I. EL AUTOMATISMO | En su ensayo titulado “El Surrealismo en sus
Obras Vivas” André Breton manifestó que: En la actualidad es bien
sabido que el Surrealismo, en cuanto movimiento organizado, nació de una
operación de gran envergadura con respecto al lenguaje… (1) ¿Hasta qué
límites estuvo Breton dispuesto a llegar con respecto al lenguaje?
Después de los primeros experimentos automáticos que hiciera junto con Philippe
Soupault: “Les Champs Magnetiques”, (2) Breton continuó practicando el
automatismo con ciertas precauciones. El límite se encuentra pues, en las
precauciones que Breton tomó con relación a la escritura automática, cuya
historia, para decirlo en sus propias palabras, fue la de un infortunio
continuo. A pesar de ello, el automatismo le suministró a la expresión
surrealista, una fuente inagotable de energía poética, que aún se mantiene
viva.
En “Le Surrealisme et la Peinture” Breton pudo
afirmar entonces: El automatismo heredado de los mediums, se mantendrá
en el Surrealismo como una de sus dos grandes direcciones… sostengo que el
automatismo gráfico así como el verbal… tiene el mérito de manifestar y en una
cierta manera resolver… la sola estructura que responde a la no distinction
cada vez más establecida, de las cualidades sensibles y de las cualidades
formales… de las funciones sensitivas y las funciones intelectuales (3)
Para Breton la práctica del automatismo significaba la recuperación de los
poderes perdidos, no sujetos a los determinismos impuestos por la cultura
occidental. Para ello recurre entonces a los primitivos, los dementes y los
hermetistas, con la intención de recuperar la conciencia de los orígenes. Lo
que trae el automatismo al primer plano, es lo que nuestro inconsciente
colectivo continua guardando y que aparece, cada vez con menos frecuencia es
necesario añadir, en las pocas culturas primitivas que aún quedan. En ese
sentido Breton nunca cesó de ver en Freud el que abriera las llaves de un
trasmundo donde se juega el destino humano: Es necesario concederle a
Freud que la exploración de la vida inconsciente suministra las únicas bases de
apreciación válidas de los móviles que hacen obrar al ser humano… partiendo de
ahí, el surrealismo no ha cesado de hacer valer el automatismo, no solo como
método de expresión en el plano literario y artístico, sino como primera
instancia con vistas a una revisión general de los modos de conocimiento (4).
La riqueza poética que el automatismo genera, ha
sido conservada además dentro de la tradición hermética, sobre todo en la
Alquimia. El lenguaje, los emblemas y los alfabetos herméticos, realizan la
doble función de comunicar y a su vez ocultar, un mensaje destinado sólo a los
videntes, en el sentido que Rimbaud le dio a ese término. En segundo lugar
existe lo que Michel Thévoz llamó “el lenguaje de la ruptura” que le pertenece
a los locos literarios. Los elementos disociadores de las manifestaciones
verbales de los dementes, formaron parte de uno de los experimentos poéticos
más logrados del Surrealismo: “La Inmaculada Concepción” escrita en conjunto
por André Breton y Paul Eluard. En tercer lugar el mensaje que nos trasmiten
las leyendas y mitos primitivos, participan de la concepción surrealista que
desea un regreso al “oro del tiempo”, es decir, a un acontecer donde el ser
humano entendía el lenguaje en función de lo maravilloso. Otro ejemplo
importante del esfuerzo surrealista de sumarse a esa función, lo representa “La
Historia Natural” de Benjamin Péret, donde el poeta recurriendo a la escritura
automática, reinventa el mito de la creación.
Si se corre el riesgo de acuerdo con
Breton, de salirse del surrealismo en la medida que el
automatismo deja de caminar por lo menos bajo la roca, es porque la
escritura automática pone en movimiento el engranaje poético del lenguaje,
aunque manteniendo al mismo tiempo, la integridad de la palabra. Este hecho
provocará un conflicto aparentemente indisoluble dentro de la aspiración
surrealista de convertirse en lo que será, de acuerdo con lo que el mismo
Breton había manifestado. La aparición de los llamados “poetas visuales”, ha
puesto de nuevo sobre el tapete, la posibilidad de una síntesis que podría
solucionar la resistencia de Breton a no romper ese último baluarte del
lenguaje que es la palabra.
El automatismo no dejó de tener sus detractores,
aún en autores que lo veían con mirada beneplácita. Como ya había señalado, el
automatismo tuvo en Breton uno de sus primeros críticos, sobre todo cuando
llegó a la conclusión, que su práctica corría el riesgo de convertirse en un
recetario para satisfacer las ambiciones literarias de algunos. No se trataba
de eso para Breton. Se trataba de obtener una revelación, cuyo
dictado (5), pusiese al descubierto el lenguaje del inconsciente. Ese lenguaje
inscrito en la sintaxis de los sueños, produce lo que podríamos definir como
una eyaculación automática. Si bien es cierto que el automatismo puro
nos conduce a un estado de trance, (que por lo demás sentimos durante el
orgasmo), también es cierto que sólo en contadas ocasiones logra alcanzar el
“punto supremo” que Breton coloca como centro de su proyecto.
