La palabra hace el poema. El poema es cuando la palabra lo contiene, lo dice, y con su escritura lo significa desde las acepciones que produce en el instante de aprehender o desaprehender la realidad en su incesante y continua transformación. En este ejercer se la puede comparar con la mítica ave fénix en el esplendor de su vuelo y en el justo incinerarse al posarse en la realidad de su instante inagotable. Entonces, el decir de cada poeta en el poema está sujeto al conocimiento obtenido de las palabras con las que pretende nombrar, comunicar dicho contenido. De no ser así, corre el riesgo de confundirse y terminar entrampándose, siendo presa de las palabras con las cuales pretendía nombrar, decir su poema. Puede parecer pretencioso pero desde las palabras que hacen una lengua es posible asir la realidad en sus contrastadas y antagónicas manifestaciones, al punto de hacer tangible por breves instantes de inaudito, el caos o la otredad. Son los rigores propios de un oficio inclinado hacia lo incógnito de los atributos o no atributos de la condición humana.
¿Qué puede un poeta aportar en el proceso de otros poetas? Cualquier diálogo, de ser posible, debe ser cierto y directo, efímero y fundamental. Otra relación sería obligante, condicionada por la noción de maestro y discípulo, lo cual anula al poeta y lo convierte en súbdito.
Quien espera expresarse en la escritura de un poema es por que ha tenido la osadía de atreverse a leer, entonces es necesario desarrollar esa capacidad, no sólo la de leer la escritura de unos individuos, sino también el acontecer vital de la humanidad en las expresiones y normas que la comprometen a comportarse de una u otra manera. ¿Quien escribe un poema pretende en éste aquello que no ha podido leer en lo escrito por otros poetas? De serle posible asumir tal pregunta, la lectura le permitirá encontrar el laberinto donde se deshacen los palimpsestos producidos por la humanidad en un tiempo asido a todos los tiempos. Los reales y los imaginarios.
El origen e idiosincrasia de la poesía le permite al poema participar del tiempo vivo de la humanidad, ser un enraizado y ubicuo presente y no un cúmulo de capítulos narrando una presumida historia. La escritura de un poema no intenta encadenar los presuntos hechos de un determinado evento, sino la revelación de tal instante como acto esencial, más allá de las series históricas que implantan el tiempo como artículos para consumo sensacional. Corresponde al poeta no permitir que el poema sea convertido en materia noticiosa, bisutería en un campo de réditos y estrépito hueros, útil para el esperpento y la desidia.
La fuerza de la poesía habita los intersticios de cada instante, esto obliga al poeta a mantenerse alerta, pues el poema surge de ese inaudito atónito cuando él lo explora y atrapa. El poema es develado, y se hace, por la lucidez que el poeta aplica a su disciplina, no por la malversación de quienes ofertan las vicisitudes de aquellos arrastrados por los intereses donde se forjan y curten las fantasías humanas. Es necesario recordar como desde su origen la poesía es subversiva en el estricto y complejo sentido que esta palabra significa. No se debe confundir al poeta con esa caricatura diseñada por las sociedades mediáticas, caricaturas inofensivas, sumidas en los humos de su arrabal bohemio, útiles para postales de anécdota. La poesía es un arduo ejercicio que reclama del poeta su lucidez.
La obsesión de quienes se inician en la escritura de un poema por ser reconocidos, acogidos como poetas, es desconcertante. Anotar un poema no significa alcanzar la poesía, menos ser poeta. La habilidad para repentizar idealizaciones amorosas o de desamor, presuntos idearios sociales, en fin, tener buenos sentimientos o carecer de ellos no es fundamento para ser poeta, menos para conseguir un poema. Todo idioma alcanza sus mayores expresiones a través de la poesía, esta es el filtro por el cual las palabras logran sus acepciones más significativas, es cuando consiguen nombran las realidades características y los imaginarios de una sociedad agrupada bajo un idioma fundamentado para su existencia. Quien busca la poesía, la escritura de un poema, no debe ignorar estos presupuestos, ellos le permitirán encontrar la elíptica de su mundo y desde ella la capacidad de irradiar con las palabras que lo nombran. El punto no es ser reconocido, es poder reconocer el instante suficiente para la escritura o la lectura de un poema.
