quinta-feira, 12 de novembro de 2015

EDUARDO LANGAGNE | Encuentro con Lêdo Ivo


O dia mais longo do homem
dura menos que um relâmpago.

Lêdo Ivo

Lêdo Ivo fue siempre un maestro pertinaz, lo he repetido muchas veces homenajeando sus más de sesenta y cinco años dedicados a la creación poética. Seis décadas y un lustro de poesía son mucho más que un dato cronológico. Lêdo es un poeta que se mantuvo en constante renovación, participando creativamente en las discusiones sobre el ser y el hacer de la materia poética; un poeta que consideró que la búsqueda y a la experimentación son fundamentales para la creación poética y expresó más de una vez que sin ellas la literatura y la poesía no se renovarían. Durante una de sus visitas a México, a principios de la década de 1990, hace ya un cuarto de siglo, invité a Lêdo Ivo a ofrecer una lectura en el Centro de Enseñanza de Lenguas Extranjeras (CELE) de la Universidad Nacional Autónoma de México. Al final de la sesión, acompañados de Leda, su esposa —fallecida en el primer semestre de 2004—, paseamos por los amplios espacios universitarios.

EL | En 2005, hace diez años, la revista Alforja publicó Versos comunicantes, poetas entrevistan a poetas iberoamericanos. En el volumen II se publicó parte de nuestra conversación…

LI | Es la cuarta vez que visito México y todas las ocasiones que he venido ha sido a fiestas, a celebraciones, a encuentros, a reuniones. Tener muchos amigos en México me hace sentir muy orgulloso; además, México ha sido una influencia muy importante en mi carrera literaria, puesto que fue el primer país que tradujo mis poemas. Aquí se publicó La imaginaria ventana abierta, un libro de poemas traducido por Carlos Montemayor, y después otro libro, Oda al crepúsculo, traducido por Manuel Núñez Nava. Posteriormente Las pistas, traducido por Jorge Lobillo, y Las islas imaginarias, traducido por Marisela Terán.
De modo que este reconocimiento que hace México de mi poesía tiene una gran repercusión en los países de América Latina, porque esos libros circularon ahí, y también la tuvo en España, donde acaban de hacer una antología de mi trabajo, además de tenerla en Estados Unidos, gracias a esa repercusión inicial como poeta que tuve en México.
Vine varias veces a recitales, realicé conferencias en universidades, participé en seminarios poéticos y un taller organizado aquí en México, de modo que me considero casi un poeta mexicano. Así fue como México acogió mi poesía y desde un principio aprecié a este país, porque en mi obra existe cierta marca, una influencia de México. Después de mis viajes a México mi poesía cambió un poco de rumbo.
Yo, que era un poeta subjetivo, un poeta muy marcado por la retórica europea, especialmente por la retórica francesa, comencé a interesarme por los problemas de una poesía más del habla, una poesía más natural, menos retórica... También, de cierto modo, mi subjetividad quedó mayormente marcada por lo arcaico, por la poesía de los orígenes. Hoy me siento no sólo un poeta brasileño, sino un poeta latinoamericano también. Esta observación la hizo Juan Rulfo cuando visitó Brasil. Mientras hablaba de los poetas brasileños llamó la atención hacia el hecho de que yo no era un poeta brasileño, sino un poeta de América Latina.

EL | El modernismo brasileño fue una explosión en la cultura de Brasil y de nuestro continente. Aunque siempre vale la pena recordar que el modernismo brasileño es muy diferente del modernismo de nuestra América hispánica, ¿qué influencia tuvo el modernismo [brasileño] en tu poesía y en la poesía de tu generación?

LI | Ésa es una buena observación, porque el modernismo latinoamericano surgió creo que con Azul de Rubén Darío y se corresponde con nuestro simbolismo y parnasianismo. De modo que fue una gran revolución porque, por primera vez, un poeta latinoamericano como Rubén Darío modificó toda la poesía española. Hay que decir que la generación del 98 española, los grandes poetas españoles como Alberti, García Lorca, [Juan Ramón] Jiménez, todos ellos traían la marca de Rubén Darío. Así, la primera gran revolución de América Latina fue en Europa. El modernismo brasileño fue un modernismo tardío que surgió en la década de 1920; sin embargo, fue un modernismo más moderno, en cierto sentido, que el hispanoamericano, porque lo que caracterizó al modernismo brasileño fue la ruptura con la versificación, con la métrica y con la rima, mientras que el modernismo latinoamericano se caracterizó por el impresionante enriquecimiento métrico y la variedad de rimas.
Lo que hizo Rubén Darío, por ejemplo, fue crear un nuevo universo retórico para la poesía. En cuanto a mi generación, fue la que se opuso al modernismo brasileño; a nosotros nos llaman los hijos ingratos porque nos rebelamos contra nuestros padres. Ahora es muy difícil saber si la gente, si los poetas de mi generación son poetas modernos, poetas contemporáneos o poetas posmodernos, porque vivimos en una época en la que todavía no sabemos si el modernismo ya murió o sigue vivo. De cualquier manera, sentimos, por lo menos entre nosotros, entre mi generación, quienes estamos siempre atentos a la problemática de la poesía, que no somos partícipes de todo; no somos herederos del modernismo. Hoy existe una gran curiosidad intelectual en Brasil, de los poetas de mi generación y de los de la generación anterior, de manera que todos esos poetas ya no se ajustan al molde modernista. Un hecho curioso es que después del modernismo no hay más ismos en Brasil; como en todo el mundo, los ismos murieron. Hoy la poesía es una aventura solitaria, aunque también es una aventura solidaria. Los poetas ya no se unen a escuelas, por lo menos no a escuelas actuales, son todos guerrilleros solitarios.

