorporar cada vez más esta dimensión de conexiones geográficas y sociales que
impregnan nuestras obras. De hecho, esto nos ayuda a darnos cuenta de que no
estamos solos.
MATHEUS GUMÉNIN BARRETO
| Mi contacto con las obras de autoras y autores brasileños es intenso y
constante, en parte gracias a la revista Ruído
Manifesto, que fundamos (un gran equipo) a finales de 2017. Termino leyendo
cada semana muchos poemas, cuentos, extractos de novelas, etc. de autores
nuevos y autores ya consagrados, entonces creo que la Ruído Manifesto me mantiene inmerso en parte de lo que está pasando
hoy en la literatura brasileña (principalmente poesía) y por eso termino
entrando en contacto con muchas de estas personas a través de las redes
sociales. A pesar de esto (o precisamente por eso), no me atrevo a hacer un
diagnóstico o una descripción de la Literatura Brasileña Contemporánea (¡con L,
B y C mayúsculas!) ni del mercado editorial de originales y traducciones.
Tengo
mucha curiosidad y leo todo, pero de forma un tanto asistemática. En general,
no tengo forma de saber de antemano lo que realmente resonará dentro de mí, por
lo que termino sumergiéndome en lecturas muy diferentes: últimamente he leído,
por ejemplo, mucha poesía brasileña, poesía angoleña, textos medievales sobre
misticismo. apofática, un texto sobre poesía slam, una historia de la ópera.
Gran parte de esto se mezcla y fermenta aquí, convirtiéndose eventualmente en
un poema (horas, días, meses, años después).
En cuanto
a otras tradiciones literarias, me siento muy conmovido por la poesía en alemán
(que suelo traducir y que, por tanto, sigo de cerca), por algunas décadas específicas
de tradiciones poéticas en inglés y en italiano, por varios siglos de tradiciones
en español, ruso y mandarín. No me interesa mucho la poesía en francés (en
general). De la literatura que mencioné, leo ruso y chino traducidos, ya que
todavía no hablo esos dos idiomas. Mi idea es retomar los estudios de mandarín
lo antes posible (hice clases durante tres años, entre 2012 y 2014) y, quién
sabe, algún día traducir poesía china.
NINA MARIA | Si bien dialogo con mis pares, y de hecho con otros
escritores, sigo teniendo una relación tímida, ya ves, tengo alcance en todo
Brasil, principalmente como editora y curadora, pero como escritora todavía me
concentro en São Paulo-Río de Janeiro, si hablamos de alcance general, en
cambio en Bahía, estado donde vivo, el intercambio está muy concentrado en
Salvador, capital del estado, y la región metropolitana, sobre todo si hablamos
de vacaciones y festivales literarios. Todo sigue siendo muy escaso para los
poetas jóvenes, especialmente los nacidos a partir del año 2000. En cuanto a las redes virtuales, sí, hay mucho que mejorar, ya que hay
un boicot en términos de alcance, hablando ahora en números y en Instagram, hay
que someterse al capitalismo y estar constantemente activo, produciendo,
inventando para estar en ascenso, es difícil consolidarnos a través del simple
talento, a veces nos obligan a bailar el vals del capitalismo, es horrible y
(lamentablemente) no sé bailar, eso tiene sus pros y sus contras, me manejo bien
con las consecuencias y me preocupo por hacer un buen trabajo dentro de mi
tiempo ganando lectores reales y verdaderos. Si bien en el
mercado de poetas brasileños hay editoriales innovando y buscando más mujeres
para publicar, además de buscar poetas de todas las regiones de Brasil, destaco
la Editora Urutau, que lanza publicaciones regionales mensuales en Brasil, para
que todos puedan participar y lanzar libros, pero hay pocas iniciativas, y
resulta que todavía hay concentración en el eje sureste y sur, mucho más el
sureste. Es extraño lo que voy a decir, pero siento una acogida más cálida de
otros países con relación a mi poesía, me refiero al intercambio con escritores
de otros países, ya que tengo contacto con Chile, Argentina, Perú, Colombia,
Bolivia, Portugal, Suiza, Mozambique, Irán y es un intercambio muy amoroso, hay
acceso a otros poemas, muy diferente a lo que sucede dentro del propio Brasil,
además de una sobrevaloración con los extranjeros, es una línea muy delgada. En
relación a las editoriales de autores extranjeros el tema es más complicado, es
necesario ser y tener un nombre muy fuerte como escritor para poder publicar, y
decidir, traducir tu obra a otro idioma, pero hay también otras formas, como
revistas independientes que publican y traducen autores brasileños, creo que
esto es increíble y facilita el establecimiento de contactos, terminando siendo
una invención de nuevos caminos. Respecto a otras tradiciones literarias,
siempre trato de leer autores nuevos, ya sean brasileños o extranjeros, el
contacto con otras literaturas es beneficioso y enseña mucho, actualmente estoy
encantado con la poesía iraní y kurda, a la que pude acceder a través de
revistas en línea, siempre es una lección. Necesitas leer, descubrir y
descubrir otros mundos.