Volviendo a sus detractores y críticos
escépticos, algunos dudaron como J. Starobinski en su ensayo sobre “Breton,
Freud, Meyers” (6), de la calidad de sus manifestaciones: Ceder –nos
dice este autoral automatismo, es degenerarse, es recaer en un mundo de
existencia primitiva donde el ser, como presa de los determinismo elementales,
solo es capaz de dar pobres manifestaciones… Otro autor Jean Claude
Blachere nos recuerda sin embargo, que la escritura automática es
primitiva y no primitivista (7). Pero fijémonos por un momento, en el
significado del término “determinismo” que J. Starobinski utiliza en relación
con los primitivos, y contra el cual los surrealistas se opusieron. Al
contrario de lo que piensa este autor, existe el determinismo mágico, el que
obedece a lo que Lezama Lima llamó “una causalidad de las excepciones”. Ese
determinismo utiliza como medio de expresión, un causalismo que rompe con la
lógica racionalista. El mundo de los primitivos con sus mitos y leyendas, el de
los niños, o el de los dementes, se sustenta en un lenguaje cuya magia atraerá
a los románticos, a Novalis sobre todo, que los surrealistas heredaron. Hasta
ese límite Breton pudo llegar. Pero había algo más, algo que se encontraba
inserto en la aspiración utópica surrealista de cambiar la vida y
de transformar al mundo en una praxis simultánea. Esto llevó a
Breton a postular que: Sólo apelando al automatismo bajo todas sus
formas y nada más, se puede aspirar a resolver, fuera del plano económico,
todas las antinomías que tras existir con anterioridad a la forma de régimen
social bajo el cual vivimos, muy bien pudieran desaparecer con ellas (8).
Vemos entonces que lejos de asociar el automatismo a una mímesis de lo
primitivo, lo que intenta en realidad, es lograr un proceso de liberación
partiendo de la esencia primitiva del lenguaje.
Pero regresemos a la pregunta inicial ¿Hasta qué
límites estuvo Breton dispuesto a llegar con respecto al lenguaje? Sólo tenemos
que leer sus grandes libros: “Nadja”, “Los Vasos Comunicantes”, “El Amor Loco”
y “Arcano 17”, para descubrir en los mismos, a un artífice del lenguaje dentro de
la mejor tradición francesa. La “operación de gran envergadura” preconizada por
Breton, iba por otros caminos que indicaban una revolución conceptual pero no
estructural. La escritura automática fue su instrumento de liberación que podía
desencadenar un efecto “mariposa” mediante el automatismo, una vez que se
hipostasiara en la realidad. Fue su creencia en el causalismo mágico lo que
inspiró a Breton a llevar a cabo su “operación de gran envergadura’ sobre el
lenguaje.
El mejor ejemplo de ese causalismo lo ofrece la
poesía de Benjamin Péret. Su obra no obedece a los dictados de la lógica, pues
crea la suya propia partiendo del principio de “indeterminación”. Quiero decir
con esto que mientras el discurso de Breton en sus lineamientos poéticos, se
desplaza como grandes frescos, el de Péret rompe radicalmente con esa
trayectoria. Su mirada y su mano colaboraban al unísono para sorprender un
mundo al revés, un mundo donde sólo los primitivos, los niños o los dementes
pueden ser acogidos. Leamos por ejemplo un fragmento tomado al azar, de su
colección de cuentos “Mueran los Cabrones y el Campo de Honor” (9)
En el cine pasaban una película triste, cuya
heroína perfectamente rubia -que ejercía la profesión de vendedora de jabones-
gemía, lloraba y sollozaba sin tregua, sin que el argumento justificase aquel
diluvio de lágrimas. El vendedor de escobas, que asistía a la proyección, no se
sentía en absoluto ganado por la tristeza que se desprendía de la película. Al
contrario! Aquella desesperación injustificada desencadenaba en él una risa
atronadora… De pronto la película cesó y en la pantalla apareció una especie de
Quasimodo mofletudo que deglutía penosamente un buitre vivo… el público
indiferente continuó llorando con mayor ímpetu que nunca… sorpresivamente cambiaron
de película para proyectar otra titulada “diversas maneras de aderezar los
caracoles”… pero ay! El público lloraba a más y mejor y las butacas comenzaban
a flotar sobre aquellas lágrimas agitadas por una verdadera tempestad, a tal
punto que el mareo invadió poco a poco al público mezclando los hipos a los
llantos…
Lo primero que nos llama la atención, es la
similitud de lo sucedido en este cuento con lo que le ocurriera a Alicia en su
deslizamiento hacia el país de las maravillas. Una conexión se encuentra entre
la imaginación infantil de la heroína de Lewis Carroll y la de Péret, que
prosigue por esa misma vía. En ambos casos la materia lógica se desintegra a
favor de una “fantástica” que Novalis quiso poner en su lugar, para permitir
que acontecimientos irracionales pudieran ocurrir. Péret que fue un explorador
de las leyendas y mitos de la América, continua la más amplia excursión que
hiciera Pierre Mabille en su libro “El Espejo de lo Maravilloso”. Ambos
convergen en un mismo punto, donde el lenguaje alcanza su máxima tensión, para
comunicar lo que ocurre en el reverse habitado por los primitivos y los locos.
