A principios de los años ochenta, en nuestra casilla postal,
apareció el tabloide Resto do Mundo. Llegaba
de Fortaleza, Brasil. Estábamos habituados a recibir diversas publicaciones de Hispanoamérica;
en la redacción de la revista Andrómeda era muy frecuente ver un abanico de importantes
revistas (Plural, Casa de las Américas, Crisis, Puesto de combate, Anthropos, Punto Seguido, Diario de Poesía, entre muchas
otras). Muy pronto entramos en contacto con el editor de Resto do Mundo, el poeta cearense Floriano Martins.
De entrada, sorprendía gratamente que esa publicación, apuntase
a la poesía de Latinoamérica con la intención de darla a conocer en Brasil, pues
le preocupaba que Brasil, por su enorme superficie, su diversidad cultural y su
“mixtura”, solo se viera a sí mismo. Floriano le daba gran importancia al surrealismo
latinoamericano. Cuando nos conectamos directamente, nos envió alguno de sus materiales;
desde entonces mantenemos un diálogo intenso y constante. Las colaboraciones van
en uno y otro sentido.
La edición de Escritura Conquistada (Diálogos con Poetas
Latinoamericanos) (1998) fue una buena muestra
de la capacidad investigativa de Floriano. Luego vendría el volumen O começo
da busca (2001), para adentrarse en la corriente
del surrealismo latinoamericano. Con Alma em chamas (1998), inauguró la senda de su propia creación.
Además de sus ensayos sobre literatura, música y plástica,
Martins se mueve con soltura en el terreno de la traducción. Tampoco se puede pasar
por alto que Floriano mantiene una gran comunicación con los mundos de la plástica
y la música.
El surgimiento de Internet, le dio un nuevo ritmo al poeta
Floriano Martins. Desde el espacio virtual y junto al poeta paulista Claudio Willer,
han consolidado su mensaje desde fines de 1999 a través de la creación de Agulha Revista
de Cultura. En esta publicación electrónica
se combinan trabajos críticos y de investigación, además de entrevistas con artistas
de distintas latitudes. En este medio –como si se tratase de fantásticos bailarines–
el español y el portugués sostienen un diálogo ágil.
Una experiencia interesante: enviar un mail al poeta Martins;
es muy posible que la respuesta llegue de inmediato. Muchos quedan sorprendidos
por esa celeridad que es, simplemente, el resultado de la genuina vocación de Floriano
por mantener contacto con sus lectores y amigos de todo el mundo.
En la conversación que sigue se ilustra cabalmente ese deseo,
que él ha logrado realizar en plenitud. [AP]
AP | Floriano, recuerdo las primeras ediciones (a mediados de los
años ochenta), que vos enviabas desde Fortaleza a los diferentes países hispanohablantes.
Llamaba la atención el tabloide con el nombre Resto do Mundo. Era una publicación que infundía vigor a la creación
poética y la gráfica. Ya en esa época se podía advertir tu interés y el “coloquio”
que mantenías con la corriente del surrealismo latinoamericano. Sería muy esclarecedor que converses
sobre este tema.
FM
| No sólo con
el surrealismo. A comienzos de los 80, empecé a descubrir la América Hispana, un
mundo totalmente nuevo para mí. Quedé verdaderamente fascinado por la intensidad,
los matices del lenguaje, etc. Cada nuevo contacto era una lección y aún lo sigue
siendo. Ya entonces colaboraba con la prensa en algunos lugares del Brasil y en
Portugal, con traducciones, artículos y entrevistas referentes a la poesía hispanoamericana.
