Las antologías
de poesía en México nos devuelven una visión sesgada del panorama poético en
nuestro país, pues la mayoría de ellas acusa una percepción que mucho tiene que
ver con las políticas culturales coordinadas desde nuestras instituciones. Las
tendencias se filtran desde una perspectiva que establece un canon de tradición
y de ruptura desde una óptica sobre la que abundó sobradamente Octavio Paz. Lo
cierto es que resulta difícil levantar fiel registro de la producción poética
nacional, pues la vasta geografía mexicana es plural en sus expresiones creativas.
Por otra parte es notoria la ausencia de referencias sobre la poesía escrita
por mujeres. Tierra adentro existen una multiplicidad de coordenadas hacia
donde la poesía contemporánea se bifurca. Es aventurado intentar medir los
alcances de una poética en plena evolución que registra influencias distintas y
que está en constante búsqueda. Podemos sí, intentar una aproximación de un
quehacer en plena efervescencia que se manifiesta con mayor intensidad en la
frontera norte de México.
“Las
mexicanas de la frontera norte” expresa Eve Gil, en su ensayo “Bárbaras del
Norte: narradoras de la frontera norte” somos doblemente fronterizas (o)
triplemente, si encima somos escritoras. Como ya he apuntado, la nuestra no es
meramente una frontera geográfica, una línea divisoria entre nuestro país y el
vecino: se trata sobre todo de la frontera virtual entre el tercer mundo y el
Imperio, lo que necesariamente crea en los habitantes de uno y otro lado una
especie de fricción esquizofrénica entre realidad y ficción: tan abismales
diferencias terminan por hacer del vecino un "personaje", idealizado,
odiado o temido. Ante la supremacía masculina en los listados de
"eso" que los críticos insisten en separar del resto de la producción
literaria mexicana bajo la clasificación de "literatura de la
frontera" (ni siquiera es necesario especificar a cual frontera se
refieren: la literatura de la frontera sur ha sido integrada sin dificultad al
corpus de la literatura mexicana)”
La heterogeneidad
contenida en ese espacio híbrido que es la Frontera Norte de México, como bien
apunta Eve Gil, convierte a los fronterizos en seres metamórficos y mutables,
con una capacidad al cambio y a la transformación que se desprende del mismo
flujo migratorio lo que impacta la creación literaria y el compromiso social
ante la propia obra, pues la esencia de la frontera nunca es la misma ni
histórica, ni cultural ni políticamente, así como tampoco se puede concebir una
misma “literatura fronteriza” aun cuando se genere dentro de lo que
territorialmente constituye la franja norte de México.
“El
fronterizo —especialmente el del lado mexicano— expresa Heriberto Yépez en su
ensayo intitulado “Adiós Happy Hybrido: variaciones hacia una definición
estética de la frontera”, fue comenzado a ser definido y auto-definirse como
«híbrido» queriéndose aludir con esto a su ambivalencia o cruce de un código a
otro, en una bipolaridad ya de por sí, sospechosa, reductiva, cuyo propósito
ideológico subrepticio podría no ser más que consolidar la existencia de la
dualidad incuestionable de lo mexicano/norteamericano, diluyendo la
multiplicidad que cada una de esas identidades, finalmente, abstraen.
El concepto de «hibridación» —en
predecible vuelta de tuerca— ha sido utilizado como apología de los procesos de
globalización y urra urra del posmodernismo. La idea misma proviene de las
teorías sobre la «posmodernidad», la supuesta mezcla (apolítica) de la cultura
alta y la cultura popular, la conciliación de códigos y prácticas dispares en
un mismo espacio exótico…”
En este medio
pluricultural, la búsqueda estética personal y creativa responde al compromiso
social, al compromiso con la propia obra, a la forma de asumir el oficio
literario desde la expresión más íntima de cada poeta, desde la perspectiva del
propio entorno, desde el impacto del flujo y el reflujo migratorio y se instala
en el quehacer de un nuevo siglo en una zona peninsular que es paso obligado de
muchos peregrinos en busca del sueño americano, la poesía es una manera
de recuperar las propias coordenadas y de acceder a un espacio de reencuentro.