Es ahí donde Breton ve en Péret a la palabra que se libera de toda regulación.
Veamos a continuación, hasta qué punto ocurrió así en otras manifestaciones
poéticas.
II. HACIA EL LENGUAJE DE LA RUPTURA | En su libro “Madness and Modernism” (10) Louis
A. Sass cita a Wittgenstein, filósofo que siempre está presente en las
cuestiones sobre el lenguaje, subrayando que el filósofo busca: una comprensión
que consiste en ver conexiones. Para Sass el causalismo no respondía a
una explicación de las conexiones que existen entre el lenguaje y las distintas
formas expresivas de la locura. Un poco más adelante cita esta vez al creador
del término esquizofrenia Eugen Bleurer, quien sostenía
que: esencialmente sólo existen diferencias cuantitativas entre las
fantasias de un niño que juega a ser un general montado en su caballo de
madera… el estado de semi-ensoñación de un histérico, y las alucinaciones de un
esquizofrénico en la cual sus deseos más imposibles aparecen realizados. Estas
tres instancias constituyen puntos que continuan la misma escala… (11).
En el Número 11 de la “Revolution Surrealiste” fechado en 1928, Aragon y Breton
celebraron el cincuentenario de la histeria como El más grande
descubrimiento poético de los finales del siglo XIX. Cabe recordar de
paso, que durante la Primera Guerra Mundial, Breton fue asistente de un
discípulo de Charcot en una clínica de neuropsiquiatría, donde se encontró con
Louis Aragón quien como Breton, era estudiante de medicina. Fue Breton quien
intuyó en los delirios mentales de los soldados que acudían a ese centro, una
ruptura “poética” con la realidad, que a la larga lo condujo a su elaboración
del surrealismo. “Los Campos Magnéticos” fueron concebidos en la Primavera de
1919, un año después de la conclusión del conflicto. El escenario pues
estaba montado para hacer las conexiones entre el lenguaje surrealista y el
lenguaje de los lunáticos, término más apropiado -por sus sugerencias míticas-,
para designar a los afectados por toda suerte de alucinaciones.
El fundador de la “Compañía de Arte Bruto” el
pintor Jean Dubuffet, a la cual Breton perteneció durante un tiempo, escribió
el prefacio del libro mencionado de Michel Thevoz: “Le Langage de la
Rupture”. (12). Esta obra más otra suya titulada “Ecrits Bruts”,
conjuntamente con la de Raymond Queneau “Aux Confines des Tenebres: Les Fous
littéraires français du XIX Siecle” (13), realizan una extensa recopilación de
textos provenientes de la imaginación lunática. En dicho prefacio Dubuffet
expresa que: el condicionamiento ejercido por las palabras y por la
gramática es más coercitivo que el de las imágenes para el pintor. El registro
de las palabra parece ser el piano idóneo de la institución cultural a la cual
el pensamiento no puede escapar… El vocabulario muestra a primera vista el
repertorio exhaustivo de todas las nociones existentes o imaginables. Ocurre lo
mismo con la ilusoria realidad que el condicionamiento cultural le impone a los
pintores. Ese repertorio responde únicamente a las nociones manipuladas e
inventadas por la cultura… Ante esa situación el pintor ofrece
entonces, crear otro piano diferente al pensamiento y mediante su uso,
otro mecanismo de acercamiento. Otra gramática. Otra lógica. Una visión
distinta de las cosas. (14) Como es natural, lo que Dubuffet pidió,
los lunáticos se lo brindaron.
El Surrealismo no fue ajeno a esa petición, de
ahí que Breton se uniese a Dubuffet en su búsqueda de un lenguaje nuevo. Sin
embargo para el poeta surrealista la materia prima que le ofrecía el llamado
arte bruto, iba más allá de las expectativas del pintor. Para Breton era
indispensable una reformulación del entendimiento, partiendo de los datos que
las diversas técnicas propuestas por el surrealismo iban suministrando. Esas
técnicas por lo demás se valían del juego como su raíz generadora: desde los
“Cadáveres Exquisitos” hasta “Lo Uno en lo Otro”. Gracias a la práctica del
juego, la innovadora fuente lúdica del surrealismo nunca se agotó como fuerza
opositora a la praxis utilitaria. Dentro del pensamiento surrealista, la
similitud del lenguaje de los dementes con los productos del automatismo, se
sumó a lo maravilloso implícito en los mitos y leyendas primitivos, y a la
imaginería hermética; abriendo las compuertas de lo reprimido por la
sociedad. Breton se apasionó con autores, pintores o mediuns, que como
Jean Pierre Brisset, Wolfli o Helen Smith, navegaron por otras aguas, aguas que
el pragmatismo de la sociedad contemporánea se niega a surcar.
