DCC
| En
realidad, nunca he sentido la poesía como un oficio en el sentido estricto de
la palabra, es decir, como una rutina diaria a la que hay que ir por la
obligación de producir algo. Pienso en mí como una persona que
soslayando las dificultades de la vida y consciente de sus limitaciones,
escribe porque la poesía se ha convertido en una parte esencial de su
existencia. Siento la poesía como una expresión estética, una imagen que
contiene mi mundo personal. El poeta debe estar consciente de lo que escribe y
de lo acontece a su alrededor. En mí la poesía despierta un anhelo de ver lo
que hay oculto más allá de lo que dicen las palabras, lo que la intuición
intenta mostrarme en el silencio de lo desconocido. Pero el oficio de poeta
requiere de una profunda voluntad para que las palabras que usamos todos los
días trasciendan el sentido de nuestra cotidianidad. El oficio de poeta implica
trabajo y persistencia, conocimiento y capacidad para crear y para comprender
que, a veces, no todo lo que se escribe es publicable. Por eso tengo que
exigirme a mí mismo como lector de mis propios poemas. Tengo, en otra palabra,
que reflexionar si esa experiencia poética que vuelco en el poema se sostiene
por su calidad y la visión de mundo que contiene. Como poeta creo que soy afortunado
en poder extraer de la naturaleza y de la vida imágenes y asuntos que me
transfieren una emoción personal que luego la poesía transfiere (dependiendo
siempre del grado de sensibilidad), en la mirada del lector. Ser poeta requiere
de amor y responsabilidad por la palabra porque a partir de ella vislumbramos
la esencia de la vida y del mundo.
EHd’J
| ¿A
partir de qué momentos se puede hablar de una renovación poética en el siglo
XX?
DCC
| Pienso
que deberíamos remontarnos a las primeras décadas del siglo XX para ver cómo
las vanguardias europeas influyeron en Latinoamérica y el Caribe. Todos
aquellos movimientos que hoy día nos parecen tan lejanos: el futurismo, el
dadaísmo, el surrealismo, el ultraísmo y el cubismo crearon una nueva óptica,
una visión innovadora que penetró todas las dimensiones de la vida y el
conocimiento. Si bien es cierto que el impulso renovador vino del exterior, en
nuestros países adquirió un sentido y un matiz diferente. Pienso, por ejemplo,
en escritores como Vicente Huidobro, Jorge Luis Borges, César Vallejo, Mariano
Brull en Cuba, o el Postumismo en la República Dominicana y El Atalayismo en
Puerto Rico o en la obra en prosa de un escritor como José Antonio Ramos Sucre
(1890-1930), o el surrealismo que permea la poesía de muchos poetas latinoamericanos, para tener una idea de cuán vasta y profunda fue
la influencia de estas tendencias literarias. Creo que la renovación poética de
la que hablas hay que verla conectada a la dinámica vanguardista que fue asimilada
por la mayoría de nuestros escritores en el ámbito de las realidades políticas
y sociales de América Latina.
EHd’J
| ¿Cuál
considera usted la obra poética fundamental escrita en su país? ¿Por qué?
DCC
| Esta
pregunta pone a prueba mis sentimientos y mis gustos literarios sobre obras que
me entusiasman como la de los poetas que formaron los movimientos innovadores
en la lírica puertorriqueña de mediados del siglo XX y los que vinieron
después, incluyendo las generaciones más modernas. Desde mi punto de vista
crítico, para mí la poesía de Luis Lloréns Torres (1876-1944), constituye una
de las obras fundamentales del canon de nuestra poesía. Aunque Lloréns Torres
se formó dentro de las corrientes modernistas, pudo imprimir a su poesía nuevos
rumbos novedosos. Dentro de la concepción poética del lenguaje formuló las
teorías del pancalismo (todo es belleza) y el panedismo (todo es
verso), anticipándose, como ha señalado nuestro crítico Luis Hernández
Aquino, “a los muchos istmos literarios de la postguerra”. Se apoyaba en
una concepción panteísta del mundo y de una poesía centrada en el ritmo y la
métrica del verso. Su obra, de un matiz telúrico y costumbrista, representa una
defensa de nuestros valores y nuestra nacionalidad. Elaboró una poesía llena de
musicalidad y de belleza inspirada en el amor, la mujer y la patria. Su anhelo
de una patria independiente lo llevó a crear formidables poemas que han
mantenido hasta nuestros días una gran vigencia en el imaginario popular y
nuestras tradiciones literarias. Poemas como “Madrugada”, “Canción de las
Antillas” o “El Patito Feo” y, especialmente, “El Valle de Collores” son
recordados y recitados en Centros Culturales y escuelas de Puerto Rico
manteniendo viva la memoria del poeta.
