sábado, 28 de abril de 2018

CARLOS CALDERÓN HERRERA | Francisco Amighetti entre lo moderno y lo mestizo



EL CAMINO DE UN ARTISTA | El artista costarricense Francisco Amighetti (1907-1998) es conocido por su polifacética actividad artística y académica en los distintos campos de las artes como el grabado en madera al taco, la pintura y la poesía. Sin embrago, sus diversas inquietudes estéticas lo llevaron a recorrer otros caminos y a descubrir otras pasiones como la cromoxilografía, ámbito que lo ha convertido en un referente muy importante para las artes y la historia del arte costarricense y Latinoamericana.
El ambiente político, económico y cultural de su contexto hacía que las artes en Costa Rica aún se encontraran en disputa con la modernidad, es decir, entre una mayor afinidad por el academicismo y un tímido vanguardismo que definió el horizonte artístico de Amighetti en el grabado.
Si bien Francisco inicia su actividad artística en la Escuela de Bellas Artes, [1] su gusto por las letras, la vanguardia y el camino de la modernidad serán dados gracias a su relación con el intelectual Arturo Echeverría Loría (1909-1966), [2] figura fundamental en el desarrollo de las artes literarias y artísticas, junto con Joaquín García Monge (1881- 1958) y Manuel de las Cruz González (1909-1986). Por otra parte, el interés hacia el grabado se derivó probablemente como resultado de las discusiones con Juan Manuel Sánchez, quien estaba permeado de las principales inquietudes artísticas Latinoamericanas. Estas ingresaban a Costa Rica mediante revistas y escritos que cuestionaban la supremacía del arte académico como única vía. [3]
Amighetti, como un artista con inquietudes sobre las artes latinoamericanas, continúa estudiando en la Universidad de Nuevo México en 1943. También aprende pintura al fresco en la Universidad de México en 1947, y grabado en la Escuela Superior de Bellas Artes de Argentina en 1950. Este hecho marcará de manera definitiva la preferencia por el grabado durante la década de los setenta en adelante. [4]
Una de las décadas más interesantes será la de los setentas, debido a que Amighetti se dedica a una exploración mucho más personal y madura. Allí es cuando el grabador profundiza en el tema del costumbrismo costarricense de etapas pasadas, el cual se convierte en una construcción sociológica donde las relaciones sociales y culturales se observan representadas en sus grabados. En este momento su obra trae al presente la semblanza de una retrospectiva no muy lejana, como los escenarios del campo y sus animales, el trapiche, las procesiones, los carnavales y otras atmósferas del imaginario costarricense. Comienza asimismo una reflexión interna sobre sus inquietudes, las cuales representa dentro de estos aspectos culturales locales, que le posicionan dentro de la trama simbólica, conflictiva y contradictoria de Latinoamérica. Lo anterior se evidencia en su obra a partir de temas como los niños, borrachos, mujeres, viejos, ventanas, calles, y sobre todo la vida y la muerte.

