Las referencias históricas más importantes de nuestro
pasado indígena al momento del contacto están contenidas en los relatos de los cronistas
españoles del S.XVI, en particular las cartas de Gil González Dávila, Pedrarias
Dávila, Fray Antonio de Valdivieso y Fray Bartolomé de las Casas. Pero es la Historia General y Natural de Las Indias de Gonzalo Fernández de Oviedo el documento de mayor importancia, pues recoge tanto
testimonios de primera mano de nuestros antepasados como ilustraciones de la forma
de vida de estos, a pocos años del inicio de la conquista española.
Geológicamente, Nicaragua está situada en el llamado
“cinturón de fuego del Pacífico”, caracterizado
por intensa actividad sísmica y volcánica.
La zona del Pacífico de Nicaragua se extiende 370 km
de largo por 80 de ancho, desde el Golfo de Fonseca al norte hasta Peñas Blancas
al sur, limitada al este por una cadena de volcanes, entre activos y extintos, localizados
de forma paralela a la costa entre el Golfo de Fonseca y el Lago Cocibolca. Su presencia
y actividad han marcado la historia de Nicaragua desde su época más antigua.
Un rasgo de especial importancia lo constituyen los
dos grandes lagos de agua dulce: Xolotlán o Managua (1,042 km²) y Cocibolca o Nicaragua
(8,264 km²), unidos por el río Tipitapa, desagüe natural del Lago de Managua o Xolotlán.
El Cocibolca o Nicaragua fue bautizado como Mar Dulce
por Gil González Dávila en 1523. Presenta una profusión de islas entre las que destacan:
Ometepe, con sus dos volcanes, Concepción y Maderas; el archipiélago de Zapatera;
el archipiélago de Solentiname y las isletas de Granada (± 400), todas de origen
volcánico.
Elemento fundamental lo constituye el Río San Juan o
Desaguadero, curso que da salida al Lago Cocibolca en el Mar Caribe. En 1524, Hernán
Cortés, en carta al emperador español Carlos V le exponía: “el que posea el paso
entre los dos océanos, podrá considerarse dueño del mundo”. [1] Su condición de posible vía de conexión
entre el Atlántico y el Pacífico, utilizando el Istmo de Rivas, determinó que Nicaragua
haya sido codiciada por las potencias mundiales desde los primeros tiempos de la
Colonia.
Por su fertilidad y abundancia en recursos naturales,
el área circundante de los lagos, así como las islas del Cocibolca, en particular
Ometepe y el archipiélago de Zapatera, estuvieron densamente pobladas desde tiempos
prehispánicos.
En este artículo, quiero referirme al espacio geográfico
conocido como el área cultural de la Gran Nicoya [2] que se extiende, desde el Golfo de Fonseca al norte; una pequeña
porción del Depto. de Estelí, incluyendo y rodeando el eje volcánico; las orillas
de los lagos Xolotlán y Cocibolca, (cuyo límite oriental son las montañas centrales
de Nicaragua) y abarca hasta la provincia de Guanacaste en Costa Rica por el sur.
…la mayor parte del Pacífico de Nicaragua
y la región NO de Costa Rica, adyacente al Golfo de Nicoya…forma un corredor de
movimiento cultural norte-sur que por espacio de varios cientos de años… marcó el
límite de la intensa influencia mesoamericana. [3]
Muy poco se conoce de los grupos que poblaron la Gran
Nicoya antes de la llegada de los Chorotegas entre el 800d.c. - 900d.c. Los arqueólogos,
basados en el hallazgo de artefactos cerámicos que datan de alrededor del año 2000a.c.,
suponen la existencia de aldeas a orillas de y en las islas del lago Cocibolca.
El análisis de restos encontrados en las vasijas de
cerámica muestra que estos primeros habitantes cultivaban maíz para complementar
su alimentación basada en la caza y la pesca, aunque Coe y Baudez (1961) señalan
la ausencia de metates y manos de metates, lo que constituye un marcador de la subsistencia
de esa época que excluía la fabricación de tortillas.
