terça-feira, 19 de abril de 2016

AGLAE MARGALLI | Mujeres poetas en la frontera de Baja California


Las antologías de poesía en México nos devuelven una visión sesgada del panorama poético en nuestro país, pues la mayoría de ellas acusa una percepción que mucho tiene que ver con las políticas culturales coordinadas desde nuestras instituciones. Las tendencias se filtran desde una perspectiva que establece un canon de tradición y de ruptura desde una óptica sobre la que abundó sobradamente Octavio Paz. Lo cierto es que resulta difícil levantar fiel registro de la producción poética nacional, pues la vasta geografía mexicana es plural en sus expresiones creativas. Por otra parte es notoria la ausencia de referencias sobre la poesía escrita por mujeres. Tierra adentro existen una multiplicidad de coordenadas hacia donde la poesía contemporánea se bifurca. Es aventurado intentar medir los alcances de una poética en plena evolución que registra influencias distintas y que está en constante búsqueda. Podemos sí, intentar una aproximación de un quehacer en plena efervescencia que se manifiesta con mayor intensidad en la frontera norte de México.
“Las mexicanas de la frontera norte” expresa Eve Gil, en su ensayo “Bárbaras del Norte: narradoras de la frontera norte” somos doblemente fronterizas (o) triplemente, si encima somos escritoras. Como ya he apuntado, la nuestra no es meramente una frontera geográfica, una línea divisoria entre nuestro país y el vecino: se trata sobre todo de la frontera virtual entre el tercer mundo y el Imperio, lo que necesariamente crea en los habitantes de uno y otro lado una especie de fricción esquizofrénica entre realidad y ficción: tan abismales diferencias terminan por hacer del vecino un "personaje", idealizado, odiado o temido. Ante la supremacía masculina en los listados de "eso" que los críticos insisten en separar del resto de la producción literaria mexicana bajo la clasificación de "literatura de la frontera" (ni siquiera es necesario especificar a cual frontera se refieren: la literatura de la frontera sur ha sido integrada sin dificultad al corpus de la literatura mexicana)”
La heterogeneidad contenida en ese espacio híbrido que es la Frontera Norte de México, como bien apunta Eve Gil, convierte a los fronterizos en seres metamórficos y mutables, con una capacidad al cambio y a la transformación que se desprende del mismo flujo migratorio lo que impacta la creación literaria y el compromiso social ante la propia obra, pues la esencia de la frontera nunca es la misma ni histórica, ni cultural ni políticamente, así como tampoco se puede concebir una misma “literatura fronteriza” aun cuando se genere dentro de lo que territorialmente constituye la franja norte de México.
“El fronterizo —especialmente el del lado mexicano— expresa Heriberto Yépez en su ensayo intitulado “Adiós Happy Hybrido: variaciones hacia una definición estética de la frontera”, fue comenzado a ser definido y auto-definirse como «híbrido» queriéndose aludir con esto a su ambivalencia o cruce de un código a otro, en una bipolaridad ya de por sí, sospechosa, reductiva, cuyo propósito ideológico subrepticio podría no ser más que consolidar la existencia de la dualidad incuestionable de lo mexicano/norteamericano, diluyendo la multiplicidad que cada una de esas identidades, finalmente, abstraen.
El concepto de «hibridación» —en predecible vuelta de tuerca— ha sido utilizado como apología de los procesos de globalización y urra urra del posmodernismo. La idea misma proviene de las teorías sobre la «posmodernidad», la supuesta mezcla (apolítica) de la cultura alta y la cultura popular, la conciliación de códigos y prácticas dispares en un mismo espacio exótico…”
