1. MARITHELMA COSTA | Libro del extrañado
No es por simple azar que
Alvarado Tenorio abra su poemario escrito en New York, Libro del Extrañado, con una cita de Al-Mu’tamid, rey de Sevilla. A
pesar de los nueve siglos que los separan, y como para confirmar que ni el
mundo ni los hombres han cambiado demasiado, en los textos de los dos poetas se
perciben una cosmovisión y poética semejantes. Al-Mu’tamid debe salir de
Sevilla tras la entrada almorávide, Alvarado Tenorio se ve obligado a marcharse
de Colombia. En el nuevo entorno –ya el Magreb, ya los Estados Unidos–, ambos
poetas experimentan la marginación y se dedican a escribir sobre la nueva
realidad que los rodea. Esta escritura no se va a apoyar en oscuridades
conceptuales ni en barroquismos formales, sino que va a tratar de formar las
cosas lo más directamente posible. En el texto de Al-Mu’tamid leemos:
Que no
te seduzca la hermosura de un mundo
tejida
con dos tiras de oro huidizo.
La
primera, espejismo de una vana esperanza;
la
segunda, un camino de polvo y cenizas.
Alvarado
Tenorio no se deja seducir, y en Libro
del Extrañado se propone poner
al lector sobre aviso a fin de que este tampoco se embauque. El poemario
explora tres temas fundamentales: el poder, el tiempo y el exilio. Este último
adquiere a través del texto dos significados complementarios.
Por un
lado, refiere al hecho de no poder estar en un lugar concreto, es decir, en
Colombia; y por el otro, en su acepción más abstracta, remite a un no estar
dentro de una realidad, a un preferir mantenerse fuera, observándola. Mediante
este “exilio” voluntario, el poeta consigue distanciarse del mundo que
describe, y esta distancia le confiere a sus textos una perspectiva y eficacia
indiscutibles.
Alvarado
Tenorio practica una verdadera poética de la sospecha. Con una técnica que no
está desprovista de ironía, sus poemas comienzan describiendo inocentes hechos
y prácticas del mundo. Sin salirse en ningún momento de tono y siempre dentro
de los márgenes de lo aceptado, los textos van acumulando significados,
remitiendo a usos e ideas comunes, ante los ojos de un lector que incauto
comparte la imagen del mundo que el texto refleja. Sin embargo, hacia el final
del poema, se lleva a cabo la inesperada inversión que revierte todos los
significados hasta allí acumulados. El autor coloca en la coda de los poemas una pequeña bomba de tiempo que estalla en el
momento de la lectura y le quiebra al lector todas las ideas por las que fue
guiando su lectura. El cosmos que el poema fue reflejando y construyendo se
boicotea y estalla, y en el estallido se multiplican e irradian sus
significaciones. El lector se ve entonces obligado a volver sobre sus pasos y a
releer poema y mundo bajo una nueva perspectiva. El primer poema, De la aristocracia, ilustra a la
perfección este mecanismo. Comienza enumerando los legados de la tradicional
clase dominante:
De la
aristocracia
queda
todo,
la
buena voluntad,
el
amor al prójimo,
las
buenas maneras
y el
calor humano.
El
guiño irónico que se ha ido transparentando en la selección de semas se amplia
y estalla en carcajada en la parte final del poema, en la que el poeta presenta
la otra cara de la moneda:
Nosotros,
los siervos,
nos
complacemos
en
copiar.
Con
esta tajante afirmación se establece el tono central de Libro del Extrañado: el yo poético se declara abiertamente entre
los marginados y su visión del mundo y de la historia va a estar teñida por
esta perspectiva. En El Zócalo, se
recrean las hazañas de la conquista de México. El poema abre con un yo poético
en un estado de aparente y fervorosa admiración ante la plaza central de esta
ciudad:
Esta
mañana he visto una España Imperial
desconocida,
no imaginada por Felipe Segundo.
Hernán
Cortés supo qué fundaba en Tenochtitlán:
la
Nueva España, la única heredera de Isabel y Fernando.
La
inmortal y corrupta España vive en México
y e!
Zócalo es su espejo y memoria.
Antes
de partir recorre los signos del tiempo.
Unos
hombres ofrecen, al lado de la catedral
los
más antiguos y perdurables oficios:
cerrajero,
fontanero, zapatero, soldador, adivino...
confirmado
al Extremeño
cómo
su obra no ha sido exterminada.