Los avances en el análisis comparativo y la clasificación
de la cerámica y la lítica de la zona este del Lago Cocibolca, actualmente el Depto.
de Chontales, plantean la hipótesis de que los primitivos habitantes compartían
rasgos culturales con pueblos de origen Chibcha. Los grupos etnolingüísticos principales
eran: Matagalpa, sumu-mayangnas, miskitos y rama.
Fuentes etnohistóricas afirman que tres grupos diferenciados
de origen mesoamericano habitaban el Pacífico de Nicaragua a la llegada de los españoles:
Chorotega, Nicarao y Maribios o Sutiaba.
Matagalpa era el término utilizado para identificar
a todos los pueblos (Matagalpa, Chontales, Sumu-mayagnas, Miskitos y Rama) que ocupaban
la extensa región al NE del Lago Cocibolca. [4]
Según Lothrop (1979 [1929], los CHOROTEGA, el grupo
más numeroso, ocupaba la mayor parte del Pacífico de Nicaragua, la zona NO de Costa
Rica y parte de la provincia de Choluteca en Honduras. Los arqueólogos han establecido
que los Chorotega eran originarios de Chiapas y hablaban la lengua otomangue. [5] Se afirma que debido a cruentas guerras,
emigraron hacia el sur y una oleada de ellos alcanzó Nicaragua alrededor del 800
d.C. Ocuparon el territorio de los actuales departamentos de Carazo, Granada, Masaya,
Managua y parte de León y Chinandega, [6]
desplazando a una parte de los pueblos Matagalpa y Sumu-Mayagnas que debieron migrar
hacia el centro y oriente del territorio nacional. [7] También se extendieron por las islas del Lago Cocibolca hasta Guanacaste
y la Península de Nicoya en Costa Rica. [8]
A partir del 1200 d.C., un pueblo de habla nahuatl,
emigró a la región del Pacífico de Nicaragua. Los NICARAO, de origen uto-azteca,
provenientes de Soconusco, se establecieron en algunos sectores de la región ocupada
por los Chorotega, en particular las islas del Lago Cocibolca, el istmo de Rivas
y la Península de Nicoya, así como en el actual Municipio de El Viejo. [9] Según la leyenda, buscaban un sitio mítico
donde encontrarían dos volcanes en medio de un lago. Fue así que se situaron en
la isla de Ometepe. El cacique nicarao más importante de esta zona era el de Tezoatega,
actual región de El Viejo. [10]
Según los relatos de los cronistas españoles del S. XVI,
existen atributos culturales de los Nicarao que los identifican con los pueblos
Mexicas y Toltecas del centro de México y con los Pipil de El Salvador, (que pertenecían
al mismo grupo lingüístico), como un Calendario casi idéntico al de los Aztecas,
la práctica de sacrificios humanos, aunque en una escala mucho menor, la creencia
en un panteón de deidades común así como ritos similares y el uso de una lengua
común: el náhuatl. [11]
Los Subtiaba o Maribio pertenecen al grupo lingüístico
otomangue por lo que se les considera parientes de los Chorotega, aunque también
están emparentados con el idioma tlapaneco que se hablaba en Guerrero, México. Debido
a la carencia de datos arqueológicos, su llegada a Nicaragua es desconocida, aunque
se considera que llegaron después de los Chorotega. Se afincaron en el territorio
que actualmente ocupa el depto. de León, y el cronista Antonio de Ciudad Real (1873)
menciona la presencia de Maribios en Chinandega, Pozoltega, Chichigalpa, Mazatega
y Miugalpa. [12]
La Arqueología ha demostrado que los Chorotega y los
Nicarao, llegados en oleadas migratorias en distintas épocas, convivían en el territorio
de la Gran Nicoya ya que los últimos no reemplazaron a los anteriores en su ocupación
del territorio, sino que existió una transición relativamente suave. [13]
A la llegada de los españoles, tanto los Chorotega como
los Nicarao estaban constituidos en sociedades con rangos sociales definidos, organizados
en unidades territoriales de tamaño variable bajo el mando de teytes o caciques.
