1 TITO ALVARADO | En los lindes de lo posible o la otra manera de poetizar la vida
Estoy ante un libro
que es una mirada interior. Esta mirada parece jugar con lo que pudiera ser o con
lo que ha sido, reconstruido en el deleite fugaz de un momento ido. Es la maravilla
de volver a vivir o de anticiparnos para que cuando lo vivamos, sea plenamente nuestro
ese instante. Es una apresurada carrera contra el tiempo, que todo lo daña, un intento
de poetizar la vida perpetuando aquello vivido en las sensaciones, aquello que ha
durado un instante, pero que con la poesía se vuelve un instante de eternidad, es
decir, se logra rescatarlo de la inmovilidad, se le agrega movimiento al recuerdo
y este ya no produce simple dolor, produce redención. La pregunta que rompe el velo
tenue o la magia de revivir en todos sus detalles algo sublime es, ¿hay solamente
imaginación en estos poemas o fueron momentos vividos antes para luego ser recuperados
en la poesía?
La pregunta
pudiera ser banal si no estuviésemos ante poemas que trasuntan el perfume de algo
que está en los lindes de lo posible, el lugar justo en que más afuera hace frío
o más adentro hace calor, en esta nada que es casi un espacio virtual, se mueven
estos poemas de la poeta Juana M. Ramos agrupados en el libro Multiplicada
en mí. Los suyos son poemas en sí y para sí, casi no necesitan un objeto
poético al cual dirigirse. Ilustra esta percepción el poema “Pensar en ti”, este “ti”, sugiere una
persona de existencia real a la cual se dirige la hablante poética, aislada del
mundo, salvo que en este caso es solamente un pretexto para describirnos, no a la
persona pensada, sino para calificar la acción de pensar en esa persona, así la
existencia del objeto del pensamiento ya no tiene importancia, se piensa en alguien
superando lo que pudiera haber dejado ese alguien, esto es liberación.
La voz
poética dice:
Un espesor estancado
casi hediondo, putrefacto,
aborreciblemente desquiciado
de otoño en repentina retirada,
de tristezas y esperanzas
rompiéndoles los huesos a mis días.
Un viaje
completo, de ida y vuelta, que no describe el viaje sino lo que este ha dejado,
y lo hace como acariciando las palabras para que digan, desde el umbral, lo que
no podrían decir con más hielo o con más calor.
Este poema
está estructurado en cuatro estrofas, disímiles en cantidad de versos, cada una
comienza con el artículo indefinido un o una, que da inicio a un verso perfectamente
definido, donde la poeta da otro sentido a las palabras. Son versos como para leerlos
en una casa oscura, en un burdel, en la sede central de un banco, en unas cuantas
oficinas a los más altos ejecutivos, en una plenaria de las Naciones Unidas, en
un parlamento ante atónitos diputados, en un regimiento lleno de bestias listas
para el ataque o en la soledad de una isla sin otro ruido que el golpe de las olas
contra las rocas y algún gorjeo de gaviota.
Veamos
estos primeros versos de estrofa:
Un espesor estancado...
Una absurda manada de ojos...
Un febrero chorreando tus olores...
Una ramera palabra indecente...
Uno, lector
despistado, queda estupefacto, como entumecido del cerebro, para caer luego en la
cuenta de que el poema no es lo que parece. Es solamente un roce mágico, casi una
caricia, un leve recuerdo de una pasión, un sentimiento situado en los lindes de
lo que fue y de lo que es. Visto desde un espacio tiempo otro al del ayer, para
dejarnos la sensación de que se está hablando de lo que está en los lindes de lo
real y lo irreal, otra versión del dolor o del desamparo o quizá simplemente una
maldición antes del olvido, y es que las palabras o dicen o insinúan, salvo que
aquí lo dicho nos remite a lo que no se dice y en este sentido vale tanto lo que
se dice como lo que se calla.
Confirmo
esa sensación que me deja su poesía con los primeros versos del poema “Tanto adiós”:
Partido por el filo de mi lengua
se me escurre tanto adiós en las palabras
con la paz de la ciudad que hay en tus ojos
sepultada por el polvo de mis celos.
Son poemas
como para quedar temblando, no del cuerpo, sino del alma.
2 TOMÁS M. GALÁN | Imágenes para un comentario
He abierto el libro de Juana M. Ramos, Multiplicada en mí, varias veces. He hecho
varios tipos de lecturas, como hacemos cuando un libro está en agenda, cuando queremos
comenzar a establecer una relación promiscua o romántica con sus voces, personajes
o con su lenguaje. Escribo o hablo con él, cuando siento que este ha entrado en
mí o ha tomado posesión de mi ociosidad productiva; cuando ha luchado con la inverosimilitud
de estos tránsitos, de estas paradas técnicas de “subway”, escritorios u oficinas
lapidarias o lecturas telefónicas. Lo he leído por curiosidad, por necesidad, por
matar el tiempo, para dejar de pensar. Es muy difícil pero sucede. Un primer poemario
puede concitar interés. Sería hasta hipócrita no admitirlo. Hay casos en que el
libro invade nuestros pensamientos y nos pide otra lectura con calor o nieve, una
lectura tormentosa, cuando alguna imagen demanda interrogación, aunque sea pintada
por esos robos de base; cuando esa estafa de minutos académicos dejaban un cierto
humor, me llamaba la atención el poemario y el contraste con la imagen que su autora
despierta. Hay una sensación desconcertante a la hora de buscar relaciones fuera
del texto. Es una pérdida de tiempo intentarlo. Si no había escrito nada hasta ahora,
obedecía a una necesidad de distanciar la amistad del poema y evitar la arrogancia
de lanzar frases, adjetivos, juicios que no me servirían más que para saldar una
cuenta postergada por años.
