A Sila Chanto
In Memoriam
Alfonso Peña |
En 1934, aparece
la colección Álbum de Grabados, configurado
de nombres estelares: Francisco Amighetti, Francisco Zúñiga, Max Jiménez, Manuel
de la Cruz González, Teodorico Quirós y Carlos Salazar Herrera. De este conjunto de artistas emergió la figura
tutelar de Francisco “Paco” Amighetti, poeta y grabador, cuyo recorrido de siete
décadas dejó plasmada una iconografía personal, poética y apasionada y que se bifurcó
por diversas latitudes al imprimirle un sello propio/universal.
En las últimas
décadas el grabado costarricense se ha visto remozado con la presencia de artistas
contemporáneos de indudable valor, con propuestas visuales sólidas, y novedosas
expresiones creativas, trazos experimentales,
con diversos lenguajes, sin embargo, sin dejar de lado la impronta de sus ilustres
antecesores que estuvieron silenciados por más de 500 años: Aquellos
que todavía son considerados como una “realidad enmascarada”, donde la historia
del mármol y bronce ha evitado la historia de carne y hueso, y la intelectualidad
despreció las maravillas del arte popular… (Eduardo
Galeano).
Para esta edición monotemática auspiciada por Agulha Revista de Cultura, hemos invitado a varios cultores de diverso
cuño a replicar nuestras preguntas –“collage”
de ideas, y temas aleatorios–. En sus argumentos podemos adivinar y revelar el amor
al oficio, la diversidad cultural, el amplio prisma temático, y un rico anecdotario
individual. [A.P.]
ALFONSO PEÑA
| En la actualidad entendemos que nuestros ancestros fueron “grabadores” muy genuinos.
Desde tiempos inmemoriales tejieron un legado de gran calidad y belleza sobre las
piedras vivas. Fueron intérpretes de la naturaleza, y de la animalística (hay que
conocer los diversos sitios arqueológicos y rastrear sus huellas y también saber
hacer lecturas de sus “petrograbados” sobre las asombrosas figuras humanas y animales,
las columnas, trípodes, altares, etc)… Del mismo modo, fueron grandes comunicadores,
esto lo observamos por ejemplo en el sitio arqueológico El Farallón, en Guanacaste, donde un gran muro de piedra en la pared
de un río servía de “pizarra cotidiana” para informar del diario acontecer… ¿Cómo
conciliar el pasado y el presente en el desarrollo del “grabado costarricense”?
Alberto Murillo |
Avanzada la
segunda mitad del siglo pasado, los costarricenses empezamos a valorar y redescubrir
los valores estéticos del legado indígena pero, sin una verdadera integración de
este conocimiento al bagaje cultural involucrado en el desarrollo del grabado en
madera moderno costarricense, que tiene como fecha de despegue, el año de 1934,
con la publicación del Álbum de grabados, en madera y linóleos, por un grupo de
inquietos grabadores (que no incluyó ninguna mujer en la selección de artistas),
donde surge, quien se consolidaría décadas después como el principal grabador nacional
del siglo XX: Francisco Amighetti.
Es ahora, cuando
podemos apoyarnos en estudios académicos realizados sobre nuestra herencia previa
a la conquista, que podemos pensar en el referente precolombino como un eje filosófico
o estético a considerar en la constante búsqueda de nuestra identidad artística;
vislumbrando tal vez, una síntesis estética a nuestra figuración, acercándola a
una relación simbólica o geométrico abstracta, a partir del análisis del desarrollo
estético de nuestros pueblos originales, deducido desde los petroglifos o de los
diseños de los sellos de arcilla.
Carolina Córdoba |
Tenemos la deuda
de completar la historia en prácticamente todos los tópicos. Hay mucho que todavía
sigue invisibilizado o perdido por el desconocimiento de su existencia. Sin embargo
se han hecho esfuerzos.
En el caso de
los sellos precolombinos de Costa Rica –objetos que, según los conceptos modernos
del grabado, podrían entenderse como elementos antecesores de esta disciplina–,
han sido objeto de varios estudios profundos como: Sellos Precolombinos de Patricia Fernández (Museo de Oro de Costa Rica),
y Etnomatemáticas en los diseños precolombinos
de Costa Rica por Alejandro Jaén (Universidad de la Salle).
