quinta-feira, 16 de maio de 2024

FLORIANO MARTINS | El abismo y sus incansables inventos: hablando con Hugo Francisco Rivella

 


Mi primer encuentro con el poeta fue eléctrico y delicado, el descubrimiento de alguien tan divertido como profundo. Antes de este encuentro, que tuvo lugar hace dos años en Bolivia, no sabía nada de Hugo Francisco Rivella, ni siquiera algunas palabras cariñosas salidas de la pluma de un amigo común –amigos que después descubrimos que eran muchos–. El encuentro en Santa Cruz de la Sierra –ambos estábamos participando de una Feria del Libro– estuvo lleno de maravillas, pues la casualidad había brindado uno de los mejores grupos de invitados a estos eventos. El segundo día todos parecíamos ya estar inmersos en un dedicado viaje de afinidades. Lo que más me cautivó de Hugo fue su humor, con un fabuloso acento irónico, siempre sumando alegría a ese grupo de poetas, con sus deliciosas referencias, sus juegos de lenguaje. Estaba claro que tendría que entrevistarlo. Pero primero necesitaba conocer su poesía, que pronto también me fascinó.

Hugo Francisco Rivella nació en Rosario de la Frontera, Salta, Argentina, en 1948. Siempre amó los recitales poético-musicales, y los cuida hasta el día de hoy, viajando por muchas ciudades y países. Entre sus compañeros de composición musical se encuentran: Carmen Guzmán, Ramón Navarro, Alberto Oviedo, Ica Novo, Chato Díaz, Mario Díaz, Ernesto Romero, Rubén Cruz y Diego Massimini. Su obra publicada está repleta de títulos sugerentes: Algo de mi muerte (1981), Caballos en la lluvia (2003), Zona de otros días (2007), Ojo astillado (2013), Espinas en los ojos (2014), La hora del relámpago (2016), El caleidoscopio del sufriente (2018), Oración por mi cuerpo y sus ladridos (2019), e La ecuación del triste (2023). Ahora escuchemos su corazón, en esta conversación grabada hace poco más de un mes:

 

FM | Cuando estás creando, ¿qué interlocutor se acerca al diálogo? ¿Qué busca la poesía a través de Hugo Francisco Rivella?

 

HFR | Como le dijo a Gamoneda, tu escribe, y a mí, vos haz lo que puedas. Me hace acordar al monólogo de Mary Bloom cuando dice: –Hugh, no distingues a la Poesía de un repollo– y Trieste era una ciudad de desquiciados.

No busca nada a través de mí, que no soy nada, de corazón lo digo, sino porque se acercan fantasmas, delirantes, aquellos que parecían perdidos en un arcón o adornando los escaparates de un coleccionista. Me cercan los que he leído cuando escribo, me escupen la mollera, me hurgan el esqueleto. Me atosigan los muertos y los que creí conocer y me exigen razones para no asesinarme.

Escribo la última carta del suicida que no quiere morir

 

FM | Entre todos los símbolos que impregnan tu poética, ¿cuál encuentra mejor analogía con el silencio? ¿El lenguaje disputa sus secuencias de tormentas y profecías en la medida en que el silencio define su región prioritaria de comunicación? ¿Qué significa exactamente el silencio en tu poesía?

 

HFR | Leí, cuando joven, un pensamiento sabio de un Pueblo ancestral de esta América profunda: Si la Palabra te quema la boca, el silencio te la curará.

 Luego vino la música que cuando el acorde ha llegado a su clímax, surge el silencio deteniendo al tiempo. Me desmemorio cuando sonrío, porque digo mira como son las cosas en este mundo: Un silencio de negra vale uno, y un silencio de blanca vale cuatro negras... Pero antes, Bordelois, una intelectual argentina me refrescaba aquello de que antes de nacer solo silencio y después de la muerte también sólo silencio.

