sábado, 22 de junho de 2019

Agulha Revista de Cultura # 137 | Julho de 2019


• O OLHAR SURREALISTA DE BENJAMIN PÉRET

Ao apresentar Benjamin Péret (França, 1899-1959) em sua Anthologie de l’humor noir (1939), André Breton destaca seu desprendimento a toda prova, situando que antes dele nunca as palavras, e o que elas designam, de uma vez por todas escapadas da domesticação, haviam manifestado tal liberdade. É possível – assim o entendo – que Benjamin Péret e Aimé Césaire (Martinica, 1913-2008) tenha sido os dois mais autênticos mananciais – na extensão do idioma francês – no que diz respeito ao uso das associações livres que caracterizam a escritura automática. Péret soube lidar com a tormenta da criação, com essa voltagem tempestiva de seu talento criativo, de modo não a domesticá-la, mas sim que alcançar um equilíbrio natural entre fúria e quietude. A fluidez de suas imagens poéticas é sempre entranhável, revolvendo as raízes da linguagem, ao ponto de fazê-la falar uma língua selvagem e reveladora.
A presente edição, no entanto, trata menos da poética do que da política, isto considerando, sobretudo, sua dupla estada no Brasil. Aqui está reunida uma relevante documentação para a compreensão das relações estabelecidas pelo próprio Péret entre Surrealismo e Comunismo, por exemplo. Este material também nos ajudar a compreender qual o comportamento de muitos intelectuais brasileiros que o acompanharam durante o período em que viveu entre nós, ele, Péret, que foi o único poeta surrealista a viver no Brasil. A interferência política no ambiente literário é outro aspecto esclarecedor da impossibilidade de uma relação mais íntima entre Surrealismo e Modernismo brasileiro. E graças ao poeta francês, aprendemos um pouco acerca de nossa negritude e do mundo dos espíritos.
Em um dos ensaios desta edição, Jean Puyade surpreende a muitos ao revelar que Péret não hesitará, em 1944, em propor ao mesmo Breton o abandono da sigla surrealismo, tal seu temor de que o conservantismo dos epígonos desfigurasse e fossilizasse o movimento. Ao final recolhemos uma entrevista que Péret concedeu a Stefan Baciu, publicada no jornal Tribuna das Letras em junho de 1955. A seu lado temos a presença de um notável criador e intelectual mexicano, atuante em diversas áreas e que aqui comparece como artista convidado.
José Ángel Leyva (México, 1958) é um desses personagens cada dia mais raros que transitam em todas as linhas e cenários da cultura, seja como poeta, narrador, editor de revistas e livros, agitador cultural dos mais intensos em seu país. O poeta tem já uma obra consistente e renovadora no ambiente lírico mexicano. Apaixonado pela preparação de livros e revistas, essa espécie de magia de transmissão de conhecimento, Ángel Leyva conta em seu currículo com experiências à frente de editoras acadêmicas e a iniciativa própria que o levou a fundar várias revistas e sua própria editora. Dentre as revistas, a mais recente, La Otra, é um relevante painel da poesia, especialmente da lírica hispano-americana. Ángel Leyva, graças a uma inquietude que lhe afirma o espírito, é também fotógrafo. Sua fotografia, cuja trajetória estética se inicia com um olhar fascinado pela paisagem, mais recentemente mergulha em uma intensa relação com figurativismo e a pele urbana dos muros da cidade, os grafites. Desta fase atual escolhemos uma série de fotos para apresentar a público. As imagens revelam não apenas o olhar atento do fotógrafo na escolha de seus personagens, como também elas nos convidam a conhecer a capital mexicana e a magia inestimável de seus grafites, o modo como a cidade cuida bem de sua pele urbana.



• ÍNDICE

ANTÓNIO CÁNDIDO FRANCO | Brasílica de Benjamin Péret

CARLOS M. LUIS | Benjamin Péret o el mundo al revés

CLAUDE COURTOT | Benjamin Péret (1899-1959)

DAINIS KAREPOVS | Benjamin Péret: um audacioso indesejado

EMERSON GIUMBELLI | Macumba surrealista: observações de Benjamin Péret em terreiros cariocas nos anos 1930

HELENA BADELL GIRALT, GISPERT GARRETA | Benjamin Péret & Jordi de Sant Jordi: une rencontre marginale

JEAN PUYADE | Benjamin Péret: um surrealista no Brasil (1929-1931)

NILO PALENZUELA | Entre viejo y nuevo mundo: André Breton, Benjamín Péret y Gaceta de Arte

ROBERT PONGE | Imagens do Brasil, nos anos de 1955-1956, na visão do poeta surrealista e viajante francês Benjamin Péret

STEFAN BACIU | Entrevistando a Benjamín Péret



José Ángel Leyva


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EDIÇÃO COMEMORATIVA | CENTENÁRIO DO SURREALISMO 1919-2019
Artista convidada: José Ángel Leyva (México, 1958)


Agulha Revista de Cultura
20 ANOS O MUNDO CONOSCO
Número 137 | Julho de 2019
editor geral | FLORIANO MARTINS | floriano.agulha@gmail.com
editor assistente | MÁRCIO SIMÕES | mxsimoes@hotmail.com
logo & design | FLORIANO MARTINS
revisão de textos & difusão | FLORIANO MARTINS | MÁRCIO SIMÕES
ARC Edições © 2019



