"La
Fotografía ha estado, está todavía, atormentada por el fantasma de la
Pintura." dice Barthes en La
cámara lúcida. Cierto. Tan
cierto como que la pintura, durante siglos, estuvo atormentada por la mimesis,
por el parecido entre la realidad y el arte. La fotografía, en sus inicios,
intenta remedar el naturalismo pictórico del siglo XIX, sabiéndose a su vez,
remedo, asumiéndose como artificio técnico no comparable con el sacro imperio
del arte pictórico. Entrado el siglo XX las cosas cambian. El advenimiento de
las vanguardias artísticas y las rupturas de los tradicionales cánones
estéticos dan pie a una refuncionalización de la fotografía en el espacio
cultural de Occidente: de documento histórico, de mimesis de un estado de cosas
-la realidad objetiva-, pasa a ser un objeto estético único en el mundo, una invención y no una mera representación de lo
real. Este pasaje -acelerado por los movimientos de vanguardia- está todavía (como dice Barthes) en proceso de
realización. La fotografía participa del estatuto artístico sin abandonar
del todo su matriz, su funcionalidad, su pedestre condición de oficio
utilitario.
Paradójicamente, fue un pintor quien hizo la mayor
aportación para que la fotografía irrumpiera en el terreno del arte: Emanuel
Radnitzsky, más conocido como Man Ray. Sin embargo, el aporte de Man Ray no
puede estudiarse sin tener en cuenta el clima, la atmósfera cultural que se
respiraba en Nueva York en la primeras décadas del siglo. En 1913 se presenta
la primera gran exposición de arte moderno en los Estados Unidos -conocida como Armory Show- donde Duchamp presentó su
"Desnudo descendiendo una escalera" -obra cubo-futurista de enorme
importancia para el desarrollo del arte moderno. Dicha exposición y su
posterior vínculo con la galería 291, que dirigía el fotógrafo Alfred Stieglitz
-principal impulsor de la vanguardia en los Estados Unidos-, conectará a Man
Ray con ese espíritu nuevo que ya venía gestándose en el viejo
continente. En 1914 el arribo de Marcel Duchamp a los Estados Unidos -quien ya
había creado sus primeros ready mades- será decisivo para el
artista norteamericano. A partir de una sólida amistad con Duchamp, Man Ray
realizará una serie de objetos artísticos -llamados "Objetos de mi
afecto"- que prefiguran sus posteriores trabajos dadaístas realizados en
París después de 1921 -recordemos, de ese mismo año, el objeto
"Cadeau", que consiste en una plancha de hierro la cual tiene una
amenazadora hilera de clavos en su base, inutilizando,
así, la específica función del objeto y abriéndolo a nuevas interpretaciones
posibles. Pero su labor fotográfica ya había comenzado en 1913, cuando el
pintor compra una cámara con la intención de reproducir sus cuadros. Ese
vínculo, ese pasaje inconsciente de la pintura a la fotografía no deja de ser
interesante y sintomático: si Dadá pretendía abolir toda frontera entre las
artes y, es más, abolir definitivamente el arte, el acto de Man Ray parece responder a una
actitud absolutamente moderna
(Rimbaud): abandonar la pintura y abrazar la fría técnica de la fotografía
como compensación pulsional. Este pasaje se vuelve más nítido aún si tomamos en
cuenta que Marcel Duchamp -su buen amigo- había abandonado la pintura ese mismo
año -1913- y seguramente dicho abandono no dejó de influir en Man Ray. Lo
cierto es que el norteamericano triunfa en París, no sólo por sus vínculos
dadaístas, sino como fotógrafo de modas y retratista -trabaja para grandes
diseñadores como Alix, Chanel, Schiaparelli, y publica sus fotos en Vanity
Fair, Vogue y Hasper's Bazaar, lo cual nos habla de dos cosas: la evidente
asimilación de la estética de vanguardia por parte de una de las industrias más
significativas del establishment y el pragmatismo -muy norteamericano-
de Ray a quien habrá que diferenciar de otros artistas dadaístas como Arthur
Cravan, George Grosz o el dichosamente inclasificable Antonin Artaud, quienes
cuestionaron, desde sus propias trincheras éticas, la época y la sociedad en
que les tocó vivir.