EHd’J
| ¿Cuáles
eran los autores preferidos en los tiempos en que usted comienza a escribir?
DCC
| Para
serte franco, en mi adolescencia, cuando comencé a escribir mis primeros
poemas, leía mucha poesía romántica y modernista. No tenía en ese tiempo una
idea clara de lo que representaba escribir poesía. No conocía los movimientos
literarios, ni las tendencias, ni las diferencias estéticas que los
diferenciaban. Lo que estaba más en boga en mi época de estudiante era la
lectura de Veinte poemas de amor y una canción desesperada de Pablo
Neruda, las Rimas y Leyenda de Bécquer o los poemas de Rubén Darío;
grandes maestros a los que siempre regreso. Pero en ese tiempo yo leía los
libros que podía conseguir en la Escuela o la Biblioteca Pública de mi barrio.
Leía sin tener preferencia de autores con tal de que el libro fuera de poesía.
Como comprenderás, yo vengo de un pueblo de la costa norte de Puerto Rico,
lejos de la zona metropolitana que se ha caracterizado por ser culturalmente
más activa y cuyos residentes tienen más acceso a un ambiente de mayor
movimiento artístico y literario.
DCC
| Pienso
que el poeta siempre está llenándose de influencias hasta que un día encuentra
su propia voz. Y creo que no es exagerado decir que nada malo hay en ser
influenciado por grandes poetas. Al contrario, hace muy bien siempre y cuando
uno vaya despojándose de esas influencias. La poesía se alimenta de la poesía.
Y asimismo de todas las disciplinas artísticas que acontecen en el ambiente del
poeta. En mi caso, fueron de gran importancia las lecturas de G. A. Bécquer,
Juan Ramón Jiménez y Rabindranath Tagore. Pero más específicamente de Bécquer,
quizás por ese sentido de adolorida nostalgia que hallamos en sus rimas caracterizadas por la realidad de su
vida, y quizás tal vez por el hecho de esa búsqueda infructuosa de un amor
imposible tan propio de este autor y de uno mismo en su adolescencia.
EHd’J
| ¿Qué
opina usted de los movimientos literarios de este siglo y, en particular, de
sus manifestaciones en la poesía latinoamericana?
DCC
| Es
importante que el escritor esté informado de cómo los movimientos literarios
nos relacionan con tendencias estéticas y cambios que nos ayudan a tener una
mejor visión del arte y de la vida, pero hay que enmarcarlos dentro del
contexto histórico y social donde se manifiestan. Los movimientos literarios
son necesarios. Nos motivan a cuestionar nuestra realidad existencial y la
función de las ciencias y las artes en el tiempo en que vivimos. Por ejemplo,
en Latinoamérica hay que pensar en el movimiento modernista; en la presencia de
Rubén Darío, José Martí, Manuel Gutiérrez Nájera y tantos estupendos creadores
de una estética que respondían a una nueva sensibilidad y compromisos con la
literatura y la realidad social de su tiempo. En el siglo XX otras tendencias
renovaron el horizonte de la poesía latinoamericana. Pensemos en el ultraísmo y
el creacionismo o tantos otros movimientos que en nuestros países fueron tan
favorables no sólo porque permitieron percatarnos del compromiso del escritor
con el lenguaje, sino también de la función social de la literatura y posturas
ideológicas de muchos escritores en su percepción de la vida y el tiempo que
les tocó vivir. Por estas razones creo que en el vasto horizonte de la literatura
es necesario conocer cómo estos movimientos han influido en las
relaciones humanas del escritor con
el
entorno de su obra poética. Siempre es favorable reconocer esta realidad para
tener una base más concreta al momento de establecer un sentido de
correspondencias con el pasado.
EHd’J
| ¿Cuáles
son los elementos de su poesía?
DCC
| Como
conoces, siendo tú un poeta de una larga proyección en el ámbito de la poesía
venezolana, todo escritor genera una serie de elementos que fijan el orden y la
estructura de sus composiciones. Estas cosas pueden ocurrir de una forma
consciente o espontánea, pero están ahí manifestándose en la naturaleza misma
del lenguaje. Son como pinceladas que dan las claves del proceso creativo. En
mi poesía, por ejemplo, el paisaje, los pájaros, los ríos, las montañas o el
silencio, la distancia o la incomunicación son elementos integrados a los temas
de los poemas que he venido escribiendo a través de estos años.
