dura menos que um relâmpago.
Lêdo Ivo
Lêdo
Ivo fue siempre un
maestro pertinaz, lo he repetido muchas
veces homenajeando sus más de sesenta y cinco años dedicados a la creación
poética. Seis décadas y un lustro de poesía son mucho más que un dato
cronológico. Lêdo es un poeta que se mantuvo en constante renovación,
participando creativamente en las discusiones sobre el ser y el hacer de la
materia poética; un poeta que consideró que la búsqueda y a la experimentación son
fundamentales para la creación poética y expresó más de una vez que sin ellas
la literatura y la poesía no se renovarían. Durante
una de sus visitas a México, a principios de la década de 1990, hace ya un
cuarto de siglo, invité a Lêdo Ivo a ofrecer una lectura en el Centro de
Enseñanza de Lenguas Extranjeras (CELE) de la Universidad Nacional Autónoma de
México. Al final de la sesión, acompañados de Leda, su esposa —fallecida en el
primer semestre de 2004—, paseamos por los amplios espacios universitarios.
EL | En 2005, hace diez años, la revista Alforja publicó Versos comunicantes, poetas entrevistan a poetas iberoamericanos.
En el volumen II se publicó parte de nuestra conversación…
LI | Es la cuarta vez que visito México y todas las ocasiones que he venido
ha sido a fiestas, a celebraciones, a encuentros, a reuniones. Tener muchos
amigos en México me hace sentir muy orgulloso; además, México ha sido una
influencia muy importante en mi carrera literaria, puesto que fue el primer
país que tradujo mis poemas. Aquí se publicó La imaginaria ventana abierta, un
libro de poemas traducido por Carlos Montemayor, y después otro libro, Oda al
crepúsculo, traducido por Manuel Núñez Nava. Posteriormente Las pistas,
traducido por Jorge Lobillo, y Las islas imaginarias, traducido por Marisela
Terán.
De modo que este reconocimiento que hace México de mi poesía tiene una
gran repercusión en los países de América Latina, porque esos libros circularon
ahí, y también la tuvo en España, donde acaban de hacer una antología de mi
trabajo, además de tenerla en Estados Unidos, gracias a esa repercusión inicial
como poeta que tuve en México.
Vine varias veces a recitales, realicé conferencias en universidades,
participé en seminarios poéticos y un taller organizado aquí en México, de modo
que me considero casi un poeta mexicano. Así fue como México acogió mi poesía y
desde un principio aprecié a este país, porque en mi obra existe cierta marca,
una influencia de México. Después de mis viajes a México mi poesía cambió un
poco de rumbo.
Yo, que era un poeta subjetivo, un poeta muy marcado por la retórica
europea, especialmente por la retórica francesa, comencé a interesarme por los
problemas de una poesía más del habla, una poesía más natural, menos
retórica... También, de cierto modo, mi subjetividad quedó mayormente marcada
por lo arcaico, por la poesía de los orígenes. Hoy me siento no sólo un poeta
brasileño, sino un poeta latinoamericano también. Esta observación la hizo Juan
Rulfo cuando visitó Brasil. Mientras hablaba de los poetas brasileños llamó la
atención hacia el hecho de que yo no era un poeta brasileño, sino un poeta de
América Latina.
EL | El modernismo brasileño fue una explosión en la cultura de Brasil y de
nuestro continente. Aunque siempre vale la pena recordar que el modernismo
brasileño es muy diferente del modernismo de nuestra América hispánica, ¿qué
influencia tuvo el modernismo [brasileño] en tu poesía y en la poesía de tu
generación?
LI | Ésa es una buena observación, porque el modernismo latinoamericano
surgió creo que con Azul de Rubén Darío y se corresponde con nuestro simbolismo
y parnasianismo. De modo que fue una gran revolución porque, por primera vez,
un poeta latinoamericano como Rubén Darío modificó toda la poesía española. Hay
que decir que la generación del 98 española, los grandes poetas españoles como
Alberti, García Lorca, [Juan Ramón] Jiménez, todos ellos traían la marca de
Rubén Darío. Así, la primera gran revolución de América Latina fue en Europa.
El modernismo brasileño fue un modernismo tardío que surgió en la década de
1920; sin embargo, fue un modernismo más moderno, en cierto sentido, que el
hispanoamericano, porque lo que caracterizó al modernismo brasileño fue la
ruptura con la versificación, con la métrica y con la rima, mientras que el
modernismo latinoamericano se caracterizó por el impresionante enriquecimiento
métrico y la variedad de rimas.
