Para l'atelier du roman con amor
Dispersos
por el mundo o recluidos entre murallas, quijotes y caballeros andantes, con Cervantes
y Feliciano de Silva, fueron siempre los mismos, los de antes y los de ahora y los
de mañana, sabios y locos, héroes e insensatos. No vinieron al mundo para vivir
mejor o peor. Cuando el universo está solo, abandonado con sus miserias, tuvieron
palabras de justicia, amor, belleza y ciencia.
Fernando Arrabal, Un esclavo llamado Cervantes (1996)
El 17 de julio
de 1936, detenido en el Fuerte de María Cristina de Melilla, el teniente Fernando
Arrabal Ruiz, padre de Fernando Arrabal, es condenado a muerte. En Ceuta, posteriormente,
los militares sublevados, en un Consejo de Guerra de Oficiales Generales, al cautivo
le conmutan la pena de muerte por la de reclusión perpetua. En junio de 1939 el
teniente Fernando Arrabal Ruiz ingresa en la Prisión Central de Burgos. El 29 de
diciembre de 1941 el padre de Arrabal protagoniza un intento fuga de prisión y…
desaparece.
La guerra civil
española, con sus consecuencias y revanchas, condenó a la familia Arrabal-Terán
(¿Cómo ejemplo de todo el país?) a un vía crucis de encuentros y desencuentros,
a enfrentamientos y reproches. El maduro escritor Arrabal tanto en su pieza teatral
Carta de amor -Como un martirio chino- (2002),
como en la novela Ceremonia por un teniente
abandonado (1998) atribuirá dolor y temblor a Madrastra historia.
El ambiente que
rodeó al Arrabal niño-adolescente, después joven, el sincretismo sobre el destino
de su padre y el lento desvelo del misterio, queda explicado con claridad meridana
en su novela Baal Babilonia (1959). Los
juguetes y cartas que envía el teniente Arrabal a su hijo jamás llegan a las manos
del destinatario. Los juguetes firmados por el padre, que manda desde la cárcel
a sus hijos con motivo de las fiestas, sufren la censura. En las fotografías familiares
desaparece la cabeza del padre. El posterior descubrimiento de estos sucesos llevará
al escritor Arrabal a una búsqueda del padre, a una recuperación de su memoria y
recuerdos…
En el verano de
1954 Arrabal conoce a Luce Moreau, entonces estudiante de literatura española en
La Sorbona. Ambos se casaron cuatro años después. En 1955 Arrabal, acosado y asqueado
por la medianía de la España de posguerra, viaja a destierrolandia, a París, con
una beca de tres meses para estudiar teatro. ¿A imitación de Pitágoras cuando abandonó
a los samios bajo la tiranía de Polícrates? La tuberculosis y, por extensión, su
posterior ingreso en un sanatorio, le permite al autor prolongar su estancia en
Francia, y, aunque, más tarde, regresara a España de manera ocasional, los asideros
vitales del escritor ya encuentran su centro en París.
Arrabal ha tenido
el mérito de transformar los sucesos vitales, por medio de la creación alquímica
de su obra, en mito. Y, por tanto, su dolor, los acontecimientos históricos particulares,
los ha sublimado y transmutado en universales. Así, cuando asistimos al enfrentamiento
y los reproches entre la Madre y el Hijo, en Carta de amor, por ejemplo, el público asiste a una catarsis universal
que se ha repetido en la humanidad desde que existen guerras, vencedores, dominados,
familias carcomidas por la guerra y, sobre todo, saña desmedida contra los vencidos.
El poeta es el genio del recuerdo, que no
puede hacer ninguna otra cosa sino recordar y admirar lo que fue hecho. No saca
nada de su propio fondo, pero es un guardián celoso de las cosas que se le han confiado
en custodia. […] Porque también el poeta es como lo mejor de la esencia del héroe;
algo muy débil, desde luego, como es propio de todo recuerdo, pero algo a la par
esclarecido…, nos decía Kierkegaard en Temor
y temblor (1843).
En la pieza de
Arrabal Fando y Lis (1958) los protagonistas
peregrinan en busca de una tierra llamada Tar. Un lugar que rememora a ciudades
o países míticos como la Atlántida, el Camelot artúrico, Christianópolis,
destinos idílicos mencionados por filósofos, o por la tradición; lugares utópicos
(no lugar). Es probable que Tar constituyera para el escritor Arrabal el apetito
de un futuro feliz; de un porvenir al que la pareja Fando/Lis aspiraba en su vida,
sin duda difícil, de esos años. Ese mismo deseo, esa esperanza que anhelaba la pareja
en el París de los años cincuenta se transmuta, por medio de Fando y Lis, en la esperanza de todos, en
una esperanza universal. Y Tar se nos antoja como la esperanza que a todos nos sostiene.