EHd’J
| ¿Usted
se considera un poeta clásico, romántico, moderno, intimista, arbitrario,
político, comprometido, o ausente de cualquier rótulo?
DCC
| Soy
de la opinión de que los poetas siempre están comprometidos con algo,
aunque no se demuestre abiertamente en sus versos. Quiero decir que la
escritura misma es un compromiso. El escritor debe tener un compromiso con el
lenguaje para que su obra poética se sostenga por sus propios valores,
independientemente de la postura social o ideología política que éste profese.
Yo por mi parte, en las categorías que has mencionado, no soy arbitrario; que
sería caracterizarme como una persona caprichosa e inconstante, ni clásico
porque conozco mis propias limitaciones. Me identifico más bien con las causas
de la palabra “compromiso”, y con lo romántico por el sentido que éste envuelve
(ya los dijo Rubén “¿Quién que es, no es romántico?”), y, por supuesto, con el
intimismo que provoca en la persona de buena voluntad ese sentimiento amoroso
que exalta la armonía de la vida en solidaridad humana.
EHd’J
| ¿Qué
es importante: lo intuitivo, lo académico, lo reflexivo, lo conceptual, lo
maldito o lo irracional? ¿Dónde se encuentra usted?
DCC
| Dejando
aparte el concepto “irracional” y el de “maldito”, concuerdo contigo en que los
otros conceptos que mencionas en tu pregunta se manifiestan de algún modo en mi
poesía. Y no solamente en mi poesía sino como conceptos relativos de toda
expresión poética. Es así porque actúan de algún modo en el proceso de la
creación, es decir, se funde en la corriente del pensamiento y en el contenido
y la forma del poema. Por eso, el punto de partida de un poema puede
desprenderse de cualquier concepto, tanto de una reflexión o de alguna imagen
intuitiva que puede llegar a extenderse hasta figurar como un soporte entre lo
que expresa el poeta y lo que el lenguaje mismo le permita crear.
EHd’J
| Explique
usted su condición de poeta. ¿Cuál es su paisaje interior?
DCC
| Es
un poco vanidoso describirse uno mismo dentro de ese paisaje real o imaginario
que gira en torno a la creación poética. Pero quiero explicarme. Los paisajes
interiores no son exclusivamente del poeta. Todo el mundo tiene su paisaje y su
drama interior. Lo que eso implica como revelación o deslumbramiento frente al
mundo depende de cómo se exteriorice y se perciba por los lectores. Ese paisaje
al que te refieres está siempre oculto esperando revelarse cargado de
sensaciones y referencias del mundo interior. Pero mi condición de poeta no
tiene nada de excepcional ni es diferente a la de cualquier ser humano. Lo que
hay que tener es conciencia de lo que uno hace, de su propio vivir y de
su relación con el lenguaje en el que expresa su realidad cotidiana. La poesía
es como la vida, un paisaje que finaliza y comienza en cada poema que uno
escribe.
EHd’J
| Un
poeta vive del pasado y de lo inmediato. ¿En qué se diferencia de un corredor
de bolsa o de un burócrata?
DCC
| Es
cierto. El pasado y la realidad inmediata del poeta nos dan siempre esa
perspectiva del tiempo ya no lineal sino como sucesivas olas donde viajamos
inmersos. La escritura refleja de algún modo nuestra realidad vital frente al
tiempo. Hay, sin embargo, un abismo que separa la vida del burócrata de la del
poeta, aunque se dan casos sorprendentes como el de Wallace Stevens
(1879-1975), uno de los grandes poetas de la poesía norteamericana del siglo
XX. Stevens fue un alto ejecutivo de una compañía de seguros en Hartford,
Connecticut. Me cuesta trabajo imaginar cómo se sentiría Stevens en ese mundo
de relaciones financieras tan frío y materialista. Supongo que buscaría tiempo
para sobreponerse emocionalmente a ese ambiente tan nefasto y contradictorio al
mundo de la poesía. Pero no tengo por qué
ser
prejuicioso respecto a los burócratas, funcionarios que se ganan la vida
trabajando como empleados públicos o del Estado. No debe existir razón tampoco por la cual
tengan necesariamente que compartir los intereses y los gustos que uno tiene por
la poesía. En el caso de los corredores de bolsa ya media un abismo completamente
inhumano. Su rol, señala el diccionario, es “actuar como intermediarios entre
un comprador y un vendedor” y cuya finalidad está basada en la ganancia y
adquisición de bienes terrenales. Una vida centrada en las riquezas materiales
del mundo. El poeta puertorriqueño Juan Sáez Burgos se cuestionó ese tenebroso
oficio en un verso alucinante por lo que sugiere del materialismo enceguecedor
de esa realidad. Un verso que se ajusta muy bien para cerrar esta pregunta:
“¿Quién conmueve a Wall Street con un poema?”. Lo demás, es mejor dejarlo a la
imaginación.