Esta organización sociopolítica se caracteriza por el
desarrollo de sociedades complejas con una acusada estratificación, diferencias
de rango, acceso diferencial al poder y a la propiedad. [14] Nobles, gente común, esclavos y prisioneros de guerra conformaban
la escala social.
Entre los Nicarao y los Chorotega la élite estuvo compuesta
por una clase dominante de caciques, sacerdotes, ancianos y guerreros, con funciones
e influencias asignadas sobre la comunidad, gozando de una clara importancia social.
[15] Sin embargo existían importantes
diferencias entre ambos grupos:
- Entre los Chorotega,
la información existente sugiere que el cacique no era una posición hereditaria
sino que era electo temporalmente por el Consejo de Ancianos. Aspecto relevante
era la posición de la mujer entre la sociedad Chorotega, ya que podía llegar a ser
cacique y participar en el Monéxico. [16]
- Entre los Nicarao,
el cacique ocupaba una posición de carácter hereditario y de por vida (Lothrop 1979 [1926]; Chapman 1960) y la concentración de poder era muy importante. Bajo
la dirección directa de los Caciques Mayores, existían caciques menores o principales (Oviedo 1959) y el Monéxico
o Consejo de Ancianos. La mujer no tenía participación en los Consejos de Ancianos
y no se conoce que alguna vez hubiesen sido caciques. [17]
La escala social de los artesanos era de suma importancia
dentro de la sociedad ya que eran los que divulgaban la ideología social y religiosa
del grupo. El alto nivel de desarrollo de la cerámica, la lítica y la orfebrería,
además del tatuaje, sugieren una especialización e incluso dedicación completa a
estas artes. Piezas exquisitas, tanto en cerámica como en lítica, constituyen testimonios
del nivel artístico y técnico alcanzado. Precisamente a través de ellas, se ha podido
determinar el grado de desarrollo técnico de aquellas sociedades, sus conceptos
estéticos, creencias, símbolos, influencias culturales y actividades comerciales,
entre otros aspectos.
El desarrollo de la escultura lítica constituye un sello
de identidad único y testimonia el alto nivel cultural alcanzado. La estatuaria
de la isla Zapatera, descrita por Squier a mediados del S. XIX, es una muestra inequívoca
de la grandeza de aquellos artistas que plasmaron una compleja simbología en los
monumentos funerarios de las islas del Cocibolca. [18] La colección más importante, “Estatuaria de Zapatera”, se encuentra
en el Convento San Francisco de la ciudad de Granada.
I – PATRONES
DE ASENTAMIENTO Y POBLACIÓN
Tanto
los recuentos etnohistóricos como las investigaciones arqueológicas, concuerdan
en que la población del Istmo de Rivas era muy grande y densa y las crónicas de
los primeros conquistadores españoles sugieren que estaban impresionados por el
tamaño de las poblaciones indígenas del Pacífico de Nicaragua.
Los estimados de población van de 500,000 a 2 millones
de personas, lo que genera controversia sobre la desaparición de aproximadamente
el 95% de la población en los primeros 25 años de la llegada de los españoles (Abel-Vidor
1981; Newson 1987). La pérdida de población estuvo acompañada además de la pérdida
de las tradiciones y el saber popular, mucho más acusado que en las sociedades mesoamericanas
del norte. [19]
La mayoría del Pacífico de Nicaragua estaba organizada
en provincias sociopolíticas, subdivididas a su vez en jurisdicciones menores, especialmente
entre los Nicarao, lo que refleja el énfasis en el desarrollo de unidades centralizadas.
En la capital residía el grupo dominante; era el lugar de residencia del cacique
y las actividades de sus habitantes no estaban directamente relacionadas con la
producción agrícola. En los poblados residía la población autóctona, dedicada a
las labores agrícolas y a la producción de excedentes que posibilitaban el funcionamiento
de toda la estructura sociopolítica. [20]
Los asentamientos mayores con alta densidad poblacional
tenían edificaciones de carácter público: administrativos, religiosos y comerciales.
