INTRODUCCIÓN | Este corto ensayo se propone dilucidar los factores que han conllevado al
desarrollo y/o transformación de la poesía del pasado siglo y de éste. Está referido
a la poesía en general, pero especialmente a la hispanoamericana, y muy en especial
a la de Chile, país del cual procedo y en el cual se ponen de manifiesto con mayor
claridad las tesis que pretende sustentar este escrito. Primeramente debe quedar
claro que existe una gran diferencia entre la poesía escrita en la primera mitad
del siglo XX y la del resto del siglo, y en especial la que empieza a sugir en los
años noventa, en la medida que tomaba impulso y se desarrollaba la informática.
Ciertamente, se constata una gran diferencia entre los países, y lo que vale para
Inglaterra y los Estados Unidos no necesariamente tiene validez para Rusia, Francia
o Alemania, dependiendo su situación de las circunstancias particulares en que se
encontraban y se encuentran estos países. Pero ya hemos dicho que nos referimos
más bien al ámbito de lengua española. Hasta avanzado el siglo XX todavía señoreaba
el modernismo –con su figura señera Rubén Darío- las características de la poesía
culta en castellano escrita a ambos lados del Atlántico, y figuras de la talla de
Antonio Machado (por nombrar sólo al más conspicuo) habían sido captadas por este
movimiento literario. Pero paralelamente estaba surgiendo la generación del 27’,
y Pablo Neruda creaba sus Residencias, mientras en Perú César Vallejo subvertía,
con Trilce, incluso las reglas de la gramática castellana.
LOS NUEVOS | Es sintomático que después de la guerra civil española no ha producido el
mundo de habla castellana poetas de la talla de García Lorca, Pablo Neruda, César
Vallejo o de la Mistral. Están –o estuvieron- por supuesto Jorge Luis Borges, Octavio
Paz, Ángel González y nuestro Nicanor Parra en el ámbito de la antipoesía. Pero
ninguno de ellos ha logrado sacudir y enriquecer el árbol de la poesía como lo hicieron
sus predecesores. Ciertamente, nunca se había producido tanta poesía como en nuestros
días, nunca se había escrito tanta poesía en español, nunca había habido tantos
libros de poesía en el mercado, y especialmente en internet. Pero ninguno de los
poetas contemporáneos ha sido capaz de remecer el idioma como lo hicieron Darío
y los clásicos del siglo XX.
Parece ser que en la primera mitad de aquel siglo se produjeron hechos que
cambiaron la fisonomía de la poesía no sólo de lengua española, sino universal,
afectándola, no sólo en la manera de escribirla, es decir, en la superficie, sino
en sus mismos cimientos.
Los “cimientos de la poesía”
quiere aquí significar el valor intrínseco o fenomenológico de ésta, la filosofía
que está implícita en la manera de considerar su esncia íntima. Vale decir, la poética.
