quarta-feira, 7 de abril de 2021

NOEL TORRES RIVERA | Apuntes sobre la música de concierto en Puerto Rico

 


No voy a hablar aquí de la “música culta” de Puerto Rico. Además de que delimitar la “música culta” es un ejercicio sumamente contextual, dicho término ha venido aplicándose por tiempo a unas prácticas musicales (sea en términos estéticos o de géneros) que se derivan de la tradición centroeuropea. En particular dentro del contexto colonial latinoamericano, esa categorización, solo posible a expensas de las prácticas denominadas “no cultas”, ha justificado y perpetuado hasta nuestros días una violenta hegemonía cultural, racial, social y política que, ahora más que nunca, comienza a cuestionarse. Prefiero, entonces, el término “música de concierto”, que, aunque no sin polémica, se aplica a las prácticas musicales que establecen una distinción inequívoca entre ejecutante y espectador y cuya función primordial es el entretenimiento. Siendo esta aún una definición sumamente abarcadora, veremos más adelante ciertas especificidades.

Dicho lo anterior, dedico estos apuntes, por su exigencia panorámica, a instituciones o estructuras que fomentan y posibilitan hoy la ejecución, la difusión y, en cierta medida, la creación de música de concierto en Puerto Rico, ofreciendo, a modo de introducción, una visión general y sincrónica de algunas —solo algunas— de ellas y tomando en cuenta condiciones de carácter histórico, político, institucional y económico. Si bien muy lejos de un enfoque totalizador del fecundo y complejo campo cultural/musical puertorriqueño, histórico y actual, enfoco el lente en estructuras que, por distintas razones, se han desempeñado al más alto nivel y de manera continua hasta nuestros días en las categorías de educación musical superior, música sinfónica, música de cámara y música coral.

 

Una nota sobre el Festival Casals

Entre 1955 y 1956, tras años de protesta por el régimen franquista y la ocupación militar en Cataluña, el violonchelista Pablo Casals se estableció permanentemente en Puerto Rico. Su anticipada llegada —y con ella la creación del Festival Casals de Puerto Rico— constituyó el mayor esfuerzo de diplomacia cultural en el país de cara a la Guerra Fría. Ahora bien, fuera de las implicaciones políticas del proyecto Casals y del impacto, positivo o negativo, que tuvo la presencia del músico en la comunidad musical local en su momento, no podemos negar que, además de generar un movimiento artístico/musical de carácter internacional en el país, marcó un punto de inflexión decisivo en la institucionalización de la música de concierto en Puerto Rico. Bajo el Festival Casals Inc., adscrito a la Compañía de Fomento Industrial de Puerto Rico, también se creó en 1958 la Orquesta Sinfónica de Puerto Rico y, en 1959, el Conservatorio de Música. Dado que desde su primera edición el Festival Casals presentó música sinfónica y de cámara, volveré a este proyecto, aún vigente, en los contextos correspondientes.

 

Educación musical: El Conservatorio de Música de Puerto Rico

Desde finales del siglo XIX, incluso antes del cambio de soberanía tras la Guerra Hispano-Estadounidense (1898) y el Tratado de París (1898), hubo en Puerto Rico varias tentativas de establecer una institución superior de enseñanza musical subvencionada por el estado. Hasta 1946, cuando se establecieron por ley las primeras tres escuelas libres (públicas) de música en el país, la enseñanza musical en todos los niveles operaba en su mayoría a través del sector privado y los interesados en una carrera formal en ejecución o composición debían irse a Europa o a Estados Unidos para hacer estudios especializados. El plan para la creación de un conservatorio o escuela superior de música en Puerto Rico no se implementó hasta 1959, tras la llegada del violonchelista catalán Pablo Casals.

A sesenta años de su creación, el Conservatorio de Música de Puerto Rico (CMPR), corporación pública y única institución de educación musical superior de habla hispana acreditada por la National Association of Schools of Music en el continente americano, ha fungido sin interrupción como principal organismo del país dedicado a la formación de ejecutantes, creadores y educadores especializados. Aunque por muchos años la labor académica del CMPR estuvo a la par con las expectativas tradicionales para un conservatorio (el estudio de instrumentos orquestales, piano, canto y composición), hace más de una década que se estableció el Departamento de Jazz y Música Caribeña, el cual, de hecho, atrae el mayor número de estudiantes extranjeros al CMPR, sobre todo de Latinoamérica.