El periódico Resto do mundo surgió de
la necesidad de fundar un espacio específicamente dedicado a la difusión de literaturas
desconocidas en el Brasil. El dilema fue el mismo de siempre, por el cual pasamos
todos nosotros, los editores, en cualquier lugar del mundo. No había soporte financiero
para dar continuidad a la aventura editorial. Mis primeros contactos con el surrealismo
en América Latina coinciden con ese período. Claro que antes conocía las residencias nerudianas, pero aquí hablo de
otra dimensión del surrealismo, más profunda (desde el punto de vista del lenguaje
y también del carácter de la escritura y de su autor) y que tiene un tono distinto
del surrealismo europeo. En esa época yo me correspondía con estudiosos como los
españoles Jorge Rodríguez Padrón y Ángel Pariente, y también con el rumano Stefan
Baciu. Fueron años de una correspondencia muy intensa, sobre todo con Rodríguez
Padrón. Registré todo eso en forma de entrevistas, y recuerdo que tú mismo trataste
de publicar una parte de ese diálogo con Rodríguez Padrón (posteriormente la serie
completa fue incluida en una edición de Cuadernos
del Ateneo, en Tenerife). Por otro lado, cuanto más aprendía con los dos españoles,
más absurdas me parecían las ponderaciones del rumano. Donde Baciu veía surrealismo
yo sólo conseguía ver modernismo, cubismo y otras señales oriundas de una mezcla
de períodos. De tal manera que aquella antología del surrealismo que Baciu publicó
fue desde el primer momento motivo de desafío para mí, el desafío de la corrección.
Conceptualmente, el libro me incomodaba de tal forma que me impuse la tarea de corregirlo.
AP | La investigación te abrió puertas inesperadas. Entraste en
contacto y participación inmediata con muchos creadores del continente. Me queda
la impresión de que cuando das a conocer O
começo da busca estabas “iluminando la senda”. Poco tiempo después aparece el
volumen Un Nuevo Continente, Antología del
Surrealismo en Nuestra América (Ediciones Andrómeda, Costa Rica, 2004) con una
extraordinaria colección de retratos de los poetas participantes realizados por
el artista Fabio Herrera. Cuando me adentro en las páginas del libro, experimento
un vértigo al encontrarme con poetas de
muy diferentes estirpes: César Moro, Aimé Cesaire, Olga Orozco, Roberto Piva, Eunice
Odio, Claudio Willer, Emilio Adolfo Westphalen, sólo para citar algunos. Conversemos
acerca de la idea primigenia, lo que ella desencadenó en los últimos años.
FM
| Son los matices
a los que me referí anteriormente. Agreguemos nombres como los de Enrique Gómez-Correa,
Francisco Madariaga, Enrique Molina –estos tres, por ejemplo, al lado de César Moro
y Aimé Cesaire, forman para mí el quinteto fundamental del surrealismo en América
Latina, donde localizamos los registros más renovadores del surrealismo. Ellos son,
en esencia, quienes podrían llamarse los fundadores del surrealismo en nuestro continente.
Toda aquella carta de principios dada por el surrealismo en París es ambientada
entre nosotros, realizando una boda perfecta entre el plano intelectual y el orgánico,
las afinidades con el surrealismo europeo y su correspondencia con los planos cósmicos
y existenciales del continente americano. La fundación, por así decirlo, de un nuevo
continente. Es interesante observar que todo este asunto era absolutamente sigiloso
en el Brasil durante los años 80 y también en la década siguiente. Mi encuentro
con Sergio Lima propició algunas realizaciones (muestras colectivas, folletos, un
ciclo de conferencias), pero era preciso avanzar en el tema sin guiarse por el exceso
de ortodoxia y, al mismo tiempo, tratar de tocarlo con más osadía en términos de
proyectos editoriales. Tuve entonces un reencuentro, con Claudio Willer, a quien
en seguida invité para editar conmigo Agulha
– Revista de Cultura, creada a fines de 1999. Con Willer fue posible avanzar
en los dos planos esenciales: abolir toda perspectiva de ortodoxia y crear condiciones
de ampliación, difusión y discusión del tema. En otra época, por ejemplo, habría
sido impensable que yo fuera invitado, como lo fui, por la Academia Brasileña de
Letras para dar una conferencia sobre surrealismo en el Brasil. O que la editorial
Perspectiva dedicara un extenso volumen (1.000 páginas) al surrealismo, invitándonos
a Willer y a mí, entre otros, para integrar el grupo de ensayistas que conformamos
la edición. También fue posible avanzar fuera del Brasil, dando legitimidad al tema,
tratándolo sin las habituales miopías académicas y sin los desvaríos de las tradicionales
viudas de Breton. La antología que tú editaste en Andrómeda fue bastante ampliada,
manteniendo el título y el proyecto original, para un volumen de casi 700 páginas
que el año pasado publicó Monte Ávila en Venezuela. Pude allí avanzar en la investigación
(aunque no diría que la he terminado) abarcando la totalidad de países en nuestro
continente, en la extensión de los cuatro idiomas hablados –español, francés, inglés
y portugués–, donde es posible localizar la presencia del surrealismo.
