LA CREACIÓN POÉTICA & SUS ESPEJOS
AC | Lo segundo:
mantengo abiertas las puertas de la percepción para que ingresen imágenes, o atisbos
de imágenes. De hecho, hay imágenes que me persiguen constantemente.
FM | ¿Tienes
una esperanza de vida ideal? ¿Cuál? ¿De qué modo tu creación hace parte de ella?
AC | Entiendo
la vida como un continuum, encarnamos
acá de manera temporal, en ese sentido somos inmortales. De tal modo que la esperanza
de vida, para mí, es infinita. En mis trabajos poéticos he insistido mucho con el
tiempo como una “rueda de la vida”, como el “Sâmsara” hindú. Es más, creo que casi
toda mi creación está atravesada por esa línea discontinua del tiempo conjugándose
con el espacio, en una operación poética que nos traslada a diferentes universos
o, mejor dicho, pluriversos.
FM | ¿Cómo percibes
las diferencias entre lo que pretendías crear y lo que realmente creas? ¿Te molesta
este abismo sutil de vez en cuando? Si se ha reducido (o incluso desaparecido) con
el tiempo, ¿a qué atribuyes tal evidencia?
AC | Siempre
hay un hiato entre lo que se pretende decir y lo que se logra. Es la forma que no
encuentra su estilo, como diría el maestro Rubén Darío. Y claro que molesta ese
abismo que, a veces, no es tan sutil, esa suerte de traslación que muchas veces
se bifurca y se manifiesta de otras maneras. Pienso, sin embargo, que con el tiempo
se va atenuando, se va consiguiendo atrapar de mejor manera, con el oficio y la
doma de las palabras, eso que uno pretende decir y compartir. La síntesis poética
es la mejor evidencia, es decir, la economía verbal, ese ajuste de cuentas con nuestra
propia expresión.
FM | Al visitar
el templo de Zoroastro, Italo Calvino descubre que el fuego real es el fuego oculto. ¿Cómo alimentas el fuego de la creación
en tu escritura? ¿Podríamos hablar de la existencia de algún rito?
AC | El fuego
de la creación se alimenta cotidianamente. Se trata de estar atentos a nosotros
mismos y al entorno en una especie de vigilia donde debemos aprender el oficio de
vivir: la benevolencia en todos los planos. Se trata de no pensar de los demás lo
que no nos gustaría que pensaran sobre nosotros. Y eso parece muy fácil, pero es
harto difícil, es un proceso de aprendizaje, mejor dicho, de desaprendizaje, muy lento y complejo. Yo
me considero un aprendiz. En otras palabras, se trata de ganarnos el sagrado derecho
a la expresión poética, al fuego de la poesía, tanto interno como externo. Es una
actitud vital: vivir en poesía. Y ese, creo, es el gran rito y reto de un poeta.
Y su enorme responsabilidad.
FM | ¿Crees que
hay un exceso de ideas en el mundo y que hay una especie de mal uso de esas ideas?
¿Es necesario minar constantemente nuevas ideas o lo que falta en el mundo es orden
y perseverancia en las ideas existentes?
AC | Creo que
hay dos o tres ideas centrales en el mundo. De ellas se han derivado otras que a
veces son eufemismos o repeticiones vanas. O discursos alambicados. A partir de
ellas se ha generado mucho ruido, lo que ha permitido que ahora sean ininteligibles
en un mundo de apariencias y simulacros, de discurso único y de violencia por doquier.
Pienso que lo que falta en nuestro mundo es coherencia para perseverar sobre esas
ideas centrales que atraviesan las historias humanas como una constante: justicia,
paz, armonía… todo lo que resume una palabra harto manoseada y vaciada de su contenido
energético/creativo: AMOR.
FM | ¿Cómo has
contribuido a mejorar el mundo?
AC | No sé si
he contribuido a mejorar el mundo, pero he tratado y trato de hacer lo propio, ofrecer
mi pequeña contribución. Ha sido una ardua lucha, ya como ciudadano, ya como artista.
A lo mejor los frutos no se notan porque es un proceso largo, muy largo y discontinuo.
Tal vez lo más contributivo sea el proceso de limpieza y combustión interna para
conseguir ser una mejor persona, un mejor ser humano.
FM | ¿Existe
una realidad hispanoamericana o el conjunto de sus 19 países aún no ha descubierto
sus verdaderas perspectivas culturales para la acción conjunta? ¿Cómo cree que debería
funcionar esa América tan deseada y a veces imposible?