LOS TEÓRICOS | Parece haber concenso en considerar la Poética de Aristóteles como el conjunto
de ideas y tesis que pusieron las bases de la consideración de la poesía universal
en la antigüedad. Este opus del Estagirita señoreó durante milenios la mentalidad
de los teóricos de la poesía, y, por ende, de los poetas mismos, sin que nadie fuera
capaz de contradecirle decisivamente.Pero en la primera mitad del siglo XX se producen
hechos que van a cambiar radicalmente la actitud de los teóricos de la poesía y
de los poetas frente al fenómeno de la creación literaria –por lo menos de la mayoría
de ellos. Este trabajo pretende dilucidar esos hechos y sus consecuencias. La esencia
de la poesía fue considerada tanto por los antiguos como por los modernos como la
quintaesencia de la belleza. Así lo entendió Píndaro, así lo entendió Virgilio,
y el Dante, y Shakespeare, y Góngora, y Goethe y nuestro Darío. Esta consideración
ha conseguido mantenerse hasta nuestros días en amplios círculos del quehacer literario,
pero hay una parte importante de los literatos que abjura de esta manera de pensar,
y prefiere buscar la esencia de la poesía en elementos más inmediatos de los fenómenos
socio-culturales. Un primer signo de ruptura –aunque no decisivo- parece encontrarse
en la famosa frase de Una temporada en el infierno, de Arthur Rimbaud: “Pero una
noche senté a la belleza en mis rodillas, y vi que era amarga, y la insulté”. Muchísimos
teóricos y críticos literarios citan al poeta francés a la hora de explicar los
cambios referentes a la poética moderna y contemporánea, y en gran parte tienen
razón, -pensemos solamente en el valor que le atribuía Neruda a Rimbaud como luminaria
de los poetas de su generación. Efectivamente, Arthur Rimbaud pone en cuestión la
consideración clásica de la belleza como una entidad metafísica, y se esfuerza por
darle un cariz más cercano a la realidad. Pero, considerada en su conjunto, la poética
de Rimbaud –así como se aprecia en sus poemas- no difiere radicalmente de la de
sus contemporáneos, a pesar te toda la rebeldía que rezuman sus escritos. A mi parecer,
la ruptura decisiva en la manera de considerar los mecanismos íntimos que dan lugar
a la poesía en nuestro tiempo, tiene lugar con los escritos de Sigmund Freud. El
psicólogo vienés puso en tela de juicio no sólo nuestras ideas acerca de las relaciones
familiares y sociales, reinterpretando y revalorando el valor de la sexualidad,
sino las bases mismas de nuestro sistema de valores referente a la cultura toda.
Elemento esencial en la cosmovisión freudiana sobre la creación –no sólo
literaria– lo constituye el concepto de libido, vale decir, el apetito sexual subyacente
en el ser humano, el cual, al ser reprimido, y de acuerdo con las circunstancias
en que se encuentre la persona, daría lugar (para nuestros propósitos) a la obra
de arte. La historia de la cultura representaría, por lo tanto, una larga cadena
creciente de sublimación de la libido por parte de los agentes culturales pertinentes.
La famosa poiesis platoniana, por lo tanto, no consistiría, como quería el filósofo,
en extraer una obra de arte de la nada merced a los marcados talentos creativos
del vate, del pintor o del escultor, sino en algo muy concreto, por mucho que oculto
en el laberinto de la fenomenología de la psiquis.
La visión freudiana del origen y desarrollo de la cultura comenzó a abrirse
paso en los años 20/30 del pasado siglo, y en poco tiempo se difundió en el exclusivo
mundo de la psicología, alcanzando posteriormente el mundillo de los teóricos y
críticos literarios y de los literatos mismos. Entre los intelectuales que asumen
las tesis de Freud a este respecto destaca en los años 60’ Herbert Marcuse, cuya
obra Eros y Civilización tuvo una gran vigencia y ejerció un amplio influjo entre
los jóvenes de mi generación, especialmente entre los estudiantes. Pero paralelamente
a las tesis de Freud tenía lugar la revolución rusa, que en los años 20’ y siguientes
difundía sus ideas por Europa y por el mundo entero, y con ello sus ideas acerca
del sentido de la cultura, por ejemplo, de la literatura. Ésta ya no podía seguir
teniendo el sentido burgués de creación de una minoría privilegiada para goce estético
de los lectores, sino inscribirse en el nuevo sistema de valores de la revolución,
y ponerse al servicio de los logros de la clase obrera. Nacía así el concepto de
“realismo socialista” de la literatura y las artes. El objetivo de la poesía no
podía seguir siendo la búsqueda de la belleza, de una belleza con una sospechosa
connotación burguesa, sino ponerse al servicio de la revolución, denunciando la
explotación de la clase obrera y ayudando a edificar el «hombre nuevo», adaptando
para ello sus recursos estilísticos, como bien lo dice Boris Pasternak en Doctor
Zhivago: «La poesía (tradicional) ha muerto. La revolución la mató». Todavía hubo
otro intento por liquidar a la poesía, a propósito de la barbarie de la segunda
guerra mundial, específicamente de los campos de concentración nazi. Ante tal magnitud
de la barbarie, escribía Theodor Adorno, ya no era posible escribir poesía. Pero
era posible. Pero no olvidemos a Martin Heidegger. Este filósofo alemán ha sido,
posiblemente, quien más se ha interesado por dilucidar la esencia de la poesía.
