Había que pensar muy bien cómo una se vestía y peinaba,
para no transgredir sus códigos de “discreción”, lo cual yo no podía hacer con mi
pelo, territorio libertario sobre el cual no estaba dispuesta a hacer concesiones.
Por eso fui a ver a don Juan con cierta aprehensión,
para entrevistarlo sobre Julia y su relación con Juan Isidro y escuchar su versión de la historia. [1] Una versión donde realmente lo que se
evidencia es el enfrentamiento político entre dos titanes del exilio dominicano,
batalla donde Julia estuvo atrapada en el medio y de la cual, inteligentemente,
se abstrajo a través de sus estudios universitarios en la Universidad de la Habana; de la conversación política
inteligente y desde luego de su poesía.
La vida habría de enseñarme que detrás de la aparente
corteza de don Juan Bosch, de esa aparente callosidad externa de los
grandes luchadores, estaba la ternura de la que el Che dio testimonio cuando dijo: “Déjenme decirle, a
riesgo de parecer ridículo, que todo revolucionario verdadero está lleno de grandes
sentimientos de amor”.
Ese amor de don Juan se evidenció cuando organizó la
primera tertulia de presentación del Circulo de Mujeres
Poetas, conformado por Carmen Imbert Brugal, Sabrina Román, Miriam Ventura, Dulce Ureña, Mayra Alemán, Carmen Sánches, Xiomara Fortuna y yo, en el patio de la gestora cultural
Natasha Sánchez.
Se trataba de presentar el libro Descalza entre Piedras, de la más modesta de todas las poetas: Carmen Sánchez; evento para el cual don Juan convocó
a los intelectuales más importantes del país, a don Pedro Mir y a don Virgilio Díaz Grullón entre ellos, quien, lanza al ristre,
nos defendió de la cínica agresión de ese infante terrible que fue el poeta Enriquillo Sánchez.
Luego vi, en tres ocasiones, a don Juan Bosch llorar
emocionado. Cuando escuchó la musicalización de su poema La Gaviota; lo vi llorar frente a una observación de Miguel Cocco, quien se convertiría en su hijo político;
y en su cumpleaños, cuando bordeando el Alzheimer se aferraba a sus conocidos como
a una tabla de salvación.
Ahí entendí su inmensa fragilidad y quise protegerlo
de quienes luego abusaron de su confianza, pero ya era tarde.
De esa ternura de hombre bueno habla esta entrevista
sobre Julia de Burgos, a quien protegió hasta donde lo permitieron la apasionada
y absorbente relación amorosa entre ella y Juan Isidro, y los viejos códigos entre caballeros que
imponían no intervenir en pleitos entre marido y mujer.
CV | Julia permaneció dos años en Cuba, del 40 al 42, y tengo entendido que durante parte
de ese tiempo compartió la vivienda con usted, y su compañera de entonces...
JB | Vivieron en esa casa, en la Jovellar 107, ella y Juan Isidro; los dos. Esa era la casa donde yo vivía.
Ella pasaba poco tiempo en la casa; solamente estaba para dormir y comer, porque
asistía a la Universidad. Ella pasó a estudiar a la Universidad, pero
ya en los últimos tiempos. La Universidad quedaba muy cerca. Se iba a pie.
Allí estuvieron viviendo. Yo me fui para Nueva York a organizar el Partido Revolucionario Dominicano, en junio o julio de
1942, y allá llegó Julia, pocos meses después, una semana, quince días antes de
yo salir de Nueva York para La Habana.
CV | ¿Antes de encontrarla en Cuba, ya usted conocía a Julia?
JB | Ya yo la conocía, porque en Puerto Rico entré inmediatamente a hacer vida en el ámbito
cultural. Di varias conferencias en el Ateneo de San Juan. Cuando llegué a Puerto Rico encontré
que se me conocía porque los cuentos míos, o algunos de los cuentos míos, se publicaban
allá, y además porque a poco de llegar entré a trabajar dirigiendo la transcripción
de las obras de Hostos.
Luego, en enero de 1939, me tocó
ir a Cuba a dirigir la edición de las
obras completas, porque el Comité Pro Centenario de Hostos (Puerto
Rico iba a celebrar el día 11 de enero de 1939 el Centenario de Hostos) había hecho
un concurso internacional para editar las obras y la editora que ganó ese concurso
fue La Moderna Poesía de La Habana, y a mí me enviaron a La
Habana, con todos los originales de esas obras completas para que dirigiera la edición.
Estuve trabajando en eso todo el año 39 y el año 40.
