I | El poeta mexicano Octavio Paz nació el
31 de marzo de 1914 y murió el 19 de abril de 1998, fechas entre las que
sucedió la existencia vital de uno de los poetas esenciales del siglo XX, siglo
tuquio de acontecimientos alucinantes y reveladores en su capacidad destructiva
y en lo inaudito de sus descubrimientos. En 2014 se cumplen 100 años de su
nacimiento.
Aproximarse
a la obra de Octavio Paz es aproximarse a la conciencia de un hombre atento a
su tiempo, a un escritor y lector que no cesó en sus esfuerzos por aprehender
lo que en ese tiempo suyo se involucraba de todos los tiempos imaginados e
históricos vivenciados por el ser humano. En su escritura, Octavio Paz se
mostró como una de las mentes más esclarecedoras del hacer poético en el siglo
XX. La suya fue una mente cuya capacidad para establecer sus percepciones y sus
visiones, ya en sus poemas, ya en su prosa, es algo que conmueve y causa
admiración, respeto entrañable. Con sus poemas hizo aprehensible el imaginario
de una realidad que se consume entre el fuego y la penumbra de sus
revelaciones, una realidad donde la vida enseña sus constantes maravillosas, su
fuerza devoradora, su sed y su agua, su piedra y su abismo. En sus ensayos
consiguió que creadores de distintas tendencias y maneras expresivas se
hicieran aprehensibles para más lectores o espectadores, pues la nitidez de sus
apreciaciones, lo penetrante de su ver se convierten en puentes que permiten
entrar al misterio de las atmósferas y lo enrarecido de la luminosidad que
exploran y exponen en sus obras estos creadores.
Para
Octavio Paz la experiencia poética se funda en la lucidez que le permite
adentrarse en el incógnito humano, en las capas de su realidad y en el súbito
de su otredad. La obra de Octavio Paz crece en su tiempo y, por las analogías
del suceder del tiempo mismo, no deja de revelarse como un hecho vital en el
nuestro. Su escritura se extiende en el tiempo igual al cuerpo de una serpiente
que muda de piel cada que es necesario, una serpiente que vuela en el sueño
ontológico, o se enrosca y oculta en las arenas del habla humana, usando esa
habla para nombrar por un momento el inaudito donde se consume y renace el
asombro de la realidad, flor de palabras predecibles e impredecibles, flor
hecha fuego creciendo en las cavernas de la noche humana, flor emulando con sus
pétalos la luminosidad del sol que la vuelve alimento de comunicación.
En
el itinerario creador de Octavio Paz su obra crece cuando él, respondiendo a
sus necesidades, hace suyas las tradiciones creadoras que prenden en las
culturas del mundo, lo que lo convierte en un devorador del arte de su tiempo,
tiempo que a su vez se nutre de otros periodos culturales en la historia de la
humanidad, en un poeta dueño del don de la ubicuidad para la experiencia de su
creación. Esta capacidad desarrollada por Paz, a través de su obra, le permite
a la tradición de la literatura escrita en idioma español sustentarse, para su
reconocimiento, en las maneras de raciocinar y de aprehender de quienes
hablamos y escribimos en ella. Le abre a nuestra tradición vías para
desenmarañar el nudo de sus formas y maneras de ser. Asunto complejo, empero
fundamental para el desciframiento de nuestro carácter humano y literario.
Veamos.
II
| En la literatura escrita en español se hace evidente el carácter de quienes
pertenecemos a este idioma, pues en ella se refleja nuestra manera de
raciocinar, la forma como se establecen nuestros pensamientos y se hacen
imaginación que avanza aprehendiendo los sentidos de la vida, del mundo y del
universo en todo su delirio y expansión, en sus contradicciones y realidades.
No son fantasías, son pensamientos atentos, escudriñando, descifrando. Es
insulso reprocharnos nuestra forma y manera de pensar. Es ignorante el pedirnos
raciocinar como lo hacen los alemanes o los ingleses, pues a diferencia de lo
que ellos pretenden, nuestros pensamientos no persiguen establecer códigos de
interpretación que den como resultado congelar una caracterización, una
identidad que defina unilateralmente las condiciones de la realidad. Para
quienes tenemos como lengua el español, por las circunstancias históricas en
las que se hierve el caldo donde nos integramos, las culturas y el arte del
mundo nos son propias, nos pertenecen por la forma como nuestro raciocinar las
ha aprehendido.
Nuestra
imaginación sucede en un continuo igual al de la libido del universo. Nuestros
pensamientos no pretenden hacer del mundo un zoológico donde acomodar y
señalizar la realidad para un sistema de ideas. Nuestros pensamientos se
movilizan aprehendiendo el suceder de esa libido universal, es decir, crean y
en el mismo instante informan su creación, sin detener su movimiento.
Pruebas
de esto se encuentran en el inicial castellano usado para copiar las jarchas,
los cancioneros y romanceros, el Cantar de Mio Cid, donde se escuchan las voces
de un pueblo aplicado a escarbar en lo inédito de un carácter que, sospechan,
les puede revelar su ser propio, así hasta llegar a las voces de quienes
escribieron la literatura del llamado Siglo de oro, en donde la intimidad y las
maneras de ese carácter se hacen evidentes. Imaginación literaria avanzando en
una historia tuquia de claroscuros donde se reflejan sus periodos de esplendor
y aridez, de vida en sazón y muerte en ascuas.
