En el año 2000 empezamos este proyecto con un propósito inicial modesto:
publicar una selección de textos críticos sobre la poesía de Blanca Varela que
no iba a pasar de unas pocas páginas dirigidas básicamente a especialistas.
Conforme fuimos comentándoles a críticos, escritores y amigos esta idea,
percibimos el creciente interés por colaborar con este proyecto y poco a poco
fue cobrando las dimensiones actuales y cambiando el horizonte de recepción.
Estando así las cosas trocamos nuestro objetivo inicial y asumimos que sería
mucho más completo un libro que se beneficiara, de alguna manera, del formato
reader que utilizan las editoriales estadounidenses reuniendo un conjunto de
textos imprescindibles sobre un autor o tema previamente publicados además de los
ensayos inéditos que ya teníamos. Por esto mismo decidimos incluir algunos
textos pioneros sobre la poesía de Blanca Varela como son los ensayos de Paz,
Paoli, Oviedo, Gazzolo, Sobrevilla y Castañón, así como otros que, aun
habiéndose realizado posteriormente, presentaban análisis publicados en
revistas que debían reunirse en un solo volumen como los de Casteñada y
Togushi, Valcárcel, Cárcamo, Chirinos, Suárez, Reisz, Rebaza y Silva
Santisteban. Asimismo se incluyen una antología realizada por la propia autora
en enero de 2005, una bibliografía amplia, un primer esbozo de cronología y un
conjunto de fotografías, casi todas inéditas, acompañadas de breves leyendas
biográficas. Este es el libro que tiene entre manos: un justo reconocimiento y
homenaje a una escritora que ha palpado con sus letras la historia, dura y
difícil, de la cultura peruana de los últimos años.
No obstante, es preciso empezar por los inicios, los primeros y tímidos
encuentros con la ciudad letrada, de una autora que siempre tuvo una relación
tensa y prolífica con ella. En 1957, Sebastián Salazar Bondy y Alejandro
Romualdo, el poeta puro y el poeta social, deslindan con toda diferencia grupal
para editar y prologar la Antología general de la poesía peruana; en esta
antología se incluyen por primera vez en algún libro de literatura peruana dos
poemas de Blanca Varela. Se trata de una edición anterior a su primer libro de
poesía, Ese puerto existe. La nota que precede a los textos
presenta este libro con el título "Primer baile" que luego fue
descartado.
El primer libro de Blanca Varela se publicó con un prólogo de Octavio Paz el año 1959 por la Universidad Veracruzana. El prólogo, que
incluimos en esta edición, no sólo fue un "espaldarazo" como lo han
comentado algunos, sino que significó, como lo han señalado otros, una pauta de
interpretación fuerte, un camino marcado para las exégesis posteriores, una
ruta muchas veces difícil de desmarcar. Paz, en este prólogo, sostiene, entre
otras cosas, que "nada menos femenino que la poesía de Blanca Varela, pero
al mismo tiempo, nada más valeroso y mujeril" planteando uno de los
derroteros de la crítica, quizás el menos transitado, esto es, el tema de
"lo femenino", la cuestión del género del autor en relación con su
producción artística, y las diferencias entre una supuestas características de
esta poesía subalterna y femenina con otra "mujeril". Paz, luego de
plantear otro par de rutas que retomaremos más adelante, persiste en su intención
de sacar a Varela de todo espacio "femenino" o de cualquier
"subcategoría" para, en un gesto de retruécano que se puede leer casi
como tautología, proponer una salida: "¿Por qué no decir, entonces, que
Blanca Varela es, nada más y nada menos, un poeta, un verdadero poeta?".
En este libro, Susana Reisz, Bethsabé Huamán, Yolanda Westphalen y otras
críticas, dialogan y discuten con Paz, sostienen que lo femenino se ha leído
siempre siguiendo esta pauta, y proponen otras interpretaciones igualmente
sugerentes.