AP | Poco tiempo después esa experiencia te lleva a investigar
“las raíces del surrealismo” en la Península Ibérica. Entonces, ¿se podría hablar
de un “surrealismo hispanoamericano”? Cuéntanos sobre las claves y pistas de tu investigación.
FM
| Esta laguna
permanece; o sea, hay estudios dedicados al surrealismo en Portugal o en España,
por separado, cuya mayor parte mantiene cierta tendencia historicista a fijar el
surrealismo en un momento dado de la historia, privándolo de actualidad. Empecé
a preparar una antología del surrealismo en la Península Ibérica, pero me vi forzado
a interrumpir el proyecto para atender a la invitación de la Secretaría de Cultura
de Ceará para hacerme cargo de la curaduría de una Bienal Internacional del Libro.
Ahora, en 2009, retomo el proyecto. Inclusive
retomo la correspondencia con un español ya aquí mencionado, Ángel Pariente, autor
de una antología del surrealismo en lengua española. Creo que es importante comprender
esas relaciones entre una América Ibérica y la Península matriz, incluso para que
se complete la ruptura necesaria. En Brasil, por ejemplo, se califica como absurdo
(una observación, dicho sea de paso, muy reciente) nuestro desconocimiento de lo
que pasa en América Hispana. Lo correcto es hablar de desinformación y mala comprensión,
y, en muchos casos, hasta de manipulación de la información. Esta es también nuestra
relación con Portugal. En los últimos
cinco años decenas de autores portugueses vienen siendo publicados en el Brasil
por iniciativa y el correspondiente apoyo financiero del gobierno portugués. Si
la iniciativa fuera de la política exterior de Suecia, aquí estaríamos con valiosa
bibliografía sueca. ¿Me explico? Carecemos, en Brasil, de consistencia histórica.
Lo peor es que oímos esta frase diariamente y a nadie le importa tomar la iniciativa
de corregir el tema. Se trata, por lo tanto, de un dilema percibido y no corregido
por interés de las partes involucradas, o sea, del pleno establecimiento de una
hipocresía. Pero me preguntas también sobre un “surrealismo hispanoamericano”, y
confieso no sentir ningún atractivo por este tipo de gentilicio aplicado a la creación artística. Las distinciones
que tópicamente he mencionado, cuando me referí a un quinteto digno de ser destacado,
remiten al surrealismo en América Latina, lo que incluye también a los países que
hablan portugués y francés. En América Hispana, como en cualquier otra parte donde
influyó el surrealismo, podemos distinguir, en mayor o menor grado, a aquellos poetas
y artistas que rigurosamente siguieron la cartilla de los manifiestos parisienses
y las turbulentas orientaciones del grupo que dio origen al movimiento, y a otros
que, aunque identificados con todos los aspectos invocados por el surrealismo, tuvieron
una contribución muy peculiar acrecentando el surrealismo y/o comprendían que el
ambiente de formación, la realidad con que convivían, implicaba una escala distinta
de afinación. ¿Nombres? No hay duda de que Jorge Cáceres fue, en Chile, un poeta
más sustantivo en su relación con el surrealismo que Braulio Arenas, por la intensidad
con que dialogó con las ideas que generaron el movimiento. En efecto, Cáceres no
las acató en ningún momento como órdenes de un bureau intelectual. ¿Más? La afinidad de artistas plásticos en Canadá
–el manifiesto Refus Global–, fue siempre
crítica, y la presencia de poetas como Paul-Marie Lapointe o Roland Giguère marca
una diferencia enorme, en el sentido de que no eran seguidores de una estética.