Siempre vienen a salvarme los intelectuales de la palabra, cada palabra guarda un silencio de cascara y abismo, porque cuando se agotan y se atraganta tu corazón, luego del silencio llega el Poema.

Ya no tiene Palabra, ya se acaba su aliento– dice otro pensamiento. Esto me recuerda, que siendo niño, mi madre me decía que recordara a mi abuela que estaba durmiendo a la siesta. No me decía que la despertara. Me decía que la recordara. Que vuelva a tener recuerdos. Que vuelva a tener palabra.

El silencio es una palabra a punto de estallar

Si lograra atrapar el silencio, estoy seguro, el poema me besaría en la boca. Como en un ring de boxeo el silencio en un rincón y yo en el otro mirándolo fijamente.

 

FM | María Teresa Andruetto observa que la tuya es una “poesía del origen entre la tierra y el canto, poesía de fronteras territoriales y de la lengua, que busca en una edad perdida en el inconsciente colectivo un mundo más intenso”. Este mundo más intenso –si estás de acuerdo con ello– se ve reforzado por una fina ironía, que resalta tanto tu poesía como tu propia naturaleza. Me gustaría saber algo al respecto. En el caso de la ironía, pensando en otro poeta argentino, Alberto Girri, cuyo sentido de la ironía me fascinó desde el primer momento que lo leí. ¿Está Girri entre tus interlocutores? ¿De qué modo?

 

HFR | Floriano, cuando niño, mi Tío Pedro, que tenía una pata de palo, me hacía leerle el Martín Fierro porque él no sabía leer y quería aprendérselo de memoria. Hablo de mi pueblo y el rancho de madera en Rosario de la Frontera, Salta donde nací. Esa es otra historia.

Luego vinieron los poetas ligados a la canción popular, como el inmenso Manuel J Castilla (el papá del Teuco), Armando Tejada Gómez, Raúl Anzoátegui, Ariel Petroccelli… y al medio como una brasa Pedro Bonifacio Palacios, Almafuerte y la fuerza inigualable de su poética, si es desparejo no me importa, sus sonetos hacen que mi cabeza siga vociferando, aunque vaya rodando por el polvo.

Leí mal a Girri, lo redescubrí tiempo después entre sus tigres y sus rinocerontes cuando entendí que El creador legítimo tiende a ponerse a un costado de lo creado.

Analogías visual y metafórica me produjeron algunos versos de Girri, pero yo, hacía tiempo que desayunaba con Olga Orozco, Manuel del Cabral, Joseph Brodsky, Jaime Jaramillo, Jattin y la irrupción increíble de Murilo Mendes, Clarice Lispector, Drummond de Andrade, en una antología en que venían amontonados en una voiturètte que manejaba el uruguayo Arturo Mario Ferreiro después de haberse comido un autobus.


Hoy me sorprende más que antes, sobre todo, porque desarticula mis conocimientos.

La ironía siempre está ligada, en muchos casos, a la ignorancia, en el golpe de atrás.

¿Es lo contrario a lo que se piensa? ¿Desmitifico al verso? ¿Lo oculto?

¿La ironía es la cáscara y el pensamiento la esencia? Como sostiene Kierkegaard.

Voy de barquinazo a barquinazo tratando de salvarme.

 

FM | El progreso y su constante evolución técnica han despertado a un monstruo dormido: la destrucción. La idea del futuro se ha disipado y el hombre actualmente desconoce el significado de su presencia en el mundo. ¿El arte corresponde a alguna perspectiva de cambiar este escenario o también se ha vuelto ineficiente?


HFR | Hermano, no puedo pensarlo de ese modo. Recuerdo que a Percy Shilley en plena era Industrial le dijeron que la Poesía estaba muerta. A ojos vista en algo erraron, hoy a pesar de todo sigue viva, en los lectores, en los críticos, incluso en aquellos que la escribimos.

