GABRIEL CHÁVEZ CASAZOLA |
GABRIEL CHÁVEZ CASAZOLA | Es muy difícil precisarlo, porque en Bolivia la
influencia de las Vanguardias fue marginal y tardía. A diferencia del
Modernismo, cuya llegada a Bolivia está claramente datada (1898-99), tanto a
través de obras publicadas como de artículos de prensa, y cuya estela fue larga
en la poesía de mi país (Alberto Julián Pérez habla de un largo período de
"retención" de la estética modernista), las Vanguardias no
desembarcan en la mediterránea Bolivia. Apenas infiltran algunos ecos que jamás
llegan a tomar cuerpo, pues –a diferencia de países vecinos– aquí no se
gestaron corrientes locales correspondientes con los grandes movimientos
hispanoamericanos de vanguardia (mal puede hablarse, por ejemplo, de un
ultraísmo, creacionismo, estridentismo o surrealismo bolivianos) ni tampoco se
generaron movimientos propios con rasgos que podrían considerarse nítidamente
vanguardistas.
Es sugestivo notar los esfuerzos de varios
estudiosos y antólogos de la literatura boliviana para encontrar –forzando un
poco las tintas– numerosos poetas y hasta movimientos vanguardistas en Bolivia.
Un repaso sistemático y crítico de estos esfuerzos puede encontrarse en el
libro de Hübert Poppel y Miguel Gomes Bibliografía
y Antología Crítica de las Vanguardias literarias. Bolivia, Colombia, Ecuador,
Perú y Venezuela. Allí puede verse de manera resumida y secuencial la forma
en que un determinado antólogo y/o estudioso de la literatura boliviana elige
su elenco de poetas vanguardistas y cómo esta selección es diferente –y a
menudo contradictoria– con la realizada por otro estudioso, que propone otros
nombres, a su vez ignorados por un antólogo posterior y así ad nauseam.
De hecho, uno no puede sino quedar perplejo cuando
se clasifica como vanguardistas a poetas como Franz Tamayo (modernista singular,
entre la Hélade y los Andes) u Oscar Cerruto, quien incluso –sin serlo, salvo
quizá en sus poemas más tempranos– fue llamado "primer vanguardista
boliviano"; y aun quedan muchas dudas en casos como los de Guillermo
Viscarra Fabre, Raúl Otero Reiche, Yolanda Bedregal, Lucio Diez de Medina y
Antonio Ávila Jiménez, considerados vanguardistas por varios críticos, y que al
igual que otros poetas posteriores –los propios Edmundo Camargo y Jaime Sáenz–
acusan cierto recibo de la herencia vanguardista, pero asimilada en una
amalgama de influjos varios y con una poética muy personal.
Se ha tratado también de catalogar como
vanguardista a un movimiento local, Gesta Bárbara, en su segunda etapa,
conocida como la Segunda Gesta Bárbara, iniciada en 1944. Sin embargo, carece
de la mayor parte de aquellos atributos rupturistas que pueden definir a una
vanguardia como tal. Resulta, más bien, un intento muy heterogéneo de hacer una
literatura renovadora con elementos e influencias de varia inventio, entre las cuales algunos de sus miembros suman a
las Vanguardias, pero de manera particular, ocasional y a menudo arbitraria.
Entre los poetas de la Segunda Gesta Bárbara, acaso
el más próximo al Surrealismo (aunque un "surrealismo muy propio" y
"adherido al paisaje", según Julio de la Vega) sea Gustavo
Medinaceli, quien se empapó de este movimiento en Francia y una de cuyas
lecturas públicas, en 1946, es considerada por De la Vega como el comienzo del
Surrealismo en Bolivia. Empero, la obra de G. Medinaceli se deslíe y desdibuja
luego en el tiempo, tras su temprana muerte en 1957 (había nacido en 1923), sin
divulgación ni capacidad de seguir influyendo o movilizando el entorno, al
punto que podríamos considerar que aquella lectura fue casi un comienzo y casi
un fin.
Otros autores con mayor influencia vanguardista,
pero apenas conocidos, leídos, publicados y estudiados en Bolivia son Luis
Felipe Vilela y Luis Luksic, de quien se conserva, entre otros poemas de
diferente alineación estética, apenas un texto que fue parte de un proyecto de
libro llamado Novela automática, al
parecer extraviado.
