George
Harrison es el más joven de los cuatro Beatles, y siempre se mantuvo a la saga de
los protagonismos de los fundadores del grupo, John Lennon y Paul McCartney, quienes
produjeron el mayor número de canciones y composiciones, además de llevar las riendas
de la agrupación en cuanto a presentaciones y contrataciones. Harrison se vio urgido
de crear sus propias composiciones y de irlas distribuyendo discretamente a lo largo
de toda la existencia del cuarteto. En los álbumes siempre figuraban dos o tres
piezas de su autoría donde él llevaba la voz cantante (como lo hacían John y Paul
con las suyas), con lo cual sus composiciones fueron adquiriendo un sello peculiar
que más tarde, después de la disolución del grupo a fines de los años sesentas,
adquirió peculiaridades definitorias para él y para la historia de la música pop.
George
es el menor de cuatro hijos de Harold y Louise Harrison. Sus padres eran obreros
en fábricas y transportes de Liverpool; de niño George siempre fue muy independiente
y adelantado en los estudios. Hizo su primaria en un colegio de Penny Lane y después
en el Instituto de Liverpool desde 1954 donde estudiaban también John Lennon y Paul
McCartney, algunos años mayores que él. Era muy rebelde; no le gustaban mucho las
clases, vestía de modo llamativo y llevaba el cabello largo. Ahí poco a poco fue
trabando amistad con John y Paul; sobre todo con John, quien comprendía su rebeldía.
Poco a poco fue encaminándose en la escuela.
Su
madre siempre sintió interés por la música y el baile. A George le gustaba el teatro
y los títeres y un día su madre le compró una guitarra que tuvo abandonada varios
meses en un desván, hasta que un día se la llevó a su amigo Pete Best para que se
la arreglara. George siempre contó con los suficientes ánimos de su madre para hacer
todo; luego de comprarle una guitarra nueva George tuvo la iniciativa de formar
un grupo donde tocaba el instrumento; así
anduvo en grupos pequeños hasta que un día conoció a Paul McCartney, quien le invitó
a formar parte de los Quarrymen en 1958. Después conoció a John, quien le estimuló
mucho a que tocara una pieza, (“Raunchy” se llamaba) y a imitar a un guitarrista
llamado Eddie Clayton. Por la diferencia de edad, John y Paul no lo aceptaron demasiado
pronto. Pero George sabía muchos más acordes en la guitarra que sus compañeros y
empezaron a escribir canciones y a ir a su casa. Pronto George y John se hicieron
amigos; a John le gustaba mucho su manera de vestir. John era el jefe de los Quarrymen
e intentaba conseguir actuaciones y un nuevo baterista para poder ir a participar
en la contienda musical en la ciudad. Ensayaban en sus casas. Hasta que un día John
se hizo asiduo en casa de George en Upton Green, cuando la familia le permitió ir
con frecuencia.
Ahí
comenzó todo. Después de los Quarrymen vinieron los Moondogs, y los Silver Beetles.
Después fueron a Escocia, el Cavern Club y a Hamburgo donde conocieron a Klaus Voorman
y Astrid Kirchner, quienes los impulsaron y motivaron mucho. En ese momento tocaban
con el baterista Pete Best (quien fue sustituido luego por Ringo Starr) y más adelante
a Brian Epstein en Londres, que los lanzó como grupo internacional. Lo demás es
historia sabida. Los periódicos comenzaron a hablar de ellos tanto en Inglaterra
como en Estados Unidos, e iniciaron sus giras y sus grabaciones exitosas.
Como
decíamos, la personalidad musical de George Harrison se fue configurando lenta y
efectivamente, sin dejar de incorporar sus logros al sonido Beatle tan propio y
decisivo para las composiciones del dueto Lennon-McCartney, sobre todo en lo concerniente
a los aportes de su voz y su guitarra, conociendo
cabalmente sus aportaciones al sonido integral del grupo, lo cual se observó en
una primera instancia en las piezas de rock de Estados Unidos. Sin embargo, George
siempre se vio inclinado a la introspección, lo cual le hizo dirigir su atención
hacia la música y la filosofía orientales, especialmente después de su viaje a la
India y de sus contactos con músicos como Ravi Shankar, quien le enseñó durante
varios meses acordes de esa música y a tocar el Sitar. Harrison no vaciló en incorporar
estos sonidos a sus piezas, como en los casos de los álbumes Rubber Soul (1965) y Revolver (1965).
