segunda-feira, 13 de julho de 2020

RAÚL HERRERO | Fernando Arrabal y el mito


Para l'atelier du roman con amor

Dispersos por el mundo o recluidos entre murallas, quijotes y caballeros andantes, con Cervantes y Feliciano de Silva, fueron siempre los mismos, los de antes y los de ahora y los de mañana, sabios y locos, héroes e insensatos. No vinieron al mundo para vivir mejor o peor. Cuando el universo está solo, abandonado con sus miserias, tuvieron palabras de justicia, amor, belleza y ciencia.

Fernando Arrabal, Un esclavo llamado Cervantes (1996)

El 17 de julio de 1936, detenido en el Fuerte de María Cristina de Melilla, el teniente Fernando Arrabal Ruiz, padre de Fernando Arrabal, es condenado a muerte. En Ceuta, posteriormente, los militares sublevados, en un Consejo de Guerra de Oficiales Generales, al cautivo le conmutan la pena de muerte por la de reclusión perpetua. En junio de 1939 el teniente Fernando Arrabal Ruiz ingresa en la Prisión Central de Burgos. El 29 de diciembre de 1941 el padre de Arrabal protagoniza un intento fuga de prisión y… desaparece.
La guerra civil española, con sus consecuencias y revanchas, condenó a la familia Arrabal-Terán (¿Cómo ejemplo de todo el país?) a un vía crucis de encuentros y desencuentros, a enfrentamientos y reproches. El maduro escritor Arrabal tanto en su pieza teatral Carta de amor -Como un martirio chino- (2002), como en la novela Ceremonia por un teniente abandonado (1998) atribuirá dolor y temblor a Madrastra historia.
El ambiente que rodeó al Arrabal niño-adolescente, después joven, el sincretismo sobre el destino de su padre y el lento desvelo del misterio, queda explicado con claridad meridana en su novela Baal Babilonia (1959). Los juguetes y cartas que envía el teniente Arrabal a su hijo jamás llegan a las manos del destinatario. Los juguetes firmados por el padre, que manda desde la cárcel a sus hijos con motivo de las fiestas, sufren la censura. En las fotografías familiares desaparece la cabeza del padre. El posterior descubrimiento de estos sucesos llevará al escritor Arrabal a una búsqueda del padre, a una recuperación de su memoria y recuerdos…
En el verano de 1954 Arrabal conoce a Luce Moreau, entonces estudiante de literatura española en La Sorbona. Ambos se casaron cuatro años después. En 1955 Arrabal, acosado y asqueado por la medianía de la España de posguerra, viaja a destierrolandia, a París, con una beca de tres meses para estudiar teatro. ¿A imitación de Pitágoras cuando abandonó a los samios bajo la tiranía de Polícrates? La tuberculosis y, por extensión, su posterior ingreso en un sanatorio, le permite al autor prolongar su estancia en Francia, y, aunque, más tarde, regresara a España de manera ocasional, los asideros vitales del escritor ya encuentran su centro en París.
Arrabal ha tenido el mérito de transformar los sucesos vitales, por medio de la creación alquímica de su obra, en mito. Y, por tanto, su dolor, los acontecimientos históricos particulares, los ha sublimado y transmutado en universales. Así, cuando asistimos al enfrentamiento y los reproches entre la Madre y el Hijo, en Carta de amor, por ejemplo, el público asiste a una catarsis universal que se ha repetido en la humanidad desde que existen guerras, vencedores, dominados, familias carcomidas por la guerra y, sobre todo, saña desmedida contra los vencidos. El poeta es el genio del recuerdo, que no puede hacer ninguna otra cosa sino recordar y admirar lo que fue hecho. No saca nada de su propio fondo, pero es un guardián celoso de las cosas que se le han confiado en custodia. […] Porque también el poeta es como lo mejor de la esencia del héroe; algo muy débil, desde luego, como es propio de todo recuerdo, pero algo a la par esclarecido…, nos decía Kierkegaard en Temor y temblor (1843).