STEFAN BACIU | Entrevistando a Benjamín Péret


En junio de 1955 volvió a pasar algunos meses en el Brasil el poeta Benjamin Péret. Ya había estado aquí durante algún tiempo, poco después de la primera guerra, época en que se casó con la cantante Elsie Houston, con quien tuvo un hijo brasileño. Su primera estadía resulta bastante agitada, tanto por razones personales como por motivos políticos, al ser considerado el poeta como un “peligroso agitador” por parte de las autoridades.
Este hecho causó, dos décadas más tarde, un incidente pintoresco. Pocos días antes de que Péret se embarcase para Francia, luego de permanecer varios meses en el Brasil, obedeciendo a uno de aquellos misterios que solo la burocracia podía explicar, alguien descubrió que aquel hombre canoso no era más que el “peligroso agitador” de otrora…
Acometidas de verdadero pánico, las autoridades dieron en seguida los primeros pasos para expulsar del país al poeta, lo que causó, además de la conmoción general, un movimiento de protesta encabezado por varios escritores de renombre, quienes levantando su voz contra la medida policial, exigieron también prestar atención al lado ridículo del incidente, el cual amenazó con transformarse en un verdadero affaire.
Fue de tal modo como Péret abandonó nuevamente Brasil, después de que, como era de esperar, fue anulada la medida: entre desanimado e irónico, con una sonrisa en los labios, la misma que muchas veces lo abandonaba para dar lugar a una mueca, sobre todo cuando se refería a la estupidez y a la traición de los hombres camuflados casi siempre por los llamados “ideales políticos”.
Transcurridos muchos años desde aquellos días y muerto ya Benjamin Péret, humildemente, en París, a finales del ‘59, quiero relatar en qué condiciones se realizó la conversación de la cual extractamos esta entrevista casi inédita, ya que inédito puede denominarse cualquier material de este género, publicado en un suplemento literario hace casi tres lustros.
Veinticuatro horas después de desembarcado el poeta, quien pasó inadvertido, el jefe de reporteros del periódico Tribuna da Imprensa, Hilcar Leite, quien conociera a Péret en las filas del movimiento trotskista, llamó mi atención sobre su presencia en Rio de Janeiro y me encargó entrevistarlo, como poeta militante que era, acerca de la actualidad política francesa.
Francia vivía por entonces los días llenos de sorpresas de Pierre Mendés-France y, sin duda, las impresiones de un poeta militante no podían resultar más significativas.
Localizamos a Péret, quien residía en una casa rodeada de jardines sobre una calle tranquila no lejos del Corcovado, y después de concertar telefónicamente un encuentro, subimos la ladera, de noche, mientras sosteníamos un diálogo de los más interesantes e intensos, durante el cual el poeta mostróse, una vez más, como un profundo conocedor de todas las circunstancias y fórmulas políticas que jamás dejó de encarar como auténtico revolucionario, sin hacer concesiones a nadie.
Como es natural, hablamos también de poesía y acerca de sus repercusiones inmediatas sobre la vida.
Fue de tal manera como, en el transcurso de una entrevista política, surgieron las primeras preguntas sobre la actualidad del movimiento surrealista.
Así fue pues, que subí de nuevo la ladera de la calle Faro, llevando esta vez un cuestionario en el bolsillo, cuidadosamente elaborado, para no dejar escapar ninguno de los problemas que consideraba importantes.
Péret me recibió en el mismo cuarto en que habíamos conversado con anterioridad: una gran biblioteca y, al lado de una lámpara, comenzamos un diálogo que se prolonga por más de dos horas.
Tomé notas en todo el transcurso de este tiempo, intentando transcribir con la mayor precisión en francés, las palabras del poeta, para no ir a dar lugar a mal-entendidos. Asimismo, el poeta pidió que le enviase el texto, lo cual hice dos o tres días después.
Como es obvio, quedé asombrado cuando, al día siguiente, en un gran sobre blanco, recibí de vuelta mis papeles junto con un nuevo texto, revisado y ampliado por él que, de tal manera, prestaba a aquella entrevista un valor fuera de lo común. Y como forma de testimoniar su aprecio o su agradecimiento, Péret me avisó – siempre por teléfono – que no llevara ningún libro para poder ofrecerme un ejemplar, y acompañó además el texto de la entrevista con el autógrafo de uno de sus poemas preferidos: “Une botte de carottes”, con letras finas, minúsculas, el cual estampé en un cliché de la Tribuna das Letras del 18 de junio de 1955, donde en una página titulada “Benjamin Péret hace un balance del surrealismo”, presentaba varios fragmentos del diálogo. Este fue comentado con pasión por aquella época, tanto en los suplementos literarios como en las revistas políticas, ya que los comunistas no perdonaron las palabras con que Péret desenmascaró a los sacerdotes del estalinismo.
Los más recientes trabajos dedicados al estudio del surrealismo, mucho más actual por estos días que muchos de los llamados movimientos de vanguardia, muestran cuál es en realidad la importancia del lugar ocupado por Péret en la más destacada corriente de la vanguardia literaria, la cual nunca traicionó al hombre ni a sus auténticos valores espirituales.
Por eso reproducimos también el diálogo en su integridad, tal como fue puesto en nuestras manos por Péret, con su pensamiento, sin disfraces, sin máscara.
Aprovechamos el manuscrito corregido por el poeta, mas consultamos al mismo tiempo las notas que tomamos en aquella ocasión y que se conservan junto con las páginas dactilografiadas por él.
Luego de publicada la entrevista, Péret telefoneó con igual cordialidad para expresar su gratitud mientras tengamos de nuestra parte que agradecerle por la confianza mostrada.
Tratamos de concertar un nuevo encuentro, pero, como tantas veces ocurre, la rutina de la vida nos separó. Le vi por última vez, bajo una noche lluviosa, haciendo fila frente a un cine en la avenida Nuestra Señora de Copacabana. Tenía levantada la caperuza del abrigo y llevaba puesto un gran chaleco, además de su característica boina azul. Nos saludamos con la mano como si fuésemos a encontramos al día siguiente, pero el nuevo encuentro jamás tuvo lugar.
De tal modo, la sombra de Benjamin está incorporada a estas palabras fielmente suyas, las cuales constituyen un documento cuya transmisión es, para nosotros, tanto un honroso deber como un acto de conciencia.
Creo inútil, finalmente, llamar la atención sobre la actualidad de este diálogo en todos los dominios – diálogo al cual no vacilamos en calificar de actualísimo, sobre todo por estos días cuando varios de sus personajes gustarían de aparecer como desestalinizados. Con la precisión de un visionario, Péret anticipó muchas de las cosas que hoy acontecen y sus vaticinios tornan más apasionante la lectura de estas palabras que – aún en este caso – se erigen desde la vida.

SB | Durante los últimos años surgieron en Francia varios escritores de tendencia surrealista. ¿Cómo podría ser definida su actividad, cuáles son sus vínculos con las características del movimiento en su fase inicial, típicamente revolucionaria?