¿A qué nos referimos
exactamente cuando declaramos que Arrabal, por medio de su obra, ha transfigurado
algunos aspectos de su biografía en mito? ¿Qué es el mito? En el Diccionario de Hermenéutica (2006, dirigido
por Andrés Ortiz-Osés y Patxi Lanceros) leemos en la entrada correspondiente a Mito redactada por Carlos García Gual: En primer lugar, todo mito es un relato o narración,
que refiere hechos situados en un pasado remoto. Con esto queda dicho que el mito
es más que un agregado de símbolos; es una secuencia narrativa. […] A este carácter
que postulamos puede replicarse con la observación de que algún gran escritor y
filósofo, como Platón, también ha inventado algunos mitos. Pero tal invención es
ante todo una recreación de relatos de corte tradicional, hecha sobre una pauta
previa y un esquema típico. […] El relato mítico tiene un valor paradigmático en
cuanto relato tradicional que las diversas versiones recogen como realizaciones
singulares. Un mito viene determinado por la suma y el contraste de estas versiones
y las variaciones de las mismas. Las variaciones diacrónicas de la narración corresponden
a su dimensión histórica.
La utilización
del mito, por parte de Arrabal, al contrario que en su estructura más clásica, no
invoca un tiempo remoto, pero sí responde a una serie de patrones y esquemas de
acontecimientos similares vinculados a diversas escuelas religiosas, tradicionales.
Fernando Arrabal
ha calificado a su padre, en diversas entrevistas, como santo pagano. Esta denominación, vinculada con lo sagrado, nos recuerda
a los héroes clásicos, a las vidas ejemplares de santos, incluso a los hombres sagrados
de diversas culturas, a los héroes o profetas que se dirigen al dios desconocido,
o con un padre ausente al que le piden, ruegan y al que buscan. Por otra parte,
ese santo pagano se articula como modelo a imitar. La búsqueda de Dios, de lo correcto,
de la justicia, de la verdad, de la reintegración de lo mancillado, ¿no es un pilar
fundamental de muchos mitos? Citemos por ejemplo el culto al Dios Padre… O el culto
a los antepasados en diversas culturas como la religión pagana romana, las creencias
de varios pueblos indígenas, los rigores funerarios en el antiguo Egipto…
El padre desaparece,
pero también permanece en un limbo indeterminado. Así, aunque ausente, el padre
ocupa un presente constante que se revive en la obra del autor. Y, de este modo,
la búsqueda permanente, sin tiempo, de la figura paterna realiza la paradoja del
padre ausente-omnipresente. La figura del padre desaparecido sirve al escritor Arrabal
de modelo y autoridad. ¿A imagen de la imitación de Cristo?
Según las normas
del mito tradicional la figura del héroe sufre una serie de avatares: abandono del
hogar, el país o el reino; un viaje iniciático en el que el héroe se enfrenta a
sus demonios (obstáculos, monstruos tentaciones…); finalmente, el retorno al hogar
y el triunfo (sobre traidores y enemigos), o simplemente, el héroe se reintegra
triunfante en su patria. En figuras religiosas tenemos un modelo semejante. El príncipe
Gautama abandona su palacio lujoso en busca del conocimiento, sufre peripecias,
tentaciones, vagabundeos, antes de alcanzar la iluminación bajo una higuera. Cristo,
tras ser bautizado, se interna en el desierto y se enfrenta a las tentaciones. Moisés
se aleja de la corte del Faraón, para salvar su vida, vive como pastor y, ya transfigurado
en profeta de Dios, regresa a la corte para reclamar la libertad de su pueblo. Del
mismo modo, Mahoma sufre una crisis religiosa, cercano a sus cuarenta años, y se
retira a orar y meditar a una cueva del monte Hira. Allí comenzará a recibir los
primeros mensajes divinos a través del Arcángel Gabriel.