Habría
que reseñar brevemente las piezas de Harrison desde los inicios. En el álbum With the Beatles (1963) tenemos a “Don´t
bother me” (“No me aburras”) y “I'm, happy just to dance with you”; ésta última
forma parte del álbum A hard day's night
sobre cuya base se hizo una película y que considero la primera gran interpretación
de impacto vocal de Harrison, hasta que consigue
su plena expresividad en el rock cuando canta “Roll over Beethoven”, de Chuck Berry.
Otras de estas canciones son “You know what to do” y “Everybody's trying to be my
baby” (de The Beatles for sale) habían
marcado ya el peculiar estilo de Harrison que, preciso es decirlo, fue desenvolviéndose
con la mayor naturalidad, sobre todo al contacto de lo que hemos llamado la primera
etapa Beatle del rock and roll, para ingresar años más tarde en el terreno de lo
pop propiamente dicho, esto es, a la experimentación con los elementos de la vanguardia
musical, plástica, artística, cinematográfica y literaria del momento, tal como
se presentaba en ciudades como Londres, París, Lisboa, Nueva York, Bonn, Chicago
y también por supuesto en algunas ciudades latinoamericanas como Buenos Aires, México,
Río de Janeiro o Caracas. En todo caso, la cultura pop estaba entonces en su apogeo
y Los Beatles eran sus principales representantes musicales.
El
primer álbum propiamente pop de los Beatles quizá es Help!, donde Harrison tiene una tímida representación en canciones como
“You like me too much” y sobre todo “I need you”. En ésta última, sobre todo, está
presente el estilo característico de Harrison, con el debido uso de sintetizadores
y de efectos sonoros que le dan un toque especial y una voz perfectamente distinguible
y no tan brillante, un tanto más seca. Se trata de una canción de amor y es quizá
uno de los embriones musicales de Harrison en esta modalidad, de la necesidad de
ser amado, comprendido, tema que campea en buena parte de sus composiciones y de
la que “I need you” es representante.
En Rubber Soul (1965) sí se plasma ya de una
manera clara la estética musical de Harrison en piezas como “Think for yourself”
y “If I needed someone” donde se advierte a las claras cuáles serían en adelante
sus mejores recursos expresivos: la primera voz se desplaza por el tema con una
consistencia enorme, sin fisuras, acompañada de las brillantes voces e instrumentos
de sus amigos y de una percusión esmerada de Ringo Starr, a la par de sostener un
fraseo largo que no decae nunca. Demás está decir que Rubber Soul es uno de los grandes álbumes de la historia del pop.
En
un nivel expresivo similar se encuentra Revolver
(1966) que Harrison inaugura con la joya “Taxman”, a mi modo de ver una de las composiciones
más innovadoras de la música pop, donde la batería de Ringo y los coros soberbios
de John y Paul impulsan la voz de George hasta límites extraordinarios, con una
letra irónica sobre el personaje del Tasador, el hombre de los impuestos que puede
cobrar por todo. Otra, “Love you too” también nos indica una renovación dentro de
su búsqueda musical con la debida incorporación del Sitar. Lo mismo nos dice la
lograda “I want to tell you”, donde vuelven a brillar las guitarras de John y George
y el espectacular bajo de McCartney hace de las suyas con el apoyo de la batería
de Ringo. No abundemos ahora en el repertorio de Lennon-McCartney presente en este
disco, que venía construyendo la antesala para el trabajo discográfico que es considerado
obra maestra de la música pop: Sergeant Pepper
Lonely Heart's Club Band (1967).
No
nos explayaremos en la observación de este disco, pues sobrepasa los límites de
este trabajo debido a la cantidad de logros que implica. Bástenos decir que involucra
el mayor crisol de recursos musicales empleados por Los Beatles hasta ese momento,
con la oportuna colaboración técnica de George Martin, Phil Spector, Klaus Voorman
y otros tantos amigos de los Beatles algunos de los cuales aparecen en el magnífico
collage de Voorman en la portada del disco. El diseño de este álbum dio en el clavo
del mensaje estético y cultural del momento, congregando en esta fábula moderna
a una buena cantidad de artistas actores, escritores, hombres de ciencia y genios
de cualquier tiempo conectados todos a una soledad compartida, con los mejores recursos
del arte psicodélico. Con este álbum florecen Los Beatles y su arsenal de dispositivos,
técnicas y mixturas sonoras entre lo electrónico y lo acústico, lo experimental
y lo tradicional, donde cada pieza brilla en sí misma. La de Harrison es “Within
you without you”, donde el uso del Sitar hindú y los sonidos orientales y espirituales
alcanzan un nivel notable.