PÂMELA FILIPINI | Siempre que puedo leo las producciones de quienes
considero que tienen algo de fundamental en su literatura. Me
gusta ser honesta conmigo misma y con quienes leo. No soy nadie, no tengo el
poder de impulsar los libros, pero siento por dentro que acabo de leer versos o
un libro valioso y, si existe la posibilidad: haré saber de su existencia. Es
lo que está en mi poder. Respecto al mercado, sólo tengo una cosa que decir:
leed a las pequeñas editoriales, allí hay oro. Sobre el abismo: sinceramente,
no tengo ni idea, simplemente sigo escribiendo.
PEDRO MOHALLEM | La práctica cada vez más especializada de la traducción
de poesía nos ha permitido encontrar muchos buenos autores extranjeros,
contemporáneos o no, gracias a proyectos de traducción comprometidos a resaltar
y, en la medida de lo posible, preservar la alteridad de sus textos. Creo que
este es el camino principal por el que diferentes culturas poéticas y
literarias han entrado en nuestro ámbito de interés.
Ante este abismo sigo leyendo,
escribiendo y traduciendo, que es lo que sé hacer. Además, aplaudo iniciativas
como las revistas de traducción literaria que, a través de un valioso
intercambio cultural, ayudan a tender un puente sobre este abismo, o al menos a
iluminarlo.
RENATA FLÁVIA | En la
realidad que tenemos dentro de Brasil y porque escribo desde una región que por
sí ya está aislada e incluso desvalorizada por dicho eje del país, me interesa
mucho más la literatura –en consecuencia la poesía– que existe en un campo que
es poco dependiente de dicho mercado donde radica su verdadero valor, en este
intercambio y relación con pares, ya sean internos o externos al país. Me doy
cuenta de que esta red que formamos, con nuestros intercambios y el afán de
ampliar nuestra visión y conocimiento frente a otras experiencias lejanas, es
la clave para superar ausencias e inversiones con las que ya no contamos. Como
dije inicialmente, me parece que esta mirada es una necesidad de buscar lo que
está fuera de nosotros, punto esencial para producir poesía.
SARA ALBUQUERQUE | porque nuestros poemas no vuelan / en la editorial / rascacielos en las
librerías / del centro comercial en la mesa del frente / resaltados en el
acrílico / – si no hubiera amor / no serían nada // nuestros poemas viajan /
las calles las redes de cable / de boca en boca / de familiares y amigos /
(facturas también) // nosotros poetas / en Brasil vendedores / vendedores
ambulantes: / compramos nuestros libros / colaboramos con ayuda de preventa /
con pedido de financiación / compramos un poema / nuestros libros adoptan / nos
llaman para hablar / en la escuela en la asamblea de graduación / páganos
páganos páganos // gratis / nace la poesía / invisible / te da hambre
THIAGO E. | Las
conversaciones sobre poesía con mis pares suelen ser frecuentes y, para mí,
llenas de aprendizaje. Me gusta mucho este proceso de leer poemas (míos y
ajenos), hablar de ellos, editarlos, discutir otras posibilidades del texto.
