segunda-feira, 15 de janeiro de 2024

MARÍA DEL MAR LÓPEZ-CABRALES | La mujer revolucionaria antes de la Revolución cubana: logros y vicisitudes



Introducción

En una entrevista que me concedió en su casa en Miramar (La Habana) la recientemente fallecida estudiosa y crítica de la literatura cubana, Nara Araújo, en julio de 2004, me comentó un hecho trascendente para tener en cuenta al acercarnos a la historia de la lucha de la mujer cubana desde los comienzos hasta la actualidad. Con respecto a mi comentario sobre la ausencia de producción literaria femenina durante la Revolución, [1] Araújo explicaba que esta se debía más al desarrollo cultural del país que al menosprecio de la escritura de la mujer:

 

El feminismo en Cuba es muy de vanguardia y tuvo en los primeros años del siglo xx conquistas muy importantes. […] hubo feminismo de izquierdas, pero, con el triunfo de la Revolución, esa lucha del feminismo anterior, que tenía que ver con los derechos de la mujer en una sociedad burguesa, no desaparece […] sino que se incorpora a un proyecto general de nación.

 

Araújo, en esta misma ocasión, indicaba que, definitivamente, durante la Revolución, el feminismo se veía como algo asociado a lo imperial, y que era un discurso que no tenía razón, porque si la Revolución se encargaba de darle todo a la mujer, [2] no se veía necesario hablar de feminismo ya que el objetivo principal de la Revolución era la lucha de clases.

No obstante, a pesar de esta ausencia de creación de un discurso teórico feminista a partir del triunfo de la Revolución, no podemos negar que todas estas medidas tomadas para garantizar la participación total de la mujer en el proceso revolucionario cubano fueron, en cierta medida, influidas por las luchas sociopolíticas de las sufragistas y feministas que no cejaron en su intento de darle voz y voto a la mujer cubana desde comienzos del siglo xix.

En una entrevista realizada en el año 2005 a Julio César González Pagés, [3] Alina Martínez Triay le preguntaba sobre el comienzo de la lucha por el voto femenino cubano y el profesor cubano le recordaba que, ya desde el siglo xix, el club revolucionario Esperanza del Valle, de Cienfuegos, fundado en 1896 y presidido por Edelmira Guerra, realizó el primer pedido de sufragio del que se tiene referencia entre los llevados a cabo por las mujeres cubanas como parte de una agrupación femenina. Otras sufragistas destacadas de la época fueron la pedagoga María Luisa Dolz, y la escritora Aurelia Castillo.

No obstante, como comenta González Pagés en esta misma entrevista, la lucha femenina por el derecho al voto estuvo estrechamente ligada al movimiento feminista. En 1912 fue creado en La Habana el Partido Nacional Feminista, presidido por Amalia E. Mallén de Ostolaza. Esta asociación, además del voto a la mujer, también tenía en su agenda otras muchas reivindicaciones para las mujeres trabajadoras, lo cual nos confirma que, aunque la lucha feminista sea después silenciada como tal por la Revolución por su impronta burguesa o imperial –en contra de los ideales marxistas–, las cubanas que protagonizaban protestas y organizaban congresos feministas en las primeras décadas del siglo xx, poseían una conciencia social que iba más allá de su estatus y clase.

González Pagés incluso llega a afirmar que “estas primeras sufragistas eran objeto de burlas por algunos, que las tildaba de “marimachas”, sus sedes y publicaciones fueron atacadas y hasta una de estas luchadoras fue violada, pero a pesar de esta campaña de descrédito se mantuvieron en sus posiciones” (Martínez Triay 1).

A esta lucha infatigable, a la creación de El Club Femenino de Cuba en 1918, de la Federación Nacional de Asociaciones Femeninas de Cuba en 1921 y, en concreto, a los dos congresos de mujeres que se celebraron en La Habana en 1923 y 1925, quisiera dedicar mi artículo, ya que fueron el origen del debate sobre el sufragio femenino en el ámbito nacional cubano. Las ideas progresistas y pluralistas debatidas en estos congresos supusieron una base inestimable para el futuro de la mujer cubana, su lucha por la igualdad y en contra de la discriminación que muchas sufrían no solo por su género, sino también por su condición racial y social.