Lamentablemente lo ha hecho desde la perspectiva eminentemente filosófica, en el
marco de su obra capital (Ser y Tiempo), y no desde una perspectiva estética. Su
pensamiento respecto a la esencia de la poesía está resumida en sus famosas cinco
sentencias, y en estrecha relación con la obra de Hölderlin, fundamentalmente con
la cita de su poema “En memoria”,(Andenken), en uno de cuyos párrafos (IV,63) dice
el poeta: “Pero lo que permanece lo fundan/ instauran los poetas”. Vale decir, y
dado que, de acuerdo con la tesis heideggeriana, es la palabra la que da origen
al mundo, al ser, la esencia de la poesía consistiría precisamente en eso; fundar,
deteniendo el tiempo, instaurando aquello que es sustancial.
Todavía mantuvo la poesía tradicional sus fueros, mientras vivieron Neruda,
T. S. Elliot y Ezra Pound, por nombrar a los más insignes. Pero ya a finales de
los años 50’ hacía su aparición en Chile la antipoesía, como muy certeramente la
llamó su creador, Nicanor Parra.
LA ANTIPOESÍA | Se trata de una arremetida a fondo en contra de la poesía como ésta había
sido entendida hasta ese momento. Se renuncia completamente a la rima (lo cual no
era auna novedad), a la metáfora y al “bello decir”, rediculizando al “tonto solemne”
que había sido el agente y referente de una poesía enmarcada en el dolor, la tristeza,
el amor, los sueños y la melancolía. Por ejemplo, Pablo Neruda. Si hemos de entender
bien a Nicanor Parra, la antipoesía es el intento de bajar de las nubes a la poesía
y ponerla al alcance del pueblo llano. No hay que confundirla con “realismo socialista”,
no se trata de poesía política, no se pone al servicio de una ideología. El acento
se pone en lo anecdótico, en lo jocoso, tratando de causar hilaridad en el lector,
riéndose de todo el mundo. Para ello recurre a giros y “salidas” típicas del habla
popular, llegando incluso a lo sórdido, lo grosero, expresándose en “el lenguaje
de la tribu”.
No cabe duda de que la antipoesía se ha difundido ampliamente en la sociedad
chilena y ha ejercido una enorme influencia sobre los poetas, no sólo sobre los
jóvenes. Pero precisamente el hecho de que eche mano al habla popular y a los giros
típicos del folklore chileno, reduce su difusión, ciertamente, no digo sólo al territorio
nacional, donde se le entenderá perfectamente, pero fundamentalmente a éste, de
modo tal que al fenómeno Parra le falta la universalidad, y en vano esperará el
vate el premio Nobel de literatura. La poesía de Parra reniega prácticamente de
todos los valores de la poesía tradicional, es un llamado a la subversión, pero
no en el sentido político, el Parra maduro evitará incluso tomar partido (“La izquierda
y la derecha unidas jamás serán vencidas”), su subversión queda enmarcada en los
límites de lo puramente literario.
