En 2002, una exposición representando a Brasil en el
programa del Centro Cultural del BID fue concebida para homenajear la ciudad de Belo Horizonte, sede de la
Asamblea Anual del Banco ese año.
Como
cabeza del programa de exposiciones, curador y director del Centro Cultural,
tuve la oportunidad de viajar a Minas Gerais para organizar la exposición. La
experiencia fue inolvidable. Encontré similitudes de actitud entre los mineros
y los antioqueños (cuya capital, Medellín, es la ciudad donde nací).
Las
similitudes probablemente derivan de la influencia de la geografía. Ambas son
regiones montañosas, en el pasado ricas en oro. Sus gentes son recias para
lidiar con la brusquedad del terreno, y de paso emprendedoras para dominar y
sacar partido de la naturaleza, en ganadería y agricultura, además de la
minería. Las montañas han servido de aislante con otras comunidades, por lo que
el individuo es amable, y a la vez llevado
de su parecer y un tanto desconfiado. Al menos esa fue mi impresión luego de
visitar varias ciudades en el estado, incluyendo la bellísima Tiradentes. Podría hablarse mucho sobre todo ello, sin
embargo este texto está dirigido a comentar el inicio de las expresiones
artísticas, plásticas, que tuvieron lugar en la ciudad capital.
Para
el que no tenga una visión clara de Belo Horizonte, actual capital del Estado
de Minas Gerais, es importante destacar que es una ciudad relativamente nueva
en América Latina, en el contexto de fundación de ciudades establecidas por los
ibéricos durante la colonia.
A
finales del siglo XIX, declarada la República de Brasil, se planteó la
necesidad de trasladar la capital provincial del Estado, Ouro Preto, y
aprovechar la oportunidad para construir una nueva ciudad en la meseta de Minas
Gerais.
En
1893, una Comisión de estado señaló el sitio de la ciudad de Minas -- como la
nueva capital debía llamarse, en un barrio del antiguo pueblo minero de Sabará,
hasta pocos años antes conocido como Nossa Senhora da Boa Viagem Curral del
Rei, fundada en 1750 para servir al transporte y suministro de necesidades de
las haciendas ganaderas del estado de Minas Gerais, pero había cambiado su
nombre en Abril de 1890 a Belo Horizonte. El distrito fue cedido por Sabará al
año siguiente, y la ciudad fue diseñada y construida sobre en un lapso de
cuatro años al final del siglo XIX.
El
plan urbano, encargado al ingeniero Aarão Reis, siguió del ideal neoclásico.
José de Magalhães fue responsable de la mayoría de las estructuras oficiales,
arquitectónicamente alineadas con los principios de la École de Beaux Arts en
París. En 1897, se inauguró la ciudad de Minas por el Presidente del Estado,
Crispim Jacques Bias Fortes. Un año más tarde contaba con una población de
10.000 habitantes. En 1901 el nombre del distrito en que se encuentra se
extendió al municipio y la Ciudad de Minas se convirtió en Belo Horizonte. Desde
ese momento, la ciudad se levantó como el tercer asentamiento urbano en Brasil, jugando un
papel importante en la transformación del país en las décadas siguientes, logrando protagonismo en todos los
ámbitos de la sociedad brasileña.
La
construcción de la nueva ciudad y su designación como nueva capital de Minas
Gerais marcaron una ruptura con el régimen colonial (iniciada con la proclamación
de la República el 15 de noviembre de 1889) y el abrazo de una utopía, reflejo
de una nueva era. De muchas maneras Belo Horizonte simboliza el afán de Brasil
a anticiparse al siglo XX, o al menos el propósito de llegar preparado a este.
Muchos
artistas franceses, italianos y portugueses participaron activamente en la
construcción de la nueva ciudad. Luiz Olivieri, arquitecto y escultor formado
en Florencia, Italia, diseño varios edificios, entre ellos el Banco de
Agricultura (1919).
Aunque
el propósito de construir una nueva ciudad era la de entrar de lleno a la
dinámica del siglo XX, los modelos
adoptados involucraban implícitamente actitudes del siglo XIX. Tomo un tiempo entenderlo puesto que la
cultura “culta” en Brasil seguía muy de cerca los cánones europeos.
Durante
la década de 1920, un movimiento moderno literario desarrollado en Belo
Horizonte como resultado, en parte, de la presencia de Carlos Drumond de
Andrade. No fue él solo. Como él, sus amigos Emilio Moura, Pedro Nava, Martins
de Almeida y João Alphonsus, también poetas, publicaron su trabajo en el
periódico Diario de Minas y establecieron un intercambio intenso con São Paulo.