BP | Las acciones del movimiento surrealista no conservan, como es obvio, el aspecto espectacular que tuvieron durante los años 1923-1930 y que se perpetuó hasta después de la guerra. Esto se debe, antes que nada, al hecho de que el Surrealismo se infiltró en la vida y se manifiesta hoy bajo todas las formas. El movimiento más hostil al Surrealismo, el Existencialismo, no pudo nacer sino en oposición a este para mostrar de tal modo su existencia. Lo que otrora constituyó una reivindicación imperiosa, sufre en la peor de las hipótesis un comienzo de conformismo. En todo caso, la poesía brotada en todos los sitios del pasado no existe más. Pero nada es tan tenaz como la poesía: ella resurge por todas partes y amenaza, sin cesar, con descender a la existencia, con apoderarse de ella. Se impone, pues, una constante vigilancia. Es esta la única manera de consolidar las posiciones conquistadas en tanto esperamos que un nuevo paso al frente sea dado. El movimiento surrealista no está en modo alguno satisfecho con lo obtenido. Si fuese así, significaría que ha dejado de existir como movimiento y que está muerto, pues tan sólo los muertos han dejado de desear.

SB | Me gustaría saber cómo define las actividades del primer grupo, el de aquellos que hoy podríamos llamar los pioneros.

BP | No es menos evidente el hecho de que entre el Surrealismo de los comienzos y aquello en lo que llegó a convertirse, puede señalarse una sensible diferencia. Nosotros intentábamos actuar directamente sobre la vida, tomando parte en acciones que pretendían transformar la sociedad. Insistimos en pensar que esta debe sufrir una modificación radical. Pero, ¿cuál es la parte de la condición social del hombre que ha alienado a este la naturaleza humana? Si las condiciones sociales del hombre son susceptibles de mejoras sustanciales capaces de convertirla por un tiempo en plenamente satisfactoria, ¿será que no acontece igual cosa con la naturaleza humana? ¿Comporta esta o no una parte inalterable, productora de insatisfacción social? Realmente es imposible concebir una sociedad perfecta, puesto que los hombres son poco perfectos. No quiere esto decir que los surrealistas abandonaron su participación en las aspiraciones sociales de las clases oprimidas, aludo tan sólo a un factor humano, el cual no recibió antes de nuestra parte toda la atención deseable.

SB | Estoy enterado de que existe en París un grupo de poetas y pintores que si no está, por así decirlo, ligado oficialmente al movimiento, realiza sus actividades dentro de su órbita. ¿Cuál es la posición y la contribución de este grupo al movimiento surrealista?

BP | La guerra produjo en la juventud violentos movimientos de flujo y de reflujo los que, de un lado, la acercaron al Surrealismo y de otro lado al Existencialismo. Hay actualmente en París un grupo de jóvenes que participa del movimiento surrealista. Pero esos jóvenes no han dado lo que pueden dar, no obstante haber tenido posibilidades para hacerlo. Creo que a su estancamiento contribuyó la crítica imperante entre ellos, de acuerdo con la cual no es posible llevar a cabo ninguna acción independiente, dirigida a sobrepasar los modelos conocidos.

SB | Varios poetas que estuvieron ligados al Surrealismo o que apenas se le aproximaron, como Éluard o Aragon, o en un segundo grupo, Pablo Neruda, ingresaron al Partido Comunista y escribieron siguiendo las recetas de Stalin, para quien los escritores no eran otra cosa que “ingenieros de las almas”. ¿Cómo encara usted esta poesía estalinista?

BP | ¿Poesía estalinista? ¡Déjeme reír! Hablar de poesía “estalinista” equivale a evocar un monstruo nacido del cruzamiento de un león con una vaca. Tiempo atrás me manifesté a este respecto en un libro publicado en 1945, titulado La Deshonra de los Poetas. Decía allí, en resumen, que la poesía es esencialmente revolucionaria (en el más amplio sentido del término), y la atención de mezclarle palabras de orden político implica crear una confusión mortal, tanto para la poesía como para la revolución social. Esta última tiene a su disposición todas las formas racionales del pensar. Yo rechacé ese coqueteo venenoso y lo rechacé al considerarlo tanto desde un ángulo poético como desde un aspecto revolucionario. Le acusaba apenas de tener un valor publicitario, comparable al de los slogans con los que la prensa y la radio nos bombardean a diario.

SB | Déjeme interrumpirle un instante a fin de pedirle que concrete su pensamiento sobre los trabajos y las actividades de los tres poetas a quienes considero más representativos de esta corriente, Paul Éluard, Louis Aragón y Tristan Tzara.

BP | En aquel trabajo ataqué particularmente a Aragón y a Éluard, al primero por haber traicionado a la poesía ante su incapacidad por expresarse a ese nivel; al segundo, por haber cedido a una fatiga precoz. Desde 1935, él quería “estar tranquilo”, conforme a sus palabras, además de que gustaba de vivir confortablemente. Podía encontrar esta seguridad material con sólo pasar al catolicismo o al estalinismo, ya que valía para el caso tanto el uno como el otro. Su conversión al catolicismo (no fue esta la primera: Éluard, realizó la primera comunión a los 21 años), constituyó un escándalo y lo había desacreditado en opinión de todos, mientras que su adhesión al estalinismo podía parecer, para miradas menos alertas, como una simple continuación de sus acciones anteriores, cuando en realidad significaba una negación de sus actos. En lo referente a Tristan Tzara, pido disculpas por mencionar el nombre de este individuo... Si los anteriores son sobre todo comerciantes apreciados, este último no duda en vender mercancía adulterada; se trata del intelectual más sospechoso del estalinismo francés, encargado siempre de las más viles actividades en la prensa de la policía rusa en Francia. Su mera presencia produce en algunos deseos de vomitar, y en otros, entre quienes me cuento, un deseo de insultarlo, si alguien que se encuentra bajo el nivel de cualquier injuria puede ser insultado. Es por eso que todas las veces que tengo la desgracia de encontrármelo le cedo la vía para contrabalancear instintivamente ese azar. Y él jamás protesta: respecto a esto también ha sido un cobarde.

SB | En el panorama internacional del movimiento, varios países del Este Europeo y de los Balcanes contribuyeron con importantes nombres al desenvolvimiento del Surrealismo, especialmente en Yugoslavia, Checoslovaquia y Rumania, los surrealista estuvieron bastante activos. ¿Cómo trabajaban estos en la era de Stalin y Tito?

BP | Basta con decirle que el antiguo embajador de Tito en París y el actual jefe del estado mayor del ejército yugoslavo fueron los fundadores del movimiento en aquel país; es inútil, por consiguiente, comentar su evolución. Resulta igualmente equivocado creer que el Surrealismo haya continuado influenciando subterráneamente a los intelectuales yugoslavos. Y Tito dio prueba de ello hace poco tiempo: se baila ahora en París el joven de Zagreb (joven, pero de gran valor), Radovan Ivsic, cuya pieza teatral se presentará durante el próximo invierno en la capital francesa. En otros países de los Balcanes, y en los demás satélites de Moscú, el estalinismo corrompía, o simplemente asesinó, a todos los intelectuales ligados al Surrealismo. Es este el caso de Checoslovaquia, donde fueron muertos todos los surrealistas, excepto mi gran amiga Toyen, quien consiguió fugarse en el momento preciso.

