ENRIQUE DE SANTIAGO |
ENRIQUE DE SANTIAGO | Fundamentalmente el punto de inicio de la vanguardia en Chile está dada
por la presencia del poeta creacionista Vicente Huidobro (1893-1948). Esto
sucede especificamente en 1914, con su manifiesto "Non serviam" leído
en "El Ateneo" de Santiago, donde se instala su forma estética
denominada creacionismo. Este escrito se podría definir como el comienzo de una
vanguardia orgánica, que se reconoce a sí misma como tal, empujando e
incorporando sobre su andar, nuevas manifestaciones, distintas de la tradición estética
anterior. Esto se traducirá posteriormente en que ya los actores e intérpretes
tienen "consciencia de sí mismos" según citara algún autor. La
vanguardia sabe esto y se empodera en su propia morada contextual. Huidobro con
un breve viaje a Chile en 1919, comienza a instalar dicha vanguardia en este
país, donde habitaba una realidad cultural que ya se venía haciendo preguntas
acerca de cuál era el rol de la actividad creadora. Esto, desde los sucesos previos
al cumplimiento del primer "Centenario" del país en 1910, momento
cuando surgen las primeras inquietudes acerca del papel de la creación en
virtud de superar las tradiciones líricas expuestas en gran parte del S. XIX y
principios del S. XX.
La realidad generalizada anterior a la irrupción de la vanguardia,
corresponde a dos corrientes que comienzan a disputarse la escena cultural
local. Por un lado, asoma una vertiente que reclama por una mayor manifestación
nacional, una que refleje los valores intrínsecos de la chilenidad y por otra
parte una cultura ya instalada, que es más conservadora en sus aspectos
estéticos, posición heredada del clasicismo europeo, producto de la herencia
colonial, la que sólo ha incorporado algunos matices productos de los viajes de
intelectuales del naciente país, estos viajeros, fundamentalmente artistas
plásticos traerían sólo leves cambios, desde el período posterior de los
procesos independentistas conocido como la primera etapa republicana, hasta el
año de 1914. Es decir en sus primeros 100 años de vida, Chile mantiene casi
inamovible su quehacer cultural desde el punto de vista de la incorporación de
nuevas tendencias.
Un nuevo grupo de jóvenes poetas, viajaría a Europa. En ellos ya se
asoma un cansancio con su medio. Estos jóvenes rebeldes que generalmente
proceden de las clases aristocráticas, tienen la oportunidad de viajar a
Francia y a España, y son influenciados por las nuevas tendencias que afloran
en esas latitudes, esencialmente el Cubismo y los nuevos vientos que descienden
influenciados por el Simbolismo de Mallarmé y la poesía transformadora de
Rimbaud y Apollinaire por citar algunos. Es allí, en esa escena europea donde
aterriza Huidobro, el hijo de aristócratas, desencantado con tanto
conservadurismo e inquieto por encontrar algo nuevo, así es como se fascina con
lo que está sucediendo en el viejo continente. En su primer viaje de regreso a
Chile, trae en su maleta, su manifiesto, sus poemas y publicaciones europeas,
que serán la simiente para producir un efecto exponencial en la cultura de los
años venideros.
Esto mismo, pero unos años después, lo haría otro joven viajero conocido
como Juan Emar (1893-1964), cuyo verdadero nombre era Álvaro Yáñez Bianchi,
hijo de un destacado político y empresario llamado Eliodoro Yañez, dueño además
del diario La Nación. Emar ya en 1918
es otro chileno que viaja a Europa, precisamente a Francia donde se inscribe en
clases de pintura en Academia de la Grande Chaumiére, en Montparnasse
(de allí su inspiración para bautizar en Santiago, el Grupo Montparnasse de
mucha influencia en la escena literaria chilena). Emar al igual que Huidobro
trae las últimas revistas y libros desde Europa y comienza a instalar las ideas
de vanguardia en un escenario ávido de estas nuevas formas de creación.
Gracias
a estos dos poetas, es que se produce una nueva mirada en los creadores
nacionales. Habría que distinguir eso sí, que Huidobro lo hace con una clara
intención de formar un "patriarcado" bajo su tutelaje, mientras que
Emar simplemente lo realiza con el afán de difundir las buenas nuevas. En este
mismo aspecto, importante sería la labor de Emar, en su espacio de crítica
cultural que llevaría a cabo en el diario La
Nación, en una página llamada "Notas de Arte". Tanto así que en
con fecha 23 de marzo de 1925 a meses de su aparición en Francia, se publica en
su columna, una traducción de la primera parte del "manifiesto
Surrealista" de André Breton, traducción realizada por la artista plástica
chilena Sara Malvar, muy cercana además a Huidobro.
