sexta-feira, 21 de novembro de 2014

LUIS CARLOS MUÑOZ SARMIENTO | Cinco minutos de silencio… por Keith Jarrett





Keith Jarrett 

Pese a la asociación que pueda provocar el título, no se trata de hacer aquí lo que casi siempre se hace: lamentar la muerte de alguien cuando ya no está y por ello ya no incomoda, no produce envidia, apenas indiferencia. No, se trata de celebrar a la vida. Para el caso, la de un artista integral. En efecto, este ocho de mayo hace exactamente 50 años nació en Allentown, Pennsylvania, el pianista, compositor y percusionista estadounidense Keith Jarrett, un verdadero multiinstrumentista pues toca además órgano, teclados y todo tipo de vientos y uno de los músicos de mayor envergadura de cuantos pueblan la escena contemporánea, llámese jazzística, clásica o de la Tercera Corriente. Un hombre tímido al que se acusa de vanidoso por su resistencia natural al síndrome del Show-bussines, al exhibicionismo de la cultura Light, a la banalidad que domina los medios hoy. Y a quien, curiosamente, su propio carácter reservado, su consciente mutismo y su espontánea renuencia a las entrevistas, le han ayudado a impulsar su imagen, consolidándola. Un hombre que asegura somos música, no la poseemos, cree en la pureza no contaminada de su inspiración original y en la eficacia del silencio como agente de cambio individual. Un músico, en últimas, consciente de la necesidad de que todo intérprete debe ser al tiempo compositor e improvisador.
Floriano Martins | Estudos de pele, 2010-2011Como la mayoría de los pianistas clásicos de jazz, y como los demás músicos del género, los pianistas modernos comparten la idea de que estilos, clasificaciones, categorías y otros, únicamente sirven al crítico, estudioso u oyente para que puedan acceder a su evolución e historia pero que, de ninguna manera, tales elementos determinan influencias sobre uno u otro artista. Criterio avalado, entre varios más, por Oscar Peterson, Cecil Taylor, McCoy Tyner, Herbie Hancock y Chick Corea y especialmente remarcado por el más exitoso pianista de los años 70, junto a Tyner, Keith Jarrett, un músico absolutamente imposible de encasillar: “En mis comienzos, estudié para ser un pianista clásico. No soy un estilista y muchos dicen, al ‘describir’ con palabras mi trabajo, que escuchan influencias de diferentes tipos de música en mi forma de componer o tocar. Escuchar así es fragmentario y sencillo pues no se implican emocionalmente; verbalizan e intentan tirar por la borda el trabajo de un artista”. Con ello, Jarrett permite inferir que todo intento de alinear a un músico tras otro o incluirlo en determinada tendencia, no es más que un prejuicio de los críticos, una aventura en la que ellos mismos tal vez se pierdan o la oportunidad de que se puedan ganar el pan…
Floriano Martins | Estudos de pele, 2010-2011De ascendencia escocesa-irlandesa y húngara (y no afroamericana), Jarrett, como tantos otros, también tiene algo que ofrecer a la leyenda del jazz: inició sus lecciones de piano a la edad de tres años. Y a los siete, sus recitales estaban basados no sólo en partituras clásicassino en pequeñas suites e improvisaciones propias. Con apenas 15 años estudió composición y a los 16 ofreció un recital dedicado por completo a sus obras. Continuó como becario en Berklee, Boston, y al poco tiempo le fue ofrecida otra beca para estudiar en París con la ilustre Nadia Boulanger (a propósito, maestra de Francisco Zumaqué). Pero Jarrett ya tenía preparado su destino. Cambió laCiudad Luz por New York y allí, tras meses de cuasi-hambruna, estableció nexos con músicos locales de jazz que se fijaron en él durante audiciones de prueba en el Village Vanguard. Luego de una breve temporada con Rahsaan Roland Kirk y con Art Blakey ingresó al cuarteto de Charles Lloyd, en el que demostró ser un músico superdotado y con el que grabó e hizo giras internacionales. Por razones tan absurdas que parecen lógicas, como pasó con Charlie Parker, fue reconocido primero por el público europeo que por sus coterráneos.
No obstante, debe decirse que al igual que Hancock, Corea y Zawinul, Jarrett emergió de la bóveda acústica de Miles Davis en los primeros años 70; pero, al contrario de ellos, se abstuvo de ingresar a la Fusión, hecho que habla per se de su recio carácter, en apariencia serio y carente de humor —véase su concierto en Japón/76: de su pañuelo de mago que suda parecen brotar torrentes de notas—, al que algunos críticos han considerado, equívocamente, presuntuoso arrogante. Su actitud sólo demuestra que todo artista primero se da gusto a sí mismo… aun a costa de lo que el público pueda creer o se atreva a especular. Su carácter entonces no debe ser una respuesta sino una propuesta a la opinión. Que sea o no aceptada es ya otra cosa. Y quizás eso opine Jarrett. Pero, lo que cabría pensar que no ofrece como persona se ve superado a raudales por su música, la que invade todo: conciencias y espacios. Existe la tendencia, dicho sea de paso, a pensar que él es negro, lo que reafirma los criterios racistas en el jazz.