A su vez la otra ruta que señala Paz para interpretar la poesía de
Varela es su genealogía surrealista, no de escuela a la manera de asumir los
postulados de los manifiestos, sino de "estirpe espiritual", de
conexión estética. Sin duda las conexiones con el surrealismo también se
articulan en torno a ciertos temas, ciertas presencias pictóricas, por ejemplo,
y por lo mismo, una de las secciones de este libro está dedicada a las
conexiones entre la plástica, ciertamente de estirpe surrealista, y las inquietudes
que pintores y escultores como Giacometti o De Chirico, despiertan en nuestra
autora. Rossella di Paolo y Luis Rebaza abordan esta fecunda relación en varios
de los poemas tempranos de Varela. Finalmente, otro de los ejes críticos que
propuso Paz en su comentadísimo prólogo, es la idea de una severidad expresiva
en los poemas varelianos. Para plantear este rigor poético, que no
necesariamente se traduce en una contención lírica puesto que Varela a su vez
es autora de poemas largos y frondosos, Paz echa mano de una metáfora que ha
sido posteriormente muy citada, comentada y, por supuesto, criticada:
"Blanca Varela es una poeta que no se complace con sus hallazgos ni se
embriaga con su canto. Con el instinto del verdadero poeta, sabe callarse a
tiempo". De esta frase se desprende la idea de que como "verdadero
poeta" es mejor callarse que excederse en palabras y que, Blanca Varela,
prefiere el silencio que otorga significación al exceso que deviene en
sinsentido. Alguna crítica ha querido leer en esta exégesis otra interpretación
de la poesía escrita por mujeres, de la poesía "femenina", que a
veces calla como "treta del débil", esto es, como forma perpendicular
de evitar la dominación, como una manera de decir con el silencio. En medio de
todas estas interpretaciones vale la pena recordar, a su vez, ese poema corto
de Paz, "Las palabras", que al principio de una serie de imperativos
con los cuales describe la relación del poeta con las palabras -poeta que a su
vez es encarnado por un buey, un toro, un gallo galante y un cocinero-, es
decir, por un autor varón y su relación tensa y desequilibrada con el lenguaje
y la escritura- suelta en un paréntesis el famoso "(chillen, putas)".
Extraño vínculo del poeta "gallo galante" que debe provocar y coger
del rabo a las putas palabras para que chillen y esta otra concepción del
trabajo con el lenguaje: la mujer que deviene en verdadero poeta aprende a
callarse a tiempo. Sin duda esta otra ruta propuesta por Paz es también
analizada en la tercera sección que tiene como eje las genealogías literarias
de Varela por varias autoras como Coté, Ghersi, Ollé, Ortega, Suárez, Castañeda
y Togushi.
Años después de la publicación de Ese puerto existe, algunos
pocos críticos leyeron y comentaron la poesía de Blanca Varela con mayor
profundidad que las simples reseñas periodísticas, aunque es preciso mencionar
que la reseña de Canto Villano de Ricardo González Vigil de 1976 es una buena
excepción; estos primeros ensayos críticos son textos fundacionales que
significaron, para quienes vinimos después, puertas de entrada a la recepción
de una poesía compleja, abstracta, aparentemente fácil pero de significaciones
múltiples, densa y, a veces, oscura. Estos textos son los trabajos pioneros de
José Miguel Oviedo, Roberto Paoli, Ana María Gazzolo, James Higgins, Abelardo
Oquendo, David Sobrevilla, Américo Ferrari, Reynaldo Jiménez y Adolfo Castañón,
algunos de los cuales incluimos en este volumen. A su vez, el poeta Javier
Sologuren, miembro de la llamada Generación del 50, publicó una antología de la
poesía de Blanca Varela titulada Camino a Babel en las ediciones populares que
fomentaba la Municipalidad de Lima bajo el régimen de Alfonso Barrantes. El
libro significó la difusión a nivel popular de una autora que, en ese entonces,
comienzos de la dura década del 80, empezaba a considerarse como una poeta
"de culto" entre los poetas jóvenes y los estudiantes de literatura.