Mario de Andrade ayudó, durante su visita a Belo Horizonte, para redescubrir el
legado criollo barroco de la región. Su nocturno de Belo Horizonte se regocija
en las maravillas de la ciudad. Dos corrientes literarias opuestas evidenciaron
el conflicto entre tradición y modernidad. La parte progresista se reunió alrededor
de La Revista, mientras que Leite Crioulo galvanizo ideales nacionalistas.
El
proceso de integración de Brasil en el mundo contemporáneo exigió cambios en un
número de condiciones políticas, sociales y económicas y se inició en la década
de 1930. Liderado por Getulio Vargas, el proceso se concentró en las ciudades
de São Paulo y Río de Janeiro. En Belo Horizonte el momento más definitivo para
el progreso de la modernidad tuvo lugar a principios de la década de 1940, con
la llegada la escena política de Juscelino Kubitschek.
Kubitschek
nació en Diamantina, Minas Gerais, en 12 de septiembre de 1902, hijo de
inmigrantes de la Republica Checa. Se trasladó a Belo Horizonte en 1921, donde
completó sus estudios en medicina en 1927. En 1931 casó con Sarah Luiza Gomes
de Lemos. Comenzó su carrera política en 1934. Ese mismo año fue elegido a la
cámara de representantes, pero no terminó su mandato. En 1937, debido a los
cambios políticos del advenimiento del Estado Novo ("nuevo estado"),
se vio obligado a regresar a su práctica médica. El momento histórico, sin
embargo, señala un momento crucial en que la política y la cultura y el
potencial artístico fueron utilizados para promover el país en términos de progreso y desarrollo.
Designado
alcalde de Belo Horizonte en 1940 después de otro cambio en el clima político, Kubitschek
llamó a Oscar Niemeyer, entonces en los albores de su carrera, y lo puso a la
cabeza muchos de proyectos, entre ellos la reurbanización de Pampulha. Como
parte del programa de Kubitschek, la Ciudad de Belo Horizonte emprendió un
ambicioso plan de renovación urbana que incluyó la apertura de amplias avenidas
y la creación de nuevos barrios: el centro industrial de Contagem , y el
complejo de Pampulha, este último concebido como un paraíso para la relajación
y el ocio, con club, iglesia, casino, salón de baile y hermosos jardines; un
campus universitario se añadió en la década de 1960, durante el movimiento neo-vanguardista.
Un
ejército de arquitectos prestigiosos, urbanistas, paisajistas y artistas, además
de Niemeyer, como Roberto Burle-Marx, Candido Portinari, José Pedrosa, Agosto
Zamoisky, Paulo Osir Rossi y Alfredo Ceschiatti fueron los encargados de hacer realidad las
diversas facetas de la visión nueva de Kubitschek. Esa visión en gran parte
tuvo que ver con el racionalismo, concepto integracionista del diseño
desarrollado tres décadas anterior en la Bauhaus de Alemania, defendida en
Francia por Le Corbusier, quien ya
conocía São Paulo y Río de Janeiro participando en el renacimiento arquitectónico, en el utilizo el dispositivo
del brise-soleil . El experimento de
Kubitschek con Belo Horizonte anticipa por más de una década la creación de
Brasilia. En 1945 Kubitschek fue elegido otra vez a la Cámara de Representantes
a través de PSD (partido político). Al
final de su término en 1950, fue elegido gobernador de Minas Gerais.
La
decoración de los edificios construidos en Belo Horizonte a finales del siglo XIX fue confiada
a Frederico Stekel, quien ordenó un número de pintores y escultores responsables
de embellecer las estructuras.
Fueron
varios los fotógrafos extranjeros contratados para documentar la historia de la
ciudad, entre ellos el francés Émile
Rouède, Francisco Soucasaux y Igino Bonfioli. Este última produjo una serie de documentales sobre
la vida en la ciudad y es considerado el primer cineasta de Minas.
Durante
las dos primeras décadas del siglo XX, un número de artistas nacionales como
Honório Esteves, Belmiro de Almeida, Alberto Delpino y Aníbal Mattos estuvieron
activos en Belo Horizonte. La exposición de Zina Aita puede considerarse la
primera muestra modernista de la ciudad.