Luego nos vimos varias veces en el Ateneo, en reuniones de intelectuales, y cuando salí
de Puerto Rico ya ella tenía algún tipo de relación con
Jimenes Grullón, porque dos veces, por lo menos, la vi
con Jimenes Grullón. Jimenes Grullón había llegado a Puerto Rico a mediados del
38 desde Nueva York, donde se encontraba, y naturalmente cuando
Julia llegó a La Habana, porque Jimenes Grullón fue primero que ella,
y pasó a vivir en mi casa, en Jovellar 107, muy cerca de la Universidad. Después llegó
Julia.
Julia estuvo un tiempo, no puedo precisar exactamente,
saliendo con Juan Isidro; iba y venía, pero permanecía en la casa. Después ingresó
en la Universidad y como la casa quedaba muy cerca, iba a pié
todos los días, menos los sábados y domingos.
En esa época yo estaba trabajando en el Instituto Biológico Cubano como vendedor de medicinas
y visitante de médicos y ahí le conseguí trabajo a Jimenes Grullón para que se hiciera
cargo de la provincia de Oriente, por lo menos una vez al mes, durante una semana
o algo así, viendo a los médicos y farmacéuticos.
En el año 1942, debe haber sido por el mes de junio o
agosto, salía para Nueva York a fundar el Partido Revolucionario Dominicano, y estaba allí cuando
llegó Julia muy adolorida. Jimenes Grullón hacía con ella grandes escenas de celos.
Siempre se las hacía en mi casa. Yo nunca intervine en eso porque eran problemas
muy personales, pero fui testigo, por lo menos de oídas, de las escenas de celos
de Jimenes Grullón.
Después no volví a verla. Supe tres o cuatro años más
tarde que había muerto, y me contaron que se había dedicado a beber, y yo me explicaba
eso como el resultado del dolor que le causó su ruptura con Jimenes Grullón.
CV | ¿Cómo describiría a Julia? ¿Qué era lo que más le impresionaba
de ella?
JB | Julia era una mujer muy discreta, muy equilibrada. Si
uno no le preguntaba algo no intervenía en las conversaciones. Oía con mucha atención.
Tenía modales muy correctos. Se veía siempre muy limpia. Era una mujer elegante,
alta, de muy buena presencia, de color canela, y una lectora y estudiante muy buena,
porque pasaba horas enteras en la casa leyendo los libros que llevaba de la Universidad.
Vivía muy atenta a las noticias. En esos años estábamos
en plena Segunda Guerra Mundial, y aunque ella no era ferviente,
porque era muy discreta, sin embargo tenía siempre presentes las noticias; trataba
de oír radio, y cuando yo llegaba con los periódicos, inmediatamente cuando terminaba
de leerlos, ella los cogía, pero era para conocer las noticias de la Segunda Guerra Mundial.
Ella era partidaria de la independencia de su país, Puerto
Rico; muy partidaria, pero en nada era ella vehemente, ni siquiera en eso. A veces
pasaba, lo repito, horas enteras leyendo un libro, o encerrada en su habitación,
pero nunca le oí cotidianidades, o expresiones fuera del buen tono.
Hicimos un viaje a Trinidad, al que yo los invité, pero era por ella, porque
Julia oyó hablar de Trinidad en la Universidad y quería conocerla, y como yo conocía
Trinidad, cuando ella me preguntó varias veces cómo era Trinidad, le decía cómo
era, le describía algunas cosas y ella quería ir.
En esa época todavía Jimenes Grullón no había entrado a trabajar en el laboratorio,
porque yo se lo había propuesto varias veces, pero él no quería. Él creía que con
eso de ir a vender medicinas disminuía su personalidad, entonces los invité a los
dos, y nos quedamos en Trinidad tres días, porque usamos un día yendo a la playa,
y al día siguiente nos fuimos para La Habana.
CV | Usted de seguro conversó con Julia sobre poesía, la conoció
bien como poeta. ¿Qué piensa sobre la insistencia en clasificarla como una poeta
«intuitiva»?
JB | El poeta que no es intuitivo no es poeta. El problema
del Dr. Jimenes Grullón es que él tenía una mentalidad del siglo
XIX, y por eso creía que en la poesía debían hacerse demostraciones de capacidad
científica, o de cosas parecidas, como había sido la poesía del siglo XIX y de principios
del siglo XX, especialmente la poesía española, la poesía de Núñez de Arce por ejemplo, o la de Campoamor. Eso era lo que él creía que era poesía.