De
ardua memoria son los periodos sucedidos con el descubrimiento de nuestro
continente, de ellos quedan sucesos registrados en los escritos que se
conservan de quienes los vivieron, fragmentos donde narran de la conquista y
los hechos durante la colonia.
El
descubrimiento de nuestro continente forzó el encuentro de formas y maneras de
producir caos y muerte. El aflorar de fiebres recónditas en la condición
humana, fiebres que imponen miedo y exterminio. Y en medio de semejante
persecución y delirio el cruce del idioma y las costumbres que traían los
recién llegados con las metáforas edénicas usadas por las comunidades nativas
para su cotidianidad, metáforas tejidas entre lo mítico y lo exuberante de su
geografía y expuestas en sus ritos de magia, ya en la luz, ya en la oscuridad,
con que revelaban su incógnito y las extrañas formas del silencio de su
escritura jeroglífica. También con lo ofuscante de los sacrificios rendidos por
los nativos a sus divinidades.
Y
años después, durante la esclavitud de los distintos pobladores traídos de
África, el cruce con las costumbres y los dolorosos sentimientos de quienes
fueron forzados a llegar a unas tierras extrañas, y donde las raíces de su ira
y de su risa también prendieron, sumándole al crisol donde hierve nuestra
identidad ritmos y matices antes inconcebibles para la vida. Son momentos donde
prevalece el ultraje, empero, también lo maravilloso de un mundo haciendo sus
raíces en un tiempo donde se cruzan todos los tiempos. Tiempo de signo
descifrándose. El mismo donde no para de abrirse nuestra condición.
Por
esa identidad informe y maravillosa, abrupta en sus raíces y destino, lanzada a
permanecer en la ubicuidad del tiempo, es que desde fines del siglo XIX no se
puede concebir el idioma español sin la fuerza que le entrega Hispanoamérica,
tanto en el habla como en la escritura. Con las contribuciones de
Hispanoamérica nuestro idioma ha alcanzado contenidos y maneras expresivas de
una solvencia rítmica y de un imaginario único y en constante crecimiento.
Lo
anterior nos permite aprehender del proceder devorador de Octavio Paz como
poeta y como creador en su relación con el arte y las culturas del mundo, de la
amplitud de su conciencia al saberse dueño del don de la ubicuidad para su
creación. Nada de lo anterior es de buen recibo por quienes en Occidente se
creen dueños del poder de decisión académica en el mundo, pues para ellos
Octavio Paz no cumple con sus estándares de obediencia calificada.
III
| En este punto quiero detenerme en Vuelta,
libro en el que Octavio Paz reúne poemas escritos entre 1969 y 1975 y cuya
primera edición fue impresa en septiembre de 1976. Este libro suele asociarse
con el regreso del poeta a Ciudad de México, tras años de ausencia, a su ciudad
natal, la de sus inicios. Y si bien esto puede percibirse, lo que prevalece en
el libro es una escritura ubicua, una escritura aprehendiendo la memoria y la
realidad más allá de cualquier anécdota. Son poemas vueltos “sol de palabras”, que se abren en “un día sin fecha”, hasta alcanzar el cenit
de la “piel sonido del mundo” que
quema “sin quemarse”.
En
Vuelta Octavio Paz nos entrega su
poder de convocatoria poética, la fuerza de su escritura nos comunica con el
destello del fuego ancestral y las brasas del fuego presente mientras arden en
cada una de las palabras que él atrapa y vuelve imágenes para las metáforas
analógicas con las que aprehende el instinto delirante del mundo hasta
nombrarlo por un instante, tan largo como el tiempo vuelto de revés, tan
perenne como la duración de una vida. El poeta nos entrega “la otra cara del tiempo”, hecha de
palabras que parecen incinerar cuanto nombran, al tiempo que resurgen de entre
sus cenizas como el fénix del habla en la comunión con la realidad.
Para
la escritura de los poemas que componen Vuelta
Octavio Paz no acude al empleo de palabras domesticadas por la costumbre, y
con las cuales le sería fácil dar cuenta de las nostalgias, o de los caprichos
reflejados en los decorados de una existencia patinada por sus logros o por sus
fatigas. No, esa retórica le resulta estorbosa. Vuelta es un libro fundado en las raíces del presente asumido como
la veta donde prende el lenguaje con el cual el ser humano no cesa en su
aventura de nombrar. Vuelta es un
libro de poemas del tiempo hecho verbo que se abre y se cierra revelándose en
un instante único y diverso.
En
los poemas que inician el libro Vuelta, el poeta nos comparte su saberse en un
tiempo de raíces cuyos significados no cesan para quien se mantiene alerta,
para quien sabe aprehender cada instante como si fuese el primero. Para él ver
es un acto palpable desde el abecedario que dio inicio a su escritura, la que
nos invita a participar, a ser activos en su lectura, por ejemplo, si entramos
en su poema “El fuego de cada día” nos encontramos con que sus versos, sus
palabras, lo nombrado son aire haciéndose y deshaciéndose sobre la página
vuelta edificio invisible y visible para el lenguaje donde el hombre es
quemante en sus fuentes y desemejanzas.