SB | Sé que su presencia en el Brasil constituye una segunda visita, así como también estoy enterado de que durante la guerra vivía algún tiempo en México, donde participó, con André Breton, en movimientos literarios y artísticos de la vanguardia. Sé, al mismo tiempo, que estudió la influencia del Surrealismo en los países del hemisferio. ¿Qué nombres importantes podría citar y, finalmente, cual ha sido el aporte de estos grupos en cada país?

BP | Pude observar esto en la América Latina. Aquí mismo, en Brasil, tuve la sorpresa de encontrar hace 25 años a intelectuales de mi generación que conocían y apreciaban el movimiento mejor que muchos de los cofrades de París. Grupos numéricamente pequeños, surgieron en casi todas partes: en Lima, César Moro y Westphalen; Cáceres (quien murió trágicamente en 1949), Braulio Arenas y Gómez Correa, en Chile, y en Cuba, Wifredo Lam, son todavía puntos de atracción para todos los estudiosos.


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EDIÇÃO COMEMORATIVA | CENTENÁRIO DO SURREALISMO 1919-2019
Artista convidada: José Ángel Leyva (México, 1958)


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ROBERT PONGE | Imagens do Brasil, nos anos de 1955-1956, na visão do poeta surrealista e viajante francês Benjamin Péret


O poeta surrealista francês Benjamin Péret (1899-1959) viveu três vezes nas Américas: seis anos no México, de 1942 a 1948, e duas estadas no Brasil: inicialmente, de 1929 a 1931 (três anos) e, posteriormente, em 1955-1956 (quase onze meses), totalizando uma apreciável vivência de quatro anos no país verde-amarelo. Durante seus dez anos em solo americano, Péret procurou entender cada um dos dois países em que morou: conhecer os habitantes e seus costumes, falar a língua vernacular, descobrir a geografia, fauna e flora, explorar as diversas regiões, examinar o campo e a cidade, as formas de habitação e de transporte, observar e analisar as crenças e os rituais religiosos, estudar o passado e o presente, compreender os processos históricos, políticos e sociais desde os tempos pré-colombianos até a época contemporânea.
Durante seus anos americanos e depois, escreveu sobre o que viu e sobre o que estudou: em sua correspondência, em entrevistas e em artigos.
O presente trabalho objetiva dar uma ideia da imagem (e das imagens) que, em seus escritos, Benjamin Péret ofereceu do Brasil urbano durante parte de sua segunda estada brasileira. Baseado em sua correspondência (complementada, quando necessário, com outros documentos), este trabalho concentra-se em dois aspectos: por um lado, sua visão do Rio de Janeiro (às vezes contrastada com suas lembranças de sua primeira estada, nos anos 1929-1931); por outro lado, suas anotações e comentários relativos à viagem que o levou a Manaus e às capitais do Norte e Nordeste.
Antes, faz-se necessário apresentá-lo, iniciando com alguns elementos de informação relativos à sua trajetória de vida, situando na mesma o lugar da América Latina: o México e, particularmente, o Brasil.

1899-1959: trajetória de Péret, na França e alhures
França, 1899-1928

Benjamin Péret nasce em 1899, no oeste da França, filho único de uma familha modesta. Em 1917, é obrigado a alistar-se na Primeira Guerra Mundial, da qual consegue sair são e salvo, porém extremamente revoltado.
Seus primeiros passos na poesia são de inspiração simbolista. A partir de 1918, descobre a poesia moderna através dos escritos de Guillaume Apollinaire (1880-1918), Arthur Rimbaud (1854-1891), Lautréamont (1846-1870) e Alfred Jarry (1873-1907); é uma autêntica revelação. Engaja-se então na busca de uma aventura poética e intelectual colocada sob o signo do não-conformismo: inicialmente, a partir de 1920, no dadaísmo; a partir de 1922 e para o resto de sua vida, no surrealismo. Em 1924-1925, junto com Pierre Naville, é incumbido da direção dos três primeiros números da revista La Révolution surréaliste (A Revolução Surrealista).
Em 1926, Péret adere ao Partido Comunista Francês – que abandona em 1928, decepcionado pela sua política e pelo seu funcionamento antidemocrático, burocrático. Daí em diante, passa a se identificar com a esquerda antistalinista de sensibilidade trotskista.[1]
No mesmo ano de 1928, Péret casa-se, em Paris, com a cantora lírica brasileira Elsie Houston (cunhada do jovem Mário Pedrosa), uma carioca que “possuía uma voz de timbre inesquecível, incluía em seu repertório peças modernas […]”[2] e desenvolveu uma brilhante carreira internacional. No início de 1929, Elsie e Benjamin rumam para o Brasil.

Brasil, 1929-1931

O que leva Benjamin Péret ao Brasil? Sem dúvida, seu amor por Elsie e uma provável vontade desta de viver algum tempo em sua terra natal. Mas, também, o interesse de ambos pelas artes populares e primitivas deste país e da América Latina. Elsie tinha, com efeito, publicado, em Paris, um livro intitulado Chants populaires du Brésil (Cantos populares do Brasil) (Houston-Péret,1930). Quanto a Benjamin, junto com seus companheiros surrealistas, vê, nas artes populares e, sobretudo, primitivas, a essência do pensamento poético, do pensamento analógico.
A chegada de Elsie e Benjamin ao país, no início de fevereiro de 1929, recebe, inicialmente, uma boa cobertura da imprensa. Em entrevistas e artigos, Péret procura explicar o que é o surrealismo. Tece laços com a Revista de Antropofagia, que o saúda calorosamente e reproduz alguns de seus Provérbios atualizados para o gosto de hoje. Elsie e ele participam da famosa comitiva de antropófagos que acompanha Tarsila do Amaral ao Rio para sua exposição de julho de 1929.
Péret tenta empreender uma viagem no Norte e Nordeste do Brasil e entre os índios brasileiros; sem sucesso, por falta de dinheiro. Também, procura realizar um filme no qual o palhaço Piolim ficaria com o papel principal (novamente, sem sucesso e por ausência de suporte financeiro). Desenvolve dois estudos, no Rio: um sobre os cultos afro-brasileiros, que resulta numa série de treze artigos, intitulados “Candomblé e macumba” e publicados no Diário da Noite de São Paulo, de 25.11.1930 a 30.01.1931, trabalho cujo “pioneirismo” foi destacado pelo historiador Clovis Moura;[3] o outro estudo versa sobre a Revolta da Chibata, ocorrida em 1910, para o qual pesquisa nos arquivos da Marinha.[4] Em agosto de 1931, Elsie dá a luz a Geyser, seu filho. Em novembro, em função de seu envolvimento com o grupo trotskista brasileiro (dos quais são fundadores seus amigos Lívio Xavier, Fúlvio e Lélia Abramo, além de seu cunhado, Mário Pedrosa), é preso pela polícia política, provavelmente em função de uma denúncia.  Na ocasião da prisão ou durante as buscas policiais decorrentes, o manuscrito do estudo sobre a Revolta da Chibata desaparece. No final de dezembro, após inquérito policial sumário, sem qualquer processo judicial e sem sequer direito a defesa, Benjamin Péret é expulso do país.[5]