Este último
estudio, entrelaza los conocimientos de astronomía de la cultura Bribri y Cabecar,
con ciertos elementos arquitectónicos, y con los diseños en utensilios de uso cotidiano
o de ritual. Ciertamente el estudio de Jaén contiene información reveladora.
Considero que
el conocimiento profundo de las expresiones “artísticas” de nuestros ancestros,
nos permite apropiárnoslas con respeto, e integrarlas a nuestra propuesta expresiva.
De manera que, tengamos una identidad redonda y completa, una que nos enriquezca.
Hernán Arévalo |
Jorge Crespo |
Fabio Herrera |
Fernando Rudín |
ALFONSO PEÑA
| Llama la atención que en las últimas 4 o 5 décadas el grabado (en sus diversas
manifestaciones: xilografía, grabado en metal, litografía, serigrafía, entre otros)
costarricense, haya mantenido una gran presencia en el ámbito continental, cerca
de países con una gran tradición… ¿Cuáles son los motivos y argumentos que se conjugan
para que este fenómeno se mantenga “aireado” en el contexto latinoamericano?
ALBERTO MURILLO
| Bueno, Francisco Amighetti nos demostró con sus grabados en madera que se puede
hacer arte universal –y para usar una expresión acuñada por Stefan Baciu– desde “50 varas al norte de la Mejoral”. Es decir,
los grabadores aprendimos, de la mano del maestro, a no temer y a lanzarnos a participar,
aunque sea modestamente, de las instancias internacionales que reúnen la experiencia
contemporánea del grabado, como por ejemplo, las bienales y trienales internacionales,
que se convocan para medir la temperatura al grabado en el mundo.
La participación
internacional es más fácil cuando lo que se debe enviar es una obra en papel, vía
servicio de correo internacional; no así una escultura, una pieza cerámica o una
pintura de caballete. La logística se hace más sencilla, pero lo que pesa realmente,
es el espaldarazo de confianza que nos han dado actores de la gráfica artística
nacional; como por ejemplo y para mencionar sólo a algunos de los que ya no nos
acompañan: Francisco Amighetti, Emilia Prieto, Julio Escámez, Álvaro Duval, Juan
Bernal Ponce, Sila Chanto y Rudy Espinoza.
Carolina Córdoba |
Primero, no
se puede hablar del grabado actual en Costa Rica, sin antes mencionar la importancia
que tuvo la publicación periódica Repertorio
Americano publicada por Joaquín García Monge (1881-1958) durante 40 años,
de 1919 a 1959.
Sin profundizar
en el contenido de la revista, hay que mencionar, que esta fue una excelente plataforma
de exposición para jóvenes artistas costarricenses como: Max Jiménez (1900-1947),
Emilia Prieto (1902-1986), Gilbert Laporte (1914-2005), Francisco Amighetti (1907-1998),
Lastenia Araujo (1910-?), entre otros. Las imágenes ahí impresas, son el registro
de las primeras matrices xilográficas del país.
Esta experiencia
gráfica impulsada por García Monge –según contaba Luis Ferrero, quien fuera ayudante
del editor–, da pie a la publicación de la Carpeta
de Grabados del 34, documento considerado el inicio de la historia del grabado
del país.
Debido a que,
el Repertorio Americano se enviaba a varios
países de Latinoamérica, a Estados Unidos y a España, los entonces jóvenes artistas
tuvieron gran exposición internacional. Fue a través de esta publicación que el
historiador rumano Stefan Baciu (1918-1993), mientras vivía en Brasil ejerciendo
el periodismo, conoce la obra de Francisco Amighetti. Baciu, viaja a Costa Rica,
conoce al grabador y en 1985 le dedica el libro titulado Francisco Amighetti.
En los años
70, dos de las universidades más importantes del país, integran al currículo académico
de las artes plásticas, la carrera de grabado. La Universidad de Costa Rica, la
abre en 1972 y en 1977 lo hace la Universidad Nacional.
En este contexto,
regresa al país un joven artista que, en 1960 había viajado a Europa en busca de
conocimiento artístico. Juan Luis Rodríguez Sibaja, vuelve a Costa Rica después
de haber estado 12 años en Francia y Holanda, entre otras cosas, aprendiendo la
técnica del grabado en metal, técnica que desarrolla en el Atellier 17 de París,
dirigido por William T Hayter.
