quarta-feira, 30 de agosto de 2023

ADRIANO CORRALES ARIAS | Virginia Grütter Jiménez, poeta del amor, la lucha, el dolor y la solidaridad

 


Intentar un abordaje a la compleja y profunda biobibliografía de Virginia Grütter Jiménez (1929-2000) no es tarea fácil. Su arduo peregrinar por este mundo estuvo cargado de dramáticos acontecimientos y signado por la rebeldía, la lucha militante, la poesía, el dolor, las pérdidas y, finalmente, la invisibilización de un país que no le perdona su actitud diferente y diferenciadora fuera del rebaño, para así lograr expresarse como pensadora, creadora y luchadora desde lo alternativo y revolucionario, ergo, desde la izquierda. Nada nuevo en una cultura domesticada por la auto represión, la cancelación y el olvido, cada vez más autoritaria y agresiva contra los saberes, lo autónomo y lo contestatario.

Virginia Teresa del Carmen Grütter Jiménez nació en la ciudad de Puntarenas, extensa lengua de arena y puerto del Pacífico costarricense, donde creció admirando un horizonte amplio cargado de invitaciones y expectativas. De allí, es seguro, provenía su carácter libertario. Hija de una educadora, Lía Jiménez Guido, y aupada por su padre adoptivo de origen alemán, Rolando Grütter Graf, asistió a la Escuela Normalista Delio Urbina de Guevara, donde adquirió su gusto por la literatura. Más tarde, con ingentes esfuerzos, fue enviada por su madre al Colegio de Sión en San José, donde estuvo internada y aprendió con soltura los idiomas, inglés, francés y alemán –el segundo lo hablaba con fluidez desde la infancia–; así como la tenaz resistencia ante la teología impuesta.

Pero antes había iniciado su precoz destino de viajera: su padre adoptivo, un alemán que había recalado en Costa Rica tratando de escapar de la crisis europea de entreguerras, tal vez agobiado por el “mal de patria”, decide regresar a su país a probar suerte. Así, siendo niña, embarca con sus padres en una verdadera aventura por Europa. Llegan a Alemania en los sangrientos prolegómenos de la Segunda Guerra Mundial y, debido a ello, junto con su madre, deben huir, casi de inmediato, rumbo a Italia para retornar a la patria. Su padre se refugia en la Unión Soviética para reencontrarse con ellas, en 1941, de nuevo en Puntarenas.

Como si de realismo mágico se tratara, Costa Rica le “declara” la guerra a la Alemania nazi y el gobierno empieza a perseguir a los ciudadanos alemanes residentes. Su padre es arrestado y enviado a un campo de concentración en los Estados Unidos. Virginia y su madre se trasladan hasta allá para acompañarlo. Con posterioridad, muchos prisioneros alemanes son intercambiados por prisioneros del Tercer Reich y se le permite el regreso a Alemania; entonces Virginia, con trece años, emprende un segundo viaje hacia una Alemania todavía en guerra. Allá intenta retomar los estudios secundarios gracias a su dominio de los idiomas alemán, francés e inglés; sin embargo, los signos de la derrota de Alemania y el mal panorama para los extranjeros los hacen devolverse, una vez más. (Por cierto, ya mayor, la Grütter refería que Hitler la había saludado en uno de los tantos desfiles militares al cual habían asistido como espectadores). En 1945 retornan a Costa Rica y concluye la secundaria en el colegio nocturno José Martí de Puntarenas. En 1950 inicia sus estudios en Filosofía, Literatura y Arte en la Universidad de Costa Rica, los cuales quedan inconclusos.

Incurrió en tres matrimonios durante su vida. Del primero –se divorcia por violencia doméstica– nacen tres hijos, Jorge Evelio Benavides Grütter, Katya Lia Benavides Grütter y Liana Rosa Benavides Grütter, esta última colaboradora del Frente Sandinista de Liberación Nacional (FSLN) capturada y torturada en Nicaragua por la Guardia Nacional de Anastasio Somoza Debayle por conspirar en apoyo a la revolución. Su madre lideró la campaña de apoyo internacional solicitando apoyo a los sectores más influyentes de Costa Rica para traer de regreso a su hija. En 1956 contrae nupcias, por segunda vez, con Jean Mouleart, reconocido hombre de teatro con quien participó en proyectos cruciales para el desarrollo del arte dramático costarricense y con quien procrea a su cuarta hija, Blanca Mouleart Grütter (nacida en La Habana, Cuba). En su tercer matrimonio, en 1973, se unió con el general chileno Carlos Pérez Vargas, quien fuera secuestrado y desaparecido por la dictadura de Augusto Pinochet en 1974, lo que provocó una intensa campaña liderada por la misma poeta para liberarlo, gestión que desafortunadamente, esta vez, no tuvo éxito.