En
diciembre de 1967 se grabó el EP (Extended Player) Magical Mystery Tour, otra de las joyas pop de Los Beatles. Es de notar
que A hard day's night, Help! y Magical Mystery Tour se hicieron películas
y que estas imágenes de Los Beatles haciendo disparates, chistes y gestos dieron
origen a los primeros video-clips y contribuyeron a la promoción y venta de sus
discos. La pieza maestra de Harrison en este disco es “Only a Northern Song”, cúspide
de la expresión alucinante del pop donde apreciamos efectos electrónicos, montajes
y collages sonoros que mucho tienen que ver con ese viaje mágico y misterioso, donde
no faltan las referencias a los trayectos psicodélicos y una estética del colorido,
magnificada con las imágenes alucinantes y surreales también presentes en El submarino amarillo (1968) la famosa película
de George Durning que contribuyó a divulgar, como ninguna otra, esa imagen fresca
de Los Beatles cargados de alegría, amor, paz y esperanza.
En
el Álbum Blanco doble The Beatles (1968)
tenemos una muestra muy reposada, madura diríamos, del talento de Los Beatles, donde
George Harrison tiene una participación determinante con varias piezas: “While my
guitar gently weeps” que alcanzó rango de clásico por el maravilloso acabado de
las guitarras logrado junto a Eric Clapton y al sentido poético que contiene. Otras
son “Savoy Truffle” y “Long long, long” donde el Sitar se muestra en perfecto matrimonio
con la voz y la composición de Harrison, y nos da una idea muy justa de su interioridad
y espiritualidad.
En
Abbey Road tenemos uno de los discos LP
donde Los Beatles vuelven a sus orígenes rockeros en una especie de despedida, con
varias obras maestras entre las que destacan “Come together”, “Because” y “I Want
you (She´s so heavy)” de John Lennon, y otra de las más logradas de Harrison que
pronto recorrió los pentagramas del mundo: “Something”, considerada una de las composiciones
más perfectas de la música popular de todos los tiempos. Una vez más, la guitarra
y la voz de George se ensamblan como nunca. Otra de las canciones más elevadas de
Harrison celebrando al amanecer y la naturaleza en este disco es “Here comes the
sun” dueña de una reposada atmósfera de contemplación.
En
Let it be (1970), el postrer álbum de
Los Beatles, Harrison tiene una participación mínima con una especie de vals, “I
me mine” muy gracioso. Durante la grabación de este disco --que también se llevó
al cine en una especie de documental-- se advierten la cantidad de diferencias,
fricciones y tensiones entre los integrantes del grupo, ya a punto de disolverse.
Tuvieron, sí, la idea genial de hacer el documental grabando una de las escenas
en una azotea de Londres, con un efecto impactante en el público que ha sido objeto
de homenaje y parodiado por otros grupos.
Lo
que habría que poner de relieve en de la personalidad de Harrison serían su introspección
y su espiritualidad, ya desarrolladas con amplitud en su carrera individual. Ello
se nota de inmediato en su reconcentrada creatividad.
Harrison
siempre fue una persona de complexión delgada y bastante enfermiza; tenía un temperamento
reflexivo y ligado a la interioridad más que al mundo circundante, y bastante crítico
del estamento occidental de la religión católica y de las costumbres tradicionales
acuñadas; de ahí su rebeldía desde muy joven, su propensión a buscar otras vías
de enfrentar el mundo.
Justamente,
su producción inicial individual estuvo encaminada desde un principio a ayudar a
los damnificados hindúes en Bangla Desh, en un concierto con figuras del rock para
recabar dinero y ayudar sobre todo a los niños que morían de hambre en aquel país
africano. Allí le acompañaron Bob Dylan, Eric Clapton, Leon Rusell y muchos otros.