En el capítulo
Víctor Hugo, de Genios y figuras (1993), Fernando Arrabal declara: Los dramaturgos de hoy, igualmente, concentran
toda su atención sobre el individuo (indivis: lo que no se puede compartir) y su
bajada a los infiernos, al horror y a lo monstruoso (la catabasis) que anuncia la
ascensión y la purificación (anabasis)… para que la sociedad se transforme en un
conjunto de individuos responsables y adultos. El espectador de ese teatro, eternamente
nuevo, se identifica con el héroe: repetimos
que el mal no es solamente los otros, que el mal permanece escondido dentro de cada
uno de nosotros; y esto lo han comprendido perfectamente las religiones y los mitos
gracias a su lenguaje simbólico que se opone al conceptual. Por lo tanto, nos oponemos
al distanciamiento, empobrecido y grosero, y a los slogans didácticos que sermonean
machaconamente a los pobres ignorantes.
Cabe señalar que esta forma vulgar y pedestre de concebir el teatro adopta en la
España actual las formas más cursis y fachosas.
El enfrentamiento con las pasiones, con el enemigo, con las tentaciones, se ejemplifica
en la lucha entre San Jorge y el dragón. Este combate medieval rememora el mito
hitita (entre 1700 y 1200 a.C.) en el que el dios de la tormenta Teshub se enfrenta
a un dragón. Puntualicemos, como curiosidad, que, en la tradición oriental, el dragón
supone, casi siempre, una presencia benéfica. Recordemos que Arrabal abandona España,
más o menos obligado, o quizá impulsado por la náusea que le produce un estado que
había torturado a su padre; triunfa en París (y por extensión en el mundo). Tras
la muerte del general Franco, regresa a su país, siempre de forma esporádica. Pero,
en nuestro caso, el héroe no triunfa de manera absoluta. Arrabal denunciará sistemáticamente
a los estados y gobernantes, de cualquier signo ideológico, que actúan de manera
semejante al gobierno que condenó a su padre. En su vida Arrabal repite, como ya
el lector habrá descubierto, diversas características del mito del héroe. Y del
viaje iniciático… Heracles realiza sus 12 titánicos trabajos para ser admitido en
el Olimpo, para ser aceptado, en definitiva, por su padre Zeus. ¿Puede el hijo Arrabal
redimir a los que cometieron errores con su padre y ganarse, así, la aprobación
del padre?
El hecho de que Arrabal y su obra hayan sido prohibidos
en la Rusia comunista, en la Cuba castrista, en el Chile de Pinochet, por supuesto
también en la España de Franco, nos demuestra el rigor de su obra. Pero, claro,
en un mundo dividido en equipos, ideogramas que se pretenden ideologías, ortodoxos
y matarifes, donde interesa más el triunfo de un grupo que de la verdad, Arrabal
se convierte en alguien incómodo, que no empatiza con dogmáticos de ningún signo…
Este final también resulta abiertamente sugerente… y unido al mito… El héroe en
su eternidad repite una y otra vez sus peripecias, su historia, su vida, su enfrentamiento,
su derrota y su triunfo. Y esos espías carcelarios y pistoleros atacan tanto al
hombre como a su obra, lo ningunean e infravaloran. El santo oficio de hoy juega
a desautorizar al que les muestra sus miserias.
En marzo de 1971
Arrabal escribe Carta al general Franco,
la única dirigida en vida al dictador. La misiva incluye unas palabras fundamentales:
Le escribo esta carta con amor. Sin el más
mínimo odio o rencor, tengo que decirle que es el ser que más daño me ha causado.
[…] Creo que usted sufre infinitamente; sólo un ser que tanto sufre puede imponer
tanto dolor en torno suyo… […] Deseo que usted se transforme, cambie, que se salve,
sí, es decir, que sea feliz por fin, que abandone el mundo de la represión odio,
cárcel, buenos y malos que hoy le rodea.
En definitiva,
el héroe, transfigurado en Arrabal, no pretende la destrucción del contrario (algo
propio de dogmáticos y fanáticos de cualquier clase) sino su redención, su cambio,
su mutación… y escribe sin odio… por tanto con perdón. El héroe pagano se transforma
en redentor, no en destructor. Conviene recordar que Franco prohibió toda la obra
de Arrabal. Lo que no ocurrió con otros autores, autodenominados contestatarios,
sobre todo tras la muerte del dictador, a los que la censura les eliminó párrafos
y algunos artículos, al tiempo que compartían lecho y mesa con el régimen.
El mensaje de
Arrabal al verdugo de amar al enemigo
recuerda a los evangelios, en concreto: amad
a vuestros enemigos, y rezad por los que os persiguen en San Mateo (5,38-48).
También, por ejemplo, en el Tantrismo se invita a la liberación de los contrarios.
