I | Si bien el Manifiesto
del surrealismo fue publicado en 1924, la escritura de Los campos magnéticos realizada por André Breton y Fhilippe Soupault
en 1919, puede considerarse el primer texto escrito dentro de las búsquedas que
serían propuestas por el Manifiesto unos
años después de esta primera experiencia. Entonces con Los campos magnéticos nos encontramos ante la primera escritura
Surrealista puesta a gravitar en el hacer creativo de la cultura tal como hasta
entonces se entendía en Occidente, pues desde ese primer texto los creadores
Surrealistas fundados en sus búsquedas de una moral del inconsciente que
penetre otras capas ignoradas de la realidad no han dejado de confrontar la
domesticidad cultural predominante en esta región del mundo.
La experiencia
vivida y propuesta por André Breton desde el Surrealismo, hace de él una de las
conciencias literarias y artísticas del siglo XX para penetrar las rupturas y
las fundaciones vivenciadas por muchos creadores durante ese siglo, para
comprender el porqué de sus posiciones ante la realidad y la cultura de
Occidente y desde ahí, la deconstrucción configurada en sus obras buscando dar
paso a una renovación de la visión de la realidad y del arte que representan la
vida.
Para André
Breton cada experiencia individual es piedra fundacional en el esclarecimiento
colectivo que le permite al ser humano encontrar otra relación con la
naturaleza, otra comunión vital sin los abruptos depredadores que la han
caracterizado. Bretón creía en el individuo, en la comunidad, en la libertad,
asuntos complejos hoy, cuando las distorsiones y los encubrimientos están en el
orden de quienes quieren controlar y disponer las capacidades cognoscitivas
humanas.
Pretender
encasillar al Surrealismo como un movimiento del pasado solo útil para museos y
anticuarios, es ignorar su fuerza, la capacidad que nos ofrece para adentrarnos
por esa críptica moral del inconsciente donde se funda su aventura hacia el
desciframiento de lo oscuro y el origen de lo luminoso. A través de analogías
atraídas por los ritmos de las palabras que las nombran, el Surrealismo trae a la
cotidianidad lo oscuro, ya en un poema, ya en una pintura o en cualquiera de
las formas y maneras de lo creativo, lo trae como parte esencial para la
realización de lo impredecible de la vida.
El Surrealismo
ha nutrido la acción de poetas y creadores en todas las disciplinas del arte.
Su presencia y las experiencias que propicia, permiten constatar y ampliar
nociones y visiones de la realidad, empero, sus logros también han sido usados en
la recreación de juegos de palabras y el diseño de imágenes caricaturescas para
el mero mercado del arte, asuntos que el mismo André Breton cuestionó en su
momento.
El Surrealismo
ha permeado muchas de nuestras maneras y formas, no solo en lo creativo, sino también
en lo cotidiano. Hoy se podría decir que el Surrealismo es en gran medida
hechura de la personalidad de André Breton, de la conciencia que tuvo de su ser
creador y de su don humano para promover en otros la conciencia de su estro
creador, del carácter de un hombre cuyas pasiones lo llevaron a perpetrar las
más contradictorias acciones. Esto lo podemos observar cuando nos acercamos a
sus escritos en verso y en prosa y a las biografías que buscan retratarlo en la
intimidad pública de sus 70 años de vida.
Como
experiencia, el Surrealismo es un reto para quien decida adentrarse por las
rasgaduras a través de las que es posible aprehender los súbitos de lo
maravilloso impactando la realidad, penetrando con su “belleza convulsiva” la
cotidianidad. Como poética, el Surrealismo no es una receta cuyos componentes
garanticen el alivio encapsulado en un poema, pues en un mundo pronosticado
para la usura y lo laboral como único destino, la poesía que sucede en el
laberinto penetrado por el Surrealismo se yergue alertándonos sobre lo oscuro y
lo maravilloso en su diversidad, enseñándonos la existencia en sus
ocultamientos y en sus revelaciones vueltas analogías simultaneas en el poema,
creando metáforas que con sus ritmos libidinosos nos engarzan y exponen en su
continuo. Así las palabras en la escritura del poema reencarnan en una visión
atravesada por la claridad del misterio cifrado en su decir analógico, en su
movimiento aleatorio. Ante experiencias creativas como estas es inevitable que
un lector casual califique un poema así originado de hermético en su decir y de
críptico en su contenido.
