Aunque sabemos que en un
libro de poesía cada poema es una pieza clave en el entramado de su estructura,
también sabemos que podemos leer un poema como una unidad independiente cuyas
características, elementos y recursos expresivos le otorgan vida propia. Estas
características y recursos expresivos son los que me propongo examinar a través
del lenguaje y la temática que encierra el poema “El nadador” (Palomares, El reino 78-86). Como punto de partida
quiero destacar lo que el poeta y crítico Víctor Bravo intuye en la esencia y el
pensamiento del poema: “El poema ‘El nadador’ – dice – es la más clara
expresión de esa primera celebración: un nadador, por siempre joven, ayudado en
su aventura por naves o astros, participa de una eternidad que es también la de
su plenitud”. (Bravo, Prólogo X111). Para
comprender estas palabras hay primero que tener en cuenta lo que Bravo señala
en el Prólogo de esta nueva edición
de El reino (Caracas, Monte Ávila
Editores Latinoamericana, S.A., 2001), al referirse al lenguaje del libro:
En El reino ya se encuentra de manera
revelada o secreta toda la intensidad de la poesía de Palomares. El libro,
formado por quince poemas, convoca para siempre la naturaleza y sus climas de
pájaros y árboles y su asombro de metamorfosis y sus leves estallidos de
enigmas; y las aguas como la profundidad del cosmos; y el cosmos como la belleza misma de la
lejanía. Poemario que extiende sobre el manto del lenguaje por lo menos tres
núcleos de sentido, que ya no abandonarán al poeta en su proceso de escritura:
la celebración de una plenitud que es la plenitud misma de la vida; el
desamparo de la vida manifestado en abandonos, pérdidas, carencias; y la vida
misma como representación y máscara, desplazando sus signos afirmativos tanto
desde el goce y el envite de la plenitud como desde el dolor y la herida de la
carencia. (Prólogo X11-
X111).
De esta primera celebración, de este primer núcleo que menciona el
crítico, es que queremos partir para descubrir el simbolismo y la significación
del nadador. Ver cómo se proyecta su plenitud en la dimensión del texto. Y
entendamos aquí su “plenitud” como una imagen que envuelve la totalidad del
cosmos y la belleza del joven en relación a la naturaleza y las fuerzas antagónicas
que atentan contra su vida. Queremos, además, mostrar su figura como una
metáfora portadora de un sentido ético y “como parte del mundo de la
experiencia vivida y de la sensación misma” (Borgenson, 5) de una imagen contra
la maldad.
Nos centramos, pues, en la figura del nadador como generadora de la
plenitud de la vida, pero la vida sentida no como angustiosa fugacidad sino como
un esplendor que contrarresta la existencia del mal. Por eso las imágenes que
giran en torno a su figura se prestan para salvaguardar su vida ante las
peligrosas circunstancias de su travesía, y a su vez contrastan y resaltan la descripción
de su cuerpo en cada una de las estrofas del poema. Desde el título mismo del poema el lector entra
en contacto directo con el sujeto poético: un joven nadador cuya hermosa
presencia se impone ante la inmensidad de las aguas. En la primera estrofa el
poeta lo presenta de la siguiente forma:
Seas bello, joven nadador,
levantado sobre las aguas,
ajustadas tus piernas y cada brazo al
muslo.
Bello como el mástil que alcemos al día
soñado.
No podemos menos que admirarnos de la descripción física del nadador y la
armonía de su cuerpo en la sutil comparación: “Bello como el mástil que alcemos
al día soñado”. Una belleza reveladora de una imagen que trasciende “en la
medida que participe del ser” (Yepes Boscán, 39). En la segunda estrofa esta
comparación se transforma en una imagen cósmica que impregna de luz el paisaje
imaginario del poema:
Ni
tus cabellos sean irrespetados por el viento
ni tus labios tiemblen.
Más bien parezcas al sol,
divino en su postura, y, desnudo,
seas como rosa amanecida hoy para la
aventura mortal.
