Una de las exposiciones singulares que actualmente se
llevan a cabo este verano en Washington es “Los Griegos: de Agamenón a
Alejandro El Grande – 5.000 años de cultura griega”, en el museo de la National Geographic Society. Hasta el 10 de Octubre pueden apreciarse
cerca de quinientos objetos que dan fe
del nacimiento y evolución de una cultura que dio origen en gran parte a la
mentalidad occidental, perdurando por más de 2.000 años. La capital norteamericana es la única escala
de la exposición en la costa este de los Estados Unidos.
Tenía
planeado desde la semana pasada visitarla este último domingo, luego del
almuerzo, y efectivamente lo hice.
Llegué
al lugar, en el centro de Washington sobre la calle 17 entre L y M. Al entrar las
galerías estaban prácticamente vacías, pero en un abrir y cerrar de ojos comenzaron
a llenarse con toda clase de gentes, incluyendo algunos chiquillos que se
trepaban encima de la vitrinas como si fuera un parque de diversiones. Por ello
me di cuenta que están construidas a prueba de terremotos. Los papás muy indolentes
permitían toda clase de impertinencias, muy campantes. Observar el
comportamiento de padres e hijos me produjo el temor de que la educación no
tiene futuro.
Los
padres de familia probablemente esperaban algo ligero para entretener sus
hijos. Quizá fue la impresión que les produjo la réplica en madera del Caballo
de Troya, levantada afuera sobre los jardines de la calle M. Adentro en la
exposición una zona ofrecía oportunidades didácticas pero se ve que resultó
poco atractiva porque los chiquillos y sus progenitores rápidamente
desaparecieron.
Me
concentré en la muestra. Cuatro horas tomó el recorrerla en detalle, leyendo
cada texto y mirando con atención los videos complementarios, la mayoría
cortos. Terminé justo al momento de cerrar, 6 p.m.
La
museografía con algunas, muy pocas replicas introducidas para explicar algunos
procesos, divididas en varios periodos, seis o siete si mal no recuerdo es
impecable. La sección dedicada al período clásico y la hegemonía de Atenas
permiten deducir que en lo humano, mientras los griegos avanzaron notablemente,
después de ellos no hemos progresado mucho que digamos. El hombre, al
contrario, sigue debatiéndose entre sus intereses creados e incongruencias, así
haya evolucionado en lo tecnológico. No por ello las otras secciones tienen
menos interés. Desde un comienzo, las tallas en mármol, y las decoraciones en
arcilla de los periodos Neolítico y Cicládico permiten deducir la tremenda
capacidad de síntesis y poder expresivo de los creadores, así como los
utensilios de uso doméstico y funerario de las cultura Minoica y Micénica en Creta y
vecindades. Cinco mil años después Constantin Brancusi no parece, de pronto,
tan moderno.
Varios
Kouroi (en ambas versiones, masculino y femenina) abren la sección dedicada al período
arcaico. Posiblemente inspiradas respectivamente en Apolo y Atenea, el
simbolismo de estas pubescentes figuras de singular belleza y plácida sonrisa
concilia ideales de perfección física y probidad espiritual durante la
transición a la adultez. Kouros significa “joven de noble rango”
La
exposición constituye una gran lección que le da sentido a muchas de nuestras
tradiciones occidentales, aunque la democracia ateniense no era perfecta (permitía
la esclavitud, y las mujeres no tenía derechos, por ejemplo). El concepto de
que el individuo tiene que ganarse el derecho de ciudadanía con su
comportamiento democrático -- cívico,
ético y religioso-- es revolucionario
para su momento; encierra un principio de organización basado en valores
sociales inalienables, tremendamente racional. Lástima que hoy día ese
principio este tan maltrecho. La gente hoy no lucha por ganarse nada, todo lo
que quiere regalado, y a eso lo llaman derechos, pero no quiere oír hablar de
obligaciones.
Otro
ejemplo es el Kleroterion o Máquina de
Selección de Jurados, que ejemplifica el culto a la imparcialidad y el respeto
por la justicia.