Sin embargo -más allá de la moda- Man Ray mantuvo
durante su larga trayectoria una imparable capacidad de invención, de juego, de
goce ante la vida. En 1922 inventa los "rayogramas": composición
fotográfica hecha sin cámara, exponiendo el papel -previamente intervenido por
objetos varios- a la luz. Ante esta invención el artista afirma: "Me
revelé contra mi cámara fotográfica y la tiré. Tomé cuanto me caía en la mano:
la llave de la habitación del hotel, un pañuelo, lápices, una brocha, un pedazo
de cuerda. No estaba obligado a bañarlos en el liquido. Los depositaba sobre
papel seco y los exponía a la luz durante unos segundos como si fuesen
negativos. Estaba muy excitado y me divertía muchísimo". Una selección de
estos primeros "rayogramas" Man Ray los recoge en un álbum llamado
"Les Champs délicieux" (Los campos deliciosos) con prólogo de Tristan
Tzara.
Una vez agotada la experiencia dadaísta, Man Ray
participa activamente en el naciente surrealismo. Colabora en la revista
"La Révolution Surréaliste" e incrementa su actividad cinematográfica
-ya tenía algunas realizaciones entre las que se cuentan "Regreso a la
razón", que fue hecha a pedido de Tzara y presentada en la última velada
dadaísta-, en 1926 dirige con Duchamp y Marc Allégret "Anemic
Cinema", una película con ciertas características cinéticas, más tarde el
filme "Emak Bakia" que presenta en el Brooklyn Museum y en 1928
"L'Etoile de mer", basado en un poema del surrealista Robet Desnos.
Su última pelicula -también de raigambre surrealista se tituló "Un coup de
dés jamais n'abolira l’ hasard", en clara referencia mallarmeana. Habrá
que ver con atención estos aportes -poco estudiados y lamentablemente nunca
proyectados en México- ya que se trata de auténticas experimentaciones
encaminadas a abolir el tradicional discurso cinematográfico proponiendo,
mediante el celuloide, un discurso formal puro, abstracto, más cercano a las
artes plásticas y a la música que a la literatura. Con relación a sus películas
Man Ray dijo: "Todos los filmes que he hecho han sido improvisaciones. No
escribía guiones. Era un cine automático. Trabajaba solo. Mi intención era la
de dar movimiento a las composiciones que había hecho en fotografía."
El vínculo con el surrealismo -movimiento enamorado
de la mujer- le permite a Man Ray crear sus mejores fotos con modelos
femeninas. "Le violón d'Ingres" de 1924, con Kiki de Montparnasse
-quien fuera su amante- y la extraordinaria foto "Blanco y negro"
-donde aparece el perfil de la modelo y el de una máscara africana en perfecto
equilibrio compositivo- son ejemplos de la fetichización de la mujer y de la sublimación del
deseo sexual a través del enigma del eterno femenino. En ese sentido, Man Ray
fotografía como un pintor; enfatiza -a través de la solarización- el contorno
de los cuerpos para darle un sentido de trazo manual a la composición. Su obra
fotográfica sigue siendo deudora de la tradición pictórica pero ahora
enriquecida por la mirada surrealista.
En 1940 -huyendo de la ocupación alemana- Man Ray
regresa a los Estados Unidos y se instala en Hollywood donde retoma la pintura
y el arte objeto. En 1951 retorna a Paris donde residirá hasta su muerte en
1976. En este último periodo las actividades surrealistas habían perdido su
carga revulsiva y Breton y sus amigos se entregaban a inofensivos juegos de
salón y a recordar las viejas hazañas del periodo heroico. Man Ray no fue ajeno
a este agotamiento de la carga voltaica del surrealismo que en esos años cedía
el territorio -muy a su pesar- a otras instancias espirituales -como el
existencialismo, el cual ya se imponía en las conciencias de la posguerra
francesa. Sin embargo, la obra de Man Ray sigue viva, justamente por haber sido
parte integral y vital del proceso de transformación del arte en el siglo XX.
Víctor Sosa (Uruguay, 1956) é poeta, crítico e pintor. Em 1983
naturalizou-se mexicano. Entre seus livros de poesia encontram-se Sujeto omitido (1983), Sunyata (1992) e Gerundio (1996). Na obra ensaística destacam-se La flecha y el bumerang (1997) e El impulso. Inflexiones sobre la
creación (2000). Colaborador de publicações mexicanas como Vuelta, Semanario Cultural e Jornada Semanal. Página ilustrada com
obras de Francis Picabia (França, 1879-1953).
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