EHd’J
| Muy
poco se habla del sentimiento dramático en la creación poética. ¿Qué opina
usted?
DCC
| Lo
que dices, es que hubo un tiempo bastante lejano de nuestra realidad actual, en
que la poesía dramática respondía a las necesidades de factores socioculturales
que hoy día son totalmente ajenos a los nuestros. Me refiero a aquella poesía
dramática cuyas características conocemos.
En este siglo XXI en que la ciencia y el desarrollo tecnológico han transformando
el sentido de la vida. Pienso que el poeta
tiene que estar inmerso en la realidad histórica de su tiempo. Es de ahí de
donde precisamente surge su visión de mundo. Según mi
opinión el poeta debería fundir en su obra
aquella “honda palpitación del espíritu”; ─según Antonio Machado─ “lo que pone
el alma, si es que algo pone, o lo que dice, si es que algo dice, con voz
propia, en respuesta animada al contacto del mundo”.
EHd’J
| ¿Cómo
y cuáles son sus afectos con las otras artes?
DCC
| Admiro
la pintura y la música, especialmente la música popular: los boleros, los
tangos y la música típica jíbara que en décimas y aguinaldos suele escucharse
en las zonas rurales del campo puertorriqueño durante la época navideña. Asisto
a los museos y disfruto de las distintas formas del arte. Creo que nadie debe
vivir de espaldas al arte, ya que como la literatura misma es una manifestación
la vida y la historia de los pueblos. Respecto a la pintura y la música,
creo que ambas expresiones artísticas se relacionan con la poesía en el sentido
creativo de la originalidad que les da vida y configura el entramado de los
temas y las imágenes.
EHd’J
| ¿Qué
importancia le adjudica al humor dentro de la escritura poética?
DCC
| Yo
pienso que el humor es un elemento esencial en la obra de muchos escritores e
implica un gran conocimiento del lenguaje, de la vida y las relaciones humanas
para que su uso sea efectivo en la escritura de modo que impacte al lector.
Exige, naturalmente, originalidad y armonía para que fluya con el tema y cause
la impresión que supuestamente debe causar. Si se aplica mecánicamente desmerita el propósito del autor.
Cervantes lo usó maravillosamente y, combinado también con la ironía, Francisco
de Quevedo y Luis de Góngora. Más cerca de nuestro tiempo, Nicanor Parra y
Víctor Valera Mora, y el puertorriqueño Juan Manuel Rivera, para nombrar sólo
algunos. El humor muchas veces provoca una visión de la realidad más impactante
que la solemnidad que podamos hallar en un poema. El humor integrado
magistralmente a una obra literaria llega a causar risas y carcajadas del
lector, como he experimentado leyendo El Lazarillo
de Tormes y algunos poemas de Quevedo.
EHd’J
| ¿Es
cierto que los sueños están indisolublemente ligados al quehacer poético?
EHd’J
| ¿El
amor es un fracaso o una redención?
DCC
| Pienso
que pueden ser ambas cosas, pero depende de cómo uno las sienta y las exprese.
El amor debe ser un foco radiante, iluminador de la vida. Pienso que es lo que
envuelve el vivir humano y nos llena de infinitas sensaciones. Cuando escucho
hablar de un “fracaso amoroso” presiento que en la particularidad de ese caso
el amor no fue lo suficientemente fuerte para sobrellevar los sinsabores y las
carencias de la vida. Es decir, no hubo un esfuerzo de voluntad para responder
a las circunstancias dolorosas que aparecen en el camino por el que transitamos
hacia el porvenir. Y es que el amor exige un total desprendimiento para
mantener viva la llama, para que la razón de amar y de vivir nunca dejen de
ser. Nunca el amor puede ser un fracaso si se convierte en el centro de lo que
somos y hacemos. Si nos fundimos en su poderosa corriente pienso que la vida
sería más noble y luminosa.