Jean Pierre Brisset fue incluído por Breton en
su “Antología del Humor Negro” (15) bajo la siguiente advertencia: Si
la obra, destacable entre todas, de Brisset puede considerarse por sus
relaciones con el humor, la voluntad que la preside no puede en lo absoluto
pasar por humorística. Por el contrario, la obra de este “loco literario” a
quien Raymond Queneau le dio un puesto merecido en su libro citado, fue tomada
muy en serio por numerosos autores, entre los cuales se encontraba Foucault. El
descubrimiento que Brisset hiciera con respecto al lenguaje consiste según él
en que La creación de Dios no es el hombre animal, es el hombre
espiritual que vive por el poder de la Palabra y la palabra tuvo su origen en
el bi-archiante pasado, la rana, hace más de un millón y menos de diez millones
de años (16). El análisis que hace Brisset del origen de las palabras,
se encuentra unido según él: a las necesidades sexuales que
determinaron todos los movimientos, todas las acciones, que se encontraban
designadas con los gritos que los acompañaban la mayoría de las veces… fueron
pues las más ardientes pasiones amorosas las que soltaron la lengua de nuestros
antepasados… se ve claramente por esta explicación en qué se va a convertir el
análisis de la palabra, pues todas las sílabas y casi todas las palabras tienen
ahí su origen… (17) Una lectura atenta de este párrafo nos lleva a la
conclusión que Freud no estaba lejos de sus elucubraciones fantásticas. Era de
esperar que tanto Breton para quien “las palabras hacían el amor”, como los
Patafísicos y los Oulipianos, se entusiasmaran con la obra del autor de “La
Ciencia de Dios” y de la “Gramática Lógica”.
Aparte de su pansexualismo, lo que toca el
núcleo de la cuestión sobre el lenguaje, es que Brisset procede a justificarlo
a través de unas minuciosas investigaciones fonéticas, investigaciones que
influyeran decisivamente en la obra de Raymond Roussel o Marcel Duchamp. Todo
sonido–nos dice puede ser perseguido en todas las palabras en las que se
encuentra y se puede desta car de él un valor único, que es siempre una llamada
hacia el sexo (18). Las posibilidades aleatorias de la
palabra se encuentran vivas en cada sílaba la cual conforme a Brisset,
contienen una idea propia. De ahí a la deconstrucción del lenguaje a la manera
que un e. e. cummings, Joyce, los letristas, y el experimento aleatorio que
Raymond Queneau llevó a cabo en su libro “Cent Mille Milliards de Poemes”, o
los “eventos” de Fluxus, no hay más que un paso. Veamos un ejemplo de esos
juegos verbales con el mundo acuático de las ranas como escenario: Donde
terminan las aguas, las aguas tierra minan. Cuando lo hayan tierra minado todo,
todo estará terminado… Estoy bien, el agua tengo decía el antepasado acuático,
y cuando se alojó por encima de las aguas dijo: estoy bien lo alto tengo. Los
primeros fuera alojados se convirtieron en relojeros. En el agua no eran
puntuales, pues la hora era la salida a la orilla, en las altas horas, en la
altura, donde venían los saltadores… en esta altura, los canta ahora, los
cantores… (19).
Brisset como todo lunático, estaba convencido de
la verdad de sus aserciones, que para él constituían su credo religioso: La
vida empezó bajo el polo donde el año dura un solo día. El primer antepasado
del hombre es la rana que nació por toda la Tierra. Son verdades evidentes y
desde ahora irrefutables. Lo sabemos por el mismo Dios y no por nuestro talento
de hombre; en su nombre y en el nombre del señor Jesús, declaramos que el reino
de Dios ha empezado, que sus profecías se han realizado y que los hombres van a
gobernar la tierra (20).
Adolf Wolfli presenta un caso diferente. Tras
haber sido encarcelado por violador de menores, fue recluido en un asilo de
dementes. Declarado en 1895 enfermo mental incurable y además una amenaza para
la sociedad, Wolfli pasó el resto de su vida (hasta 1930), bajo tratamiento
psiquiátrico en una institución de Berna. Durante ese proceso sufrió períodos
de alucinaciones que transcribió en sus libros autobiográficos: “Desde la Cuna
hasta la Tumba”, de viajes imaginarios: “Libros Geográficos y Algebráicos” o de
notaciones musicales: “Libros con canciones y danzas” y “Álbum de Danzas y
Marchas”. En 1904 comenzó a dibujar con creyones de color dejando una obra
alucinante que constituye para Breton, una de las tres o cuatro más importantes
del siglo XX. Wolfli pasó a formar parte del panteón surrealista desde que fue
descubierto por Walter Morgenthaler en su monografía sobre Wolfli en 1921, y
por Hans Prinzhorn cuyo libro “el Arte de los Enfermos Mentales” apareciera en
1922. Dubuffet lo incluyó en su colección de “Arte Bruto”, y en la última
exposición surrealista presidida por Breton en 1965: “L’Ecart Absolu”, Breton
le reservó un puesto privilegiado.