En la pieza de Arrabal Fando y Lis (1958) los protagonistas peregrinan en busca de una tierra llamada Tar. Un lugar que rememora a ciudades o países míticos como la Atlántida, el Camelot artúrico, Christianópolis, destinos idílicos mencionados por filósofos, o por la tradición; lugares utópicos (no lugar). Es probable que Tar constituyera para el escritor Arrabal el apetito de un futuro feliz; de un porvenir al que la pareja Fando/Lis aspiraba en su vida, sin duda difícil, de esos años. Ese mismo deseo, esa esperanza que anhelaba la pareja en el París de los años cincuenta se transmuta, por medio de Fando y Lis, en la esperanza de todos, en una esperanza universal. Y Tar se nos antoja como la esperanza que a todos nos sostiene.
¿A qué nos referimos exactamente cuando declaramos que Arrabal, por medio de su obra, ha transfigurado algunos aspectos de su biografía en mito? ¿Qué es el mito? En el Diccionario de Hermenéutica (2006, dirigido por Andrés Ortiz-Osés y Patxi Lanceros) leemos en la entrada correspondiente a Mito redactada por Carlos García Gual: En primer lugar, todo mito es un relato o narración, que refiere hechos situados en un pasado remoto. Con esto queda dicho que el mito es más que un agregado de símbolos; es una secuencia narrativa. […] A este carácter que postulamos puede replicarse con la observación de que algún gran escritor y filósofo, como Platón, también ha inventado algunos mitos. Pero tal invención es ante todo una recreación de relatos de corte tradicional, hecha sobre una pauta previa y un esquema típico. […] El relato mítico tiene un valor paradigmático en cuanto relato tradicional que las diversas versiones recogen como realizaciones singulares. Un mito viene determinado por la suma y el contraste de estas versiones y las variaciones de las mismas. Las variaciones diacrónicas de la narración corresponden a su dimensión histórica.
La utilización del mito, por parte de Arrabal, al contrario que en su estructura más clásica, no invoca un tiempo remoto, pero sí responde a una serie de patrones y esquemas de acontecimientos similares vinculados a diversas escuelas religiosas, tradicionales.
Fernando Arrabal ha calificado a su padre, en diversas entrevistas, como santo pagano. Esta denominación, vinculada con lo sagrado, nos recuerda a los héroes clásicos, a las vidas ejemplares de santos, incluso a los hombres sagrados de diversas culturas, a los héroes o profetas que se dirigen al dios desconocido, o con un padre ausente al que le piden, ruegan y al que buscan. Por otra parte, ese santo pagano se articula como modelo a imitar. La búsqueda de Dios, de lo correcto, de la justicia, de la verdad, de la reintegración de lo mancillado, ¿no es un pilar fundamental de muchos mitos? Citemos por ejemplo el culto al Dios Padre… O el culto a los antepasados en diversas culturas como la religión pagana romana, las creencias de varios pueblos indígenas, los rigores funerarios en el antiguo Egipto…
El padre desaparece, pero también permanece en un limbo indeterminado. Así, aunque ausente, el padre ocupa un presente constante que se revive en la obra del autor. Y, de este modo, la búsqueda permanente, sin tiempo, de la figura paterna realiza la paradoja del padre ausente-omnipresente. La figura del padre desaparecido sirve al escritor Arrabal de modelo y autoridad. ¿A imagen de la imitación de Cristo?
Según las normas del mito tradicional la figura del héroe sufre una serie de avatares: abandono del hogar, el país o el reino; un viaje iniciático en el que el héroe se enfrenta a sus demonios (obstáculos, monstruos tentaciones…); finalmente, el retorno al hogar y el triunfo (sobre traidores y enemigos), o simplemente, el héroe se reintegra triunfante en su patria. En figuras religiosas tenemos un modelo semejante. El príncipe Gautama abandona su palacio lujoso en busca del conocimiento, sufre peripecias, tentaciones, vagabundeos, antes de alcanzar la iluminación bajo una higuera. Cristo, tras ser bautizado, se interna en el desierto y se enfrenta a las tentaciones. Moisés se aleja de la corte del Faraón, para salvar su vida, vive como pastor y, ya transfigurado en profeta de Dios, regresa a la corte para reclamar la libertad de su pueblo. Del mismo modo, Mahoma sufre una crisis religiosa, cercano a sus cuarenta años, y se retira a orar y meditar a una cueva del monte Hira. Allí comenzará a recibir los primeros mensajes divinos a través del Arcángel Gabriel.