Hasta la Inteligencia Artificial es un trasto inútil frente a la Poesía. Que conteste la pregunta de que la luz del agua iridisa la sed de los camellos, el tropezón de Ulises en tus ojos, la curva de tu vientre en las manzanas y la lluvia secreta del milagro en la mirada de Cristo cuando agonizaba.

No quiero imaginar el nudo de chips y san la muerte en que caería.

Cuando las dictaduras evisceraron la Palabra y quemaron los libros y perseguían y mataban intelectuales, lo hacían para apoderarse del pasado y reescribir el presente para dejarnos agónicos frente al futuro. Esa es la cosa. Fraguar la memoria, vaciarte, sacarte los cimientos de pensar un futuro porque el que no tiene nada adentro no puede proyectar nada. Es como si estuvieras de nuevo tanteando en la oscuridad un atisbo de luz.

El hombre, la Mujer, la Humanidad son una chispa que reinician el Fuego a cada instante. Eso es el arte. Ese es el cambio. La expectativa de un mundo mejor porque mientras alguien piense así, aquí o en cualquier lugar de la galaxia, la Utopía es posible.

La evolución tecnológica, en manos de los poderosos, está íntimamente ligada a la involución intelectual dirigida. Debemos ser pensados por los medios. Hay que volver al cogito cartesiano Pienso, luego existo.

Hoy se habla de que estamos a la frontera de una guerra nuclear. El Enola gay ya pasó por Hiroshima, sobrevuela medio oriente. Si no la salva al mundo la Poesía ¿Quién habrá de salvarlo?

 

FM | Hay una extraordinaria analogía hecha por Octavio Paz entre Dante y Cervantes, que resume las distinciones entre la sociedad cristiana y el mundo moderno. Dos de esas distinciones: 1, el héroe de Dante es un pecador; el de Cervantes es un loco. 2, Dante busca la divinidad, mientras Cervantes se busca a sí mismo. ¿La posmodernidad o el mundo actual habría encontrado su esencia en algún otro tipo de héroe o carece de expresión de su correspondencia entre lo real y lo imaginario?


HFR | Me quedo sin respuesta las más de las veces, Borges creo que decía: la ignorancia para mí no tiene secretos. Eso es una ironía, ya lo sé. En el caso mío no la desarticulo, la dejo andar.

Cuando Octavio tensa El Arco y la Lira, pone un tigre al acecho. Que si el Poema y la Poesía, mientras digo como el poema de José Asunción Silva: eran una sola sombra larga y eran una sola sombra larga.

Siempre dije que escribir Poesía era el acto más claro de la demencia.

Es posible que Dante sea un pecador, pero no era un loco. El Paraíso lo que es necesario trasgredir como el amor, la amante, lo que seduce el acto de entregarse a vivir. Jorge Carrión es el que dice que Dante se para entre la antigüedad y la modernidad entre la idealización y el realismo.

Dante ilumina con la razón las zonas oscuras de un pensamiento único.

Los círculos son cada vez más duros. La levedad del que holla una sepultura y procura alejarse de ese Infierno.

Cuando niño me dieron los óleos por si no resistiera vivir y no vaya al Infierno si moría. Por un tiempo estuve entre castillos y jardines del primer círculo

¿La soberbia debería solo revolcarse en el círculo primero? Del único pecado que no se vuelve es el de la soberbia.

¿La traición es peor que la soberbia?

¿Cada uno de nosotros tendrá una Eurídice para buscar o seremos nosotros al que nos salvan las eurídices? La mujer es el centro de la vida.

El Infierno ¿son los temblorosos círculos concéntricos del poema en los que Tabaré deja su corazón en brazos de su amada?

Alfonso el Bueno antes de morir expresa claramente:

Lo importante es vivir loco y morir cuerdo.