Para desarrollar una obra poética al poeta le es necesario ser dueño de un vocabulario, poseerlo, reflexionar y expresarse desde él. El conocimiento del vocabulario español le permite al poeta entrar en relación con aquello que nombra, también leer y escribir con propiedad y amplitud. Asir sin las dificultades dadas cuando se desconocen las palabras. Resulta clave confrontar los presupuestos dados por la enseñanza de la gramática, esta, hace mucho acuñó la creencia de la riqueza de la lengua española sustentada en el número de sinónimos y de antónimos que arrastran casi todas sus palabras. Esa trampa gramática ha empobrecido la capacidad de percepción, ha vuelto artificioso el nombrar, insertándole trabas y distractores que tornan ambiguo, cuando no inoperante, al idioma. Cada palabra proyecta y recoge acepciones que le son propias, implantar una palabra por otra supuestamente sinónima o antónima genera incapacidades aprehensivas al idioma y a quienes lo usan. Son muchas las trampas para las cuales debe mantenerse alerta el poeta si quiere ser parte de una lengua viva y no víctima de gazaperas gramaticales.
¿Qué decir en un poema? A cada poeta le es dado el descubrir o no descubrir por qué llego a la escritura, a la lectura de un poema. La poesía se manifiesta desde los intersticios de la realidad, desde los de la otredad, para crear poesía no es necesario inventar, es suficiente con mantenerse alerta para encontrar el inaudito atónito que la produce, y en ese instante, de ser necesario, llevarla a la escritura del poema. La originalidad se convierte en un estorbo cuando el poeta cree tenerla, cuando presume que ella surge de su mundo interior, y por ende es única e inmodificable si la lleva a la escritura. La originalidad permanece en el universo, en el mundo, en las formas y maneras que la realidad no para de generar, en el ritmo producido por su constante evolución. Esa originalidad es la que posee el poeta, la que le permite, en su escritura, celebrar o confrontar el proceder humano. Digerir la originalidad es el mayor reto para un poeta, digerirla y evacuarla cuando es necesario.
El origen de la poesía se confunde con el origen del habla humana. Así, el humano y sus palabras, atados en la maraña del tiempo, hacen que hoy la escritura de cada poema sea un intento por descifrar su ontología y su presente. Hablar de la imposibilidad para la lectura de un poema, es hablar de la imposibilidad padecida por el ser humano para su propia comprensión. El fin de la poesía sería el fin del ser humano.
Entonces el compromiso del poeta es danzar en el filo de las palabras, en la raíz incesante de su continua transformación de la realidad, de la otredad revelándose. Otro no es el origen y necesidad de la poesía.
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Omar Castillo (Colombia 1958). Poeta, narrador, ensayista y editor. Desde 1985 dirige Ediciones otras palabras y, desde 1991, la revista de poesía Interregno, de la que se han publicado 20 números. Ha publicado libros como Abra, el libro de los amigos (2003), Asedios, nueve poetas colombianos & Crónicas (2005), Relatos instantáneos (2010), además de la Obra poética 2011-1980 (2011). Contacto: ocastillojg@hotmail.com. Página ilustrada con obras del artista Eugenio Granell (España).
El período de enero de 2010 hasta diciembre de 2011 Agulha Revista de Cultura cambia su nombre para Agulha Hispânica, bajo la coordinación editorial general de Floriano Martins, para atender la necesidad de circulación periódica de ideas, reflexiones, propuestas, acompañamiento crítico de aspectos relevantes en lo que se refiere al tema de la cultura en América Hispánica. La revista, de circulación bimestral, ha tratado de temas generales ligados al arte y a la cultura, constituyendo un fórum amplio de discusión de asuntos diversos, estableciendo puntos de contacto entre los países hispano-americanos que posibiliten mayor articulación entre sus referentes. Acompañamiento general de traducción y revisión a cargo de Gladys Mendía y Floriano Martins. |
quarta-feira, 19 de novembro de 2014
Aprehender poesía | Omar Castillo
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