Ya
a esas alturas son muchos los cultores de la vanguardia en Chile, la misma Sara
Malvar, había realizado obras cubistas y caligramas junto a Huidobro. Asoman
también unos jóvenes Carlos Sotomayor, Gabriela Rivadeneira, Eduardo Anguita y
otros tantos. Estos dos portadores de la vanguardia, serían los verdaderos
impulsores de estas nuevas tendencias hacia Chile. Cabe citar que Huidobro
sería el primero en visualizar la vanguardia como nueva expresión, pero
claramente su intención primera era levantar una escuela creacionista en esta
parte del mundo y su labor se limitaría a la formación de un acotado círculo
bajo sus influencias. Por lo mismo, la tarea difusora de Emar fue de mayor
alcance y más desinteresada (por su columna de crítica en el diario La nación). Así y todo, la figura de
Huidobro, gracias a su acción en el plano de las ideas, como lo es la política,
logra instalar su obra en una mayor dimensión y más inmediatamente cerca del
público, al menos en lo que a nuestro país se refiere.
Como
último aspecto está claro, que entre ambos se compartiría la responsabilidad de
hacer presente la vanguardia en Chile. Huidobro alentando publicaciones y
entusiasmando a otros en diversas reuniones sociales-culturales. Y Emar desde
su columna defendiendo esas nuevas tendencias artísticas provenientes de la
vanguardia europea, sin ningún distingo y abogando por una superación del
criollismo y academicismo reinante en aquella década. Así Emar transformó su
columna en un reservatorio de las nuevas ideas y tendencias, que incluso contó
con la colaboración del mismo Huidobro.
Otros
antecedentes importantes que hablan de experiencias distintas dentro de la
vanguardia chilena, son los relacionados con la presencia del Dadaísmo en
Chile, hecho que es mayormente desconocido, debido seguramente a que el público
estaba muy lejos de poder entender, asimilar y conservar estas producciones
literarias y por lo mismo su imagen y memoria se pierde y se hace difusa. Esta
manifestación no produjo mayor impacto en los círculos culturales y menos en el
público de la época. Sobre esto mismo podemos contar la participación en el
Dadaísmo en Francia de Joaquín Edwards Bello, que de vuelta en Chile aterriza
con su libro Manifiesto (1921),
motivo que condujo a Tzara a nombrarlo "presidente para Chile de
Dadá". Período que sería renegado después por este literato, pero que
tiene luces muy interesantes y no ausentes de algunas voces
"ultraístas". Podemos citar también en esta línea dadaísta a Alberto
Rojas Jiménez y a Juan Marín con "Manifiesto Agú" en 1920.
Otros
poetas con un dadaísmo que pretendía ser más local (sin alcanzar ese propósito)
y espontáneo serían los integrantes del grupo de los "Runrunistas"
surgidos en la ciudad de La Serena, en el Norte de Chile y que tuvo permanencia
creativa desde 1927 hasta 1934, con sus "performances literarias".
Con nombres como Raúl Lara Valle, Benjamín Morgado o Patricio Morgan entre
otros. También se forma un círculo "runrunista" en Santiago, con
literatos como Gerardo Seguel, Rosamel del Valle, Humberto Díaz Casanueva. El
"Runrunismo" en cierta manera influiría también en la anti-poesía de
Nicanor Parra, como manifestación que decide alejarse de las formas con aspecto
o rasgos poéticos conocidos.
Otro
órgano de difusión primordial además de la columna de Emar en La Nación, sería la publicación Claridad, periódico semanal de sociología,
arte y actualidades que tiene su actividad entre 1920 a 1924, con
colaboraciones de Neruda, Pablo de Rokha, Rojas Jiménez y César Vallejo, entre
muchos colaboradores. Después se convertiría en el órgano oficial de la Federación
de estudiantes de Chile, pasándose a llamar Claridad,
periódico de sociología, crítica y actualidades de clara tendencia
anarquista. Una acción distinta ejerció el grupo universitario Spartacus,
quienes se auto-definen como un soviet de los estudiantes, que en 1921 lanzan
su primer manifiesto, llamando a los artistas y estudiantes de Bellas Artes a
salir de la inacción frente a la injusticia social imperante. Podemos citar
además la vanguardia desplegada en la ciudad-puerto de Valparaíso a partir de 1922,
y que se mantuvo lejos de las esferas "huidobrianas" desarrollando
una literatura de corte "expresionista". Esto sucede gracias a la
presencia e influencias del escritor húngaro Zsigmond
Remenyik. [1] También hay que nombrar las actividades de Neftalí
Agrella, quien lideraba su propio grupo y que es descrito por Remenyik como
"Dios Agrella", como una manera de definir su vanguardia bañada de
anarquismo. Agrella en 1924 fundaba la revista Ngillatún donde se desmarcaba de las
influencias europeas para ejercitar una vanguardia más local, lo que constituye
un acto adelantado, comparándolo con sus pares santiaguinos. Otro órgano difusor de
la vanguardia, también en ese año y que también asoma en esta ciudad es la
publicación Elipse, ideario de la nueva
literaria de inspiración más proletaria, pero tomando variados elementos
vanguardistas, lo que como veremos más adelante fue una excepción. Según el
investigador Claudio Solar, las producciones literarias de Santiago y la de
Valparaíso, presentan rasgos absolutamente distintos una de otra, tomando como
fecha de referencia para este análisis, la aparición de la vanguardia en
nuestro país.