II | Hoy, en el devenir del decir poético Occidental, el
Surrealismo hace parte de movimientos como el Romanticismo, el Simbolismo y el
Modernismo, que desde el siglo XIX vienen penetrando con su creatividad el arte
y la cultura de una visión donde el ser humano es una brizna más de las fuerzas
y contrariedades que mueven el mundo y el universo, donde el ser humano no es
el centro alrededor del cual todo gira para su uso y beneficio mientras espera
la redención eterna. En Colombia son varios los poetas cuyas voces han sido tocadas
por el Surrealismo, además de por otras experiencias, entre ellos vale nombrar
inicialmente a Fernando Charry Lara, Fernando Arbeláez, Álvaro Mutis y algunos
de los integrantes del grupo Nadaísta.
En Charry Lara
el toque Surrealista se siente en la ejecución rítmica de las imágenes que el
poeta trae a su poesía: “En la ciudad de bruma la fiesta / De las noches es un
bosque / De cabelleras oscuras y de estrellas”. Imagen de penumbras nítidas
empero deslumbrantes en la oquedad del misterio que la funde en un sueño real,
en un sueño que sucede en la cotidianidad así nombrada, así desvelada. Sin los
vértigos imaginativos del decir poético de algunos de los poetas esenciales del
grupo Surrealista como André Breton, Benjamin Péret y César Moro, Fernando
Charry Lara consigue aprehender la otredad donde se funden las palabras hasta
obtener el súbito maravilloso del poema: “Si tu desnudo gesto inmóvil / Si tu rostro
que estalló de pronto ante un espejo / Si tu voz mutilada por el árbol por la
nube / si tu paso callando por un sótano”.
En la voz
poética de Fernando Arbeláez se encuentran varios registros y uno de ellos da
un matiz Surrealista que a su vez es tocado por el vacío tal como lo entienden
las culturas de Oriente: “Solo hasta borrar / lo sombrío de la luz / solo hasta
borrar / lo sombrío de la sombra / llega lo real. […] Lo hemos recibido / todo
/ del gran vacío”. La poesía de Fernando Arbeláez penetra lo extraño donde
prende el poema, el mismo que entrega al lector en secuencias dispuestas para
hacer aprehensible lo revelado vuelto sabor y saber de lo cotidiano del habla
en palabras que se cuecen en nítidas imágenes: “Meto el otoño en este abrigo
roído / salto a las multiplicaciones / de lo irreal / para buscar el misterio
del día”.
El itinerario
poético propuesto por Álvaro Mutis desde sus primeros poemas, hace que su voz
se rasgue en distintas maneras y formas de su decir. Una de ellas acude a la
densidad imaginaria del dibujo verbal que realiza en el poema, sea este en
prosa o en verso, haciéndolo casi exasperante por lo enrarecido de las
atmósferas donde cunden sus tramas, en otra, acude a la escritura del poema en
versos de dibujo nítido, casi llano. Entonces resulta evidente en la escritura
de Álvaro Mutis su conocimiento de las voces que por siglos vienen nutriendo la
poética de Occidente. Así no es de extrañar que en algunos de sus poemas realice
maneras Surrealistas, si entendemos por maneras la capacidad de aunar secuencias
que conecten lo oscuro donde prende la raíz de la realidad con el vértigo donde
sucede lo cotidiano: “Por encima de la roja nube que se cierne sobre la ciudad
nocturna, por encima del afanoso ruido de quienes buscan su lecho, pasa un
pueblo de bestias libres en vuelo silencioso y fácil”.
En 1958 cuando
es fundado el grupo Nadaísta en la ciudad de Medellín, sus manifiestos y propuestas
poéticas contribuyen para que en Colombia otros lectores descubran experiencias
como las de Dada y el movimiento Surrealista. Todavía hay quienes dicen que el
Nadaísmo es una mueca tomada de Dada y el Surrealismo, lo cual enrostra lo
huero de la crítica de quienes esto dicen, pues el Nadaísmo es expresión de
cuanto se cocinaba en las ascuas de las décadas de 1950 y 1960 en Colombia y en
el mundo. La revuelta Nadaísta es tan fundamental como la de la generación Beat
en Estados Unidos, Mayo del 68 en Francia o la Primavera de Praga, guardadas
las proporciones dadas por las características de cada una de estas
experiencias.
El toque
Surrealista más perceptible sobre el grupo Nadaísta se da en algunos momentos
de la poesía de Alberto Escobar Ángel, Jotamario Arbeláez, Darío Lemos y
Armando Romero. Y es en este último en quien más se refleja una escritura
poética próxima a las propuestas Surrealistas, aun cuando sus búsquedas no se
detienen ahí, pues por sus imágenes cruzan distintos ecos que han contribuido para
la tonalidad y los ritmos de su voz: “En el fuego, / en el silencio, / en la
piedra, / hay algo que llamea / que no es el fuego, / hay algo que canta / que
no es el silencio, / hay algo que se endurece / que no es la piedra”. O como
estos donde lo coloquial cruza “la luz del espejo” instalándose en el asombro
de quien en él se mira: “¿Sobre qué tierra de cambio insospechado / Habita la
luz del espejo? // Un susurro de telas sonámbulas / Trae la respuesta //
Herraduras al trote sobre la nieve / Alas ladeadas en la neblina”. Así la poética
de Armando Romero se tiñe de formas y maneras donde se evidencian los fundamentos
de su voz.