El símil de la primera estrofa: “bello como un mástil”, y los de la
segunda, “parezcas un sol” y “como rosa amanecida”, expanden el concepto de
significados que encarna la imagen del nadador. Su figura adquiere otra
connotación, es decir, comparte con la luz del sol y el esplendor de una rosa
unos atributos que crecen en intensidad a través del texto. Dispuesto ya para la
“aventura mortal”, lo vemos frente a la inmensa soledad de las aguas. Sentimos
que su “aventura mortal” ¿no refleja acaso nuestra propia aventura? ¿Para qué
arriesgarse en las aguas de lo desconocido? ¿Cuáles son las fuerzas que lo
asedian? ¿Qué sabe de sí mismo y de la
anatomía de su cuerpo el joven nadador? Todas estas interrogantes surgen como
cuestionamiento de la lectura y requieren una respuesta que hasta cierto punto
nos ayude a obtener una mejor apreciación del poema. Por un lado, sabemos que el
poeta se dirige al joven nadador y que sus palabras encierran un mandato; y,
por otro, ese mandato envuelve una condición que orienta la vida del joven expuesto
siempre a las dolorosas experiencias que entran al ámbito de su cotidianidad. El
joven no debe doblegarse a lo que el poeta llama “las furiosas bestias
habitantes del corazón”. Es decir, los sentimientos de odio o de crueldad, de
arrogancia o de soberbia, de traición o de mentira, y, en fin, todas aquellas cosas que contaminen
o dañen su vida. Y, valga subrayar, no es que el hablante lírico exija del
joven unas virtudes superiores a sus fuerzas y una conducta ajena a los riesgos
y duras experiencias de la vida. Ésta no es la intención del poeta, ni menos
coartar la libertad del nadador determinando las circunstancias que moldeen su carácter,
sino advertirle que a su paso hallará punzantes y dolorosas situaciones a las que
tendrá que enfrentarse. Y que vivir a la luz de unos principios de justicia social
implica una conciencia que se eleve por encima de todo prejuicio, falsedad o engaño.
El verbo “seas” (presente del subjuntivo de la segunda persona
gramatical) sugiere las claves que configuran la estructura del poema. El
énfasis que recae sobre este modo verbal nos propone una situación que aún no
se ha gestado definitivamente como una acción real, pero que llegará a
concretarse como una realidad en la vida del joven nadador. El mismo sustantivo
“nadador” encarna de acuerdo al Diccionario
de uso del español (Moliner) la idea de alguien que se mantiene flotando
sobre las aguas sin tocar fondo. Y tocar fondo en este sentido sería
contaminarse, dejarse arrastrar por las corrientes del mal. De ahí que el modo
en que el hablante se dirige al joven nadador puede interpretarse como un deseo
de que éste logre su plenitud. Una plenitud que se presenta como una expresión
jubilosa de la vida. El poeta le dice: “Seas bello, joven nadador”; y luego:
“seas como una rosa”; y una y otra vez a lo largo del poema: “Seas impuesto
sobre los voraces / y la gran injuria de la espuma”; “Seas salvado, joven
nadador,”; “Seas el limpio, dulce paño de las noches…”; “Seas llevado por los
días”. Este recurso anafórico que marca el tono del poema es además un
indicador de los rasgos que caracterizan la belleza del joven, y nos recuerda
también la plenitud de su vida como un reflejo de su personalidad. La
reiteración verbal “seas” enfatiza las condiciones a las que debe ceñirse el joven
para salir victorioso en su tránsito por las aguas. Al leer el poema sentimos
la vida del nadador como quien se abisma en sí mismo y transita por el ámbito
de su interioridad. El nadador viaja a hacia su propio destino. Para él “No
bastan los ejercicios de esta adorada ribera”. Es decir, vivir la vida sin encarar
las realidades que encuentra a su paso, no tiene sentido. Hay que realizar el
viaje hacia la plenitud sin aferrarse a lo pasajero y sin dejarse arrastrar por
las bajas pasiones. Al nadador le corresponde ser un modelo representativo de
la belleza y la armonía del mundo. Vivir “ajeno a toda perfidia”, desechando de
sí “las furiosas bestias del corazón”.
En las imágenes del poema hay que señalar el agua como una imagen representativa
de las experiencias de la vida. Se debe ver esta imagen en sentido figurado. En
este poema como en la obra total de Ramón Palomares, el poderío de las imágenes
y el personalísimo estilo del poeta crean un universo de inusitados sentimientos
y sensaciones que calan profundo en la imaginación del lector.
Para el joven nadador: “Ni una rápida estrella / igualaría esa
delicadeza: / el arco mágico de tu pecho / que se abalanza al agua desconocida”,
dice el hablante poético. Sólo el leve
pájaro “en la maravilla del salto” es capaz de igualar la belleza de su cuerpo.