EHd’J
| Se
ha dicho que el poeta es un pequeño Dios ¿qué hace el poeta con el poder?
DCC
| Vicente
Huidobro (1893-1948), formuló la teoría del creacionismo en base a la postura
que debería asumir el poeta respecto a la poesía. Aspiraba a que la creación de
un poema fuera idéntica al proceso creativo de la naturaleza. Pero el poeta no
es ningún pequeño dios. Es un ser como todos, pero con una vocación (si la
tiene) de comunicar un mensaje, unas palabras que bien podrían llevar el
asombro y el misterio que pueda impartirle el soplo inefable de la creación.
Sobre la otra parte de tu pregunta, no tengo una idea clara de lo que hace o
debe hacer un poeta con el poder. La palabra poder crea muchas sensaciones negativas
en mi mente y no sé exactamente asociarla positivamente a la vida de un poeta.
Yo creo que desde el punto de vista poético el poder no tiene nada que añadirle
a la creación, porque la poesía es en sí misma la convicción de una vocación
profundamente humana: comunión de verbo iluminador, sensibilidad que cifra en
imágenes la vida interior del poeta y de la confección de un mundo que
compartimos a través de la lectura. Ahora bien, si entendemos el poder
como la fama que adquiere el poeta en su país de origen o de la trascendencia
de su figura a nivel internacional, entonces estamos hablando de un poder que
se origina en el reconocimiento de su obra. Obviamente, en este sentido, el
poeta tiene el poder de hacerse escuchar en los medios locales e internacionales
sobre asuntos de interés sobre la literatura o la globalización, o las
políticas neoliberales y otras situaciones que afectan al mundo.
EHd’J
| ¿Qué
relación existe entre el entorno del poeta y su manifiesta debilidad con la
verdad y el absurdo?
DCC
| Yo
pienso que el poeta está indisolublemente ligado a su entorno, aunque puede
alejarse, consciente o inconscientemente, de las cosas que lo identifican con
su diario vivir, es decir, con su realidad vital. Por otro lado, lo que el poeta
haga con su vida o la actitud que asuma en su obra depende de su ideología
personal y de sus valores humanos,
cualesquiera que éstos sean. En otras palabras, la realidad de cada uno de sus
actos debe fundarse en sus propias convicciones y valores morales. La vida del
poeta no es una exclusividad de lo que digan otros. Sin embargo, hay escritores
que caen en una absurda concepción de la fama y el reconocimiento
convirtiéndose ellos mismos en una especie de seres inaccesibles e intocables.
Caen en las contradicciones de un elitismo exclusivo y prejuicioso. Dicen una
cosa y hacen otra, como los políticos de los imperios modernos. Pienso que el
poeta debe manifestarse siempre a favor de la verdad. Es decir, la
verdad como imagen inconfundible de la vida. La verdad inspirada en la realidad
del diario vivir, la verdad liberadora de la opresión y las injusticias, la
verdad que concibe la vida como un don sagrado, la verdad no envilecida por el
oportunismo y la explotación.
Organização a cargo
de Floriano Martins © 2016 ARC Edições
Artista
convidada | Olga Albizu (Puerto Rico, 1924-2005)
Imagens © Acervo
Resto do Mundo
Esta edição integra
o projeto de séries especiais da Agulha Revista de Cultura, assim
estruturado:
1 PRIMEIRA
ANTOLOGIA ARC FASE I (1999-2009)
2 VIAGENS DO
SURREALISMO, I
3 O RIO DA MEMÓRIA,
I
4 VANGUARDAS NO
SÉCULO XX
5 VOZES POÉTICAS
6 PROJETO EDITORIAL
BANDA HISPÂNICA
7 VIAGENS DO
SURREALISMO, II
8 O RIO DA MEMÓRIA,
II
9 SEGUNDA ANTOLOGIA
ARC FASE I (1999-2009)
A Agulha
Revista de Cultura teve em sua primeira fase a coordenação editorial
de Floriano Martins e Claudio Willer, tendo sido hospedada no portal Jornal de
Poesia. No biênio 2010-2011 restringiu seu ambiente ao mundo de língua
espanhola, sob o título de Agulha Hispânica, sob a coordenação editorial apenas
de Floriano Martins. Desde 2012 retoma seu projeto original, desta vez sob a
coordenação editorial de Floriano Martins e Márcio Simões.
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