Aunque pocos amigos terminan teniendo el tiempo y las ganas de realizar estos
intercambios, creo que es fantástico cuando suceden. Es fundamental para
desarrollar mejor la idea de un libro, por ejemplo. Es entonces cuando el
trabajo individual se potencia de forma colectiva. Y viceversa: el colectivo
local se fortalece con un buen trabajo individual. De hecho, hablando de
libros, creo que la circulación de poesía podría mejorar si las pequeñas librerías
se fortalecieran con incentivos públicos. Estamos viendo que varias quiebran.
El objeto libro, especialmente los de pequeñas editoriales, no puede competir
en el mercado con otros productos publicitarios más apelativos. Debería haber
fondos, incentivos y exenciones de impuestos para ayudar a vender libros más
baratos y mantener pequeñas librerías en las ciudades. Lo veo como una cuestión
de ciudadanía. Una necesidad política. Así, tendríamos muchos más eventos
transformadores: lecturas de poemas, lanzamientos, presentaciones artísticas de
todo tipo, conferencias, comunicaciones, espectáculos, dramatizaciones,
diálogos críticos que permitirían, mínimamente, ampliar algunas percepciones y,
quién sabe, aportar pequeñas mejoras.
VITÓRIA RÉGIA | En el lugar actual de mi producción, la ciudad donde
vivo, hay algunos autores que publican buenos trabajos de poesía, en general, y
buscamos unificar, de cierta manera y en la medida de nuestras posibilidades,
la literatura que se está produciendo. Hay colecciones de poetas, en libros y
revistas, organizadas por los propios autores, sin ánimo de lucro, con la
intención de dar voz a los poetas que aún no pueden publicar y a los que llevan
tiempo publicando, lo que ayuda a solidificar literatura local y dar una visión
general del panorama histórico de la literatura cearense (y nacional). En
términos de difusión, internet ayuda y facilita mucho, e incita a que otras
personas conozcan, consuman e incluso escriban más. Pero todavía es difícil
para los buenos editores, aquellos que se preocupan por la obra literaria de
calidad y la promoción de estos autores, crear espacios en el actual escenario
brasileño, que puedan acoger esta ola de nuevos autores y, además, deben haber
muchas más políticas, instituciones públicas comprometidas con estas obras, más
responsabilidad por parte del Estado, que debe ser el principal responsable de
promover y preservar la literatura y la cultura, y ayudar a mantener la
tradición y crear nuevos espacios y nuevas voces. Lo que me parece, actualmente,
es que hay una explosión de acontecimientos, acontecimientos, publicaciones,
nuevos autores, nuevos libros, pero nos resulta difícil seguir y medir la
temperatura de este momento de forma satisfactoria y precisa.
Artista
invitada
ANA SABIÁ (Brasil, 1978) | www.anasabia.com
1. Ya has dicho que “Lo más fino del mundo
son los sentimientos”. Ante esta revelación, ¿cómo la fotografía definió que
quería ser evocada por ti desde la intimidad de tu mirada? ¿Cómo nace una
fotógrafa?
ANA SABIÁ | Esta
frase es del poema “Ensinamento” de la poeta de Minas Gerais Adélia Prado. Leí
su obra completa durante la cuarentena y me enamoré al punto de, a través de
una licencia poética, construir un puente artístico y titulé mi obra con su
frase. En este poema, como también se ve en su obra, Adélia cuenta sus
recuerdos de niña y la relación de amor y aprendizaje con su madre. El amor
como acción concreta hacia el otro y las sutiles interlíneas que lo confirman
como tal, es esta enseñanza que Adelia aprende de su madre. Mirar también
requiere aprendizaje y amor como acción porque, a diferencia de ver, requiere
una práctica que va más allá de la superficie y palpita en los intersticios de
la materia. Y esta práctica es una acción involucrada como sujeto en el mundo,
una mirada observadora del entorno externo e interno mientras profundizamos en
la investigación de nuestros referentes visuales, de los afectos que nos
movilizan, del desalojo de otras verdades que emergen en medio de este viaje de
autoconocimiento. Mi formación es en el campo de las artes visuales, por lo que
siempre utilizo esta herramienta en mi trabajo. La fotografía me llegó después
de la pintura, pero siempre surge de mis inquietudes subjetivas. En la
construcción de una fotografía, lo que realmente importa, independientemente de
si la superficie contiene un árbol, un retrato, un paisaje o un objeto, es el
juego simbólico que movilicé. El nacimiento de la imagen es anterior a que se
tome la foto, está en el mundo de las ideas y afectos de quien la realiza.