Observemos que en la configuración poética del texto intervienen dos fuerzas
antagónicas. Por un lado, hay imágenes que reflejan la plenitud y la belleza de
los rasgos humanos que caracterizan al nadador y, por otro, las que presentan
una concepción negativa del ambiente. Veamos, por ejemplo, cómo se encuentran distribuidas
estas imágenes:
Imágenes positivas imágenes negativas
Seas bello terribles hielos
Bello como el mástil injuria de la espuma
Ni tus cabellos sean
irrespetadosgarza helada
Parezcas un sol terribles lobos
El arco mágico de tu
pechola flor astromelia igualmente asesinada
Seas impuesto sobre los
voraces sabia de otros odios
Te sea descendida una
embarcación de descansoleopardo de muertes
Te sea otorgada una isla un resplandor devora su casa
Seas salvado luz maldita
Baste para él el amor las furiosas bestias habitantes del
corazón
Brille siempre el aire
sobre él vestido
cruel
Una luz sea sobre su
cabeza redes
Para el joven nadador
los altos árboles traición
En su corazón un ramo el
mar, gran atormentador
Una fragante maceta de
lirios agua armada
Un apasionado y rebelde
astro perfidia
Un reino para ti, joven
nadador fuegos del tormento
Seas limpio No comido por el vestido cruel
Arriba del milagro altar No atrapado en redes
Seas elevado por los
días la traición y la humillación
Vayas siempre asido al
cielo
Digno amparado de la luz
/ Flor limpia
Las imágenes positivas intensifican la libertad, la belleza, la juventud
y el esplendor de la vida. Cada imagen le otorga al nadador un sentido casi sobrenatural.
El “cielo” se presenta como una gran imagen cósmica y salvadora: “caiga del
cielo un ramo salvador”, dice en este verso, y en otros: “sean entonces los
sueños arrancados al cielo”, o “vayas
siempre asido al cielo”. También la “luz”, la “flor” y el “altar” son imágenes
que transforman su naturaleza humana y hasta le otorgan cierto aire místico a
su cuerpo. Por ejemplo: “brille siempre el aire sobre él / y una luz sea sobre
su cabeza” o, “seas como una rosa”, o “arriba del milagroso altar”. Todas estas
imágenes acentúan su plenitud: “baste para él el amor”, expresa el hablante. De
este modo enfatiza una plenitud que se ve amenazada por las sombras que acechan
al nadador tratando de degradar su memoria. Por ejemplo, en los siguientes
versos: “Y en tiempos ya ajenos a la memoria / un resplandor devora su casa”. La
palabra “devorar” da la impresión de una relación nefasta con “luz maldita” y
“el vestido cruel”. Lo mismo ocurre con frases como “las redes”, “la traición”
y los “cielos voraces”. Son imágenes que proyectan una visión negativa del
mundo y buscan reducir la vida del nadador a un espacio de sombras. Pienso que estas
imágenes muestran el engaño de quien busca sustituir un sentido ético de la
vida por los falsos valores del mundo moderno. Por eso el hablante le advierte
al joven nadador: “Aparezcas no comido por el vestido cruel, / no atrapado en
redes, la traición / y la humillación de los rangos altos”. La imagen del nadador
tiene que contrarrestar todo elemento de maldad y reflejar una actitud digna ante
la vida. Va “amparado de la luz” y de una justicia que resplandece como una “flor
limpia salida de tu boca”; y la imagen, “flor limpia salida de tu boca” ¿no es
acaso una representación simbólica del lenguaje poético?
“El nadador” representa una hermosa imagen del cuerpo humano, una imagen
que reivindica la belleza y la plenitud de la vida.
El nadador
Seas bello, joven
nadador,
levantado sobre las
aguas,
ajustadas tus piernas y
cada brazo al muslo.
Bello como el mástil que
alcemos al día soñado.
Ni tus cabellos sean
irrespetados por el viento
ni tus labios tiemblen.
Más bien parezcas al
sol,
divino en su postura, y,
desnudo,
seas como rosa amanecida
hoy para la aventura mortal.
Sólo un pájaro distinto
descendiente del más
alto ramo del cielo
sea igual a tu cuerpo
en la maravilla del
salto.
Al desafío de los aires
penetras sus dominios
y en la caída silbas tu
cuerpo.
Ni una rápida estrella
igualaría esa
delicadeza:
el arco mágico de tu
pecho
que se abalanza al agua
desconocida.