Los asentamientos menores sólo contaban con habitaciones para sus habitantes.
Oviedo nos brinda una detallada descripción de Tezoatega,
capital de residencia del cacique Agateyte, poderoso señor con más de 20 mil súbditos
y 6 mil guerreros.
Según el cronista, la Plaza de Tezoatega era rectangular
con una sola entrada al norte, con edificios de poca altura, cubiertos y protegidos
por árboles frutales, con vigas de madera, techos de paja y piso de tierra, resistentes
a los huracanes y temblores.
Las principales edificaciones estaban situadas alrededor
de la plaza:
o
El galpón
donde se reunía el Monéxico
o
Un gran buhío
rectangular para almacenar maíz y otros alimentos.
o
El dormitorio del cacique y sus esposas, “de 100 pasos
de largo y 15 de ancho, abierto al frente y cerrado por detrás, elevado sobre una
plataforma o montículo aproximadamente de la mitad de la altura de un hombre”. (Healy
1980).
o
El sofá o lecho diurno del cacique se hallaba entre
el buhío de caciques (menores) y el suyo propio, sobre un montículo construido de
tierra y caña gruesa, cubierto de petates finamente elaborados.
o
La cocina o barbacoa, estructura techada y sin paredes
donde las mujeres cocinaban para el cacique y los nobles. Estos la utilizaban también
para dormir por la noche.
o
Dos pequeños buhíos “(…) que eran sepulturas de dos
hijos del cacique que se murieron cuando niños” (Oviedo 1976)
o
En la parte inferior de la plaza se hallaban postes
que sostenían “cabezas de ciervos que el mismo cacique había muerto con sus flechas”
(Oviedo 1976).
o
La casa de las mujeres que “(…) de día es de las que
les sirven y de noche duermen aquellos principales en aquel portal (…) (Oviedo 1976).
[21]
En cuanto a las edificaciones de la gente del pueblo,
Oviedo (Oviedo 1976) dice que eran bajas y oscuras y carecían de ventanas. Sólo
existía una pequeña puerta que se mantenía cerrada para evitar la entrada de los
mosquitos. [22] Según Lange (Lange 1976),
estas edificaciones unifamiliares eran cuadrangulares, con paredes de bahareque
y cubierta de paja o palma a dos aguas con piso de tierra. La cocina y la despensa
se ubicaban fuera de la casa.
En recientes investigaciones arqueológicas en la zona
de Sta. Isabel en Rivas, se han encontrado vestigios de casas con paredes construidas
con el sistema de bahareque (estacas de madera entretejidas recubiertas de lodo
por ambos lados), el que una vez que el lodo se secaba, se quemaba al fuego profiriéndole
un color amarillo o anaranjado. Los pisos encontrados eran de tierra compactada,
aunque se han encontrado otros con una consistencia tipo cemento suave. No hay evidencia
del uso de piedra ni bloques de adobe. [23]
Tampoco se ha encontrado evidencia alguna de pirámides.
II – ECONOMÍA,
PRODUCCIÓN y ALIMENTACIÓN
Según Oviedo (1976), existía la división sexual del
trabajo; los hombres eran los encargados de las labores del campo, la caza y la
pesca y antes de salir, debían dejar barrida la casa y encendido el fuego. Las mujeres
eran las encargadas del trato y el mercado, [24] aunque otros cronistas mencionan que ellas debían también hilar
y tejer, además de ocuparse de la agricultura. Sin lugar a duda, jugaban un papel
fundamental dentro del núcleo familiar y según Andagoya, “los maridos estaban
tan sujetos a ellas que si se enojaban los echaban de casa; los hacían servir y
hacer todo lo que a un mozo podrían mandar” (1941). [25]
El mercado o tianguis era una institución de primera
importancia en la vida de cada aldea. Las ventas eran responsabilidad exclusiva
de las mujeres ya que los hombres no podían ingresar a él. El regateo era común
lo mismo que el trueque.