EL | Hablando de épocas más recientes de la poesía brasileña, los jóvenes reunidos alrededor de la generación llamada del “Mimeógrafo” comenzaron a hacer poesía durante la época en la que era muy difícil evitar la censura y plasmar su poesía en los libros, en los periódicos, etcétera. ¿Esta generación del “Mimeógrafo” tiene poetas reconocidos? A pesar de ser una generación mucho más joven que la tuya, ¿la conoces?, ¿crees que tiene poetas interesantes?

LI | Pues no creo que tenga poetas con voces individuales, pero para mí, esta generación ejerció un papel muy importante, porque no es un fenómeno reciente en Brasil ni en países como en la Unión Soviética en los que había censura. En Brasil había una dictadura con todas las formas de represión de una dictadura militar, de tal modo que esta generación no podía publicar sus libros, no podía publicar sus artículos o poemas en revistas o diarios y no podía aparecer en televisión, así que hacían sus poemas en mimeógrafo y los vendían en las entradas de los teatros, de los cines, de los bares. Fue una especie de explosión, de rebelión nocturna, porque se aparecían en la noche, como los murciélagos.
Así, en mi opinión, la generación del “Mimeógrafo” tiene una gran importancia en la historia de la poesía brasileña, pues es una generación subjetiva, que surgió durante la dictadura militar y volvió a hablar no sólo de temas sobre la represión, sino también de ciertos temas que se habían abandonado, como el amor, el compañerismo humano, con una visión satírica de la sociedad, e incluso satirizaban a los jefes y a los cuadros militares. Así que esa generación juega un papel crítico, al igual que otras generaciones que surgen en Brasil, como la de la poesía “porno”, pues debido a que el régimen militar no les permitía a los poetas jóvenes apropiarse del mundo, entonces los poetas volvieron su atención hacia sus propios cuerpos, hacia sus partes secretas, y así comenzaron a realizar una poesía de celebración de la genitalia, una poesía irónica, mordaz, maliciosa, de liberación, y también una poesía de angustia y desamparo, pero que se enfocó en el cuerpo, de tal manera que estos son movimientos secretos que tienen cierta influencia en el terreno de la poesía y es por eso que los poetas jóvenes de Brasil tienen un vínculo con esa generación.

EL | Ya que los asistentes a tu lectura lo preguntaron —porque en México se conoce un poco más la música de Brasil que su literatura—-, me parece interesante, Lêdo, que nos des tu opinión de la poesía en la música popular brasileña. Sabemos que João Cabral de Mello siempre dijo que la música no le interesaba, pero la música popular de Brasil ha tenido una gran presencia en diversos lugares del mundo. Después de todo, en su origen, la poesía era cantada y no escrita. En el caso de los poetas de la música popular de Brasil debemos decir que hay poetas que participan permanentemente dotando de textos a los músicos. Manuel Bandeira y otros lo hacían hace más de medio siglo; en estas últimas décadas podemos hablar incluso del trabajo de Vinicius...

LI | Es necesario distinguir la poesía de gabinete, que es aquella solamente verbal, de la poesía de la música popular. En la poesía de la música popular hay una especie de fusión de letra y música y, de esta forma, dicha fusión es lo que le da el encanto al poema, como el poema de Vinicius de Moraes: “Olha que coisa mais linda”. Esto no es poesía y no tiene ningún peso estético, pero unido a la música se fusiona y se transforma. De esta manera, en mi opinión, hay algunos poetas jóvenes, poetas de la música popular, que no se contaminaron por la música estadounidense y por cierta música internacional, pero sí la adaptaron a Brasil, como es el caso de Milton Nascimento y Caetano Veloso, entre otros. Ahora, un padre de esta música popular es realmente Vinicius, porque él era un gran poeta de gabinete, un poeta de la aristocracia, y de repente abandonó la poesía de gabinete y comenzó a cultivar la poesía popular hasta convertirse en cantante, aunque no era un buen cantante pero sí un buen poeta, e incluso en un gran compositor, de los mejores y de un alto nivel, con gran dignidad para la música popular de Brasil.