La obra de Lapointe inclusive se disocia en varios momentos del surrealismo. ¿Otro
ejemplo? El rechazo a la actualidad del surrealismo cuando llegamos a los años 60
y entra a campear la contracultura. Sin la presencia de la contracultura no tendríamos
poetas como Philip Lamantia, Roberto Piva y Jotamario Arbeláez. No quiero decir
que la gran disidencia interna del surrealismo esté invariablemente ligada a este
aspecto ortodoxo. Pero es muy cierto que entre nosotros, en nuestro continente,
provocó algunos malentendidos clásicos.
AP | Para nuestros lectores será muy importante conocer que existe
en Internet un dossier actualizado y que
constantemente “crece” dedicado al surrealismo. Es un portal donde hay una completa
documentación sobre este movimiento. ¿Cuál es la reacción de los cibernautas?
FM | La
idea surgió de una charla que tuvimos con Maria Estela Guedes, quien dirige este
valioso espacio de cultura en Lisboa: TriploV:
www.triplov.com. Damos al sitio una actualización
relativa, muy ágil, aunque menor que la que desearíamos. Estela Guedes realiza un
importante trabajo de difusión, en Portugal, o a partir de Portugal, de innumerables
aspectos ligados a la cultura en nuestros países, Portugal y Brasil. Yo diría que
TriploV, en su relación íntima con Agulha – Revista de Cultura, es el acento
mayor en las relaciones culturales en ese tema. La reacción de los cibernautas nos
coloca en una posición de punta como uno de los sitios más visitados de Internet.
AP | En 1998 publicaste Escritura
conquistada (diálogos con poetas latinoamericanos) bajo el sello editorial Letra y Música, de Fortaleza. Fue, sin duda
un paso decisivo en cuanto a la relación de Brasil con la poesía latinoamericana
en su plenitud.
FM
| Técnicamente
yo diría que sí. El libro inclusive me sorprendió en cuanto a reconocimiento crítico.
Algunos críticos de prestigio en el Brasil hablaron de él, en la prensa, de forma
satisfactoria. Lo que no quiere decir pura y simplemente que lo hayan elogiado sino
que entendieron el principio de la aventura cultural que el libro establece. Hasta
en el exterior Escritura Conquistada tuvo
alguna sorprendente acogida, con reseñas y reproducciones de entrevistas en países
como México, Estados Unidos y la Argentina. Sin embargo el libro circuló poco, no
tenía sistema de distribución; sin contar que era incompleto dentro del proyecto
que me propuse. [1] El término “decisivo”
es tuyo, un cariño tuyo. Yo particularmente no sé hasta qué punto Brasil lo percibe
de la misma manera. Como sea, el libro es un registro, está hecho, no puede ser
borrado.