França, 1932-1941

De volta a Paris, no início de 1932, Péret reencontra os amigos surrealistas (com os quais se manteve em contato durante sua estada brasileira) e consegue empregar-se como revisor, atividade profissional que será a sua até o final de sua vida.
Em agosto de 1934, Elsie e ele decidem separar-se (motivo: “sobretudo o fim do amor”[6]). Esta retorna ao Brasil, levando junto o filho, Geyser.
Em 1936-1937, da mesma forma que outros intelectuais (como André Malraux e George Orwell), transfere-se à Espanha para ajudar na luta contra o golpe de Estado franquista. Em Barcelona, conhece a pintora Remedios Varo, que se torna sua companheira. Em meados de 1937, volta para a França; Remedios o acompanha.
Em 1939, começa a Segunda Guerra Mundial. Péret é mobilizado. Após o colapso das tropas francesas diante daquelas do Terceiro Reich, refugia-se, com Remedios, em Marselha, onde solicita asilo no México.

México, 1942-1947

No início de janeiro de 1942, chega no México onde, durante seis anos, vive no exílio com Remedios, com quem casa, em 1943, após o falecimento de Elsie Houston.
Desenvolve intensa pesquisa sobre os povos pré-colombianos e começa a reunir textos de mitos, lendas e contos da América, com vistas à organização de uma antologia. Redige a primeira parte do texto de apresentação desta – um original estudo sobre as relações entre os mitos e a poesia, o qual é publicado por André Breton, em Nova Iorque (onde está exilado).

França, 1948-1955, 1956-1959

Volta à França no início de 1948 (Remedios fica no México). Trabalha como revisor. Como sempre fez, continua colaborando nas revistas e atividades do grupo surrealista. É na França que publica o que o México lhe ditou: em 1952, seu magnífico poema Ar mexicano; em 1955, sua excelente “Apresentação” e sua bela tradução, do espanhol para o francês, do Livro de Chilám Balám de Chumayel.
Seus problemas de saúde agravam-se, até sua hospitalização em 1954. Convalescência difícil. Seu filho convida-o para vir ao Brasil, para descansar, encontrá-lo, e – o mais importante para alguém que passou a vida inteira com constantes dificuldades materiais – manda o dinheiro para a passagem. Fica no Brasil de 7 de junho de 1955 a 18 de abril de 1956.
De volta a Paris, Péret permanece trabalhando como revisor. Consegue terminar sua Antologia do amor sublime e sua Antologia dos mitos, lendas e contos populares da América. Falece em 1959 de problemas cardíacos.[7]
Deixou atrás de si várias coletâneas de poesia, contos, ensaios e escritos de crítica.[8] Em 1985, foi publicado no Brasil, em edição bilíngue, um belo volume, Amor sublime, contendo uma seleção de poemas de Péret, um longo extrato de seu prefácio à Antologia do amor sublime, fotos dele, de Elsie Houston, depoimentos sobre eles.

A segunda estada brasileira: imagens do Rio de Janeiro

No dia 24 de maio de 1955, Péret embarca no porto francês de Le Havre, com destino ao Brasil.
Quais são seus projetos? Além de rever seu filho e amigos, bem como descansar, pretende obter objetos ou fotos para sua coleção, ler sobre o Brasil, viajar a diversas regiões do país, terminar a redação de um ensaio e organizar dois livros.
Após uma travessia transatlântica “perfeita” (“tempo bom continuamente”, p. 417),[9] desembarca no Rio de Janeiro em 7 de junho de 1955.

No reencontro com o Rio, uma surpresa!

Em sua correspondência, suas três primeiras apreciações são sobre o clima, o reencontro com seu filho (21 anos depois!) e a cidade. Elogia o filho (piloto da Varig) e o clima; o tom de suas observações muda radicalmente quando se refere à urbe: “Não reconheci nada da cidade, pois ela foi revirada de alto a baixo” (p. 417).
Quinze dias depois, viaja a São Paulo. Sua reação é a mesma: “A mudança na cidade é incrível. Mais do que uma mudança, trata-se de uma metamorfose. Sequer conseguia encontrar a casa em que morava. A qual, por acaso, ainda está de pé” (p. 418).
O que motiva a surpresa de Péret? Certamente, o contraste com a realidade urbana que conheceu em 1929-1931. Procuremos, então, conhecê-la, reconstituí-la, limitando-se, neste trabalho, à cidade do Rio de Janeiro.
O Rio em que Péret viveu, por ocasião de sua primeira estada brasileira e que deixou no final de 1931, era uma grande urbe, com uma população de cerca de um milhão e quatro centos mil habitantes. Já podia ser considerada moderna: possuía grandes avenidas, iluminação pública elétrica, linhas de bondes, novas construções. Apesar de ser predominantemente horizontal (sobretudo com casas particulares e prédios coletivos de dois a quatro e, às vezes, cinco ou seis andares), em seu centro já existiam prédios maiores do que oito andares e, mesmo, alguns arranha-céus. Nada, porém, que pudesse, então, surpreender um Péret procedente de Paris, cidade cujas ruas, desde o século 19, enfileiram-se entre dois paredões de fachadas de prédios de seis andares.[10]
A partir de 1932 (sobretudo no final dos anos trinta e ao longo dos anos quarenta e cinquenta), enquanto Péret estava na França, abriu-se na vida do então Distrito Federal um novo período de crescimento e mudanças, com um acelerado aumento populacional, a proliferação das favelas, o crescimento da nova zona sul em torno de Copacabana, a aceleração do processo de verticalização dos prédios, uma febre de construção viária (avenidas, vias expressas, túneis) e a transformação da área central da cidade e adjacências (abertura de várias avenidas, com destaque para a av. Presidente Vargas, construção do aeroporto Santos Dumont e urbanização da esplanada do Castelo). Em meados dos anos 1950, quando Péret volta ao Brasil, a cidade possui cerca de dois milhões e oitocentos mil habitantes.[11]