No sé si la postmodernidad encontrará su esencia en otro tipo de héroe. Lo que se intenta es maniatar la imaginación para que lo irreal nos parezca cotidiano. Me parece que sólo son ensayos infructuosos. Siempre existe un estallido, un sacudón que vuelve la mirada a los valores que intentan desterrar, el amor, la solidaridad frente a la guerra, el exterminio como estamos viviendo ahora. Los agrotóxicos, los bombardeos a pueblos indefensos y tantos muertos inocentes. Parafraseando a Aldo Pellegrini: Hay que cerrar la puerta a los imbéciles.

 

FM | El concepto de compromiso vinculado a la poesía siempre me ha parecido un error que genera incesantemente otros errores. El compromiso somete al individuo a la voluntad del colectivo. Una poética define su singularidad precisamente cuando rompe con un canon. Sin embargo, algunas críticas tienden a ver tu creación como una poética del compromiso. ¿Cómo entiendes este anacronismo crítico, por decir lo menos?

 

HFR | Lo que pasa es que hubo momentos en los que la canción, la poesía comprometida era la canción urgente. Se bastardeó el concepto de compromiso, porque en realidad toda poesía como todo acto humano es un acto de compromiso, con la misma poesía y con el otro. El unomismo. Una canción de amor es un acto revolucionario y una canción social puede ser un desperdicio literario. Yo quiero una palabra que tenga heridas, remezones, que gima, grite, se sonambulice con los enfermos, que truene, tenga aristas y salientes, porque si le falta todo eso, la pobre, ya era un cadáver reluciente.

De pronto se me aparece Luis Arango que me impactó cuando lo leí. Siempre llevo en la punta de la lengua un pensamiento suyo: La Palabra es poder y da poder, por eso es corrosiva. Recuerdo que terminaba diciendo: Ah palabras queridísimas y putísimas palabras, yo sé que hay gente que se pone colorada cuando digo mierda, pero es que hay gente que vive entre la mierda


Que la palabra vuelva a deslumbrar y el crítico resignifique lo que parece un mandato inmarcesible. El andamiaje cultural de cada uno de nosotros nos pone en un lugar determinado. Todos somos subjetivos, aunque intentemos no serlo. Recuerdo una frase de León Trotsky maravillosa: Organización en la revolución. Anarquía en las artes.

Eso resume lo que pienso. Ese debiera ser el compromiso: con la Libertad.

 

FM | Me gustaría que me hablaras de tus libros, de cómo estableces una distinción entre temas, montajes, léxicos, tu forma de organizar el mundo a partir del verbo. ¿Es posible hablar de la evolución de la escritura?

 

HFR | Más de una vez dije, seguramente repitiendo a otros, que uno escribe un solo libro con muchos capítulos, a veces inconexos entre sí, pero esencialmente con el mismo protagonista. Digo que es como vivir la Eternidad, a cada uno nos tocó un pedacito de ella. Compartimos con Dios el privilegio.

Me gustaría ser parte, aunque no sea más que de una letra, del poema que escribimos entre todos

A veces los temas me dan vueltas por años, hasta que un día los empiezo a escribir y no lo suelto, por ahí digo que lo tomo de la primera que me oferece y le exprimo los sesos.

Entones me zambullo en cada libro, por ejemplo, si es Yo, el toro, salto al ruedo, voy entre los banderilleros y el torero, recuerdo en el Guernica al Toro desmembrado de Dalí, me meto en las cuevas de Lascaux o termino en la Quebrada del Yuro con el Ché soñando estrelleríos.

Siempre vienen los poetas a ayudarme a mirar, los críticos que bucean más allá del poema, que me desburran a cada instante. Me posibilitan ver lo oculto, lo que sin saberlo deletreo. En tropillas vienen Valery, Bonnefoy, Meschonic, Borges, Said, Ramos, Eliade, Eagleton.

Todos tienen un ojo por el que me asomo a mirar el mundo y lo agradezco profundamente. No podría escribir un solo poema si no tuviera tantos lazarillos.