HACIA UNA CULTURA POPULAR COSTARRICENSE | Después de la Revolución Mexicana (1910) y el muralismo mexicano (1921), las artes en América Latina tendrán otros intereses y tomarán diversos caminos durante las posteriores décadas. Los nacionalismos latinoamericanos cambian sus intereses y se centran en lo interno del continente, planteando lo que nos diferencia de Europa y lo que nos une como latinoamericanos.  Para esta época, y para casi todos los latinoamericanos, es un momento de autoconciencia nacional, una forma de retomar nuestra historia, nuestras preocupaciones y nuestra historia cultural y popular. [5]
Las décadas anteriores a los setenta estuvieron marcadas por los desafíos que impuestos por la Guerra Fría (1948- 1991) mediante sus políticas internacionales. Esto trae como consecuencia una serie de conflictos sociales y un marcado despertar político, el cual caracterizó al continente, en conjunto con propuestas culturales alternativas con las que comienzan a gestarse movimientos underground, entre otros. El desencanto por parte de las juventudes hacia las propuestas políticas dominantes y diversos grupos sociales, fueron proponiendo nuevas alternativas culturales de acuerdo con las necesidades de la época. [6]
Después de la Revolución Cubana (1959) el desarrollo cultural alentó a sectores de los distintos países centroamericanos a descubrir su diversidad étnica y cultural. Las artes se enmarcaron en una efervescencia de búsquedas con el objetivo de afianzar lo nacional y los valores propios de cada región, hasta convertirse en movimientos de jóvenes, artistas y grupos sociales interesados en la situación particular de cada país. [7]
La década de los setenta estuvo marcada por la presencia de militares en toda el área, exceptuando Costa Rica y México. Cuba fue el paradigma que fungió como inspiración para redefinir la historia y reformar la política dentro de las sociedades. Costa Rica no sufrió de los embates militares, pero sí las embestidas de las instituciones del gobierno, cuyas acciones y propuestas encarnaron manifestaciones y desconfianza por parte del pueblo costarricense. Por ejemplo, la carencia de agua en distintos barrios populares que se prolongaba por varios días, el cambio de administración del acueducto municipal al SNAA, [8] la instalación de medidores de agua, la centralización del estado, etc. Lo anterior origina numerosas luchas en contra de las políticas del proyecto liberacionista, así como protestas hacia los autobuseros por su deficiencia administrativa, la cual afectaba los horarios y roles de cada ruta. Esto perjudicaba a los trabajadores debido a la deficiencia en las unidades físicas de autobuses, los aumentos en las tarifas, entre muchos otros factores que detonaron enfrentamientos y tenciones entre ciudadanos y el gobierno. [9]
Toda esta transición hacia un panorama tensional llevó por otros rumbos a las artes en América Latina, Centroamérica y por supuesto Costa Rica. Tales preocupaciones proponen un cambio, una tendencia que da importancia a los aspectos fundacionales de la historia costarricense. Este desplazamiento hacia los aspectos culturales, tanto dentro del continente como a nivel local, ponen de manifiesto la oposición a las formas políticas opresivas y evidencia a los protagonistas y participes de la historia que quedaron invisibilizados por una historia oficial. Francisco Amighetti se plantea una Costa Rica de símbolos, basada en los aspectos culturales, cotidianos, creencias, contradicciones, todas como respuestas y visiones de un sector de la sociedad con posición subalterna.

REFLEXIONES, CULTURA POPULAR Y GRABADO | Después de 1968, la obra de Amighetti se hace más voluminosa y manifiesta una mayor madurez y maestría técnica en el grabado, principalmente en la cromoxilografía. [10] Esto gracias a su retiro de la enseñanza, dada con el fin de explorar más en su labor como grabador. Fue así como llega a ser parte del Salón de Honor de la Primera Bienal Centroamericana en 1971, junto con otros artistas como Manuel de la Cruz González; hecho que a su vez marca el fin de una etapa del artista.
Para Amighetti, este período del arte costarricense se concreta en una síntesis que realiza entre el arte moderno y los discursos de temática Latinoamericana. Esta tendencia construida junto al panorama político, mencionado anteriormente, revalora otras voces que permanecieron ocultas y marginadas por posturas elitistas, las cuales se proclamaban como “alta cultura” un conjunto de saberes y prácticas refinadas de la alta sociedad. [11]  En este contexto se revalora la importancia de la cultura popular y a los diversos protagonistas de la historia costarricense, haciendo énfasis en las actividades cotidianas de manera natural. Por esta razón las procesiones religiosas, entierros, niños jugando, mujeres pensativas viendo a través de ventanas, hombres y mujeres ancianas, gallos, toros y otros animales interactuando con gente del pueblo, las creencias, mitos y monstros de la gente común, eran los temas en los que se interesaba la mirada de Francisco.
El tema de la niñez fue uno de los más importantes de este período, el cual generó una exploración del pasado infantil como imagen colectiva de la niñez costarricense de su tiempo; una memoria de niñez entendida como una época especial, una época de oro. En la cromoxilografía, Niño y la Nube de 1969, el grabador reflexiona en una serie de imágenes y símbolos que sustrae del entorno cuando una vez fue niño, o bien, vivencias de su infancia. Esta etapa hace una síntesis entre la reflexión poética y la reflexión plástica del grabado.  Así escribe el artista.