En el capítulo Víctor Hugo, de Genios y figuras (1993), Fernando Arrabal declara: Los dramaturgos de hoy, igualmente, concentran toda su atención sobre el individuo (indivis: lo que no se puede compartir) y su bajada a los infiernos, al horror y a lo monstruoso (la catabasis) que anuncia la ascensión y la purificación (anabasis)… para que la sociedad se transforme en un conjunto de individuos responsables y adultos. El espectador de ese teatro, eternamente nuevo, se identifica con el héroe: repetimos que el mal no es solamente los otros, que el mal permanece escondido dentro de cada uno de nosotros; y esto lo han comprendido perfectamente las religiones y los mitos gracias a su lenguaje simbólico que se opone al conceptual. Por lo tanto, nos oponemos al distanciamiento, empobrecido y grosero, y a los slogans didácticos que sermonean machaconamente a los pobres ignorantes. Cabe señalar que esta forma vulgar y pedestre de concebir el teatro adopta en la España actual las formas más cursis y fachosas.
 El enfrentamiento con las pasiones, con el enemigo, con las tentaciones, se ejemplifica en la lucha entre San Jorge y el dragón. Este combate medieval rememora el mito hitita (entre 1700 y 1200 a.C.) en el que el dios de la tormenta Teshub se enfrenta a un dragón. Puntualicemos, como curiosidad, que, en la tradición oriental, el dragón supone, casi siempre, una presencia benéfica. Recordemos que Arrabal abandona España, más o menos obligado, o quizá impulsado por la náusea que le produce un estado que había torturado a su padre; triunfa en París (y por extensión en el mundo). Tras la muerte del general Franco, regresa a su país, siempre de forma esporádica. Pero, en nuestro caso, el héroe no triunfa de manera absoluta. Arrabal denunciará sistemáticamente a los estados y gobernantes, de cualquier signo ideológico, que actúan de manera semejante al gobierno que condenó a su padre. En su vida Arrabal repite, como ya el lector habrá descubierto, diversas características del mito del héroe. Y del viaje iniciático… Heracles realiza sus 12 titánicos trabajos para ser admitido en el Olimpo, para ser aceptado, en definitiva, por su padre Zeus. ¿Puede el hijo Arrabal redimir a los que cometieron errores con su padre y ganarse, así, la aprobación del padre?
 El hecho de que Arrabal y su obra hayan sido prohibidos en la Rusia comunista, en la Cuba castrista, en el Chile de Pinochet, por supuesto también en la España de Franco, nos demuestra el rigor de su obra. Pero, claro, en un mundo dividido en equipos, ideogramas que se pretenden ideologías, ortodoxos y matarifes, donde interesa más el triunfo de un grupo que de la verdad, Arrabal se convierte en alguien incómodo, que no empatiza con dogmáticos de ningún signo… Este final también resulta abiertamente sugerente… y unido al mito… El héroe en su eternidad repite una y otra vez sus peripecias, su historia, su vida, su enfrentamiento, su derrota y su triunfo. Y esos espías carcelarios y pistoleros atacan tanto al hombre como a su obra, lo ningunean e infravaloran. El santo oficio de hoy juega a desautorizar al que les muestra sus miserias.
En marzo de 1971 Arrabal escribe Carta al general Franco, la única dirigida en vida al dictador. La misiva incluye unas palabras fundamentales: Le escribo esta carta con amor. Sin el más mínimo odio o rencor, tengo que decirle que es el ser que más daño me ha causado. […] Creo que usted sufre infinitamente; sólo un ser que tanto sufre puede imponer tanto dolor en torno suyo… […] Deseo que usted se transforme, cambie, que se salve, sí, es decir, que sea feliz por fin, que abandone el mundo de la represión odio, cárcel, buenos y malos que hoy le rodea.
En definitiva, el héroe, transfigurado en Arrabal, no pretende la destrucción del contrario (algo propio de dogmáticos y fanáticos de cualquier clase) sino su redención, su cambio, su mutación… y escribe sin odio… por tanto con perdón. El héroe pagano se transforma en redentor, no en destructor. Conviene recordar que Franco prohibió toda la obra de Arrabal. Lo que no ocurrió con otros autores, autodenominados contestatarios, sobre todo tras la muerte del dictador, a los que la censura les eliminó párrafos y algunos artículos, al tiempo que compartían lecho y mesa con el régimen.