La
mullida alfombra de “memoria y recuerdo” que el texto fue construyendo al
lector se le arranca abruptamente de los pies para asestarle un golpe
inesperado. El juego con los prefijos del índice inicial se repite en el último
verso. Sin embargo, esta vez el mecanismo se halla reforzado a nivel fónico por
la presencia, en la penúltima línea, del apelativo “Extremeño”. La sorpresa
ante este símbolo “ex” frente al sema “terminada” remueve los cimientos del
poema y le confiere una fuerza dramática impresionante.
El
tiempo es otro tema fundamental de Libro
del Extrañado y el poema Un hombre me
vendió una silla lo desarrolla hasta sus máximos límites. De nuevo parece
el recurso de la enumeración, pero esta vez se halla en función de la
recreación de la vida de un hombre:
La he
comprado
para
ver su mundo: cartas
plantas, lámparas, alfombras
vajillas, miradores, caperuzas, telas
El paso del tiempo se hace obsesivo
en los versos intermedios:
Objetos que sobreviven a sus arrendatarios
y nos sobrevivirán,
la caoba es más perdurable que la carne,
el ciprés más vivo que unos ojos,
Pero el poeta se da cuenta de ello a
tiempo y con un simple dístico pone punto final a un discurso que amenaza
hacerse demasiado retórico:
Estas basuras
cambian de anciano cada semana.
El último poema de la colección, Proverbios de uno llegado a los cuarenta,
resume las reflexiones del autor ante los tres temas básicos del poemario. El
texto abre con una serie de consejos para uno que ha llegado a la cuarta
década:
No hables. Calla. Mira como las cosas a tu
alrededor se pudren.
Confía sólo en los niños y los animales.
y de los ancianos aprende el miedo de haber vivido
demasiado.
A tus contemporáneos pregunta sólo cosas prácticas
y comparte con ellos tus fracasos, tus
enfermedades,
tus angustias, pero nunca tus éxitos.
De tus hermanos ama el que está lejos
y teme al que vive cerca.
Quien no pudo cambiar su país antes de cumplir la
cuarta década
está condenado a pagar su cobardía por el resto de
sus días.
Los héroes siempre murieron jóvenes.
No te cuentes, entonces, entre ellos.
y termina tus días
haciendo el cínico papel de un hombre sabio.
Con
esta admirable línea se cierra Libro del
Extrañado, texto lúcido, que condensa una trayectoria vital y una visión
del mundo. Harold Alvarado Tenorio sabe cuál es su posición, y nos recuerda a
los antiguos filósofos griegos –pensemos en la leyenda de Diógenes de Sínope y
su lámpara–, que se dedicaban a inquietar sistemáticamente a sus conciudadanos.
La lámpara de Alvarado Tenorio es la escritura, y con ella va en busca, tanto
dentro de sí como fuera, a ese que finalmente pueda cumplir el papel cabal de
un hombre sabio.
NOTA
Publicación original: Revista Iberoamericana, Pittsburgh, nº 137, 1988.
2. MARÍA
ANTONIETA FLORES | Summa palabra
Cuerpo y palabra son un único espacio. Lo que se olvida o
se desatiende, a veces, es que sólo y únicamente se escribe con el cuerpo y
desde él. La palabra es, lo explica James Hillman, la especificidad que nos
distingue de los demás animales.
El
lenguaje no es algo desconectado del cuerpo, habita en él y es gracias a él.
Así lo demuestra la suma de la obra poética de Harold Alvarado Tenorio, ahora
reunida en un solo volumen titulado Summa
del cuerpo. Desde la conciencia de esta relación el poeta colombiano hace
del cuerpo uno de los ejes donde se sostiene su poesía. La palabra “llega desde
abajo”, desde lo profundo y lo oscuro y desde el cuerpo que posee su propio
código inexpresable pero muy próximo a la poesía: “El falo y la vagina saben un
lenguaje/ más fuerte, más severo, más exigente.”Y, desde lo visceral emerge el
poema, se hace de tanto dejarlo habitar la carne, pues “Tallar el cuerpo era (y
es, agrego) también tallar el alma”.
Poema y
cuerpo son una misma entidad. Esta integración que se manifiesta en la obra del
poeta, resuelve el tránsito vital que se elabora desde una herencia claramente
kavafiana. Su famoso poema “La patria” es hijo y deuda de La ciudad de Kavafis. Igualmente esa distancia de contarse desde el
otro lo revela descendiente de este poeta griego que marcó definitivamente la
poesía del siglo XX.