JUAN CAMERON |
En Chile se le concede el puntapié
inicial a Vicente Huidobro, con Ecuatorial
(Madrid, 1918). En verdad la primera vanguardia, divisada en la bruma del
pasado, nace en Valparaíso, con Abrojos (1887) y Azul (1888) de
Rubén Darío, que ejercía como empleado de Aduanas y estaba muy vinculado a los
mayores poetas chilenos de la época.
Si bien las vanguardias parecen ser
movimientos, casi en todos los casos se trata de la aparición de un autor que
determina la producción de sus congéneres y conforma una suerte de escuela
iniciática. En Chile la determinará posteriormente Pablo Neruda, Gonzalo Rojas,
Nicanor Parra, Omar Lara, Raúl Zurita, Héctor Hernández Montesinos y cada una
de las acciones, que determinadas por las condiciones políticas, quiebran el
discurso para iniciar otro, indefectiblemente serán fagocitadas por la
tradición y se convertirán en ella.
El caso del surrealismo chileno ⎼con La Mandrágora⎼ pobre, peculiar y
tardío, es casi ridículo. Se convierte en una voluntariedad de copia y con
escasísimo nivel intelectual. Conformada inicialmente por Rojas, maestro de
maestro, la integran Braulio Arenas, Enrique Gómez Correa y Teófilo Cid. Sólo
este último, natural de Traiguén, es en verdad poeta. Se trata de imponer a la
fuerza en la poesía chilena; y no pasa nada. Arenas conseguirá posteriormente
el Premio Nacional de Literatura a manos del General Pinochet, en pago a
favores recibidos. Esa es la triste realidad. Pero La Mandrágora no logra
modificar nada; no altera el discurso. Se trata de un hecho del todo
voluntarioso similar al que podría ocurrir, en estos días en Santiago, con los
muchachos agrupados en torno a la Universidad Diego Portales, quienes intentan
adueñarse del canon en formación.
No puedo dar testimonio de cada momento
cultural en Chile. Pero, en el primer gesto de vanguardia ⎼Darío en Valparaíso⎼ el país está al
borde de una guerra civil. Hay tensión; y el hijo del presidente de la
República, el poeta Pedro Balmaceda Toro, es su amigo íntimo. En los últimos
intentos, es la burguesía informada la que, después del golpe de Estado de
1973, impone su conocimiento y poder universitario. Y así ocurre en estos
momentos con el caso de la Universidad Diego Portales y sus muchachos.
FLORIANO MARTINS | Los movimientos locales, ¿estaban de acuerdo con las ideas de las
vanguardias europeas correspondientes o acaso agregaban algo distinto?