Uma cidade tomada pelos “cogumelos venenosos”

Pode-se agora entender o choque levado por Benjamin Péret ao desembarcar, em 1955, num Rio de Janeiro em que a população duplicou: “A cidade mudou muito, tornou-se até irreconhecível”. Imediatamente, acrescenta: “isso não constitui de forma alguma um progresso, muito pelo contrário”. Por quê? Porque “os arranha-céus cresceram de maneira desordenada, feitos cogumelos venenosos” (p. 416). A imagem é significativa! Na correspondência do poeta francês, essa resposta e avaliação aparecem com outra formulação, menos metafórica, mas não menos expressiva: a cidade encontra-se “extremamente norteamericanizad[a]” (p. 427).
Isso é também verdade, e muito mais, relativamente a São Paulo. Porém, Péret observa que, diferentemente da urbe paulistana, “Rio ainda apresenta algum interesse”, por causa de… seus jardins (p. 427). Aliás, salienta ele, no Rio,

[…] há uma única coisa que permaneceu quase intacta: o Jardim Botânico, com a ressalva de que os esquilos pretos desapareceram. A não ser por isso – o que não é pouca coisa –, o Jardim Botânico continua maravilhoso e cheio de pássaros (p. 416, grifo meu).

Grifei o inciso, o que não é pouca coisa, pois remete a uma postura de Benjamin Péret: a mesma que adota diante de São Paulo (“uma cidade de arranha-céus”, a qual “abriga vagas borboletas que vagueiam melancolicamente de uma parede de concreto a outra […]”, p. 421). Com o desaparecimento dos esquilos no Rio de Janeiro e com a rara presença de melancólicas borboletas em São Paulo – dois fatos justapostos à multiplicação dos arranha-céus (ou seja, a floresta de concreto que acaba com os bosques e jardins) –, Péret sugere, aponta dois dos medidores com os quais ele avalia a habitabilidade das cidades:
– uma cidade à escala do ser humano, em que o homem não seja esmagado pela altura e pela quantidade de arranha-céus (isto é, pelo adensamento de sua presença);
– uma cidade em que haja a preservação da natureza enquanto meio vegetal e animal no qual, ao lado do qual e com o qual vive/convive o homem. Ou seja, uma cidade em que a natureza possa viver, como relembra oportunamente Péret, em outra correspondência, a respeito de um bairro: “Neste lugar, outrora [isto é, em 1929-1931], havia preguiças. Desapareceram, provavelmente mortas pelos gases dos automóveis.” (p. 420).
Isso, numa época em que a ecologia não se tornara ainda uma reivindicação premente!
Péret não era avesso ao progresso, ao moderno. Mas, há moderno e moderno: ele não poderia ser ufanista, modista; não poderia enxergar carinhosamente o Rio de Janeiro sem um olhar atento, rigoroso – um olhar crítico, justamente porque carinhoso!

A “loucura” da febre modernizante

Basta-lhe uma curtíssima frase (extraída de carta a uma amiga francesa) – “Aqui, a loucura reina” – para dar sua opinião a respeito da febre modernizante que tomou conta do Brasil, inclusive e particularmente do Rio (estamos às vésperas do período “Cinquenta anos em cinco!” de Juscelino Kubitschek, que está em plena campanha eleitoral quando Péret desembarca no Brasil).
Mas, por que reina a loucura? Continuo citando a mesma carta:

[…] nesse país, do qual os três quartos, se não for mais, são inabitados, eles passam seu tempo conquistando do mar alguns miseráveis metros de terra firme, gastando somas fabulosas, quando o deserto [entenda-se: áreas com baixa densidade populacional] começa a poucos quilômetros de lá, assim que se deixa o litoral. (p. 416)

A referência é, obviamente, ao aterramento para a via expressa ligando Copacabana ao centro do Rio, mas ela tem valor geral, remetendo às somas fabulosas gastas para outros aterros ou túneis ou seja lá o que for.
No caso, tratava-se de adequar a cidade maravilhosa (e, para tanto, submetê-la) às imperiosas necessidades de um meio de transporte individual e particular – o carro –, cuja vertiginosa multiplicação estava sendo incentivada, em detrimento, por exemplo, de um então inexistente – e hoje ainda raquítico – meio de transporte coletivo: o metrô!
De forma que, sem querer, as observações de Benjamin Péret sobre o Rio de Janeiro dos anos 1950 ainda possuem algum grau de atualidade. O que não deixa de ser um convite à reflexão!

A segunda estada: o interior de São Paulo, o Norte e o Nordeste

Essas são as primeiras impressões e imagens de Benjamin Péret sobre o Rio. O que mais ele pensa e faz a seguir?
Esforça-se em obter, das mais diversas fontes, borboletas (que adora colecionar), bem como objetos e/ou fotos de objetos de arte brasileira indígena e popular. Procura documentar-se sobre o país; um amigo brasileiro lembrará “a febre que o possuía de ler tudo que tratasse do Brasil”. As obras sobre o quilombo dos Palmares “solicita[vam] em especial seu interesse”,[12] pois tenciona produzir um ensaio sobre o assunto. Além deste, está projetando dois outros livros: um de fotos de peças de arte primitiva, pré-colombiana e popular do Brasil; outro, bem mais volumoso (150 a 200 páginas), no qual desenvolveria seus trabalhos de etnografia já publicados em 1950-1952.
Em agosto, viaja pelo interior paulista e passa quinze dias numa fazenda cafeeira do oeste do estado, onde escreve a segunda parte da “Introdução” à Antologia dos mitos, lendas e contos populares da América que vem organizando desde o México;[13] trabalha, ainda, na redação do texto sobre Palmares, que consegue terminar durante a primeira quinzena de setembro.
Volta-se então para seus dois projetos de livros (não alcançará, porém, terminar e editá-los) e para suas viagens no resto do país, que são várias vezes adiadas (em particular para participar do casamento de seu filho).