El concierto de voces que se multiplican en esa zona híbrida incorpora vocablos
de un lenguaje que expone una manera distinta de nombrar la realidad
fronteriza. En este contexto la poesía escrita por mujeres
en Baja California acusa algunas referencias que son comunes en el quehacer de
algunas de ellas. No hay concierto en ese apartado de la poesía
bajacaliforniana sino soliloquio, es decir cada poética tiene sus propias
directrices de comunicación y de aprehender la realidad circundante, por ello
resulta imposible una agrupación a partir de influencias o similitudes. No
obstante algunos símbolos son más cercanos al discurso femenino: la geografía
peninsular, la figura mítica de Eva, el lenguaje y desde luego la incorporación
de metáforas inéditas que capturan una realidad social abrupta y descarnada
producto de un entorno mutable que propicia el estadio transitorio, la
sobrevivencia económica y la precariedad existencial. Todos estos son aspectos que pernean una forma de
escritura y una realidad que subyace en el fondo del discurso femenino: la
frontera concebida como símbolo plural de la que se apropian las poetas para
nombrarse, para reconocerse, para reecontrarse y/o también para perderse,
evadirse u olvidarse de si misma. Dicho de otro modo, de inventarse otra
identidad más acorde con el evanescente contexto fronterizo.
La primera forma que
podemos rescatar , es la figura de Eva, como la figura de la mujer en plena
transición que empieza por defender su autonomía e independencia, que se afirma
y asume su destino en soledad por trágico que éste sea, Eva como símbolo
fecundo de la maternidad, dadora de vida y de muerte; en cuyos huesos se ha
cincelado ancestralmente la culpabilidad de la extinción del Paraíso : “Fui
nombrada señora de la muerte,/ Madre primigenia, Puerta del Diablo./ El último
animal sobre la tierra... (Yo no soy Eva, 1996:5) Escribe la poeta
mexicalense María Edma Gómez, para adentrarnos en esta visión dual que ha
oscilado por centurias sobre la testa de la mujer que es el umbral del misterio
en la que se delinean caligrafías que se inscriben en una realidad cerrada
sobre si misma pues su percepción es cóncava y profunda lo que nos conduce al
centro de su esencia.
La poeta Estela Alicia
López Lomas (Esalí) por el contrario, muestra a una Eva muy distinta. La figura
femenina se perfila como una mujer que inquiere y que confronta su propia
naturaleza, una mujer que defiende su espacio, que delimita su territorio y que
no arrienda su independencia. Esta autonomía es transgresora, pues en ocasiones
ostenta una dualidad que la coloca al borde de sus creencias. Por una parte, se
asume como creyente y por la otra, se rebela contra el rol social inherente a
la condición femenina incluso contra el Creador. Esta mujer no pacta con el
orden establecido se reconoce como una forastera que prefiere transitar sola al
margen de la existencia en una especie de autoexilio que nada tiene de sumisión
o de derrota. En su discurso las palabras se vuelven aguijones que nos
requieren asumir una postura frente a la realidad circundante. En sus poemas se
puede apreciar un trastocamiento del estigma que se bifurca hacia la
aceptación de un destino que se asume plenamente y donde la mujer delinea sus
propias fronteras a partir de sus raíces y de su vínculo con la tierra de donde
proviene su propia naturaleza.
Que no sea en vano
mi nombre de Eva
“Hija Primera del Grito
de la Tierra”
O
lo que es lo mismo:
hembra
parida en soledad. (Quincunce, 1993)
Eva es pues la metáfora
de la mujer de cualquier tiempo, símbolo de discordia, figura polémica en cuya
concepción se aglutinan todos los atributos femeninos reales o imaginarios. De
ahí la recurrencia y ese afán de nombrar la condición que es inherente a las
poetas aun cuando pertenezcan a distintas generaciones o residan en lugares
diversos de nuestra república. La diferencia en el discurso poético de las
bajacalifornianas se encuentra quizá en el gesto de rebeldía implícito en los
versos que escudriñan crudamente la propia sensibilidad y que confrontan el rol
que se le ha obligado a desempeñar socialmente por múltiples lustros. No hay
sumisión en el tono de los versos de las norteñas, más bien la rebeldía y la
cólera permean algunos de los poemas, como en el texto de Gloria Ortiz.
"Vengo desde mi
sombra.
Hermana de la tierra
Soy polvo inquisidor que
se levanta
entre la Bestia
y Dios
Tenso lo humano.