ENRIQUE DE SANTIAGO | Evidentemente con las nuevas ideas provenientes desde el viejo
continente, la cultura oficial cómodamente instalada presentó dura resistencia
a la incipiente vanguardia de los primeros años. Por una parte se mantenían las
ideas de un viejo academicismo, que en el siglo anterior había llegado también
desde Europa (Francia, Italia y España) generando un movimiento muy robusto que
abarcaba desde la plástica hasta la arquitectura. Y por otra un movimiento con
una historia más joven, que había surgido cerca del centenario, y desde
principios del S. XX, que abogaba por una suerte de criollismo para generar una
cultura más ad hoc con las ideas
nacionales o propias, tomando cierto pseudo-patriotismo y algunas luces
vernáculas. Por lo mismo, los viejos creadores oficiales y estos otros
criollistas que también deseaban imponer sus términos, se sintieron amenazados
de sobremanera por estos jóvenes rebeldes que irrumpían en escena. Por una
parte Chile seguía siendo una nación conservadora, con fuertes influencias de viejas
políticas europeas, con dos
partidos en la arena política, el Conservador y el Liberal. Sumado a esto, una iglesia de fuerte presencia en la sociedad y que estaba unida al Estado. Además, existía una clase política servil a los intereses oligárquicos, que se había enquistado firmemente desde el intento fallido de la Revolución de 1891, la que tras su derrota, trajo al país un régimen parlamentarista que respondía a los intereses de las clases dominantes y conservadoras. En este escenario, ni el estado, ni la clase dominante, ni la iglesia, deseaban un cambio o giro de ideas en las actividades culturales, menos aun cuando estas promocionaban transformaciones sociales o desprecio al status quo imperante. Por lo mismo los artistas y literatos "de la corte" tampoco iban a entregar tan fácilmente su situación de prestigio, que dicho sea de paso, gozaban desde hace bastantes años amparados en los círculos de poder. La clase oligárquica en ese entonces, era la única consumidora de la cultura y tomando en cuenta las precarias condiciones educacionales, las cuales no llegaban a la mayoría de la población. En ese sentido el largo período desde inicios del S. XIX hasta la mitad de la década del '20, ni el sistema político ni sus instituciones públicas (menos las privadas) se caracterizaban por ser solidarias con las capas populares de la sociedad. Los acontecimientos de 1920 (obligatoriedad de la educación primaria) y después la incorporación en 1925, de una nueva constitución política (que separa a la iglesia del estado), darían píe a nuevas transformaciones sociales, así comenzarían a instalarse las condiciones necesarias para un acceso de las capas inferiores de la sociedad a un mayor conocimiento y acceso a las nuevas ideas, lo que todas luces fue una condición favorable para la propagación de las vanguardias recién llegadas. Una reforma importante fue la que venía a asignar un rol más participativo del estado en materias de desarrollo y educación. Con un nuevo plan educativo, entonces se conformarían y sentarían las nuevas ideas y ya no habría vuelta atrás. A esto se suma el surgimiento de los partidos llamados revolucionarios de izquierda y la multiplicación de las luchas sociales, con el consecuente fenómeno de sindicalización masiva del proletariado, lo que empujaría a las masas obreras y populares a una mayor necesidad de instrucción, lo que por ende lleva a una aproximación a la cultura. La suma de estos aspectos y los sucesivos intentos revolucionarios de la década del '30, conformarían un caldo proteico óptimo, para el surgimiento de una clase proletaria más culta dando origen al florecimiento de las nuevas capas medias, que en definitiva, consagrarían la instalación de la "vanguardia" en la escena cultural. Ya en 1938 con el triunfo en las elecciones del Frente Popular y la consigna "Gobernar es educar" se aseguraba, para el futuro una generación mejor formada, que sería la que cosecharía los frutos de la semilla vanguardista plantada por Huidobro y Emar en la década de los años '20.
partidos en la arena política, el Conservador y el Liberal. Sumado a esto, una iglesia de fuerte presencia en la sociedad y que estaba unida al Estado. Además, existía una clase política servil a los intereses oligárquicos, que se había enquistado firmemente desde el intento fallido de la Revolución de 1891, la que tras su derrota, trajo al país un régimen parlamentarista que respondía a los intereses de las clases dominantes y conservadoras. En este escenario, ni el estado, ni la clase dominante, ni la iglesia, deseaban un cambio o giro de ideas en las actividades culturales, menos aun cuando estas promocionaban transformaciones sociales o desprecio al status quo imperante. Por lo mismo los artistas y literatos "de la corte" tampoco iban a entregar tan fácilmente su situación de prestigio, que dicho sea de paso, gozaban desde hace bastantes años amparados en los círculos de poder. La clase oligárquica en ese entonces, era la única consumidora de la cultura y tomando en cuenta las precarias condiciones educacionales, las cuales no llegaban a la mayoría de la población. En ese sentido el largo período desde inicios del S. XIX hasta la mitad de la década del '20, ni el sistema político ni sus instituciones públicas (menos las privadas) se caracterizaban por ser solidarias con las capas populares de la sociedad. Los acontecimientos de 1920 (obligatoriedad de la educación primaria) y después la incorporación en 1925, de una nueva constitución política (que separa a la iglesia del estado), darían píe a nuevas transformaciones sociales, así comenzarían a instalarse las condiciones necesarias para un acceso de las capas inferiores de la sociedad a un mayor conocimiento y acceso a las nuevas ideas, lo que todas luces fue una condición favorable para la propagación de las vanguardias recién llegadas. Una reforma importante fue la que venía a asignar un rol más participativo del estado en materias de desarrollo y educación. Con un nuevo plan educativo, entonces se conformarían y sentarían las nuevas ideas y ya no habría vuelta atrás. A esto se suma el surgimiento de los partidos llamados revolucionarios de izquierda y la multiplicación de las luchas sociales, con el consecuente fenómeno de sindicalización masiva del proletariado, lo que empujaría a las masas obreras y populares a una mayor necesidad de instrucción, lo que por ende lleva a una aproximación a la cultura. La suma de estos aspectos y los sucesivos intentos revolucionarios de la década del '30, conformarían un caldo proteico óptimo, para el surgimiento de una clase proletaria más culta dando origen al florecimiento de las nuevas capas medias, que en definitiva, consagrarían la instalación de la "vanguardia" en la escena cultural. Ya en 1938 con el triunfo en las elecciones del Frente Popular y la consigna "Gobernar es educar" se aseguraba, para el futuro una generación mejor formada, que sería la que cosecharía los frutos de la semilla vanguardista plantada por Huidobro y Emar en la década de los años '20.