Manaus, as capitais do Norte e do Nordeste

Finalmente, em 5 de outubro, Benjamin Péret inicia uma viagem na Amazônia, Norte e Nordeste. Os aviões da FAB ou do CAN (Correio Aéreo Nacional) o levam de capital em capital, ficando uns 4, 5 ou 7 dias em cada uma; às vezes, explora alguns recantos do interior profundo.
O roteiro o conduz inicialmente a Manaus: é uma decepção, a cidade não lhe agrada nem um pouco (“Impossível encontrar algo interessante. […]. E quanta miséria!”). Depois, alcança Belém (a cidade é “mais simpática e um pouco menos quente”, p. 431). Segue para São Luís, Fortaleza e, no interior do Ceará, Granja. Chega a Recife, onde fica uma semana e dá uma entrevista ao Diário de Pernambuco. Finalmente, Salvador, a cidade “mais estranha” (p. 418) que viu em sua viagem (talvez por ser “uma espécie de Roma negra” (Péret, 1992, p. 73)).
De Salvador, Péret volta a São Paulo e ao Rio, onde chega em torno do 25 de novembro, após percorrer cerca de nove mil quilômetros em aviões a hélice. O périplo durou um pouco mais de sete semanas. Quais são as lembranças que se sobressaem do mesmo, quais imagens marcantes ele traz de volta? Antes de mais nada, a miséria: “[…] a miséria é fantástica no Norte. Em Manaus, mais da metade da população vive em condições infra-humanas.” (p. 433)
A declaração não vale apenas para Manaus, mas para todo o Norte e Nordeste dominados pela carestia, insalubridade, disenteria, sífilis, analfabetismo etc. Para não deixar margem à dúvida, ele comenta: “Em suma, é apenas nas grandes cidades que os trabalhadores têm uma vida mais ou menos suportável […]” (p. 433).
Nas grandes cidades? Não em Manaus, nem em suas similares, mas no Rio, em São Paulo (e, talvez, em algumas outras), cidades em que “a mudança mais notável está no nível de vida das pessoas que se veem na rua. Enquanto 25 anos atrás a população nunca andava inteiramente vestida e trajava farrapos, ela agora se veste razoavelmente.” (p. 418).
E por que essa diferença? “[…] devido […] ao considerável desenvolvimento da indústria”, o que, segundo ele, “representa uma mudança fantástica” (p. 418).
Seria Péret ufanista em relação às grandes cidades, ditas modernas? De forma alguma; observemos que ele fala em pessoas vestidas razoavelmente e em vida mais ou menos suportável! E, novamente para não deixar dúvida nenhuma, ele imediatamente acrescenta uma precisão fundamental: esse nível de vida mais ou menos suportável dos trabalhadores das grandes cidades “não chega perto daquele dos trabalhadores dos países mais atrasados da Europa”, mas ele reconhece que deve obviamente ser descontado um fato: no Brasil, “as necessidades imediatas são menores” do que na Europa (p. 433).

Final da segunda estada brasileira

Péret fica no Rio até 26 de janeiro de 1956 quando embarca num avião da FAB com destino ao Mato Grosso. Visita uma aldeia de índios xavantes, em Xavantina (hoje Nova Xavantina). Volta ao Rio.
Pelo 10 de fevereiro, viaja de novo ao Mato Grosso, visitando inicialmente uma aldeia de índios karajás, na ponta norte da ilha de Bananal, a seguir o posto Capitão Vasconcelos (hoje posto Leonardo Villas Boas) instalado pelo Serviço de Proteção ao Índios (SPI) à beira do rio Kuluene, no Alto Xingú (hoje Parque Indígena do Xingú). Prevista para dez dias, essa segunda viagem entre os índios acaba durando um mês.
Em 18 de abril, embarca no navio que o leva de volta à terra natal, onde chega em 3 de maio.[14]

Balanços

Qual balanço Péret faz de sua segunda estada brasileira?
A viagem a Manaus, ao Norte e Nordeste foi decepcionante “no tocante aos achados”; comenta com uma pitada de humor: “Nenhum objeto selvagem, como se todos os índios do Brasil só vestissem fraque, viajassem de Cadillac e morassem em arranha-céus com um refrigerador à mão!” (p. 440).
Mesmo assim, o balanço é globalmente positivo: “Fiz uma excelente viagem” (p. 430). Por que excelente? Porque conseguiu “muitas fotos de arte pré-colombiana, primitiva e popular” (p. 434), porque observou bastante.
O balanço não é menos positivo relativamente ao conjunto da estada de dez meses e meio: “Minha viagem ao Brasil foi muito frutífera”. Com efeito, Péret teve a imensa satisfação de realizar vários dos projetos que o tinham motivado a vir ao Brasil em 1929 (“Conheci todo o norte do país até a Amazônia e fiquei um mês entre os índios do Brasil central […]”, p. 455). Sobretudo, me parece, porque viu e aprendeu em abundância. São testemunho e prova disso sua correspondência, as várias entrevistas que deu no Brasil e na França, a mina de material (principalmente fotográfico) que reuniu para o livro sobre as artes primitivas e populares do Brasil (material que continua inédito até hoje), bem como os textos sobre o Brasil redigidos durante sua viagem e após sua volta, entre os quais o importante ensaio interpretativo sobre o quilombo de Palmares (publicado nos números 65 e 66 – abril e maio de 1956 – da Anhembi, uma importante revista cultural paulista da época)[15] e cinco artigos sobre os indígenas do Brasil (publicados: um na Manchete, outro na Anhembi, os demais em revistas francesas).[16]

