sábado, 11 de dezembro de 2021

ELA URRIOLA | Lo sacro y lo profano de Guillermo Trujillo

 


Todo lo perecedero / Es sólo un símbolo;

Lo insuficiente / Tórnase aquí suceso;

Lo indescriptible / Aquí se realiza...

GOETHE

 

Las figuras expectantes de Trujillo tienen una historia que contar.

Colores y formas desfilan en el lienzo como aves que se apropian del espacio a su antojo. Por arte de la vieja magia, Guillermo Trujillo les procura vida a estas figuras indiferentes a nuestra mirada que retozan o descansan en esas ventanas que suelen ser los papeles y los lienzos.

La fascinación por los rituales indígenas emana con total evidencia en sus creaciones. Recuerdos, fantasías y cosmogonías indican el instante primigenio donde se funden las materias, donde lo masculino y lo femenino construyen el diálogo de la Humanidad. El maestro ha conseguido plasmar la esencia de lo particular y lo universal en su concepción pictórica, algo que a lo largo de los años la ha madurado generosamente como el buen vino o, para ser más justos, la chicha fuerte de su tierra.

Más allá de una estirpe que revive y desaparece, hordas de chamanes y siervos liberados del blanco y de sus miedos, danzan bajo una luna panzona que lejana y cercana los mira. La voz del chamán está a punto de comenzar y el olor a chicha y a fecundidad tienen el mismo aroma que la tierra. Lo sacro tiene su sustento en el suelo y desde el suelo lo profano se engrandece cuando se nutre de luz. La luz es importante en el ritual, en lo expuesto y en lo prohibido; frente a la luz o ante su ausencia nos percatamos de que inexorablemente la vida continúa.


Pericia y recuerdos entramados como sus pajonales salpicados de pigmentos se funden en esa suerte de infiernos y paraísos relatados por el pintor que, como el filósofo, se alimenta aún del asombro. Como acertadamente lo describiera el poeta Ramón Oviero: “Los personajes de Trujillo nunca abandonan el ritual. Esta es la obra realidad. El sueño nunca existe...”. Y en esa misma línea, ahondando acaso en esa indisoluble dimensión de la vida y el acto que se materializa en el hecho artístico, queriendo descifrar las motivaciones de Trujillo, el leitmotiv, lo evidente y lo subrepticio de su quehacer plástico, plantea que el pintor ha logrado: “(…) un acercamiento vital a los elementos arqueológicos de nuestros aborígenes, enriqueciendo no sólo su trazo y el colorido tan particular que ha sentado pautas en nuestro medio, sino una forma de ver y comprender el mundo.”

Pero esos colores existieron desde el nacimiento del maíz y la cosecha; el producto del que siembra como del que pinta siempre estará signado por lo impredecible. La incertidumbre es la puerta abierta a lo posible, a lo imaginario. Y el artista, conocedor de esa imprecisión humana, juega con ella, llena los espacios de seres y situaciones que se debaten entre la existencia y la nada. Por eso nos sitúa entre lo que puede condenar y salvar, y en ese juego de imprecisiones está la ardua tarea del entramado que igualmente requiere paciencia como la magia. Trujillo prepara sus obras desde el momento en que prepara sus pinceles. No hay receta para el hechizo de bastones y símbolos; son parte del oficio y surgen con naturalidad. Esculpe su obra con pinceles, recuerdos y el dominio de lo imaginario que se gana cuando no se le teme al tiempo. El chamán ha demostrado su magia al darle vida a diversos materiales. A través de sus paisajes abiertos como ventanas es posible escuchar los cantos y los golpes de danzas, rituales y situaciones de un mundo recién inventado.