La investigación musical en todas sus ramificaciones, un campo no típico en los conservatorios, ha tomado cierto auge en el CMPR durante la última década. Aparte de las actividades que con cierta regularidad coordina el personal de la Biblioteca Amaury Veray, el Instituto de Investigación Musical de Puerto Rico y el Caribe (IMPCA) ha establecido un foro oficial para la investigación musical con un enfoque particular en las músicas de la región. Entre las actividades artísticas y académicas auspiciadas por el IMPCA anualmente cabe destacar el Simposio de Investigación Musical y la revista digital Musiké.

A la par con su misión pedagógica y de investigación, el CMPR se ha convertido en uno de los principales espacios artístico-musicales de la capital. Sus modernas salas de concierto acogen a gran número de artistas y conjuntos locales e internacionales que enriquecen el panorama musical de toda la zona metropolitana. Un excelente estudio de grabación no solo permite documentar la actividad institucional sino también la producción musical local. Este año, por ejemplo, se trabajó en la grabación y publicación de los concertinos para orquesta de cuerdas del compositor Roberto Milano (1936-2005).

Desde la década del 1960, otras instituciones se han sumado a la labor del CMPR, no solo en la preparación de ejecutantes, compositores o educadores e investigadores de la música, sino también como importantes espacios comunitarios para la difusión de la cultura musical. Entre ellas están el Departamento de Música de la Universidad de Puerto Rico, Recinto de Río Piedras, el Programa de Música del Departamento de Historia, Música y Artes de la Pontificia Universidad Católica de Puerto Rico en Ponce, el Programa de Música del Departamento de Bellas Artes de la Universidad Interamericana de Puerto Rico, Recinto de San Germán, y el Programa de Música Popular de la Universidad Interamericana de Puerto Rico, Recinto Metro.

 


Música sinfónica

Durante la primera mitad del siglo XX, tal y como sucedió con el proyecto para un conservatorio, hubo varios intentos relativamente exitosos de establecer una orquesta sinfónica permanente en Puerto Rico. Entre diversas razones, la difícil situación económica tras la Primera Guerra Mundial y la falta de apoyo económico consecuente por parte del gobierno condujeron a la cancelación de algunos de esos proyectos. Esta situación, al menos en lo que respecta al apoyo gubernamental, cambió de manera drástica con la llegada de Pablo Casals, ya que, a través de la Corporación del Festival Casals, se creó en el 1958 la Orquesta Sinfónica de Puerto Rico (OSPR). Desde entonces, y ahora adscrita a la Corporación de las Artes Musicales (CAM), la orquesta ha desarrollado una sólida trayectoria que la sitúa como una de las principales formaciones musicales del Caribe y Latinoamérica. En sus inicios, la orquesta estuvo integrada en su mayoría por músicos que estudiaron en el exterior. Hoy día, la mayoría son egresados del Conservatorio de Música de Puerto Rico.

En la actualidad, la OSPR ofrece un promedio de cuarenta conciertos al año a través de sus distintos programas y series. Históricamente, el repertorio para la serie de abono, en contraste con otras series, ha estado compuesto en su mayoría por obras del repertorio centroeuropeo de los siglos XVIII y XIX. No obstante, durante los últimos años, bajo la actual dirección del maestro Maximiano Valdés —y continuando con la visión del maestro Roselín Pabón— se han hecho esfuerzos concretos para incorporar sistemáticamente a la serie de abono obras de compositores poco conocidos, música puertorriqueña de varios períodos y música contemporánea en general. También, a través de la gestión del maestro Valdés, la OSPR ha incrementado el número de encargos oficiales a compositores locales y ha promovido una mayor colaboración con artistas y directores latinoamericanos.