En este medio pluricultural, la búsqueda estética personal y creativa responde al compromiso social, al compromiso con la propia obra, a la forma de asumir el oficio literario desde la expresión más íntima de cada poeta, desde la perspectiva del propio entorno, desde el impacto del flujo y el reflujo migratorio y se instala en el quehacer de un nuevo siglo en una zona peninsular que es paso obligado de muchos peregrinos en busca del sueño americano, la poesía es una manera de recuperar las propias coordenadas y de acceder a un espacio de reencuentro. El concierto de voces que se multiplican en esa zona híbrida incorpora vocablos de un lenguaje que expone una manera distinta de nombrar la realidad fronteriza. En este contexto la poesía escrita por mujeres en Baja California acusa algunas referencias que son comunes en el quehacer de algunas de ellas. No hay concierto en ese apartado de la poesía bajacaliforniana sino soliloquio, es decir cada poética tiene sus propias directrices de comunicación y de aprehender la realidad circundante, por ello resulta imposible una agrupación a partir de influencias o similitudes. No obstante algunos símbolos son más cercanos al discurso femenino: la geografía peninsular, la figura mítica de Eva, el lenguaje y desde luego la incorporación de metáforas inéditas que capturan una realidad social abrupta y descarnada producto de un entorno mutable que propicia el estadio transitorio, la sobrevivencia económica y la precariedad existencial. Todos estos  son aspectos que pernean una forma de escritura y una realidad que subyace en el fondo del discurso femenino: la frontera concebida como símbolo plural de la que se apropian las poetas para nombrarse, para reconocerse, para reecontrarse y/o también para perderse, evadirse u olvidarse de si misma. Dicho de otro modo, de inventarse otra identidad más acorde con el evanescente contexto fronterizo.
La primera forma que podemos rescatar , es la figura de Eva, como la figura de la mujer en plena transición que empieza por defender su autonomía e independencia, que se afirma y asume su destino en soledad por trágico que éste sea, Eva como símbolo fecundo de la maternidad, dadora de vida y de muerte; en cuyos huesos se ha cincelado ancestralmente la culpabilidad de la extinción del Paraíso : “Fui nombrada señora de la muerte,/ Madre primigenia, Puerta del Diablo./ El último animal sobre la tierra... (Yo no soy Eva, 1996:5) Escribe la poeta mexicalense María Edma Gómez, para adentrarnos en esta visión dual que ha oscilado por centurias sobre la testa de la mujer que es el umbral del misterio en la que se delinean caligrafías que se inscriben en una realidad cerrada sobre si misma pues su percepción es cóncava y profunda lo que nos conduce al centro de su esencia.
La poeta Estela Alicia López Lomas (Esalí) por el contrario, muestra a una Eva muy distinta. La figura femenina se perfila como una mujer que inquiere y que confronta su propia naturaleza, una mujer que defiende su espacio, que delimita su territorio y que no arrienda su independencia. Esta autonomía es transgresora, pues en ocasiones ostenta una dualidad que la coloca al borde de sus creencias. Por una parte, se asume como creyente y por la otra, se rebela contra el rol social inherente a la condición femenina incluso contra el Creador. Esta mujer no pacta con el orden establecido se reconoce como una forastera que prefiere transitar sola al margen de la existencia en una especie de autoexilio que nada tiene de sumisión o de derrota. En su discurso las palabras se vuelven aguijones que nos requieren asumir una postura frente a la realidad circundante. En sus poemas se puede apreciar un trastocamiento del estigma que se bifurca hacia la aceptación de un destino que se asume plenamente y donde la mujer delinea sus propias fronteras a partir de sus raíces y de su vínculo con la tierra de donde proviene su propia naturaleza.