AP | En algunas oportunidades en que he asistido, en diversas ciudades,
a Ferias del Libro y encuentros poéticos, me percato de que muchos amigos se refieren
con asombro a tu figura y tu quehacer. Muchos comentan que no te despegas del ordenador,
otros te ven como “un virus cibernético”. Sin embargo, la fascinación proviene de
que ninguno se explica la multiplicidad
de las funciones de Floriano Martins… Ensayista, editor electrónico, traductor,
poeta, artista visual, promotor cultural, hábil entrevistador… Conversemos de la
Revista Agulha que en enero del 2009 ha
llegado a la “desmesurada” edición 66 y que es timoneada por Claudio Willer y por
vos. [2]
FM
| Creo que todo
se resume en una palabra: intensidad. Pero yo sigo creyendo que la intensidad no
debe ser medida por el volumen de producción. Hay que discutir el carácter de la
oferta, la naturaleza de la producción, su raíz o principio o cualquier otro nombre
que tenga. Agulha Revista de Cultura acaba
de entrar en su décimo año de actividad ininterrumpida. Somos casi los fundadores
de Internet (risas). La opción por circular de forma bilingüe aproximando las culturas
de lengua portuguesa y española resultó en una recepción extraordinaria. No me gustan
las estadísticas, de manera que evito el tema. Me gusta recibir correos electrónicos
diarios de lectores de todas partes del mundo que nos consultan sobre autores y
temas que publicamos. Me gustan las invitaciones que los editores recibimos para
participar de eventos internacionales y organizar publicaciones dedicadas a la literatura
brasileña. Me gusta la manera como gente de otras áreas –música, teatro, artes plásticas–
se acerca a nosotros con un sentido muy peculiar de complicidad. En rigor, entramos
en una fase que nos reclama una responsabilidad mayor, porque hoy somos referencia
en el mundo virtual. ¿Qué quiere decir esto? Nada. Hay que seguir trabajando. Willer y yo sabemos
de eso.
AP | Otra de tus pasiones es la traducción de textos poéticos y
narrativos. Siempre se ha considerado que el traductor “camina al borde del abismo”,
“al filo de la navaja”. ¿Eso se siente, Floriano, al traducir a Cabrera Infante
y a García Lorca?
FM
| Mencionas dos
variaciones del mismo crimen. La inclinación lúdica que propicia la convivencia
con la obra de los autores nombrados camina por regiones distintas. Los diminutivos
en García Lorca, por ejemplo, contrastan con los juegos semánticos en Cabrera Infante.
Traduje, del cubano, un libro en que los textos sufren variación de lenguaje y abordaje
mientras un mismo tema se mantiene como matriz. Traduje, de García Lorca, una antología
de poemas de amor preparada por la editorial que me contrató. Los dos autores tenían
antecedentes notables con referencia a sus traductores en el Brasil. Yo tengo siempre
mucho recato en lo tocante a esa confusión –cuyo hilo conductor es puro ego– de
considerar al traductor una especie de coautor. Bien sabemos de la tendencia más
ortodoxa que da al traductor el derecho de interferir en el original, lo que en
la práctica es un desastre, excepto cuando esta es una operación inevitable. Me
gusta mucho usar el cine como referencia para muchas cosas en nuestro tiempo, no
tanto por la manera como el arte cinematográfico
envuelve otras artes, sino más que nada pensando en conexiones prácticas, y aquí
el ejemplo sería la presencia de leyendas en filmes extranjeros, asunto válido en
y para cualquier país. No hay mayores absurdos de traducción que los que se cometen
en las leyendas de las películas.
AP | Contigo y un grupo de amigos (escritores, poetas, editores,
artistas visuales), desde un principio coincidimos en que uno de los modos de “supervivencia
artística”, para no perder contacto con las diversas propuestas artísticas y culturales,
consistía en hacer alianzas, asociaciones, acuerdos entre los artistas de diversas
latitudes. Tu participación en este ámbito ha sido copiosa. Hablemos de ese proceso
de apertura, de abolición de las fronteras mentales y geográficas.
FM
| Yo entiendo
que el conocimiento, el acceso a una red
de información, el talento para percibir y hacer funcionar mecanismos ligados a
la cultura, todo esto tiene que ver, directamente, con un carácter que exige saber
dar paso, permitir que la cultura fluya, circule, se corresponda entre sí en sus
diversos puntos. Agulha – Revista de Cultura
tiene hoy una red ejemplar de “complicidades”, que comprende planos privados e institucionales,
que le da ese entendimiento de despertar a una condición que no sea retórica sino
actuante. Sinceramente yo no reconozco lo que llamas “proceso de apertura, de abolición
de las fronteras mentales y geográficas”. Nuestros países continúan desconociéndose
copiosamente entre sí. Recuerdo una vez que realizamos una exposición de importantes
grabadores de Costa Rica en el Brasil. No hubo repercusión en términos de derivaciones.
