¡Qué
difícil es,
cuando
todo baja,
no
bajar también! [1]
Sobre
eso se pregunta Antonio Machado entre los años 1912 y 1924. Sobre eso se preguntan
hoy sus compatriotas, los españoles. Sobre eso, sin embargo, nos preguntamos nosotros,
los griegos, que dondequiera que caigamos, ahora Grecia nos hiere, nos desangra,
nos asesina y nos deja insepultos entre sus ruinas.
Como ven, los más
jóvenes no fuimos bastante ilustres para que valga para nosotros también el “toda
tierra es tumba”; tampoco fuimos previsores para que se salve, siquiera un palmo
de este lugar, intachado por el –doméstico o no– vandalismo.
¿Cómo y dónde
podemos quedarnos en pie y gritar muy alto “¡Esta tierra nadie puede arrebatárnosla!”,
[2] resistiendo a la otorgación de nuestro
dominio nacional y a la inevitable aniquilación del país?
¿Cómo podemos? Amamantados
con la política de la división, nos hemos acostumbrado a sacar como triunfadores
una vez a un partido y otra vez al otro, para que luego acudamos a aprovechar ˗del vencido˗ como
saqueadores los ciudadanos interesados y como espigaderas los ciudadanos de a pie,
mientras los politizantes y los políticos se aprovechan a menudo de todos los ciudadanos
como engreídos y cínicos gentilhombres campesinos.
Y los poetas, ¿qué
han hecho?, nos preguntarán. Unos hablaron pero nadie los oyó, algunos levantaron
la voz pero nadie los tomó en cuenta, bien porque los oídos no estaban dispuestos,
bien porque muchos de sus colegas prefirieron sacar brillo a los tamburetes de un
poder casi por derecho heredado y alimentado de sillas y puestos.
En sus textos filosóficos,
el poeta Antonio Machado toma el papel del escéptico Juan de Mairena y aconseja:
“Al hombre público, muy especialmente al político, hay que exigirle que posea las
virtudes públicas, todas las cuales se resumen en una: ‘fidelidad a la propia máscara’.
Decía mi maestro Abel Martín –habla Mairena a sus discípulos de Sofística– que
un hombre público
que queda mal en público
es mucho peor que una mujer pública que no queda bien en privado. Bromas
aparte –añadía–, reparad en que no hay lío político que no sea un Trueque, una confusión de máscaras, un mal ensayo de comedia, en que nadie sabe su papel. Procurad, sin embargo, los que vais para políticos, que vuestra máscara sea, en lo posible, obra vuestra; hacéosla vosotros mismos, para evitar que os la pongan –que os la ‘impongan’– vuestros enemigos o vuestros correligionarios; y no la hagáis tan rígida, tan imporosa e impermeable que os sofoque el rostro, porque, más tarde o más temprano, ‘hay que dar la cara’.”
aparte –añadía–, reparad en que no hay lío político que no sea un Trueque, una confusión de máscaras, un mal ensayo de comedia, en que nadie sabe su papel. Procurad, sin embargo, los que vais para políticos, que vuestra máscara sea, en lo posible, obra vuestra; hacéosla vosotros mismos, para evitar que os la pongan –que os la ‘impongan’– vuestros enemigos o vuestros correligionarios; y no la hagáis tan rígida, tan imporosa e impermeable que os sofoque el rostro, porque, más tarde o más temprano, ‘hay que dar la cara’.”
En otro comentario
Machado nos informa que “Mairena era, como examinador, extremadamente benévolo.
Suspendía a muy pocos alumnos, y siempre tras exámenes brevísimos. Por ejemplo:
– ¿Sábe
usted algo de los griegos?
– Los
griegos..., los griegos eran unos bárbaros...”
Es cierto que, en
la conciencia de los europeos, sólo eran griegos los habitantes de la Grecia Antigua
y especialmente aquellos que poseían la ciudadanía. Por eso, cuando el superávit
romántico se agotó, se comenzó a difundir la fama, que hoy parece indiscutible,
que los habitantes contemporáneos de ese mismo espacio geográfico somos semen de
diablos eurófagos usando como escaparate unos ligones, eurófagos también, copias
de un Apolo dopado, los cuales, últimamente, son importados.