A pesar del admirable trabajo realizado a través de sus más de seis décadas de trayectoria, la OSPR, tal y como sucedió en los años treinta y cuarenta, aún no ha podido asegurarse un apoyo financiero recurrente por parte de entidades privadas o mecenas culturales locales que garanticen su existencia fuera de los aparatos gubernamentales que la sostienen. Por desdicha, la asistencia a los conciertos de abono sigue siendo limitada, por lo que la institución tampoco puede generar un volumen considerable de ingresos en taquilla. De hecho, al momento en que preparo este texto, la OSPR se encuentra en medio de una enérgica campaña de cara a los recortes presupuestarios del gobierno, en parte propuestos por una Junta de Control Fiscal impuesta en Puerto Rico por Estados Unidos. Otro de los aspectos que aún dificultan el desempeño de la OSPR y la CAM es la continua intervención política. Desde 2004, los dos partidos políticos mayoritarios se han turnado el gobierno del país cada cuatrienio, por lo que, inevitablemente, la visión gubernamental de desarrollo para la OSPR no solo ha sido a corto plazo, sino que a menudo se ha construido bajo la vieja estrategia política de desestimar las gestiones anteriores.

La música orquestal/sinfónica ha tenido un papel prominente en el Festival Casals de Puerto Rico desde su primera edición. La “Orquesta del Festival”, compuesta casi en su totalidad por músicos extranjeros y amigos del maestro Casals y su asesor Alexander Schneider, mantuvo por mucho tiempo en el país —aunque solo por varias semanas al año— una actividad sinfónica independiente de la OSPR. A la larga, y ya fallecido Casals, la función de esta orquesta ad hoc recayó en orquestas invitadas hasta que, en 2010, por razones sobre todo económicas, la dirección de la CAM instauró a la OSPR como orquesta “oficial” del Festival. Quizá debido al histórico conflicto entre la “institución Casals” y el colectivo de músicos local, este cambio significó para muchos la legitimización de la OSPR y sus músicos ante la comunidad musical internacional. Sin embargo, y sin restar validez a esta interpretación, debemos admitir que, debido a nuestra condición geográfica, la visita a Puerto Rico de orquestas extranjeras a través del Festival Casals era, sobre todo para el gran número de estudiantes o ciudadanos sin recursos para asistir a conciertos sinfónicos fuera del país, la única oportunidad sostenida de acceso al arte sinfónico internacional.

Sin sucumbir a la nostalgia, y en línea con lo antes dicho, cabe mencionar que en tiempos pasados hubo una mayor actividad sinfónica local en Puerto Rico. Por ejemplo, desde 1982 hasta 2008, bajo el auspicio de la CAM, se celebró de manera continua el Festival de la Orquesta Sinfónica Juvenil de las Américas (FOSJA). Este evento posibilitó un beneficioso intercambio artístico y cultural al reunir en Puerto Rico a jóvenes músicos provenientes de varias partes del continente en un proyecto sinfónico de muy alto calibre. Tristemente, el proyecto dejó de existir por falta de fondos. El caso de la Orquesta Sinfónica de Bayamón también merece mención. Llamada en un principio Orquesta de Cámara de Bayamón, fue un proyecto educativo establecido en 1996 por el violista Guillermo Figueroa (miembro fundador del Quinteto Figueroa). No obstante, con el pasar de los años la orquesta se convirtió en un taller formal para jóvenes estudiantes y profesionales en su mayoría egresados del Conservatorio de Puerto Rico. Es de lamentar que, en 2012, justo cuando la orquesta comenzó a tener legitimidad como conjunto profesional ante la comunidad musical local, el Municipio de Bayamón anunció la cancelación casi inmediata del proyecto.

 


Música de cámara

En parte por motivos prácticos, la escena musical de cámara en Puerto Rico ha sido prolífera. Incluso hoy día, entidades como Pro Arte Musical, el Festival Casals y la Fundación Musical de Ponce, entre otras, auspician todos los años presentaciones de conjuntos de cámara tanto locales como internacionales. En esta sección, y considerando las categorías que se desprenden del conjunto sinfónico tradicional (cuerdas, viento-maderas, etc.), comentaré el trabajo de cinco conjuntos que pudiéramos reconocer como representativos de la actividad musical de cámara en el país: el Trío Sanromá, Camerata Caribe, Borinquen Brass, ÁLEA 21 y el Quinteto Figueroa.

