En Occidente, partiendo de las experiencias asumidas en la escritura desarrollada por diversos autores en el siglo XIX, los creadores del siglo XX buscaron penetrar el tejido del lenguaje hacia otras manifestaciones de aprehender la realidad. Hasta la exasperación las palabras fueron sopesadas, al punto de llevarlas a relaciones y analogías al límite de lo arbitrario, consiguiendo con ellas desentrañar el ideario por donde el ser humano es conducto a la domesticidad. En ese momento es fundamental para los creadores descubrir la trama que encubre el mundo y lo hace aberrante en sus principios de realidad y de otredad, mundo signado en estímulos surtidos por el miedo y el lastre del pecado “original”. Entonces, vueltos hacia los abismos de su realidad los poetas y los escritores, desde el lenguaje y en una escritura próxima al vértigo del abismo mismo, se dan a la tarea de encontrar imágenes y percepciones antes no concebidas para la literatura y para el ejercicio de la existencia humana en la cultura. Tales experiencias entran a la literatura como expresión de un mundo no compacto en sus principios, mundo en el cual no es posible determinar el destino, ni la condición humana, ni el de la naturaleza en cualquiera de sus manifestaciones. Una escritura comportándose como el caos del universo que no se detiene en su constante creación. En Hispanoamérica esto es explorado por los poetas y prosistas que fundan su escritura en las búsquedas aportadas por el Modernismo. Su vanguardismo es resultado de sus diálogos y rupturas con dicho movimiento y sus conexiones en el contexto occidental y universal.
En Buenos Aires, en noviembre de 1928 y en diciembre de 1930 son publicados los números 1 y 2 de la revista Que y en ellas los primeros textos y poemas de Aldo Pellegrini (1903-1973) bajo los seudónimos de Adolfo Este y Filidor Lagos. Los dos números de la revista fueron la expresión de las experiencias compartidas por un grupo de amigos reunidos alrededor de las búsquedas vanguardistas, en particular de la surrealista. En el “Pequeño esfuerzo de justificación colectiva” texto que abre el número 1, dicen: “justificación de esta revista: Buscar en la expresión la evidencia de nuestra propia y oculta estructura (palabra, espejo del hombre) y quizás también algo como una necesidad irresistible de pensar en voz alta”. Los otros integrantes fueron Marino Cassano, Elías Piterbarg, David J. Sussman e Ismael Piterbarg. Todos acudieron al uso de seudónimos para firmar sus textos y poemas.
Así iniciaba Aldo Pellegrini su amplia e íntima labor poética en la Argentina y en Hispanoamérica. En esta labor es apreciable su capacidad de difusor de la obra de poetas y artistas plásticos que con sus creaciones oxigenaban los ámbitos culturales de su momento. Además de participar en la fundación y edición de varias publicaciones y revistas literarias dirigió la colección Los poetas, publicada por Fabril Editora y lanzada en 1961, empresa con la que contribuyó al conocimiento de un amplio espectro de la moderna poesía escrita en Occidente. En la misma publicó su selección y traducción de la Antología de poetas surrealistas de lengua francesa, la cual permitió a más lectores entrar en contacto con la escritura poética de los iniciadores del movimiento y de algunos de sus asociados. Otro de sus característicos aportes es la publicación, en 1963, de la traducción que hace de las Obras completas del conde de Lautréamont: Los cantos de Maldoror, Poesías y Cartas, con un estudio detallado sobre la existencia y la obra del poeta, sus orígenes literarios y sus aportes. También en 1971 traduce de Antonin Artaud su Van Gogh, el suicidado por la sociedad, a la que integró un prólogo donde hace claridad sobre la condición del poeta en estos tiempos de intemperie y oscurantismo.
En sus ensayos Aldo Pellegrini es punzante, pues se da a desenmascarar las artimañas de aquellos que ofertan la poesía como un espectáculo huero. Al descubierto quedan quienes pretenden empotrar la poesía como un producto más de la sociedad de consumo, intentando desactivar su impacto revelador. Aquellos que pretenden deslegitimar los sentidos del acto poético cuando no se somete al servicio de una cuadrícula donde se determinan las condiciones para la existencia y los impuestos para la misma, sus nociones ideológicas o de fe.