No creo que haya una evolución de la escritura. Ya se hizo todo, culturalismo, simbolismo, hermetismo, mayúsculas y oxímoron, el reloj dado vuelta de Apollinaire, los cadáveres sin forma de Tristan Tzara, acrósticos, murmullos, las palabras cayendo… Somos un rompecabezas tirado en un laberinto.

 

FM | Pregunté sobre el significado de organización del verbo después de leer una observación de Euler Granda sobre uno de tus libros, Endentro de mí y el poema posible. Por un lado, por haber logrado comprobar en el libro una sofisticada cascada de afectividad, logros líricos, fina levitación imaginativa y un ágil manejo del lenguaje –algo que se puede observar en el conjunto de tu poética, tu Norte, la línea mágica de tu obsesión –; por el otro, por la rara memoria de la crítica en Latinoamérica de considerar las enseñanzas del autor de un libro fundamental: La diosa blanca, de Robert Graves. Hablemos un poco de cada uno de estos aspectos. ¿Granda entiende bien la fuente original de tu poesía? ¿Qué tipo de diálogo tuviste con Graves?

 

HFR | A Granda lo conocí en un hotel de Quito una siesta de Paralelo Cero.

A uno, Hermano, lo definen los otros. Es la mirada del otro lo que nos completa. Lo que nos hace terminar de ser. No sé si hay una línea mágica en mi obsesión, en esta América adhiero al concepto de lo real maravilloso de Carpentier. Eso me deslumbra en esta patria que me toca vivir. Lo real golpea de tal manera que te maravilla.

Te cuento, los otros días mientras corregía un libro Mi corazón es un colibrí en este siglo enfermo, Tina me dice, Hugo anda un colibrí en el jardín. Estuvo todo el día. Al otro día vimos que había hecho nido en la enredadera del fondo de la casa.

Loa colibríes traen buenos augurios.

Me demoro un poquito, total puedes cortar la anécdota cuando quieras. Yo tenía un tío al que le habían cortado la pierna a la altura del fémur.

Me contó que le habían pegado un balazo y tuvieron que cortársela. Y qué hicieron con la pierna ya que por esa época no había morgue. Nada, me dijo, la enterraron con un hombre pobre que había muerto en un Pueblo vecino.

¿Es mágico, eso? Eso es lo real maravilloso. Capaz que algún día alguien encuentre un hombre de tres piernas y se escandalice.

Seguramente Euler cuando cita a Graves lo que hace es recordar la dicotomía o la ruptura entre la poesía tónica y la intelectual que se mide con ritmo y metro sin roturas. No soy un avezado en teoría, apenas un diletante, pero intuyo desastres que me ayudan a vivir. Desafíos que otros intentaron antes y que uno repite sin concesiones. La inversión de lo que era el matriarcado y el ostracismo de la mujer impulsado por el patriarcado que persiste y resiste una mirada de igualdad, me lo acercó Graves.

Me llegaron coletazos del Rey Jesús, el hombre histórico, que me ayudaron a escribir Espinas en los ojos.

El que Dios sea una metáfora o un hecho no puede ser discutido con la razón.

En un programa de radio Los Ocultados hacía una editorial que se llamaba La Palabra y los Días, en esto también apareció Graves por sus estudios de Hesíodo y El trabajo y los Días. El lenguaje mágico que me permitió, desde los mitos griegos, acercarme a los mitos latino-americanos La Pachamama, Osién de un solo pie, el Duende, el Popol Vuh mientras La Diosa Blanca abanicaba las cartas del Tarot como si nada.

Todo me deslumbra, Floriano.

 

FM | Tu poema “Trastabilleo de Rimbaud” tiene una fuerte connotación irónica, una decantación de la poética de Rimbaud en Montale, como si las venas de transmisión del potens poético reconocieran el paso de un poeta a otro, y tú, actuando allí como una tercera voz, firmando La Canción del Cosmonauta Ebrio, fuera otra pregunta implícita, que te hago ahora: si tantos poetas son guías y herencias, origen y destino, prodigios y adelantos, entre sí, ¿dónde situar al lector, cómo recibe este ente la cascada constante del lenguaje y sus efectos sobre la realidad?