Julio César González Pagés comenta que:

 

El movimiento sufragista de mujeres en Cuba surge en la primera década del siglo xx para luchar, fundamentalmente, por la obtención del voto femenino. [4] Las organizaciones que se crearon para desarrollar este programa, no solo abordaron los problemas de la igualdad política sino también otros de carácter social y laboral, tales como el divorcio y la patria potestad, lucha que culminó con la aprobación de la Ley de la Patria Potestad en 1917 y la Ley del Divorcio en 1918, que tuvieron la primacía en Cuba antes que en el resto de los países de Hispanoamérica. La concesión del derecho al sufragio en 1919 por muchos países participantes en la Primera Guerra Mundial incidió también en la ampliación del programa de lucha de este movimiento. Estas nuevas ideas se manifestaron con el surgimiento del “Club Femenino de Cuba”, vanguardia del discurso de la emancipación y promotor del surgimiento de la “Federación Nacional de Asociaciones Femeninas de Cuba”, la que convocó a los dos congresos de mujeres que se celebraron en La Habana en 1923 y 1925, eventos de gran pluralidad de ideas y difusores principales del debate sobre el sufragio femenino en el ámbito nacional. (González Pagés 2009)

 

En cuanto a la Federación Nacional de Asociaciones Femeninas de Cuba y el Club Femenino de Cuba se comenta que fueron el primer intento de unificación de las mujeres en Cuba. Julio César González Pagés y Leonardo Tur Broche afirman en un artículo que:

 

[…] la creación el 3 de julio de 1918 de la organización Club Femenino de Cuba fue un paso significativo en las aspiraciones de crear otro tipo de asociación involucrada con otras de iguales fines en el mundo (Keaditor, 1971). El conocimiento de la procedencia social y económica de sus dirigentas nos permite calificarlas como un grupo heterogéneo integrado por periodistas, intelectuales, abogadas y maestras, quienes tuvieron desde su inicio la mirada recelosa de otras organizaciones que no perdonaban un desliz. (González Pagés y Tur Broche 1)

 

Para estos autores, el Club Femenino de Cuba fue una organización que desarrolló una intensa actividad por los derechos de las mujeres:

 

[…] encabezando importantes campañas favorables al sufragio femenino, reivindicaciones para las trabajadoras, asistencia social y otras. El 30 de noviembre de 1921, por iniciativa del Club Femenino, se crea la Federación Nacional de Asociaciones Femeninas de Cuba (FNAF), la cual tuvo como principal objetivo: “Fomentar la unidad entre las asociaciones femeninas, procurando afianzar una organización que tenga como nexo la comunidad de intereses y afinidad de aspiraciones”. Este afán unitario también lo animaba la posibilidad de tener una mayor representatividad en los congresos internacionales femeninos, los cuales exigían una organización previa a nivel nacional. (González Pagés y Tur Broche 2)

 


Algunas de las acciones que se desarrollaron por parte del Club Femenino de Cuba fueron más allá que las realizadas por otras organizaciones de mujeres cubanas anteriores, ya que el Club Femenino de Cuba:

 

[…] fundó escuelas nocturnas para obreras y otras para la enseñanza del comercio; creó la primera institución formadora de niñeras que funcionó en el país. También le pidió al gobierno importantes leyes, como la de la silla, que le permitiría a las empleadas que trabajaban más de 6 horas disponer de estas para cuando no fuera necesario permanecer de pie; la ley del 50% de empleadas donde se vendían artículos femeninos, y otras de carácter social, como la lucha contra la mendicidad infantil, las drogas y la prostitución. (En busca de un espacio…)

 