Deteniéndonos
un poco en el actor social proletario de las denominadas culturas
revolucionarias, que en cierta manera obedecían a su propio ideario, tampoco
miraban con buenos ojos a esta vanguardia que no obedecía a directrices
políticas partidistas y que menos se supeditaba a la forma de llevar la cultura
por parte de los partidos de izquierda o renovadores. La izquierda cultural
veía como poco disciplinada a su par vanguardista y miraba desde lejos el
comportamiento de esta, pues veía en ella fines no muy claros en pos de alcanzar
algún objetivo de cambio o reformas profundas. Para los escritores y artistas
de la izquierda partidaria, solo ellos encarnaban una cultura útil para los
intereses revolucionarios, actividad que ha llegado a definirse como una
"literatura de servicio", que en este caso sirve a los intereses
proletarios. Sin embargo, algunos literatos de la izquierda tomaron algunos de
los elementos nuevos de la vanguardia, claro qué hay que hacer una mención
aclaratoria, en el sentido de que en alguna manera, mientras la forma había
cambiado en este discurso literario, el fondo o sustancia seguiría siendo el
mismo, es decir, su temática giraba exclusivamente en torno a lo proletario. Si
en cambio, la legítima vanguardia se sentía incomoda con su propia substancia y
se obligaba a mutar cada cierto tiempo, moviendo las ideas que la sustentaban
de un lado para otro, por contraparte, la izquierda cultural, no podría
desprenderse de su esencia que fundamentalmente era de un ideario político
preciso y dogmático.
JUAN
CAMERON | No sé si todos los movimientos. Hay grupos, tendencias
dentro o fuera de la tradición, etc. Por "vanguardias europeas"
podemos hoy considerar a toda la teoría estética a partir de la Escuela de
Frankfurt, o a partir del estructuralismo inicial ⎼digamos Saussure,
Barthes y hasta nuestros días, ya casi post posmodernos, asumida por la
academia y repetido por quienes se inclinan ante ella. Pero es una avant-garde
que se gasta muy pronto, que aparece y desaparece cada año, con soportes
internos, primero a través de las publicaciones universitarias y hoy gracias al
mundo virtual. Pero esta virtualidad les está siendo arrebatada en manos de
nuevos y jovencísimos "gamberros" quienes, sin ningún permiso ni
consentimiento, se apropian del "canon".
FLORIANO MARTINS | ¿Qué relaciones mantenían estos mismos movimientos con las corrientes
estéticas de los demás países hispanoamericanos?
ENRIQUE DE SANTIAGO | Ciertamente hubo contactos con otras manifestaciones de vanguardia en
otros países. La más relevante de señalar es la acaecida entre Vicente Huidobro
y la del surrealista peruano César Moro. Ambos se conocen en Europa, y estos
primeros encuentros se convertirían a la postre en una serie de desencuentros,
siendo una de las rivalidades más sonoras de estas latitudes. Moro también tomó
contacto con Juan Emar, desde donde conoció a diversos artistas y poetas
chilenos jóvenes como Jaime D'Vor, Gabriela Rivadeneira, María Valencia,
Eduardo Anguita, etc. Quienes además eran protegidos de Huidobro en Chile. Este
contacto de Moro con los jóvenes poetas y artistas chilenos, tiene como
consecuencia que estos últimos sean invitados a la Exposición Surrealista de
1935 en Lima, ocasión en que, en su catálogo Moro ataca a Huidobro con duras
palabras, lo que produce la ira del poeta creacionista, llamando a sus
protegidos a cortar lazos con Moro y a presentar una carta pública donde
señalaban que habían sido invitados con engaños por parte del surrealista
peruano.
También
se sabe de los contactos de Pablo Neruda con algunos poetas peruanos jóvenes
influenciados por las ideas traídas por Moro a ese país, Estos vínculos
sucedieron en los años '20, el cual es su período más libre y con ciertas
influencias de la vanguardia (Tentativa
del hombre infinito o Residencia en
la tierra), antes de adoptar una "Literatura de servicio".