El poemario de Juana M. Ramos puede dividirse para fines prácticos
en dos partes:
1. Poesía de amor y desamor o poemas del
cuerpo y la nostalgia
2. Poesía social de acento humanista
En ambas direcciones triunfa un realismo
invertido en sus intenciones sintácticas y rítmicas. No es surrealismo. Hay un cierto
neo-realismo. Tampoco ninguna forma que nos devuelva el sentimiento lírico clasicista
puramente hispánico o ibérico. Siento aquí secreciones o sedimentos, diseminaciones
que conectan los poemas de Multiplicada en
mí, al legado clásico de los místicos hispanos que se mueven en una poesía ambigua,
aunque sea el resultado de nuestra herencia hispanoamericana. Ya se siente, en este
pequeño cuaderno de ejercicios poéticos, el narcisismo del que ama la imagen o disfruta
el ritmo, y otro que cuestiona el narcisismo, el yo que mira hacia el yo, la palabra
que se muerde la cola, encantada de jugar consigo misma. Sí siento, en estos gestos
ambiciosos, en esta glotonería lingüística inicial, una inserción barroca, una acumulación
del decir, del describir, del pensar en voz alta, del declarar o del cuestionar
individual, personal, signataria de tendencias nacionales ya cultivadas en nuestra
cultura.
Para llamar la atención sobre su intención
en la primera parte de estos cuadernos de ejercicios poéticos, llama la atención
el diseño de las puertas, entradas, la casa del poema de la que habla Alejandra
Pizarnik, manubrio, apertura y significación de una estancia donde el escenario
se mueve en el ámbito del sentimiento, allí donde el deseo reina y el cuerpo despierta
los sentidos y donde su anatomía pinta la subjetividad del primer desgarramiento
del ser, la voz reescribe el poema de sí mismo, el ser y sus desencuentros, la voz,
siempre activa que nos hace dudar del tradicional carácter femenino del poema, para
una lectura desde el espacio o lírica masculina crea sospecha, el filtro fomenta
un trastrueque y el activismo de la voz, las sacudidas y las interrogantes protagónicas
nos hacen dudar del feminismo. A veces llegué a pensar en una voz hombre y en una
voz mujer, peleándose continuamente por declarar su verdad sobre la utopía del cuerpo
del género. La voz quiere poseer lo que se deshace, lo que se va, lo que ya no está
y va tras ese rastro imposible, donde lo que triunfa es la memoria, la nostalgia,
lo cumplido y lo negado entran en una conflictiva batalla que es una sola cosa:
lenguaje, recuerdos, fantasía, posesión de la desposesión, juego, travesura angustiosa
de un ritmo.
El tono dialogante es un signo definidor de ambos poemarios, el del cuerpo y el yo y el de la nación y sus héroes, pero donde se siente ese ejercicio dialógico, ese pensar en voz alta donde el lector aparece como receptor, o tal vez aquel cuyas respuestas y preguntas son este resultado, este monólogo donde nos sentimos implicados y que provoca que sintamos la necesidad del desafío, la conversión y la diversión, la sapiencia y el gusto del decir: A veces quisiera…escupirme la memoria y se multiplican los a veces recriminatorios: A veces quisiera no pensar / porque pienso y me convenzo que eres cama,/ el lugar donde descansan tantos cuerpos. Y el desgarramiento es una imagen prolongada, donde triunfa el cuerpo de un sentimiento insatisfecho. Aunque Multiplicada en mí es la narrativa de esta sucesión por el pasado, la geografía humana de un amor que se multiplica y que retumba en los salones sobre los “a veces” o en la agridulce de otros que disimulan su forma y canta al tiempo en “Abril” y al tiempo como el protagonista de la muerte y la transformación de las cosas en una imagen inaceptable del perecer y la angustia, no es el tiempo orgánico de los cambios dialécticos que genera la otredad y la tragedia incomprensible del cambio, aunque se diga que son cualitativos, mientras los cuantitativos fomentan una nada seductora donde sucumben nuestros sueños. Los poemas que componen esta primera estancia en el ensimismamiento: Al tiempo, Tu cuerpo (y el Yo estoy sola,/ bebiéndome un fingido acto,/ Cuelgan los gemidos de mis labios,/ no terminas de doler. Otros poemas develan esa recurrencia temática y ese vocabulario donde el concretismo o lo concreto porque no hay juegos espaciales ni gráficos del concretismo literario ni la pluralidad de la llamada posmodernidad. Hay, sí, aquí, estos signos descriptivos del pretexto y la nostalgia: el cuerpo, por no decir el amor o el sentimiento que tiene por patrón o excusa el cuerpo instrumentalizado por el sentimiento de recuperación.
Agulha Revista de Cultura
UMA AGULHA NA MESA O MUNDO NO PRATO
Número 169 | abril de 2021
artista convidada: Elsa María Meléndez (Puerto Rico, 1974)
editor geral | FLORIANO MARTINS | floriano.agulha@gmail.com
editor assistente | MÁRCIO SIMÕES | mxsimoes@hotmail.com
logo & design | FLORIANO MARTINS
revisão de textos & difusão | FLORIANO MARTINS | MÁRCIO SIMÕES
ARC Edições © 2021
Visitem também:
Atlas Lírico da América Hispânica
Nenhum comentário:
Postar um comentário