Es ahora, en este siglo XX, a partir de César Vallejo, y naturalmente después de Neruda, cuando la poesía de nuestra lengua ha venido
a ser lo que debió ser antes, es decir, pura creación poética, sin intervención
para nada de conocimientos de ninguna especie.
Es que la poesía es intuitiva, y si no es intuitiva no
es poesía.
CV | ¿Por qué entonces la insistencia contemporánea de que
todo poeta debe conocer a los clásicos?
JB | Los clásicos pueden ser interesantes desde el punto de
vista de conocer qué pensaba, y qué escribía, diríamos, Sor Juana Inés de la Cruz, o Santa Teresa de Jesús, o Lope de Vega; para saber qué cosas movían sus intereses,
pero no para seguirlos poéticamente, porque la vida de hoy no tiene nada que ver
con los tiempos de Lope de Vega o Sor Juana Inés de la Cruz.
CV | Cuando Neruda conoció a Julia vaticinó que sería una
de las grandes poetas de América... sin embargo...
JB | ¡Pero la conoció en mi casa! En mi casa la conoció Neruda,
en Jovellar 107. Neruda fue a comer allí conmigo. Jimenes Grullón estaba allí, y Julia, naturalmente. Lo
llevó Nicolás Guillén, porque Nicolás Guillén fue quien me
dijo que Neruda quería conocerme. Entonces yo los invité a comer, a él y a Neruda,
pero Nicolás tenía un compromiso previo ese día al mediodía y llevó a Neruda, lo
dejó allí y se fue.
Fíjate que Neruda, en un poema a Santo Domingo, me menciona con mi nombre, es decir cuando
llegó a Cuba, Neruda sabía quién era yo. Me parece que también fue en el año 42.
Fue cuando él conoció a Julia y su poesía. Yo le había
pedido a Julia que copiara algunos de sus versos para que él los leyera. Neruda
se los llevó y al día siguiente él daba un recital en el Ayuntamiento de La Habana.
Yo fui al recital, fue Julia, fue Jimenes Grullón, fuimos los tres y allí le pregunté a
Neruda qué le habían parecido los versos de Julia y él dijo que Julia estaba llamada
a ser una gran poeta de América.
CV | Sin embargo Julia no alcanzó esa dimensión, por lo menos
mientras estuvo viva.
JB | No, por una razón muy sencilla, porque no publicaba;
ni Jimenes Grullón se interesó en que ella publicara. Nunca hizo ningún esfuerzo
para que los versos de Julia se conocieran en Cuba. No hizo nada. Probablemente eso era parte de su
naturaleza celosa.
CV | Pero ya ella había publicado en Puerto Rico su Río Grande de Loiza y Poema en 20 Surcos...
JB | Sí, pero Puerto Rico era un espacio muy limitado desde
ese punto de vista. El intelectual puertorriqueño que no salía de Puerto Rico no
se conocía, igual que el dominicano; por eso no se conoció a Julia, pero Julia tenía
unas condiciones poéticas extraordinarias.
Julia tenía unas condiciones excepcionales y hay que
darse cuenta de que de eso hace ya 45 años, es decir, quien estaba de moda entonces
como poeta mujer era Gabriela Mistral. La poesía de Gabriela Mistral era una
poesía muy apegada a las fórmulas poéticas de aquella época, aunque con mucha belleza,
porque lo hacía con mucha belleza, y Julia no se dejó influir por ella...
CV | Como sabemos, en Puerto Rico la lucha por la independencia
está pasando por una etapa difícil, digamos de reflujo; sin embargo, es ahora cuando
la poesía de Julia se convierte en un estandarte...
JB | Por eso mismo...
CV | Me gustaría que analizara ese fenómeno, porque parece
ser que la poesía en los momentos difíciles se convierte en una bandera...
JB | Pero en una bandera en la medida en que esa bandera tiene
liderazgo, porque la bandera representa a la patria, pero no quiere decir que siempre
la bandera tiene liderazgo. Puede estar puesta en un sitio, y ahí está, y quien
la ve puede recordar algo, pero cuando tiene liderazgo no; cuando la bandera va
al frente del combate, de la lucha, la bandera tiene un liderazgo. En este caso,
precisamente porque hay un reflujo de la lucha independentista puertorriqueña, la
poesía de Julia adquiere los contornos de una bandera, pero de una bandera con liderazgo.
Por eso se publican tanto los versos de Julia, por eso los partidarios de la independencia
que tienen sensibilidad y verdadero sentimiento patriótico acuden a los poemas de
Julia. Es decir, este es un renacer de Julia. En su poesía ella renace.