También por esos años, Neruda tuvo contactos con el peruano César Vallejo. Otro
vínculo, pero más posterior, sería el de Pablo de Rokha con la escritora
argentina Silvina Ocampo (1903-1993). Pero en general hay pocos antecedentes
sobre otros intérpretes de la vanguardia chilena y sus nexos con exponentes
hispanoamericanos.
JUAN
CAMERON | Vuelvo a contestar lo que ya dije. Darío resulta
profundamente americano; une al continente, crea un movimiento; es un líder.
Hasta antes del modernismo extremo en que nos hallamos, las relaciones no pasan
más allá de ser respuestas a similares conflictos políticos. Aquí el gran
influenciador es el capital, los yankees. Para la actual avant-garde se trata
de un posicionamiento -ante un miserable y cada vez más reducido grupo de
lectores o cultores del género- basado en la comunicación tecnológica. No se
trata solamente de ediciones virtuales; se trata también de nuevas editoriales,
aquí y allá en el continente, que editan en papel autores consagrados como
pares por ellos mismos. Lo importante aquí es la velocidad y no la calidad de
la información; se trata de comunicación pura.
FLORIANO MARTINS | ¿Qué aportes significativos de las vanguardias fueron incorporados a la
tradición lírica y cuáles son sus efectos en los días de hoy?
ENRIQUE DE SANTIAGO | Los aportes de la vanguardia a la tradición lírica actual es a todas
luces notoria. Primeramente, transforma la forma de hacer poesía hasta esa
época. Su irrupción sucede en años en que habitaba en nuestra escena propia un
academicismo obsoleto de mediados del S. XIX, conviviendo con un criollismo sin
mayores pretensiones, que se mantenía dentro de los márgenes de lo folclórico,
lo tradicional o costumbrista. No había entonces en estas dos expresiones
anteriores, posibilidad alguna o intención de apurar o profundizar una
transformación desde dentro o impulsar algún tipo de búsqueda nueva que llevara
a una nueva exploración dentro de los márgenes estéticos o semánticos, que
produjera un cambio de esencia, figura o margen literario. El mayor aporte
lírico, sería la incorporación de la metáfora como un elemento nuevo dentro de
la poesía chilena, esta forma de expresión que tuvo su formulación definitiva
con el "Romanticismo" en el S. XIX no tuvo resonancia en nuestro país
en su momento, tampoco lo tuvo el "Simbolismo" (ambas vertientes si
lo hicieron con algunas vanguardias europeas). El metalenguaje se hizo presente
gracias a los viajes realizados a Europa por Huidobro, Emar y Edwards Bello y
que se manifestó con fuerza a partir de los años 20, especialmente con las
influencias de la nueva poesía francesa y la surrealista que contenía en su ADN
un fuerte acervo simbolista-romántico. Por otra parte el arribo del dadaísmo a
Chile, también colaboró a estos cambios, (aunque de menor manera), así y todo
rompió con el clásico paradigma de la estructura poética, incluso arrasando con
la metáfora. En Chile esta manifestación dadaísta fue de un efecto más
escandaloso aún que en Europa, pues en nuestras latitudes aún persistía un
fuerte culto a la rima, la qué era orgullo de una sociedad oligarca, que la
celebraba de buena manera, haciendo presente que nuestra poesía era de corte
tradicionalista clásico y por lo tanto, según opinión de los críticos de esos años,
muy culta.
En
el mundo de la prosa, los nuevos tópicos, con sus alcances insospechados y su
permisibilidad en los cruce de estilos, han dotado a la escritura prosaica de
una nueva expresión, que no se limitó a los temas costumbristas de corte
aséptico y enfocados solamente a un amor de orden cortesano o a una narrativa
épica. Pues como mencionaba anteriormente, con la llegada de la
"vanguardia" a Chile, se comienza a romper un molde decimonónico que
produce un cambio de forma y fondo ostensible que con el paso de las décadas va
mostrando nuevas alternativas en lo que concierne al ámbito de la creación
literaria y plástica.
En
una primera etapa comprendida entre 1914 al 1938, visualizamos una mayor
influencia de la vanguardia foránea sin variantes, pues claramente se tomaba su
influencia en versión original y con pocos elementos estético-formales
distintivos. Una suerte de purismo de vanguardia europea, que a partir de 1939,
se convertirá a una expresión más local, donde se pretende incorporar mayor cantidad
de elementos propios o vernáculos, en este sentido, podemos citar al grupo
"Mandrágora", los nuevos trabajos de Rosamel del Valle, Juan Negro,
Jorge Millas etc.