Son acciones aisladas, independientemente del público alcanzado en el momento en
que se dan. Es preciso ampliar el radio de acción de los acuerdos. Para 2009 vengo
proyectando acciones institucionales, suscitar coincidencias de inversiones entre
gobiernos, este es un despliegue posible. Cuando hablamos de Costa Rica o Brasil,
no tenemos que olvidar que tratamos con estructuras institucionales. Cuando avanzamos
en algún reconocimiento internacional, Alfonso Peña y Floriano Martins, este aspecto
debe ser considerado institucionalmente. Si el gobierno de turno –porque todos los
gobiernos son de turno– no percibe esto por su cuenta, entonces debemos recordarle
su responsabilidad.
AP | Eres invitado y participas en los diversos Festivales de Poesía
en Latinoamérica. En esos espacios lees tu poesía y realizas tus propuestas artísticas.
Sería interesante saber cómo analizas tu comunicación con los participantes en esas
actividades.
FM
| Ante todo, creo
que ya deberíamos preocuparnos por cierto desgaste de la fórmula. He observado una
reducción de público y una reducción aún peor, de patrocinio. Por supuesto que una
cosa es consecuencia de la otra. ¿Pero dónde está la raíz del problema? Yo pienso
que está en la fórmula. Dar al público un contacto mayor con cada poeta, no limitar
ese contacto a la simple audición de la lectura de poemas. Buscar convenios con
universidades para una programación de debates, en que la lectura de poemas esté
presente. Ofrecer al patrocinador una pauta más consistente en términos de retorno
que implique una utilización más amplia de la prensa. Invertir más en la difusión.
Evidente que esta crítica es también una autocrítica. Pienso que podríamos, en algún
país, realizar un encuentro de organizadores de festivales de poesía, para intercambiar
ideas y definir un nuevo modelo. De la manera como vamos, creo que perderemos público
y patrocinador hasta imposibilitar el área
definitivamente, lo que seria lamentable.
AP | En algunas de tus creaciones poéticas se pueden “bucear” elementos
teatrales. Incluso hay algunos poemas organizados dramáticamente. ¿Se mantiene esa
constante o hay rupturas y transiciones de un libro a otro?
FM
| El teatro se
mantiene como una perspectiva intensa de mi relación estética con el mundo. Yo me
siento como un compositor de canciones que no sabe cantar. El Brasil tiene ya casi
una tradición de compositores de canciones que no encuentran un intérprete a la
altura de ellas y acaban grabando sus propios discos. No tengo talento para engañar
a los otros acerca de lo que no sé hacer. Y tampoco me agrada la idea. De un libro
mío al otro lo que ha habido es un avance en el sentido de que el poema exceda el
ambiente impreso, la página del libro. Vengo trabajando en un área que abarca teatro,
música, artes plásticas, pero todavía es pronto para apuntar algo más sustancioso.
Son experiencias que voy ajustando a mi propia agenda de trabajo. Como sea, nada
de esto impide la existencia del libro en sí. El objeto es fascinante e insustituible.
Lo que pasa es que ando en busca de un teatro para mi poema.
AP | Dadá y el movimiento surrealista europeo produjeron una renovación
del “paisaje” artístico. Es vivificante observar, por ejemplo, las ediciones de
obras de Max Ernst y descubrir la compenetración existente entre palabra escrita
e imagen visual. Desde principios del siglo XX esta modalidad tomó una fuerza sorprendente.
En la actualidad muchos artistas transitamos por estos recovecos. En tu caso hay
una gran integración entre palabra escrita e imagen visual: poema/collage.
