EM - No te olvides que yo estuve seis años en Lisboa, pero dentro de lo
que he visto, encuentro continuidad. El poeta venezolano, en general, ha tomado
el convencimiento de que la poesía es un trabajo serio, que fue serio para la
generación del 18: para Paz Castillo, pra Mármol, para Andrés Eloy Blanco, para
Fombona Pachano, pra Ramos Sucre, cuando tenían a todo el gomecismo allí
delante. Que fue serio después en Gerbasi, que lo ha sido en Sánchez Peláez
toda su vida, que lo ha sido después para la generación del 58: para Cadenas,
para Palomares, y me parece que esa continuidad es palpable hasta los jóvenes.
Naturalmente algunos están aún tratando de definirse.
MD - De los poetas jóvenes, ¿quiénes le atraen?
EM - Darte nombres me es difícil porque para nombrar es necesario que
corra un tiempo, con una obra más o menos hecha. Lo que para mí representa un
poeta joven puede no serlo para otro. Yo vi llegar por ejemplo a Igor Barreto.
MD - Digamos entonces, ¿cuáles son los poetas venezolanos de su
preferencia? Todo el mundo tiene gustos.
EM - A mí me atrae la continuidad que hay desde el 18 hasta estos
muchachos jóvenes del 80, hasta llegar a gente como Igor, que es más o menos
reciente, pero que ya tiene una obra para comenzar a ser juzgada. Más adelante
no me atrevo.
MD - ¿Siente que aquí hay respaldo a la poesía?
EM - El respaldo del país a la poesía no ha sido tradicionalmente
marcado por falta precisamente de una tradición poética. Sólo en tiempos muy
recientes, es como si la sociedad estuviera redescubriendo la voz de los
poetas. Ahora que la prensa está cada vez más atraída por los gerentes, la
prensa venezolana, que fue fundada precisamente por poetas, debería no olvidar
esos orígenes. - ¿Usted cree que en este país se edita mucho, se edita poco, se
edita bien, se edita mal...?
MD - Se podría editar mucho más. Siempre hay esos rezagos de decir que
en Venezuela se están dando muchos premios y que se está editando mucho, porque
es como si tuviéramos en la cabeza el gomecismo. - Los poetas venezolanos se conocen
muy poco en el extranjero. ¿A qué se debe esta ausencia?
EM - Dar a conocer una literatura implica toda una estrategia donde
juegan un papel muy importante los que tienen a su cargo la dirección cultural
de un país. A un escritor venezolano le cuesta mucho esfuerzo llegar a una
feria de libros y cuando llega se encuentran que allí hay ocho mexicanos. Es un
problema de falta de tradición. - ¿Y las embajadas no tendrían que asumir la
responsabilidad de promover nuestros autores, nuestros científicos y nuestra
cultura afuera?
MD - Naturalmente que sí, las embajadas tienen que hacerlo, pero es que
ellas son una representación que tiene que obrar bajo grandes directrices. Todo
depende de criterios y estrategias gubernamentales. La publicación de Ramos Sucre
en Portugal, traducido por José Bento, fue un acontecimiento porque en esos
países se miran tradiciones. Ellos saben que Ramos Sucre no está solo, que un
poeta de esa significación no viene de la nada sino que hay algo detrás de él y
después de él (detrás está Perez Bonalde y con él se mide) y saben que cuando
leen a Ramos Sucre se está conectando con una pequeña tradición.
MD - Se ha debatido en estos últimos meses sobre la existencia o no de
lectores en Venezuela. Teniendo en cuenta que la poesía no suele ser muy
popular en ningún lugar del mundo, tengo la impresión de que los poetas
venezolanos, incluso los más contemporáneos, sí tienen lectores aquí y sus
libros se venden mucho más que los de narrativa.
EM - De ser cierto, eso podría tener varias explicaciones. Ante una
desvalorización de la conciencia en el plano público, la gente necesita
verdades de las cuales aferrarse, y una de ellas es la poesía, porque le ofrece
una verdad. Escuchan un poeta y dicen: 'allí está una palabra, esa palabra me interesa'.
Es probable que, ante el desprestigio de tantos discursos paralelos que ya no
significa nada, porque son ruido y cosa vacía, una palabra en el centro, una
palabra que dice su verdad le llama la atención a un hombre porque lo hace
vibrar. A lo mejor me la dicta el sufrimiento, o a lo peor, en fin, no sé...
viene por otra necesidad expresiva; pero lo que la persona no discute es que es
una palabra que yo respaldo.