¡Ay, Mairena! Vean
qué más decía a sus discípulos: “Ya os he dicho que el escepticismo pudiera no estar
de moda, y para ese caso posible, y aun probable, yo os aconsejo también una posición
escéptica. Se inventarán nuevos sistemas filosóficos en extremo ingeniosos, que
vendrán, sobre todo de Alemania, contra nosotros, los escépticos o filósofos propiamente
dichos. Porque el hombre es un animal extraño que necesita ˗según él˗ justificar su existencia con la posesión de alguna verdad absoluta, por modesto que sea lo absoluto
de esta verdad. Contra esto, sobre todo contra lo modesto absoluto, debéis estar
absolutamente en guardia.”
Eso tiene la culpa,
queda claro: Lo modesto absoluto de una Europa materialísticamente unida y nuestra
dejaded, producto de la mentalidad impuesta de un pequeño país pobre y martirizado
que, en vez de celebrar el regreso de sus hijos de las rocosas islas del exilio
en plazas y campos, puso en primer orden vulgares lugares de la diversión nocturna
del falso bienestar.
“¿Hacia dónde caminamos?”
se pregunta Mairena, o sea Machado en 1919 y continúa: “Tal vez sea ésta una pregunta
que el hombre haya podido hacerse en toda época –digámoslo para prevenir fáciles objeciones–, pero
reconozcamos su valor de actualidad, de expresión abreviada de un estado de conciencia
que prepondera en nuestros días. Cierto que las inmutables estrellas que orientan
el alma humana: amor, justicia, conocimiento, libertad, no han desaparecido. Se
pregunta no más por la validez de las cartas marinas que el hombre había trazado
para su propio navegar bajo el impasible esplendor de esas inasequibles constelaciones.
Todas las enseñanzas de la guerra tienen hasta la fecha un marcado valor negativo.
Por de pronto, aparece claro el mayor fracaso, los más trágicos acentos de la catástrofe
coincidiendo con la mayor concentración de vida y con las más hondas convicciones
de la Europa culta. En primer término, la guerra fue perdida por Alemania. Alemania
era la síntesis de Europa. Esperamos que la reducción de Alemania a despotismo oriental
es ya una simplificación que nadie se atreverá hoy a tomar en serio.”
Antonio Machado
(1875-1939), fue miembro de la famosa generación del ’98: un grupo de pensadores,
escritores y poetas, quienes se encargaron conscientemente de la recomposición del
alma española que corría el peligro de marchitarse y hundirse en la depresión nacional
de una España que perdía sus últimas colonias y, de un imperio donde el sol jamás
se ponía, se veía obligada a olvidar grandezas pasadas y a reducirse a los límites
actuales con el mismo miedo que entonces, igual que hoy, de ser absorbida por una
Europa económica, política y administrativamente más poderosa.
Machado, aunque
nacido en Sevilla, fue seducido también, como todos los de su generación, por el
alma castellana –cuyo arquetipo era Don Quijote– y por el sombrío paisaje de Castilla, a que le dedicó algunos de sus
mejores poemas bajo el título general “Campos de Castilla”. Un poema de esta obra
es el celebérrimo:
Caminante, son tus huellas
el camino, y nada más;
caminante, no hay camino:
se hace camino al andar.
Al andar se hace camino,
y al volver la vista atrás
se ve la senda que nunca
se ha de volver a pisar.
Caminante, no hay camino,
sino estelas en la mar.
En España, claro,
no predominaron las estelas de la mar ni la nata de los intelectuales, sino el fascismo
de Franco, así que Machado, habiendo convertido su pluma en arma de los demócratas,
se vio obligado a emprender el camino del exilio. Y cuando, volviendo la vista atrás,
se vio la senda que nunca él volvería a pisar, se murió por marasmo una semana después
de haber pasado la frontera francesa, en Colliure, el año 1939.