Cuenta “el diablo”,
como se hace llamar Juan Luis, que durante su estadía en Francia, consigue financiamiento
de la UNESCO, para poder comprar y enviar a Costa Rica materiales y equipo de grabado
en metal, el cual fue donado e instalado en la Escuela de Artes Plásticas de la
UCR. Dice Rodríguez, que al abrir el primer curso, se presentaron más de 90 personas
deseosas por aprender la técnica.
Después, en
1976, se crea el Centro Regional para el Desarrollo de las Artes Gráficas, CREAGRAF,
con el apoyo de la OEA. Este proyecto fue administrado por el Ministerio de Cultura
y la Universidad de Costa Rica, hasta 1988 que se dejó de financiar. El propósito
era realizar talleres de grabado para capacitar a artistas de Centroamérica, el
Caribe, Colombia y Venezuela, con maestros de corte internacional como el uruguayo
Carlos Colombino (xilografía), el venezolano Rafael Bogarín (serigrafía), el peruano
Claudio Juárez (intaglio), el cubano Ignacio Bermúdez (litografía), los estadounidenses
Frank C. Eckmair (papel hecho a mano) y Jack Pearlmutter (diseño), entre otros.
El taller de
grabado de la UCR, también recibe ayuda de algunas embajadas de países como Japón,
que trae al profesor Jodaka Yoshida (técnicas japonesas de impresión), la embajada
de Taiwan trae al artista y maestro Li Chi Mao, la embajada de Francia a Claude
Huart (xilografía y madera perdida) y la embajada de Estados Unidos a Peter Sowinsky.
Los esfuerzos
anteriormente citados, dan fruto y surgen artistas del grabado como Rudy Espinoza
(1953-2018), quien será posteriormente profesor en las escuelas de grabado de la
UCR y de la UNA. Espinoza llega a dirigir también la Escuela de Artes Plásticas
de la UNA y abre además, el Taller Nacional de Grabado de la Casa del Artista en
junio del 2008.
Uniéndose a
todo este movimiento, la Escuela de Arquitectura de la Universidad de Costa Rica,
también abre un taller de grabado a mediados de los años 70, Arquigraba, que fuera fundado y dirigido
por el chileno Juan Bernal Ponce (1938-2006).
Durante los
años 80´s y 90´s, se incentiva el trabajo gráfico de los estudiantes de grabado
y artistas consolidados, a través de diferentes exposiciones organizadas por museos
y galerías del país.
Y un punto que
no debe escapar de este listado, son los referentes artísticos. Tener “ídolos” nacionales,
aquellos que enorgullecen a un país en cualquier campo o disciplina, es importante
para impulsar la confianza y la creatividad de sus conciudadanos. Francisco Amighetti,
desde que consolidó su carrera de artista, lo ha sido en el campo de las artes de
Costa Rica. Él supo representar bien al pueblo más allá de la escena postal, adentrándose
en lo profundo de la realidad y esto lo llevó a conquistar reconocimiento internacional.
Más recientemente,
gracias a la investigación Las Peras del Olmo.
Obra gráfica de Emilia Prieto, que realicé en conjunto con la artista Sila Chanto
(1969-2015) en el 2003, el trabajo de doña Emilia después de haber estado invisibilidado
por décadas, ahora es importancia para entender parte de la historia del país, debido
a su discurso político, de lucha social y de género. A Prieto, lo anterior la integra
desde entonces, no solo en la curaduría de exposiciones nacionales e internacionales,
sino también, en el imaginario artístico de las nuevas generaciones.
Por todo lo
anterior, no es de extrañarse que la representación de nuestros artistas en las
bienales internacionales de grabado, hayan resultado, algunas, en medallas de oro
y menciones de honor.
Hernán Arévalo |
Jorge Crespo |
Fabio Herrera |
Fernando Rudín |
Pero no solo
se trata de eso. El aspecto experimental
que ha adquirido el grabado u otras técnicas de estampa, hace que éstas estén más
vigentes que nunca, y que las direcciones que ha tomado esta experimentación, por
decirlo de alguna forma, sean múltiples y hasta insospechadas.