Luego vendrían sus álbumes de estudio: All things must pass (1971), Living in the material world (1973) Dark Horse (1974), Extra texture (1975), Thirty
three 1/3 (1976), Electronic Sound, Somewhere
in England (1981), Gone troppo (1982),
Let it roll, Cloud Nine (1987) y Brainwashed
(2002). Harrison fundo una disquera, Dark Horse,
donde grabó casi la totalidad de sus álbumes de estudio, mientras que Apple Records
lanzó al mercado varios recopilatorios: The
Best of George Harrison (1976), Best of
Dark Horse (1989); mientras Capitol lanzó Let it Roll. Songs of George Harrison (2009) y en 2012 Early Takes. Como sabemos, Harrison falleció
debido a un cáncer en el año 2001.
Harrison
siempre se cuidó de los favores fáciles de la “sociedad”; de los envanecimientos
de la fama y de la opulencia que suele prodigar el éxito material, refugiándose
en la meditación. Prefirió buscar en la ascesis y el recogimiento aquello que podía
salvarlo del egocentrismo y del exhibicionismo superficial a que están acostumbrados
los ídolos del celuloide; captó desde muy temprano las desviaciones a que podían
conducirlo los privilegios sociales tan propios de la maquinaria del capitalismo
avanzado, que todo lo convierte en noticia espectacular (de hecho, el espectáculo
funciona aquí como un espejo narcisista, literalmente), su vida tendió al recato,
al silencio, poniendo en sus canciones la mejor parte de sus mensajes éticos y filosóficos.
En
las pocas letras que presentamos se advierte buena parte de ello, desde la época
Beatle y luego, ya más acendrada su personalidad, Harrison convierte sus canciones
a la mujer y al amor en una iniciación a la espiritualidad, donde se nota en un
primer momento una marca de adversidad existencial, de conflicto o disturbio en
la relación amorosa que pronto vira a una reflexión sobre la misma y en algunos
casos alecciona o aconseja, lo cual lo lleva una meditación moral, una crítica a
los moldes conocidos de la relación idílica que planteaba el romanticismo, por ejemplo.
El
otro elemento es el concerniente a la espiritualidad propiamente dicha para salir
de la alienación ideológica y de los formatos consumistas. El humor cotidiano o
fantasioso del músico suele tocar estos temas, sobre todo en la época Beatle, como
por ejemplo en “Taxman” y “Hey Bulldog”; en cambio en piezas como “Something” o
“While my guitar gently weeps” los mensajes poéticos con diferentes; en la última
canción la guitarra encarna por sí misma una suerte de metáfora de la poesía, de
símbolo de creación ante la rudeza del mundo exterior.
Están
por supuesto las clásicas canciones de amor a las chicas de la época Beatle; pero
luego el amor toma otros giros, para aspirar a nuevos espacios de la relación humana.
Otras son como mantras, como sílabas sagradas para lograr la comunión con Dios como
en el caso de “My sweet Lord” (“Mi dulce señor”) y aquellas como “Todas las cosas
deben pasar” o “Viviendo en el mundo material” donde Harrison despliega su mejor
espiritualidad; otras celebran la naturaleza, el sol, el amanecer, otras van dedicadas
a su amigo John Lennon (“Todos aquellos años”)
y las de índole poética con metáforas atrevidas como “Dark Horse”, (“Caballo
Oscuro”).
En
fin, en esta breve muestra de canciones puede apreciarse una buena parte del poderoso
despliegue de la creatividad de Harrison, una parte sustantiva de su hacer. Debo
insistir una vez más (como lo hice cuando traduje a Lennon y a McCartney para rendir tributo a este cuarteto que
me marcó desde la adolescencia) en la circunstancia de que las letras de las canciones
no se sostienen por si solas, pues están ligadas indisolublemente a la música, por
lo cual recomendaría a los lectores hispanohablantes sin conocimiento del inglés
que en el momento de leerlas, tengan cerca un reproductor de sonido donde puedan
escuchar las melodías de Harrison, mientras recorren estas versiones aproximativas
de uno de los músicos más influyentes de la música popular en los últimos tiempos.
*****
Edição preparada por Floriano
Martins. Agradecimentos a todos os colaboradores. Foto inicial dos Beatles
assinada por Bob Whitaker (Reino Unido, 1939-2011). Página
ilustrada com obras de Peter Blake (Reino Unido, 1932), artista convidado da presente
edição.
*****
Agulha Revista de Cultura
Número 120 | Outubro de 2018
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revisão de textos & difusão | FLORIANO MARTINS | MÁRCIO
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