GABRIEL CELAYA | No es el caso de Gabriel Celaya (1911-1991), poeta vasco relativamente poco
conocido en el ámbito latinoamericano, el cual nos ha dejado en un solo poema su
visión del sentido de la poesía, en el cual se aúnan el papel que le correspondería
a la belleza en el poema, y su llamado a poner la poesía al servicio de las clases
bajas de la sociedad. Nos detendremos, pues, en el análisis de su poema “La poesía
es un arma cargada de futuro”, en el cual se resumen sus ideas de los objetivos
que debe cumplir la poesía. Veremos que estos objetivos se trasuntan perfectamente
en el discurso poético de una parte importante de los vates de habla hispana, especialmente
latinoamericanos, y muy especialmente en el ámbito literario chileno. Primero transcribiremos
el poema completo:
● LA POESÍA ES UN ARMA CARGADA DE FUTURO
Cuando ya nada se espera personalmente exaltante, mas se
palpita y se sigue más acá de la conciencia, fieramente existiendo, ciegamente afirmado,
como un pulso que golpea las tinieblas, cuando se miran de frente los vertiginosos
ojos claros de la muerte, se dicen las verdades: las bárbaras, terribles, amorosas
crueldades. Se dicen los poemas que ensanchan los pulmones de cuantos, asfixiados
piden ser, piden ritmo, piden ley para aquello que sienten excesivo. Con la velocidad
del instinto, con el rayo del prodigio, como mágica evidencia, lo real se nos convierte
en lo idéntico a sí mismo. Poesía para el pobre, poesía necesaria como el pan de
cada día, como el aire que exigimos trece veces por minuto, para ser y en tanto
somos dar un sí que glorifica. Porque vivimos a golpes, porque apenas sí nos dejan
decri que somos quien somos, nuestros cantares no pueden ser sin pecado un adorno.
Estamos tocando el fondo. Maldigo la poesía concebida como un lujo cultural por
los neutrales que, lavándose las manos, se desentienden y evaden. Maldigo la poesía
de quien no toma partido hasta mancharse. Hago mías las faltas. Siento en mí a cuantos
sufren y canto respirando. Canto, y canto, y cantando más allá de mis penas personales
me ensancho. Quisiera daros vida, provocar nuevos actos, y calculo por eso con técnica
que puedo. Me siento un ingeniero del verso y un obrero que trabaja con otros a
España en sus aceros. Tal es mi poesía, poesía-herramienta a la vez que latido de
lo unánime y ciego. Tal es, arma cargada de futuro expansivo con que te apunto al
pecho. No es una poesía gota a gota pensada. No es un bello producto. No es un fruto
perfecto. Es algo como el aire que todos respiramos y es el canto que espacia cuanto
dentro llevamos. Son palabras que todos repetimos sintiendo como nuestras, y vuelan.
Son más que lo mentado. Son lo más necesario, lo que no tiene nombre. Son gritos
en el cielo, y en la Tierra son actos.
El poeta comienza poniendo de manifiesto que ya nada debemos esperar que
cambie la situación negativa en que nos encontramos ; situación que llega a tal
extremo que es como mirar a la muerte a los ojos (No hay que olvidar que el poema
fue escrito bajo la dictadura franquista). Ante tal estado de cosas el poeta estalla,
y este estallar significa dar rienda suelta a lo que llevamos opreso: las verdades,
transmitidas en forma de poemas. El poeta experimenta con ello una liberación, una
catarsis que lo libera de la asfixia.
El poema es una herramienta cuyo poder raya en lo prodigioso, y con ella
(“con el rayo del prodigio”) se pone el poeta al servicio de los pobres, entregándosela
“como el pan de cada día,/ como el aire” mismo. Dado que el sistema oprime también
al poeta, impidiéndole decir aquello que éste siente en lo íntimo, no puede el vate
emitir cantos inofensivos, convencionales, como un cuento de hadas (“como un adorno”),
sin que ello le pese en la conciencia (“sin pecado”). Y enseguida deja caer su anatema:
“Maldigo la poesía concebida como un lujo cultural por los neutrales”. El poeta
es necesariiamente un ser comprometido, que se solidariza con los pobres (“Siento
en mí a cuantos sufren”), y canta, no para sí mismo (“penas personales”), sino para
los otros, y ello lo enaltece y lo llena de satisfacción (“y cantando más allá de
mis penas/ personales me ensancho”). El poema no es un escrito baladí, el poeta
tiene conciencia de su alto valor, que equivale al de un “ingeniero” del verso,
pero al mismo tiempo es un obrero, y esta dualidad le permite transformar en algo
útil (“acero”) los recursos de la tierra. Pero no hay que confundir su quehacer
con el quehacer del poeta tradicional, que estaba sujeto a un canon inamovible,
cuyo ideal era una belleza acorde al sistema de valores (burgués) bajo el cual se
encontraba. El poeta comprometido no busca la exaltación de la belleza mediante
un poema largamente pensado y medido, acorde al canon: “No es una poesía gota a
gota pensada. / No es un bello producto. No es un fruto perfecto”. Se trata, más
bien, de una creación como patrimonio común, como un fruto vital para todos, “como
el aire que todos respiramos”, y todos nos sentimos a la vez creadores de tal fruto
y beneficiarios, pues el poema de este vate de nuevo cuño, está hecho de “palabras
que todos repetimos sintiendo/ como nuestras”.