 

HFR | Como dice Boccanera, siempre uno anda trasladando escombros de un poema a otro. Repito hasta el hartazgo que soy un Frankestein literario hecho con los retazos de los libros que leí, de las personas que acercaron su corazón para humanizar el mundo, de palabras y de ideas que vuelven a pasar por cada uno de nosotros.

Nunca el poeta deja de ser un lector, es más, nunca deja de ser un ladrón consciente o inconsciente de lo que escribe.

De las palabras que derramó Safo bebieron Shakespeare, Celan, Alberti, de las que estos derramaron vinieron los Lizalde, los Simic, Whitman, Gelman… a mí me toca alzar vocales o consonantes sueltas para tratar de armar un nuevo abecedario o una onomatopeya del delirio.

El poema se rearma en el lector, lo que le llega como una llovizna y desata tormentas. El poema me reconstruye en otro corazón, en otros ojos, en otros afectos. Somos los transeúntes del asombro.

La única palabra de la que no pudieron apropiarse los medios de comunicación es de la palabra poética, dice Bordelois, por eso es necesario resistir. Tomar impulso. Saltar sobre la vulgaridad, pero antes, meterse en el estiércol, beber en las cantinas del vaso del borracho, sentir que cuando pasa el otro es uno el que está pasando.


¿No era eso acaso el Yo es otro de Rimbaud? Hay que romper con el pasado. Transfigurar todo.

¿En el potens poético no estaba acaso también Dino Campana que cuanto vendía sus libros y no le gustaba la cara del cliente, arrancaba los poemas y los tiraba?

Si los tughs, los asesinos de la seda me llegaron por Salgari, Rimbaud no me llegó por la literatura sino por un maratonista que corrió descalzo y ganó la maratón en Roma. Si no digo mal se llamaba Bikila Abeba y era de Etiopía. Busqué entonces a ese poeta que vendía armas en ese país y me asombró, mucho antes de que me ofreciera pasar Una temporada en el infierno. Y entonces sí Montale y Ungaretti. Entonces sí Verlaine y sus amores.

No encuentro palabras más claras que esta y las transcribo:

 

la confrontación entre dos vuelos: el rimbaudiano del Bateau Ivre de la perdiz, desordenado y violento, con plumas caídas sobre el asfalto, y el montaliano de la mariposa, más delicado y sensible,

 

Como verás me parece que sigo siendo el Cosmonauta ebrio, el mismo que confunde en su borrachera a Pavese con Pessoa y hoy te mira a los ojos impunemente.

No quiero coincidir con Yves Bonnefoy que señala la renuncia final de Rimbaud a la poesía como un gesto de libertad.

El esclavo deja de ser esclavo cuando piensa ser libre, aunque al otro día siga encadenado, dice Blas Alberti.

 

FM | ¿El entrevistado quiere preguntarle algo al entrevistador? ¿Por qué insistir en explicaciones sobre los destinos del hombre y la poesía? ¿Por qué seguir limpiando obsesivamente los espejos con la esperanza de que surja alguna imagen que corresponda a algo más esencial en nuestras vidas? Si tanto nos gusta el visionario, ¿por qué nuestros rasgos más característicos son tan vulgares?

 

HFR | Hubiéramos empezado por ahí. Por preguntarte cosas. Que sanes mi ignorancia con tus conocimientos, con la entrega que tienes por los otros, por descubrir poetas, soñadores, por entregarte a ser sin egoísmos. Para poder decirte que nos ayudemos a pensar un mundo mejor.

Floriano, limpiamos los espejos para poder mirarnos como somos, arrugas, cicatrices, el gesto silenciado de la muerte, la risa a cuatro vientos de la noche. No quiero envejecer en el espejo como un Dorian Grey de fantasía, quiere ser yo, enclenque y mal habido. Con la lengua cargada de alelíes.