Lo que hizo Rubén Darío, por ejemplo, fue crear un nuevo universo
retórico para la poesía. En cuanto a mi generación, fue la que se opuso al
modernismo brasileño; a nosotros nos llaman los hijos ingratos porque nos
rebelamos contra nuestros padres. Ahora es muy difícil saber si la gente, si
los poetas de mi generación son poetas modernos, poetas contemporáneos o poetas
posmodernos, porque vivimos en una época en la que todavía no sabemos si el
modernismo ya murió o sigue vivo. De cualquier manera, sentimos, por lo menos
entre nosotros, entre mi generación, quienes estamos siempre atentos a la
problemática de la poesía, que no somos partícipes de todo; no somos herederos
del modernismo. Hoy existe una gran curiosidad intelectual en Brasil, de los
poetas de mi generación y de los de la generación anterior, de manera que todos
esos poetas ya no se ajustan al molde modernista. Un hecho curioso es que
después del modernismo no hay más ismos en Brasil; como en todo el mundo, los
ismos murieron. Hoy la poesía es una aventura solitaria, aunque también es una
aventura solidaria. Los poetas ya no se unen a escuelas, por lo menos no a
escuelas actuales, son todos guerrilleros solitarios.
EL | Hablando de épocas más recientes de la poesía brasileña, los jóvenes
reunidos alrededor de la generación llamada del “Mimeógrafo” comenzaron a hacer
poesía durante la época en la que era muy difícil evitar la censura y plasmar
su poesía en los libros, en los periódicos, etcétera. ¿Esta generación del
“Mimeógrafo” tiene poetas reconocidos? A pesar de ser una generación mucho más
joven que la tuya, ¿la conoces?, ¿crees que tiene poetas interesantes?
LI | Pues no creo que tenga poetas con voces individuales, pero para mí, esta
generación ejerció un papel muy importante, porque no es un fenómeno reciente
en Brasil ni en países como en la Unión Soviética en los que había censura. En
Brasil había una dictadura con todas las formas de represión de una dictadura
militar, de tal modo que esta generación no podía publicar sus libros, no podía
publicar sus artículos o poemas en revistas o diarios y no podía aparecer en
televisión, así que hacían sus poemas en mimeógrafo y los vendían en las
entradas de los teatros, de los cines, de los bares. Fue una especie de
explosión, de rebelión nocturna, porque se aparecían en la noche, como los
murciélagos.
Así, en mi opinión, la generación del “Mimeógrafo” tiene una gran
importancia en la historia de la poesía brasileña, pues es una generación
subjetiva, que surgió durante la dictadura militar y volvió a hablar no sólo de
temas sobre la represión, sino también de ciertos temas que se habían
abandonado, como el amor, el compañerismo humano, con una visión satírica de la
sociedad, e incluso satirizaban a los jefes y a los cuadros militares. Así que
esa generación juega un papel crítico, al igual que otras generaciones que
surgen en Brasil, como la de la poesía “porno”, pues debido a que el régimen
militar no les permitía a los poetas jóvenes apropiarse del mundo, entonces los
poetas volvieron su atención hacia sus propios cuerpos, hacia sus partes
secretas, y así comenzaron a realizar una poesía de celebración de la
genitalia, una poesía irónica, mordaz, maliciosa, de liberación, y también una
poesía de angustia y desamparo, pero que se enfocó en el cuerpo, de tal manera
que estos son movimientos secretos que tienen cierta influencia en el terreno
de la poesía y es por eso que los poetas jóvenes de Brasil tienen un vínculo
con esa generación.
EL | Ya que los asistentes a tu lectura lo preguntaron —porque en México se
conoce un poco más la música de Brasil que su literatura—-, me parece
interesante, Lêdo, que nos des tu opinión de la poesía en la música popular
brasileña. Sabemos que João Cabral de Mello siempre dijo que la música no le
interesaba, pero la música popular de Brasil ha tenido una gran presencia en
diversos lugares del mundo. Después de todo, en su origen, la poesía era
cantada y no escrita. En el caso de los poetas de la música popular de Brasil
debemos decir que hay poetas que participan permanentemente dotando de textos a
los músicos. Manuel Bandeira y otros lo hacían hace más de medio siglo; en
estas últimas décadas podemos hablar incluso del trabajo de Vinicius...
EL | Hablábamos hace rato de las computadoras, de la probablemente ya perdida
tradición del epistolario, de las nuevas tecnologías... Te preguntaban los
alumnos del CELE si los libros van a morir por causa de las computadoras, ése
es un tema actual del mundo, se discute mucho sobre eso...