Lo que nos interesa aqui es destacar su obra
escrita, que fue pasando paulatinamente desde la descomposición del lenguaje,
hasta el grafismo asémico de sus escrituras musicales. En primer lugar el
contenido de sus alucinaciones, posee referencias religiosas. En el libro 11 de
sus “Libros Algebraicos y Geográficos” leemos lo siguiente: 1. Su
divina excelencia, Príncipe de la corona, Adalberto de Dios-Padre-Cielo-Sala en
el gran mar del Este: Planeta, Tierra 2. Sus ocho hermanas: la santa y
todopoderosa Diosa, Gran Majestad, Princesa de la corona, Santa Maria, la
casada, absolutamente legítima, dulce esposa, del sacro San Adolfo… 3. la
divina majestad Princesa Amalia. 4. La divina majestad la princesa Bianca
5. la divina majestad la princesa Cornelia. 6. La divina majestad la
princesa Flora 7.La divina majestad princesa Girrlanda 8. La divina majestad
Princesa Martha y 9. La divina majestad princesa Magdalena. Todas las diosas de
esta familia que gobiernan no solo nuestro globo. No: la entera, enorme,
majestuosa creación, sobre todo en asuntos femeninos, fueron nombrados desde
mis primeros ancestros hasta mi grande y dulce esposa Santa Maria. Estos nueve
hijos son, como sus queridos padres y antepasados, resultado de su divino y
poder omnipotente, en todas partes y en ninguna parte” (21).
A partir de esas visiones el lenguaje fue
desintegrándose en fragmentos como el siguiente:Cuando comenzé a escalar una
parte approppiadaaa de ese parapeto masivo y de un lujo extraorrrdinarrio,
sentí un vértigo cayendo hacia el fondo a gran velocidad… cai y cai hasta la
Plaza-Gigantesca-de la Catedral gigante-del-Aaastro-de-Santa Maria de un lujo
extraorrrdinarrio, donde al fffin fui radical y absolutamente aplastado y
reducido a papilla. Eh bin! A ras y muuuerto, como una rata muuerta. De
repente después de mi caída, todddda la majjjjestuosa Compañia de lo alto, se
avistó de esta espantosa y horrrible desgracia: Y no por la escalera de la
torre: No! fue por una blanca nube floreciente sobre la cual toda la Compañía
dessscendendió volando hasta la mencionada Plaza con la rapidez de un relámpago
gigantesco y en ese lugar la toda poderosa, Maravillosa y encantadora Diiioosa
bien amada, la Gran-Alteza y Princesa Santa Maria, por medio de su milagrosa
vara mágica y, de sus palabras todo-poderosas: En verdad Yo te lo digo pequeño,
levántate, camina, despertándome de la muerte fruía y horrible a una nueva vida
alegre y feliz… .(22)
Wolfli fue aún más lejos con sus formularios
mágicos. He aquí un ejemplo:
Mitta z’witt!
Hung noi noi
Bitta Stritt!!
El lenguaje rebasa aquí el umbral de lo
comunicante, para entrar en la pura asemía que a la larga se convertirá, como
veremos, en grafismos. La obra de Wolfli pasa entonces de lo visual a los
escrito, donde los surrealistas pudieron percibir las revelaciones de un
espíritu vidente.
Dentro del espacio de la videncia hace su
entrada la intrigante personalidad de la medium Helen Smith. Su vida y sus
sesiones de espiritismo, fueron estudiadas y anotadas por el psicólogo Theodore
Flournoy cuyo libro, basado en sus experiencias con la medium: “De las Indias
al Planeta Marte”, ejerció una fuerte impresión en André Breton. Sabemos algo
de la vida de Catherine Muller, cuyo pseudónimo era Helen Smith, gracias a la
dedicación del autor, quien siguiera de cerca los diversos procesos mentales
por los cuales atravesara. Flournoy estuvo presente en casi todas las sesiones,
donde varios espíritus tutelares se le aparecían: desde Víctor Hugo hasta el
conde Cagliostro, y sobre todo uno llamado Leopold. Durante las sesiones que
Flournoy presenció, sobre todo las que transcurrieron durante dos ciclos: el
martiano y el indio, Helen Smith escribió en un lenguaje dictado por seres de otras
latitudes, inventando un alfabeto, al mismo tiempo que pintaba los paisajes
marcianos que ella veía durante sus trances.
En una de sus fases de sonambulismo, Helen Smith
escribió bajo los dictados de un marciano, el siguiente texto al cual le
siguieron otros: Dodé né ci haudan té méche Astané ké mé méche (23)
Varias semanas más tarde la medium indicó que esa frase describía la extraña
casa de un marciano llamado Astané. En otra sesión Astané le habló a Helen
Smith mientras ella lo veía al pie de su cama: amés mis tenses amés ten
tivé aven me koumé ié ché pelisse amés some tesé. Tras ser cuestionada
por Theodore Flournoy, Helen Smith le interpretó ese mensaje: Ven hacia
mí por un instante, ven cerca de un Viejo amigo y disuelve todas tus
penas… Los eventos donde se manifestaba la glosolalia, iban
acompañados por intensos raptos emocionales. Poseída por Astané, la medium
utilizaba un procedimiento automático auditivo y verbo-visual durante los
mismos. La naturaleza puramente auditiva de las palabras escritas por Helen
Smith, poseen el mismo efecto que las de Wolfli, como más tarde ocurriría con
las de Artaud. Por otra parte el automatismo gráfico que la lleva a crear su
propio alfabeto en medio de sus trances, responde a una tendencia asémica
liberada de las posibilidades enunciadoras de su lenguaje escrito. Helen Smith
confirma lo que Breton afirmó en el “Surrealismo y la Pintura”, acerca de la
herencia mediúmica del automatismo.