… por aquel cielo hecho de distancias pasaban
lentas las nubes que llevan su brújula en el
corazón. Las miraba alejarse, de pie sobre la tierra
inhóspita donde hay escuelas, exámenes, cárceles,
jueces y políticos. Yo quería seguir las enseñanzas
de las nubes que bogaban en el océano del cielo
y nunca se detenían. [12]

El tema de las ventanas también fue recurrente, junto con el de los niños, como elemento con el cual Amighetti vislumbra ese espacio que brinda la arquitectura para superar el evento momentáneo, es decir, viajar por el tiempo al pasado o a cualquier otro lugar, como menciona en una entrevista publicada en marzo del 2018, Amighetti: el fuego del arte.
En el Grabado Calle Serie N° 2 de 1969, un niño corre desentendido del camino mientras con la mirada persigue una cometa. La escena se enmarca sobre una fachada con dos ventanas con personas que observan al niño. Hay una especie de añoranza por quién ve, y una metáfora de libertad presente en la cometa como signo del vuelo y, a su vez, en el correr del niño.
El ensayista cubano Edmundo Desnoes (1930) escribe acerca de la utilización social del objeto de arte aplicado y clasifica las imágenes que hablan de América Latina en una nomenclatura que responde a imágenes de indígenas, católicas, nacionales, del consumo, para elites, de revolución y de familia. [13] En Amighetti vemos como muchos de sus grabados coinciden con la clasificación de imágenes del ensayista que a continuación revisaremos.
En este apartado se hace referencia a las imágenes del mundo católico latinoamericano. La década de los setenta y ochenta estará definida tanto por las imágenes modernas, como por las que problematizan y construyen la identidad local o regional. Esta gran contradicción y confusión histórica inicia el 12 de octubre de 1492, cuando los españoles ponen sus pies sobre las tierras nuevas e integran, mediante la fuerza, las imágenes y la cultura católica en nuestro imaginario. Dicha temática pasa por la representación de las iglesias, capillas y sus diversas actividades, procesiones, entierros, misas y bautizos. Por otra parte, se encuentran las devociones e imágenes que comparten los distintos estratos sociales, como las vírgenes, crucifijos sangrantes, estampas sobre la veladora, rosarios sobre la cama, etc. De esta forma Amighetti nos pone en medio de las preocupaciones históricas latinoamericanas al construir estas temáticas desde nuestro ámbito costarricense. Por ejemplo, con referencia dentro del grabado, la representación de varias personas que asisten al ritual de la misa, ante la estructura de un gran arco de medio punto e imágenes de culto al fondo. Para reafirmar la escena, hay dos personas inclinadas en sus rodillas, de manera reverencial, en frente del templo.
Otras imágenes no menos importantes fueron las de personas en medio de su cotidianidad, las cuales pretendían resituar la mirada hacia la identidad latinoamericana, y devolver el protagonismo a todas las partes de la historia que ha originado esta tierra. Lo anterior como una forma de redireccionar un interés impuesto sobre el tema del pequeño burgués como única realidad o modelo, hacía lo propio y autóctono.
Además estos escenarios surgen en respuesta a una necesidad de representar lo bueno, lo malo, lo triste, lo feo, lo caótico, lo grotesco, etc.; con el fin de comprender el mundo para cambiarlo. Si bien el chisme es muy mal visto desde el punto de vista moral, es una de las prácticas que más adeptos tiene dentro de las escenas de cultura popular de barrios, sin omitir que todos los estratos sociales participan de él. En el grabado Chisme de 1984, son dos figuras contando un chisme de algo que acontece en la localidad. La escena es un barrio, dos mujeres parecen murmurar y se nos presentan de manera natural, como si fuésemos parte de la acción.
Por otra parte, el programa de representaciones de imágenes sobre América Latina es amplio, y una de las más recurrentes es la del indígena. Esta aborda las iconografías culturales de diversos grupos o regiones, también engloba las prácticas religiosas locales autóctonas, las clases sociales menos privilegiadas, así como sus condiciones sociales y económicas producto de la conquista y la economía capitalista hostil. Esta categoría se compone de indios, negros, cholos, mulatos y amplios sectores del proletariado urbano, campesino y de pescadores.
A pesar de las recurrentes representaciones de la cultura latinoamericana en la obra de Amighetti, en la década de los ochentas trabaja una temática indígena que manifiesta la problemática de las integraciones centroamericanas las cuales entraron en crisis entre 1970 y 1985, [14] dejando desprotegidos a los sectores sociales más vulnerables de la región que como consecuencia pone en riesgo el patrimonio histórico - cultural indígena en función de otras motivaciones económicas del neoliberalismo. La indiferencia, el desinterés y la crisis de la consciencia histórica latinoamericana parece ser el tema que reúne en el grabado llamado Centroamérica de 1987.
En síntesis, esta etapa artística que desarrolla Amighetti son imágenes de la afirmación identitaria latinoamericana y centroamericana, que desde finales del siglo XIX los artistas y escritores intentaron materializar en sus distintas producciones. Son las representaciones de una historia construida desde lo popular, que sin juzgarlas, nos enfrenta y presenta ante ellas como protagonistas o espectadores. 