El maíz, en sus diferentes variedades, era consumido
de formas diferentes, siendo la más común en tortitas llamadas tascalpachon, una variedad de tortilla, comparable
con las actuales pupusas salvadoreñas. Podían obtenerse entre tres y cuatro cosechas
al año. Por lo general se cultivaba en milpas y se colocaban una especie de andamios
a su vera para ahuyentar a los pájaros que picoteaban el grano.
Los metates constituyeron el artefacto de piedra más
utilizado y su importancia queda reflejada en su profusión, variedad de estilos
y su utilización ceremonial en elaboradas y bellas formas. La chicha, preparada
a partir del maíz fermentado, era parte fundamental de los rituales religiosos y
las celebraciones. Otras bebidas fueron la mazamorra, hecha de maíz, miel y agua
y el pinolillo, hecho con maíz tostado.
El segundo producto de importancia en la dieta indígena
fueron los frijoles, según Oviedo, “de simiente amarilla…y otros pintados con pecas”.
Las semillas de cacao eran usadas para pagar tributo
a los caciques y como moneda de cambio en los tianguis. Oviedo menciona que eran
necesarias: 4 semillas para comprar 8 nísperos, 10 semillas para comprar un conejo
o los servicios de una prostituta. Con 100 semillas se podía comprar un esclavo.
[26]
El cultivo del cacao tenía especial importancia. Se
utilizaba como bebida de élite y su consumo estaba asociado a la mayor parte de
las ceremonias. Mientras la tenencia de la tierra en los cacicazgos era de carácter
comunitario, los árboles de cacao eran de propiedad privada de la élite, de ahí
que el control de la producción estaba exclusivamente en sus manos.
Los árboles frutales eran también de gran relevancia:
jocote, nancite, mamey, zapote, marañón, guayabo, zapote, níspero y aguacate, entre
otros muchos, eran cuidados con gran esmero. El mamey y el coco eran muy apreciados
y ofrecidos como dote en las bodas Nicarao.
La caza representaba un aporte importante a la economía
doméstica y era actividad exclusiva de los hombres, excepto los sacerdotes. Según
los vestigios arqueológicos, se han encontrado evidencias bien conservadas de huesos
de pescado, especialmente provenientes del lago y de animales silvestres que complementaban
la dieta de nuestros antepasados: venado, jabalí, conejo, iguana, pecarí, oso hormiguero,
monos, armadillo, serpiente, tortuga y moluscos del lago.
Se consumían almejas, ostras, langostas, cangrejos,
camarones, etc. Las Spondylus eran trabajadas como ornamentos, anzuelos y otras
herramientas. [27] La sal era un producto
muy apreciado no solo para el consumo doméstico, sino como medicina y se le utilizaba
en rituales curativos.
El tabaco se cultivó con fines ceremoniales y medicinales.
Parece ser que su uso fue generalizado por toda Nicaragua.
NOTAS
1.
Rabella, Joaquín. “Aproximación a la historia del Río San Juan (1500-1995)”. Managua,
Imprimatur Artes Gráficas, 1995.
2.
Tous Mata, Meritxell. “De Protagonistas a Desaparecidos” - Las sociedades indígenas
de la Gran Nicoya siglos XIV a XVII. Lea Grupo Editorial, 2008.
3.
Lange, Frederick “Evaluación histórica del concepto Gran Nicoya”. Vínculos 18-19 (1992-93).
4. Niemel, Karen. “Social Change and Migration in the Rivas
Region, Pacific Nicaragua (1000ª.C. –
1522 dc). Junio
2003. University of New York at Buffalo.
5. Kinloch, Frances. “Historia de Nicaragua”. Instituto de Historia
de Nicaragua y Centroamérica de la Universidad Centroamericana, 2008. Cap. 1.
6.
Guido Martínez, Clemente. “Nueva Historia de Nicaragua”. Alba Editores 2008. Unidad
1.