ALFONSO PEÑA
| Con las nuevas tecnologías se presagió un decaimiento del grabado en sus diversas
expresiones… Lo mismo sucedió con otras disciplinas: “La poesía murió”, “El libro
impreso va a desaparecer…”, y observamos con interés y sorpresa que no fue así… Sin embargo, es de destacar que hay Ferias del grabado, Bienales internacionales,
ediciones de gráfica para libros, carpetas de obra gráfica, exposiciones, y una
oleada de grabadores entusiastas… ¿Considera
que es importante y oportuno que los grabadores experimenten con todos los rudimentos
a la mano, incluso con los dudosos “giclées”?
ALBERTO MURILLO
| A los grabadores se nos toma como conservadores a la hora de enfrentarnos a los
aspectos técnicos, pero en realidad somos todo lo contrario.
Así como las
artes gráficas comerciales van evolucionando tecnológicamente, nuestros grabadores,
hombres y mujeres, son ávidos experimentadores de nuevas alternativas estéticas
y técnicas, y esto se debe en parte a nuestra formación académica que nos lleva
a experimentar con múltiples disciplinas dentro del grabado artístico; entre muchas
el grabado en metal, la litografía, la xilografía, la serigrafía, la monotipia,
la colografía y también con la estampa digital.
El grabador
contemporáneo mezcla, profundiza e innova en el discurso y la técnica con hambre
creativa. Desde que a inicios del siglo XX el grabado artístico se separara de las
artes gráficas comerciales, siempre se ha alimentado de las innovaciones tecnológicas
y el mundo digital no ha sido la excepción. Lo importante es el uso de las herramientas
en función del lenguaje visual: de la producción de metáforas y poesía visual.
El problema
de lo “dudoso” en el uso del giclée, es el querer engañar al público haciéndole
creer que está adquiriendo un original al ofrecerle una reproducción; pero, si se
usa como herramienta creativa, puede integrarse perfectamente a la producción de
originales múltiples, ya sea estrictamente desde matrices numéricas o en el empleo
de técnicas mixtas, como es actualmente más aceptado.
Yo, sí estoy
de acuerdo en aprovechar todo aquello que pueda enriquecer las técnicas tradicionales,
incluso mezclar lo viejo con lo nuevo.
En el renacimiento
por ejemplo, uno de los grandes avances que tuvo el arte plástico, fue gracias al
uso de la cámara oscura, la cual le permitió a los artistas entender mejor los planos
y la perspectiva, mejorando también, sustancialmente el dibujo.
Hernán Arévalo |
Fabio Herrera |
ALFONSO PEÑA
| Considero que la pasión por el grabado no se detiene. Desde sus precursores en
el siglo XX: Francisco Amighetti, Max Jiménez, Francisco Zúñiga, Manuel
de la Cruz González, Emilia Prieto, entre
otros, los temas, los materiales y la iconografía varía… Se puede acudir al graffiti,
al comic, a la tecnología, a la literatura, hacer fusiones, etc… ¿Cómo concibe
sus propuestas visuales y cuál es la importancia de “hacer grabado”?
ALBERTO MURILLO
| Las propuestas visuales las concibo desde la observación y de la identificación
de temas que me resulten significativos y que me conmuevan. Por lo general, prefiero
buscar el enfrentamiento de un tema partiendo de una primera propuesta –con una
carga intuitiva muy fuerte–, con la perspectiva del desarrollo de una serie –con
un creciente análisis y búsqueda de referentes–, que me permita de alguna manera
atacar desde diferentes ángulos la temática y por qué no agotar, al menos temporalmente
el tema de interés.
El hacer grabado
es importante porque la imagen impresa es inherente al desarrollo de la civilización
y la democratización del conocimiento. Con la impresión de originales múltiples
en una o varias disciplinas, el artista visual logra proponer, conmover y alfabetizar
visualmente al público al que se acerca.
Un grabador
es como un escritor, solo que su alfabeto y sintaxis del lenguaje lo comprenden
los recursos técnicos y visuales empleados según sean las posibilidades estéicas
y de comunicación, que le ofrezcan las diferentes técnicas; por ejemplo, la xilografía
con el uso del relieve para una expresión directa o primaria de alto contrastes
extremos; el grabado en metal , al contrario, con el aprovechamiento de zurcos erosionados
a diversas profundidades, le permite hablar en escala tonal de grises; con el esténcil
serigráfico, profundiza en el uso de planos de color como clave de comunicación,
y con la litografía, con la reproducción directa del trazo personal del dibujo.