Alvarado
Tenorio, viajero físico e interior, moviliza libremente su voz en el tiempo y
en el espacio para construir un mundo poético desde la imagen del personaje
histórico y ficcional. No se enmascara, sino que amplía su yo al conectarlo con
imágenes pretéritas y desconocidas. Esto revela un proceso interior que va más
allá de la exploración del yo y que se adentra en los pasajes ocultos, umbríos
de la humanidad.
Un
poema como “Manuela lee a Melville la
carta de la fortuna” es revelador de todo esto y además es clave para
develarnos el destino del artista: “Para acabar con el mal y el dolor,/para no
contaminarse,/a las almas sensibles/ sólo queda la pobreza y la miseria”. Por
otro lado, el poema “Lector” es la
contraparte del anterior. Elabora la compleja trampa que tiende una pasión. La
lectura sólo deja “los días y los meses de comercio/ con libros y metáforas”
mientras el tiempo arrebata el cuerpo.
El
aspecto más logrado de su poesía es lo amoroso, discurso que construye desde la
sensualidad y la erótica grecolatina tamizada por una mirada contemporánea que
revela de nuevo la deuda kavafiana. El amor es un instante, encuentro. No hay
continuidad. Reconoce así la imposibilidad del amor y sólo expresa la vivencia
de los cuerpos en pos de esa imposibilidad o tras un asidero para seguir
viviendo.
La
tragedia presente y vital hilvanada en lo distante, lo extranjero, deviene en
única posibilidad de dar cuenta de sí mismo desde el otro. Sólo queda
despersonalizarse para restituirse en la palabra y ser más persona, más cuerpo
sufriente y padeciente. La distancia que esto requiere es producto de mirarse
extranjero de sí mismo para reconocerse entero. Pero no hay evasión en su
poesía, sólo una curva que desnuda más el momento presente y allí están “las
señales de muerte/ que castigan las calles” y un clamor: “¿Quién nos quitó la
realidad/ y sólo nos dejó el deseo?”
Y desde
ese clamor, el cuerpo siempre padeciente y pleno en gozo, construyéndose en las
palabras, en el poema.
NOTA
Publicación original: Kalathos, Caracas, n° 12, julio de 2003.
3. FRANCISCA
NOGUEROL | Harold Alvarado Tenorio
Es un placer para mí presentar hoy
en el Encuentro de Poetas Iberoamericanos al profesor, ensayista y reconocido
crítico colombiano Harold Alvarado Tenorio, polémica figura de las letras por sus
siempre controvertidas declaraciones sobre el mundillo literario, los cenáculos
y la espectacularización de las artes. Así, resultan de sobra conocidas sus
diatribas, incluidas en libros de ensayo y difundidas últimamente a través de
la revista Arquitrave, publicación
que cuenta sólo con 300 ejemplares impresos pero que Alvarado, como responsable
de la misma, ha tenido la intuición de lanzar al mundo en edición virtual para
contribuir a su espectacular difusión.
Apasionado y dotado de una
hipersensibilidad que lo hace escudarse con frecuencia tras la máscara de la
mordacidad, su buen gusto queda probado en su admiración por figuras como Jorge
Luis Borges –sobre quien presentó en los años setenta una tesis doctoral en la
Universidad Complutense de Madrid–, Luis Cernuda y Octavio Paz. Asimismo, ha
traducido con sensibilidad a autores como Kavafis, Eliot o diferentes poetas
eróticos chinos, que reunió en la antología Poemas chinos de amor
y que, de alguna forma, dan cuenta de los incontables viajes –reales y
literarios– del autor. En su vertiente crítica, destaco su ensayo sobre los
poetas españoles de los cincuenta –de Barral a Gil de Biedma (figura titular de
Arquitrave), de Caballero Bonald a
González o Brines (cuyo Premio Reina Sofía celebramos este año)– y sobre su
generación en la lírica colombiana, a la que supo tildar con acierto de
“desencantada”.
De él ha dicho con acierto Luis
Antonio de Villena: “Oscilando entre Borges y Kavafis –menos incompatibles de
lo que creería un lector no avisado– sus ardientes y sabios poemas (que también
recorren muchas geografías) son ejemplo de la mejor poesía del siglo XX.
Inquieto, inquietante y heterodoxo, desde el sexo a la política”.
Culto y admirador de los clásicos, de los que
hereda una desinhibida vocación por la vida y el placer, de su pluma han
salido títulos como Pensamientos de un
hombre llegado el invierno (1972), En
el valle del mundo (1977), Libro del
extrañado (1980), Recuerda cuerpo (1983),
El
ultraje de los años (1986)
-con el que obtuvo el Premio Internacional de Poesía Arcipreste
de Hita-, Espejo de máscaras (1987), Summa del cuerpo
(2002), Ultrajes (2005), y 25 (2010).