En octubre de 2001 la Editorial Argonauta publica la primera edición de La valija de fuego (Poesía Completa) de Aldo Pellegrini, precedida por una “Nota del editor” y un texto del autor: “La acción subversiva de la poesía” tomado de su libro de ensayos Para contribuir a la confusión general (1965). La compilación y notas es de Mario Pellegrini. En el apéndice se reproducen textos de Rodolfo Alonso, Edgar Bayley, Enrique Molina y Francisco Madariaga. La compilación se abre con Que (1928-1930) agrupación de los poemas y textos publicados por Pellegrini en la revista de mismo nombre en sus inicios como poeta. En estos prevalece el automatismo de la palabra asiéndose a una noción de la realidad a través de imágenes que se exploran en el acto de la construcción y deconstrucción de sus significados y, por ende, de sus contenidos. Palabras en imágenes igual a un “Remolino inacabable de frases apasionadas”, tal como se puede leer en uno de sus textos titulado “Preferencia por los signos de olvido”. Búsqueda no sujeta a la lógica del discurso poético impuesto por las preceptivas oficiales. Son ruptura e inicio, provocación y malestar.
Después de Que, el lector se encuentra con El muro secreto (1949), primer libro publicado por Aldo Pellegrini, en edición de 250 ejemplares numerados. Son más de 19 años los sucedidos entre la publicación de los textos y poemas agrupados en Que y los reunidos en El muro secreto. Los otros títulos que completan la edición son: La valija de fuego (1952), el cual se abre con un epígrafe de Gracián: “Todo este universo se compone de contrarios / y se concierta de desconciertos”, versos que podrían abarcar la obsesión poética donde se funda la escritura de Pellegrini. Construcción de la destrucción (1957), Distribución del silencio (1966). Luego son incluidos Otros poemas (1952-1972), publicados en diferentes revistas a lo largo de esos años. Y cierra el libro: Escrito para nadie (1972- 1973), del cual se dice en nota del editor: “Este libro no llegó a ser terminado. Se encontraba en proceso de elaboración al fallecer su autor, en 1973. Varios poemas esperaban la corrección definitiva; es probable -dada la extrema exigencia que se imponía en su trabajo- que muchos textos hubieran sido excluidos…”. La primera edición fue publicada por Editorial Argonauta en 1989 en Buenos Aires, misma ciudad donde fueron publicados todos los títulos arriba nombrados.
El texto impreso como prólogo en Escrito para nadie revela la elíptica donde fue haciéndose la obra poética de Aldo Pellegrini. En el mismo el poeta nos dice: “La poesía es una gran aventura. // Cada poema es una nueva aventura y una exploración. Aventura en los continentes desconocidos del lenguaje, exploración en la selva virgen de los significados. La poesía quiere expresar con palabras lo que no pueden decir las palabras. Cada palabra tiene un secreto mágico que es necesario extraer. Pero en definitiva, admiro sólo a los aventureros de la vida. En cuanto a mí, me resigno a ser un aventurero del espíritu”.
¿Qué sucede cuando se lee una poesía fundada en la aventura por habitar los contrarios que surten y hacen posible la realidad, la otredad de la conciencia humana? ¿Una poesía cuya escritura persigue asumir las estructuras y ritmos constantes en los que se suceden y modifican las percepciones de tal realidad u otredad? ¿En una escritura así cuál es su posible trama o cómo se establece su contenido? En la poesía de Aldo Pellegrini se asiste y participa de la aventura vuelta poema explorando, ya lo prohibido, ya lo inconcebible en un mundo enrarecido por la doctrina del lugar común. Es una poesía asechando detrás de los anuncios convencionales de lo nombrado sueño y vigilia. En esta los versos deambulan por el dibujo de sus poemas generando imágenes que pueden ser vistas como desde la lente de un caleidoscopio, es decir leídos desde cualquier orden o disposición. Su poesía toda creciendo como caudal de palabras que exploran y se abisman en la formulación de sus interrogantes ante la existencia exuberante, al tiempo que atroz, donde cunde lo humano.