MD - Desde hace algún tiempo Goerge Steiner viene alertando en torno un
posible fin de la literatura: Que la realidad sobrepasa la imaginación, que la
cultura mosmediática parece contribuir a la muerte de los géneros, es el
planteamiento del criterio inglés. ¿Cree usted que prescindiremos de la poesía?
EM - Tengo un profundo respeto por Steiner. Veo su preocupación en un
orden que se conecta con inquietudes anteriores, con esa masificación del
conocimiento, como si éste se pudiese masificar. Él dice que la gente anda con
la ilusión de saber que sabe algo, cosa que es terrible, porque cuando un
hombre sabe que no sabe, nadie está más cerca de la verdad, pero cuando tiene
la ilusión de que está informado, de que conoce, y de que se puede desenvolver,
nadie está más cerca de la mentira. Y él es uno de los que viene predicando
esta advertencia: ¿qué es lo que se le puede enseñar a este mundo que se
satisface con tan poca exigencia? En el fondo, lo que importa de estos es la
espiritualidad. De manera que, mientras quede espíritu quedará un alfabeto. Son
apenas (para nosotros) 28 letras, pero el que habla es el espíritu. Steiner
tiende a ser radical porque él necesita advertir que estamos conformándonos con
poco: no lo dés todo por sabido y profundiza. Lo que está pasando en la
actualidad con la informática es la más grave revolución de la historia y no
nos estamos dando cuenta porque estamos muy cerca de ella.
MD - En la reciente antología El azul de la tierra de la editorial Norma
incluye usted como invitado a Tomás Lienden. Este hecho me desconcierta. ¿Qué
incita entonces a un escritor a la heteronomía?
EM - Si supiera no lo haría. Yo escribo para averiguarlo. Es un tema que
roza la psicología del tiempo que vivimos. Hay que preguntarse por qué cuando
Pessoa está trabajando en esto, sin conocerse, del otro lado de la península
Antonio Machado está trabajando en sus heterónimos, fabricando una serie de
alter egos él los llamaba apócrifos, yo habla de escritura oblicua. Pero esta
es una tendencia que despunta a comienzos de este siglo. El nacimiento del cine
mudo, del arte moderno, el descubrimiento de la relatividad, el nacimiento del
psicoanálisis, están seguramente gravitando y mezclándose con este fenómeno. Lo
cierto es que se tiende a pensar que pertenece ya al pasado. En parte es verdad
y en parte no.
MD - Si bien la poesía constituye ya la presencia de una otredad, la
heteronimia podría ser, de algún modo, el impulso de encubrimiento de esa
otredad que más que alma, sería discurso poético.
EM - Pessoa decía que el heterónimo es un personaje de teatro, pero
vivo. La razón fundamental es que uno tiende a violar la máscara del yo que te
obliga a escribir de una determinada manera, y cuando asumes otra posición
abandonas ese plano y puedes asumir el otro. Aquí ya no entra el yo sino el
poliyó. Algo que se parece mucho al ratón de la computadora, por su ubicuidad.
Félix Grande me decía sobre su heterónimo: 'Tengo que acabar con Horacio o
Horacio va a acabar conmigo'.
*****
[Jornal El
Universal. Caracas, 29 de agosto, 1997]
*****
Organização a cargo de Floriano
Martins © 2016 ARC Edições
Artista convidado | Oswaldo Vigas
(Venezuela, 1926-2014)
Imagens © Acervo Resto do Mundo
Esta edição integra o
projeto de séries especiais da Agulha Revista de Cultura, assim
estruturado:
1 PRIMEIRA ANTOLOGIA ARC FASE I (1999-2009)
2 VIAGENS DO SURREALISMO, I
3 O RIO DA MEMÓRIA, I
4 VANGUARDAS NO SÉCULO XX
5 VOZES POÉTICAS
6 PROJETO EDITORIAL BANDA HISPÂNICA
7 VIAGENS DO SURREALISMO, II
8 O RIO DA MEMÓRIA, II
9 SEGUNDA ANTOLOGIA ARC FASE I (1999-2009)
10 AGULHA HISPÂNICA (2010-2011)
A Agulha Revista de Cultura teve em sua primeira fase a
coordenação editorial de Floriano Martins e Claudio Willer, tendo sido
hospedada no portal Jornal de Poesia. No biênio 2010-2011 restringiu seu
ambiente ao mundo de língua espanhola, sob o título de Agulha Hispânica, sob a
coordenação editorial apenas de Floriano Martins. Desde 2012 retoma seu projeto
original, desta vez sob a coordenação editorial de Floriano Martins e Márcio Simões.
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