Disparo mi
pregunta contra el cielo” (La soledad es un espejo 1993: 28)
El lenguaje sirve para
ver reflejado en el espejo de las letras un rostro que viene atravesando siglos
innombrables, en los que la mujer ha permanecido abrazada a su soledad y a su
propia voz ahogada en la garganta en un mutismo que tiene que ver con el
sometimiento y la marginalidad lo que se traduce en ocasiones como una asfixia
existencial que destruye abiertamente dando paso a un anhelo ontológico :
“Cuando yo nazca
cuando le rompa el útero a la noche
y brillen con
una luz distinta las mujeres…
cuando me abra
paso con los dientes y desnude mis pechos
y me lance a la calle una de tantas locas
cuando me coma mis palabras antiguas y
reviente
quizá entonces diga verdaderamente
que estoy viva”
(Quincunce,1993:81)
Escribe en un poema la
escritora tijuanense Esalí para sintetizar en unos cuantos versos la dolorosa
carga existencial que han sobrellevado las mujeres que deciden darse a luz a si
mismas y quebrantar el silencio, (de esto saben muy bien las fronterizas) para
abrir con su parto, una fisura en el tiempo tan pródiga y fecunda como la de su
sexo:
Al mito de mujer que sostiene el Universo
sin pasado ni
raíces
El peso de la herencia y los derechos
vencen mi columna vertebral por sobrecarga
La falla es el sexo
Una grieta en la fragilidad de mi carne
muestra su
refuerzo de acero..” (Saúricas, 1994: 15)
Expresa en Cariátide,
la poeta mexicalense (nacida en Monterrey) Ana María Fernández y a través de su
discurso nos trae de nueva cuenta la
figura femenina que asume su condición y su permanencia ante la vida, firme como
una estatua y sin embargo, esta mujer de piedra habla y de su boca brotan las
palabras, y es aquí donde quizá convergen la mayoría de las poetas sin importar
el credo o la nacionalidad, porque se ha compartido ese destino común desde
tiempos ancestrales.
En los escritos de las
poetas de Baja California esta metáfora se explora a partir de los matices del
panorama fronterizo y al hacerlo ellas se mimetizan en esa geografía
peninsular, por ello, sus poemas adquieren tonalidades que proviene del paisaje
que cada cuál habita o que de algún modo las habita: el mar, el desierto, las
montañas petrificadas de la vasta extensión peninsular invade las galerías de
los versos que cobran una sensualidad que podemos denominar peninsular, donde
la cartografía de los cuerpos en desorden abate las fronteras.
“Tu sexo
es el rostro del
sol
llorando entre
mis piernas
El follaje del
desierto
Me vierte
líquida de aguas amnióticas
Me gesta nativa
En la región del
aire y del averno” (Saúricas 1994:17)
El desierto se vuelve
fecundo y engendra de nueva cuenta a esta mujer que se diluye en el paisaje,
con el afán de darse a luz en una geografía que se incendia en una hoguera
permanente. En los versos de Ana María el sol del desierto se precipita sobre
el cuerpo femenino en un ayuntamiento donde la poeta se vuelve aliento
primigenio. Este mismo paisaje desértico de la frontera bajacaliforniana de
Mexicali reaparece en el discurso de María Edma (Imágenes de luz,1993:19) como
una experiencia geográfica que se gesta piel adentro, donde el desierto en una
marea de arena que avasalla todo lo que encuentra a su paso, pulverizando y
sepultando sus propias coordenadas en un inmenso arenal.
Bajo los
párpados cerrados arde el desierto
Horda salvaje de
polvo;
muchedumbre de
arena,
canta en las
puertas,
zumba en las
ventanas;
gira,
se
dispersa
en las olas de susurros
Pero
hay un manifiesto social un modo de señalar con el dedo, una protesta
libertaria, una crítica y venganza del señalamiento o confinamiento social…
En Arenario de
Elizabeth Algrávez , la geografía desértica es una mujer que muestra su
sensualidad pero que no se entrega totalmente. Por otra parte, es capaz de
exponer sus misterios al viajero y dejarlo soñar con una posesión fugaz que se
materializa al roce de la caricia como la metáfora de la condición femenina. Y
es precisamente, en este juego de espejos, que se asume desde la lejanía donde
se cobija el sueño efímero de la existencia, por ello, en este distanciamiento
sin ataduras está implícita la libertad femenina. Sin embargo, el gesto siempre
perpetuo de la mujer independiente define y bosqueja el carácter de las
fronterizas, que se afirma y se arraiga profundamente desde ese arenario que es
el entorno geográfico de Mexicali.