El goce de un
original impreso es un goce íntimo que nos refiere a más de un milenio en la evolución
de la codificación del conocimiento. Un grabado nos permite gozar, tanto de la belleza
interpretativa como de la descodificación de su simbología; así como la apreciación
simultánea de la capacidad artística y artesanal, reunidas en mismo personaje creativo:
el grabador.
Carolina Córdoba |
Como vivíamos
en la provincia de Cartago, lugar tradicionalmente religioso, fue mi hermana quien
tuvo suerte como emprendedora. Yo, no entendía cómo la gente prefería comprar una
cruz (que además siempre me dieron miedo), a algo tan hermoso como la delicada huella
de una hoja.
Años después,
en la misma época que fui bailarina, también fui estudiante de grabado, y esa experiencia
de estar envuelta en las dos disciplinas al mismo tiempo, me dio la oportunidad
de tratar de entender la danza a través del grabado y el grabado a través de la
danza. De una he encontrado material creativo para desarrollar la otra.
Los temas que
plasmo, parten de mis experiencias personales, de mi crecimiento personal, de las
dudas que se me presentan en la vida, de las preguntas y respuestas que me hago.
El grabado, me permite hablar a través de los símbolos, cuando a veces no encuentro
las palabras.
En general,
el concepto y la materialización de mi obra, es un proceso intuitivo.
HERNÁN ARAÉVALO
| Lo primero que uno piensa como grabador es “como su obra con su propuesta o mensaje
puede llegarle a más gente”, “como sus copias pueden llegar a más manos para que
aprecien u observen su concepto”. Aquí es donde también se decide que estética actual
es la que llama la atención a las nuevas generaciones; pero a la vez manteniendo
conceptos que el artista quiere conservar, dígase estilo y contenido. Entonces ¿qué
más? Los colores de los anuncios publicitarios, el graffiti, lo que se capta rápidamente,
los rótulos callejeros o el neón de la calle. Eso es lo que yo como artista he tratado
de introducir en mis grabados, esa parte popular o callejera, o a veces las manifestaciones
olvidadas por los académicos o eruditos del arte.
Jorge Crespo |
FABIO HERRERA
| De un modo personal considero que el grabado tiene mucho de ¡magia!… A mí me vence
la nostalgia cuando pienso en las épocas en que tenía una gran producción de grabados…
Hacía expos, participaba en certámenes internacionales, recuerdo que obtuve La Primera
Mención de Honor en la IV Bienal del Grabado en Taipei, Taiwan, 1991, también publiqué
algunos libros con mis grabados… Tenía mucho ánimo, energía, para trabajar hasta
14 horas ininterrumpidas. Sin embargo, no quiere decir que no tenga interés, ni
excitación para continuar trabajándolo. Tendré que estrechar vínculos con los grabadores,
con los talleres, sentir la efervescencia de la tinta, las gubias, todo ese universo
tan especial.
FERNANDO RUDÍN
| Exactamente, fue en secundaria cuando entré en contacto con las obras de Carlos
Salazar Herrera, en sus “Cuentos de angustias y paisajes”. Esto, y el diseño de la cerámica polícroma que
se halla en las raíces de nuestra cultura original, lo mismo que los metates de
panel colgante, definen desde la adolescencia el rumbo de parte de mi obra. No puedo decir que de toda mi obra, pues siempre
existe el proceso de experimentación y de aprendizaje de diferentes técnicas. Sin embargo, volviendo la vista atrás, ahí está
ese “primer amor” por la estampa, desde una rudimentaria xilografía hecha en secundaria,
como decía, con una fuerte influencia de Salazar Herrera. Y nótese que esas ilustraciones no las veíamos
en la clase de artes plásticas, sino en la clase de literatura, al leer sus maravillosos
cuentos.
La importancia
de hacer “estampa” radica simplemente en que es el medio que me permite plasmar
lo que quiero decir de la mejor manera. Cada
técnica en cierta forma induce hacia cierto resultado, y sería inútil y hasta absurdo
tratar de expresar en otras técnicas, pictóricas por ejemplo, lo que quiero decir
por medio del grabado. Así como no serviría
de nada tratar de expresar mediante la estampa lo que sería lógico y más adecuado
plasmar mediante aguadas en acuarela o empastes en óleo o acrílico.
El contraste,
la geometrización, hasta el despojo del color en algunos casos, la repetición de
formas, la utilización de módulos, o sellos, son parte de los recursos que me son
necesarios en la estampa.