CV | Lo que también dice algo sobre la función de la poesía...
la función social de la poesía...
JB | Claro que sí, de la poesía como la de ella, de la buena
poesía, porque la otra poesía, la poesía de exaltación de los valores personales,
la poesía a la mujer amada, ésa no dice nada; no es más que la expresión de un sentimiento
que puede ser bello, pero personal, siempre es de carácter personal.
CV | Tengo cierta información sobre la participación de Julia
en el exilio dominicano, aunque la que poseo es limitada. Sé que escribió un poema
contra Trujillo, que le escribió un poema a su mejor amiga, la dominicana Thelma Fiallo Cintrón, que pude recuperar; que quizás
participó en alguna velada artística contra la dictadura de Trujillo, pero ésa es
toda la información que he podido recopilar. ¿Recuerda usted algún evento o actividad
en que Julia participara activamente?
JB | No, porque como te dije, Julia era muy discreta.
Ella se colocaba en segundo plano a fin de que Jimenes Grullón quedara en primer plano. Ella era sumamente
discreta. Cuando había algún acto, si ella iba, se quedaba en el público, pero tenía
siempre esa explicación: Hacía eso para no opacar la presencia de Jimenes Grullón.
CV | ¿Y en cuanto a su participación en Cuba en la lucha por la independencia de Puerto Rico?
JB | Allí ella se puso en contacto con la esposa de Albizu.
Ella vio varias veces a la señora de Albizu, que estuvo unos meses en La Habana con su hijo Pedrito. Julia se vio varias veces con esta señora, e
incluso una vez fue Pedrito a casa a llevarle un mensaje. Yo estaba presente cuando
él llegó. Pero en Cuba no había más puertorriqueños que tuvieran actividad independentista.
En una ocasión pasó por La Habana un independentista del partido de Albizu Campos
y pasó a verla, pero no públicamente...
CV | Cuando regresé al país, en 1981, aquí prácticamente no
se conocía a Julia. Poca gente sabía sobre ella, por lo menos de mi generación,
y mucho menos los más jóvenes; por eso quiero preguntarle: ¿Cómo definiría usted
el aporte de Julia al quehacer específicamente femenino en el país? ¿Qué tiene Julia
que enseñarnos a nosotras?
JB | En la República Dominicana ha sucedido que en 25 ó 30 años
ha habido un desarrollo de la economía, y en ese desarrollo han aparecido plazas
para mujeres, mujeres que se han profesionalizado no solamente en carreras universitarias,
sino en otras actividades, por ejemplo, mujeres pintoras, poetas, altas funcionarias
de empresas, secretarias. Eso no se conocía aquí hace 50 años, había quizás una
o dos mujeres secretarias, pero ahora hay montones de ellas. Y naturalmente esa
actividad de la mujer en la vida diaria provoca algo así como lo que provoca una
piedra que cae en un estanque: una onda expansiva que se va abriendo en forma circular,
que va creciendo en forma circular.
CV | Que lo era, Julia se graduó y enseñó...
JB | Sí, ella se graduó, pero ése no era su papel. Su papel
era ser la poeta que ha sido. Ella hizo una poesía que no se conocía entonces entre
las mujeres de Puerto Rico, y yo diría que tampoco de los demás países de América.
Ella se adelantó en ese sentido a su tiempo, y es ahora cuando comienzan a aparecer
aquí los poetas de la categoría de Julia de Burgos, es decir, 42 años después de
su muerte, porque ésa es la distancia histórica que había desde el punto de vista
del desarrollo social, del desarrollo económico, y con el desarrollo económico surgen
otras consecuencias, entre Puerto Rico y la República Dominicana.
CV | También Julia era muy compleja porque era poeta, pero
estaba comprometida con el proceso político. Julia tampoco practicaba la moral burguesa
como se entiende, ni aún la de esa época que era mucho más intransigente que la
de ahora...
JB | Sí, pero es que el hecho de que ella sintiera la necesidad
de la independencia de Puerto Rico, con la fuerza y la profundidad con que ella
la sentía, te indica que Julia era una mujer excepcional. Ella no era solamente
una poeta excepcional sino una mujer excepcional, y te lo digo porque vivió en la
misma casa que yo, que no era una casa grande. En esa casa no había más que dos
habitaciones, la que ocupaban ella y Jimenes Grullón, y la que ocupaba yo, el comedor, la
sala y un pasillo, y viviendo en un espacio tan pequeño teníamos que conocernos.