FM
| No, no. Estoy
enfáticamente en contra de esa lectura del tema. Las relaciones directas entre palabra
e imagen en por lo menos seis décadas han sido fútiles. Nada que el cubismo, por
ejemplo, haya mostrado, fue nunca ampliado de forma estéticamente consistente. Los
efectos plásticos derivados de avances pictóricos y de la creación de softwares en la industria de diseño industrial,
nada de eso debe ser confundido con una sensibilidad artística actuando de forma
anticipada. Nada. Nada absolutamente. Hace mucho que el arte es caudatario de las
astucias del área industrial, aquellas dos salas interconectadas que suman design y publicidad. La gran mayoría de los
artistas que tratan con este tipo de relación “entre palabra escrita e imagen visual”
integran una cadena de actuación donde la innovación estética es una condición contractual.
AP | Cuéntanos de tus “presentaciones integrales” en variados lugares,
donde poesía, imagen visual y elementos sonoros conforman el universo de Floriano
Martins.
FM
| Las variaciones
ocurren de acuerdo con las posibilidades físicas del espacio para el que me invitan.
Ya fue posible realizar una lectura dramática de un collage de textos míos y de
William Burroughs, montado mediante la técnica del cut-up usada por Burroughs. En el escenario, cuatro actores, una escenografía
improvisada y la voz en off del propio
Burroughs y algunas canciones de él con Tom Waits. Esto fue en San Pablo, donde
también, en 2008, di una conferencia sobre fotografía digital incluyendo la proyección
de imágenes fijas y en movimiento y canciones. Cierta vez, en Panamá, fue posible
montar, en un adorable ambiente de creación colectiva, un espectáculo ligando poesía,
música y danza. En Ceará, en 2007, hice una lectura de poemas mezclada con proyección
de imágenes fijas y en movimiento, canciones y banda sonora. Como trabajo también
con letras de canciones, fotografía, collage, lo que he intentado es crear un espectáculo
teatral reuniendo todos estos elementos. Para 2009, preparo una muestra de collages,
fotografías digitales, objetos, poemas, video, canciones y banda sonora, elementos
que actuarán conjuntamente en torno a un punto estético único. Por supuesto que
esto no me aparta del libro, este temor absurdo que se tiene de que las tecnologías
suplanten al libro. Al contrario, refuerza la idea de que el arte necesita siempre
ampliar su espectro de manifestación, de que no le interesa la sustitución sino
el incremento, la suma, la multiplicación.
AP | Banda Hispánica está inserta
en el portal de Agulha – Revista de Cultura.
Ahí se puede localizar una muestra de la poesía del continente. Tengo entendido
que Claudio y vos trabajan en la actualidad en la renovación de la Banda Hispánica. En los últimos tiempos ¿cómo
fue la respuesta de los lectores y visitantes del sitio? ¿Qué esperan de esta nueva etapa?
FM
| Yo trabajo con
Claudio Willer solamente en Agulha – Revista
de Cultura. La Banda Hispânica es
un proyecto aparte, que concuerda con lo que se podría llamar Banda Lusa, la parte
dedicada a la poesía de lengua portuguesa en el Jornal de Poesia. Este siempre fue proyecto de Soares Feitosa, el gran
regente de todo esto. Es justamente Soares Feitosa quien da acogida estratégica
a todo este trabajo conjunto. El Jornal de
Poesia surge antes que Agulha, es
el gran precursor en la utilización de Internet como mecanismo sistemático de difusión
de la poesía de lengua portuguesa, a la que pronto se sumó también la de poesía
de lengua española. La dificultad que tenemos en relación con la Banda Hispânica es que no dispongo de alguien
que me ayude en el montaje de las páginas, esto frente a una agenda que se complica
cada día, con el surgimiento de nuevos proyectos. Como Agulha tiene una periodicidad establecida, al contrario de la Banda Hispânica, la prioridad acaba siendo
la revista y no el banco de datos. Pero estamos, sí, preparando una gran actualización
para todo el Jornal de Poesia. [3]
AP | Desde tu perspectiva de Curador de la Bienal del Libro en
Ceará (2008) ¿cómo se desarrolló esta actividad y cuáles son las visiones para la
próxima cita del 2010?