Uno es un bocasucia sin remedio, hace el amor, se emborracha, sacude el árbol de las injusticias, ama los caracoles del abismo, los ojos de la mujer que en la penumbra lo ensueñan todavía, putea cuando se enoja, se enternece, toma un vino feliz, camina por la playa.

Es cierto.

Soy un hombre vulgar y me solaza verme pasar en un caballo alado. Cargado de utopías. Abrazado a un amigo que pregunta ¿Por qué nuestros rasgos más característicos son tan vulgares?

No me desnudes hoy porque hace frío.

 

FM | Argentina: su tradición lírica… ¿Cómo participa de ella Hugo Francisco Rivella? Quisiera aprovechar esta oportunidad para recordar algo que escuché mucho en Portugal: que Fernando Pessoa habría sido uno de esos monstruos condenados a una imposición estética que dificulta el establecimiento de la multiplicidad de voces poéticas en ese país. ¿Crees que Jorge Luis Borges de alguna manera ha desempeñado este papel indeseable en la poesía argentina?

 

HFR | Soy uno más en lo que preguntas. Una pedrada al corazón de Dios. Soy un simple engranaje en esta rueda. Estoy estando, como se gerundia en el norte de mi patria. El tiempo me ha de dar lo que me corresponde. Lo que está oculto existe, porque como decía Leda Valladares es más lo que nos han ocultado que lo que nos han destruido. Bustriazo Ortiz, Romilio Ribero, Leónidas Escudero, Glauce Baldovin andan bufando todavía.

La imposición estética ¿cuánto dura? Nadie decreta nada. ¿Quién diseña el canon? Le pone plumas a la corista o se desgañitan chupando medias, haciendo esfuerzos para sobresalir y quedamos a orillas del camino haciendo dedo como cualquier peatón de morondanga.

Por eso son importante ustedes, los intelectuales sin ataduras, los que nos ayudan a caminar sobre las aguas.

La Poesía nace muda y se vuelve alarido. Le sorbe el seso al juez y a los malandras. Digo que la Poesía es un nudo imposible de desatar. La soga con la que se ahorca dios.

Recuerdo cuando allá por los años 80, estando en Catamarca un amigo me regaló la fotocopia de La Tabaquería. Me crucificó. Después vino el desasosiego de buscar a Fernando Pessoa en sus heterónimos. Más de 70 dicen. Las cosas no tienen significación si no existencia.

Cómo ser contemporáneo de estos monstruos, se pregunta un crítico.

Sólo lo imposible es un desafío constante. Eso es la Poesía.

Imposible sostener que Pessoa o Borges han dificultado el establecimiento de multiplicidad de voces poéticas. Es al revés. Ellos son espejo y decía antes, también son un desafío.

Pienso honestamente que hay que poner pasión y talento, y en los que me incluyo, solamente me sobra pasión.

Es una maravilla Borges, pero me dan lástima los borgianos, los whitmanianos, los pessoanos, los bukoskianos, los gelmanianos. Si queremos sobrevivir hay que matarlos definitivamente, pero… es imposible matar a inmortales.

La experiencia de cada uno de nosotros es única, ¿podremos contarla de tal modo que los otros se apropien de ella y no nos pertenezca?

Prefiero quedarme en el intento que en la inmovilidad.

 

FM | Finalmente, la recurrencia (risas). Cuando el mundo se acaba y no hay nadie más a quien recurrir, ¿aún recurres a Vallejo? ¿Cuál es el significado último de esta recurrencia en un poeta que nunca estuvo acostumbrado a la repetición?

 

HFR | Miro la fecha de hoy, miro la pregunta y sonrío, ¿te acuerdas de lo real maravilloso? Hoy dicen que ha muerto César Vallejo.