Los extensos versos de sus poemas o su establecimiento rayano con la prosa inundan la página, contribuyendo así en la imantación de la atención del lector para una lectura de vértigo, asombro y malestar. Un malestar producido por el sacudimiento que las imágenes de tales versos consiguen causar en las realidades condicionadas del lector. Cabe anotar que en la escritura de sus poemas el poeta emplea la puntuación como si de pronto se acordará que esta existe, casi de manera caprichosa. Lo cual en ninguno de los casos amplifica o entorpece el ritmo del poema. Tal puntuación queda gravitando en el total de su poesía como los fragmentos de un silencio que se resisten al olvido.
Para Aldo Pellegrini la poesía es subversiva. En la escritura de sus ensayos y, ante todo, en la de sus poemas acude a esta significación arrancándola de las dotes que le han impuesto quienes pretenden ajustar las realidades subversivas a actos de violencia y terror. En su escritura, subversión es desobedecer cuanto somete y reprime la existencia humana a entidad mutilada, a montón de retórica útil para la usura y la pornografía social. Y advierte sobre como es degradada la lucidez poética cuando lo subversivo es condicionado por ideologías redentoras cuyos eslogan amparan formas de reprimir en nombre de la inclusión bajo una ensoñación tramada como “libertad”. Para Pellegrini la poesía es “vivir hacia lo ilimitado”. Lo ilimitado, el vacio donde se fundamenta el acto creador. Acto absolutamente imposible para quienes existen sin ver las maniobras que encubren la realidad y perforan la libido de la vida.
Pensar y comportarse así no produce simpatías, hace parecer que se está fuera de lugar y contexto, que no se es poético. Empero es un reto necesario, hoy día cuando a la poesía la quieren disfrazar para espectáculos recreativos llamados a desactivar cualquier posibilidad de subversión, es decir, de reflexión, de pensamientos que contravengan los estigmas catárticos de la obediencia.
Ante un mundo pronosticado para la usura y el oscurantismo ilustrado, y unificado al amparo de tales pronósticos, la experiencia asumida por Aldo Pellegrini en su aventura poética, le permite a un lector próximo a la poesía reflexionar sobre las realidades expuestas desde la acción poética, es decir, reflexionar sobre la realidad de la existencia misma.
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Omar Castillo (Colombia, 1958). Poeta, editor y productor cultural. Es autor de libros como Relatos del mundo o la mariposa incendiada (1985), Relatos del mundo (1998), y Los años iniciales en el vacío, 2001-2008 (2008). Además de un libro de ensayos: Asedios, nueve poetas colombianos & Crónicas (2005). De 1984 a 1988 dirigió la revista Otras palabras. Desde 1985 dirige Ediciones otras palabras y, desde 1991, la revista Interregno. Contacto: ocastillojg@hotmail.com. Página ilustrada con obras de Leda Astorga (Costa Rica).
El período de enero de 2010 hasta diciembre de 2011 Agulha Revista de Cultura cambia su nombre para Agulha Hispânica, bajo la coordinación editorial general de Floriano Martins, para atender la necesidad de circulación periódica de ideas, reflexiones, propuestas, acompañamiento crítico de aspectos relevantes en lo que se refiere al tema de la cultura en América Hispánica. La revista, de circulación bimestral, ha tratado de temas generales ligados al arte y a la cultura, constituyendo un fórum amplio de discusión de asuntos diversos, estableciendo puntos de contacto entre los países hispano-americanos que posibiliten mayor articulación entre sus referentes. Acompañamiento general de traducción y revisión a cargo de Gladys Mendía y Floriano Martins. |
quarta-feira, 19 de novembro de 2014
Lo subversivo en La valija de fuego de Aldo Pellegrini | Omar Castillo
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