Desde finales de los 70 y durante toda la década del 80, Blanca Varela
calló por muchos años. Su parquedad poética se trastocó además en parquedad
social: durante la década del 70 se dedicó trabajar como comentarista de libros
en revistas como Amaru y como crítica de cine bajo el seudónimo Cosme en las
páginas de La Prensa, sin participar activamente de la vida literaria limeña. A
pesar de su opción clara por la huida del mundanal ruido de la ciudad letrada,
hizo algunas excepciones y salió la palestra limeña para participar en algunos
recitales colectivos como el que organizara el recordado poeta Césareo Martínez
en el otrora Instituto Cultural Peruano-Soviético. Fueron a su vez años de
trabajo constante como directora de la filial peruana del Fondo de Cultura y
como presidenta de la sección peruana del PEN Club. Es durante estos años que
el crítico y poeta Edgar O 'Hara publica una entrevista larga en la revista
Debate así como un poema-homenaje titulado "La diosa blanca de
Barranco". Christine Graves, asimismo, defiende en 1979 en la Universidad
de San Diego, una de las primeras tesis dedicadas a la poética vareliana titulada
originalmente en inglés "La poesía de Blanca Varela, un gesto de amor en
la oscuridad: estudio crítico y traducción de Luz de día y Canto Villano".
Durante estos años, y a pesar de la entrega de su poesía reunida Canto
Villano en edición del Fondo de Cultura Económica y de algunos poemas
"nuevos" que aparecieron como un bonus track de la edición de 1986,
Blanca Varela recién volvió a publicar un libro completo en 1993 bajo el sello
de Jaime Campodónico. Se trata de un texto que, de alguna manera, significó un
quiebre con su propuesta estética anterior aunque, paradójicamente, no con la
publicada posteriormente durante los primeros años del nuevo milenio. Este
libro, Ejercicios Materiales, aparecido después de 15 años de silencio, planteó
el tema de la corporalidad y de la carne como eje central del texto, en un
diálogo siempre tenso con dios (y con Dios). El título evoca directamente a los
ejercicios espirituales de San Ignacio de Loyola, esto es, aquella práctica de
rigor espiritual que lleva hacia el discernimiento y el control del mal
espíritu, sólo que en versión laica, agnóstica y, de alguna manera, blasfema.
Eduardo Chirinos, en un excelente acercamiento desde la ascesis de los
ejercicios ignacianos, plantea una red de vínculos nodales con el texto de
Varela en su ensayo "El reptil sin sus bragas de seda".
Con la publicación en 1997 del homenaje de la revista Casa de
Cartón, se difunde nuevo material sobre nuestra autora, así como una
entrevista larga, que incluimos en el presente volumen, realizada por Rosina
Valcárcel, en la que expresa por primera vez una interpretación personal de su
relación con los "valses", con la música criolla, con la formación
criolla en la primera infancia; así como su ruptura con esta tradición al
emprender su viaje a Europa y su encuentro con la modernidad literaria y con la
filosofía existencialista (sobre todo con las dos Simone, Weil y Beavouir). En
esta revista, aparece por primera vez el artículo de Esther Castañeda y
Elizabeth Togushi sobre la genealogía femenina de Blanca Varela que se incluye
en el presente libro. Esta genealogía no sólo se remonta a su madre, Esmeralda
González (bajo cuyo seudónimo, Serafina Quinteras, escribió varios valses
criollos), sino también a su abuela, Delia Castro y a su bisabuela, Manuela
Antonia Márquez, una estirpe de mujeres periodistas, intelectuales,
librepensadoras, y sobre todo, trabajadoras convencidas del valor de la
palabra.
Aunque en 1993 la editorial española Icaria había publicado una
antología de poemas de Blanca Varela con prólogo de Jonio Gonzáles, es recién
en 1998, con la antología publicada por Visor, Como dios en la nada (1949-1998),
que Blanca Varela ingresa al mundo editorial de España. Al año siguiente, bajo
el sello valenciano Pre-textos, se edita un nuevo poemario de Varela, Concierto
animal, y en los albores del nuevo siglo, la editorial catalana Galaxia
Gutenberg / Círculo de Lectores lanza Donde todo termina abre las alas.