Hay otros dos nombres –que en realidad son dos
seudónimos– en los que deseo detenerme un momento. El primero es el de un poeta
peruano claramente vanguardista, Gamaliel Churata (nacido Arturo Peralta), que
vivió en Bolivia, formó parte activa de la primera Gesta Bárbara (fundada en
1918 en Potosí) y fue un movilizador literario e intelectual en la sociedad de
su época, cuya peculiar obra El pez de
oro es ahora casi un libro de culto en medios académicos andinos. Churata
fue un vanguardista en Bolivia, no de Bolivia, pero su labor de divulgación
y modernización en un ambiente tan conservador y provinciano como el boliviano
resultó determinante para oxigenar en alguna medida la literatura de su tiempo.
De ahí que sea posible hablar de un cierto rastro vanguardista de Churata en
autores bolivianos contemporáneos suyos y aun posteriores.
El otro seudónimo es el de Hilda Mundy (Luisa
Villanueva), una escritora nacida en Oruro (por entonces un importante centro
minero, ferroviario y comercial, más vinculado al exterior que otras ciudades
de Bolivia). La Mundy publica en 1936 un libro de difícil clasificación (¿prosa
poética? ¿poesía?) llamado Pirotecnia, con
el subtítulo Ensayo miedoso de literatura
ultraísta. Luego, su obra y ella misma (casada con el poeta Antonio Ávila
Jiménez) se eclipsan, hasta ser recuperadas en el año 2004 por el grupo de
escritores responsables de la revista y sello editorial "La mariposa
mundial".
Mundy es, acaso, lo más cercano a la Vanguardia que
se puede encontrar en Bolivia, junto a otros tres autores en prosa: María
Virginia Estenssoro con su difícilmente clasificable texto El occiso; el narrador potosino Roberto Leytón, con su ruptora
novela Aguafuertes de 1926 (también
olvidada y recientemente recobrada, reeditada y revalorizada) y Arturo Borda,
cuya inextricable y vasta obra El loco
–otro libro de culto entre los críticos andinos– acaba de publicarse, en
versión resumida, como parte de las 15 novelas fundacionales de Bolivia, no
siendo propiamente una novela la obra original.
En resumen, podríamos decir –como apuntábamos al
principio– que las Vanguardias no dejaron una marca nítida en Bolivia, salvo de
una manera aislada, por ejemplo en Hilda Mundy o en algunos autores de la
primera y segunda Gesta Bárbara, e incluso en ellos solo en determinadas épocas
y textos. Pero además, que su llegada fue tardía (el Surrealismo ya cerca de
los años '50).
¿A qué atribuir este fenómeno? Creo que a dos
rasgos de la poesía y las letras bolivianas: su asincronía (concepto mencionado por Alberto Julián Pérez y
desarrollado por Gary Daher); esto es, su desfase –hacia adelante o hacia
atrás, y generalmente hacia adentro– respecto a los movimientos, tendencias,
ideas y estéticas predominantes en otras naciones; y su ensimismamiento, al que suelo llamar "mediterraneidad
espiritual", provocada por una suerte de complejo nacional que nos deja
suponer que la falta de acceso al mar nos ha privado de la posibilidad de
relacionarnos con el mundo exterior y nos hace mirarnos presos de altísimas
montañas al occidente y ríos feraces al oriente.
Ello, además de –y conjuncionado con–
circunstancias históricas, sociales y culturales muy concretas de la primera
mitad del siglo XX: falta de integración física y cultural entre las distintas
regiones del país (y menos aún con el exterior) por ausencia de carreteras,
trenes y costa; grandes masas analfabetas y sumidas en la pobreza, frente a una
oligarquía ilustrada desdeñosa de la construcción de un proyecto inclusivo y
moderno de nación, y en medio una burguesía pacata y provinciana; sentimiento
de desconfianza hacia lo externo por las derrotas en sucesivas guerras con
países vecinos; la Guerra del Chaco, en los tempranos años '30, que despertó la
conciencia de que existía diversidad de regiones y de razas en un mismo país, y
generó un pensamiento, una literatura y una intelectualidad propias, de fuerte
acento nacionalista, ajenas en gran medida a los flujos y reflujos del mundo
exterior, en fin… Todo un caldo de cultivo para el ensimismamiento y la
asincronía de nuestras letras, y la consiguiente aparición de poéticas y
narrativas muy singulares y difíciles de clasificar en las categorías
habituales.