Los títulos de sus obras dan buena
cuenta de su poética, marcada por los grandes temas del amor –de ahí la
preeminencia de nociones como “deseo” y “cuerpo”–; el tiempo –siempre
ineluctable en su avance, lo que provoca la mirada maravillada del sujeto
lírico ante los instantes fugaces de plenitud, el canto al “Carpe Diem” y la
nostalgia por lo que ya fue, con especial incidencia en los deslumbrantes
periodos vitales de la infancia y la juventud–; y la muerte, equiparada a la
pérdida física pero, también, a lo que pervierte al hombre de su humana
condición: el poder, la riqueza y la persecución del prestigio.
…Ni huesos ni polvo de huesos
quedará de nuestra soberbia,
vuestra vanidad,
nuestro apetito,
vuestra ruindad,
nuestro rencor
vuestra indecente codicia
de ser peor que los otros
es decir, nosotros.
Tras los ardores de la juventud
–único momento de salvación posible en una existencia marcada por “el infierno
de los otros”–, al poeta sólo le queda el refugio kempisiano de recluirse “in
angulo cum libro” o, lo que es lo mismo, de desear lo que ha sabido decir
maravillosamente Juan Antonio González Iglesias en un poemario reciente: “un
ángulo me basta”. De hecho, podemos leer entre sus versos esta melancólica
confesión:
Los héroes siempre murieron
jóvenes.
No te cuentes entre ellos,
y termina tus días
haciendo el cínico papel de un
hombre sabio.
De ahí su reivindicación de una lírica reflexiva,
producto de un oído siempre atento a la música verbal. Como destaca en su
reciente “Cartagena de Indias, circa 2009”, tan cercana a “Canto de amor a la
poesía”:
(…) Sólo
las palabras,
urdidas y ordenadas
con silencio
en una perenne soledad,
resuenan
qué fuimos una vez.
Repítelas.
Entonces volveremos.
Harold Alvarado, poeta rebelde e
independiente, entre el hedonismo y el estoicismo que provoca saberse víctima
del estrago de los años –recordemos en este sentido su fervor hacia la palabra
“ultraje”–, se muestra, en definitiva, como un creador vitalista e intenso, por
lo que deseo terminar mi presentación con algunos de los versos, tomados de “En
el valle del mundo”, que, en admirable paradoja, mejor lo definen:
…Haber perdido las buenas formas y el
calor:
y que las
cuatro cosas que más he odiado se
hayan apoderado
de mí:
La tos y el
olvido,
la enfermedad y
el dolor.
Haber gritado
oliendo un
capullo purpúreo de violeta,
los tonos
escarlatas de la anémona,
el encendido rubor de las rosas…
NOTA
Publicación original: XIII Encuentro de Poetas Iberoamericanos de Salamanca [2010].
MARITHELMA COSTA (Puerto Rico, 1955). Estudió Filosofía en las universidades de Puerto Rico y Autónoma de Madrid, y Literatura en Columbia y The City University of New York donde se recibió de doctor en literatura medieval española. Ha enseñado en la Universidad de Paris y en The Graduate Center of The City University of New York, escrito poesía y prosa, y recibido premios de la American Poetry Association.
MARÍA ANTONIETA FLORES (Venezuela, 1960). Poeta, ensayista, crítica literaria y profesora universitaria venezolana, magíster en Literatura Latinoamericana, editora y directora de la revista El Cautivo.
FRANCISCA NOGUEROL (España, 1950). Doctora en Filología Hispánica de la Universidad de Sevilla y Profesora Titular de Literatura Española e Hispanoamericana de la Universidad de Salamanca.
KAREL DEMEL (República Checa, 1942). Diseñador gráfico e ilustrador, expone con frecuencia en países como Alemania, Bélgica y los Países Bajos. Su obra contempla un diálogo permanente con temas figurativos que el artista encuentra en ambientes teatrales, poéticos y musicales. Karel es el artista invitado de nuestra edición.
Número 241 | outubro de 2023
Artista convidada: Karel Demel (República Checa, 1942)
editora | ELYS REGINA ZILS | elysre@gmail.com
ARC Edições © 2023
∞ contatos
https://www.instagram.com/agulharevistadecultura/
http://arcagulharevistadecultura.blogspot.com/
ELYS REGINA ZILS | elysre@gmail.com
Nenhum comentário:
Postar um comentário