Pero sin duda, una de las acciones más significativas de este grupo fue “la creación de la cárcel de mujeres de Guanabacoa, donde se reeducaban reclusas, a las que se les ofrecían cursos de instrucción primaria, y de corte y costura, además de garantizarles camas, ropas y alimentos”. (En busca de un espacio…)

En 1921, por iniciativa del Club femenino de Cuba, se creó la Federación Nacional de Asociaciones Femeninas de Cuba (FNAF) que estaba compuesta por cinco asociaciones: Club Femenino de Cuba, Congreso Nacional de Madres, Asociación de Católicas Cubanas, Asociación Nacional de Enfermeras y Comité de la Creche Habana Nueva. En total contaban con ocho mil mujeres afiliadas.

El discurso de esta Federación transgredía la forma tradicional de representación de las mujeres cubanas, situándolas a niveles de integración parecidos a los que los hombres acostumbraban; sin dejar de resaltar la maternidad y sus roles de participación tradicional: marital y maternales, como punto fundamental del reglamento constitutivo. La FNAF, a propuesta de su presidenta Pilar Morlón de Menéndez, acordó la celebración anual de un congreso donde “pudieran tomar parte todas las mujeres de Cuba, fueran o no asociadas, para exponer allí su intelectualidad, cambiarse de impresión sobre todos los asuntos de importancia para la mujer” (Memoria del Primer Congreso, 1924). El día 11 de octubre de 1922, se determinó en sesión extraordinaria, celebrar un congreso nacional, el cual constituyó la primera experiencia de este tipo para América Latina. (González Pagés y Tur Broche 3)

En su artículo “Construcción de la ciudadanía femenina cubana a inicios del Siglo xx. Influencias del Sufragismo y el Feminismo (1898-1925)”, así como en su libro En busca de un espacio: Historia de mujeres en Cuba, Julio César González Pagés da cuenta de los dos congresos organizados por la Federación Nacional de Asociaciones Femeninas de Cuba y el Club Femenino de Cuba, eventos históricamente trascendentales para el estudio de la lucha de la mujer cubana, ya que en los mismos se sembrarán las semillas de lo que posteriormente será la “revolución dentro de la revolución”, denominación que el mismo Fidel Castro dio al cambio drástico que tenían que dar las mujeres cubanas y a la necesidad de su participación activa en todos los ámbitos de la sociedad para que se produjera el verdadero triunfo del proyecto revolucionario después de 1959.

En cuanto al primer Congreso (1923) se sabe que la participación “fue abierta a todas las organizaciones femeninas del país a partir de cuatro bases que debían ser cumplidas y en las que se exhortaba a no emitir criterios desfavorables contra el feminismo o el sufragismo y a no hacer proselitismo religioso o político” (En busca de un espacio…).

El Comité Ejecutivo del Congreso estuvo presidido por Pilar Morlón de Menéndez, quien fue secundada por un multifacético grupo de mujeres de las diferentes organizaciones y regiones del país (Memoria del Primer Congreso, 1924). Gonzáles Pagés comenta que:

 

El Primer Congreso Nacional de Mujeres se reunió en la Academia de Ciencias de La Habana, del 1 al 7 de abril de 1923 […]. En el acto inaugural, celebrado el domingo 1 de abril, a las nueve de la noche, en el Teatro Nacional, y ante una concurrencia que lo abarrotó, Pilar Morlón pronunció un discurso donde ella misma explicaba la revolución que se estaba produciendo en Cuba:

 

Una revolución, sí, efectivamente es, revolución pacífica o evolución, no importa el nombre, pero algo nuevo, algo desconocido entre nosotros, donde hasta hoy la mujer tuvo sus actividades limitadas a un papel humildemente pasivo, algo cambiado inexorablemente en la marcha habitual de nuestras cosas [...] Es ésta nuestra Revolución. (Memoria del Primer Congreso, 1924)

 

Las palabras de Morlón no estuvieron lejos de lo que pasó, se habló de temas ecológicos, nacionalistas, sociales, políticos, económicos y de legislación obrera. (En busca de un espacio…)

Las ponencias oficiales al Congreso fueron distribuidas en diferentes temas, el primero dedicado al derecho al voto para las mujeres. La primera de las ponencias, titulada “Sufragio Femenino”, fue expuesta por Pilar Jorge de Tella, en un emocionado discurso, y era tan alto el tono de su voz que se oía en la calle. En ella puntualizó que: “[...] nadie ignora que el sufragio es la garantía reafirmadora de la personalidad del individuo” (Memoria del Primer Congreso, 1924), (En busca de un espacio…).