HOMERO CARVALHO OLIVA |
Mitre
afirma, en el libro Pasos y voces que
el poemario Pirotecnia (1936) de
Hilda Mundy, pseudónimo de Laura Villanueva Rocabado (1912-1982), "plasma
una poética claramente vanguardista, tanto por la exaltación de la imagen o
metáfora como por su lenguaje en prosa". Así mismos señala que varios
poemas de Naufragios (1936) de
Yolanda Bedregal (1916-1999), son claras muestras de esta tendencia. Algo
interesante del análisis de Mitre es la inclusión de la narradora Virginia
Estenssoro (1903-1970) también como iniciadora de esta corriente, con El occiso (1937), que para Mitre es un
poema en prosa y que vendría a ser la precursora de Jaime Sáenz, tanto temática
como estilísticamente.
La
obra de estas tres mujeres es clave para entender la vanguardia como un signo
de renovación poética, más allá del modernismo que podemos decir es el
compromiso con el arte mismo y de otras corrientes que llegaban de Europa.
Ellas escribieron después de la Guerra del Chaco (1932-1935) entre Bolivia y
Paraguay, en un país devastado moral y políticamente. En esos años, entre 1930
y 1950, en Bolivia no existía grandes movimientos literarios y la labor poética
estaba centrada en grupos de artistas: pintores, poetas, escritores,
dramaturgos y bohemios, que se juntaban para no sentirse tan solos y compartir
sus esperanzas por un futuro mejor.
La
Guerra del Chaco incubó entre los combatientes la necesidad de cambiar las
cosas en un país con características feudales, con una población analfabeta,
cuyas riquezas estaban en manos de los barones del estaño; los veteranos
regresaron del frente, cargando más de 50.000 muertos y la pérdida de otra gran
extensión territorial, militantemente hicieron campaña contra la oligarquía
minero-feudal y los políticos liberales que los habían empujado al estúpido
sacrificio bélico, de la Guerra del Chaco pasando por una Guerra civil en 1949,
hasta llegar al 9 de abril de 1952, día que estalló la insurrección popular que
dio inicio a la Revolución Nacional, que estableció el Voto Universal, la
Reforma Agraria, la Reforma educativa y la Nacionalización de las minas como
conquistas irreversibles del pueblo boliviano. El ambiente cultural de esos
años, pre y post Guerra del Chaco estaba signado por la pobreza, la
incertidumbre y la tragedia.
En
esa atmósfera cargada de presagios y en una febril actividad revolucionaria, en
la que participan intelectuales con ensayos sobre una sociedad más justa,
antiimperialista y socialista; así como muralistas y dramaturgos, se desarrolla
tempranamente (antes de 1952) la obra de Mundy, Bedregal y Estenssoro. Su
poesía es eminentemente urbana, inminentemente social y decididamente
cuestionadora del papel conservador de la mujer en la sociedad.
Cabe
destacar que sobre Hilda Mundy se han venido realizando una serie de estudios,
en una especie de redescubrimiento de su obra. El hallazgo de estas mujeres
como pioneras de la vanguardia, confirma algo ya sabido en nuestro país que fue
otra mujer: Adela Zamudio (1854-1928), el emblema del romanticismo.
FLORIANO MARTINS | Los movimientos locales, ¿estaban de acuerdo con las ideas de las
vanguardias europeas correspondientes o acaso agregaban algo distinto?
GABRIEL CHÁVEZ CASAZOLA | Dicho todo lo anterior, está claro que si vamos
a considerar a las dos Gestas Bárbaras (de 1918 y de 1944) como movimientos
vecinos a las Vanguardias, éstas tuvieron un fuerte anclaje en motivos
nacionales, en especial telúricos y rurales (primera Gesta), que se combinaron
con los elementos tomados de diversos veneros, entre ellos el Surrealismo.