Yo, debería pararme y gritar a voz en cuello:

Ave César, los que van a morir te saludan – y estoy seguro que el Circo estallaría por los cuatro costados, aunque a mí me dé por dar vueltas penando por Santiago de Chuco.

Son como las fintas de Fred Astaire, o el ser o no ser de una calavera que piensa o Ponge escribiendo en la piel de la noche su desgarro, el Grito de Munch, Salgari en la Jungla Negra. Es recurrente Cristo crucificado y el baile de las mulatas en el trópico, los senos de Jandira iniciando el mundo.

Nosotros, los mortales estamos condenados a la repetición.

Ser el eco de lo maravilloso.

Incluso ahora, que las palabras fugan a la luna y no puedo responder, recurro a un poema de Vallejo.

 

 


FLORIANO MARTINS (Fortaleza, 1957). Poeta, editor, dramaturgo, ensaísta, artista plástico e tradutor. Criou em 1999 a Agulha Revista de Cultura. Coordenou (2005-2010) a coleção “Ponte Velha” de autores portugueses da Escrituras Editora (São Paulo). Curador do projeto “Atlas Lírico da América Hispânica”, da revista Acrobata. Esteve presente em festivais de poesia realizados em países como Bolívia, Chile, Colômbia, Costa Rica, República Dominicana, El Salvador, Equador, Espanha, México, Nicarágua, Panamá, Portugal e Venezuela. Curador da Bienal Internacional do Livro do Ceará (Brasil, 2008), e membro do júri do Prêmio Casa das Américas (Cuba, 2009), foi professor convidado da Universidade de Cincinnati (Ohio, Estados Unidos, 2010). Tradutor de livros de César Moro, Federico García Lorca, Guillermo Cabrera Infante, Vicente Huidobro, Hans Arp, Juan Calzadilla, Enrique Molina, Jorge Luis Borges, Aldo Pellegrini e Pablo Antonio Cuadra. Criador e integrante da “Rede de Aproximações Líricas”. Entre seus livros mais recentes se destacam Un poco más de surrealismo no hará ningún daño a la realidad (ensaio, México, 2015), O iluminismo é uma baleia (teatro, Brasil, em parceria com Zuca Sardan, 2016), Antes que a árvore se feche (poesia completa, Brasil, 2020), Naufrágios do tempo (novela, com Berta Lucía Estrada, 2020), Las mujeres desaparecidas (poesia, Chile, 2022) e Sombras no jardim (prosa poética, Brasil, 2023).

 

 


JAROSLAV ŠERÝCH (República Tcheca, 1928-2014). Estudou na Escola Superior da Indústria da Arte em Jablonec nad Nisou, na Escola de Artes Aplicadas de Turnov e na Academia de Belas Artes de Praga. Dedicou-se à gráfica livre, pintura, mosaicos, criação de livros, ilustrações, bibliofilia e também criou placas de cobre em relevo. Na década de 1960, ele aderiu à abstração expressiva. Logo que a deixou, voltou a acreditar na nitidez da forma e do enredo da obra. Trabalha atualmente com uma metáfora artística cujo ponto de partida reside em uma ampla gama de imagens firmemente apoiadas na liberdade criativa. Em seus desenhos, pinturas e obra gráfica, compõe imagens simbólicas baseadas nos princípios da ética cristã, cuja ideia é a superfície combinada da humildade humana, da empatia e da crença na persistência da esperança. Do ponto de vista do método criativo, é a soma da linha sensível do desenho, da morfologia dinâmica e da cor enfatizada. As obras apresentam uma estilização figurativa descontraída, de forma alongada, e possuem uma estrutura visual distinta.
 

 


Agulha Revista de Cultura

Número 251 | maio de 2024

Artista convidado: Jaroslav Šerých (República Tcheca, 1928-2014)

Editores:

Floriano Martins | floriano.agulha@gmail.com

Elys Regina Zils | elysre@gmail.com

ARC Edições © 2024


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