REFERÊNCIAS
ABREU, Maurício de A. Evolução urbana do Rio de Janeiro. Rio de Janeiro: IPLANRIO (Instituto de Planejamento Municipal do Rio de Janeiro)/Zahar, 1987.
BEDOUIN, Jean-Louis. Benjamin Péret. Paris: Seghers, coll. “Poètes d’aujourd’hui”, 1961.
BENCHIMOL, Jaime Larry. A modernização do Rio de Janeiro. In: DEL BRENNA, Giovanna Rosso (Org.). O Rio de Janeiro de Pereira Passos: uma cidade em questão II. Rio de Janeiro: Index, 1985. p. 599-611.
BENTO, Antônio. O ambiente no Rio ao tempo de Ismael Nery. Cadernos Brasileiros, Rio de Janeiro, ano VIII, v. 35, n. 3, p. 61-69. maio/jun. 1966.
COELHO, Ruy. Prefácio a: PÉRET. O quilombo de Palmares. Lisboa: Fenda Edições, 1988. p. 9-12.
COURTOT, Claude. Introduction à la lecture de Benjamin Péret. Paris: Le Terrain vague/Association des amis de Benjamin Péret, 1965.
GOUTIER, Jean-Michel (Dir.). Benjamin Péret. Paris: Henri Veyrier, 1982.
HOUSTON-PÉRET, Elsie. Chants populaires du Brésil, première série recueillie et publiée par Mme Elsie Houston-Péret. Introduction par Philippe Stern. Paris: Librairie orientaliste Paul Geuthner, “Bibliothèque musicale du Musée de la parole et du musée Guimet”, 1930. KAREPOVS. “Benjamin Péret: surrealismo e trotskismo no Brasil”. In: COGGIOLA, Osvaldo (Org.). Trotsky hoje. São Paulo: Editora Ensaio, “Cadernos Ensaio, série Grande Formato”, 1994. p. 217-234.
MOURA, Clovis. Três vertentes de interesse de um poeta francês sobre o negro brasileiro. Conferência apresentada em 07 nov. 1985, na SEMANA SURREALISTA, organizada pela Aliança Francesa de São Paulo. s.p. PÉRET. Amor sublime: ensaio e poesia. Organizado por Jean Puyade. Textos traduzidos do francês por Sérgio Lima e Pierre Clemens. São Paulo: Brasiliense, 1985.
PÉRET, Benjamin. Œuvres complètes. Paris: José Corti/Association des amis de Benjamin Péret, 1992. Tome 6.
PÉRET, Benjamin. Œuvres complètes. Paris: José Corti/Association des amis de Benjamin Péret, 1995. Tome 7.
PÉRET, Benjamin. O quilombo dos Palmares. Organização, ensaios e comentários por Robert Ponge e Mário Maestri. Porto Alegre: Editora da UFRGS, 2002.
PONGE, Robert. Des anthropophages de São Paulo aux indiens kalapálos qui ont “mangé l’explorateur Fawcett”: les séjours brésiliens de Benjamin Péret. Trois Cerises et une sardine, Paris: Association des amis de Benjamin Péret, n. 17, p. 2-15, Oct. 2005.
PRÉVAN, Guy. Benjamin Péret. Paris: Syllepse, coll. “Archipels du surréalisme”, 1999.
PUYADE, Jean. “Benjamin Péret: um surrealista no Brasil”. Revista Conexão-Letras, Porto Alegre: Programa de Pós-Graduação em Letras, n. 1, 13 p., oct. 2005.
REZENDE, Vera F. “Evolução da produção urbanística na cidade do Rio de Janeiro: 1900-1950-1965”. In: LEME, Maria Cristina da Silva (Org.). Urbanismo no Brasil: 1895-1965. São Paulo: FAU e FUPAM da USP/Studio Nobel, 1999. p. 39-70.


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EDIÇÃO COMEMORATIVA | CENTENÁRIO DO SURREALISMO 1919-2019
Artista convidada: José Ángel Leyva (México, 1958)


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20 ANOS O MUNDO CONOSCO
Número 137 | Julho de 2019
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[1] Sobre a atividade política de Péret, ver Prévan (1999).
[2] Segundo o depoimento de Bento (1966, p. 67).
[3] Moura, Clovis. “Três vertentes de interesse de um poeta francês sobre o negro brasileiro”. Conferência apresentada em 07.11.1985, na “Semana surrealista” organizada pela Aliança Francesa de São Paulo. Citado a partir do manuscrito dessa, (s.p.), ainda inédito, o qual me foi inicialmente comunicado por Jean Puyade: a ele meus agradecimentos.
[4] Sobre a estada brasileira de Péret em 1929-1931, ver Puyade (2005, 13 p.).
[5] Sobre a atividade política de Péret no Brasil, ver Karepovs 1994, p. 217-234).
[6] Péret (1995, p. 330). Nesta e nas demais citações originariamente em francês, a tradução para o português é minha, salvo indicação em contrário.
[7] Esta trajetória de Péret é uma versão reduzida daquela constante em: Ponge (2009, p. 237242). Para maiores informações biográficas sobre Péret, ver: Bedouin (1961); Courtot (1965); Goutier (1982).
[8] As obras completas de Péret foram publicadas pela Association des Amis de Benjamin Péret (AABP) em colaboração com a editora Éric Losfeld/Le Terrain vague (tomos 1 a 3) e, depois, com a editora José Corti (tomos 4 a 7).
[9] PÉRET. “Correspondance (1921-1959)”. 1985. p. 417. A correspondência relativa à segunda estada brasileira de Péret encontra-se nas p. 416-445 do referido tomo 7 das Œuvres complètes. Doravante, informarei diretamente no texto, entre parênteses, a(s) página(s) das citações extraídas da correspondência.
[10] Ver, entre outros: Abreu (1987, p. 71-91); Benchimol (1985, p. 599-611).
[11] Ver, entre outros: Abreu (1987, p. 93-115); Rezende (1999, p. 44 ss)
[12] COELHO, Ruy. “Prefácio” a: PÉRET. O quilombo de Palmares. Lisboa: Fenda Edições, 1988. p. 11.
[13] A primeira parte desta introdução havia sido finalizada em novembro de 1942, no México; fora publicada por Breton, em Nova Iorque (onde estava exilado), em 1943, sob o título A palavra está com Péret.
[14] Sobre os últimos meses da segunda estada de Péret no Brasil e suas duas viagens ao Mato Grosso, ver: PONGE, Robert. “Des anthropophages de São Paulo aux indiens kalapálos qui ont ‘mangé l’explorateur Fawcett’: les séjours brésiliens de Benjamin Péret”. Trois Cerises et une sardine, nº 17. Paris: Association des amis de Benjamin Péret, oct. 2005. p. 6-8.
[15] O quilombo dos Palmares de Péret foi republicado, em formato de livro, em 1988, em Portugal (Lisboa: Fenda Edições) e em 2002, no Brasil (Porto Alegre: Editora da UFRGS).
[16] Podem ser encontrados em: PÉRET. Œuvres complètes, tome 6. Op. cit. p. 117-164.