Algo
que se debe destacar es que al principio el efecto de la vanguardia era muy
marginal, sobre todo en la década del 20, pero su mayor valor se sustenta en su
capacidad de servir de memoria y directriz para las generaciones que comienzan
a hacer su nueva aparición. Si nos situamos a los primeros años del fenómeno,
el grupo que acoge la vanguardia traída por Huidobro o Juan Emar son de ciertos
personajes en un número bastante acotado, no sucede lo mismo en los años 30,
donde las reformas político-sociales y educacionales, comienzan a ser más
profundas, y la generación de jóvenes que son receptoras, están más preparadas
para entender y asimilar a la vanguardia. Hoy en día resulta imposible, sentir
los nuevos procesos creativos sin la presencia e influencia de estas
vanguardias llegadas en los años bisoños del S. XX. Pero así mismo, no sé si
podrían seguir siendo vanguardias, ya que los tiempos, los medios, los
lenguajes mismos han mutado y requieren de nuevas vanguardias. Lo claro está es
que los actores culturales y el público mismo, en cierta manera están más
pre-dispuestos para recibir los efectos de una nueva tendencia o directriz en
lo que a cultura se refiere.
Entonces
el efecto de las vanguardias, también resulta darse en el orden social, pues
pasa desde una marginalidad evidente en el ámbito cultural, a convertirse en un
elemento primordial para las nuevas acciones creativas que además inducen a
miradas más profundas en lo social. Lamentablemente la vanguardia hoy se
confunde con lo novedoso, lo lúdico, lo impactante. En este sentido, el
elemento substancial-social-estético que caracterizó al movimiento llamado de
vanguardia después de la primera década del siglo pasado, hoy no es el mismo o
lisa y llanamente no ha florecido una vanguardia que se le iguale, esto no
indica que no podamos a estar a portas de un nuevo movimiento vanguardista en proceso
de eclosión próxima, esto habrá que verlo y estar muy atentos.
Por
otra parte, existe el fenómeno de una cantidad de poetas destacados, que pese a
no etiquetarse con los antiguos ismos, a todas luces usan los mismos elementos
poéticos, composicionales, rítmicos o semánticos que sus antiguos antecesores.
A diferencia de las artes plásticas, la literatura sigue utilizando la palabra,
el verso y ciertas métricas similares, ya sean con influencia dadaísta,
surrealista, futurista etc. Su diferenciación se da de manera más notoria en
ciertos aspectos semánticos, pero sin ser muy rupturista en términos de la
provocación, en cierta manera es una provocación domesticada o la yuxtaposición
de una rebeldía de poco alcance.
En
lo concerniente a los grados de influencias de la vanguardia, con respecto a
nuestro tiempo presente, claramente han sido Huidobro y el Surrealismo, los que
han generado mayor repercusión en este país, siendo este último movimiento el
que mantiene mayor influencia hasta nuestros días. Los efectos de la
"vanguardia" están muy activos a lo largo y ancho de toda la
literatura hispanoamericana, eso no se puede negar, vemos la influencia y
cruces de muchos "ismos" en la literatura a partir de los años '40,
tanto que se podría hablar de un asentamiento definitivo de aspectos formales
en nuestra historia cultural actual, pensar en una literatura netamente única
de esta región no es tal y sus intentos de hacerla original, terminan siendo
vanos esfuerzos, y aunque no se puede negar que hayan surgido elementos locales
que se sumaron como aportes a estas corrientes, debemos decir claramente que la
literatura de estas latitudes sigue debiéndole gran parte de su esencia
vanguardista a la vanguardia europea.
JUAN
CAMERON | Como ya también lo dije, las vanguardias se van
incorporando a la tradición. Son propuestas de cambio que se suman al discurso;
pero no se trata de todos; se trata de los mejores. En otras palabras, el autor
de talento, se identifique con la tradición o quiera hacerla saltar en pedazos,
va a quedar en su propio discurso literario nacional. Por el contrario, quien
quiera desarmar la edificación por puro lucimiento personal, va a desaparecer.
Eso está claro. La historia nuestra está llena de ejemplos. ¿Quién era, en
definitiva, Braulio Arenas? Va a perdurar como el poetita que le compuso la
canción de triunfo a Pinochet.
FLORIANO MARTINS | Los documentos esenciales de las vanguardias, ¿se han recuperado?, ¿es
posible tener acceso a ellos?
ENRIQUE DE SANTIAGO | Sobre la sobrevivencia de los libros, documentos y testimonios
referentes a las actividades de la vanguardia en Chile, podemos decir, que
felizmente ha habido una suerte de providencial conservación de dichos
documentos. Sumado a esto, la febril actividad de investigadores que en gran
número se han dado a la caza de todo aquello que sea reserva del patrimonio
vanguardista en este país. Gran parte de los libros se conservaron en
bibliotecas públicas o familiares, además de la actividad profesional e informada
de un ejército de libreros o "busquillas" que han permitido sacar a
flote estos reservorios de una actividad literaria pasada.