Otras tres intervenciones se defenderían con igual nivel de pasión, llegando a calificar la exclusión de la población femenina como una “inmoralidad social” (Memoria del Primer Congreso, 1924). La más orgánica de las ponencias presentadas fue la de Hortensia Lamar, aplaudida delirantemente con gritos de “¡Voto para la mujer!”. Ella afirmaría que el sufragismo no era la desviación del feminismo, sino una modalidad que permitiría “la igualdad política en la ciudadanía” (Memoria del Primer Congreso, 1924), (En busca de un espacio…).

El tema del sufragio femenino fue el punto en el que coincidieron todas las ponentes de este Primer Congreso Nacional de Mujeres en Cuba. De las conclusiones aprobadas aquí, la primera fue:

 

[…] que se emprenda por todas las mujeres de la República una campaña intensa para obtener el voto, como primera medida de profilaxis social. (Memoria del Primer Congreso, 1924)

 

y la última:

 


Trabajar intensa y eficazmente, con todos los medios lícitos a nuestro alcance y sin contraer compromisos con ningún partido para obtener el derecho al sufragio. (Memoria del Primer Congreso, 1924) (En busca de un espacio…)

 

El Primer Congreso Femenino llamó la atención de la prensa en general y permitió que un importante grupo de mujeres empezara a realizar un nuevo tipo de periodismo alejado de los “recetarios de cocina y atenciones domésticas” (de la Torriente, 1985).

El Segundo Congreso Nacional de Mujeres, celebrado del 12 al 18 de abril de 1925, en el mismo lugar en el que se realizó el anterior, contó con la presencia del presidente electo (Machado). Este hecho, a pesar de ser criticado con posterioridad, ha de ser entendido políticamente, ya que las sufragistas veían que la presencia de Machado daba esperanza a que se produjera el tan deseado sufragio femenino, el cual fue la demanda central de este Segundo Congreso. [5]

El tema del sufragio femenino fue encarado de una manera apasionada por parte de las líderes sufragistas Amalia Mallén, María Collado y Ana Batallé. Por otro lado, hubo muchas presentaciones que ahondaron el tema de una manera más orgánica y reflexiva, como las de las abogadas Graziella Barinaga y Ángela Zaldívar (En busca de un espacio…).

La ponencia de María Collado fue una de las mejores recibidas cuando expresó:

 

El voto es, señoras congresistas, un arma poderosísima en las manos de quien sabe ejercitarlo, él es también como un lazo de unión entre el ciudadano y la patria. Por mediación del voto demuestra el elector su civismo, su amor al suelo en que nació y su preparación para la vida pública, pues según él sepa elegir, demostrará que sabe sentir, que sabe pensar y que sabrá mantener, por sobre toda consideración, el amor a su bandera. (Memoria del Segundo Congreso, 1925) (En busca de un espacio…)

 

Según González Pagés, “la ponencia de Barinaga y Zaldívar tenía un interrogante en su título: “¿Es la cubana súbdita o ciudadana?”, en el que se cuestionaban la ciudadanía política de las mujeres. “¡Súbditas de un Estado soberano, ciudadanas de un Estado independiente, el pueblo de Cuba no se opone a concedernos el derecho del sufragio, sólo nos falta la capacidad política!” (Memoria del Segundo Congreso, 1925). Las palabras finales de Zaldívar fueron para pedir que las mujeres siguieran “serenas y tranquilas” ante la ignorancia de los hombres que las excluían; “[…] no podemos pretender que los seres hagan gala de aquello que les falta [...] el dique no detiene la corriente que puede derribarlo o que lo salta” (Memoria del Segundo Congreso, 1925) (En busca de un espacio…).