Poesía reunida (1949-2000), que reune en un solo y hermoso volumen
toda la producción poética de Varela hasta la fecha, incluyendo el conjunto
inédito, El falso teclado. Esta edición consta además de un esclarecedor
prólogo, "Blanca Varela: la poesía como conquista del silencio", de
Adolfo Castañón, y con el singular epílogo, "Hablo con Blanca
Varela", a cargo del poeta español Antonio Gamoneda, donde éste establece
una suerte de lectura dialogada con varios de los poemas emblemáticos de
Varela. En esta línea de interpretación, que Susana Reisz denomina
acertadamente como una hermenéutica poética, se inscribe también uno de los
textos de la propia Reisz, así como los ensayos de Pollarolo, Negroni y Dreyfus
incluidos en la séptima sección.
En la última década, la más bien parca producción de Varela se ha visto
ampliada con tres nuevos conjuntos, El libro de barro, Concierto
animal y El falso teclado, que nos muestran a una
escritora en pleno dominio de sus recursos, ahondando, con el rigor verbal y la
densidad conceptual que la caracterizan, en los que podrían considerarse los
motivos centrales de su poética a partir de Ejercicios materiales: el cuerpo,
como espacio para la gestación (cuerpo materno) y el deterioro; la conciencia
respecto a la contingencia del ser y la consecuente imprecación a la divinidad
(o a su ausencia); la muerte, incesantemente descrita, enfrentada y hasta
engalanada con una actitud despiadadamente lúcida y serenamente resignada a un
tiempo. Los ensayos de Franco y Vich, agrupados en la sección "Cuerpo,
maternidad y muerte", precisamente inciden en estas recurrencias temáticas
y su magistral expresión poética, mientras que en la novena sección se incluyen
textos críticos que analizan las tensas relaciones que en la poesía de Varela
se recrean entre modernidad y tradición (sobre todo en su poema
"Valses"), así como entre lo femenino y lo normativo del lenguaje, en
textos de Reisz, Ortega, Silva Santisteban y Wetsphalen. En este libro hemos
incorporado, además de la entrevista de Valcárcel redactada a manera de
testimonio, una mucho más breve, pero igualmente intensa de la poeta venezolana
Yolanda Pantín. Finalmente Bethsabé Huamán se encargó de recopilar una amplia
muestra bibliográfica, esperemos que sea útil al investigador literario y a los
universitarios interesados en trabajar sobre la obra vareliana; no obstante,
sabemos que el profesor Richard Caccione, desde hace más de seis años, está
recopilando una bibliografía muy pormenorizada que esperamos sea publicada en
breve.
La obra de Varela, además del importante reconocimiento internacional
que obtuvo al otorgársele en el año 2001 en México, el Premio de Poesía que
lleva justamente el nombre de su amigo y mentor, Octavio Paz, en virtud de una
trayectoria que, por su intensidad y su belleza, la coloca como una de las
voces fundamentales de la lírica hispanoamericana contemporánea, ahora se ha
visto nuevamente distinguida con el Premio Lorca - Ciudad de Granada otorgado el año 2006 y el premio Reina Sofía
de Poesía Iberoamericana que conceden el Patronato Nacional y la Universidad de
Salamanca del año 2007, ambos al conjunto completo de su obra. Esta presencia
no sólo imprescindible sino incluso rectora en el ámbito poético, se evidencia
también en la participación de Varela, al lado de los españoles José Angel Valente
y Andrés Sánchez Robayna, así como del uruguayo Eduardo Milán, en la
configuración de Las ínsulas extrañas, polémica antología publicada por el
sello Galaxia Gutenberg / Círculo de Lectores en el año 2000, que constituye un
muestrario esencial de la poesía escrita en español en la segunda mitad del
siglo XX.