LI | Mucha gente habla de la muerte de los libros: que si los libros van a
morir, que si la poesía va a morir, que si la novela ya murió, pero en mi
opinión hay algo en el hombre de lo que sólo un poeta está en condiciones de
hablar. Un mundo de poesía no es un mundo de retórica; es también un mundo de
imaginación humana, un mundo de celebración, un mundo de indignación, de tal
modo que debido a que la poesía está relacionada con la condición humana y con
la creatividad humana, mientras el hombre se dé cuenta de eso, habrá poetas,
novelistas y dramaturgos, y habrá también profesores que hablen más de los
poetas, de los novelistas y de los dramaturgos.
•••
Recuerdo
cariñosamente al poeta nacido el 18 de febrero
1924 en Maceió; numerosas conversaciones nuestras me quedan en la memoria. Como
maestro pertinaz, digo, él argumentaba en nuestras conversaciones –por ejemplo–
que los heterónimos de Fernando Pessoa no son sino pseudónimos, noms de plume de un mismo y grandioso
poeta que gracias a su extraordinaria versatilidad sabía hacer poemas y hasta
libros diferentes. “No son realidades existenciales”, escribió Lêdo, “son producciones
de lenguaje y no almas”. Por mi parte, me declaraba convencido del concepto del
propio Pessoa: Drama en gente, poner
poesía lírica en boca de distintos personajes que adquieren, por esa poesía, un
alma literaria. Shakespeare no era Romeo ni era Julieta. Sin embargo, creó dos
personajes con densidad de vida propia, con alma perdurable creada con
lenguaje.
Cuando
traduje los 35 Sonnets de Pessoa,
escritos originalmente en inglés, le comenté a Lêdo que –efectivamente– los
contenidos expresivos de esos Sonetos se pueden comparar con ciertos poemas de
Álvaro de Campos, Caeiro y Reis, y encontré semejanzas que le daban la razón a Lêdo y que me hicieron pensar más bien en ese germen donde Pessoa,
escribiendo como Pessoa, comienza a trazar voces distintas.
Esa continuidad de Lêdo Ivo en el trabajo poético y en la reflexión
sobre los asuntos de la poesía, su permanente empeño por hurgar paciente y
meticulosamente en los recovecos de la palabra y volar junto con ella a los
espacios posibles e imposibles, es lo que nos permitió
siempre aprender de sus ideas y leer con frecuencia textos suyos de reciente
escritura.
Quienes ya han tenido oportunidad de acercarse a esta poética
constatarán las virtudes del verso limpio y expresivo del poeta brasileño, los
lectores de reciente afiliación hallarán un estímulo para procurarse las
colecciones anteriores de sus poemas publicados en México, que ha sido un
resaltado espacio propicio para la traducción y publicación de su poesía.
La crítica literaria suele coincidir en que Lêdo Ivo es uno
de los poetas más representativos de su generación. Como otros poetas de la
Generación, Lêdo volvió a algunas formas poéticas fijas, como el soneto, en el
cual tiene ejemplos muy celebrados, aunque siempre se significó por un tono
marcadamente personal en su poesía. Fijó una fisonomía fuerte y propia con
pleno dominio de las formas y del lenguaje. Para él, la poesía es una invención
de sus palabras, “una operación verbal destinada a ocultar la vida personal,
generando una mitología particular que sustituye la verdad trivial de la
existencia”.
En las numerosas
entrevistas que el poeta concedió en sus últimos años a diarios, revistas y
publicaciones diversas, así como a estaciones radiofónicas de todo el
continente, se enfatizan con reiterada constancia algunos datos que pueden
incorporarse a una biografía intelectual. Sabemos, por ejemplo, que desde su
infancia Lêdo ya quería ser poeta: la presencia de la poesía en su vida es para
él la justificación de su existencia, “es como si mi sueño de infancia se
hubiese convertido en realidad”. La poesía representa en su vida su propia
vida, su razón de ser y de vivir, de estar, su medio de comunicación con los
hombres. Lêdo sabe que es muy difícil decir cómo se hace un poema. Asume que la
poesía es una vocación, un oficio que exige ingredientes específicos, que
requiere preparación y demanda una formación intelectual y cultural, además de
reclamar el conocimiento de lenguas que permitan tener acceso a otras literaturas.
Repite con firmeza que el mundo de la literatura se hace con influencias y
contribuciones, “es una perpetua mutación”.
EDUARDO LANGAGNE (México, 1952). Poeta, ensaísta e
tradutor. Página ilustrada com obras de Gonçalo Ivo.
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