Floriano Martins | Estudos de pele, 2010-2011Su estilo es una amalgama de blues (Paris Concert/88), Boggie (Japón/76), country (My Song), pop demodé (Concerts), himnos (Hymns, Sacred Hymns este, con G. I. Gurdjieff), música clásica (admira a Charles Ives, emplea armonías al estilo Debussy, recrea a Bach: en Concert in Köln, The Moth and the Flame Variaciones Goldberg, respectivamente), barroca (Book of Ways) y exótica, con ecos mozárabes y gitanos (The Moth…), matizado todo ello con las armonías del jazz convencional: siente especial afecto por Ornette Coleman, a quien no enjuicia sino aplaude en The Judge, y por Bud Powell, insigne pianista delBebop. Sin embargo, probablemente sea el romanticismo ecléctico, o viceversa, la característica que mejor defina el estilo de Jarrett. En todo caso es imposible cobijarlo con el hoy impredecible manto del jazz aunque, desde luego, por lo hecho en él se hace imperdonable excluirlo: así lo certifican álbumes como The Mourning of a Star, The Survivor’s Suite, Shades My Song. Menos peligroso resulta asociarlo ahora a la Tercera Corriente, de Günther Schuller, que Jarrett ha fusionado de modo más natural que su propio creador, mediante un lenguaje más directo y gracias a su especial facultad de improvisación, la que para él es indesligable de la de compositor: “De lo contrario, no veo cómo un intérprete puede entender a un compositor; y tampoco cómo puede comprender el proceso por el cual la música fluye a través de alguien”. Su virtuosismo, en tal dirección, sorprende incluso a los músicosclásicos.
Floriano Martins | Estudos de pele, 2010-2011A partir de 1971, Jarrett ha dirigido tríos con Charlie Haden y Paul Motian; luego, en el 76, cuartetos con los dos anteriores, Dewey Redman, y con el percusionista brasileño Guilherme Franco; y, a partir del 77, con los noruegos Jan Garbarek y Jon Christensen y el sueco Palle Danielsson. Cinco años atrás, en 1972, Keith grabóFacing You, especie de presagio para todas las satisfacciones posteriores dentro del piano solo: Solo Concerts, The Köln Concert, Staircase, Sun Bear Concerts in Japan (álbum de diez elepés), The Moth and the Flame, Concerts (Bregenz, Austria), Vienna Concert 91, etc. Es en dicho campo donde Jarrett mejor juega y en el que más fácil obtiene lainspiración y el “sonido esencial… sonido sin tanto énfasis en el ego”. Y la culpa de esa “inspiración que viene del más allá” no se le puede echar a Gurdjieff ni a Gibran, filósofos distintos y distantes a los que se sabe ha estudiado. Jarrett sostiene: “No estoy en posibilidades de descubrir con palabras de dónde proviene”. Y agrega: “Oyendo lo que hay que oír, percibimos la esencia del sonido sin palabras ni conceptos. Los que saben, no hablan. Si usas palabras, sólo puedes decir la mitad de la verdad, o aún menos, porque nunca puedes definir algo totalmente con la verbalización. Así, si me refiero a mi relación con el piano, siempre quiero significar algo más allá de mis palabras. Sin embargo, a veces pienso que no es un instrumento suficientemente primitivo para que lo pueda considerar de sonido esencial”.
Jarrett sintetiza el pensamiento de sus colegas en unas pocas frases, nunca demasiadas, siempre suficientes: “Quieren que la música suene personal. ¿Cómo explicar a aquéllos que vienen a un concierto, que en los últimos años (hasta cuando improviso) estoy tocando otra música y no la mía, desplegando un centro personal que es también universal, que cualquiera puede sentir? ¿Cómo explicarles que la música no les pertenece? Somos música, no la poseemos”. Y la suya borra, cada vez más, los linderos que separan al jazz de la clásica, acercando ambas expresiones a una música mundial o, si se prefiere, popular (entendida sin prejuicios), la que como diría el escritor John Updike “nos baña con imágenes de emoción y nos atrae hacia una plenitud de la cual nuestras vidas son sombras”. Sustantivo, este, no desconocido aunque proscrito en el lenguaje sonoro de Keith Jarrett. De quien, por supuesto, no hay que hablar demasiado pues su música basta para establecer que no poseemos nada, que únicamente somos.
En un país de tan altísima contaminación sonora y en el que las personas que no soportan el ajeno se fabrican su propio ruido, multiplicándolo, caen justas las palabras de Keith Jarrett, artista que a través de su obra, cuando no lo sugiere, invoca al silencio: “Si hubiese un día en el que durante… digamos cinco minutos, todos permaneciésemos en silencio, tengo la impresión de que muchas vidas cambiarían de un modo positivo. Porque a veces bastan cinco minutos para darte cuenta de que estás equivocado. El silencio es lo que necesitas para encontrarte a ti mismo”. Sí, señor. No hay nada que buscar por fuera. Así que, por Keith Jarrett, cinco minutos de silencio…

Luis Carlos Muñoz Sarmiento (Colombia, 1957). Escritor, periodista, crítico de cine y de jazz, catedrático, conferencista, corrector de estilo y lector. Realizador y locutor de Una mirada al jazz y La Fábrica de Sueños (Radiodifusora Nacional, Javeriana Estéreo y U. N. Radio, 1990-2004). Fundador y director del Cine Club Andrés Caicedo desde 1984.  Foto de Keith Jarrett: Rosa Anne Colavito. Contacto: lucasmusar@yahoo.comPágina ilustrada con obras de Floriano Martins (Brasil), artista invitado de esta edición de ARC.



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