Que no sea en vano
mi nombre de Eva
 “Hija Primera del Grito
        de la Tierra”
O lo que es lo mismo:
hembra parida en soledad. (Quincunce, 1993)

Eva es pues la metáfora de la mujer de cualquier tiempo, símbolo de discordia, figura polémica en cuya concepción se aglutinan todos los atributos femeninos reales o imaginarios. De ahí la recurrencia y ese afán de nombrar la condición que es inherente a las poetas aun cuando pertenezcan a distintas generaciones o residan en lugares diversos de nuestra república. La diferencia en el discurso poético de las bajacalifornianas se encuentra quizá en el gesto de rebeldía implícito en los versos que escudriñan crudamente la propia sensibilidad y que confrontan el rol que se le ha obligado a desempeñar socialmente por múltiples lustros. No hay sumisión en el tono de los versos de las norteñas, más bien la rebeldía y la cólera permean algunos de los poemas, como en el texto de Gloria Ortiz.

"Vengo desde mi sombra.
Hermana de la tierra
Soy polvo inquisidor que se levanta

entre la Bestia y Dios

Tenso lo humano.

Disparo mi pregunta contra el cielo” (La soledad es un espejo 1993: 28)

El lenguaje sirve para ver reflejado en el espejo de las letras un rostro que viene atravesando siglos innombrables, en los que la mujer ha permanecido abrazada a su soledad y a su propia voz ahogada en la garganta en un mutismo que tiene que ver con el sometimiento y la marginalidad lo que se traduce en ocasiones como una asfixia existencial que destruye abiertamente dando paso a un anhelo ontológico :

“Cuando yo nazca
 cuando le rompa el útero a la noche
y brillen con una luz distinta las mujeres…
cuando me abra paso con los dientes y desnude mis pechos
 y me lance a la calle  una de tantas locas
 cuando me coma mis palabras antiguas y reviente
 quizá entonces diga verdaderamente
que estoy viva” (Quincunce,1993:81)

Escribe en un poema la escritora tijuanense Esalí para sintetizar en unos cuantos versos la dolorosa carga existencial que han sobrellevado las mujeres que deciden darse a luz a si mismas y quebrantar el silencio, (de esto saben muy bien las fronterizas) para abrir con su parto, una fisura en el tiempo tan pródiga y fecunda como la de su sexo:

“Arribé a la ciudad de los dioses
 Al mito de mujer que sostiene el Universo
sin pasado ni raíces
 El peso de la herencia y los derechos
 vencen mi columna vertebral por sobrecarga
 La falla es el sexo
 Una grieta en la fragilidad de mi carne
muestra su refuerzo de acero..” (Saúricas, 1994: 15)

Expresa en Cariátide, la poeta mexicalense (nacida en Monterrey) Ana María Fernández y a través de su discurso nos trae de nueva cuenta  la figura femenina que asume su condición y su permanencia ante la vida, firme como una estatua y sin embargo, esta mujer de piedra habla y de su boca brotan las palabras, y es aquí donde quizá convergen la mayoría de las poetas sin importar el credo o la nacionalidad, porque se ha compartido ese destino común desde tiempos ancestrales.
En los escritos de las poetas de Baja California esta metáfora se explora a partir de los matices del panorama fronterizo y al hacerlo ellas se mimetizan en esa geografía peninsular, por ello, sus poemas adquieren tonalidades que proviene del paisaje que cada cuál habita o que de algún modo las habita: el mar, el desierto, las montañas petrificadas de la vasta extensión peninsular invade las galerías de los versos que cobran una sensualidad que podemos denominar peninsular, donde la cartografía de los cuerpos en desorden abate las fronteras.

“Tu sexo
es el rostro del sol
llorando entre mis piernas
El follaje del desierto
Me vierte líquida de aguas amnióticas
Me gesta nativa
En la región del aire y del averno” (Saúricas 1994:17)

El desierto se vuelve fecundo y engendra de nueva cuenta a esta mujer que se diluye en el paisaje, con el afán de darse a luz en una geografía que se incendia en una hoguera permanente. En los versos de Ana María el sol del desierto se precipita sobre el cuerpo femenino en un ayuntamiento donde la poeta se vuelve aliento primigenio. Este mismo paisaje desértico de la frontera bajacaliforniana de Mexicali reaparece en el discurso de María Edma (Imágenes de luz,1993:19) como una experiencia geográfica que se gesta piel adentro, donde el desierto en una marea de arena que avasalla todo lo que encuentra a su paso, pulverizando y sepultando sus propias coordenadas en un inmenso arenal.