III | En 1973 Raúl Henao publica en Medellín su primer libro
de poemas: Combate del carnaval y la
cuaresma, en el que es visible la intención del poeta por una escritura
próxima a los principios dados por los manifiestos Surrealistas de André Breton.
Desde entonces Raúl Henao es quizá el poeta colombiano que más ha insistido en
la experiencia Surrealista, su obra es testimonio de una vida dedicada a la
exploración del súbito de la palabra que propicia en el poema el acto donde la
realidad se revela en lo perturbador y en lo maravilloso de su suceder:
Los espejos
mienten para volver a mirarse en nuestros ojos
En realidad,
somos su prole multiplicada, otros espejos vacíos como una sala
Puertas
abiertas a puertas adivinadas
Corredores de
tiempo sin fondo donde nos precipitamos cada mañana a pesar de la medida y el
hábito
Mirajes del
agua quieta bajo la que acecha la informe blancura
Espectáculo de
nuestros rostros simulados
Tableros del
azar y el destino al que queremos implacable y ajeno.
En la obra de
Raúl Henao el toque Surrealista se vuelve una decisión del poeta por la búsqueda
de lo maravilloso en medio de lo inhóspito producido por una sociedad usurera,
entregada a las ínfulas de su redención. Así, infatigable lo vemos cruzar las
calles de la ciudad de Medellín soltando su “Definición”: “El poeta // ese
hombrecito sudoroso que corre / tras la gente // para soplarle fuego al oído”.
En 1980 la
Editorial Fundarte de Caracas le publica El
dado virgen, libro de imágenes intensas y de una elegancia en su dibujo
poético que conmueven por los asuntos que penetran a través de lo simbólico y
lo coloquial de la surrealidad que las caracteriza. Una muestra es el poema que
da título al libro:
¿Qué llama al viento abofetea el
rostro
de la noche? Si pasas oh desconocida
de bucles en la colina inspirada
Silba tu cancioncita mañanera
desde el confortable balcón del
milagro
En el jardín, cerca al carbonero
florecido,
tu hermosa boca bebe de la zapatilla
del cielo la buena ginebra
del verano
Pero no me engañas si finges
abandonarme
a las hienas sonrientes, en brazos
de la mecedora
El día no transcurre suficientemente
a prisa
para que el cántaro de la palabra
se aparte de la limonada
Una sola palabra ya dispersa el mundo
a lo lejos: reconcilia el dado
virgen
con la rosa de los vientos.
La obra de Raúl
Henao es amplia en sus formas y maneras, siempre amparada por su creencia en la
“belleza convulsiva”, al decir de André Breton, que impulsa su poesía y su
vida. En ella también encontramos su sentido humor negro contrastando la
realidad de nuestro tiempo, que al parecer es el tiempo de todos los tiempos:
“¡Ah, por dios! Un golpe de batuta que ponga término a la frase musical de la
desesperación, al matiné de la soledad, a la orquesta de la rabia en el
desvencijado domingo de toda la vida”.
Otro poeta tocado
por el aliento Surrealista es Rafael Patiño, en cuyos poemas gravitan imágenes
aleatorias cundiendo hacia una metamorfosis verbal entre lo surreal y lo
expresionista, tal como se puede leer en su poema “Festín de los pechos a pesar
del paisaje de mi país”:
Un exterminio mueve su grupa
escuálida
En esta bella y triste landa,
Un ajedrez de invisibles cadalsos
Ocupa el paisaje poco a poco.
Invítame a las montañas de tu cuerpo
Tal vez otros horizontes se escondan
En nuestro delirio boca a boca.
Otros poetas
colombianos que también han sido tocados por el Surrealismo son Santiago Mutis,
Carlos Bedoya, Óscar González, John Sosa y Luis Fernando Cuartas.
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EDIÇÃO COMEMORATIVA
| CENTENÁRIO DO SURREALISMO 1919-2019
Artista
convidado: Jan Dočekal (República Checa, 1943)
Agulha Revista de Cultura
20
ANOS O MUNDO CONOSCO
Número 134 | Maio de 2019
editor geral | FLORIANO MARTINS | floriano.agulha@gmail.com
editor assistente | MÁRCIO SIMÕES | mxsimoes@hotmail.com
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revisão de textos & difusão | FLORIANO MARTINS |
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