CV | Así como encontré aquí gente que se conmovió con la poesía
y la vida de Julia, encontré también cierta resistencia a la difusión de su obra
porque era puertorriqueña. Yo atribuyo eso a que no se entiende nuestra historia
como naciones, y nuestro destino común como islas del Caribe.
JB | Sí, pero es que aquí no se considera a Puerto Rico como
parte de América Latina. Es muy difícil que una persona que no haya vivido o estudiado
en Puerto Rico considere a Puerto Rico como parte de América Latina...
CV | Pero eso es casi aceptar la posición norteamericana sobre
Puerto Rico...
JB | Es aceptar la posición norteamericana sobre Puerto Rico.
Y hay una cosa que quiero decirte ahora que vamos a cerrar esta charla: Que Julia
crece con el paso de los años. Julia ya no es una simple poeta puertorriqueña; Julia
es ya por lo menos una poeta del Caribe, conocida en El Caribe, y con el tiempo será conocida de toda América
porque su obra poética le da el derecho a ser conocida, y es inevitable que su obra
se irá propagando.
Fíjate, hay una frase de un sacerdote de un pequeño pueblo
peruano que a mí siempre me ha impresionado mucho, me impresiona que apareciera
en un pequeño pueblo peruano alguien capaz de decir lo que ese sacerdote le dijo
a Bolívar...
Eso se puede aplicar a Julia sin que signifique que uno está comparando
a Julia con Bolívar, porque la obra de Bolívar fue una obra política y guerrera
y la de Julia una obra poética. Fue aquello que le dijo el cura a Bolívar cuando
pasó por su pueblo: Vuestro nombre crecerá con los siglos como crece la sombra
cuando el sol declina.
NOTA
1. La entrevista se
realizó en Santo Domingo, el 16 de septiembre de 1987.
CHIQUI VICIOSO (República Dominicana, 1948). Poeta, dramaturga, ensaísta, ativista feminista. Foi diretora do Departamento de Educação da Pró-Família (1981-1985), ONG que oferece clínicas familiares e educação sexual. Ela também trabalhou como consultora regional em Santo Domingo sobre questões femininas (1987-1995) para a UNICEF. Em 1983 fundou o Círculo de Mulheres Poetas em Nova York. Em 2012, concorreu como candidata à vice-presidência pela Alianza País, um partido político. Enquanto morava nos EUA, Vicioso conseguiu manter contato com as artes na República Dominicana, fazendo reportagens para um periódico publicado pela Casa de Teatro e entrevistando escritores em Nova York. Também foi colunista do jornal Listín Diario Hoy, colaboradora do La Noticia (já extinto) e chefe da página literária “Cantidad Hechizada” do El Nuevo Diario. É colunista do jornal El Nacional. Livros de poesia de Vicioso incluem Viaje desde el agua (1981), Un extraño ulular traía el viento (1985), Volver a vivir: ensayos sobre Nicarágua (1985), Internamiento (1992) e Eva/Sión/es (2007). Vicioso publicou uma biografia da poetisa porto-riquenha Julia de Burgos, intitulada Julia de Burgos: La nuestra (1990). Como ensaísta, publicou Algo que decir (Ensayos críticos sobre literatura escrita por mulheres) (1991).
ROBERT EDMOND JONES (Estados Unidos, 1887-1954). Cenógrafo, iluminador e figurinista, conhecido por incorporar a nova encenação ao drama americano, este notável criador buscou sempre integrar elementos cênicos à narrativa, em vez de mantê-los separados e indiferentes da ação da peça. Seu estilo visual, muitas vezes referido como realismo simplificado, combinava o uso ousado e vívido de cores e iluminação simples, mas dramática. Seus projetos inovadores para a American Opera Company de Vladimir Rosing em 1927 e 1928 foram elogiados pela crítica. Jones também trouxe seu estilo expressionista para muitas produções realizadas pelo Theatre Guild, com designs inovadores para The Philadelphia Story (1937), Othello (1943) e The Iceman Cometh (1946). O maior sucesso comercial de Jones foi com The Green Pastures (1930), que, se incluirmos seu renascimento em 1951, teve um total de 1.642 apresentações. Seu livro The Dramatic Imagination é considerado a obra definitiva sobre a cenografia moderna da primeira metade do século XX. Robert Edmond Jones é o artista convidado da presente edição da Agulha Revista de Cultura.
Agulha Revista de Cultura
Número 247 | janeiro de 2024
Artista convidado: Robert Edmond Jones (Estados Unidos, 1887-1954)
editora | ELYS REGINA ZILS | elysre@gmail.com
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∞ contatos
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