7.
Kinloch Tijerino, Frances. obra citada. Cap. 1.
8.
McCafferty Geofrey, Fernández Deepika, Steinbrener Larry. Obra citada.
9.
Guido Martínez, Clemente. Obra citada. Unidad 1.
10.
Tous, Meritxell. Obra citada.
11.
McCafferty, Geoffrey y Steinbrenner, Larry. “Chronological implications for Greater
Nicoya from the Santa Isabel Project, Nicaragua”. Taken
from “Ancient Mesoamerica” 16 (2005)
12.
Esgueva Gómez, Antonio. “La Mesoamérica Nicaragüense”, Documentos y comentarios.
Pág. 19.
Universidad Centroamericana (UCA), 1996.
13.
Tous, Meritxell. Obra citada.
14.
McCaffery, Geoffrey y Dennett, Carrie L. “Re-conceptualizing Nicaraguan Prehistory.
Pottery and People: Reassessing social identity in Pacific
Nicaragua”. 76th Annual Meeting of the society for American Archeology,
Sacramento, CA. March 31-April 3, 2011
15. Tous Mata, Meritxell. Obra citada.
16. Niemel, Karen. Obra citada.
17. Guido Martínez, Clemente. “Nueva Historia de Nicaragua”
Alba editores S.A., 2008.
18.
Guido Martínez, Clemente. Obra citada.
19.
E. G. Squier, Nicaragua sus gentes y paisajes. Editorial Universitaria Centroamericana
(EDUCA),
Colección Viajeros, traducción de Luciano Cuadra.
1970.
20.
E.G.Squier, Nicaragua sus gentes y paisajes. Obra citada.
21.
Niemel, Karen. Obra citada.
22.
Tous Mata, Meritxell. Obra citada.
23.
Niemel, Karen. Obra citada.
24.
Tous Mata, Meritxell. Obra citada.
25.
McCaffery, Geoffrey. “Buscando los Nahua de Nicaragua… Encontrando???: Investigaciones
recientes en Santa Isabel. Ponencia preparada para el 1er. Congreso de Arqueología
de El Salvador. Estudios de Cultura Nahua, San Salvador, El Salvador, 26-28 de octubre
de 2005.
26.
Esgueva Gómez, Antonio. “La Mesoamérica Nicaragüense”, Documentos y comentarios.
Universidad Centroamericana (UCA), 1996.
27.
Tous Mata, Meritxell. Obra citada.
_____
AMELIA BARAHONA CUADRA (Managua, 1951). Graduada como Arquitecta en la UNAN Managua, con estudios de postgrado en Conservación del Patrimonio Cultural en Italia. Fundadora y directora del programa de Patrimonio Cultural del Ministerio de Cultura en los años ’80. Ha ejercido como Arquitecta, Restauradora, Traductora, Consultora cultural, Investigadora de arquitectura y profesora universitaria, en los diferentes países donde ha residido en los últimos 20 años. Secretaria y Vicepresidente del Instituto Nicaragüense de Cultura Hispánica (INCH). Ha escrito y publicado numerosos artículos sobre temas de Conservación del Patrimonio, así como relatos cortos y otras narraciones en suplementos culturales nacionales y en la Revista ANIDE.
*****
Agulha Revista de Cultura
UMA AGULHA NA MESA O MUNDO NO PRATO
Número 187 | novembro de 2021
Curadoria: Daisy Zamora (Nicarágua, 1950)
Artista convidada: Berta Marenco (Nicarágua, 1949)
editor geral | FLORIANO MARTINS | floriano.agulha@gmail.com
editor assistente | MÁRCIO SIMÕES | mxsimoes@hotmail.com
logo & design | FLORIANO MARTINS
revisão de textos & difusão | FLORIANO MARTINS | MÁRCIO SIMÕES
ARC Edições © 2021
Visitem também:
Atlas Lírico da América Hispânica
Nenhum comentário:
Postar um comentário