La
“Ley contra la tiranía” que los atenienses emitieron en el año 336 BC, al
comienzo de la unificación griega luego de ser derrotados por Felipe II de
Macedonia es un documento de una lucidez contundente. Inscrita en mármol con un
relieve que ilustra a la Democracia coronando al pueblo (Demos), habla de la
prohibición de complotar contra las libertades y deberes del individuo, y las
garantías que cobijan a todo aquel que por protegerlos incurra en la muerte de
los tiranos.
Me
parece que es algo que nuestros guerrilleros de izquierda, o Maduro, o Evo
Morales, Rafael Correa y “Somocita Ortega” no saben o no les interesa entender.
La
imaginación es lo único que permite la visión del cielo a plena luz del día,
obscurecido por nubarrones de flechas persas descendiendo sobre Leonidas y sus
trescientos espartanos (y otros mil soldados entre tebanos y tespianos)
defendiendo en 480 BC el paso de
Termopilas, durante el segundo intento de invasión persa al mando del emperador
Jerjes, en venganza por la derrota infringida diez años antes a su padre, Darío
I, en Maratón. Una sombría instalación con docenas de esas flechas, encontradas
en el lugar de la batalla permiten evocar el valeroso, trágico incidente. Pero
es obvio que la razón claramente da a entender que la ambición humana, que no
se detiene ni satisface con atropellar a los demás para lograr su objetivos
requiere, además de arrogancia, fuerza y violencia, de un traidor. También pone en evidencia que la unión
invocada en tiempos de crisis (y vapuleada en otras circunstancias, como hace
poco sucedió con el Brexit), es capaz, con determinación, de superar escollos
cuando la desventaja en recursos hace predecible la derrota, como ilustra la
subsecuente victoria de la flota griega en Salamina.
La
primera Olimpiada se estima que fue celebrada por primera vez en el año 776 BC
en honor al Dios Zeus, en Olimpia, península del Peloponeso, sur de Grecia. Los
juegos cuatrienales se convirtieron en una tradición de siglos suspendida por
mil quinientos años luego de la invasión romana alrededor del año 100 BC,
revivida en 1896 en Atenas, perdurable hasta nuestros días. La tradición cuenta
que fueron establecidos por Heracles (Hércules). Las ciudades-estados acordaban
suspender sus hostilidades durante la celebración de los juegos, y los
ganadores era premiados y considerados héroes, muy similar a lo ocurre hoy día.
Pero asimismo había juegos regionales, y en Atenas, por ejemplo, las
competencias deportivas iban la par de otras intelectuales y artísticas.
El
folleto que acompaña la exposición incluye algo llamativo: las referencias que
reflejan la mutación del estilo griego (dórico, jónico y acanto), y su versión
romana sobre muchos edificios emblemáticos de la ciudad (ilustrados en el
folleto), dado que la ciudad de Washington fue diseñada con los principios del
urbanismo y arquitectura neoclásicos. Jefferson era un admirador de Grecia y
Roma, y en consecuencia existen muchos edificios que, construidos luego de la
independencia norteamericana reflejan el estilo de Andrea Paladio, desde el
Capitolio hasta la Casa Blanca.
Es
una exposición que da pie para una larga conversación con buenos amigos,
excelente comida griega y vino (este de pronto es mejor que sea francés,
chileno o argentino), aunque para mirarla es mejor ir solo; de otra forma, no terminaría uno nunca de
visitarla por completo.
FÉLIX ÁNGEL (Colombia, 1949). Artista,
arquitecto, curador, escritor, y gestor cultural. Vive en Washington DC, hace
cuarenta años. Cuenta con más de cien exposiciones individuales y cuatrocientas
colectivas, ferias, y bienales en las Américas y Europa. Ha publicado ocho
libros y realizado nueve obras murales (públicas) en Colombia. Ha recibido
numerosos reconocimientos incluyendo el premio por "Liderazgo visionario
de las artes" de la Ciudad de Washington. Visite: www.felixangel.com. Contacto: felixalbertoangel@gmail.com. Félix Ángel es el artista convidado de
esta edición de ARC.
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Agulha Revista de
Cultura
Fase II | Número 18 |
Julho de 2016
editor geral | FLORIANO MARTINS | floriano.agulha@gmail.com
editor assistente | MÁRCIO SIMÕES | mxsimoes@hotmail.com
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