BELÉN OJEDA
¿Dónde comienza, dónde acaba el horizonte? ¿Será posible habitarlo? ¿Cómo
nombrarlo?
La magnífica poesía de Belén Ojeda indaga
en el horizonte, en el límite, en la frontera, en los umbrales donde se pierde la
vista y parecen juntarse el cielo y la tierra. Estamos ante una poesía visionaria, que intenta ver más allá de donde la vista puede
alcanzar. Poesía de la intemperie, pues solamente desde el descampado, a cielo abierto,
puede investigarse el horizonte.
Los paisajes que evocan las visiones de
Belén Ojeda apuntan a la vastedad del mundo: parajes
extendidos, planicies dilatadas, llanuras donde se pierde la vista. Resulta casi
palpable su fascinación por lo remoto, por lo extraño, por lo ausente. Taigas, estepas,
tundras, desiertos, dunas, deltas. Y especies botánicas que se yerguen en medio
de la intemperie, registradas por nuestra poeta como símbolos de una de las aspiraciones
más hondas de su poesía: permanecer en la intemperie, fundar en el límite, habitar
durante el tránsito. Esta aspiración la emparenta con figuras entrañables de la
tradición poética venezolana, como Enriqueta Arvelo Larriva, Elizabeth Shӧn, Ida Gramcko, Alfredo Silva Estrada.
Así, mirando en lontananza, veremos cómo se yerguen, en medio del silencio y
la soledad de parajes inhóspitos, abedules, cipreses, coníferas y cardones, para recordarnos que es posible habitar “recónditos lugares” donde suele escucharse “el rumor de lo
ausente”. La mirada de Belén Ojeda se explaya en lontananza sobre cosas y seres
que, por estar tan lejos, apenas se pueden distinguir. Indagación y celebración
de los límites y las fronteras. La libertad del desierto y el despojo necesario
para borrarse en el paisaje: “La taiga te traspasa”, porque “allá
palparás la realidad de tu inexistencia”.
La poesía de Belén Ojeda parece haberse
concebido bajo el influjo del solsticio, acontecimiento astronómico en el que el
sol está en el punto más alejado del ecuador celeste.
Un sol estático alejándose en el horizonte dilatado, así como la nieve que, siendo
estática, al derretirse borra toda huella, son símbolos de lo lejano y permanente,
y al mismo tiempo “conciencia de lo que transcurre, la certeza de lo perentorio,
el temor de lo inasible”.
Quizás el símbolo tutelar de la poesía
de Belén Ojeda sea la figura de la espiral. Espiral: línea curva que nace de un
punto originario y gira en torno a él a la vez que está alejándose. Figura que se
manifiesta de manera sorprendente y constante en el cosmos y en la naturaleza terrestre:
en la forma de las galaxias y en el movimiento elíptico de los planetas; o en las
conchas marinas y en la estructura helicoidal del ADN. La figura de la espiral,
presente en el inconsciente colectivo de la humanidad desde los sueños, los relatos
míticos, las cosmogonías, el arte rupestre o la cestería, es un símbolo de la transformación,
del eterno retorno, de la eterna continuidad de lo inmóvil, de la unidad en lo diverso,
de la inmovilidad del cambio. Así, pues, “fundando en lo transitorio”, la mirada
poética de Belén Ojeda se explaya en la vastedad de espacios concéntricos en forma
de espiral: “el viaje ha sido siempre circular/pero extrañamente/nunca he podido
regresar al lugar de partida”.
Caminar de espaldas representa este tipo de movimiento paradójico en el que
avanzamos hacia atrás en la medida en que el horizonte se expande hacia adelante:
Caminas
de espaldas
a ti mismo
Te devuelves
La sombra
oscila
entre
tus límites
Eres
en el
centro
sin claroscuros.
Otros aspectos fascinantes de la poesía
de Belén Ojeda son su honesto vitalismo, su vocación de ausencia, su pulsión por
partir. Y la extensión de lo vasto no la paraliza, sino más bien le invita a dejar
atrás su rostro para adentrarse en lo ausente y ajeno:
Serás
andariego. Construirás tu camino con
plumas
y pergaminos del trayecto. No te detendrán
ni la
plaza ni el circo de la ciudad. Tras de ti irá
el aguador
borrando lo andado.
Mientras escribo estas líneas, he querido
hacerle un sencillo homenaje a Belén Ojeda, escuchando la primera escena de la Kinderszenen
Op. 15, de Robert Shumann, que lleva como título “Von fremden Ländern und Menschen”,
y que pudiera entenderse como esa búsqueda o anhelo humano de lejanas tierras y
gentes extrañas. Debo confesar mi honda emoción y agradecimiento tras haber recorrido
la maravillosa y sorprendente poesía reunida de una de las poetas latinoamericanas
contemporáneas más originales y solventes, cuya poética de la vastedad nos deja una invitación resonando en el traspaso:
Recibir
lo desconocido y lejano
volverse
viento
arena
alcanzar
otras orillas.
*****
|
|
*****
Agulha Revista de Cultura
UMA AGULHA NA MESA O MUNDO NO PRATO
Número 184 | outubro de 2021
Artista convidado: Jaime Suárez (Puerto Rico, 1946)
editor geral | FLORIANO MARTINS | floriano.agulha@gmail.com
editor assistente | MÁRCIO SIMÕES | mxsimoes@hotmail.com
logo & design | FLORIANO MARTINS
revisão de textos & difusão | FLORIANO MARTINS | MÁRCIO SIMÕES
ARC Edições © 2021
Visitem também:
Atlas Lírico da América Hispânica
"Serás andariego. Construirás tu camino con
ResponderExcluirplumas y pergaminos del trayecto. No te detendrán
ni la plaza ni el circo de la ciudad. Tras de ti irá
el aguador borrando lo andado." Excelente artículo y excelente poeta.