Gracias
a esto, desde hace poco más de una década, ha surgido un verdadero interés por
parte de académicos e investigadores de sacar a la luz estos antecedentes
olvidados, a través de sendas publicaciones o ensayos. Cabe mencionar la
seriedad y rigor presentado en cada estudio, donde la metodología usada nos
permite hoy en día tener a nuestra disposición, todo un rico material que ha
ido armando de mejor manera nuestra historia vanguardística. Quizás de quien
más poseemos antecedentes sea de Huidobro, pero nuevos trabajos de diversos
estudiosos, pusieron nuevamente a la palestra a figuras como Juan Emar, Raúl
Lara Valle, Neftalí Agrella y tantos otros actores notables de aquellas
fructíferas décadas del '20 y '30. Dentro de los investigadores destacados
podemos citar a Saùl Yurkeviech, con su libro Los avatares de la vanguardia o la publicación: Manifiestos, proclamas y polémicas de la
vanguardia de Nelson Ossorio, pero la lista es muy extensa y rica.
Cabe
mencionar que el diario La Nación,
guarda en sus bodegas, todas las publicaciones desde su primer ejemplar, por lo
que hay acceso a las "Notas de Arte" escritas por Juan Emar, yo mismo
acudí en varias oportunidades a tan relevante fuente. Allí el poeta daba cabida
a otros autores, para establecer comentarios diversos, lo que ampliaba la
visión de los sucesos acaecidos en los primeros años de la vanguardia chilena.
Otras revistas se encuentran también disponibles, manuscritos guardados por
museos o fundaciones, plaquettes, carteles, todo felizmente fue conservado y
hoy está disponible para ser estudiado. Es así que podemos contar con ejemplos
como el "Cartel Runrúnico,
una especie de pequeña antología que es también una tarjeta de presentación del
movimiento". También agregar que documentos importantes de la vanguardia
fueron reproducidos en las décadas del '50 y '60 por revistas como: Atenea, Zigzag y En viaje, en lo que
podríamos definir como un primer intento de salvaguardar la memoria de la
vanguardia chilena.
NOTA
1. Sobre
este tema el investigador Adolfo de Nordenflycht Bresky nos dice: "En los primeros
meses de 1922 ⎼la fecha es incierta⎼ aparece en Valparaíso un 'cartel' editado por la
Editorial Tour Eiffel; se trata de un volante que se presenta como Antena, Hoja vanguardista N° 1, que consiste en el manifiesto titulado Rosa Náutica, junto a un grabado del húngaro Sandor
Bortnyik que se titula 'Aktivizmus'. Entre los firmantes que se reconocen a sí
mismos como 'La dirección del movimiento vanguardista chileno' figuran los ya
citados Alberto Rojas Jiménez y Martín Bunster, responsables del manifiesto
Agú. Y además, de un total de 25, están Neftalí Agrella que encabeza el
listado, Julio Walton, Salvador Reyes, el mexicano Carlos Toro, Marko Smimoff
(que conocía bien la vanguardia rusa) y el húngaro Zsigmond Remenyik que había
militado en el activismo liderado por Kasack. Adhieren al manifiesto: Huidobro,
Edwards, Borges, Maples Arce, Guillermo de Torre y Norah Borges."
*****
Enrique de Santiago
(Chile, 1961) | Juan Cameron (Chile, 1947)
Capítulo III do livro
Espelho Inacabado – Imaginário das
vanguardas na América Hispânica, de Floriano Martins © 2016 ARC Edições.
Artista convidada: Henriette Petit (Chile, 1894-1983)
*****
Organização
a cargo de Floriano Martins © 2016 ARC Edições
Imagens
© Acervo Resto do Mundo
Esta
edição integra o projeto de séries especiais da Agulha
Revista de Cultura, assim estruturado:
4 VANGUARDAS NO SÉCULO XX
5 VOZES POÉTICAS
6 O RIO DA MEMÓRIA
A Agulha
Revista de Cultura teve em sua primeira fase a coordenação editorial
de Floriano Martins e Claudio Willer, tendo sido hospedada no portal Jornal de
Poesia. No biênio 2010-2011 restringiu seu ambiente ao mundo de língua
espanhola, sob o título de Agulha Hispânica, sob a coordenação editorial apenas
de Floriano Martins. Desde 2012 retoma seu projeto original, desta vez sob a
coordenação editorial de Floriano Martins e Márcio Simões.
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