HOMERO CARVALHO OLIVA | En Bolivia lo que sucedía en Europa siempre nos llegaba un poco tarde,
quizá por nuestro encierro marítimo o quizá porque esa es nuestra mejor excusa
para nuestro propio encierro, fue así que las corrientes europeas nos llegaron
después de unas dos décadas. Sin embargo, como sucede en todo espacio
cosmográfico, los creadores le agregan algo local, en este caso la influencia
del paisaje, la atmósfera postguerra del Chaco y la conspiración de las masas y
la participación de la mujer en el proceso revolucionario que se avecinaba. Me
remito a Margarita Vila quien, hablando de arte, sostiene que "para
comprender esa pionera recepción de las vanguardias europeas, hay que
considerar el carácter "abierto" ⎼como señala la
crítica Marta Traba⎼ de tales países. Todos ellos miran al Atlántico y por
ello, las comunicaciones marítimas con Europa resultaban más fáciles que para
Perú, Bolivia, Paraguay y Ecuador, "cerrados" privados de salida a
tal océano, y con mayor población indígena".
Bajo
esta óptica es posible que la ruptura que suponía la escritura de una poética
vanguardista no haya sido comprendida y asimilada sino hasta muchos años
después.
Em
Bolivia existió un grupo denominado Gesta Bárbara que nació en Potosí en el año
1918, y que, entre otros, estaba integrado por Carlos Medinacelli y Gamaliel
Churata. Gesta Bárbara fue el único intento de crear un movimiento de
vanguardia en Bolivia recurriendo a una literatura anticolonialista.
Medinacelli, con su novela La Chaskañawi,
introdujo a princípios del siglo veinte el tema del mestizaje en la literatura
boliviana y Churata, es un gran poeta peruano que está siendo reconocido tanto
en su país como en el nuestro, ambos pueden ser considerados precursores de una
vanguardia narrativa y poética cuya bandera fue tomada años después por otros
escritores.
FLORIANO MARTINS | ¿Qué relaciones mantenían estos mismos movimientos con las corrientes
estéticas de los demás países hispanoamericanos?
GABRIEL CHÁVEZ CASAZOLA | Creo no equivocarme al postular que no existían
relaciones establecidas. Es más, en Bolivia ni siquiera podían circular con
facilidad las ideas y textos de los otros países por las propias limitaciones
ya señaladas: muy pocos lectores, pocas imprentas, dificultad de trasladar los
libros, periódicos de cortos tirajes…
Lo que sí hubo fue una suerte de embajadores (esto
mismo ocurrió con el Modernismo, solo que en este caso con mucho y extenso impacto)
que tendieron puentes hacia y desde Bolivia, como el mencionado Gamaliel
Churata o Gustavo Medinaceli. Pero fueron muy pocos y a diferencia, otra vez,
del Modernismo, los vientos vanguardistas no llegaron a constituir escuela ni a
arraigarse nacionalmente.
Al respecto, no deja de ser significativo que la
influencia vanguardista traída por Churata en su primera venida en 1917, llega
a Potosí, zona minera otrora rica pero entonces sumida en el aislamiento y la
mediocridad provinciana, como lo ponen en evidencia, con desgarro, los escritos
de los propios integrantes de la primera Gesta Bárbara. En este sentido,
Churata es un pingüino en el Sahara, una perla perdida en los Andes.
HOMERO CARVALHO OLIVA | Pese a estar muy cerca no existía una relación tan fluida como se
esperaría, quizá porque Bolivia fue y sigue siendo una isla mediterránea. Creo
que por ese entonces y pese a no tener los privilegios tecnológicos de ahora,
las relaciones entre poetas, aunque escasa, era profunda y sostenida. Creo que
el hecho de mantener correspondencia escrita, el trabajo de escribir ya sea a
pulso o a máquina y luego tener que esperar una respuesta que tardaba semanas o
meses, hacía que esa relación sea más profunda y significativa, dotándole a la
misma de una potencia especial. Potencia que la velocidad con la que ahora nos
comunicamos quizá haya aminorado.
FLORIANO MARTINS | ¿Qué aportes significativos de las vanguardias fueron incorporados a la
tradición lírica y cuáles son sus efectos en los días de hoy?
GABRIEL CHÁVEZ CASAZOLA | Creo que ninguno que merezca anotarse.