Apenas lo tocas, el
desierto se abre,
se entrega curva
escurridiza de arena, que aprisionas entre las manos;
se desborda se derrama huye
y tú
lentamente reconstruyes
sobre la superficie nuevas fisonomías
castillos, fortalezas,
cuevas profundas, oscuros abismos salados,
secos, no secos,
mojados, cálidos
La mujer asume los
riesgos de su manifestación libertaria sin importar el precio que tenga que
pagar por descifrar sus enigmas; como lo manifiesta en un poema la ensenadense
Gloria Ortiz:
“Soy hija de
Caín.
He matado a la
oveja
Retiré de mi
cuerpo
la piel que lo
cubría.
Desnuda voy
Con mi verdad
atávica,
Con este corazón
de lobo a la deriva” (La Soledad es un Espejo, 1993:27)
Aludir a las mujeres
poetas significa un recuento de transformación que expresa un mundo interior
que se trasciende en palabras asumidas como una frontera del propio ser que se
gesta en la creación literaria.
Ya no es necesario
rasgar la voz sobre el papel para reivindicar la precariedad de una realidad
circundante estrecha y agobiante bajo el peso de una cotidianeidad que desplaza
el paisaje interior; como alguna vez lo hicieran otras poetas.
La mujer de la frontera
en el umbral de sus sueños es dueña absoluta de las palabras y alza la voz para
ejercer plenamente el papel protagónico de una vida que se bifurca en
vertientes múltiples y contrapuestas. La sociedad ha incidido en esta evolución
que registra crisis en las estructuras establecidas, trastocamiento de valores,
cambios económicos y políticos que desembocan en lo que se conoce como la era
de la posmodernidad y modifican sustancialmente el devenir histórico.
Justo ahora cuando nos
adentramos en los debates sobre la globalización, las fronteras empiezan a estrecharse
en más de un sentido y las transformaciones se suscitan vertiginosamente en
todos los ámbitos, por ello, en el arte como en las letras se registran
rupturas de estilos y de formas, se experimentan propuestas innovadoras o se
vuelven a intentar tendencias ya exploradas con una visión más actual.
La amalgama cultural de
la frontera se manifiesta en la poesía como un itinerario de ritmos en el flujo
migratorio y en ese tránsito plural que trae consigo su propio resabio verbal,
sus propios códigos, sus propias señas de identidad que poco a poco permean el
lenguaje fronterizo, donde lo coloquial, el caló, el spanglish adquieren su más
profunda tonalidad devolviéndonos un hibridismo que se mueve entre las bocas:
¡Posmodernidad
vale un corno!
costumbres
merengue
y cha-cha-chá.
Salarios van y
salarios vienen
dos o tres
cristalitos y no me alcanza
para un pan de
sal
Yo
pantano de
olvido
ciénaga que
respira bajo los pies
de un extraño.
¿Cuál erina
recorta mis cascadas de arena? (Mujer de sal, 2000:30)
Los temas en la poética de las norteñas invaden también las
instancias de lo cotidiano, el espacio rutinario de la actividad doméstica, a
la cual es capaz de encontrarle un sentido estético en la individualización de
la creación literaria que inquiere e integra su visión del mundo, como una
maga, que puede descubrirle a los objetos más comunes su verdadera
trascendencia como la poeta mexicalense (originaria de Monterrey) Kátery Mónica
García, quien en “Poema para la niña Kahlo”, exclama:
Ay Frida
Voy a pagar la hipoteca de la casa
Te pienso de camino a la puerta de salida, mientras busco
las llaves
tu sabes que hay historias bonitas
que debe de haberlas
que los poetas han de vivirlas
Si no, ¿para qué sueñan por nosotros?
Las historias bonitas
son dichosas como la vida eterna
Como ella, nunca tienen fin
Como el amor son sólo para ser felices.
Siempre andan comenzando en algún lugar
en cualquier gente,
en algún hombre, mujer,
en alguien, como yo, por ejemplo
que va a pagar la cuenta de la casa que no le pertenece.