EL | Hablábamos hace rato de las computadoras, de la probablemente ya perdida tradición del epistolario, de las nuevas tecnologías... Te preguntaban los alumnos del CELE si los libros van a morir por causa de las computadoras, ése es un tema actual del mundo, se discute mucho sobre eso...

LI | Mucha gente habla de la muerte de los libros: que si los libros van a morir, que si la poesía va a morir, que si la novela ya murió, pero en mi opinión hay algo en el hombre de lo que sólo un poeta está en condiciones de hablar. Un mundo de poesía no es un mundo de retórica; es también un mundo de imaginación humana, un mundo de celebración, un mundo de indignación, de tal modo que debido a que la poesía está relacionada con la condición humana y con la creatividad humana, mientras el hombre se dé cuenta de eso, habrá poetas, novelistas y dramaturgos, y habrá también profesores que hablen más de los poetas, de los novelistas y de los dramaturgos.

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Recuerdo cariñosamente al poeta nacido el 18 de febrero 1924 en Maceió; numerosas conversaciones nuestras me quedan en la memoria. Como maestro pertinaz, digo, él argumentaba en nuestras conversaciones –por ejemplo– que los heterónimos de Fernando Pessoa no son sino pseudónimos, noms de plume de un mismo y grandioso poeta que gracias a su extraordinaria versatilidad sabía hacer poemas y hasta libros diferentes. “No son realidades existenciales”, escribió Lêdo, “son producciones de lenguaje y no almas”. Por mi parte, me declaraba convencido del concepto del propio Pessoa: Drama en gente, poner poesía lírica en boca de distintos personajes que adquieren, por esa poesía, un alma literaria. Shakespeare no era Romeo ni era Julieta. Sin embargo, creó dos personajes con densidad de vida propia, con alma perdurable creada con lenguaje. Cuando traduje los 35 Sonnets de Pessoa, escritos originalmente en inglés, le comenté a Lêdo que –efectivamente– los contenidos expresivos de esos Sonetos se pueden comparar con ciertos poemas de Álvaro de Campos, Caeiro y Reis, y encontré semejanzas que le daban la razón a Lêdo y que me hicieron pensar más bien en ese germen donde Pessoa, escribiendo como Pessoa, comienza a trazar voces distintas.
Esa continuidad de Lêdo Ivo en el trabajo poético y en la reflexión sobre los asuntos de la poesía, su permanente empeño por hurgar paciente y meticulosamente en los recovecos de la palabra y volar junto con ella a los espacios posibles e imposibles, es lo que nos permitió siempre aprender de sus ideas y leer con frecuencia textos suyos de reciente escritura.
Quienes ya han tenido oportunidad de acercarse a esta poética constatarán las virtudes del verso limpio y expresivo del poeta brasileño, los lectores de reciente afiliación hallarán un estímulo para procurarse las colecciones anteriores de sus poemas publicados en México, que ha sido un resaltado espacio propicio para la traducción y publicación de su poesía.
La crítica literaria suele coincidir en que Lêdo Ivo es uno de los poetas más representativos de su generación. Como otros poetas de la Generación, Lêdo volvió a algunas formas poéticas fijas, como el soneto, en el cual tiene ejemplos muy celebrados, aunque siempre se significó por un tono marcadamente personal en su poesía. Fijó una fisonomía fuerte y propia con pleno dominio de las formas y del lenguaje. Para él, la poesía es una invención de sus palabras, “una operación verbal destinada a ocultar la vida personal, generando una mitología particular que sustituye la verdad trivial de la existencia”.
En las numerosas entrevistas que el poeta concedió en sus últimos años a diarios, revistas y publicaciones diversas, así como a estaciones radiofónicas de todo el continente, se enfatizan con reiterada constancia algunos datos que pueden incorporarse a una biografía intelectual. Sabemos, por ejemplo, que desde su infancia Lêdo ya quería ser poeta: la presencia de la poesía en su vida es para él la justificación de su existencia, “es como si mi sueño de infancia se hubiese convertido en realidad”. La poesía representa en su vida su propia vida, su razón de ser y de vivir, de estar, su medio de comunicación con los hombres. Lêdo sabe que es muy difícil decir cómo se hace un poema. Asume que la poesía es una vocación, un oficio que exige ingredientes específicos, que requiere preparación y demanda una formación intelectual y cultural, además de reclamar el conocimiento de lenguas que permitan tener acceso a otras literaturas. Repite con firmeza que el mundo de la literatura se hace con influencias y contribuciones, “es una perpetua mutación”.



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EDUARDO LANGAGNE (México, 1952). Poeta, ensaísta e tradutor. Página ilustrada com obras de Gonçalo Ivo.





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