Y en el Corán 21:107 Allah, refiriéndose a Mahoma, dice: Y no te enviamos sino como misericordia para los mundos. La paz nunca puede alcanzarse a golpe de bomba sino con
la reconciliación de los opuestos. ¿Hace falta recordar la máxima alquímica de unión
de los contrarios complementarios? Cuando en el movimiento Pánico, cuyo nombre se
toma en referencia al dios Pan, creado por Arrabal, Topor y Jodorowsky en 1963,
se mezcla lo sacrílego y lo sagrado, ¿no se repite esta máxima?
En la pieza El cementerio de automóviles (1958) Arrabal
rememora la Pasión de Cristo. El personaje, que encarna el papel de Jesús se llama
Emanú, en alusión a Emmanuel. Tras la supresión del sufijo-el, que, en hebreo, significa
Dios, el autor expresa su opción exclusiva de lo humano para el personaje. La elección
del nombre proviene de Isaías 7:14 donde
leemos: Por tanto, el Señor mismo os dará
señal: He aquí que una virgen concebirá, y dará a luz un hijo, y llamará su nombre
Emmanuel. En la obra teatral Emanú y sus seguidores son instrumentistas de jazz
que buscan la libertad, la verdad… que se enfrentan a la represión del sistema,
que convierte sus conciertos (prédicas musicales) en actos clandestinos. ¿Hace falta
invocar la importancia de la música en los mitos de Orfeo o Apolo? ¿Y en Pitágoras?
En la noche del
20 al 21 de julio de 1967 Fernando Arrabal es detenido en España y pasa un tiempo
en la cárcel acusado de injurias a la nación y blasfemia. La acusación solicita
doce años de cárcel. Se presentan en su defensa Cela, Beckett, Ionesco, Miller,
etc. El autor fue liberado el 14 de agosto. Esa estancia en prisión, circunstancia
avivada por el recuerdo de su padre en un trance semejante, transforma el teatro
de Arrabal, también al propio autor. Tras la experiencia carcelaria sus piezas El jardín de las delicias (1969) y, sobre
todo, …Y pusieron esposas a las flores (1970)
incorporan el infierno del condenado-inocente al mundo Arrabal.
El descenso a
la cárcel, a los infiernos, a imitación de Orfeo, Gilgamesh, Eneas o el propio Cristo,
transforma y transmuta a Arrabal en un personaje renacido que modifica y amplía
los horizontes de sus creaciones. Muchos de los personajes unidos a estos mitos
viajan al inframundo en busca de un ser querido, un amigo, una amada, un padre…
Otra semejanza con el mito. De hecho, lo carcelario en la obra de Arrabal incluye
semejanzas con el infierno y, en especial, con algunas de sus representaciones pictóricas
en El Bosco o El Greco.
Milan Kundera
refiere al respecto: …Y pusieron esposas a las flores, esta obra inspirada en las cárceles franquistas, la leí en Praga en una
época en que otras cárceles eran nuestras pesadillas cotidianas. Entonces me decía:
un día se olvidará el horror, pero esta obra de Arrabal, esta sucia maravilla, orquídea
de imaginaciones depravadas, esta magnífica flor fétida del mal, esta obra subsistirá….
Joseph Campbell
afirma en el prólogo a su libro Imagen del
mito (1973): …los sueños son una puerta
abierta a los mitos… Arrabal ha evocado el sueño tanto en el teatro como en
sus novelas, o en sus películas, o en su libro, narrativo para unos, poemario para
otros: La piedra de la locura (1963),
titulado Libro de sueños en una primitiva
versión de borrador. El sueño posee predominancia en Sueños pánicos de unas noches de verano (2011). También en el ensayo-dietario La dudosa luz del día (Premio Espasa
de Ensayo 1994) donde, a menudo, entre reflexiones y anotaciones de lo sucedido
durante el día, nos encontramos con la descripción de lo soñado la noche anterior.