FM
| Tuvimos aquí
una rara oportunidad – cuyo mérito de sugerirla y crear condiciones para su realización
cabe especialmente al Secretario de Cultura do Ceará, Francisco Auto Filho –, destinada
a llamar la atención sobre el hecho de que es inaceptable cualquier disculpa que
se invoque para el desconocimiento mutuo entre Brasil y América Hispana. Ceará es
geográficamente el punto, dentro del Brasil, más distante de cualquier país hispanoamericano.
Sin embargo, trajimos a la Bienal una notable diversidad cultural representante
de prácticamente todos esos países. No solamente en la literatura, sino también
en otras manifestaciones artísticas: música, artes plásticas, revistas, videos.
Un total de 150 invitados, con actividades variadas y consistentes que, al final
de diez días de Bienal, generó un público de 650 mil personas. Indispensable referirse
al carácter pionero de esta iniciativa, una rara oportunidad que exige ahora, de
todos nosotros que la hicimos posible, un desdoblamiento con igual sustancia, que
avance osada y coherentemente en la sistematización de un intercambio entre nuestras
culturas. Mis disculpas se no me refiero explícitamente a la agenda de 2010, pero
en este primer semestre de 2009 estamos todavía en los ajustes de toda una pauta
de trabajo. La certeza positiva es que habrá un desdoblamiento igualmente expresivo.
Un primer paso fue dado, desde el punto de vista institucional, en busca de un diálogo
entre Brasil y América Hispana. Ahora no habrá cómo retroceder. [4]
NOTAS
1. Ahora acaba de salir su edición completa, en dos tomos
y 970 páginas, Escritura Conquistada –
Conversaciones con poetas de Latinoamérica, por la Fundación Editorial El
Perro y la Rana, de Venezuela (mayo de 2010).
2. Agulha Revista
de Cultura cierra su primer ciclo editorial al cumplir 10 años y 70 números
publicados. Desde ahí Floriano Martins crea el Proyecto Editorial Banda
Hispánica que incluye la revista Agulha
Hispânica, ahora dedicada únicamente a las artes y cultura de lengua
española.
3. Con el cierre de Agulha
Revista de Cultura, según informa la nota anterior, Floriano Martins ha
creado también el Proyecto Editorial Banda Lusófona, que trata de dirigir con
Soares Feitosa, constituyendo los dos proyectos un amplio espacio en la
Internet de difusión de las artes e cultura de lenguas española y portuguesa.
4. Aquí no se ha concretado la apuesta del poeta, que
sintió la necesidad, en noviembre del mismo 2009, de ausentarse como curador de
la Bienal, pues ya eran otras las zonas de interés institucional, distintas de
su empeño en la difusión de la cultura hispanoamericana en Brasil.
*****
Organização a cargo
de Márcio Simões e Floriano Martins © 2017 ARC Edições
Entrevista realizada em janeiro de 2009.
Artista convidado
| Floriano Martins
Imagens © Acervo Resto
do Mundo
Esta edição integra
o projeto de séries especiais da Agulha Revista de Cultura, assim estruturado:
1 PRIMEIRA ANTOLOGIA
ARC FASE I (1999-2009)
2 VIAGENS DO SURREALISMO,
I
3 O RIO DA MEMÓRIA,
I
4 VANGUARDAS NO SÉCULO
XX
5 VOZES POÉTICAS
6 PROJETO EDITORIAL
BANDA HISPÂNICA
7 VIAGENS DO SURREALISMO,
II
8 O RIO DA MEMÓRIA,
II
9 ACAMPAMENTO MUSICAL
A Agulha Revista
de Cultura teve em sua primeira fase a coordenação editorial de Floriano Martins
e Claudio Willer, tendo sido hospedada no portal Jornal de Poesia. No biênio 2010-2011
restringiu seu ambiente ao mundo de língua espanhola, sob o título de Agulha Hispânica,
sob a coordenação editorial apenas de Floriano Martins. Desde 2012 retoma seu projeto
original, desta vez sob a coordenação editorial de Floriano Martins e Márcio Simões.
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