Conjunto en residencia del Conservatorio de Música de Puerto Rico, el Trío Sanromá (cuyo nombre honra la carrera y labor pedagógica del pianista puertorriqueño Jesús María Sanromá [1902-1984]) fue fundado en 2015 por Francisco Cabán-Vales (violín), Luis Miguel Rojas (violonchelo) y Diana Figueroa (piano), todos profesores del Conservatorio de Música. El conjunto se ha presentado en salas de concierto y centros culturales alrededor de la isla, y su repertorio incluye desde los tríos de J. Haydn, W. A. Mozart, L. v. Beethoven y J. Brahms, hasta obras de compositores emergentes del Caribe y otras regiones, tales como Johanny Navarro y Christian Quiñones (Puerto Rico), Miguel del Águila (Uruguay) y Orville Everet Hammond (Jamaica). Cabe destacar que, fuera de sus actividades en conjunto, los integrantes del Trío Sanromá realizan una intensa labor pedagógica en el Conservatorio a través de festivales, concursos, publicaciones y otras gestiones de gran impacto para la comunidad académica.

Camerata Caribe fue fundado en 1982 por Peter Kern (flauta), David Bourns (oboe), Kathleen Jones (clarinete), Alan Brown (fagot) y Vanessa Vassallo (piano), todos para entonces profesores del Conservatorio y, con excepción de Vassallo, también líderes de sección en la Orquesta Sinfónica. El también conjunto en residencia del Conservatorio siempre se ha caracterizado por el eclecticismo estético de su repertorio y su ferviente compromiso con la producción musical puertorriqueña y contemporánea: desde su fundación, Camerata Caribe ha interpretado más de setenta composiciones y/o arreglos dedicados al grupo en sus varias formaciones. Actualmente, el profesor y flautista Josué Casillas lleva la dirección artística. En su visión, Casillas ha procurado expandir las posibilidades del conjunto incorporando con regularidad instrumentos de cuerda. Según ha comentado, el nuevo enfoque busca fomentar una mayor colaboración artística dentro y fuera de la institución.

Desde 2005, Borinquen Brass ha trabajado el repertorio de cámara para instrumentos de viento-metal y percusión. La dirección musical está a cargo del profesor Rafael Enrique Irizarry, director asociado de la Orquesta Sinfónica, y la dirección artística es del profesor y primera trompeta de la Sinfónica, Felipe Rodríguez. Al igual que el resto de los conjuntos que comento aquí, Borinquen Brass trabaja un amplio repertorio de alto nivel, incluidas obras de arreglistas y compositores puertorriqueños como Saviel Cartagena Acevedo, José M. Lugo, Tony Velázquez y Manuel Calzada. No obstante, lo que lo distingue del resto es su encomiable misión de llevar su música a todos los rincones del país de manera continua y el interés de trabajar géneros o estilos musicales considerados “populares”. Borinquen Brass ha organizado decenas de conciertos gratuitos en un gran número de municipios y desde 2007 sus conciertos de Navidad se han convertido en una tradición.

Come he señalado, el repertorio que en general presentan estos conjuntos abarca, en mayor o menor grado, varios siglos de tradición musical. En cambio, ÁLEA 21, fundado en 2005 y dirigido por el compositor Manuel Ceide, se dedica exclusivamente a la música de cámara de los siglos XX y XXI, sobre todo la de línea vanguardista. A través de sus quince años de existencia, ÁLEA 21 ha realizado más de cincuenta estrenos en Puerto Rico y más de treinta estrenos mundiales, colocándose, sin lugar a dudas, como el principal espacio para ejecución de música nueva en el país. Desde el año 2009 es conjunto en residencia del Conservatorio de Música y desde 2013 participa con prominencia en el Festival de Música de Vanguardia Caribeña “Flores y Balas” que también dirige el profesor Ceide.