NOTAS
1. Ulloa Barrenechea, Ricardo. Pintores de Costa Rica. Costa Rica: Editorial Costa Rica, 1974.
2. Arturo Echeverría Loría (1909-1966), debe y merece ser recordado como una de las personas más nobles de su tiempo y un intelectual de los más claros y valiosos, en el campo de la poesía, el ensayo, la crítica artística y hasta como autor de relatos y pequeñas obras de teatro, algunas verdaderas joyas, parte de lo cual permanece inédito a la fecha.
3. Ferrero, Luis.  La escultura en Costa Rica. Costa Rica: Editorial Costa Rica.
4. Montero, Carlos Guillermo. Amighetti 60 años de labor artística. Costa Rica: Museo de Arte Costarricense, 1977.
5. Acha, Juan, Las culturas estáticas de América Latina, México: Editorial Trillas,2008.
6. Barzuna Pérez, Guillermo, Cultura artística y popular en Costa Rica 1950- 2000, San José: Editorial UCR, 2005.
7. Ídem
8. Servicio Nacional de Acueductos y Alcantarillado, hoy AYA.
9. Alvarenga Venutolo, Ana Patricia. Los ciudadanos y el estado de bienestar. Costa Rica: Editorial UCR,2015.
10. Grabado en madera con varios colores
11. Barzuna Pérez, Guillermo, Cultura artística y popular en Costa Rica 1950- 2000, San José: Editorial UCR.
12. Amighuetti Ruiz, Francisco. Poema para la contratapa del libro Francisco en Costa Rica (The Costa Rica Press, San José, 1972).
13. Bayon, Damián. América Latina en sus artes. México: Editorial siglo XXI, 1974.
14. Hernández Alcides, La integración de Centroamérica, Costa Rica: Editorial DEI, 1994.

*****

CARLOS CALDERÓN HERRERA. Obtuvo el bachillerato en Historia del arte en el 2009 en la universidad de Costa Rica. Licenciatura en Historia del Arte en el 2015 de la Universidad de Costa Rica. Egresado de la Maestría Académica en Artes Visuales en el 2016. Desde el 2009 - Docente en la Cátedra de Historia del Arte, Universidad de Costa Rica, Sede Rodrigo Facio, Alajuela, San Ramón y Turrialba. Desde el 2016 - Promotor cultural y Coordinador de la Cátedra Francisco Amighetti, Escuela de Artes Plásticas. Gestión de las conferencias y actividades artísticas locales e internacionales.


*****

Agulha Revista de Cultura
Número 112 | Abril de 2018
editor geral | FLORIANO MARTINS | floriano.agulha@gmail.com
editor assistente | MÁRCIO SIMÕES | mxsimoes@hotmail.com
logo & design | FLORIANO MARTINS
revisão de textos & difusão | FLORIANO MARTINS | MÁRCIO SIMÕES
equipe de tradução
ALLAN VIDIGAL | ECLAIR ANTONIO ALMEIDA FILHO | FEDERICO RIVERO SCARANI | MILENE MORAES
os artigos assinados não refletem necessariamente o pensamento da revista
os editores não se responsabilizam pela devolução de material não solicitado
todos os direitos reservados © triunfo produções ltda.
CNPJ 02.081.443/0001-80






Nenhum comentário:

Postar um comentário