Virginia también fue una mujer de teatro, actividad artística que estudió y ejerció con rigurosidad, tanto como actriz, dramaturga, directora, diseñadora de vestuario/escenografía y docente. Por esa razón vivió y trabajó once años en Cuba desde inicios de los años sesenta, como directora de teatro en el Consejo Nacional de Arte, así como en la producción de obras dramáticas y óperas. A principios de 1970 viaja a Chile, pero su estancia se interrumpe por la caída del gobierno de Salvador Allende. Viaja entonces a la antigua República Democrática Alemana, invitada a estudiar y trabajar en el Berliner Ensemble la célebre compañía teatral fundada por el poeta y dramaturgo Bertolt Brecht. Se debe puntualizar que las teorías y propuestas dramáticas y literarias de Brecht van a ejercer gran influencia en su vida, tanto en el aspecto poético –teatral/literario– como en el político.

Retorna a Costa Rica e inicia su nuevo camino como profesora de teatro en la Universidad de Costa Rica y en la recién fundada Compañía Nacional de Teatro como asesora de puestas en escena alemanas. Cuando Virginia había iniciado sus estudios de filosofía y letras en la Universidad de Costa Rica, a pesar de la existencia de grupos teatrales, no había una escuela de teatro como tal. Debe recordarse que, en 1956, cuando casa con Jean Mouleart, propusieron al teatro universitario un listado de obras breves que ambos habían traducido y, acontecimiento de gran importancia, fundan el Teatro Arlequín. De esa manera se inicia el teatro universitario, llamado entonces Grupo Arlequín, tropa cuya influencia alcanza hasta 1979, lo que propicia, en 1968, la creación de la Escuela de Artes Dramáticas. (Bonilla, 2020, párrf 11). En el año 1979, con motivo del triunfo de la revolución popular sandinista, más tarde traicionada, se traslada a Nicaragua donde desarrolla y dirige diversos proyectos teatrales.

En el aspecto puramente literario y según la crítica tradicional, Virginia Grütter pertenecería al grupo de poetas de la Generación de los 50. A dicha “generación” se le ha considerado como de ruptura y grupo esencial para el desarrollo de la poesía contemporánea, dado que rompe con la tradición del verso modernista, iniciando con los poemas de Alfredo Sancho, los publicados por Isaac Felipe Azofeifa y Francisco Amiguetti, más lo que se conocía de la obra de Eunice Odio. Según el poeta y crítico Carlos Rafael Duverrán, los poetas que empiezan a publicar en esa década comparten de manera tácita esa responsabilidad, cada uno con su propio talento e independencia, estableciendo algo que nos parece fundamental: las bases para la experimentación sobre las que poetas y grupos posteriores se asentarían. (Duverrán, 1994).

Esta generación literaria –si acaso puede llamarse de esa manera dado que en Costa Rica no han existido generaciones en términos clásicos y porque, de todos modos, ese criterio es impreciso para dar cuenta del desenvolvimiento de una literatura– que procura abordar el mundo moderno y los problemas del momento, estuvo influenciada por algunos hechos históricos como la Segunda Guerra Mundial y la llamada Revolución del 48 en Costa Rica, guerra civil que produjo profundas heridas en la sociedad costarricense, pero logró, no sin conflictos, la erección de un Estado Social de Derecho ejemplar en América Latina hasta los años ochenta. Es una “generación” que conduce al expresionismo con una poesía que “refleja” la realidad transformada y la subjetividad del hablante, mezclando la temática erótica y la denuncia social con ciertas dudas existenciales.

En 1954 Virginia publica Dame la mano, por la Editorial Atenea y por la Editorial Costa Rica en 1989. Es un libro de poesía romántica escrito en verso libre. En 1973 publica Poesía de este mundo por la Editorial Costa Rica. El libro se divide en tres amplias temáticas: poesía amorosa, pero se aborda el tema desde la ironía y la amargura; poesía cotidiana que trata sobre la vida y educación de la mujer “en la cual se refleja su rebeldía y su actitud crítica ante los mitos de la crianza y el autoritarismo de la educación.” (Bonilla, 2020, párrf. 16) y poesía política que trata de poemas con hechos históricos desde una voz de combate y denuncia. En 1994, por la Editorial de la Universidad de Costa Rica, se publica Cantos de cuna y de batalla, su último libro, el cual se considera una transición entre la poesía política latinoamericana y la poesía testimonial, es decir, que da voz a las víctimas de la injusticia social y de la represión política. El libro recibió el Premio Áncora de Literatura en 1996.