El mensaje de Arrabal al verdugo de amar al enemigo recuerda a los evangelios, en concreto: amad a vuestros enemigos, y rezad por los que os persiguen en San Mateo (5,38-48). También, por ejemplo, en el Tantrismo se invita a la liberación de los contrarios. Y en el Corán 21:107 Allah, refiriéndose a Mahoma, dice: Y no te enviamos sino como misericordia para los mundos. La paz nunca puede alcanzarse a golpe de bomba sino con la reconciliación de los opuestos. ¿Hace falta recordar la máxima alquímica de unión de los contrarios complementarios? Cuando en el movimiento Pánico, cuyo nombre se toma en referencia al dios Pan, creado por Arrabal, Topor y Jodorowsky en 1963, se mezcla lo sacrílego y lo sagrado, ¿no se repite esta máxima?
En la pieza El cementerio de automóviles (1958) Arrabal rememora la Pasión de Cristo. El personaje, que encarna el papel de Jesús se llama Emanú, en alusión a Emmanuel. Tras la supresión del sufijo-el, que, en hebreo, significa Dios, el autor expresa su opción exclusiva de lo humano para el personaje. La elección del nombre proviene de Isaías 7:14 donde leemos: Por tanto, el Señor mismo os dará señal: He aquí que una virgen concebirá, y dará a luz un hijo, y llamará su nombre Emmanuel. En la obra teatral Emanú y sus seguidores son instrumentistas de jazz que buscan la libertad, la verdad… que se enfrentan a la represión del sistema, que convierte sus conciertos (prédicas musicales) en actos clandestinos. ¿Hace falta invocar la importancia de la música en los mitos de Orfeo o Apolo? ¿Y en Pitágoras?
En la noche del 20 al 21 de julio de 1967 Fernando Arrabal es detenido en España y pasa un tiempo en la cárcel acusado de injurias a la nación y blasfemia. La acusación solicita doce años de cárcel. Se presentan en su defensa Cela, Beckett, Ionesco, Miller, etc. El autor fue liberado el 14 de agosto. Esa estancia en prisión, circunstancia avivada por el recuerdo de su padre en un trance semejante, transforma el teatro de Arrabal, también al propio autor. Tras la experiencia carcelaria sus piezas El jardín de las delicias (1969) y, sobre todo, …Y pusieron esposas a las flores (1970) incorporan el infierno del condenado-inocente al mundo Arrabal.
El descenso a la cárcel, a los infiernos, a imitación de Orfeo, Gilgamesh, Eneas o el propio Cristo, transforma y transmuta a Arrabal en un personaje renacido que modifica y amplía los horizontes de sus creaciones. Muchos de los personajes unidos a estos mitos viajan al inframundo en busca de un ser querido, un amigo, una amada, un padre… Otra semejanza con el mito. De hecho, lo carcelario en la obra de Arrabal incluye semejanzas con el infierno y, en especial, con algunas de sus representaciones pictóricas en El Bosco o El Greco.
Milan Kundera refiere al respecto: …Y pusieron esposas a las flores, esta obra inspirada en las cárceles franquistas, la leí en Praga en una época en que otras cárceles eran nuestras pesadillas cotidianas. Entonces me decía: un día se olvidará el horror, pero esta obra de Arrabal, esta sucia maravilla, orquídea de imaginaciones depravadas, esta magnífica flor fétida del mal, esta obra subsistirá….
Joseph Campbell afirma en el prólogo a su libro Imagen del mito (1973): …los sueños son una puerta abierta a los mitos… Arrabal ha evocado el sueño tanto en el teatro como en sus novelas, o en sus películas, o en su libro, narrativo para unos, poemario para otros: La piedra de la locura (1963), titulado Libro de sueños en una primitiva versión de borrador. El sueño posee predominancia en Sueños pánicos de unas noches de verano (2011). También en el ensayo-dietario La dudosa luz del día (Premio Espasa de Ensayo 1994) donde, a menudo, entre reflexiones y anotaciones de lo sucedido durante el día, nos encontramos con la descripción de lo soñado la noche anterior. En el surrealismo lo onírico posee una importancia capital, pero considerar el uso que del mismo hace Arrabal a su simpatía por este movimiento es una simplificación falsaria. Como también lo es la atribución del interés surrealista por el sueño a un mero capricho. A menudo, en la obra de Arrabal, el sueño inflama y compone parte del mito de su vida, también del libro en el que figura. Por ejemplo, en su novela Ceremonia por un teniente abandonado (1998) nos encontramos con el capítulo titulado Pesadilla en el hospital. En este sueño, escrito a modo de diálogo teatral, se desarrolla el complejo de culpa del hijo, que busca a su padre desaparecido, ante una madre que le reprocha su actitud, una madre que se manifiesta como una víctima de las excentricidades de su hijo; todo esto con la complacencia del comandante Jotefón, que personifica la autoridad imperante. La relevancia del sueño en la literatura universal, o en el mito, excede los límites impuestos en este artículo. Los sueños realizan la función de premonición, de mensaje de los dioses, de revelación, o de advertencia… Pongamos como ejemplo en la Biblia el sueño de Jacob. O la amplía descripción de sueños en los Discursos Sagrados de Elio Arístides (siglo II d.C.).