El pintor y demiurgo reitera su conocimiento de lo autóctono y lo universal, de lo humano y lo vegetal. Sin necesidad de experimentaciones ha logrado un equilibrio entre el mundo exterior y el interior que se refleja en el carácter universalista de su obra. Una preclara definición de su técnica la articula quien fuera su amigo y estudioso de su obra, Pedro Luis Prados:

“La presencia de los nuchos en su obra, va aparejada a ese desarrollo paisajístico que ya conocemos del artista. Como recurso semifigurativo, el paisaje define el contorno de la imagen y exalta sus rasgos dentro del conjunto. Los trazos reticulares de vibrantes colores, brindan un efecto de difuminación de la figura sin que ésta pierda sus cualidades específicas. Montadas sobre encuadres geométricos o masas cromáticas, este paisaje humanizado rememora la iconografía precolombina propia de la cerámica policroma de Parita.  Las primeras obras que condensan esta orientación estilística y temática datan de 1973…” Ciertamente, tema y técnica conjugados en la evolución de un oficio alimentado con pasión; un profundo sentido de observación, evocación y, por supuesto, una sistemática disciplina materializada en décadas de quehacer artístico.


Cuatro niveles desarrollan en lo que atinadamente resulta de esa comunicación que deviene en la obra de arte: lo mítico, lo erótico, lo satírico y lo fantástico; a partir de ellos se devela la clave de lectura de sus composiciones. Hay algo de sublime y de contingente, de cielo y de tierra en cada creación. Espectadores, adoradores, súbditos de mundos y habitantes de ciudades insólitas nos visitan y vemos en ellos tradiciones y orígenes, pero también es un espejo de lo que podrían ser nuestros vecinos, nuestros gobernantes o nuestro alter ego.

Los elementos naturales no tienen función de ornamento, antes bien son dispuestos como escenario para desarrollar la comunión entre lo sacro y lo profano: la intención no pareciera ilustrar una lucha de contrarios –ni temática ni cromáticamente- sino la presencia de lo posible. El verdadero chamán es el maestro, porque dispone un universo real o satírico y dice lo que tiene que decir; en la contemplación nos hace conscientes del mundo y los submundos de la piel y la superficie. Los paisajes realzan el agua, la vegetación, el aire y el cielo como un himno. Todos juegan, participan del acontecimiento festivo que es la vida: ataviados o desnudos, en silencio o en conversaciones misteriosas; las extremidades humanas y vegetales se entremezclan mientras la pasión transcurre desde el rosa hasta el fuego, desde el azul cobalto hasta el verde intenso. El chamán que admira la recreación de su universo, se viste de mortal y se pone la piel de un animal que ha cazado en la faena. Nosotros acudimos donde no existe infierno ni paraíso porque estamos imbuidos en el universo de Trujillo.


Nuestra existencia cotidiana también recrea los ritos, los sabemos necesarios para la vida. Sin los cantos de amor y sin la apropiación de la luna no florecería la semilla, sólo nos cubriría la amargura del trabajo y la finitud de la vida. Por eso las figuras erguidas danzan, tienen el compás del movimiento; no necesitan mirarnos, ellas se miran. Suyo es el lenguaje, suya la palabra y la posibilidad ida. Su mirada, su paleta y sus figuraciones están siempre en búsqueda de lo sustantivo, de lo esencial que hay en la naturaleza humana y en sus necesidades.

Guillermo Trujillo es un espectador de lo cotidiano. Lo vive y dignifica. En él la vida es el instante mismo de la experiencia humana manifiesta en lo trágico o lo cómico, en lo sublime o lo ridículo; el humor y la ironía toman carta de naturaleza con el propósito de despojar al arte de la solemnidad y la pesadez humanista que la tradición le había conferido.

Una vez ví el rostro circunspecto de Trujillo reír. El arte como recreación, como diversión y reconocimiento de lo íntimo que subyace en cada cual, es una forma de reírnos de la vida. La alegría y lo fatuo de los empeños humanos, los mitos cotidianos, urbanos o tradicionales han sido los temas dominantes a lo largo de su obra sin que ello lo detenga en lo coyuntural o intrascendente. No en vano, después del ritual prosigue el éxtasis. Y la obra de Trujillo seguirá siendo un ejercicio de reflexión y de contemplación de la naturaleza en todas sus formas.




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[A partir de janeiro de 2022]
 

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Agulha Revista de Cultura

UMA AGULHA NA MESA O MUNDO NO PRATO

Número 193 | dezembro de 2021

Curadoria: Floriano Martins (Brasil, 1957)

Artista convidado: Ela Urriola (Panamá, 1971)

editor geral | FLORIANO MARTINS | floriano.agulha@gmail.com

editor assistente | MÁRCIO SIMÕES | mxsimoes@hotmail.com

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