Cierto que han cambiado
muchas cosas desde entonces. También los hombres hemos cambiado, hasta el punto
de parecer seres transgénicos, sin la esperanza que hacía nuestros antepasados anhelar
“Un poco de trigo para las fiestas, un poco de vino para el recuerdo, un poco de
agua para el polvo...” [3]
Sin embargo, también
hoy nos esperan caminos para que los emprendamos. Y si en su mayoría son del exilio,
nos basta que uno sea el de la revolución.
Οδοιπόρε, δρόμος δεν υπάρχει:
τον δρόμο τον ανοίγεις προχωρώντας.
Caminante, no hay camino:
se hace camino al andar.
NOTAS
1. Todos los fragmentos son extractos del volumen: Manuel
y Antonio Machado, Obras completas, Editorial
Plenitud, Madrid (1967).
2. Yiannis Ritsos, Romiosyni,
(poesía, es. 1945-1947).
3. Nikos Gatsos, Amorgós,
(poesía, es. 1941-1942).
AGACÍ DIMITRUCA (Grécia, 1958).
Escritora, letrista y traductora. Página ilustrada com obras de Felícia Leirner (Brasil),
artista convidada desta edição.
***
● ÍNDICE # 100
EDITORIAL | 100
números e a dinâmica imóvel do cotidiano
http://arcagulharevistadecultura.blogspot.com.br/2017/08/agulha-revista-de-cultura-100-julho-de.html
AGACÍ DIMITRUCA |
Tiempos griego-españoles
ALFONSO PEÑA | Conversa con Claudio Willer
ANDREA
OBERHUBER | O livro surrealista como espaço transfronteiriço: Lise Deharme e
Gisèle Prassinos
ANTONIO CABALLERO | Harold Alvarado Tenorio y un libro a cuchilladas
DANIEL
VERGINELLI GALANTIN | Eliane Robert Moraes: perversos, amantes e outros
trágicos
ELVA PENICHE MONTFORT | Fotografía y surrealismo: fetiches de Kati Horna
ESTELLE IRIZARRY | Eugene Granell: correspondencias entre creación
pictórica y literaria
ESTER
FRIDMAN | A linguagem simbólica
no Zaratustra de Nietzsche
FLORIANO
MARTINS | Enquete sobre Erotismo e Sexualidade – Parte 1
FLORIANO
MARTINS | Enquete sobre Erotismo e Sexualidade – Parte 2
FLORIANO
MARTINS | Enquete sobre Erotismo e Sexualidade – Parte 3
HAROLD ALVARADO TENORIO | 100 años de poesía en Colombia
ISABEL BARRAGÁN DE TURNER | La isla mágica de Rogelio Sinán
JOSÉ ÁNGEL LEYVA | Víctor Gaviria: El poeta y el cine
LUIS FERNANDO CUARTAS | La ilusión siniestra de los cuerpos y los
engaños de la metamorfosis
MARIA LÚCIA
DAL FARRA | Herberto Helder, sigilosamente Herberto
NICOLAU
SAIÃO | Recordando uma comunicação de Mário Cesariny
RICARDO ECHÁVARRI | El poeta Arthur Cravan em México
SUSANA WALD | En el espejo retrovisor
ULISES VARSOVIA | Esencia y excedencia de la poesía contemporánea
ARTISTA
CONVIDADA | FELÍCIA LEIRNER | GISELDA LEIRNER | Felícia Leirner, minha mãe
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Agulha Revista de Cultura
Número 100 | Julho de 2017
editor geral | FLORIANO MARTINS | floriano.agulha@gmail.com
editor assistente | MÁRCIO SIMÕES | mxsimoes@hotmail.com
logo & design | FLORIANO MARTINS
revisão de textos & difusão | FLORIANO MARTINS |
MÁRCIO SIMÕES
equipe de tradução
ALLAN VIDIGAL | ECLAIR ANTONIO ALMEIDA FILHO | FEDERICO RIVERO SCARANI | MILENE MORAES
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