Las últimas obras de Arrabal incluyen personajes que encarnan la bondad. En teatro Francisco Torres Monreal ha definido esta etapa como hacia la serenidad de los dioses. Estos personajes manifiestan la propia búsqueda interior del dramaturgo que acude al desciframiento del libro sagrado, pleno de símbolos, y a las culturas que lo veneran; también al orientalismo-budismo; estoicismo, Epícteto; Sócrates, los neoplatónicos… En la pieza teatral Breviario de amor de un halterófilo (1986), por ejemplo, los dos personajes de la obra se llaman Job y Tao. Las obras recientes de Arrabal las protagonizan personajes femeninos como en sus novelas La matarife en el invernadero (2003), La virgen roja (1986) y La hija de King-Kong (1988). ¿Cómo ejemplo de la madre-mujer-sabia tan presente?
En el capítulo arriba mencionado del libro Genios y figuras Arrabal también afirma: Por eso defendemos un teatro anarquista de disidentes, místicos, heterodoxos y libertarios. Un teatro de hombres autónomos presidido por la libertad, el amor y la poesía.
Milan Kundera encuentra en la obra de Arrabal un carácter lúdico, derivado de la infancia, o de la conservación del niño en el adulto, a su entender, rasgo indeleble, perenne, de la escritura y del comportamiento arrabalianos. Escribe Kundera: Arrabal incluso cuando desafía a Franco o a Castro, no es un contestatario, un predicador militante de la moral; es un hombre que juega. El arte, tal y como él lo concibe, es un juego, y el mundo en cuanto él lo tocase torna juego. Pero este siglo (refiriéndose al extinto siglo XX) es un terreno prohibido para los juegos, una trampa puesta a los jugadores.
A. Brelich, citado por Mircea Eliade en su Historia de las creencias y de las ideas religiosas (1976), se refiere al héroe clásico en estos términos: Los héroes se caracterizan por ciertos rasgos singulares, incluso monstruosos, y por un comportamiento excéntrico que delata su naturaleza sobrehumana. ¿Acaso no ha sido tildado Arrabal de excéntrico por algunos sectores de cortas miras o malintencionados? ¿Acaso necesitamos recordar la figura mítica del loco sagrado? De nuevo nos aproximamos al mito. Salvador Dalí afirmó: Soy excéntrico y concéntrico.
Con motivo de su 80 cumpleaños Arrabal ha declarado a la prensa española: Necesitamos un mundo poético, de hacedores, de los que hacen, sin ellos solo tendremos un mundo sin iluminación, con guerras y con gente que quiera imponer sus ideas.
Larga vida a Arrabal.


El Circunspecto y El Extravagante (Cervantes, Shakespeare, don Juan y Arrabal)

El 11 de agosto de 2012 Fernando Arrabal cumplió 80 años. Desde entonces ha escrito y publicado las piezas dramáticas: Dalí versus Picasso (2013, Opertet editores), El impromptu tórrido del Kremlin (2014, Antígona ediciones), Mi idolatrada violadora (2015, Antígona ediciones) y Pingüinas (2015, Teatro Español, 2016). Precisamente esta última, encargada por Juan Carlos Pérez de la Fuente para conmemorar el aniversario de la publicación de la segunda parte de El Quijote, de Cervantes, en el Teatro Español, la editó a principios del presente año la editorial Libros del Innombrable, acompañada por el ensayo Un esclavo llamado Cervantes. Se reunió así en un tomo todo lo escrito por Arrabal en relación con Cervantes. Comenzamos con tamaña lista de trabajos para ilustrar que nuestro autor sigue en plena actividad y con una creatividad que muchos alabaron tras el estreno de Pingüinas. Hasta el punto de preguntarse cómo era posible que alguien de su trayectoria, con una carrera literaria arraigada, se atreviera con un sentido del humor tan saltimbanqui y puesto al día, capaz de conjugar, en Pingüinas, a David el Gnomo o Espinete con refranes y dichos del Sancho Panza de Cervantes.