Es curioso resaltar el tono de las reuniones de este Segundo Congreso, el cual estuvo caracterizado por la pasión de sus ponentes, quizás por la certeza de que el derecho al voto para la mujer cubana estaba cercano, lo cual produjo desmayos, gritos y todo tipo de comportamientos vehementes. “La Junta de Gobierno de la Academia de Ciencias decidió no ceder más sus salones de actos [...] para evitar ataques histeriformes de damas” (CEMCYT, 1923-1925) (En busca de un espacio…). Esta decisión, sin duda, fue otro hecho que demostraba la discriminación a la que la mujer cubana se veía sometida, ya que en los hemiciclos de la Cámara de Representantes y en el Senado está comprobado históricamente que la conducta de los políticos no estaba lejos de lo que se presenció en este Segundo Congreso Nacional de Mujeres en Cuba.

Una de las polémicas de este congreso se debió a la presencia de organizaciones religiosas para criticar temas como el del reconocimiento de los hijos ilegítimos, lo cual hizo que El Club Femenino y las delegadas de tres provincias se retiraran del mismo (Domínguez, 1971). Pero no podemos olvidar que este Segundo Congreso se destacó por la presencia de la mujer negra trabajadora, representada por Inocencia Valdés, así como por la condena contra el aumento de la pornografía en Cuba (En busca de un espacio…).

González Pagés documenta que este congreso no estuvo caracterizado por la unidad de opiniones, sino por la diferencia y, en algunos casos, la oposición y el descontento, hechos, por otro lado, como explicó la presidenta Pilar de Morlón, que demostraban que el movimiento sufragista en Cuba estaba vivo y que, como mujeres, estaban creciendo.

En el discurso de clausura de este Segundo Congreso Nacional de Mujeres en Cuba, la presidenta del evento, Pilar Morlón, comentó muy acertadamente:

 

Indudablemente todas no pensáis de igual modo, pero eso no es un mal. No dais vuestra adhesión a los mismos sistemas, pero tampoco eso es un mal. No es un mal otorgar su preferencia a unos métodos sobre otros. Tanta variedad en el pensamiento es signo de vitalidad y no sólo no es malo, es bueno, es útil. (Memoria del Segundo Congreso, 1925) (En busca de un espacio…)

 

Desde la celebración de este congreso hasta el término de la etapa machadista (1933), el tema del sufragio femenino dividió a las mujeres cubanas dependiendo de si estas apoyaban o no al dictador. Cuando Machado escapó se produjo un caos total en el país y hubo que esperar hasta el gobierno del doctor Ramón Grau San Martín para que se anularan todas las medidas tomadas durante el gobierno machadista (incluyendo el derecho al voto femenino restringido). Sin embargo, el gobierno de Grau San Martín se caracterizó por la toma de medidas liberales y progresistas. La última sería favorable para las mujeres:

 

De forma sorpresiva, poco antes de verse obligado a renunciar a la Presidencia de la República por la posición de la nueva dictadura batistiana, […] el presidente Ramón Grau San Martín, por decreto ley de 10 de enero de 1934, otorgó a las mujeres el sufragio sin restricciones. (En busca de un espacio…)

 

Para terminar, me gustaría citar las palabras de la estudiosa cubana María Elena Calderín cuando en su artículo sobre los antecedentes del movimiento femenino cubano dice:

 