Por eso es una historia bonita y sin final
la de tener una casa cuerpo
que sea de una cuando también es de otro,
que poquito a poco la conozcas, como a la tenue luz de la
mañana
con los ojos abiertos cual ventanas
tan grande que no quepa jamás en una caja oscura
sin puertas que puedan cerrar y despedirse de ti.
Esta labor de alquimista le permite crear una poesía de
signos y de códigos secretos y adentrarse en la búsqueda del conocimiento
aunque tenga que pagar, como Eva, las consecuencias de sus actos sólo para
convertirse en la creadora de sus propias metáforas y entregarnos la concepción
plural de su universo, como las poetas Elizabeth Cazesús (tijuanense) y Delia
Valdivia (Mexicali) que al igual que Susana Phelts (Mexicali) convierten en
lienzos sus poemas. En el poemario “Invocación del Mar”, Delia dice” “Georgia
O’Keeffe se parece a la flor estampada en el cristal/ Pétalo desbordado
adolorido y dulcemente intacto/ Así se distingue cada una de sus venas./ La
claridad de la tarde ilumina su rostro rojizo de ladrillo/ igual a todas las
tardes polvorientas...”
No todo es redención en los poemas, ahí está la frontera, esa
línea divisoria que separa territorios y establece condiciones sociales, la que
se convierte en una malla que oprime y que devasta en la poética de las
bajacalifornianas. Las palabras entonces, son una red que nos atrapa en
solitario y las imágenes sólo una sucesión de instantáneas urbanas que capturan
un escenario de miseria “Me sentaré a la puerta que detiene el camino de
invadir/ la ciudad/ extenderé la mano con mi caja de chicles/ algún turista me
dará cinco centavos/ pensando que ha aniquilado la pobreza/ de este tercer
mundo/ y yo sin saber en cuál de todos vivo/ si en el quinto el décimo o el
útimo/ más no importa/ morderé mi rebozo de verguenza cuando me inviten a
barrer/ las inmundicias de un negocio sin un letrero al frente/ que diga que la
carne que aquí venden no se vende/ por
kilos/ aquí se vende completita la mujer...” (Quincunce 1993: 87), escribe
Estela Alicia López (Esalí) de Tijuana y con esto, el poema es ya una herida
eternamente abierta sobre el papel en blanco.
En este concierto de voces y de mujeres, algunas nacidas y otras asimiladas en los límites de esa geografía peninsular que es la Baja California, es innegable la necesidad apremiante de hacer balance de las aportaciones y logros obtenidos a lo largo de un tiempo que empieza a ser pasado histórico pues la frontera acusa un sincretismo que incluye la otredad que fortalece y confirma un quehacer en plena evolución.
En este concierto de voces y de mujeres, algunas nacidas y otras asimiladas en los límites de esa geografía peninsular que es la Baja California, es innegable la necesidad apremiante de hacer balance de las aportaciones y logros obtenidos a lo largo de un tiempo que empieza a ser pasado histórico pues la frontera acusa un sincretismo que incluye la otredad que fortalece y confirma un quehacer en plena evolución.
*****
AGLAE
MARGALLI
(México). Poeta, ensayista, periodista. Es conductora y co-guionista del programa de televisión De letra en letras. Página ilustrada com obras de Arthur Bispo do Rosário
(Brasil), artista convidado desta edição de ARC.
Agulha
Revista de Cultura
Fase
II | Número 16 | Maio de 2016
editor
geral | FLORIANO MARTINS | floriano.agulha@gmail.com
editor
assistente | MÁRCIO SIMÕES | mxsimoes@hotmail.com
logo
& design | FLORIANO MARTINS
revisão
de textos & difusão | FLORIANO MARTINS | MÁRCIO SIMÕES
equipe
de tradução
ALLAN VIDIGAL | ECLAIR ANTONIO ALMEIDA FILHO | FLORIANO MARTINS
GLADYS MENDÍA | MÁRCIO SIMÕES
ALLAN VIDIGAL | ECLAIR ANTONIO ALMEIDA FILHO | FLORIANO MARTINS
GLADYS MENDÍA | MÁRCIO SIMÕES
os
artigos assinados não refletem necessariamente o pensamento da revista
os
editores não se responsabilizam pela devolução de material não solicitado
todos os direitos reservados © triunfo produções ltda.
CNPJ 02.081.443/0001-80
todos os direitos reservados © triunfo produções ltda.
CNPJ 02.081.443/0001-80
Nenhum comentário:
Postar um comentário