Esencial, además de impostergable, nos resultaba también la publicación
de este conjunto de reflexiones en torno a la poesía de Blanca Varela; un
volumen que incluye una pluralidad de lecturas, abordadas desde distintas
perspectivas y tendencias críticas, pero que responden con igual solvencia al
imperativo de acercarse, con inteligencia y rigor, a la magnífica obra
vareliana. Lo que más nos alentó de este proyecto fue justamente la variada y
selecta nómina de catedráticos, ensayistas, poetas y escritores, incluyendo el
entusiasmo de Mario Vargas Llosa, quienes respondieron afirmativamente a
nuestra invitación para contribuir con este volumen crítico que es al mismo
tiempo un homenaje a Varela, a su honestidad y a su talento para enfrentarse al
acto de escribir. Testimonio de la alta, insobornable, calidad poética de su
autora, es la antología de sus textos, seleccionada por ella misma para este
conjunto.
Agradecemos al Fondo Editorial del Congreso de la República por su apoyo
incondicional en esta empresa; en este sentido, el entusiasmo cómplice de su
director, Rafael Tapia, así como la gestión personal de Javier Diez-Canseco y
del presidente actual del Congreso, Luis González Posada, resultaron cruciales
para llevar a cabo la publicación de Nadie sabe mis cosas. Queremos agradecer
especialmente a Rafael Espinosa, quien asumió como suyo este proyecto, y
precisamente por su rigor y entrega, tiene el lector un texto limpio y
coherente, así como a Angela Kuroiwa por su complicidad. Gracias también a
Bethsabé Huamán, talentosa crítica y narradora, por su labor en uniformizar los
textos y en especial a Patricia Pereyra, Vicente y Fernando de Szyszlo por
ayudarnos con el material gráfico y cedernos el poemas inédito y autógrafo que
también incluimos.
El título del volumen, valga la explicación, lo hemos tomado de un poema
de Varela incluido en su conjunto "Valses y otras falsas
confesiones"; nos pareció idóneo para resumir, en una imagen poética,
varios puntos: en primer lugar, la parquedad editorial y pública de la autora,
su vocación por mantenerse oculta, cuando no distante, siempre al margen de
grupos y etiquetas literarias; en segundo lugar, esta frase condensa la
tremenda complejidad del universo poético de Varela, que jamás le ofrece al
lector claves evidentes ni placenteras respuestas, sino que lo invita, con
despiadada lucidez, a caminar sobre esa línea de mortal del equilibrio que es
su poesía, siempre áspera porque tierna, siempre discreta porque reveladora,
siempre descarnadamente sincera y sabia. Finalmente, confiamos en que la
totalidad de los ensayos aquí reunidos, nos permitirán por fin conocer, o al
menos indagar, intuir y señalar, algunos de los enigmas fundamentales que
sostienen la espléndida y singular escritura poética de Blanca Varela.
*****
Prólogo de Nadie sabe
mis cosas. Reflexiones en torno a la poesía de Blanca Varela. [Lima:
Fondo Editorial del Congreso del Perú, 2007].
Fondo Editorial del Congreso del Perú, 2007].
Organização a cargo de Floriano Martins © 2016 ARC Edições
Artista convidado | Fernando de Szyszlo (Peru,
1925)
Agradecimentos: Hildebrando Perez Grande
Imagens © Acervo Resto do Mundo
Esta edição integra o projeto de séries especiais da Agulha
Revista de Cultura, assim estruturado:
1 PRIMEIRA ANTOLOGIA ARC FASE I (1999-2009)
2 VIAGENS DO SURREALISMO, I
3 O RIO DA MEMÓRIA, I
4 VANGUARDAS NO SÉCULO XX
5 VOZES POÉTICAS
6 PROJETO EDITORIAL BANDA HISPÂNICA
7 VIAGENS DO SURREALISMO, II
8 O RIO DA MEMÓRIA, II
9 SEGUNDA ANTOLOGIA ARC FASE I (1999-2009)
10 AGULHA HISPÂNICA (2010-2011)
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coordenação editorial de Floriano Martins e Claudio Willer, tendo sido
hospedada no portal Jornal de Poesia. No biênio 2010-2011 restringiu seu
ambiente ao mundo de língua espanhola, sob o título de Agulha Hispânica, sob a
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original, desta vez sob a coordenação editorial de Floriano Martins e Márcio
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