Es imposible terminar esta breve sección sin mencionar el trabajo que por varias generaciones ha realizado el Quinteto Figueroa. Este conjunto (cuarteto de cuerdas con piano), compuesto en su origen por cinco hermanos, se presentó por primera vez en Puerto Rico en 1939 y durante décadas se encargó de difundir una inmensa cantidad de repertorio para esa y otras formaciones, incluidas obras inéditas de compositores puertorriqueños. Por ley, y bajo el auspicio del Instituto de Cultura Puertorriqueña, el Quinteto Figueroa se convirtió en el quinteto oficial de Puerto Rico en 1968. Hoy, los descendientes de sus fundadores, Guillermo Figueroa y Narciso Figueroa (violines), Rafael Figueroa (violonchelo) e Ivonne Figueroa (piano), continúan la labor del conjunto, aunque sus comprometidas carreras impiden una actividad regular.

 Con excepción de Borinquen Brass y el Quinteto Figueroa, los conjuntos que aquí reseño han logrado mantener una actividad continua gracias al amparo institucional del Conservatorio de Música. Por otra parte, los músicos que los constituyen, casi todos ya miembros de la Orquesta Sinfónica (incluidos algunos de los que colaboran con Borinquen Brass) casi nunca son remunerados por ese trabajo, sino que aportan su arte con el sencillo propósito de crear espacios para el desarrollo artístico continuo de sus miembros y los compositores/arreglistas locales, así como de generar interés en el repertorio para sus respetivos instrumentos. Sin duda, a través de los años ha surgido en Puerto Rico una variedad de conjuntos que han sostenido o sostienen una misión similar, pero que lamentablemente no han contado con un apoyo institucional constante o con una estructura que les permita desarrollar otras vías de sustento.

 


Música coral

La tradición coral, tanto secular como religiosa, ha ocupado por décadas un lugar preponderante en la cultura musical de Puerto Rico. Hoy día la mayoría de las instituciones y los recintos universitarios fomentan de manera oficial la actividad coral, razón por la cual abundan los festivales y encuentros especializados, así como repertorio puertorriqueño adaptado o compuesto en específico para coros en todas sus posibilidades. Al igual que con otras categorías ya comentadas aquí, necesitaríamos mayor espacio para al menos presentar un panorama actual con cierta redondez. No obstante, a continuación comento el trabajo de tres instituciones corales cuya contribución a nuestro quehacer cultural ha sido ampliamente reconocida dentro y fuera del país: el Coro de Niños de San Juan, Coralia y el Orfeón San Juan Bautista.

El Coro de Niños de San Juan (CNSJ), actualmente bajo la dirección de la profesora María Gabriela Fernández, fue fundado en 1966 por su primera directora, Evy Lucío Córdoba. Desde entonces, se ha presentado en importantes salas de concierto en América, Europa y Asia cultivando el prestigio que mantiene hasta nuestros días. Desde sus primeros conciertos, el repertorio del CNSJ ha incluido obras desde el Renacimiento europeo hasta la música popular y folclórica puertorriqueña. El conjunto también ha colaborado en el estreno de obras contemporáneas de alta complejidad, así como en producciones operísticas o de concierto junto a la Orquesta Sinfónica. Ahora cuenta con cuatro coros en varios niveles y una estructura académica que se encarga de desarrollar y complementar las aptitudes musicales de todos los integrantes en las categorías de instrumento, técnica vocal, teoría musical y solfeo.

Además del CNSJ, una de las pocas agrupaciones corales en Puerto Rico que funciona con éxito fuera de algún organismo oficial es el Orfeón San Juan Bautista. El conjunto fue fundado en 2001 por el compositor y arreglista Guarionex Morales Matos, quien ahora comparte la dirección artística y musical del conjunto con el director y clavecinista Daniel Alejandro Tapia Santiago. Con más de diez recitales al año, en un repertorio verdaderamente abarcador, el Orfeón hace una enorme aportación al campo musical local. Este arduo trabajo, así como la excelencia de sus ejecuciones, han sido plasmados en sus diecisiete proyectos discográficos Es pertinente enfatizar asimismo su compromiso con la creación musical puertorriqueña: el Orfeón no solo realiza estrenos en todas sus temporadas, sino que desde 2011 auspicia el Concurso de Composición Orfeón San Juan Bautista, abierto a estudiantes-compositores universitarios a nivel subgraduado.