En el surrealismo lo onírico posee una importancia capital, pero considerar el uso
que del mismo hace Arrabal a su simpatía por este movimiento es una simplificación
falsaria. Como también lo es la atribución del interés surrealista por el sueño
a un mero capricho. A menudo, en la obra de Arrabal, el sueño inflama y compone
parte del mito de su vida, también del libro en el que figura. Por ejemplo, en su
novela Ceremonia por un teniente abandonado
(1998) nos encontramos con el capítulo titulado Pesadilla en el hospital. En este sueño, escrito a modo de diálogo teatral,
se desarrolla el complejo de culpa del hijo, que busca a su padre desaparecido,
ante una madre que le reprocha su actitud, una madre que se manifiesta como una
víctima de las excentricidades de su hijo; todo esto con la complacencia del comandante
Jotefón, que personifica la autoridad imperante. La relevancia del sueño en la literatura
universal, o en el mito, excede los límites impuestos en este artículo. Los sueños
realizan la función de premonición, de mensaje de los dioses, de revelación, o de
advertencia… Pongamos como ejemplo en la Biblia el sueño de Jacob. O la amplía descripción
de sueños en los Discursos Sagrados de
Elio Arístides (siglo II d.C.).
Las últimas obras
de Arrabal incluyen personajes que encarnan la bondad. En teatro Francisco Torres
Monreal ha definido esta etapa como hacia
la serenidad de los dioses. Estos personajes manifiestan la propia búsqueda
interior del dramaturgo que acude al desciframiento del libro sagrado, pleno de
símbolos, y a las culturas que lo veneran; también al orientalismo-budismo; estoicismo,
Epícteto; Sócrates, los neoplatónicos… En la pieza teatral Breviario de amor de un halterófilo (1986), por ejemplo, los dos personajes
de la obra se llaman Job y Tao. Las obras recientes de Arrabal las protagonizan
personajes femeninos como en sus novelas La
matarife en el invernadero (2003), La
virgen roja (1986) y La hija de King-Kong
(1988). ¿Cómo ejemplo de la madre-mujer-sabia tan presente?
En el capítulo
arriba mencionado del libro Genios y figuras
Arrabal también afirma: Por eso defendemos
un teatro anarquista de disidentes, místicos, heterodoxos y libertarios. Un teatro
de hombres autónomos presidido por la libertad, el amor y la poesía.
Milan Kundera
encuentra en la obra de Arrabal un carácter lúdico, derivado de la infancia, o de
la conservación del niño en el adulto, a su entender, rasgo indeleble, perenne,
de la escritura y del comportamiento arrabalianos. Escribe Kundera: Arrabal incluso cuando desafía a Franco o a Castro,
no es un contestatario, un predicador militante de la moral; es un hombre que juega.
El arte, tal y como él lo concibe, es un juego, y el mundo en cuanto él lo tocase
torna juego. Pero este siglo (refiriéndose al extinto siglo XX) es un terreno prohibido
para los juegos, una trampa puesta a los jugadores.
A. Brelich, citado
por Mircea Eliade en su Historia de las creencias
y de las ideas religiosas (1976), se refiere al héroe clásico en estos términos:
Los héroes se caracterizan por ciertos rasgos
singulares, incluso monstruosos, y por un comportamiento excéntrico que delata su
naturaleza sobrehumana. ¿Acaso no ha sido tildado Arrabal de excéntrico por
algunos sectores de cortas miras o malintencionados? ¿Acaso necesitamos recordar
la figura mítica del loco sagrado? De nuevo nos aproximamos al mito. Salvador Dalí
afirmó: Soy excéntrico y concéntrico.
Con motivo de
su 80 cumpleaños Arrabal ha declarado a la prensa española: Necesitamos un mundo poético, de hacedores, de
los que hacen, sin ellos solo tendremos un mundo sin iluminación, con guerras y
con gente que quiera imponer sus ideas.
Larga vida a Arrabal.
El
Circunspecto y El Extravagante (Cervantes, Shakespeare, don Juan y Arrabal)
El 11 de agosto de 2012 Fernando
Arrabal cumplió 80 años. Desde entonces ha escrito y publicado las piezas dramáticas:
Dalí versus Picasso (2013, Opertet editores),
El impromptu tórrido del Kremlin (2014,
Antígona ediciones), Mi idolatrada violadora
(2015, Antígona ediciones) y Pingüinas
(2015, Teatro Español, 2016). Precisamente esta última, encargada por Juan Carlos
Pérez de la Fuente para conmemorar el
aniversario de la publicación de la segunda parte de El Quijote, de Cervantes, en el Teatro Español, la editó a principios
del presente año la editorial Libros del Innombrable, acompañada por el ensayo Un esclavo llamado Cervantes. Se reunió así
en un tomo todo lo escrito por Arrabal en relación con Cervantes. Comenzamos con
tamaña lista de trabajos para ilustrar que nuestro autor sigue en plena actividad
y con una creatividad que muchos alabaron tras el estreno de Pingüinas. Hasta el punto de preguntarse
cómo era posible que alguien de su trayectoria, con una carrera literaria arraigada,
se atreviera con un sentido del humor tan saltimbanqui y puesto al día, capaz de
conjugar, en Pingüinas, a David el Gnomo
o Espinete con refranes y dichos del Sancho Panza de Cervantes.