El movimiento feminista en Cuba, nacido en las primeras décadas del siglo pasado, cumplió un papel revolucionario al permitir la obtención de importantes reivindicaciones en fechas muy tempranas, tales como la Ley de la Patria Potestad (1917), La ley del Divorcio (1918) y la Ley del Sufragio Femenino (1934). [6] […] Otras conquistas han logrado las mujeres cubanas en todos los ámbitos de la vida nacional a partir del triunfo de la Revolución (1959). Durante el octavo congreso de la Federación de Mujeres Cubanas […] la labor fundamental de sus casi cuatro millones de afiliadas dista mucho de aquellos reclamos de principios del siglo pasado. Ahora su labor primordial es perfeccionar el trabajo de dirección a los niveles de base, involucrar en cada una de sus metas a las jovencitas, que serán, en definitiva, las continuadoras de aquella pléyade de valientes cubanas que se enfrentaron a las retrógradas ideas de su época e hicieron una Revolución. La Federación Nacional de Mujeres Cubanas, presidida, desde su nacimiento por la desaparecida Vilma Espín, no es más que el legado y la continuación de aquellas ideas por la reivindicación de la mujer.

 


De ahí el título de este texto, “La mujer revolucionaria antes de la Revolución cubana: logros y vicisitudes”. Podemos decir que estas cubanas de principios del siglo xx fueron las primeras mujeres revolucionarias del país por su lucha sufragista y en contra de muchas de las discriminaciones que sus congéneres sufrían en este tiempo. Esta antorcha luego sería retomada por la Revolución que seguiría implementando medidas para favorecer a la mujer cubana en todos los ámbitos de su vida. Las sufragistas y feministas de comienzos del siglo xx fueron las madres de otras heroínas de la patria como Melba Hernández, Celia Sánchez y Vilma Espín, presidenta de la Federación Nacional de Mujeres Cubanas hasta su muerte en el año 2007.

La Federación Nacional de Mujeres Cubanas es la entidad revolucionaria que más ha hecho por la mujer cubana desde su formación el 23 de agosto de 1960. Cuenta en sus filas con aproximadamente 3.600.000 afiliadas, superiores a los 14 años de edad. La Federación, cada cinco años, celebra un congreso –al igual que hicieron sus “madres”, las primeras sufragistas–, el cual es el órgano máximo de dirección en el que se discuten los resultados del trabajo, se adoptan nuevas estrategias y programas, y se elige su Comité Nacional y su secretariado. Sin la capacidad organizativa y el trabajo de las sufragistas y feministas cubanas de principios del siglo xx, sin la semilla que ellas sembraron, no hay duda de que el trabajo que realizó la Revolución por la mujer cubana posteriormente habría sido mucho más arduo. Por esto, creemos firmemente que hay que reconocer el esfuerzo y rendir homenaje a las fundadoras y luchadoras femeninas sufragistas de la Cuba de antes de 1959, puesto que ellas también fueron revolucionarias en toda regla.

 

Bibliografía

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Astelarra, Judith. Participación política de las mujeres. Madrid: Siglo Veintiuno de España Editores S.A., 1990.

Borrero, Dulce Maria. Discurso. La Habana: Imprenta y Papelería de Rambla, 1938.

Calderín, María Elena. “Del movimiento femenino cubano, sus antecedentes”. (2010). En http://www.mujeres.co.cu/articulo.asp?a=2009&num=435&art=40

Campuzano, Luisa. “La mujer en la narrativa de la Revolución: ponencia sobre una carencia” (1984) pp. 66-104 en Quirón o del ensayo y otros cuentos. La Habana: Letras Cubanas, 1988.

Caraballo Sotolongo, F. Mujeres, ¡A las urnas y al hogar! El Feminismo y América Latina. Homenaje a la Mujer Cubana. La Habana: Librería Cervantes, 1918.

Collado, María. “Quienes fueron las primeras”. La Habana: Fondo Donativos y Remisiones del Archivo Nacional de Cuba (ANC), 1915.

De la Torriente, Loló. Testimonio desde dentro. Ciudad de La Habana: Editorial Letras Cubanas, 1985, p. 122.

Domínguez N., O. 50 años de una idea. Madrid: Instituto Cubano del Libro, 1971.

Figueras, Francisco. La Intervención y su Política. La Habana: Imprenta Avisador Comercial, 1906.

Funes, Reinaldo. Debates Historiográficos. La Habana: Editorial Ciencias Sociales, 1999.