AC | Existen
comunidades imaginadas, lo hispanoamericano es un constructo entonces, aunque parezca
paradójico, somos una “realidad” imaginada. Creo que debemos desaprender mucho de
lo aprendido, o casi todo. Debemos tornar a las fuentes primordiales, tanto de nuestros
pueblos y culturas autóctonas, como las de pueblos de otros continentes. Debemos
descolonizar nuestras mentes antes que nuestros países. Pensarnos, por ejemplo,
en conjunto y no en unidades dispersas y atomizadas que muchas veces se reconfiguran
como piezas enemigas. Debemos pensarnos juntos para ser y estar juntos. Pero, como
se sabe, es un proceso complejo, largo, y el tiempo, al parecer, apremia. Si no
logramos vernos como hermanos, como compañeros de viaje en la diversidad, todo proyecto
sociopolítico y económico, estará destinado al fracaso.
FM | ¿Qué sueles
leer fuera del español? No me refiero sólo a la literatura, porque aquí me interesa
evocar tu entorno de lectura. ¿O crees que leer poetas es el único material imprescindible
para tu creación?
AC | Leo, además
de poesía, mucho ensayo y narrativa en buenas traducciones cuando son de otras lenguas,
es decir, en castellano (el español no existe, es un invento político). También
me intereso por la filosofía y el arte en general. Trato de leer a algunos poetas
en su lengua materna (inglés, ruso, un poco de francés y portugués, con traducciones
propias y con diccionario a mano), pero, en general, leo en castellano.
FM | ¿Crees en
la existencia de la sociedad?
AC | Creo en
la existencia de sociedades, de diversas comunidades mancomunadas o divididas, en
lucha o en busca de paz. Sin embargo, creo que la “sociedad” contemporánea está
enferma; las sociedades están perturbadas, lucen intoxicadas y alejadas de lo primordial,
de lo sustancial humano, de lo trascendente, es decir, de sí mismas, de la comuna.
Además, los poderes fácticos intentan, desde hace muchos siglos, homogenizarlas
para que todos pensemos lo mismo y, sobre todo, consumamos lo mismo. Y para que
no haya disidencia, por supuesto.
FM | ¿Quién eres
de todos modos?
AC | Soy un ser
que encarnó en este cuerpo, en esta materialidad y en esta dimensión planetaria.
Un ser que aún se busca en el devenir y que intenta responderse con preguntas y
más preguntas. No sé si hallaré la respuesta, o las respuestas, pero las intuyo
e intento vivir, pensar y expresarme de la mejor manera para conseguir un regreso
adecuado al tiempo/espacio del creador.
FM | ¿Qué te
parece la idea de incluir un poema propio, comentando algo que motivó su creación?
8.
Quien
reza el rosario está en la Cuenta Corta. El Poeta Cantor en la Larga. Por eso aprende
a nacer cada día y perdura. No ora. Ni implora. Cuenta: los amaneceres, las tardes
incandescentes del terraplén, los insomnios... Cuenta, suma y resta. Retrata las
abejas en su madriguera, los encuentros y desencuentros…
Cuenta
Larga es la partida. Por eso nunca se llega. Pero ya lo dijo el Maestro: el no llegar
es lo que te hace grande. No llegar al areíto ni al aquelarre. Pero se perpetúa.
Cuenta y Canta. Canta y Cuenta. Como Homero. O Walcott en Trinidad y Santa Lucía.
Mora
y doma, mora y demora. Las palabras contracorriente en el golfo. Doma. Y aprende
a ser aprendiz para llegar a la raíz. Desaprende y se prende. Aprendiz es el máximo
escalafón. Lo otro es literatura, mercado, templo, noticiario, sesteo, galardón.
El
Aprendiz perdura porque aprende a nacer lentamente, como las verduras y los enormes
bosques donde pastan las aguas profundas desbordadas por Heráclito. Aprende que
la Palabra es lo primero y lo último. AMOR. Esa la primera, la sempiterna del Aprendiz.
Este es un fragmento del poema “La Nacencia” del libro todo tiempo futuro (2014). Es una búsqueda y una reflexión sobre el tiempo y la poesía en este mundo, y sobre la labor del poeta y sus congéneres. En mucho, resume lo que hemos tratado en la entrevista.
ADRIANO CORRALES (San Carlos, Costa Rica, 1958) realizó estudios de Artes Dramáticas en la Universidad de las Artes de San Petersburgo, Rusia donde obtuvo una Maestría en Bellas Artes y posee un Doctorado Interdisciplinario en Letras y Artes de la América Central por la Universidad Nacional (UNA). Laboró como profesor (catedrático), investigador y extensionista en los Campus de San Carlos y San José del Instituto Tecnológico de Costa Rica, donde dirigió la revista Fronteras, el programa Miércoles de Poesía (escritura creativa y promoción literaria) y coordinó la Cátedra de Estudios Culturales Luis Ferrero Acosta, entre otros programas y proyectos.
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