En cuanto a la prosa debe anotarse que la poeta llega a la misma gracias a su madre quien, como ya se dijo, era maestra normalista, teniendo la fortuna de que el maestro y gran ensayista Omar Dengo, le obsequiara con una buena dotación de libros; por eso Virginia, desde muy temprano, leyó a Tagore y Martí, entre otros, quienes escribían “prosa poética”. En 1978 se publica Los amigos y el viento, por la Editorial Costa Rica, sin embargo, su primera versión había visto la luz en 1956 bajo el título de Boris, el cual se había sometido a un concurso literario deliberado por el historiador y crítico Abelardo Bonilla y los escritores Alberto Cañas y José Marín Cañas, resultando premiada. En el mismo se cuenta la historia de una adolescente narrada en primera persona; se trata de su experiencia de casi tres años como refugiada en Alemania en un ambiente bélico, la misma se enlaza con la historia de amor entre la protagonista y un soldado extranjero. Es importante mencionar que es “una de las pocas novelas costarricenses ambientadas en el exterior (…) hoy día puede decirse que ya era un rasgo de la visión universalista que iba a caracterizar la obra de la autora.” (Bonilla, 2020, párrf. 18).

Su novela Desaparecido, escrita en 1976 pero publicada en 1980, con una segunda reedición en 1995 por la EUNED, se podría considerar autobiográfica ya que se narra desde la voz de una mujer sufriente en busca de su esposo –el chileno Carlos Pérez Vargas– preso y desaparecido por la dictadura de Pinochet en Chile. Como menciona la misma Grütter, citada por Fernández (1995): “mucho se habla desde la voz de los presos, pero poco desde los que quedan afuera sufriendo la separación”. La novela viene acompañada de comentarios, tal y como el de la carta que el poeta cubano Nicolás Guillén le enviara a Virginia en 1979: “Me he leído tu poderoso libro. Hay páginas de una fuerza terrible, no solo por lo que significan de denuncia, sino por la forma vigorosa en que esta denuncia está hecha. Te felicito y te abrazo. ¿Puedo decir te beso? Tuyo siempre. Nicolás.” (Citado por Grütter en el texto de Fernández, 1995). En 1998 se publica el texto Canto a mi tiempo: Memorias, por la Editorial Mujeres, donde repasa sus recuerdos más antiguos y queridos, desde su infancia hasta su juventud cuando regresa a Costa Rica del segundo viaje a Europa. Dicho texto, según su propio testimonio, fue producto de la insistencia de hijos, amigos y allegados, además de su consideración propia, tomando en cuenta el calibre de la “casualidad” de que parte de su vida transcurriera in situ por la Segunda Guerra Mundial. La autora trató de seleccionar asuntos dignos dada su amarga experiencia al ser perseguida o saberse rechazada, ya como estímulo o porque sencillamente le parecían bellos, menciona ella misma en una entrevista realizada por la poeta y periodista María Montero (1998).

Pero Grütter Jiménez fue más allá de la poesía, el teatro y la narrativa. Incursionó en otros géneros y fue una incansable activista en favor del arte y la cultura. De acuerdo con Muñoz (2000), Grütter escribió tres cantatas al reconocido escritor y luchador comunista Carlos Luis Fallas (CALUFA), escuchadas por trabajadores en las fincas bananeras de las compañías transnacionales del Caribe y el sur costarricenses, y le dedicó otra cantata al guerrillero antimperialista nicaragüense Augusto César Sandino. Por demás, artistas contemporáneos, sabedores de la escasa distribución de su obra por canales oficiales, se han dado a la tarea de divulgarla. En 1982 el músico y compositor Adrián Goizueta y otros de sus compañeros, musicalizaron poemas inéditos de la escritora en un recital dedicado a ella; se trata de poemas inéditos de su último libro que en 1987 quedaron plasmados en el casete “Será futuro”. La cineasta alemana Quinka F. Stoehr, dirigió una película documental realizada en Alemania en 1995 llamada Virginia Grütter, más fuerte que el dolor. La misma trata sobre la vida y la controvertida personalidad de la autora. La cineasta, a lo largo de cuatro años, viajó hasta Costa Rica para reunirse con Virginia y conversar sobre su vida, produciendo un documental lento y accidentado pero respetuoso, vívido y sentido, por tanto, inquietante. En Costa Rica el filme se proyectó al público en el Instituto Goethe el 22 se setiembre de 1997 y en marzo del año 2013 en la Sede del Atlántico de la Universidad de Costa Rica en la ciudad de Turrialba, con motivo de un homenaje a la poeta, cuya presentación estuvo a cargo de su hijo Jorge Evelio Benavides Grütter. Y más reciente, en este año de 2023, su única nieta, Blanca Margarita, conocida en el mundo artístico como Caliba Colibrí, canta y recita poemas y fragmentos de su biografía.