ULISES VARSOVIA (Chile, 1949). Poeta e ensaísta. Vive na Alemanha. Página ilustrada
com obras de Felícia Leirner (Brasil), artista convidada desta edição.
*****
*****
● ÍNDICE # 100
EDITORIAL | 100
números e a dinâmica imóvel do cotidiano
http://arcagulharevistadecultura.blogspot.com.br/2017/08/agulha-revista-de-cultura-100-julho-de.html
AGACÍ DIMITRUCA |
Tiempos griego-españoles
ALFONSO PEÑA | Conversa con Claudio Willer
ANDREA
OBERHUBER | O livro surrealista como espaço transfronteiriço: Lise Deharme e
Gisèle Prassinos
ANTONIO CABALLERO | Harold Alvarado Tenorio y un libro a cuchilladas
DANIEL
VERGINELLI GALANTIN | Eliane Robert Moraes: perversos, amantes e outros
trágicos
ELVA PENICHE MONTFORT | Fotografía y surrealismo: fetiches de Kati Horna
ESTELLE IRIZARRY | Eugene Granell: correspondencias entre creación
pictórica y literaria
ESTER
FRIDMAN | A linguagem simbólica
no Zaratustra de Nietzsche
FLORIANO
MARTINS | Enquete sobre Erotismo e Sexualidade – Parte 1
FLORIANO
MARTINS | Enquete sobre Erotismo e Sexualidade – Parte 2
FLORIANO
MARTINS | Enquete sobre Erotismo e Sexualidade – Parte 3
HAROLD ALVARADO TENORIO | 100 años de poesía en Colombia
ISABEL BARRAGÁN DE TURNER | La isla mágica de Rogelio Sinán
JOSÉ ÁNGEL LEYVA | Víctor Gaviria: El poeta y el cine
LUIS FERNANDO CUARTAS | La ilusión siniestra de los cuerpos y los
engaños de la metamorfosis
MARIA LÚCIA
DAL FARRA | Herberto Helder, sigilosamente Herberto
NICOLAU
SAIÃO | Recordando uma comunicação de Mário Cesariny
RICARDO ECHÁVARRI | El poeta Arthur Cravan em México
SUSANA WALD | En el espejo retrovisor
ULISES VARSOVIA | Esencia y excedencia de la poesía contemporánea
ARTISTA
CONVIDADA | FELÍCIA LEIRNER | GISELDA LEIRNER | Felícia Leirner, minha mãe
Agulha Revista de Cultura
Número 100 | Julho de 2017
editor geral | FLORIANO MARTINS | floriano.agulha@gmail.com
editor assistente | MÁRCIO SIMÕES | mxsimoes@hotmail.com
logo & design | FLORIANO MARTINS
revisão de textos & difusão | FLORIANO MARTINS |
MÁRCIO SIMÕES
equipe de tradução
ALLAN VIDIGAL | ECLAIR ANTONIO ALMEIDA FILHO | FEDERICO RIVERO SCARANI | MILENE MORAES
ALLAN VIDIGAL | ECLAIR ANTONIO ALMEIDA FILHO | FEDERICO RIVERO SCARANI | MILENE MORAES
os artigos assinados não refletem necessariamente o
pensamento da revista
os editores não se responsabilizam pela devolução de
material não solicitado
todos os direitos reservados © triunfo produções ltda.
CNPJ 02.081.443/0001-80
todos os direitos reservados © triunfo produções ltda.
CNPJ 02.081.443/0001-80
Nenhum comentário:
Postar um comentário