2. Ana, pensamos en las perspectivas
de contradicción ostensible en un ambiente que se podría llamar de una
renovación de la perspectiva en medio de la vida cotidiana. ¿Cuáles son los
trucos más rápidos para mantener en equilibrio lo que el ojo ve y lo que expone
el objeto fotografiado? ¿Qué pasa entre un plano y otro hasta que ambos
encuentran su punto de fusión?
ANA SABIÁ | El ojo
ve racionalmente. La mirada, que es un aprendizaje implícito y constante, reconfigura
la visión racional y moviliza otras redes significativas de subjetividad. Por
tanto, creo que la mirada es personal e intransferible. Tendemos a trivializar
lo que vemos en la vida cotidiana porque pensamos que es más de lo mismo y
nunca lo es. La filosofía clásica ya advertía que el río es otro, el cruce es
otro y nosotros también somos siempre otros. Particularmente, como artista,
entreno mis ojos para comprender las diferencias, aunque aparentemente sutiles,
en la vida cotidiana que aparecen al observar la claridad cambiante de los
días; en la diferencia de humor que media en la elección de ropa, colores,
música y libros; en las noticias que selecciono como aquellas que pueden
inspirar por la revuelta o misterio… Aunque tenemos la oportunidad de investigar
obras increíbles accesibles en Internet, el cansancio ante la avalancha de
imágenes en las pantallas puede mitigar las sensibilidades. Me rodeo de buenos
libros, películas y música como buenos compañeros de la imaginación y semillas
creativas. Lo bueno del arte es que se mueve en el contexto simbólico,
abarcando interpretaciones y significados infinitos, más allá del artista, y
nos transforma a todos en co-creadores.
3. Al
observar su creación se evidencia una intensa relación con el entorno musical,
incluidas las referencias poéticas en los títulos de las series. Pero más allá
de eso, también queríamos saber cómo te relacionas con el mundo de la
fotografía, es decir, ¿cómo estás atenta a lo que crean otros fotógrafos y cómo
te sugieren nuevas situaciones en tu disciplina creativa? De manera aún más
amplia, ¿cómo es tu relación con otros artistas contemporáneos?
ANA SABIÁ |
Alimento mis referentes visuales de las artes visuales, del cine, del circo, de
la danza, de las fábulas, de la mitología, de la filosofía, de la literatura,
del teatro… la fotografía es sólo un lenguaje, pero nunca empiezo por ahí.
Personalmente considero la fotografía un portal al mundo del afecto, busco con
mis fotografías abrir espacio a lo invisible en las imágenes, presentar una red
de diálogos que promuevo con mis referentes. Trabajar en la docencia de
fotografía también facilita estar en una investigación constante, en la que
enseñar también es aprender. Inevitablemente buscaré temas y pautas donde me
sienta contemplada y animada a debatir, como discusiones contemporáneas sobre
artistas mujeres desde perspectivas feministas, los sueños como potencia
subjetiva, la poesía como cuerpo y resistencia, la maternidad como lugar de
transformación cívica.
Últimamente me interesé en investigar el trabajo de dos artistas contemporáneos que trabajan con la fotografía para mostrar cosas más allá de la imagen: Alfredo Jaar y Rosangela Rennó. En ambos artistas se discute la fotografía en su presencia concreta tanto como huella histórica como material, desde una perspectiva formal y estética, pero, sobre todo, política. Se trata de obras que contienen tantas capas de declaraciones que puede resultar difícil para el público sin claves de lectura entrar en ellas como espectadores y agentes co-creadores; sin embargo, cuando esta lectura se vuelve legible, moviliza algo poderoso y transformador dentro de nosotros.
Agulha Revista de Cultura
Número 247 | janeiro de 2024
Libreto # 0 | La juventud de la poesía en Brasil: enquete y plástica
Artista convidada: Ana Sabiá (Brasil, 1978)
editora | ELYS REGINA ZILS | elysre@gmail.com
ARC Edições © 2024
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