Desde la Universidad de Puerto Rico, aunque no solo integrado por alumnos de dicha institución, Coralia se ha posicionado como una de las principales agrupaciones corales profesionales del Caribe. Llamado en sus inicios Coro de Concierto de la Universidad de Puerto Rico, Coralia fue fundado por su actual directora, Carmen Acevedo Lucío, como conjunto independiente del Coro de la Universidad, el cual también dirige. De los coros activos en Puerto Rico, Coralia es quizá el que más participa, y con éxito, en festivales corales y certámenes internacionales. En 2014 fue finalista del Grand Prix Europeo de Canto Coral. Por muchos años, la profesora Acevedo Lucío también fue directora del Coro de Niños de San Juan.

 

Para terminar

Como señalé al comienzo de estos apuntes, he querido esbozar una breve introducción a algunas instituciones que componen parte de la escena musical de concierto en Puerto Rico hoy día. Sin embargo, es posible que el lector se haya percatado de mi interés en plantear las condiciones que han permitido la prevalencia de muchas de estas instituciones y conjuntos sobre otros y, por ende, las razones que ponen el peligro su futura existencia. Por supuesto, el estatus colonial de Puerto Rico y el debate político que este suscita complican la toma de decisiones de índole económico/fiscal con impacto en las instituciones artísticas/musicales en el país, incluidas las que funcionan independientes del estado. No obstante, somos conscientes de que dicha situación no es particular de Puerto Rico, sino que en estos momentos es una constante en la mayoría de las naciones latinoamericanas. 

Está claro que la época dorada para las principales instituciones musicales en Puerto Rico ha pasado, por lo que el colectivo de músicos puertorriqueños enfrenta un gran reto. Por primera vez en décadas, tenemos de vuelta en el país gran parte de una generación de jóvenes con estudios graduados en ejecución instrumental/vocal, educación, composición, dirección orquestal/coral, administración de las artes y musicología, entre otras especializaciones, que lamentablemente no tiene cabida en las estructuras existentes, mientras que la otra parte, por la misma razón, ha sido forzada al exilio. Precisamente en estos momentos, el nivel musical/académico del Conservatorio de Música y otros programas de música en el país, así como el de la Orquesta Sinfónica, se encuentra en su punto más alto. No obstante, durante los últimos diez años, y a pesar de la inflación, el apoyo financiero gubernamental destinado a estas agencias se ha reducido de manera sustancial, hasta el punto de que ambas instituciones luchan por apenas sobrevivir. Instituciones como el Coro de Niños de San Juan y la Orquesta Filarmónica de Puerto Rico han perdido parte del apoyo financiero recurrente del estado, el mismo apoyo que garantizó por décadas su funcionamiento. Asimismo, como comenté antes, otras instituciones que servían de plataforma para el desarrollo artístico de jóvenes músicos han dejado de existir.

Ciertamente, en Puerto Rico siguen surgiendo interesantes iniciativas artísticas que, contra viento y marea, intentan combatir y compensar la indiferencia gubernamental para con las artes musicales. Esperemos que las reformas necesarias se den pronto y que, en un futuro cercano, parte de lo mencionado en este escrito sea solo cosa del pasado.

 

NOEL TORRES RIVERA. Es un candidato doctoral en teoría de la música en The Graduate Center, CUNY. Su trabajo explora la relación entre música y política en Latinoamérica, y su disertación explora la formación musical y política del compositor puertorriqueño, Rafael Aponte-Ledée (b.1938). Noel también posee una Maestría en teoría de la música de la Universidad de Temple en Filadelfia, PA, y un bachillerato en ejecución del violín del Conservatorio de Música de Puerto Rico (CMPR). Desde el 2013, ha redactado las notas al programa para la Orquesta Sinfónica de Puerto Rico y el Festival Casals.  

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Número 168 | abril de 2021

curadoria: Vanessa Droz (Puerto Rico, 1952)

artista convidada: Dhara Rivera (Puerto Rico, 1952)

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