Jean Pierre Brisset, Adolf Wolfi y Helen Smith
son tres instancias, entre otras, que demuestran la ruptura que se produce en
la palabra que intenta traducir en un lenguaje incoherente, las revelaciones de
la mirada interior. Breton se sintió atraído por esas revelaciones, guardándose
al mismo tiempo de no transgredir ciertas leyes del lenguaje. Esas leyes
sufrieron de entrada, una profunda crisis con el advenimiento del Futurismo y
el Dadaísmo.
Apollinaire ya lo había anunciado en uno de sus
poemas: Oh bocas el hombre está en búsqueda de un nuevo lenguaje/al que
gramático de lengua alguna tendrá nada que decir. Marinetti tomó en
serio la profecía de Apollinaire cuando comenzó a desatar las palabras
poniéndolas en libertad. Breton sin embargo, no se interesó por los
experimentos del poeta futurista cuando dijo: es preciso ser el último de
los ingenuos para prestarle alguna atención a la teoría futurista de las
palabras en libertad, basada en la creencia infantil de la existencia real e
independiente de las palabras. (24). Curiosamente durante la década de
los cincuenta, Breton vio con mirada complaciente al letrismo de Isidore
Isou. Pero Breton siempre creyó en la unidad del lenguaje a pesar de su
potencial para ser transgredido: Quedan –escribió en su
“Introducción al discurso sobre la Poca Realidad” (25) las palabras…
las palabras que tienden a agruparse de acuerdo con afinidades
particulares. Breton nunca abandonó su creencia en la magia que hacía
que las palabras se unieran en abrazos amorosos, de ahí su rechazo instintivo a
convertirlas en instrumentos del caos. Pero el caos vino disfrazado de DADA.
Aunque Breton y otros futuros surrealistas se
sumaron al dadaísmo, lo cierto fue que a Breton le costaba admitir el nihilismo
que se anidaba en sus acciones. A la larga pues la separación se produjo.
Tristan Tzara fue uno de los puntos focales del Dadaísmo. Durante un tiempo
militó en las filas surrealistas contribuyendo sobre todo con un largo poema
épico “El Hombre Aproximativo”. Otro fue Jean Arp quien junto con su esposa
Sofia Tauber realizó una serie de collages con papeles desgarrados, que iban
dejando caer al azar. Arp se sumó al surrealismo con sus esculturas y poemas
donde su sentido del humor predominaba. Picabia por su parte mantuvo unas
relaciones distantes, guardando celosamente su autonomía como pintor y poeta.
Pero su obra no pudo evitar caer en la órbita de Dada y después del
Surrealismo. Los primeros collages de Max Ernst, distintos a los confeccionados
por Arp, hicieron su aparición durante la época Dada, asi como los “Merz” de
Kurt Schwitters, considerados hoy en día como uno de los precursores del arte
informal. Detrás de todo esto se extendía la sombra de la eminencia gris del
arte moderno: Marcel Duchamp.
El interés de los dadaístas por el arte
primitivo, sobre todo por el proveniente del Africa, no era el mismo que los cubistas
compartieron. Si éstos buscaban una nueva estructura, los dadaístas vieron lo
contrario: lo informe que conducía a la destrucción de las bases mismas del
arte. Con respecto al lenguaje, la poemas de Tzara, reflejaron su tendencia a
crear unas onomatopeyas que reprodujeran los ruidos percusivos de los
instrumentos musicales primitivos. Por lo demás el poema obedecía a las
palabras o sentencias sacadas al azar dentro de un saco, según la famosa
fórmula dadaísta:
PARA HACER UN POEMA DADAISTA:
Tomad un periódico
Tomad unas Tijeras.
Escoged un artículo que posea la longitud que
usted desea darle a su poema.
Recortad el artículo
Recortad despues cada palabra que forma parte
del artículo.
Metedlas en un saco.
Sacúdalo dulcemente.
Sacad cada recorte uno tras el otro.
Copiarlo concienzudamente
En el mismo orden que hayan salido del saco
El poema se os parecerá…
El resultado de ese procedimiento fueron sus
“Veinte y Cinco Poemas” publicados en 1919 con ilustraciones de Arp. (26)
A e u o yuyuyu I e u o
Yuyuyu
Drrrdrrrgrrrgrrr
Pedazos de duración verde revolotean por mi
habitación
A e o I ii e a u ii vientre
Muestra el centro quiero asirlo
Ambran bran bran y vomitar dentro de las cuatro
Beng bong beng bang… .
