sábado, 22 de novembro de 2014

MARITZA CINO ALVEAR | Sylvia Plath versus Alejandra Pizarnik… en un solo escenario





Maritza Cino AlvearSylvia y Alejandra nacen en la década de los años treinta. Sus vidas intensas y breves transcurren paralelamente. Contemporáneas en la escritura y en su militancia hacia la muerte. Nacen en diferentes países y se desplazan hacia nuevos espacios geográficos como reconocimiento a su vocación poética.
Aunque incursionan en otros géneros como cuento y novela, son recordadas sobre todo por su lírica. Degustan del estímulo de la fama, pero no se detienen a la hora de anunciar y optar por otra carrera, precisada en su producción literaria.
Sylvia, visceral-teatral, capaz de descuartizar la palabra, enlazada a figuras fantasmales de su infancia, a las que evoca con furor y revancha. Parecería que el camino que ella decidió transitar a través de su obra, se convertiría en un desafío al entendimiento, en un riesgo de muerte. Una voz en permanente insatisfacción porque como ella dice en su diario: “El no ser perfecta me hiere”.
Alejandra más cercana a lo confesional, sus versos maceran la ceremonia del rito lírico y de la orfebrería filosófica. Es artífice de una poesía que sugiere, insinúa y se profetiza a través de una elegía de contemplaciones.
En este escenario Sylvia y Alejandra aparecen y desaparecen, en un encuentro-desencuentro poético, decantado en la temporalidad de su escritura.

Lucebert 

LA CAMPANA DE CRISTAL | La Campana de Cristal (1963), es la única novela de la escritora norteamericana Sylvia Plath, publicada el mismo año de su muerte, en la que Esther, protagonista de la obra narra a través de veinte capítulos su conflictiva existencia. Prosa poética que plantea cronológicamente gran parte de la vida de la autora y nos pone en escena a un personaje, que va desde los mayores éxitos académicos y literarios en el contexto de la sociedad norteamericana, hasta el anuncio de sus caídas y recaídas.
LucebertEn esta clásica novela de Plath, se presentan cuatro momentos en los que la narradora menciona la campana de cristal fusionada a su vida, a su cuerpo y a sus miedos; pero a la vez es Esther- protagonista, quien con su palabra, intenta atravesar la sonoridad del vacío y desasfixiarse, para nuevamente  quedarse detenida–escindida frente al escenario de la muerte.
En un estudio sobre esta novela bajo el título “Registro despiadado de una caída” escrito por Mariano Serrichio y publicado en el suplemento de cultura argentino “La voz interior”, se expresa:

La campana de cristal no puede ser pensada como un exorcismo, que le hubiera permitido a Plath seguir viviendo, sino tal vez como un lúcido y despiadado registro. Registro de las inagotables aspiraciones al éxito que promueve la forma de vida norteamericana, y en especial las exigencias universitarias, y de los manicomios con la eterna incomprensión de los doctores provistos de una máquina que le permite quitar las angustias ajenas… La única metáfora que intenta salvar el vacío es la que da título a la novela. Aquí, Plath hace gala de su don poético para depurar en una sola imagen tantas líneas de fuerza, y de esta forma la introduce: “donde quiera que estuviera sentada, estaría bajo la misma campana de cristal, agitándome en mi propio aire viciado”…Así como un día la campana ha caído sobre la narradora, permitiéndole ver a los otros pero no tocarlos, y otro día se retira, siempre queda abierta la posibilidad de que descienda nuevamente. Igualmente en la trama de la novela la campana no se levanta porque sí, sino por una muerte que roza muy de cerca de la narradora, con la apariencia de un sacrificio.

SU POESÍA | “Soy plateado y exacto. No tengo preconceptos./ Cuanto veo lo trago inmediatamente…Ahora soy un lago. Una mujer se inclina sobre mí,/ Buscando en mi extensión lo que ella es en realidad… Soy importante para ella que viene y se va./ En mí ella ahogó a una muchachita y en mí una vieja se alza hacia ella día tras día, como un pez feroz”, Fragmento del poema “Espejo”.
LucebertSylvia Plath, elabora su discurso desde la ilusión tremendista de la muerte. Su método teatral y apasionado, nos confunde, cuando en fragmentos de “Lady Lazarus”, revela: “Lo logré otra vez,/ Me las arreglo/ una vez cada diez años…Y yo una mujer sonriente/ Tengo solamente treinta años/ Y como gato he de morir siete veces… Morir es un arte, como cualquier otra cosa,/ yo lo hago excepcionalmente bien… Es fácil ejecutarlo en una celda./Es muy fácil hacerlo y guardar la compostura/. Es teatral.”
A través de estos versos parecería que estuviera jugando / jugándosela para que la muerte irrumpa como una provocación catártica y no como su exclusiva y definitiva salida hacia perfección.

EL ESCENARIO DE ALEJANDRA | En otro escenario Alejandra Pizarnik versifica: Esta lúgubre manía de vivir /esta recóndita humorada de vivir/ te arrastra alejandra no lo niegues.
La escritora argentina confesaba que la poesía no era para ella una carrera sino un destino. También manifestaba en su texto: Piedra Fundamental (1971): “No puedo hablar con mi voz sino con mis voces”. Para Alejandra, la poesía era como una promesa obstinada que no pretendía eludir, sino  a la que se iba acercando- cercando con palabras de sesgo aparentemente ingenuo.
La voz poética vacila entre el no decir y el miedo. Un algo o alguien –no precisa-, que la habita y devora sigilosamente:..”El poema que no digo/ El que no merezco./ Miedo de ser dos/ camino del espejo/ alguien en mí dormido/ me come y me bebe”.

Lucebert

Sus textos también revelan un deseo de crear relaciones, nexos, ceremonias con el lenguaje que se pierden en una tentativa inútil ante el placer de unas veces nombrar y otras, insinuar la muerte. Trampa y escenario de lo oscuro y fragmentado.
La voz de Alejandra da vuelta-revuelta a signos poéticos capturados con profundidad y negación. El lector se encuentra con fisuras y sentencias de gran poder elíptico, donde reposa la metáfora del miedo y de la seducción; mientras otras voces la asedian para así ocultarse del combate con las palabras: “No/ las palabras/ no hacen el amor/hacen la ausencia”.
Nuevamente las palabras provocadoras-mordaces. No para confabular en un acto amatorio, sino para ausentarse y reescribirse desde la sintaxis de la muerte.

Maritza Cino Alvear (Ecuador, 1957). Poeta y ensayista. Contacto: marissacino@yahoo.com. Página ilustrada con obras de Lucebert (Holanda), artista invitado de esta edición de ARC.



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