González Pagés, Julio César y Leonardo Tur Broche. “La Federación Nacional de Asociaciones Femeninas y el Club Femenino: primer intento de unificación de las mujeres en Cuba”. En http://www.redmasculinidades.com/resource/images/BookCatalog/Doc/00090.pdf

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___. Feminismo, sufragismo y machismo en Cuba: tres conceptos y dos mujeres” (2009). En http://palabrademujer.wordpress.com/2009/11/14/feminismo-sufragismo-y-machismo-en-cuba-tres-conceptos-y-dos-mujeres-2/

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Keaditor, A. The Ideas of the Woman Suffrage Movement. 1890-1920. New York: Anchor Books, 1971.

López-Cabrales, María del Mar. Arenas cálidas en alta mar: Entrevistas a escritoras contemporáneas en Cuba. Santiago de Chile: Editorial Cuarto Propio, 2007.

Martínez Triay, Alina. “La mujer cubana y el voto: de invisible a protagonista”. En http://edicionesanteriores.trabajadores.cu/fijos/cuba/elecciones/noticias/la_mujer.htm

Memoria del Primer Congreso Nacional de Mujeres organizado por la Federación Nacional de Asociaciones Femeninas. La Habana: Imprenta La Universal, 1924.

Memoria del Segundo Congreso Nacional de Mujeres organizado por la Federación Nacional de Asociaciones Femeninas. La Habana: Imprenta La Universal, 1925.

Peñarredonda, Magdalena. El Feminismo en Cuba. La Habana: Fondo Donativos y Remisiones del Archivo Nacional de Cuba (ANC), 2 de enero de 1913.

Pichardo, Hortensia. Documentos para la Historia de Cuba. La Habana: Editorial Ciencias Sociales, 1971, T. II.

 

NOTAS

(1) Véase Campuzano (1984).

(2) La Revolución asume el papel de garantizar que las mujeres puedan tener acceso a puestos de trabajo, igualdad de salarios, se crean círculos infantiles, se aprueba el Código de la Familia, se conceden licencias de maternidad, todo lo que se puede ver en el tercer cuento de la película Lucía y en Retrato de Teresa (López-Cabrales 54).

(3) Agradezco inmensamente a este estudioso la entrevista que me concedió en La Habana en julio de 2004, así como todos los textos que sobre el tema de la lucha sufragista y feminista en Cuba ha escrito, ya que mi ensayo en su mayoría, se basa en todas sus investigaciones y publicaciones.

(4) Este mismo estudioso comenta que “el sufragismo se hacía inevitable en Cuba. En tiempos del período presidencial del general José Miquel Gómez, del Partido Liberal (1909-1913), se crearon las primeras asociaciones legalmente registradas; la primera de ellas fue el Partido Popular Feminista, que se constituyó en La Habana en noviembre de 1912, con Emilia Pérez Viñas como presidenta. Un mes después se crearían otras dos: el partido de Sufragistas Cubanas, que presidía Digna Collazo, y la que fue más importante de las tres, el Partido Nacional Feminista” (En busca de un espacio 55). De hecho, esta última asociación fue fundada en la casa de Amalia E. Mallén de Ostolaza, una de las mujeres que, años después, destacaría por sus presentaciones a viva voz en el Primer y Segundo Congreso Nacional de Mujeres en Cuba. A pesar de las divisiones que existían entre sus miembros debido al personalismo que caracterizaba al partido, se decidió fusionar el Partido Nacional Feminista, el Partido Popular Feminista y el Partido de Sufragistas Cubanas que formarían el Partido Nacional Sufragista cuya presidenta sería Mallén de Olostaza. El Partido Nacional Sufragista sería el protagonista en la historia de Cuba durante la mayoría de los años (1914-1917) en los que Mario García Menocal, del Partido Conservador, presidió Cuba (1913-1917) (En busca de un espacio 57-59).