Bajo los párpados cerrados arde el desierto
Horda salvaje de polvo;
muchedumbre de arena,
canta en las puertas,
zumba en las ventanas;
gira,
     se dispersa
                en las olas de susurros

Pero hay un manifiesto social un modo de señalar con el dedo, una protesta libertaria, una crítica y venganza del señalamiento o confinamiento social…

En Arenario de Elizabeth Algrávez , la geografía desértica es una mujer que muestra su sensualidad pero que no se entrega totalmente. Por otra parte, es capaz de exponer sus misterios al viajero y dejarlo soñar con una posesión fugaz que se materializa al roce de la caricia como la metáfora de la condición femenina. Y es precisamente, en este juego de espejos, que se asume desde la lejanía donde se cobija el sueño efímero de la existencia, por ello, en este distanciamiento sin ataduras está implícita la libertad femenina. Sin embargo, el gesto siempre perpetuo de la mujer independiente define y bosqueja el carácter de las fronterizas, que se afirma y se arraiga profundamente desde ese arenario que es el entorno geográfico de Mexicali.

Apenas lo tocas, el desierto se abre,
se entrega curva escurridiza de arena, que aprisionas entre las manos;
se desborda    se derrama     huye y tú
lentamente reconstruyes sobre la superficie nuevas fisonomías
castillos, fortalezas, cuevas profundas, oscuros abismos salados,
secos, no secos, mojados, cálidos

La mujer asume los riesgos de su manifestación libertaria sin importar el precio que tenga que pagar por descifrar sus enigmas; como lo manifiesta en un poema la ensenadense Gloria Ortiz:

“Soy hija de Caín.
He matado a la oveja
Retiré de mi cuerpo
la piel que lo cubría.
Desnuda voy
Con mi verdad atávica,
Con este corazón de lobo a la deriva” (La Soledad es un Espejo, 1993:27)

Aludir a las mujeres poetas significa un recuento de transformación que expresa un mundo interior que se trasciende en palabras asumidas como una frontera del propio ser que se gesta en la creación literaria.
Ya no es necesario rasgar la voz sobre el papel para reivindicar la precariedad de una realidad circundante estrecha y agobiante bajo el peso de una cotidianeidad que desplaza el paisaje interior; como alguna vez lo hicieran otras poetas.
La mujer de la frontera en el umbral de sus sueños es dueña absoluta de las palabras y alza la voz para ejercer plenamente el papel protagónico de una vida que se bifurca en vertientes múltiples y contrapuestas. La sociedad ha incidido en esta evolución que registra crisis en las estructuras establecidas, trastocamiento de valores, cambios económicos y políticos que desembocan en lo que se conoce como la era de la posmodernidad y modifican sustancialmente el devenir histórico.
Justo ahora cuando nos adentramos en los debates sobre la globalización, las fronteras empiezan a estrecharse en más de un sentido y las transformaciones se suscitan vertiginosamente en todos los ámbitos, por ello, en el arte como en las letras se registran rupturas de estilos y de formas, se experimentan propuestas innovadoras o se vuelven a intentar tendencias ya exploradas con una visión más actual.
La amalgama cultural de la frontera se manifiesta en la poesía como un itinerario de ritmos en el flujo migratorio y en ese tránsito plural que trae consigo su propio resabio verbal, sus propios códigos, sus propias señas de identidad que poco a poco permean el lenguaje fronterizo, donde lo coloquial, el caló, el spanglish adquieren su más profunda tonalidad devolviéndonos un hibridismo que se mueve entre las bocas:

¡Posmodernidad vale un corno!
costumbres merengue
y cha-cha-chá.
Salarios van y salarios vienen
dos o tres cristalitos y no me alcanza
para un pan de sal
     Yo
pantano de olvido
ciénaga que respira bajo los pies
de un extraño.
¿Cuál erina recorta mis cascadas de arena? (Mujer de sal, 2000:30)

Los temas en la poética de las norteñas invaden también las instancias de lo cotidiano, el espacio rutinario de la actividad doméstica, a la cual es capaz de encontrarle un sentido estético en la individualización de la creación literaria que inquiere e integra su visión del mundo, como una maga, que puede descubrirle a los objetos más comunes su verdadera trascendencia como la poeta mexicalense (originaria de Monterrey) Kátery Mónica García, quien en “Poema para la niña Kahlo”,  exclama:

Ay Frida
Voy a pagar la hipoteca de la casa
Te pienso de camino a la puerta de salida, mientras busco las llaves
tu sabes que hay historias bonitas
que debe de haberlas
que los poetas han de vivirlas
Si no, ¿para qué sueñan por nosotros?
Las historias bonitas
son dichosas como la vida eterna
Como ella, nunca tienen fin
Como el amor son sólo para ser felices.
Siempre andan comenzando en algún lugar
en cualquier gente,
en algún hombre, mujer,
en alguien, como yo, por ejemplo
que va a pagar la cuenta de la casa que no le pertenece.
Por eso es una historia bonita y sin final
la de tener una casa cuerpo
que sea de una cuando también es de otro,
que poquito a poco la conozcas, como a la tenue luz de la mañana
con los ojos abiertos cual ventanas
tan grande que no quepa jamás en una caja oscura
sin puertas que puedan cerrar y despedirse de ti.

Esta labor de alquimista le permite crear una poesía de signos y de códigos secretos y adentrarse en la búsqueda del conocimiento aunque tenga que pagar, como Eva, las consecuencias de sus actos sólo para convertirse en la creadora de sus propias metáforas y entregarnos la concepción plural de su universo, como las poetas Elizabeth Cazesús (tijuanense) y Delia Valdivia (Mexicali) que al igual que Susana Phelts (Mexicali) convierten en lienzos sus poemas. En el poemario “Invocación del Mar”, Delia dice” “Georgia O’Keeffe se parece a la flor estampada en el cristal/ Pétalo desbordado adolorido y dulcemente intacto/ Así se distingue cada una de sus venas./ La claridad de la tarde ilumina su rostro rojizo de ladrillo/ igual a todas las tardes polvorientas...”
No todo es redención en los poemas, ahí está la frontera, esa línea divisoria que separa territorios y establece condiciones sociales, la que se convierte en una malla que oprime y que devasta en la poética de las bajacalifornianas. Las palabras entonces, son una red que nos atrapa en solitario y las imágenes sólo una sucesión de instantáneas urbanas que capturan un escenario de miseria “Me sentaré a la puerta que detiene el camino de invadir/ la ciudad/ extenderé la mano con mi caja de chicles/ algún turista me dará cinco centavos/ pensando que ha aniquilado la pobreza/ de este tercer mundo/ y yo sin saber en cuál de todos vivo/ si en el quinto el décimo o el útimo/ más no importa/ morderé mi rebozo de verguenza cuando me inviten a barrer/ las inmundicias de un negocio sin un letrero al frente/ que diga que la carne que aquí venden  no se vende/ por kilos/ aquí se vende completita la mujer...” (Quincunce 1993: 87), escribe Estela Alicia López (Esalí) de Tijuana y con esto, el poema es ya una herida eternamente abierta sobre el papel en blanco.
En este concierto de voces y de mujeres, algunas nacidas y otras asimiladas en los límites de esa geografía peninsular que es la Baja California, es innegable la necesidad apremiante de hacer balance de las aportaciones y logros obtenidos a lo largo de un tiempo que empieza a ser pasado histórico pues la frontera acusa un sincretismo que incluye la otredad que fortalece y confirma un quehacer en plena evolución. 

*****

AGLAE MARGALLI (México). Poeta, ensayista, periodista. Es conductora y co-guionista del programa de televisión De letra en letras. Página ilustrada com obras de Arthur Bispo do Rosário (Brasil), artista convidado desta edição de ARC.



*****

Agulha Revista de Cultura
Fase II | Número 16 | Maio de 2016
editor geral | FLORIANO MARTINS | floriano.agulha@gmail.com
editor assistente | MÁRCIO SIMÕES | mxsimoes@hotmail.com
logo & design | FLORIANO MARTINS
revisão de textos & difusão | FLORIANO MARTINS | MÁRCIO SIMÕES
equipe de tradução
ALLAN VIDIGAL | ECLAIR ANTONIO ALMEIDA FILHO | FLORIANO MARTINS
GLADYS MENDÍA | MÁRCIO SIMÕES
os artigos assinados não refletem necessariamente o pensamento da revista
os editores não se responsabilizam pela devolução de material não solicitado
todos os direitos reservados © triunfo produções ltda.
CNPJ 02.081.443/0001-80









Nenhum comentário:

Postar um comentário