ALFONSO PEÑA
| En México, Cuba, Colombia, Brasil, los grabadores son “comunicadores visuales”
ante la realidad y cuestionan con sus imágenes a los diversos sistemas. ¿Cuál es
su propuesta ideológica: crítica, acrítica, experimental, o es un divertimento,
mera estampa decorativa?
ALBERTO MURILLO
| Rafael Ángel Herra escribió en alguna ocasión
sobre la obra de Francisco Amighetti que “el artista es un mago que transmuta la
carroña en delicias… la misma escena insoportable en la realidad se torna bella
en la ficción estética”; desde esta perspectiva creo que uno transita por todos
los estados del hecho creativo, enunciados en tu pregunta.
Por supuesto
que hay una lectura ideológica y crítica, consecuente con el estado de ánimo y la
capacidad de conmoverse ante un hecho, pero a la vez siempre es una oportunidad
de experimentación y de crecimiento contínuo. Una vez que se ha resuelto un problema
técnico-expresivo, hay que pasar a otro nuevo y desconocido, a sabiendas de que
al anterior siempre se le puede echar mano cuando sea necesario; no hay que repetirse,
pero hay que sacar provecho del arsenal creativo que se va construyendo en esa búsqueda
interminable de la expresión personal.
Al final, existe
siempre un estado lúdico del proceso, todo el desgaste físico y mental que conlleva
la creación en la gráfica original, sólo se puede superar con un espíritu jocoso
que nos permita disfrutar y arriesgar el sacar a la luz propuestas gráficas inéditas,
nuevas para el mundo.
La obra gráfica
original, una vez que es adoptada por una persona para su disfrute, cumple aún todas
las funciones: critica, educa, es gozada estéticamente y por qué no, decora el espacio
en donde se exhibe.
CAROLINA CORDÓBA
| Considero que soy una artista en desarrollo –tal vez siempre lo sea–, me falta
mucho por experimentar y descubrir. Por eso, soy estudiosa, siempre curiosa de las
posibilidades de los materiales y las formas. Pretendo ser lo más sincera posible
en mi trabajo. Quiero obedecer a mi voz interna, dejar que fluya y que tenga libertad.
Aunque generalmente,
mi propuesta artística parte de un proceso personal o de un evento de lo cotidiano.
A través del grabado, he hablado de mi historia más íntima. Desde el dolor de la
muerte, el desamor, la infertilidad, la infidelidad, el miedo y mi evolución espiritual.
Por eso, esta no está supeditada a un solo tópico, pero siempre hay un propósito
o una historia inmersa entre los surcos y las manchas.
Mi discurso
toca un tema universal, porque como seres humanos, tenemos experiencias que compartimos.
Me baso en las diferentes etapas que como mujer y en este contexto que me tocó vivir,
he podido registrar.
Grabar y crear,
es una necesidad para mí. El oficio me equilibra.
HERNÁN ARÉVALO
| En mis grabados siempre o casi siempre existe un cuestionamiento a la sociedad
y al individuo en su entorno. Lo espiritual es sacudido por imágenes que le estorban
en su espacio, una constante amenaza o alerta. Los espacios se llenan de símbolos,
graffitis, flechas, animales asechando, lunas rayadas y figuras de neón, siempre
cuestionando a dos tiempos lo rural y lo urbano; lo pagano y lo religioso, con animales
como testigos de rituales y sacrificios.
JORGE CRESPO
| En torno al concepto que intento elaborar, el migrante no sería únicamente el
individuo que deja una supuesta patria (o matria), vinculante con la raíz, la originalidad,
la autenticidad, la identidad y toda esa verdurita patológica y fantasmal del obsesivo,
sino que el migrante sería, más bien, el resultado de una pérdida mucho más radical
y emparentada con el "deseo" como condición de ser humanos. Pérdida que
supondría un des-alojamiento, una des-naturalización que funda nuestra entrada en
la deriva de los signos. Deriva que nos convierte en náufragos marcados por las
palabras, en seres profundamente textuados buscando, más allá de ellas, la patria
imposible.