Coincidiendo
con la implementación del plan de reforma de la educación en Minas Gerais del presidente
Antonio Carlos de Andrada, llegaron del extranjero la educadora Helena Antipoff
y la escultora Jeanne Milde. El Salón Brasil,
celebrado en 1936, representa la adhesión de los artistas de avanzada en la
ciudad con las ideas sociales en boga bajo el liderazgo de Delpino Júnior y
Fernando Pierucetti, que se manifestó en una predilección hacia el realismo
social, en oposición a la Sociedad de
Bellas Artes de Minas Gerais. Las artes de Belo Horizonte en esta comparecencia
de tiempo se diversifican y toman
diferentes direcciones. La caricatura política tiene representantes importantes.
La
Escuela de Bellas Artes de Belo Horizonte fue también la creación de Kubitschek
durante su mandato como alcalde de la ciudad. La escuela abrió sus puertas bajo
la dirección de Alberto da Veiga Guignard (Nova Friburgo, Rio de Janeiro, 1896
- Ouro Preto, Minas Gerais, 1962), que estudió en Alemania, Suiza y Francia,
donde, con toda probabilidad, absorbió las características del Expresionismo y
la Escuela de París. La escuela atrajo a una generación más joven que en la
década siguiente contribuyó a transformar la percepción de Brasil y llevar el
país a la vanguardia de la arte contemporáneo. Entre los artistas que
estudiaron con Guignard y eventualmente recibieron reconocimiento internacional
están Amilcar de Castro, Mary Vieira y
María Helena Andrés.
Guignard
fue un verdadero personaje. Priscila Freire, director del Museo de Arte de
Pampulha lo recuerda como un hombre que, alimentado con sueños de imposible romance,
se enamoraba de alumnas y modelos. Nunca poseyó residencia y en cambio vivió de
la bondad de sus amigos, a quienes compensó con generosidad con retratos y
obras de carácter extraño. La vena expresionista de su pintura llevó a que
muchos de sus clientes se quejasen de no ver semejanza entre el retratado y la
pintura, a lo que respondía: “no te preocupes, en cien años nadie se preocupará
por ello." Era fluido en alemán y francés, pero mantener una conversación
con él, dice Freire, "exigía las mismas expertas contorsiones de un
artista de circo". Su labio leporino e incesantes gestos, su voz nasal que obligaba al oyente a adivinar el
significado de muchos sonidos, y su perenne actitud apologética le convirtieron
en un objeto de compasión. Pintó la figura de Cristo muchas veces, pero no
necesariamente por impulso religioso. Su San Sebastián, por ejemplo, es una
sublimación del dolor de su cuerpo afectado por el reumatismo, y al parecer así
lo dijo a algunos amigos. Aunque no nació en Minas Gerais, se enamoró del paisaje
y la gente del estado, adoptando Ouro
Preto como un lugar para vivir, y allí murió, dejando detrás su fuerte
impronta. Después de su muerte, la escuela de Bellas Artes fue rebautizada como
Escola Guignard en su honor y ahora es parte de la Universidad Estatal de Minas
Gerais.
En
1944, bajo los auspicios del alcalde Kubitschek, Belo Horizonte organizó una
segunda Semana de Arte Moderna, emulando la de São Paulo en 1922, que consolidó
la vanguardia artística pero también creo polémica en la prensa conservadora. De
ahí en adelante el viaje a la modernidad en Belo Horizonte no fue estable. La
década del 60 se caracterizó por la aceptación colectiva de los movimientos de neo-vanguardia
liderados por artistas tales como Jarbas Juárez y Nello Nuno que opusieron a la
tradición de Guignard, el hormigón geométrico y el expresionismo abstracto, tendencias
populares en São Paulo y Río de Janeiro. Luego de la restauración de la
democracia en Brasil en la década de 1980, las artes de Belo Horizonte se unieron
abiertamente al proceso de globalización.
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FÉLIX ÁNGEL (Colombia, 1949).
Artista, arquitecto, curador, escritor, y gestor cultural. Vive en Washington
DC, hace cuarenta años. Cuenta con más de cien exposiciones individuales y
cuatrocientas colectivas, ferias, y bienales en las Américas y Europa. Ha
publicado ocho libros y realizado nueve obras murales (públicas) en Colombia.
Ha recibido numerosos reconocimientos incluyendo el premio por "Liderazgo
visionario de las artes" de la Ciudad de Washington. Visite: www.felixangel.com. Contacto:
felixalbertoangel@gmail.com. Página
ilustrada com obras de Leila Ferraz (Brasil), artista convidada desta edição de ARC.
*****
Agulha Revista de Cultura
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