Vuelta es un libro
magnífico. Es un libro donde los poemas que lo componen no presumen una unidad
temática, pues es la vuelta, el mirar, el ver constante del poeta lo que se
celebra y da unidad al libro. Su ver y palpar como el aliento que impulsa su
creación. En los poemas de Vuelta cada
imagen es posible desde el silencio y el aullido que el poeta ha aprehendido.
Paz es un creador de itinerario y disciplina, de vida sin artificios, dado a
los interrogantes que el universo implica y a los pliegues donde se cifran sus
contenidos. No escapa a lo coloquial, no se queda en lo mítico. La lectura del
libro avanza como una extensa oración que prende de verso en verso,
construyendo sus significados, deshaciendo sus significados, convirtiéndose en
un monólogo coral. En la huella de un coro tuquio de sentidos, en una huella
irrepetible en el tiempo donde no cesa de ser consumida.
Octavio
Paz consigue en su libro Vuelta que
en sus versos aparezcan voces casi anónimas, etéreas huellas que por un
instante el poeta convoca para las líneas de sus poemas, rasguñándoles sus
imaginarios e historias. Manchas húmedas haciéndose una en el tiempo del poeta,
creciendo en el aullido de su voz, en el silencio de la página donde cunde la
estirpe de su voz, en sus versos que al mismo tiempo son de una intensidad
íntima y exterior capaces de nutrir la atmósfera, el dibujo donde no para de
hacerse y deshacerse el libro.
Vuelta no es el libro
de ocasión donde el poeta aprovecha para dar cuenta de su regreso a su ciudad y
cuanto ello pudiera implicar en su recuerdo. Vuelta es el libro de la imantación, donde sus poemas convocan el
suceder como un tiempo presente, empero un “presente
intocable”, de raíces “escritas por
el sol”. Siempre en las ascuas del hallazgo, “la memoria y sus moradas” inéditas. Y con el poema “Nocturno de San
Ildefonso”, el libro alcanza el cenit de su fuego y se suspende en el tiempo
que se inventa una y otra vez, propiciando el umbral donde el poeta expone con
su escritura un vacío hecho de palabras. Es preciso acudir a las mismas del
poeta: “La poesía no es la verdad: / es
la resurrección de las presencias, / la historia / transfigurada en la verdad
del tiempo no fechado”. Entonces comprendemos que Vuelta es el libro de las palabras en resurrección.
*****
Omar Castillo
(Colombia, 1958). Poeta, ensayista y narrador. Algunos de sus libros publicados
son: Obra poética 2011-1980, (2011), Huella estampida, obra poética 2012-1980,
el cual se abre con el inédito Imposible
poema posible, y se adentra sobre los otros libros publicados por Omar
Castillo en sus más de 30 años de creación poética, (2012), el libro de
ensayos: En la escritura de otros,
ensayos sobre poesía hispanoamericana, (2014) y el libro de narraciones cortas Relatos
instantáneos, (2010). De 1984 a 1988 dirigió la revista de poesía, cuento y
ensayo Otras palabras, de la que se
publicaron 12 números. Y de 1991 a 2010, dirigió la revista de poesía Interregno, de la que se publicaron 20
números. En 1985 fundó y dirigió, hasta 2010, Ediciones otras palabras. Ha sido incluido en antologías de
poesía colombiana e hispanoamericana. Poemas,
ensayos, narraciones y artículos suyos son publicados en revistas y periódicos
de Colombia y de otros países. Contacto: ocastillojg@hotmail.com.
*****
Organização
a cargo de Floriano Martins © 2016 ARC Edições
Artista
convidado | Guillermo Wiedemann (Colômbia, 1905-1969)
Imagens
© Acervo Resto do Mundo
Esta
edição integra o projeto de séries especiais da Agulha
Revista de Cultura, assim estruturado:
1
PRIMEIRA ANTOLOGIA ARC FASE I (1999-2009)
2
VIAGENS DO SURREALISMO, I
3
O RIO DA MEMÓRIA, I
4
VANGUARDAS NO SÉCULO XX
5
VOZES POÉTICAS
6
PROJETO EDITORIAL BANDA HISPÂNICA
7
VIAGENS DO SURREALISMO, II
8
O RIO DA MEMÓRIA, II
9
SEGUNDA ANTOLOGIA ARC FASE I (1999-2009)
A Agulha
Revista de Cultura teve em sua primeira fase a coordenação editorial
de Floriano Martins e Claudio Willer, tendo sido hospedada no portal Jornal de
Poesia. No biênio 2010-2011 restringiu seu ambiente ao mundo de língua
espanhola, sob o título de Agulha Hispânica, sob a coordenação editorial apenas
de Floriano Martins. Desde 2012 retoma seu projeto original, desta vez sob a
coordenação editorial de Floriano Martins e Márcio Simões.
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