Entre sus rasgos de mujer combatiente por las causas populares más justas y por el fortalecimiento de la vida institucional democrática, especialmente en el ámbito de la cultura, debe subrayarse una de las luchas más fructíferas de Virginia: a finales de los años cincuenta movilizó voluntades y reunió a más de quinientos intelectuales de diferentes posiciones políticas e ideológicas, para exigir la creación de una editorial estatal, hecho que se hiciera realidad en 1959 con la creación de la Editorial Costa Rica. Por muchos años militó y luchó con los movimientos de izquierda “razón por la cual durante mucho tiempo se la censuró junto con sus obras” (Méndez, 2013, párrf. 11) y en 1998 participó activamente en la palestra con el partido Fuerza Democrática.

Virginia murió cercana a cumplir setenta y un años un tres de marzo del año 2000. Sus honras fúnebres se realizaron en la Catedral de Puntarenas, ciudad portuaria y turística que la viera crecer con ese aire y ese mar amplios y abiertos. El 19 de agosto del año 2020 se presentó un proyecto en la Asamblea Legislativa en la Comisión de Honores para declarar a Virginia Grütter Jiménez Benemérita de las Artes Patrias, y el 21 julio del 2021, en una sesión histórica, se le declaró como tal, junto con otras trece mujeres de diversos ámbitos. Nos quedan los poemas, las novelas, sus anécdotas y esclarecedores testimonios. Y aquella sonrisa vital de una mujer que en la juventud oponía su notable belleza a las circunstancias políticas conservadoras, mojigatas y patriarcales, con una denodada fortaleza, valentía y singular talento. Padeció asedios, pérdidas, dolores, amenazas, exilios, desencantos e ingratitudes, pero nunca dio su brazo a torcer ni apagó su descomunal y esperanzadora sonrisa. Siendo que es una mujer imprescindible en esta época de sombras, simulacros, violencias y cancelaciones, debemos ser leales a su legado para asumirla tal y como se le recuerda y extraña.

 

 

Textos consultados:

Bonilla, Ana Paula. (2020). Expediente 22155: “Declaración de Virginia Grütter Jiménez como benemérita de las Artes Patrias”. Recuperado de https://bit.ly/3I9Me8g

Díaz, Doriam. (4 de marzo de 2000). “Falleció la Grütter”. La Nación.

Dobles, Aurelia. (18 de setiembre de 1997). “La Grütter al cine”. La Nación, Suplemento.

Duverrán, Carlos Rafael. (10 de julio de 1994). “Sobre Cantos de cuna y batalla”. La Nación.

Fernández, Victor Hugo. (4 de junio de 1995). “La más vieja entre los jóvenes”. La Nación.

Méndez Montero, Maureen. (2013). “Sede del Atlántico rindió homenaje a Virginia Grütter”. Recuperado de https://bit.ly/3llGbUr

Montero, María. (10 de enero de 1998). “A la sombra del recuerdo”. La Nación, Suplemento.

Mora, José Eduardo. (22 de octubre de 2019). “La lucha sin fin de Virginia Grütter”. Universidad. Recuperado de https://bit.ly/3xFEbva

Muñoz, Kattia. (8 de marzo de 2000). “Auténtica, activa y valiente”. Universidad.

Sesión Ordinaria No. 105-2021. (2021). Recuperado de https://bit.ly/3G1USUz

 

 

 


ADRIANO CORRALES ARIAS (Costa Rica, 1958). Poeta, escritor y crítico. Ha publicado más de 25 libros en poesía, novela, cuento, ensayo y teatro. Fue profesor catedrático e investigador de la Escuela de Cultura del Instituto Tecnológico de Costa Rica. Ha sido traducido parcialmente al inglés, italiano, ruso, japonés y portugués. Colabora con varias publicaciones latinoamericanas.



 


JAN DOCEKAL (República Tcheca, 1943). Historiador del arte, artista, publicista y profesor emérito. Se formó como metalúrgico, estudió historia del arte y la estética, fue obrero, tecnólogo de producción mecánica, diseñador publicitario, director comercial en una imprenta, propietario de una galería y de una agencia de publicidad. Organizador de numerosas exposiciones de arte, autor de varios libros en el campo del arte, colabora con Agulha Revista da Cultura, además de haber sido incluido en el libro Viajes del Surrealismo (2022), de Floriano Martins. Es miembro del grupo surrealista checo Stir up. Realizó treinta y ocho exposiciones individuales, participó en exposiciones surrealistas en Bélgica, Chile, Costa Rica, Alemania y Portugal. Jan Docekal es el artista invitado de esta edición de Agulha Revista de Cultura.

 



Agulha Revista de Cultura

Número 237 | agosto de 2023

Artista convidado: Jan Dočekal (República Tcheca, 1943)

editora | ELYS REGINA ZILS | elysre@gmail.com

ARC Edições © 2023 

 


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