(5) “En la sesión solemne de apertura, en un breve discurso, afirmaba Machado “[...] que la mujer tiene derecho a ejercitar las funciones cívicas, ya que ese derecho aparte de la razón humana y universal que lo abona, surge también legítimamente, de los esfuerzos que la mujer cubana realizó en la lucha larga y terrible por la conquista de la República Cubana” (Memoria del Segundo Congreso, 1925: 61). La escena quedaría lista para otras jornadas de discusión acerca del sufragio” (En busca de un espacio 67).

 (6) De esta forma se convirtió Cuba en uno de los países con uno de los más importantes movimientos feministas de América Latina y uno de los tres primeros que tuvo el voto de las mujeres y la ley del divorcio. 




MARÍA DEL MAR LÓPEZ-CABRALES (Cuba, 1967). Catedrática de Literatura del Departamento de Lenguas y Literaturas Extranjeras de la Universidad del Estado de Colorado (EEUU) donde imparte diferentes clases de culturas y literaturas españolas y latinoamericanas. Es editora de la revista academica Confluencia desde otoño de 2017. Su línea de investigación se centra en los estudios de mujer en Latinoamérica y España en la época contemporánea. En su investigación se ha dedicado a analizar la escritura de mujeres como un espacio en el que éstas crean un discurso sociohistórico y se comunican unas con otras. Ha publicado los libros Marinera en tierra adentro. Edicion anotada de la obra narrativa de Pilar Paz Pasamar (2013), Ropiendo las olas durante el periodo especial. Creación literaria y artística de mujeres en Cuba (2008), Arenas cálidas en alta mar. Entrevistas a escritoras contemporáneas en Cuba (2007), y Una isla con cara de mujer. Prominentes mujeres de la cultura en Cuba (2007). También ha publicado los libros La pluma y la represión: Escritoras contemporáneas argentinas (2000) y Palabras de mujeres. Escritoras españolas contemporáneas (2000). Fue Secretaria de la Asociación Internacional de Literatura Femenina Hispánica y ha sido profesora invitada en la Universidad de Cádiz (1999), y en el programa Semester at Sea (2000, 2001 y 2017). En 2003 y 2009, fue la consejera del programa de intercambio del Departamento de Lenguas y Literaturas Extranjeras de la Universidad del Estado de Colorado en La Universidad de Alcalá de Henares en Madrid (España). En 2019-2020 el College of Liberal Arts le concedió el John N. Stern Distinguished Professor Award y en 2020 el Centro de Estudios de la Mujer y de Estudios de Género le otorgo el Hazaleus Award por su labor como investigadora de estudios de la mujer y de género y como mentora de otras mujeres en la universidad.



ROBERT EDMOND JONES (Estados Unidos, 1887-1954). Cenógrafo, iluminador e figurinista, conhecido por incorporar a nova encenação ao drama americano, este notável criador buscou sempre integrar elementos cênicos à narrativa, em vez de mantê-los separados e indiferentes da ação da peça. Seu estilo visual, muitas vezes referido como realismo simplificado, combinava o uso ousado e vívido de cores e iluminação simples, mas dramática. Seus projetos inovadores para a American Opera Company de Vladimir Rosing em 1927 e 1928 foram elogiados pela crítica. Jones também trouxe seu estilo expressionista para muitas produções realizadas pelo Theatre Guild, com designs inovadores para The Philadelphia Story (1937), Othello (1943) e The Iceman Cometh (1946). O maior sucesso comercial de Jones foi com The Green Pastures (1930), que, se incluirmos seu renascimento em 1951, teve um total de 1.642 apresentações. Seu livro The Dramatic Imagination é considerado a obra definitiva sobre a cenografia moderna da primeira metade do século XX. Robert Edmond Jones é o artista convidado da presente edição da Agulha Revista de Cultura.


 


 

Agulha Revista de Cultura

Número 247 | janeiro de 2024

Artista convidado: Robert Edmond Jones (Estados Unidos, 1887-1954)

editora | ELYS REGINA ZILS | elysre@gmail.com

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