Pero Arrabal nos sorprendió, de nuevo, el 23 de abril con un doble salto mortal: La publicación, al tiempo, de dos nuevas obras. Lo extraordinario del caso estriba en lo excepcional de la propuesta. Por un lado, tenemos El extravagante triunfo de Miguel de Cerbantes (con b, como se nos dice que el escritor firmó siempre sus obras) y de William Shakespeare, pieza teatral aparecida en Libros del Innombrable, con un título cuya intencionalidad deja bien claro el homenaje. Aunque en el interior también encontramos la crítica a este momento de confusión. Uno de los personajes afirma: De estas dos lumbreras, Cerbantes y Shakespeare, de este par de genios de la tribu (…) nadie se preocupa ni se ha preocupado nunca
En El Extravagante…, siguiendo la unidad de tiempo, lugar y acción de las obras clásicas, Arrabal nos sitúa en la sede del Parlamento noruego, en una sala presidida por El grito, de Much, en el momento de las deliberaciones para la elección del Premio Nobel de la Paz. Cinco personajes, tres mujeres y dos hombres (uno de ellos, el más anciano, llega a escena escupido por un «dron»), dialogan respecto a la idoneidad de conceder tal galardón a Shakespeare y Cervantes. Pero a medida que avanza la acción se nos introduce en una nueva trama. Uno de los hombres violó la noche anterior a las tres mujeres que participan como jurado, a las que reunió en su casa, por separado, con la excusa de dialogar sobre el premio Nobel de la paz. Comienza entonces el canto que arremete contra el mito de don Juan. El asunto llega a convertirse en el tema central de la obra. En el volumen se incluye un artículo de Arrabal titulado ¡Nunca hubo un seductor!, que profundiza en la cuestión.
Frente, o mejor dicho, junto a este pieza se sitúa la novela El Circunspecto (2016, Reino de Cordelia). En ella asistimos a la misma reunión del Comité Nobel Noruego desde la perspectiva de un espía que, por medio de cámaras instaladas en el recinto, sigue desde las pantallas de su «centro de mando» las conversaciones de los personajes de la obra teatral. En la novela se combinan las reflexiones del espía sobre los más diversos asuntos (su profesión, Noruega, Cervantes y Shakespeare, el ajedrez, Alfred Nobel, Dios…), con fragmentos de los diálogos de la pieza teatral. La combinación de ambas creaciones, que pueden leerse por separado sin perjuicio, suscita una impresión de curiosa idoneidad. A pesar de lo arriesgado del envite literario se nos antoja que el resultado final de este juego confluye de manera acertada y convenientemente medida.
Se leen con interés la creación narrativa y la obra dramática. Pero es en la intersección de ambas, en el diálogo que establecen, donde se instala lo más logrado del ejercicio que nos propone Arrabal. Ambos libros se presentan con el mismo prólogo de Pollux Hernúñez, que firma la edición de la obra teatral, más un epílogo, genial y explicativo, en la edición de la novela.
Por cierto, el último capítulo de El Circunspecto lleva por título: Credo quia confusum (Creo porque es confuso), la insignia con la que Huerga & Fierro ha presentado en la Feria del Libro de Madrid la poesía reunida de Arrabal, convocada por el que esto escribe por primera vez. Por tanto, todo encaja en una curiosa ecuación matemática y ¿pánica? Por algo en la biografía que del autor se nos presenta en las solapas de los libros referidos se afirma: Le apasionan los poemas plásticos (su obra secreta), el ajedrez y el rigor matemático (tohu-bohu) del caos primordial.

SUGESTÃO DE VÍDEO
SP Escola de Teatro entrevista Fernando Arrabal https://www.youtube.com/watch?v=J3qMajuYyxM


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Agulha Revista de Cultura
UMA AGULHA NO MUNDO INTEIRO
Número 154 | Junho de 2020
Artista convidado: Fernando Arrabal (Espanha, 1932)
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