Seas impuesto sobre los
voraces
y la gran injuria de la
espuma
errante, sabia de otros
odios,
no llegue a tu boca
ni entre a tu garganta
como el leopardo de muertes.
Pase un navío cerca de
ti,
bellas sus velas, altos
sus mástiles,
con aves en derredor.
Y te sea descendida una
embarcación de descanso.
Caiga del cielo un ramo
salvador
y asido al fulgor de sus
hojas
abraces el día
siguiente.
O más bien te sea
otorgada una isla
toda llena de la flor
pasionaria.
hoy allí, frente a la
casa del cielo.
Lejos sólo una llama,
débil palma
preciada como salvación.
Las aguas caídas en los
años pasados
no desconozcan al joven
nadador
ni dejen de tejer sus
paños en el día triste.
Y traiga el encanto
dorados caballos
y el cielo de aquella
ciudad
donde el invierno llora.
Baste para él el amor,
igual que antes bastara
la margarita
para sus elevados
misterios.
Y brille siempre el aire
sobre él
y una luz sea sobre su
cabeza.
Recuérdese para el joven
nadador
los altos árboles
en los montes esbeltos y
soberbios
a la hora de la muerte y
la huida de aves celestes.
Quien fuera sueño de los
días,
oro a los ríos,
recordador del sol;
bien va sobre las aguas
a terminar su corazón en
los temibles hielos,
la garza helada de las
alturas.
No bastan los ejercicios
de esta adorada ribera,
se escuchan por el monte
los terribles lobos.
No basta la
contemplación:
Perseguidos, como la
flor astromelia
igualmente asesinada.
Y en tiempos ya ajenos a
la memoria
un resplandor devora su
casa.
Aparece en su corazón un
ramo,
una fragante maceta de
lirios,
un apasionado y rebelde
astro.
Un ave larga y radiante
pasa sobre los ojos para
el efecto de maravillas:
Un reino para ti,
joven, bello nadador,
para holganza de tus
miembros.
Y esta extraña mansión
alza sus tigres a las estaciones,
a las lenguas del astro.
Sean entonces los sueños
arrancados al cielo
por un joven que abre
sus brazos al agua desconocida,
ajeno a toda perfidia.
A pesar de la luz
maldita,
la perdición de estas
hojas que bailan las nubes,
las furiosas bestias
habitantes del corazón.
Aparezcas no comido por
el vestido cruel,
no atrapado en redes, la
traición
y la humillación de los
rangos altos.
Seas el limpio, dulce
paño de las noches,
y aparezcas, joven,
bello nadador,
arriba del milagroso
altar,
igual que la estela
invitadora al bien.
Seas llevado por los
días,
el mar, gran
atormentador de los navíos solitarios,
el agua armada,
puro de orfandad, sano
sobre los peligros.
Vayas siempre asido al
cielo
sobre las brisas y altos
fuegos de tormento.
Digno amparado de la
luz,
joven, bello nadador,
hoy y para siempre colocado más alto que esta
flor limpia
salida de tu boca a
los terribles,
locos, voraces cielos
a que se enfrenta el
corazón.
Organização a cargo de Floriano Martins © 2016 ARC
Edições
Artista
convidada | Olga Albizu (Puerto Rico, 1924-2005)
Imagens © Acervo Resto do Mundo
Esta edição integra o projeto de séries
especiais da Agulha Revista de Cultura, assim estruturado:
1 PRIMEIRA ANTOLOGIA ARC FASE I (1999-2009)
2 VIAGENS DO SURREALISMO, I
3 O RIO DA MEMÓRIA, I
4 VANGUARDAS NO SÉCULO XX
5 VOZES POÉTICAS
6 PROJETO EDITORIAL BANDA HISPÂNICA
7 VIAGENS DO SURREALISMO, II
8 O RIO DA MEMÓRIA, II
9 SEGUNDA ANTOLOGIA ARC FASE I (1999-2009)
A Agulha Revista de Cultura teve
em sua primeira fase a coordenação editorial de Floriano Martins e Claudio
Willer, tendo sido hospedada no portal Jornal de Poesia. No biênio 2010-2011 restringiu
seu ambiente ao mundo de língua espanhola, sob o título de Agulha Hispânica,
sob a coordenação editorial apenas de Floriano Martins. Desde 2012 retoma seu
projeto original, desta vez sob a coordenação editorial de Floriano Martins e
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