Pero Arrabal nos
sorprendió, de nuevo, el 23 de abril con un doble salto mortal: La publicación,
al tiempo, de dos nuevas obras. Lo extraordinario del caso estriba en lo excepcional
de la propuesta. Por un lado, tenemos El extravagante
triunfo de Miguel de Cerbantes (con b, como se nos dice que el escritor firmó
siempre sus obras) y de William Shakespeare,
pieza teatral aparecida en Libros del Innombrable, con un título cuya intencionalidad
deja bien claro el homenaje. Aunque en el interior también encontramos la crítica
a este momento de confusión. Uno de los personajes afirma: De estas dos lumbreras, Cerbantes y Shakespeare, de este par de genios de
la tribu (…) nadie se preocupa ni se ha
preocupado nunca…
En El Extravagante…, siguiendo la unidad de
tiempo, lugar y acción de las obras clásicas, Arrabal nos sitúa en la sede del Parlamento
noruego, en una sala presidida por El grito,
de Much, en el momento de las deliberaciones para la elección del Premio Nobel de
la Paz. Cinco personajes, tres mujeres y dos hombres (uno de ellos, el más anciano,
llega a escena escupido por un «dron»), dialogan respecto a la idoneidad de conceder
tal galardón a Shakespeare y Cervantes. Pero a medida que avanza la acción se nos
introduce en una nueva trama. Uno de los hombres violó la noche anterior a las tres
mujeres que participan como jurado, a las que reunió en su casa, por separado, con
la excusa de dialogar sobre el premio Nobel de la paz. Comienza entonces el canto
que arremete contra el mito de don Juan. El asunto llega a convertirse en el tema
central de la obra. En el volumen se incluye un artículo de Arrabal titulado ¡Nunca hubo un seductor!, que profundiza
en la cuestión.
Frente, o mejor
dicho, junto a este pieza se sitúa la novela El Circunspecto (2016, Reino de Cordelia). En ella asistimos a la misma
reunión del Comité Nobel Noruego desde la perspectiva de un espía que, por medio
de cámaras instaladas en el recinto, sigue desde las pantallas de su «centro de
mando» las conversaciones de los personajes de la obra teatral. En la novela se
combinan las reflexiones del espía sobre los más diversos asuntos (su profesión,
Noruega, Cervantes y Shakespeare, el ajedrez, Alfred Nobel, Dios…), con fragmentos
de los diálogos de la pieza teatral. La combinación de ambas creaciones, que pueden
leerse por separado sin perjuicio, suscita una impresión de curiosa idoneidad. A
pesar de lo arriesgado del envite literario se nos antoja que el resultado final
de este juego confluye de manera acertada y convenientemente medida.
Se leen con interés
la creación narrativa y la obra dramática. Pero es en la intersección de ambas,
en el diálogo que establecen, donde se instala lo más logrado del ejercicio que
nos propone Arrabal. Ambos libros se presentan con el mismo prólogo de Pollux Hernúñez,
que firma la edición de la obra teatral, más un epílogo, genial y explicativo, en
la edición de la novela.
Por cierto, el
último capítulo de El Circunspecto lleva
por título: Credo quia confusum (Creo porque
es confuso), la insignia con la que Huerga & Fierro ha presentado en la
Feria del Libro de Madrid la poesía reunida de Arrabal, convocada por el que esto
escribe por primera vez. Por tanto, todo encaja en una curiosa ecuación matemática
y ¿pánica? Por algo en la biografía que del autor se nos presenta en las solapas
de los libros referidos se afirma: Le apasionan
los poemas plásticos (su obra secreta),
el ajedrez y el rigor matemático (tohu-bohu) del caos primordial.
SUGESTÃO
DE VÍDEO
SP
Escola de Teatro entrevista Fernando Arrabal https://www.youtube.com/watch?v=J3qMajuYyxM
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Agulha Revista de Cultura
UMA AGULHA NO MUNDO INTEIRO
Número 154 | Junho de 2020
Artista convidado: Fernando Arrabal (Espanha, 1932)
editor geral | FLORIANO MARTINS | floriano.agulha@gmail.com
editor assistente | MÁRCIO SIMÕES | mxsimoes@hotmail.com
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