FABIO HERRERA
| “Una imagen visual habla más que mil palabras”. Por lo tanto los grabadores tenemos
un arma poderosa: la gráfica, la producción de imágenes, el lenguaje directo, la
sátira, el humor negro, etc. El cerebro humano
está diseñado para que se pueda explotar de muchas maneras. Los artistas grabadores
debemos tener clara nuestra identidad en el sentido de que somos denunciantes de
la injusticia, de la corrupción, de los maltratos a los demás seres humanos. En
fin de cuentas el grabado es un hecho social. En el grabado se sintetiza la libertad
creativa, el mensaje y la belleza de la imagen.
Fernando Rudín |
EL
ORO DE LA SEMBLANZA
ALBERTO MURILLO HERRERA (Costa Rica,
1960). Artista grabador, Master of Fine Arts de la Universidad de Iowa, profesor
catedrático de la Escuela de Artes Plásticas de la Universidad de Costa Rica. Dedica
sus actividades docentes, de investigación académica y de producción creativa alrededor
del grabado en madera, la litografía, el grabado en metal de talla directa y la
monotipia principalmente, además de papel hecho a mano y la encuadernación artesanal
y el libro de artista. • CAROLINA CÓRDOBA ZAMORA (Costa
Rica, 1969). Es ex bailarina de la Compañía de Danza de la Universidad de Costa
Rica, recibió el Premio Nacional en Danza como mejor intérprete del 2003. Tiene
un Bachillerato en Artes Plásticas con énfasis en Grabado y es egresada de la Maestría
en Artes de la misma universidad. Recibió el Premio Áncora de La Nación en el 2004
por la investigación compartida con la artista Sila Chanto (1969 - 2015) “Las Peras
del Olmo”. Obra gráfica de Emilia Prieto. Tiene su taller de orfebrería y grabado
en Barrio Escalante, San José, Costa Rica.
• JORGE CRESPO (Costa Rica, 1963). Grabador y pintor graduado de Artes
Plásticas en la Universidad de Costa Rica. Ha estudiado y trabajado como asistente
en el Taller de Grabado en la Escuela de Artes Plásticas bajo la dirección del MFA
Rudy Espinoza, MFA Ronald Mills y el Prof. Héctor Burke. Se ha especializado en
el área de gabado llegando a dominar sus diversas técnicas, tales como xilografía,
serigrafía, litografía, colografía y grabado en metal. Sus obras han sido publicadas
en varias revistas y periódicos en Costa Rica y expuestas en Costa Rica, Estados
Unidos, España, Perú, Méjico y Bolivia. • FABIO HERRERA (Costa
Rica, 1954). Pintor, grabador, dibujante, instalador. Ha expuesto en más de 100
muestras en Asia, Europa, Latinoamérica, Usa. Ha publicado libros de su pintura,
acuarela, serigrafía, xilografía. Sus obras se encuentran en importantes colecciones
de diversas latitudes. Ha obtenido diversos reconocimientos internacionales y en
su país de origen. • HERNÁN ARÉVALO (Costa
Rica, (1963). Es egresado de la Escuela de Bellas Artes
de la Universidad de Costa Rica. El grabado en madera a color (cromoxilografía)
es su técnica preferida. Desde 1988 se dedica a esta labor y le gusta grabar animales
y la figura humana, pero siempre buscando un estilo particular, además de la identidad
latinoamericana y la cultura popular actual. Ha publicado varios libros con la temática de sus
grabados. Expone con regularidad en su país de origen y en otras latitudes. • FERNANDO RUDÍN (Costa Rica, 1958).
Es
ingeniero civil por la Universidad de Costa Rica, y Bachiller en Bellas Artes con
énfasis en acuarela por la Universidad Continental de las Ciencias y las Artes.
Anteriormente cursó estudios de la carrera de Artes Gráficas en la Universidad de
Costa Rica. He realizado diferentes exposiciones
individuales y colectivas con sus xilografías
y las técnicas mixtas con monotipia. Ha participado en diversos eventos regionales.
Sus grabados integran importantes colecciones en diversos países.
*****
Agulha Revista de
Cultura
Número 112 | Abril
de 2018
editor geral | FLORIANO
MARTINS | floriano.agulha@gmail.com
editor assistente
| MÁRCIO SIMÕES | mxsimoes@hotmail.com
logo & design
| FLORIANO MARTINS
revisão de textos
& difusão | FLORIANO MARTINS | MÁRCIO SIMÕES
equipe de tradução
ALLAN VIDIGAL | ECLAIR
ANTONIO ALMEIDA FILHO | FEDERICO RIVERO SCARANI | MILENE MORAES
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