Si por un lado la desarticulación del lenguaje
en los lunáticos, respondía al ritmo de una ruptura interior producto de su
estado mental, la espontaneidad dadaísta intentaba desde afuera desarticular
las bases del lenguaje. Ambos coincidieron en sus resultados pero no en sus
intenciones o la falta de las mismas, ya que lo locos nos poseen el control de
las voces que los incitan a comunicarse. El camino que prosiguió el
surrealismo, fue el de tomar las riendas de ese control para crear un discurso
poético que ejerciera la función que un ídolo o una máscara primitiva. Es decir
un lenguaje que se transformase en una fuerza mágica. Ese mismo
camino lo recorrieron con fines puramente literarios James Joyce, Ezra Pound,
e. e. cummings o los letristas. Pero no así Antonin Artaud. Su caso fue otro ya
que este poeta, actor y autor teatral, cayó víctima de la demencia. Mucho se ha
escrito sobre la obra de Artaud, cuya influencia ha sido considerable sobre
todo por sus ideas sobre el teatro.
Artaud pues creó poemas-ídolos. Instalado en su
mundo particular, buscó dentro del mundo de las asociaciones mágicas una
mirada. ¿Qué mirada fue esa? Lejos de ser la mirada que encuentra un motivo de
delectación estética, Artaud la recubre con su mierda escatológica, y de ahí no
puede salir si no hablando un lenguaje como el siguiente:
El espíritu anclado,
Atornillada en mí por el impulso
Psicolúbrico
Del cielo
Es quien piensa
Cada tentación,
Cada deseo, cada inhibición.
O dedí
A dada orzurá
A du zurá
A dada skizí
O kayá
A kaya panturá
O punorá
A pená
Poní
Es la tela de arena prenatal
La pela anura
De o – a la vela
La placa anal de anavú (27)
Artaud no es Tzara haciendo malabarismos
sonoros. Tampoco es Breton cuidando de que la palabra no se escape de sus
límites. Artaud, el Momo, los traspasó encontrándose con otra dimensión. El
texto que acabo de citar, escrito hacia los finales de su vida, en medio de sus
encerronas en los asilos de alienados, no pertenece ni al dadaísmo ni al
surrealismo, aunque se acerca más a éste. Va mucho más allá, como dibujando a
su paso un horizonte al que desde luego nunca se llega. Eso era precisamente lo
que Breton temía: deambular como un alma en pena, por los espacios que Artaud
recorrió.
III. UNA SINTESIS POSIBLE: LA POESIA VISUAL | La historia del Surrealismo ha demostrado su
inclinación a la apropiación de lo que durante el camino, fue encontrando como
válido para enriquecer sus fuentes. Si Breton afirmó que el Surrealismo es lo
que será, podemos entonces especular acerca de la aportación de la poesía
visual al Surrealismo futuro. Desde la antigüedad los intentos de integrar la
poesía escrita a la visual fueron numerosos. Durante la Alta Edad Media, Publio
Optaciano de Porfirio (540-600), y Rhabanus Mauro (784-856) confeccionaron una
serie de textos conocidos como las “Carmina Figurata” precusores de los
caligramas de Apollinaire. Durante el Renacimiento y la época Barroca, el
calígrafo italiano Giovanni Battista Palatino (1490-?), el sacerdote y teólogo
español Juan Caramuel Lebkowitz (1606-1682), y el jesuíta alemán Athanasius
Kircher (1602-1680), compusieron textos y poemas donde las imágenes sustituían
a las palabras, siguiendo la tradición de las “Carmina Figurata”,
interrumpiendo el discurso lineal mediante la interjeción de figuras. Los
alquimistas por su parte, contribuyeron en 1677 con un “Mutus Liber” o libro
mudo, compuesto únicamente por imágenes. Influidos por las ideas del alquimista
Michel Maier (1568-1622) que había expuesto en su “Obra Secreta de la Filosofía
Hermética” que: los filósofos se expresan más libre y claramente, através de
caracteres y figuras enigmáticas, así como por un lenguaje mudo, que por
palabras”, los alquimistas optaron por representar con sus emblemas, un
lenguaje cifrado para uso de los adeptos. El cabalista y mago John
Dee (1527-1608) en una de sus conversaciones con los ángeles recibió la
siguiente respuesta a una de sus preguntas: ¿Cómo podemos hablar con
sonidos mortales de cosas que son inmortales? La tradición hermética
había enseñado que existía el lenguaje de los pájaros o el “lenguaje verde”
como lo llamaba Cornelio Agrippa (1486-1535). Ese lenguaje pertenecía a la
antigua sabiduría de la Cábala, la Alquimia, la Astrología y el Tarot. Los
cabalistas creyeron que el mundo había sido hecho a través del alfabeto Hebreo,
cuyas palabras son instrumentos simbólicos, que sirven como emanaciones de la
Creación.
¿Adónde nos conduce todo esto? A dos de los
momentos poéticos más importantes de la modernidad. El primero a los collages
concebidos por Max Ernst, como el lenguaje mudo de un mundo intraducible en
textos, pero grávido de resonancias poéticas. Los tres libros de collages de
Max Ernst constituyen uno de los aportes definitivos del Surrealismo a la
sensibilidad moderna. Varios decenios después surgió la poesía visual, y en la
misma se inició un proceso de recuperación del texto poético unido a la imagen.