HOMERO CARVALHO OLIVA | Creo que existen influencias y correspondencia entre la obra de esas
tres pioneras y los poetas que escribimos hoy, puede incluso que haya herederos
legítimos y herederos no reconocidos de esa tradición. Entre las intersecciones
del camino habría que nombrar a los modernistas Ricardo Jaimes Freyre, Gregorio
Reynolds, José Eduardo Guerra y Franz Tamayo y con sus propios registros,
habría que nombrar, entre otros, a Oscar Cerruto, a Jaime Sáenz, a Raúl Otero
Reiche, a Edmundo Camargo, a Eduardo Mitre, a Pedro Shimose, a Alcira Cardona,
a Blanca Whietüchter, a Vilma Tapia, a Ruber Carvalho, a Jorge Campero, a Gary
Daher, a Gigia Talarico, a Benjamín Chávez, a Gabriel Chávez y entre los más
jóvenes a Emma Villazón, a Edson Hurtado, a Paura Rodríguez, a Claudia Vaca, y
a Mónica Velásquez. Sé que la lista no acaba aquí porque la poesía en Bolivia,
como en todo el mundo, siempre será una tarea inconclusa.
La
poesía y la actitud de estas mujeres están vigentes simbólicamente en las de
muchos poetas contemporáneos, quizá no con la fuerza teórica con la que la
vanguardia fue asimilada en países como Chile, Perú o Brasil, pero está
presente ya sea como intuición de un lenguaje imaginario o como un legado
lingüístico preciso y universal.
FLORIANO MARTINS | Los documentos esenciales de las vanguardias, ¿se han recuperado?, ¿es
posible tener acceso a ellos?
GABRIEL CHÁVEZ CASAZOLA | Los documentos de la primera y segunda Gesta
Bárbara, otra vez consideradas movimientos cercanos a las Vanguardias, al igual
que aquellos de los poetas o narradores que hemos considerado igualmente
próximos a ellas, se han conservado en cierta medida. Algunos, los publicados
en obra impresa, no son fáciles de encontrar salvo aquellos reeditados en años
recientes. Y los aparecidos en periódicos y los inéditos figuran, unos pocos,
en el Archivo y Biblioteca Nacionales de Bolivia y en algunos archivos
particulares, no de muy fácil acceso.
HOMERO CARVALHO OLIVA | No existen documentos específicos sobre la vanguardia como una corriente
poética; en Bolivia no se dieron manifiestos concretos o programas en poemas
que pregonaban una ideología estética, no se teorizaba sobre la tendencia, se
escribía de ese modo. Lo más cercano podría ser el Ensayo miedoso de la literatura ultraísta de Hilda Mundy, publicado
en 1937.
NOTAS
1. Laura
Villanueva, Hilda Mundy, nació en Oruro, usó varios pseudónimos como Anna
Massina y Madame Adrianne, publicó entre otros libros: Pirotecnia, Cosas de fondo,
Impresiones de la Guerra del Chaco, Ensayo miedoso de la literatura ultraísta
y Temas varios de la mujer.
2. Yolanda
Bedregal, nació en La Paz y es la poeta y escritora más importante de Bolivia,
con una obra prolífica tanto en verso como en prosa. Publicó los poemarios Naufragio, Poemar, Ecos, Almadía, Nadir, Del mar y la ceniza,
Bajo el oscuro sol, El cántaro del angelito, Convocatorias y compiló la Antología de la poesía boliviana en
1977.
3. Virginia
Estenssoro, nació en La Paz y es famosa por su libro de cuentos El Occiso, sin embargo publicó otros
como Memorias de Villa Rosa y Cuentos y otras páginas; además del
poemario Ego inútil.
*****
Gabriel Chávez Casazola
(Bolívia, 1972) | Homero Carvalho Oliva (Bolívia, 1957)
Capítulo II do livro Espelho Inacabado – Imaginário das
vanguardas na América Hispânica, de Floriano Martins © 2016 ARC Edições.
Artista convidada: María Luisa Pacheco (Bolívia, 1919-1982)
*****
Organização a cargo de
Floriano Martins © 2016 ARC Edições
Imagens © Acervo Resto
do Mundo
Esta edição integra
o projeto de séries especiais da Agulha Revista de Cultura, assim
estruturado:
4
VANGUARDAS NO SÉCULO XX
5
VOZES POÉTICAS
6
O RIO DA MEMÓRIA
A Agulha Revista
de Cultura teve em sua primeira fase a coordenação editorial de
Floriano Martins e Claudio Willer, tendo sido hospedada no portal Jornal de
Poesia. No biênio 2010-2011 restringiu seu ambiente ao mundo de língua
espanhola, sob o título de Agulha Hispânica, sob a coordenação editorial apenas
de Floriano Martins. Desde 2012 retoma seu projeto original, desta vez sob a
coordenação editorial de Floriano Martins e Márcio Simões.
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