El auge de la poesía concreta a partir de la década de los cincuenta, ofreció
otro rumbo expresivo, rumbo que iba por los caminos de los experimentos
musicales que partieron del dodecafonismo y las corrientes plásticas del
abstraccionismo geométrico. A partir de esa corriente numerosas experiencias
han ido surgiendo en diferentes latitudes: desde el brasileño Kac hasta el
francés Julien Blaine o el uruguayo Clemente Padin, la poesía ha cobrado
direcciones imprevistas que están lejos de mostrar agotamiento.
IV. PARENTESIS ASEMICO | ¿Qué decir por otra parte de la corriente
llamada asémica? En la medida que participa de los signos que desde los albores
de la humanidad fueron dejados en cuevas, piedras, trazados en la arena o en
las cortezas de los árboles, su aporte al Surrealismo fue decisivo. Las
pinturas de Miró o de André Masson están ahí para probarlo. Por otra parte los
alfabetos sagrados o los inventados por los locos, representan también una
forma muy particular de comunicación, a la cual los surrealistas no fueron
ajenos. La escritura asémica ha recibido un impulso reciente por el australiano
Tim Gaze cuyas publicaciones recogen ejemplos que van desde las pictografías de
los aborígenes de su país natal hasta las escrituras de Henri Michaux, Mirtha
Dermisache, Karl Kempton etc.
V. CONCLUSION | Pero más que las diversas manifestaciones de la
visualidad abstracta o asémica de la poesía, lo que nos interesa destacar aquí
es su integración a la imagen, que se abre a nuevas exploraciones
poéticas. Las combinaciones verbales y gráficas de la poesía visual, han
contribuido a reformular los intentos que desde la antigüedad se han hecho para
trascender los límites del lenguaje. En ese sentido cabe la posibilidad de
abrirle un nuevo horizonte al Surrealismo.
NOTAS
1. “El Surrealismo en sus
Obras Vivas” en “Manifiestos del Surrealismo”, Ed. Guadarrama, Trad. De Andrés
Bsoch. Pag. 329
2. Existe una versión en
español editorial Tusquet, 1976.
3. “Le Surrealisme et la
Peinture”, Gallimard, paris, 1965 pag. 68.
4. “Situación del Surrealismo
entre las dos Guerras” en ‘La Llave de los Campos” Trad. De Ramón Cuesta y
Ramón García Fernández.Peralta Ediciones, Madrid. Pag. 80.
5. tomado de “Entrada de los
Mediums” en “Los Pasos Perdidos”. Trad. Miguel Veyrat. Alianza Editorial,
Madrid, 1972. Pag. 111.
6. Jean Starobinski:
“Freud, Breton, Meyers” en André Breton” ed. A la Baconniere, Neuchatel, 1970.
Pag. 153-175.
7. Jean Claude Blachere
“Les Totems D’André Breton”, L’Hartmattan, Paris 1996, Pag. 239.
8. “La Llave de los Campos”
ibid. pag. 20.
9. “Cuadernos Marginales”, Ed.
Tusquet, Madrid 1976. Pag. 101
10. Louis A. Sass: “Madness
and Modernism”, Harvard UP. 1992, pag. 9
11. Ibid. pag. 19
12. Presses Universitaires de France, Paris. 1978.
13. Ed. Gallimard, paris 2002. Existe
traducción al español por Julian Mateo Ballorca, Asociación Española de
Neuropsiquiatría, Madrid, 2004.
14. Ibid. pag. 7
15. André Breton: “Antología
del Humor Negro”, Trad. De Joaquin Jordá, Ed.Anagrama, Pag. 203-14.
16. Raymond Queneau en
Asociación Española… pag. 181.
17. Ibid. pag. 185.
18. Ibid. pag. 188.
19. Ibid. pag. 186.
20. Ibid. pag. 196.
21. Tomado de varios
autores: “The Art of Adolf Wolfli” Princenton UP. Pag. 51.
22. Tomado de “Cahiers
D’Art Brut” # 2 dedicado a Wolfli pag. 77.
23. Theodore Flournoy “From
India to Planet Mars” University Books, NY 1963. Pag. 163.
24. André Breton: “Apuntar del
Dia” Monte Avila, Caracas, Trad. De Pierre de Place. Pag. 35.
25. Ibid. pag. 18.
26. Tristan Tzara “Sept
Manifestes Dada” Jean Jacques Pauvert Paris, 1963. Pag. 64.
27. Tomado de Tristan Tzara
“Poemas” traducci¢n y selección de Fernando Millan. Alberto González Editor,
Madrid 1969.
28. “Artaud el Momo y Otros
Poemas”. Ed. Caldera, Buenos Aires 1976. Trad. De María Irene Bordaberry y Nora Pasternac.
***
Artista convidado: James Gleeson (Austrália, 1915-2008). Agulha Revista de Cultura # 69. Maio de 2009.
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